Antecedentes
El suicidio es un problema de salud pública mundial que tiene graves repercusiones para las personas que lo cometen, sus familias, sus comunidades y las sociedades en general. Por lo tanto, el suicidio requiere programas de prevención y atención integral con un enfoque multisectorial para la salud pública por parte de las naciones.1,2
Se calcula que al año más de 700 000 personas mueren por suicidio, razón por la cual la Organización Mundial de la Salud (OMS) hace esfuerzos constantes desde hace varias décadas para prevenir el suicidio.1 Algunas de las acciones que la OMS realiza para prevenir el suicidio incluyen la elaboración de informes sobre la situación mundial del suicidio, brindar asesoría y apoyo a distintos países para que elaboren sus propios programas de prevención, la inclusión del suicidio como un tema prioritario en los planes estratégicos de salud desde 2013 y en la agenda para el desarrollo sostenible de la OMS 2030.1,3 A partir de la realización de estas acciones, se ha registrado una disminución de la cantidad de suicidios en el mundo, excepto en la región de las Américas,4 donde el incremento ha sido general, pero con mayor énfasis en algunos grupos vulnerables como las personas migrantes, los pueblos indígenas, las personas lesbianas, homosexuales, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGBTI), las personas adultas mayores o adolescentes.4 En la población de 10 a 19 años, el suicidio se encuentra entre la segunda y cuarta causa de muerte dependiendo del país.1,4,5
Para las naciones latinoamericanas, las tasas de suicidio en la población adolescente superan ampliamente las de los países de otras regiones para este mismo grupo de edad.6 A pesar de que México no es el país de Latinoamérica con la tasa de suicidio más alta en adolescentes, ya que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía en 2021 reportó una tasa de 5.2 por cada 100 000 habitantes, menor en comparación con la de países como Argentina o Chile de 18 por cada 100 000 habitantes,7 se ha identificado un incremento constante del número total de suicidios en adolescentes desde la década de 1990.8
En cuanto a la proporción del número de suicidios en adolescentes en comparación con otros grupos de edad en México, la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2022 mostró que 7.6 % de la población adolescente (de 10 a 19 años) pensó alguna vez en suicidarse, 6.5 % había intentado suicidarse al menos una vez en la vida y 3.1 % lo había intentado en los últimos 12 meses. En todos los casos, estos porcentajes fueron mayores que los reportados por los adultos que respondieron la misma encuesta.9 Por lo anterior, resulta imperante trabajar en la prevención del suicidio en los adolescentes mexicanos.
Para realizar adecuadamente las acciones de prevención, es necesario conocer información sobre la epidemiología del fenómeno, sus factores de riesgo y protección. Existen diversos factores de riesgo de suicidio en niñas, niños y adolescentes, como la relación con el grupo familiar y sus distintas dinámicas, la relación con los pares, pertenecer a minorías étnicas o sexuales, consumo de sustancias, problemas de sueño, exposición al trauma o violencia, y un historial familiar de suicidio.10-16 Algunos factores de riesgo más fuertemente relacionados con las conductas suicidas son los problemas de salud mental. Estos se refieren a afecciones que impactan el pensamiento, los sentimientos, el estado de ánimo y los comportamientos de las personas, ya sea agudos o crónicos, con impacto en la capacidad de relacionarse con los demás y de funcionar cada día.17
El problema de salud mental con mayor asociación con las conductas suicidas (ideación, planes intentos y suicidio consumado) es la depresión, que se considera una de las variables más frecuentes en los casos de suicidio consumado,18-23 seguida de la ansiedad.24-26 Los comportamientos impulsivos y problemas para el control de emociones,18,19 así como el trastorno por déficit de atención,27 el estrés28-30 y los síntomas psicosomáticos31 se han asociado a los intentos de suicidio. En adolescentes en México se ha identificado que existe una relación entre la depresión, el estrés, la baja autoestima y las conductas suicidas.32,33
Aun cuando en la literatura existen trabajos en los que se tiene evidencia sólida de la relación entre la conducta suicida y comorbilidades como depresión, ansiedad o consumo de sustancias, no se ha explorado si tienen un efecto acumulativo. Por lo anterior, el objetivo del presente estudio fue identificar la asociación entre dos conductas suicidas (ideación e intento) y los síntomas de otros seis problemas de salud mental comunes, de forma individual y acumulada, en una muestra de adolescentes mexicanos.
Material y métodos
Se llevó a cabo un estudio transversal, a través de una encuesta en línea entre los meses de abril y junio de 2021.
Participantes
De manera aleatoria, de las ocho regiones geográficas, naturales, históricas, económicas y culturales de México34 se seleccionaron 20 de los 32 estados de México: Aguascalientes, Campeche, Chiapas, Chihuahua, Ciudad de México, Durango, Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Estado de México, Michoacán, Nuevo León, Puebla, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Veracruz, Yucatán y Zacatecas. Se utilizó un método de muestreo no probabilístico por conveniencia para invitar a 78 escuelas públicas de esos estados. A través de las redes sociales de las escuelas, se invitó a estudiantes de 11 a 19 años a registrarse para participar. Se registraron 8894 adolescentes, de los cuales 7329 abrieron la encuesta, 60 % era del sexo femenino y 40 % del masculino, con edades entre 11 y 19 años; el promedio de edad fue de 16.02 ± 1.03 años.
Instrumentos
Se usó una versión breve en español de la escala orientada al DSM del instrumento Youth Self Report35,36 para tamizar los síntomas de seis problemas de salud mental comunes en adolescentes: problemas afectivos-depresión, problemas conductuales, problemas somáticos, problemas oposicionistas desafiantes, problemas de inatención e hiperactividad y problemas de ansiedad. Las conductas suicidas (ideación e intento) se midieron con dos preguntas del mismo instrumento.
Es importante aclarar que al tratarse de un instrumento de tamizaje, el reporte de síntomas no constituye un diagnóstico de un trastorno de salud mental, para ello se requeriría una confirmación por otro medio; sin embargo, puede apuntar a los síntomas de comorbilidades de salud mental asociados a las conductas suicidas.
La versión que se utilizó se validó específicamente para este estudio. Cuenta con 25 reactivos con tres opciones de respuesta: 0, no es cierto, nunca; 1, en cierta manera, algunas veces; 2, muy cierto o casi siempre. Se obtuvo la confiabilidad del total de la escala y de cada uno de los factores con el coeficiente de consistencia interna alfa ordinal, alternativa para el coeficiente alfa de Cronbach, adecuada para reactivos con menos de cinco opciones de respuesta:37 total alfa ordinal = 0.89; problemas afectivos/depresión, alfa ordinal = 0.92; problemas conductuales, alfa ordinal = 0.84; problemas somáticos, alfa ordinal = 0.82; problemas oposicionistas desafiantes, alfa ordinal = 0.77; problemas de inatención e hiperactividad, alfa ordinal = 0.82; y problemas de ansiedad, alfa ordinal = 0.87. La evidencia de la validez de constructo se obtuvo a través de la estructura de la escala que corresponde con la encontrada en investigaciones previas,36 y tuvo correcto ajuste en un análisis factorial confirmatorio (χ2(260) = 2857.10, CFI = 0.97, RMSEA = 0.03, IC 95 % = 0.03-0.04).
Consideraciones éticas
El estudio fue aprobado por los Comités de Investigación y Ética en Investigación del Instituto Nacional de Pediatría, con número de registro 60/2019. Además, se obtuvieron las aprobaciones de la Secretaría de Salud y de la Secretaría de Educación Pública (oficio SS 000091), de las autoridades educativas federales, estatales y de los directores de los planteles. Debido a que el estudio se realizó durante el confinamiento por la pandemia de COVID-19, los comités aprobaron que el consentimiento de los padres se obtuviera vía telefónica por agentes de un centro de atención telefónica con entrenamiento para explicar la información sobre el estudio y resolver las dudas, así como la posibilidad para contactar directamente al investigador en caso de ser necesario. Todo el proceso fue grabado y se guardó un archivo de audio con la evidencia para cada uno de los participantes. El asentimiento informado de cada uno de los adolescentes se obtuvo en línea en un formulario electrónico.38,39
Procedimiento
Cada participante recibió por correo un vínculo personalizado por correo o por WhatsApp para responder la encuesta. El sistema electrónico utilizado no permitía almacenar la información en el historial de los dispositivos, ni que se regresara cuando se hubieran enviado las respuestas, con la finalidad de mantener una línea segura que no permitiera la filtración de datos sensibles que pudiera constituir un riesgo para las y los participantes.40 De manera adicional, se garantizó que los servidores utilizados tuvieran los certificados de seguridad necesarios para cuidar la seguridad de la información. Cada participante recibió una recarga telefónica de cien pesos que pudiera facilitarle contestar la encuesta utilizando sus datos móviles en caso de no contar con acceso a internet.
Considerando que por el tipo de instrumento no se contaba con diagnósticos precisos, las y los 500 adolescentes identificados en riesgo por conducta suicida fueron contactados mediante mensajes de texto o llamadas telefónicas, y referidos a un servicio de atención psicológica en línea para que los evaluaran detalladamente y decidieran con ellos si necesitaban atención, mediante un proceso que la o el mismo adolescente pudiera gestionar. El servicio de chat, que pertenecía una organización no gubernamental sin fines de lucro, dio retroalimentación e indicó que 87 % (n = 435) requirió atención psicológica.
Análisis estadístico
Primero se calificaron y codificaron las puntuaciones de los problemas de salud mental y conductas suicidas. En el caso de los problemas de salud mental se calificaron las diferentes subescalas. Los casos con puntuaciones mayores al percentil 97 se codificaron como positivos (es decir, presencia del problema) y el resto, como negativos de acuerdo con las normas de calificación de la escala. En cuanto a las conductas suicidas, se codificaron como positivos solo los casos que reportaron tanto ideación suicida como intentos de suicidio previos; no se consideraron los casos que reportaron solo uno de los dos.
Una vez con los datos codificados, se hizo un análisis descriptivo de las variables a través de frecuencias y porcentajes. Posteriormente, para identificar la asociación entre las conductas suicidas y los síntomas de problemas de salud mental se llevó a cabo un análisis de regresión logística binaria en el que se generaron dos modelos, uno para las comorbilidades por separado y otro de forma acumulativa.
Resultados
Se analizaron las respuestas de 6766 adolescentes que completaron la encuesta, 38.98 % (n = 2638) era del sexo masculino y 61.02 % (n= 4128), del masculino; la edad promedio fue de 16.38 ± 1.33 años.
Entre 3.11 y 6.03 % del total de los participantes (n = 211 y n = 408, respectivamente) reportaron síntomas de los ocho problemas de salud mental (Tabla 1). Las conductas de ideación y el intento suicida simultáneos fueron reportadas por 7.38 % del total de los participantes (n = 500).
Sintomatología | Frecuencia relativa (%) |
---|---|
Conductas suicidas | 7.38 |
Problemas conductuales | 4.87 |
Problemas somáticos | 3.11 |
Problemas oposicionistas desafiantes | 6.03 |
Problemas de inatención e hiperactividad | 3.51 |
Problemas de ansiedad | 6.17 |
Un problema de salud mental reportado | 11.07 |
Dos problemas de salud mental reportados | 4.01 |
Tres problemas de salud mental reportados | 1.37 |
Cuatro problemas de salud mental reportados | 0.79 |
Cinco problemas de salud mental reportados | 0.75 |
Seis problemas de salud mental reportados | 0 |
Se encontró asociación entre los síntomas de problemas de salud mental y las conductas suicidas. El modelo fue significativo en su contraste ómnibus (χ2(6) = 743.45, p < 0.001), explicó 25 % de la varianza de la conducta suicida (R2 de Nagelkerke = 0.25) y clasificó correctamente a 93.25 % de los casos. Los factores predictivos significativos de la conducta suicida fueron problemas afectivos/depresión, problemas conductuales, problemas somáticos, problemas oposicionistas desafiantes y problemas de ansiedad (Tabla 2).
Predictor | B | Wald | p | RM | IC 95 % (RM) | |
---|---|---|---|---|---|---|
Inferior | Superior | |||||
Problemas afectivos - depresión | 2.00 | 190.54 | < 0.01 | 7.43 | 5.58 | 9.87 |
Problemas conductuales | 1.34 | 51.06 | < 0.01 | 3.83 | 2.65 | 5.54 |
Problemas somáticos | 1.18 | 38.78 | < 0.01 | 3.27 | 2.25 | 4.78 |
Problemas oposicionistas desafiantes | 0.87 | 31.98 | < 0.01 | 2.40 | 1.77 | 3.26 |
Problemas de ansiedad | 1.43 | 103.63 | < 0.01 | 4.20 | 3.19 | 5.54 |
Constante | −3.84 | 2450.79 | < 0.01 |
IC: intervalo de confianza; RM: razón de momios. Fuente: elaboración propia.
El análisis acumulativo también generó un modelo significativo en su contraste ómnibus (χ2(5) = 722.74, p < 0.001), que explicó 24 % de la varianza de la conducta suicida (R2 de Nagelkerke = 0.24), con una adecuada bondad de ajuste (Hosmer y Lemeshow χ2(1) = 21.59, p < 0.001) y clasificó correctamente a 93.22% de los casos. Los condición predictiva se observó con una a cinco comorbilidades (Tabla 3).
Número de factores | B | Wald | p | Exp (B) (RM) | IC 95 % para Exp (B) (RM) | |
---|---|---|---|---|---|---|
Inferior | Superior | |||||
Uno | 1.93 | 255.29 | < 0.01 | 6.89 | 5.44 | 8.73 |
Dos | 2.67 | 317.28 | < 0.01 | 14.55 | 10.83 | 19.53 |
Tres | 3.82 | 288.72 | < 0.01 | 45.80 | 29.46 | 71.19 |
Cuatro | 4.00 | 156.07 | < 0.01 | 54.85 | 29.26 | 102.81 |
Cinco | 4.22 | 48.55 | < 0.01 | 68.09 | 20.77 | 223.18 |
Constante | −3.41 | 2014.74 | < 0.01 | 0.03 |
IC: intervalo de confianza; RM: razón de momios. Fuente: elaboración propia.
Discusión
El propósito del presente estudio se cumplió al encontrar dos modelos significativos de la asociación entre las conductas suicidas y los problemas de salud mental comunes en adolescentes, tanto de manera individual como acumulada. Este artículo muestra la relevancia de identificar oportunamente los problemas de salud mental en adolescentes, ya que constituyen uno de los principales factores de riesgo de conductas suicidas.18
En cuanto a la frecuencia de las conductas suicidas, es importante resaltar que en el presente estudio fue más alta que la reportada por otras encuestas en México,7 en especial si se considera que el indicador de conducta suicida para este estudio lo integraron los casos que reportaron ideación e intentos al mismo tiempo. Una posible explicación para este resultado es que el estudio se llevó a cabo en el tiempo del confinamiento preventivo por causa de la pandemia de COVID-19, condición muy estresante que generó la experiencia de un mayor número de síntomas de salud mental, incluida las conductas suicidas, alrededor del mundo.41 Los síntomas de los otros problemas de salud mental se reportaron en porcentajes similares a los reportados por análisis previos.42
Los problemas de salud mental asociados en ambos modelos coinciden con los de la literatura previa.20-22,43 Un hallazgo distinto a los reportados previamente en la literatura fueron los síntomas de ansiedad y síntomas psicosomáticos como predictores de las conductas suicidas, incluidos los intentos de suicidio, porque en otros análisis solo se habían relacionado con ideación suicida.26,29,31,44 Una probable explicación para este cambio está relacionada con el contexto de aplicación de la encuesta durante la pandemia de COVID-19. Debido al cierre de actividades públicas y el confinamiento, las oportunidades de cambiar de ambientes para reducir las tensiones con distracciones positivas fueron limitadas, lo que pudo llevar a que la ideación persistente avanzara a intentos de suicidio.45
Llama la atención que los problemas de inatención e hiperactividad no estuvieron relacionados con la conducta suicida en este estudio. Una posible explicación es que el aspecto de este problema de salud mental que se relaciona con el suicidio es la impulsividad, pero este elemento se encuentra por separado y fue un predictor significativo en el caso del instrumento de medición que se utilizó.
Entre las limitaciones del estudio puede mencionarse que aún se requiere una muestra representativa a nivel nacional, contar con instrumentos para tamizar las conductas suicidas con mayor detalle, alcanzar a poblaciones sin acceso a internet y explorar los factores protectores. Como fortalezas del estudio cabe destacar la amplia participación de adolescentes de todas las regiones geográficas del país a pesar de la presencia de COVID-19, así como la utilización de un instrumento internacional validado en adolescentes mexicanos.
Conclusiones
Con base en los resultados, podemos decir que los problemas afectivos-depresión, problemas conductuales, problemas somáticos, problemas oposicionistas desafiantes y problemas de ansiedad incrementaron la probabilidad de tener conductas suicidas en esta muestra de adolescentes mexicanos escolarizados con acceso a internet, con un mayor efecto si había más número de comorbilidades.