COVID-19 se caracteriza por una progresión del síndrome de dificultad respiratoria aguda,1 que va de grado leve a severo.2 Un porcentaje de los pacientes graves requerirá intubación endotraqueal y ventilación mecánica, por ello, ingenieros mexicanos de diferentes lugares han tenido la iniciativa de crear ventiladores mecánicos.3-5
Si bien el ventilador artificial es uno de los últimos recursos para los pacientes más graves, existen pacientes que se encuentran en el límite de no cumplir los criterios para la intubación; si se intuban directamente, se estaría dejando pasar la oportunidad de que superen la fase grave con oxígeno suplementario de alta concentración. La intubación per se induce daño pulmonar, aumenta el riesgo de sobreinfección y los días de estancia en terapia intensiva.6,7 Asimismo, el uso no selectivo de ventiladores artificiales disminuye la oportunidad de los pacientes que requieren el ventilador para sobrevivir e incrementa los costos de atención institucional, tanto de recursos humanos como materiales.
Las cánulas de oxígeno de alto flujo tienen la función de proveer altas concentraciones de oxígeno al paciente, las cuales no se alcanzan con las puntas nasales o máscaras normales.8-10 En algún momento, el oxígeno suplementario con puntas nasales no es tolerado por el paciente y produce resequedad, pérdida de calor en las vías respiratorias, sangrados, lesiones de la mucosa nasal y dolor. Las cánulas de oxígeno de alto flujo son mucho más simples que un ventilador artificial, pues su única función es hacer una mezcla de oxígeno con agua caliente para humectar, poner la mezcla de gases a temperatura corporal y disminuir la incomodidad de tener oxígeno a altas concentraciones en las vías aéreas (Figura 1). Además del beneficio de no necesitar sedación, disminuyen el estrés, mejoran la respiración y promueven respiraciones profundas, incrementando la ventilación alveolar. Adicionalmente, el paciente requiere menos cuidados por parte del personal de enfermería, incluso puede comer, beber y dormir en condiciones normales. Debido a la naturaleza de los pacientes con COVID-19, cuyo principal problema es la hipoxia, la cánula de oxígeno de alto flujo parece más conveniente que la ventilación intermitente no invasiva dado que las necesidades respiratorias pueden superar los 50 L/hora y una máscara normal solo puede aportar aproximadamente 10 L/hora de oxígeno, además de mezclar el aire con el oxígeno; con las cánulas de alto flujo se puede proporcionar hasta 50 litros de oxígeno, sin la necesidad de diluir con aire.8
Además de las ventajas anteriores es importante hacer dos observaciones:
–. El uso de cánulas de oxígeno de alto flujo puede producir aerosol, por lo cual el procedimiento debe llevarse a cabo en cuartos con presión negativa. Cuando no sea posible implementar presión negativa, puede emplearse artefactos para aislar los aerosoles del paciente, por ejemplo, coberturas de diferentes materiales, cascos, etcétera.
–. Este recurso material no se encuentra disponible en las instituciones públicas de segundo nivel que han sido designadas como centros de reconversión COVID y el que existe en los hospitales de tercer nivel probablemente será insuficiente.
El sistema de oxígeno de alto flujo reduciría la necesidad de intubación en pacientes agudos11,12 y tiene el potencial de salvar vidas debido a la facilidad de su uso en la práctica clínica, la reducción de costos, la limitación del riesgo biológico del equipo médico durante la protección de la vía aérea y la liberación de ventiladores para otros pacientes que sí los requieran. A su vez, puede disminuir los días de estancia en la unidad de cuidados intensivos, lo cual será especialmente importante cuando los ventiladores y las camas en terapia intensiva sean escasos o no estén disponibles por la cantidad de pacientes.
Sugerimos a las autoridades de gobierno la compra urgente de estos dispositivos y a los ingenieros, empresas y centros de investigación, enfocarse también en la producción de cánulas de alto flujo.