Imágenes en las bienales de arquitectura de Costa Rica
El presente artículo pretende examinar las distintas funciones que cumplen las imágenes dentro de las Bienales de Arquitectura (BA) en Costa Rica, las cuales constituyen uno de los elementos menos explorados y estudiados de dichos encuentros. Este trabajo se enfoca específicamente en estudiar y exhibir el papel que dichas imágenes desempeñan como medios de registro, difusión y consolidación tanto de intereses como de discursos y tendencias en diversos ámbitos de la disciplina en el país.1
Así, el interés que suscita el papel de las imágenes y su relación con las BA obedece a que se ha logrado precisar que, como parte de un proceso de observación preliminar, las imágenes que se muestran dentro del marco de esta clase de encuentros parecen “sugerir ciertos aspectos vinculados con la producción arquitectónica nacional y, de alguna manera, contribuyen con la diseminación de determinadas tendencias asociadas con el modo de presentar los proyectos arquitectónicos y sus respectivos entornos”.2 Por ende, se parte de la siguiente pregunta: ¿qué papel cumplen las imágenes de los proyectos arquitectónicos en la divulgación y consolidación de ciertos discursos y tendencias en la disciplina de la arquitectura en Costa Rica?
Antes de responder dicha interrogante, cabe precisar que en 1992, por primera vez se organizó una bienal de arquitectura en Costa Rica; desde entonces, las bienales se han consolidado como las actividades periódicas más relevan- tes en las que se exhiben, por medio de imágenes, trabajos de arquitectura del país.3 En 2004, en conjunto con la Bienal Internacional de Arquitectura de Costa Rica (BIACR), o bienal profesional, se realizó la primera Bienal Internacional Estudiantil de Arquitectura de Costa Rica (BE).4 De modo que, las bienales dedicadas al trabajo de estudiantes, y específicamente las imágenes que se utilizan en la exhibición, son el principal motivo del presente artículo.5
Durante las bienales, la exhibición de obras construidas y no construidas, tanto en la sección dedicada a profesionales como a estudiantes, se lleva a cabo por medio de láminas, las cuales se componen principalmente de fotografías, dibujos y rénders -llamadas aquí “imágenes”.6 Una vez concluida la bienal, estas imágenes se difunden de manera amplia por medio de revistas oficiales de instituciones afines a las bienales, la prensa nacional y documentos dedica- dos a registrar las exhibiciones (Fig. 1). Por tanto, de acuerdo con lo estipulado en estudios desarrollados con anterioridad, se plantea que, en el escenario propiciado por las bienales en Costa Rica, en particular las BE, se exhibe el valor y la pertinencia tanto de las imágenes como de su estudio; como medios de registro, divulgación, consolidación y legitimación de las tendencias estéticas, discursivas y de los intereses institucionales. Con base en algunas de las conclusiones establecidas en investigaciones previas -como se pretende exponer y demostrar en este artículo-, el estudio riguroso de las imágenes empleadas en las BE permite identificar ciertas tendencias, tanto discursivas como estéticas, presentes en el espacio académico de Costa Rica, así como su relación con el ámbito profesional de la disciplina en cuestión.
En esta investigación se analiza cómo estas imágenes exponen una manera de entender, utilizar y representar ciertas características del entorno físico ambiental costarricense, en la que éste suele aparecer como un entorno cargado de biodiversidad natural, indomable, exuberante y, finalmente, problemático; en otras palabras, como un elemento por dominar por medio de la arquitectura, sobre todo mediante estrategias derivadas del corpus al cual se le conocerá como arquitectura tropical.7 Se ha examinado un conjunto de imágenes extraídas de la BE de 2018, con el objetivo de exponer ciertas relaciones entre la representación del entorno físico-natural y los proyectos presentados por estudiantes de las diferentes escuelas de arquitectura ubicadas en el territorio costarricense. Este trabajo se sustenta en un recuento minucioso de diversos documentos emitidos por parte de instituciones vinculadas con la regulación y fiscalización de la arquitectura en Costa Rica; la Revista del Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos (RC) -difundida por el Colegio Federado de Ingenieros y de Arquitectos (CFIA)-, la revista Habitar (RH) y la Memoria de la Bienal (MB) -estas últimas publicadas por el Colegio de Arquitectos de Costa Rica (CACR). Además, se consultaron algunos artículos publicados en periódicos costarricenses como La Nación y La República.
A partir de un repaso preliminar de la historia de las bienales de arquitectura en Costa Rica se podrán determinar ciertas funciones cumplidas por las imágenes en dichas exhibiciones, así como observar la relevancia que adquieren los sucesos previos a la puesta en marcha de las BE y, a su vez, precisar aspectos generales de las convocatorias y su impacto en el desarrollo de la arquitectura en Costa Rica -como un medio para introducir y exaltar ciertas temáticas por sobre otras, como lo es el caso de la arquitectura tropical y la representación de las zonas tropicales. En seguida, se señalan algunos de los detalles presentes en las imágenes relacionados con proyectos galardonados en las BE, tanto en términos de diseño arquitectónico como del vínculo que se sugiere con el entorno. Por último, se analizará de manera cuidadosa un conjunto delimitado de imágenes extraídas de la BE realizada en 2018 (VIII BE), específicamente de la categoría de “Diseño Arquitectónico”, para exhibir la proliferación y legitimación de una estética que ha resultado de la asimilación de la arquitectura tropical en Costa Rica y de una comprensión particular del trópico, como factores clave de la identidad arquitectónica costarricense.8
De acuerdo con Nancy Leys Stepan las imágenes son fundamentales en la creación de una comprensión popular de los trópicos; por ende, ocupan un lugar central en la producción discursiva alrededor de éstos.9 Así, cabe plantearse: ¿cómo aparecen representadas tales dimensiones históricas y teóricas de conceptos como trópicos y arquitectura tropical en las imágenes de los proyectos participantes en las BE?
Las imágenes en la historia de las bienales de arquitectura en Costa Rica
En 1992, se realizó en Costa Rica, con el nombre de Bienal de Arquitectura y Urbanismo,10 la primera BIACR organizada por el CACR.11 Aspectos como la regularidad con la cual se han desarrollado estas bienales, en conjunto con las constantes referencias a estas actividades como sucesos exitosos12 dieron lugar a que en 2018 se establecieran como plataformas idóneas de exhibición y registro, así como de consolidación y legitimación de ciertos discursos y prácticas arquitectónicas.13 Asimismo, las bienales se han considerado como medios para mostrar los mejores proyectos desarrollados en Costa Rica; establecer los componentes de una buena arquitectura; perfilar una identidad arquitectónica nacional; dar a conocer las diversas tendencias que predominan en el territorio nacional; favorecer el desarrollo del país, e incluso, exaltar la recurrente incidencia de aspectos de índole internacional en los encuentros, así como las declaratorias de interés cultural que se le han otorgado.14 Estas nociones, aun- que imprecisas, aparecen de manera sistemática en publicaciones como la RH, la RC y en notas periodísticas, con lo que son ampliamente difundidas y, de alguna manera, oficializadas.
De acuerdo con esto, se logró determinar que, con el inicio de las bienales de arquitectura en el país, la posición del CACR como entidad que regula el ejercicio de la profesión adquiere un lugar central, ya no sólo como una institución que fiscaliza el ejercicio profesional, sino también como una que registra, exhibe, premia y difunde ciertas propuestas arquitectónicas por sobre otras. A su vez, se concluyó que las imágenes que se exhiben han desempeñado una serie de labores fundamentales para el desarrollo de las bienales y de la disciplina de alcance nacional; tales como la exhibición, registro y difusión de proyectos arquitectónicos y los intereses asociados a ellos. Al respecto, existen tres tipos de elementos, claramente identificables, que permiten evidenciar la importancia de las imágenes para las bienales de arquitectura en Costa Rica: las revistas oficiales de las entidades vinculadas con el desarrollo de los eventos -la RC y la RH-; las láminas desplegadas durante las actividades y, por último, las MB.
En 1992, se publicó en la RC uno de los primeros artículos alusivos, con el título “Bienal de Arquitectura y Urbanismo”. En él se expuso una serie de comentarios sobre la obra acreedora del Premio Nacional de Arquitectura y Urbanismo, en conjunto con diversas imágenes del proyecto -entre las cuales se observan vistas externas (fotografías), plantas y fachadas (dibujos).15 La publicación de dicho artículo es fundamental debido a que establece una relación directa entre el papel que comienzan a cumplir las imágenes en las BIACR y los objetivos definidos para estos encuentros. En particular, se advierte que las imágenes que se exhiben en el marco de dichas actividades empiezan a utilizarse por las entidades afines a su organización, como medios para dar a “conocer el nivel general de la arquitectura de nuestro país”,16 difundir aspectos sobre las obras participantes -en particular las premiadas, como muestras del “correcto ejercicio del profesional en arquitectura”17- y registrar la producción arquitectónica nacional.18
Además, cabe precisar que esta clase de encuentros se implantó para satisfacer la demanda de un espacio donde exponer la producción arquitectónica nacional. Respecto a cómo se han exhibido los proyectos durante las actividades -al menos hasta 2018-, en 1994 se estipuló, por primera vez y de manera explícita en una RH o RC, que todas las obras inscritas “deberán presentarse en tres láminas como mínimo y seis como máximo”.19 Esto sugiere que desde las primeras ediciones de las bienales, han operado como una exposición de láminas o composiciones impresas, en las que dibujos arquitectónicos (cortes, plantas, fachadas, entre otros) se mezclan con fotografías, rénders u otro tipo de representaciones digitales, según sea el caso de las propuestas (Fig. 2). Así, las imágenes se consolidan como el medio idóneo para exhibir las propuestas arquitectónicas en el marco de tales encuentros.
En 2006, ya con las BE y las BIACR desarrollándose de manera paralela, se optó por incluir a las MB dentro de las actividades, con el fin de “que las futuras generaciones puedan contar con una recopilación de los proyectos, así como un recuento de los ganadores anteriores”.20 Esto permite determinar que, sin duda, en el caso de las bienales de arquitectura en el país, “las imágenes continúan sien- do el medio fundamental a través del cual son trasmitidos esta clase de eventos”.21 Por tanto, las imágenes aparecen no sólo como elementos constantes en las BA, sino que también se consolidan como medios fundamentales para cumplir con los objetivos institucionales definidos para las convocatorias y como vías esenciales de comunicación, consolidación y registro de ciertos discursos profesionales en el país. En ese sentido, podría afirmarse que las imágenes se establecen como objetos culturales o como evidencia histórica,22 pues documentan los intereses de un determinado momento histórico y “reflejan aspectos de la cultura de su tiempo y lugar”.23
Relacionado con la anterior, mediante el estudio de las imágenes en esta investigación se identificaron aspectos estéticos de la producción arquitectónica nacional, y se determinaron tendencias vinculadas con búsquedas históricas de la profesión en Costa Rica, como lo son: la integración con el entorno, la adaptación al clima tropical y la formación de una identidad arquitectónica propia, acorde a una idea de cultura costarricense moderna, marcada por cambios sociales y políticos.24
No obstante, si bien las imágenes son determinantes en el marco de las BA, destaca la ausencia de una aproximación teórica, histórica o crítica de éstas; sobre todo en términos de los usos, las posibilidades y el impacto de esta clase de elementos para el desarrollo de las bienales y de la arquitectura en Costa Rica. Debido a tal condición, se determina que el análisis riguroso y constante de estas imágenes se convierte en una labor pertinente con tal de determinar, evidenciar y, por último, abordar críticamente las diversas tendencias e intereses que proliferan en la producción arquitectónica nacional, en este caso, y como se pretende mostrar, que están relacionados con una manera particular de tratar el tema del diseño arquitectónico en las regiones tropicales y la representación del entorno tropical.
Lo tropical como tema y discurso
En Costa Rica, lo tropical como una condición que incide sobre la realidad nacional se encuentra presente desde la consolidación del Estado-Nación.25 Mientras que, en la arquitectura, lo tropical como discurso de esta disciplina se introduce de manera definitiva a principios de la década de los años setenta y toma fuerza a partir de la década de los años noventa, en medio de deba- tes acerca de la identidad arquitectónica nacional.26
A partir de la IV BIACR (1998), las bienales comenzaron a desarrollarse alrededor de temáticas específicas; en la de 1998, en particular, se definió como “Arquitectura del trópico”,27 con lo cual la preocupación y la difusión de lo tropical como valor arquitectónico se convirtieron en componentes explícitos dentro de las bienales, tanto en el discurso como en los proyectos participan- tes. Desde entonces, temas como la producción arquitectónica en las regiones tropicales han ocupado un lugar primordial en los discursos oficiales de los encuentros y en los proyectos participantes. Esto propició que las imágenes contribuyeran con el registro, la exhibición, la difusión y la consolidación de maneras determinadas de asimilar y presentar la producción arquitectónica concebida para adaptarse al trópico -arquitectura tropical- y el entorno tropical propiamente; lo que dio como resultado el surgimiento de una estética definida (Fig. 3).28
Sin embargo, previo a señalar cómo tales temas aparecen representados en las imágenes de las convocatorias, cabe precisar algunos de los aspectos, tanto históricos como teóricos, e incluso estéticos, que acarrean los términos “trópico” y “arquitectura tropical”.
Respecto a los trópicos, según la autora Vandana Baweja, el término “no sólo corresponde a una zona climática o física, sino que también es una construcción discursiva producida por conocimientos de diversas disciplinas, incluyendo geografía, antropología, zoología, botánica, medicina e higiene”.29 Sin embargo, como lo señala Leys Stepan, es pertinente aclarar que “lo tropical, más que un término empírico o geográfico, representa fundamentalmente una visión europea, extranjera e imaginativa de extensas partes del mundo social y natural”.30 Tal conjunto de ideas diversas, de acuerdo con David Arnold, se desarrolló como resultado del proceso de exploración, conquista y colonización desde finales del siglo XV. Además, se agruparon en dos clasificaciones generales: los trópicos como regiones paradisiacas -lugares de abundancia natural, con vegetación exuberante y clima cálido; como Jardines del Edén- y como paisajes con gran riqueza natural y fértiles, pero, paradójicamente, llenos de enfermedades31 y pobres, tanto en términos culturales como de civilización.32 En lo concerniente a la dualidad arriba mencionada, la visión que presen- taba a los trópicos como zonas pestilentes, más que paradisiacas, predominó y propició la producción de imágenes de primitivismo, violencia y destrucción. En éstas se representaban motivos como: la fatalidad de las enfermedades tropicales, la capacidad de destrucción de las tormentas tropicales, el calor excesivo y el fracaso de los esquemas de asentamiento europeo.33 Así, el entorno tropical se mostró como uno donde la naturaleza no sólo dominaba todas las esferas de la vida, sino que, además, no podía ser controlado.34 En este escenario, factores naturales como la abundancia de biodiversidad y el clima se insinuaron como elementos determinantes en el desarrollo de las sociedades o, por el contrario, razón de la ausencia de civilización en ellas. Como Alfred R. Wallace lo sugería: “ninguna nación civilizada ha surgido en el trópico, […] desde ese punto de vista, una de las causas de nuestra alta civilización ha sido ese rigor de la naturaleza en nuestros climas del norte”.35
Pese a la vasta biodiversidad y riqueza natural de los trópicos, éstos comenzaron a sintetizarse y mostrarse como una región homogénea; la jungla tropical correspondía al estereotipo utilizado para mostrar la totalidad de la naturaleza tropical.36 Incluso, descripciones recientes de las regiones tropicales las presentan como zonas caracterizadas por “el sol con su resplandor y claridad, el cielo diáfano y cambiante, la luz prístina o también lúgubre y dramática antes de la tormenta, los cerros verde-azulados”, entre otros.37 Relacionado con esto, para Natalia Sola- no-Meza el término trópico, como clasificación geográfica, propició que “un grupo infinitamente diverso de territorios -en un sentido histórico, cultural, social, político y económico- entraron en la clasificación de país tropical, un concepto que operó -y opera- de manera casi inevitable como una generalización”.38 Asimismo, según Jiat-Hwee Chang, en el siglo XIX la arquitectura tropical
se desarrolló como un discurso global definido por múltiples disciplinas.39 De acuerdo con Baweja, para las décadas de los años cincuenta y sesenta, “la arquitectura tropical se basó en la noción de que la arquitectura moderna en los trópicos del Tercer Mundo debía basarse en respuestas de diseño climático”.40 Así, esta arquitectura se consolidó como una respuesta de diseño enfoca- da exclusivamente en las condiciones climáticas de las regiones tropicales.
La sombra, la iluminación natural y la ventilación se establecieron como elementos naturales ostensibles que sentaron las bases de la arquitectura tropical.41
Ante la instauración de tales principios, arquitectos como Bruno Stagno Levy42-quien divulga una comprensión particular de la arquitectura tropical- sugieren la existencia de elementos de diseño que distinguen a la arquitectura que se produce en las regiones tropicales, o como Stagno las denomina, “sílabas de una gramática tropical”.43 Así, Stagno señala que, “los espacios abiertos, pero contenidos”, “los techos inclinados de gran pendiente que evacuan el agua con rapidez”, “los grandes aleros que protegen de la luz directa y de la lluvia”, “la fachada perforada que permite filtrar la luz y posibilitar la ventilación cruzada” y “la incorporación de la vegetación como elemento y filtro arquitectónico”, son cinco de los diez elementos recurrentes en la arquitectura tropical.44 Principios que, a su vez, parecen esbozar una estética determinada para los proyectos arquitectónicos desarrollados en las regiones tropicales. La implantación y uso constante de tales componentes apuntan hacia un interés marca- do por dominar, mediante la arquitectura, el clima en las regiones tropicales, “un contexto en el que la naturaleza era considerada indomable”;45 esto con tal de propiciar el desarrollo de los trópicos por medio de la arquitectura tropical. Con la instauración de “Arquitectura del trópico” como temática de la BIACR de 1998, se hizo referencia al trópico como una región problemática, en términos económicos, sociales, culturales y naturales.46 Desde esa premisa se señaló no sólo que los proyectos exhibidos en dicha edición correspondían a las mejores obras del país; sino que, además, presentaban “ideas para resolver los problemas de construcción en un medio ambiente tropical”.47 Por tanto, la convocatoria procuró reunir “a profesionales y estudiantes en torno a un objetivo común: promover la arquitectura del trópico partiendo de las condiciones climáticas del país”.48 En consecuencia, se mostró de manera explícita el modo particular en el que se comprendía la región tropical y el papel que debía de cumplir la arquitectura en ella.
Por otra parte, cabe precisar que, en estos encuentros, la arquitectura tropical comúnmente se vincula con temas relativos a la “arquitectura sostenible”49 y al sector de la construcción. Actividades paralelas a las bienales de arquitectura-la feria Construyendo en el Trópico (1998), la Feria Anual de Construcción (2000) y la Feria de Construcción Sostenible o Feria Verde (2012)- hacen notable un esfuerzo institucional por relacionar entre sí la producción arquitectónica nacional, el desarrollo del país, lo tropical, la industria de la construcción y lo sostenible. Sin embargo, estas nociones aparecen exentas de debates críticos que cuestionen las dificultades relacionadas con la implantación de ciertas prácticas de alcance nacional, los vacíos de ciertos discursos en torno a la arquitectura tropical, así como la definición de sostenibilidad, sus dificultades teóricas y prácticas.50 De acuerdo con lo señalado hasta ahora, se determina que algunas de las características teóricas e históricas de términos como “arquitectura tropical” y “arquitectura sostenible” aparecen hilvanadas con frecuencia desde 1998 en el discurso de las bienales de arquitectura en Costa Rica y los proyectos participantes en ellas, e incluso se mantienen vigentes en 2018.
Consolidación y validación de una estética tropical en las BE (2004-2016)
La i BE se organizó en 2004, y con ello se abrió la posibilidad de exponer propuestas formuladas desde las escuelas de arquitectura que funcionan en Costa Rica.51 Se afirmó que se buscaba “revelar los proyectos generados al seno de nuestras escuelas”;52 sin embargo, pronto dichos encuentros se consolidaron como un medio para evaluar tanto a las diversas escuelas de arquitectura como a los proyectos que se planteaban y participaban en las BE. Como ejemplo de lo anterior pueden citarse varias intervenciones en las que, con base en los proyectos mostrados ahí, se declaró lo siguiente: “Quedé sorprendido, no sólo por la calidad sino por la cantidad de proyectos. Eso quiere decir que tienen buenas escuelas de arquitectura y buenos docentes, quienes logran formar a la futura generación”.53 Incluso, a partir de lo exhibido en los eventos, se afirmó que “Costa Rica ya empezaba a tener su propio lenguaje arquitectónico”.54 Paralelo a la puesta en marcha y desarrollo de las BE, en conjunto con las BIACR, surge la posibilidad de observar en un mismo espacio los temas que proliferan en el sector estudiantil y en el profesional. Esto determina que los proyectos exhibidos en las BE -o, al menos los que son galardonados- “parecen replicar algunos de los intereses que históricamente se han exhibido a través de las diversas BIACR”;55 en específico, los que se encuentran vinculados con la arquitectura tropical -tanto a nivel de discurso como estético (Figs. 4 y 5).
Un breve recuento de las propuestas galardonadas en las diversas BE desde 2004 hasta 2016, en particular de sus respectivos discursos y de las imágenes correspondientes, permite evidenciar la interdependencia entre la arquitectura, lo tropical y la producción arquitectónica nacional. En las imágenes, el problema de la identidad y de la representación del trópico y la arquitectura tropical, no sólo convergen, sino que también parecen resolverse en parte por medio de la constante incorporación y exaltación de ciertos elementos. En específico, lo tropical se presenta como un instrumento que ofrece un determinado contexto a las propuestas arquitectónicas mediante la integración de vegetación exuberante, en apariencia caótica y por lo común de color verde, cielos prístinos de tonos azules o blancos, entre otros, y, en lo arquitectónico, por medio del uso de elementos de diseño propios, según Stagno, de las arquitecturas tropicales.
En las propuestas galardonadas en las BE,56 sobre todo en los proyectos Restaurante-mirador Geo H20 (2006), de Silvia Hernández Arguedas (UCR) (Fig. 6); Módulos Habitacionales (2008), de Alejandro Vallejo (veritas); Remodelación Urbana Bajo de los Ledezma (2010), de Stephanie Benambur, Alberto Parra y Diana Salas (latina); EBAIS: Equipo Básico de Atención Integral de Salud (2012), de Roger F. Espinoza (UACA); Territorio Emergente-Regenera- do de Tejidos (2014), de Daniela Céspedes y Alicia Palaco (veritas), y Proto- tipo de Viviendas (2016), de Mario Espinoza (Universidad Nacional Autónoma de México),57 destaca la aplicación constante de ciertos principios asociados con algunos de los aspectos históricos y teóricos de la arquitectura tropical y del trópico como región.
Así, en términos del discurso utilizado en tales proyectos, destacan intereses comunes como: “afectar al mínimo el paisaje”, la búsqueda del desarrollo -urbano, cultural, social, económico- de ciertas regiones mediante la construcción de propuestas arquitectónicas, la adaptación a las condiciones topográficas también llamadas como emplazamiento, la incorporación de la “climatología” del lugar, así como de la vegetación circundante y lo sostenible.58 En cuanto a la estética tropical que se ha procurado delimitar y exhibir mediante el presente artículo, destacan observaciones desde dos puntos de vista. El primero se relaciona estrictamente con lo arquitectónico, es de notar que en dichas obras aparecen de manera recurrente las siguientes “sílabas de la gramática tropical”: espacios con aperturas al exterior, aleros extensos, techos con pendientes pronunciadas, fachadas con perforaciones -principalmente de tipo rejilla- y la incorporación de vegetación de diversas maneras. El segundo se vincula con el entorno inmediato a las obras; en términos generales, resalta la ausencia en las imágenes de referencias precisas a los lugares donde se sitúan los proyectos. En su lugar, la representación de tal contexto parece resolverse de tres maneras distintas: se utilizan cielos prístinos y vegetación -en su mayoría verde y exuberante- alrededor de los proyectos, se muestran los espacios sin ninguna clase de referencia a dicho entorno o, por último, sólo en un caso se incluyen fotografías de otras edificaciones aledañas a la obra.
Del análisis de estas propuestas se desprende que las líneas premiadas históricamente en la BE replican algunas de las tendencias que han sido desplegadas y galardonadas en las BIACR. Características como “contextualizaciones” en entornos con vegetación exuberante, uso de elementos propios de arquitecturas coloniales-tropicales, preocupación por lo constructivo -en particular por la adaptación a la topografía y el clima- y la presencia de gestos que apuntan hacia la consolidación de un acercamiento entre arquitectura y prácticas sostenibles son aspectos en los cuales convergen las propuestas ganadoras en las diversas ediciones de la convocatoria estudiantil. Finalmente, tal condición parece sugerir que las bienales de arquitectura operan como medios para difundir y, de forma paralela, legitimar una serie de discursos y valores estéticos determinados en razón de perfilar una identidad arquitectónica nacional, en este caso, muy vinculada con la arquitectura tropical y los trópicos.
En 2018 se llevó a cabo la edición más relevante de las bienales de arquitectura realizadas en el país, con ella se logró alcanzar la “madurez” del encuentro;59 del que formaron parte la viii BE y la xvi BIACR. De ambos sucesos destaca lo expuesto en la sección de “Diseño Arquitectónico” de la muestra estudiantil, pues tal categoría cuantifica la mayor cantidad de proyectos en dicha edición, despliega proyectos de la mayoría de las escuelas de arquitectura en el país -por lo que proporciona un panorama diverso de la producción arquitectónica estudiantil- y, además, es la única categoría dentro de dicha BE que procura valorar aspectos estrictamente relacionados con el diseño arquitectónico.
En la viii BE (2018) se seleccionó como ganador el proyecto Estación Biológica, del estudiante Gustavo Cordero López (uh) (fig. 7). En tal caso, tanto el discurso asociado con la obra60 como las imágenes que se publican en la MB y en la RH, permiten establecer vínculos entre esta propuesta y los proyectos previamente galardonados; esto es, en cuanto a los intereses, el diseño arquitectónico y la representación del entorno tropical. Lo anterior sugiere que tales valores estéticos y demás características se mantienen vigentes en la producción arquitectónica estudiantil y continúan siendo premiados en las bienales de arquitectura.
Por otra parte, en la categoría de “Diseño Arquitectónico” de la viii BE, participan sesenta y tres proyectos nacionales. Cabe precisar que en la única imagen de cada propuesta que se incluye en la MB, el documento con el cual se registra y difunde lo exhibido durante cada muestra -imágenes que constituyen el objeto de estudio del presente trabajo-, se advierten ciertas similitudes entre la mayoría de las obras, vinculadas con los aspectos antes señalados. En cuanto al diseño arquitectónico y a los elementos que Stagno define como “sílabas de una gramática tropical”, se determina que, en 54 imágenes se muestran “espacios abiertos, pero contenidos”, en 48 se incluyen “techos inclinados de gran pendiente” (fig. 8), en 44 se observan “grandes aleros”, en 40 se exponen “fachadas perforadas” y, por último, en 60 imágenes se considera “la incorporación de la vegetación como elemento y filtro arquitectónico”. La proliferación de tales características en las imágenes analizadas permite determinar que, en efecto, la arquitectura tropical se consolida como uno de los discursos y temáticas constantes y predominantes en las propuestas que se presentan como parte de las BE -en este caso particular, de la viii BE.61 Además, se sugiere la continuidad del interés por domesticar el entorno tropical -precisamente el clima que caracteriza a la región- por medio de obras arquitectónicas. Respecto a la representación de dicho entorno tropical, se determina que aparece como un escenario homogéneo, o incluso genérico (Fig. 9). Como par- te de los elementos que distinguen tal contexto, cabe precisar lo siguiente: en 51 casos se muestran cielos de tonos azules y/o blancos, en 19 se observan cerros o montañas detrás de los proyectos, en 55 casos se incluye vegetación en las imágenes, sobre todo de tonos verdes (Fig. 10) 62 y, por último, se determina que en poco más de diez casos se hace alguna clase de referencia al entorno inmediato por medio de edificios aledaños a los proyectos (Fig. 8). Con base en esto, las imágenes que se analizan sugieren la síntesis de un determinado entorno tropical. Así, a pesar de que las obras se proyectan en distintas zonas del territorio nacional, los edificios no sólo exhiben características similares, sino que además aparecen inmersos en un entorno parecido, el cual se estructura a partir de una serie de elementos claramente identificables, casi como un escena- rio idéntico o global. Además, se advierte una especie de negación respecto al entorno construido, pues las propuestas se presentan en medio de ambientes en los que domina la naturaleza, y resulta imposible determinar ciertos aspectos relacionados con los contextos históricos y culturales a los cuales pertenecen las obras proyectadas (Fig. 11).
Conclusiones
Leys Stepan afirma que, “los trópicos deben ser comprendidos como una estética, así como un espacio científico”.63 Por tanto, las imágenes analizadas comprueban la asimilación de la arquitectura tropical en las BE y precisan los aspectos discursivos y estéticos que definen a dicha arquitectura tropical y al trópico como región. Así, con base en lo estipulado a lo largo del presen- te artículo, se establecen los siguientes enunciados relacionados con el papel que adquieren las imágenes en las bienales de arquitectura, las cualidades que se exhiben mediante éstas -vinculadas con la producción arquitectónica nacional- y el surgimiento, consolidación y legitimación de una estética tropical -en términos arquitectónicos y del entorno.
Se concluye, en primer lugar, que, si bien en el escenario que propician las bienales de arquitectura en el país, en particular las BE, las imágenes han sido-y continúan siendo- un medio fundamental de sistematización, registro, exhibición, divulgación y diseminación de factores relacionados con la producción arquitectónica nacional, históricamente se han consolidado como uno de los componentes menos explorados de las bienales. Por lo cual, se establece que es preciso llevar a cabo análisis constantes y rigurosos tanto de las imágenes que se muestran en cada edición del encuentro como de las bienales de arquitectura, en general. Lo anterior permitiría determinar, evidenciar y estudiar de manera crítica los valores, discursos y tendencias que proliferan en las obras que participan en ellas.64
Como segundo punto, se determina que el estudio tanto de las dimensiones históricas y teóricas vinculadas a la arquitectura tropical y a los trópicos, así como de los medios en los cuales se desarrollan las imágenes mostradas,65son labores esenciales para comprender de manera crítica algunas de las cualidades y demás aspectos que esta clase de imágenes muestran. Por ello, es posible afirmar que las imágenes analizadas exponen una manera particular de tratar el diseño arquitectónico en las regiones tropicales, de comprender y representar el entorno tropical y de presentar las relaciones entre los proyectos arquitectónicos y sus contextos. Al mismo tiempo se sugiere la existencia de una estética tropical claramente delimitada y legitimada por medio de las bienales de arquitectura en el país; la cual podría denominarse como una estética para la producción arquitectónica en entornos tropicales. A su vez, el interés marcado en la viii BE hacia la arquitectura tropical permite apuntar a la asimilación y apropiación por parte del sector estudiantil de un tema que en principio se plantea en las BIACR, en particular en 1998 (Arquitectura del trópico). Lo cual implica que los discursos e intereses relacionados con la arquitectura tropical y los trópicos, se han consolidado como uno de los aspectos característicos de la identidad arquitectónica nacional, perfilada y validada mediante estas actividades. En tercer lugar, en las imágenes analizadas se observa que el entorno tropical así como los elementos formales-constructivos de diseño arquitectónico -incluidos y representados de manera similar en la mayoría de las propuestas de la viii BE e históricamente galardonados en la historia de la bienal- se emplean como medios para vincular propuestas arquitectónicas con la realidad nacional y el ámbito profesional de la disciplina. Así, la mayoría de las imágenes estudiadas presentan proyectos arquitectónicos que sugieren una intención constructiva, y exhiben una intención por replicar el ejercicio profesional de la arquitectura.
Por último, cabe precisar que en estas imágenes los proyectos aparecen casi exclusivamente representados en medio de un ambiente natural genérico y privado de componentes culturales e infraestructurales, con lo que, en futuras aproximaciones cabría indagar cuál es el valor asignado a la cultura y a la historia en la formación de profesionales en arquitectura en Costa Rica -valores que, de acuerdo con el discurso que implica el término trópico, no existen en las regiones tropicales. Al respecto, un próximo estudio podría analizar esta situación, la cual parece sugerir una lectura generalizada presente en la mayo- ría de las escuelas de arquitectura en el país, en cuanto al diseño arquitectónico, el ambiente, la naturaleza, la realidad nacional y el quehacer profesional.