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Revista de El Colegio de San Luis

versão On-line ISSN 2007-8846versão impressa ISSN 1665-899X

Revista Col. San Luis vol.3 no.5 San Luis Potosí Jan./Jun. 2013

 

Reseñas

 

Perig Pitrou. 2011. La noción de vida en Mesoamérica

 

María Benciolini*

 

Coordinado por María del Carmen Valverde Valdés y Johannes Neurath. México: Instituto de Investigaciones Filológicas, unam / Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos.

 

* Posgrado del Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM.

 

¿Qué es la vida? Aunque todos sabríamos reconocer la vida y lo vivo en nuestro entorno, resultaría difícil dar una respuesta clara y unívoca a esta pregunta. El Diccionario de la Real Academia española ofrece veinte distintas definiciones para la palabra "vida".

Es a esta dificultad de definición que hace referencia el título del libro La noción de vida en Mesoamérica, que a través de sus 326 páginas y 11 capítulos acompaña al lector en un recorrido a través de una multitud de conocimientos, reflexiones, ideas, prácticas cotidianas y rituales que permiten al lector acercarse a "la vida", así como es concebida y conocida por distintos pueblos indígenas mexicanos.

La noción de vida, eje rector de todas las contribuciones, es abordada tomando en cuenta, por un lado las ideas sobre "lo vivo", es decir el conjunto de los seres dotados de vida, y por el otro como "principio vital" aquello que anima a los seres y está en el origen de su existencia como seres vivos. El área de estudio abarcada en los distintos capítulos es amplia y comprende desde los huicholes, el más septentrional de los grupos mencionados, hasta los tojolabales. En este largo viaje, el lector descubre cuán diversas y elaboradas pueden ser las nociones de vida de los distintos grupos, las estrategias que se emplean para establecer, reconocer e identificar la vida y lo vivo en los entornos indígenas, y la existencia de diferentes grado de vitalidad en el sistema de los seres de algunos grupos.

En su introducción Pitrou subraya la importancia de llevar a cabo un estudio riguroso en torno a la noción de vida de los pueblos mesoamericanos, y el vacío que existe en este sentido en la producción antropológica actual. Por otro lado, el autor muestra la dificultad de una "captura conceptual" (p. 9) de los fenómenos vitales, que son siempre procesos, transiciones y transformaciones pero nunca "cosas". Por esta razón los capítulos del libro abordan este fenómeno desde metodologías y perspectivas teóricas distintas: las categorías lingüísticas, la eficacia ritual, la construcción de la persona, los lazos comunitarios y las relaciones entre humanos y no humanos son otros tanto temas abordados por los autores de las contribuciones que conforman el libro.

En el primer capítulo, llamado "Quelites, flores y fieras, categorías mesoamericanas de lo vivo", Alejandro de Ávila lleva a cabo un análisis lingüístico del mixteco, en el que llega a demostrar que en este idioma y en otros emparentados con él existen tres categorías léxicas que se emplean para clasificar a los seres vivos con los que se relacionan los humanos: las "flores", que son aquel conjunto de plantas especialmente reconocidas y destinadas a un uso ritual, los "quelites" que se abarcan aquellas plantas cuya domesticación y cultivo se relaciona estrictamente con el trabajo en la milpa y por último las "fieras", un grupo de especies animales silvestres prototípicas de los animales peligrosos y asociados metonímicamente con el jaguar.

Otro capítulo de enfoque lingüístico es "Lo animado y lo inanimado entre los purépecha de Michoacán", en donde Claudine Chamoreau y Arturo Argueta analizan las reglas sintácticas y gramaticales empleadas por este grupo para definir y describir los diferentes niveles de animación de los seres que pueblan el mundo. Los dos autores argumentan que si por un lado los purépecha consideran que todo lo que se encuentra en la tierra está vivo, incluyendo a las rocas y las montañas, por el otro existen diferentes niveles de vitalidad. De esta manera, se descubre que humanos, animales y plantas son todos, a distintos niveles, seres animados y que los criterios lingüísticos empleados no solamente indican los niveles de animacidad de los seres, sino que también marcan la individualización de los mismos.

En el tercer capítulo, llamado "El papel de aquel que hace vivir en las prácticas sacrificiales de la sierra mixe de Oaxaca", Perig Pitrou analiza de qué manera, a través de las actividades rituales, los mixes permiten la intervención en el mundo de "aquel que hace vivir", entendido como alguien que está en el principio de todas las cosas y que pone en marcha los fenómenos vitales de todos los seres.

Marie Noelle Chamoux, en "Persona, animacidad, fuerza", lleva a cabo un análisis en dos niveles: por un lado propone una comparación lingüística entre el náhuatl clásico y el contemporáneo y muestra cómo en ambos idiomas se indica la animacidad de algunos seres a través de categorías gramaticales. Por otro lado, a partir del registro etnográfico de grupos nahuas del estado de Puebla, la autora muestra cuáles son los distintos componentes de la persona, subrayando la importancia de la "fuerza", que es lo que hace trabajar a los humanos, y también los vuelve más sabios. La cantidad de "fuerza" puede fluctuar en el transcurso de la vida de un individuo, dependiendo de la edad y de factores externos, sin embargo, es algo que nunca los abandona, pues esto significaría la muerte.

También Catherine Good, en "Una teoría náhuatl del trabajo y la fuerza: sus implicaciones para el concepto de la persona y la noción de vida" retoma el concepto nahua de "fuerza" y lo liga al de trabajo. El trabajo (tequitl) es un concepto complejo que abarca mucho más de la simple producción manual y comprende también, entre otras cosas, las actividades rituales, los rezos y las danzas. Según los nahuas, la persona se define a partir del trabajo que realiza, pero éste y los beneficios que produce deben ser socializados y deben circular entre otros miembros de la comunidad. Junto con el trabajo, también circula la fuerza (chicahualiztli), pensada como un tipo de energía vital que circula en las personas.

A través de tres ejemplos etnográficos, Good muestra que la circulación de fuerza y trabajo resulta fundamental en toda la vida de los nahuas y de quienes los rodean, pues el trabajo es lo que permite la relación entre dos individuos en el matrimonio, entre el individuo y la comunidad y entre los humanos y los dioses. Sin la circulación del trabajo, sería imposible para una persona definirse a sí misma y ubicarse en el contexto de las relaciones con sus consímiles y con las divinidades.

Danièle Dehouve, por su lado, en "La concepción político religiosa de la vida y de la muerte. El caso tlapaneco" muestra cómo, para el grupo indígena mencionado, las autoridades comunitarias tienen una influencia profunda sobre la vida de las personas, y esto no solamente por las responsabilidades rituales que conllevan los cargos, sino también por el estado de salud de los cargueros. El comisario es considerado como la cabeza del pueblo/cuerpo, por tal razón su salud física, sus posibles enfermedades o su muerte tienen consecuencias nefastas sobre todos los miembros de la comunidad.

El capítulo de Johannes Neurath llamado "Vecinos, gente y ancestros: ambivalencias de los conceptos de vida y persona entre los huicholes" está dedicado al análisis de tres distintos conceptos: el de téywari (mestizo), téwí (gente) y tewári (antepasado). A través del análisis de distintas prácticas rituales, el autor demuestra que la aparente confusión en que los mismos indígenas incurren en el empleo de los términos mencionados, es en realidad un aspecto constitutivo de la persona y de sus relaciones en el mundo huichol.

El concepto de persona y sus conexiones con el entorno es un tema abordado también por Carlos Lenkersdorf en "El concepto de la vida desde la perspectiva tojolabal". Según el autor del capítulo, para los tojolabales las personas, y los seres vivientes en general, no pueden ser concebidas como individuos, sino a partir de un "nosotros" que involucra a la familia, la comunidad y, en un espectro más amplio, a todos los seres vivientes del entorno. Por esta razón, la vida no se concibe como un conjunto de individuos sino de relaciones.

El trabajo de Martha Ilia Nájera no habla de la conformación de la persona, ni de generación de la vida, sino precisamente de la dificultad de generar. En "La esterilidad masculina entre los mayas: de la realidad al imaginario" la autora analiza una condición considerada nefasta por los mayas y muestra cómo este grupo establece analogías y conexiones entre los procesos fisiológicos de los humanos y los de la naturaleza para tratar de explicar, controlar y contrastar las situaciones nefastas que les pueden ocurrir a los primeros.

David Lorente, en "Tempestades de vida y de muerte entre los nahuas", se basa en su trabajo de campo en la sierra de Texcoco para mostrar cómo, para los habitantes de la zona mencionada, al hablar de vida se debe tomar en cuenta al cosmos en su totalidad, a sus distintos habitantes y a los flujos de "esencias", de vida y de lluvia que circulan sin parar entre diferentes niveles. El autor demuestra la importancia de la circulación del agua como principio de fecundidad, sin embargo, no es sin esfuerzo con los humanos pueden obtenerla de los ahuaques, "espíritus" acuáticos hijos del cerro Tlaloc: ellos donan el agua para las milpas pero exigen ser recompensados con ofrendas, y en ocasiones roban "esencias" terrenas a través del granizo y del rayo. En un contexto como este, siempre potencialmente en desequilibrio, es indispensable la figura del granicero, mitad hombre y mitad ahuaque, único capaz de mediar entre los dos mundos, de impedir la predación, de hacer que la lluvia caiga en cantidad suficiente evitando las tempestades dañinas y los robos de esencias.

Como se pudo observar en esta breve reseña, a lo largo del texto se presentan una gran variedad de temas y de enfoques, hecho probablemente previsible, considerando la amplitud de una cuestión como "la noción de vida". A mi parecer, esta variedad de cuestiones y de perspectivas teóricas es a la vez la fuerza y la debilidad del libro. Por un lado, al terminar la lectura resulta evidente la dificultad de establecer un criterio o una lógica común a todos los pueblos mencionados para poder establecer cuál es "la noción de vida en Mesoamérica". Por otra parte, hay que mencionar que al investigar un tema tan escurridizo, los autores de los capítulos se han visto obligados a adentrarse profundamente en las categorías indígenas y en sus propias lógicas para poder aprehender las nociones de vida propias de cada grupo. Es solamente a través de una etnografía precisa y atenta a los particulares, y gracias a un análisis riguroso, que cada uno de los autores ha logrado dar cuenta de la complejidad y de la coherencia interna de las ideas que cada grupo indígena tiene en torno a lo vivo y a los principios vitales que rigen el mundo y quienes lo habitan.

No obstante sus dificultades, este texto puede abrir camino para una veta de investigación, comparativa e interdisciplinaria, que permita investigar y abordar seriamente un tema tan importante, escurridizo, fascinante.

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