He leído con interés los comentarios de Ramírez García respecto al artículo "Tiempo de ciclado y carga viral en pacientes infectados por SARS-CoV-2 en Sonora, México". Comparto su opinión acerca de la conveniencia de integrar un algoritmo de diagnóstico clínico-genético a las actuales herramientas de análisis clínico y de laboratorio. La sugerencia de considerar las variantes del genoma viral del SARS-CoV-2 en futuros estudios es particularmente interesante, en cuyo caso la metagenómica proveería de información más detallada sobre la relación entre tales variantes del genoma viral y el valor del tiempo de ciclado (Ct, cycle threshold), lo que fortalecería la detección temprana y la implementación de medidas preventivas.1
Es relevante la observación respecto a la prolongada presencia del virus en los tejidos y su posible relación con COVID-19 prolongado. Comprobar la reactivación viral meses después del control de la infección puede ofrecer una nueva perspectiva sobre cómo la determinación del Ct y de la carga viral apoyaría el seguimiento y la atención de casos de COVID-19 prolongado. Si bien es interesante su sugerencia de incluir las muestras de heces como un marcador potencial de COVID-19 prolongado, aún no existe evidencia suficiente para su empleo poblacional.
Es necesario que se integren pruebas moleculares como el valor del Ct mediante PCR cuantitativa en tiempo real en las estrategias de seguimiento y manejo de COVID-19 y su variante prolongada, ya que ayudaría a comprender mejor la dinámica de la enfermedad y tomar decisiones informadas en la salud pública.2 Incluir sistemáticamente al valor del Ct en los resultados positivos a SARS-CoV-2, ampliar la disponibilidad de pruebas para el diagnóstico y seguimiento, y evaluar la presencia de SARS-CoV-2 en diferentes tejidos, puede incidir positivamente en la vigilancia epidemiológica y la toma de decisiones en políticas de salud pública.