Introducción
El turismo del siglo XXI ha acentuado las polémicas entre las escalas global y local del desarrollo, particularmente en términos de participación. Advierte Alfaro que vivimos una ola homogeneizadora del capitalismo y la globalización, las que hacen necesario plantear una hegemonía alternativa; la cual debería corresponder al “desarrollo de proyectos de turismo sustentable” (2016:101), ya que estos “salen de la lógica de la globalización, aunque es una forma de insertarse en ella, pero no son producto de ella; es una reacción producto de esa homogenización” (Alfaro, 2016:102). Agregan Perona y Molina que “en un mundo cada vez más globalizado, la idea de un turismo sustentable es acogida como una nueva visión y poderoso paradigma” (2016: 527); al tiempo que precisan que numerosos expertos coinciden en que el turismo aún está lejos de haber alcanzado un nivel suficiente de sustentabilidad, aunque otros autores son optimistas sobre el futuro y esperan ver una transición progresiva hacia prácticas más sustentables (Alfaro, 2016).
En tal contexto, el turismo alternativo, basado en la participación de las comunidades anfitrionas, debe suponer la compatibilidad entre el fenómeno turístico y las sociedades locales como premisa para la sustentabilidad, estableciendo un equilibrio relativo con los ámbitos económico-comercial y territorial-ambiental. Según (Skewes et al. 2012: 76), “se ha hecho frecuente construir la crítica al turismo conforme al patrón de modernización que supone cuando genera conflictos para el ambiente y/o las sociedades minoritarias locales”. Reconocen que los actuales esfuerzos por modificar dichos estereotipados patrones, marcan el punto donde nacen tendencias como el turismo comunitario o turismo de base comunitaria, reconociendo que éste se apoya en tres conceptos claves enunciados por (Henríquez et al., 2010); estos son: comunidad, convivencialidad y cotidianidad. Tales enunciados hacen del turismo un fenómeno más humano (Henríquez et al., 2010), sin que necesariamente pierda su esencia.
Basado en dicho contexto, la presente comunicación reflexiona sobre la relación que debe existir entre el turismo y las comunidades anfitrionas de acuerdo con la dimensión sociocultural del desarrollo sustentable, por lo que es oportuno indagar las condiciones y desafíos que genera este binomio en destinos turísticos locales, sobre todo cuando están caracterizados por ambientes frágiles y poblaciones vulnerables. Por ello, se asume como objeto de estudio el turismo sustentable de base local, centrando la atención en el análisis de las coherencias y divergencias entre el turismo y las comunidades anfitrionas; dicho estudio se implementa en el caso específico de dos comunidades vinculadas al destino internacional Barrancas del Cobre, en Chihuahua, México, como fundamento para la proyección estratégica de un modelo regional de turismo endógeno y participativo.
La dirección de la investigación se basó en la inquietud científica relativa a las siguientes interrogantes de investigación:
¿Cuán alejado está el modelo de desarrollo turístico de Barrancas del Cobre respecto al turismo sustentable de base local?
¿Cuál es el rol de las comunidades locales en el desarrollo turístico de Barrancas del Cobre?
¿Cuáles son los desafíos para la sustentabilidad del turismo comunitario de base local en Barrancas del Cobre?
¿Cómo transitar desde el escenario actual, caracterizado por un desarrollo turístico exógeno y no participativo, a un escenario deseado caracterizado por un turismo endógeno y participativo?
Atendiendo al análisis situacional preliminar se asumió como problema de investigación la insuficiente participación de las comunidades receptoras del turismo en la región de Barrancas del Cobre, a pesar de su derecho a la inclusión, y el atractivo que representan para los visitantes del destino. Esto se justifica tomando en consideración que la región comprende una gran cantidad de productos turísticos, los cuales en conjunto logran experiencias memorables para los visitantes (Tripadvisor.com, Expedia.com y Hoteles.com); pero la experiencia de las comunidades receptoras no es igualmente satisfactoria. En consecuencia, es objetivo general del estudio valorar el estado actual de desarrollo turístico en las Barrancas del Cobre atendiendo a indicadores de sustentabilidad local e identificar los desafíos y proyecciones para la consolidación de un modelo regional de turismo endógeno y participativo.
Como resultados de la investigación se identificaron las problemáticas principales de Barrancas del Cobre, se realizó la caracterización de la región como destino turístico, y se analizaron los atractivos y productos turísticos que oferta, todo lo cual sirvió de base contextual para comprender mejor las coherencias y divergencias entre el turismo local y las comunidades anfitrionas. Con base en los hallazgos anteriores, se desarrolló un estudio piloto sobre la percepción de las comunidades del destino con respecto al modelo de desarrollo turístico implantado. Finalmente, mediante la participación de la comunidad fueron identificados los desafíos y proyecciones para la sustentabilidad local del destino, esto con el propósito de transitar desde el escenario actual a un escenario deseado de sustentabilidad.
Los resultados obtenidos se estructuraron en cinco epígrafes concatenados que corresponden a 1) Antecedentes y problemática del destino turístico Barrancas del Cobre, 2) Caracterización de la región Barrancas del Cobre como destino turístico, 3) Atractivos y producto turístico de Barrancas del Cobre, 4) Percepción de la comunidad de Creel y Urique con respecto al desarrollo turístico local: coherencias y divergencias entre el turismo y las comunidades anfitrionas y 5) Desafíos y proyecciones para la consolidación de un modelo regional de turismo endógeno y participativo.
Entre las principales limitaciones del estudio se reconoce que el acceso a las comunidades locales del destino Barrancas del Cobre ha sido restringido debido a la ubicación geográfica, características del relieve y particularidades de las culturas Tarahumaras, razón por la cual sólo fueron considerados los territorios “accesibles”, más vulnerables e importantes respecto al desarrollo del turismo en la región. Por tanto, el número de participantes en el estudio, así como las características específicas de los sujetos pudieran haber limitado la confianza en los hallazgos y su aplicabilidad a otras poblaciones de contexto similar. Otra limitación fue que el análisis de la percepción integrada del destino no pudo incorporar la totalidad de las comunidades locales y barrancas con atracciones turísticas dentro de la región. En tal sentido, es recomendable dar continuidad a la investigación en cuanto a escalas y alcance; tal estudio sería de gran valor porque a pesar de que las localidades de las barrancas tienen características similares y comparten el mismo espacio geográfico, los contextos para el desarrollo turístico difieren en cada localidad. Además, la obtención de opiniones sobre el desarrollo del turismo por parte de otros actores es esencial para alcanzar un enfoque integrado en la gestión del destino.
Como parte de las estrategias para la adopción de los resultados se propuso la diseminación de los hallazgos entre los tomadores de decisiones locales y el sector turístico en ambos destinos; tales resultados han de ser comunicados a los diferentes actores implicados en la gestión turística local. De igual forma, se han identificado las proyecciones sobre cómo los resultados y modelos propuestos pueden ser adaptados y aplicados a otros lugares, a pesar de no ser un constructo universal, sino particular para el contexto estudiado. Al respecto, fue oportuno también asumir el compromiso de retroalimentar las conclusiones a las comunidades locales, e informar las políticas y/o prácticas relacionadas con el turismo de base local en las Barrancas del Cobre, de forma tal que estén en mejor capacidad de incorporarse a los procesos de planificación participativa y toma de decisiones.
Revisión de la literatura
Según la Organización Mundial del Turismo (OMT), las directrices para el desarrollo sustentable y las prácticas de gestión responsable son aplicables a las diferentes formas de turismo en todos los destinos, incluidos el turismo de masas y otros segmentos turísticos tradicionales. Tómese en cuenta que los principios de la sustentabilidad se refieren a los aspectos territorial-ambiental, económico-mercadológico y socio-cultural del desarrollo turístico, habiéndose de establecer un equilibrio adecuado entre estas tres dimensiones para garantizar el turismo sustentable a largo plazo (OMT, 2005; Cabrini, 2014); razón por la que independientemente de la misión y metas del destino turístico, sus fines deben ser coincidentes con la sustentabilidad. En consecuencia, se reconoce la necesidad imperiosa de desarrollar modelos turísticos sustentables en espacios naturales (Rivas et al., 2012) con culturas autóctonas.
El turismo sustentable debe hacer un uso óptimo de los recursos ambientales, respetar la autenticidad sociocultural de las comunidades anfitrionas (García, 2007) y asegurar actividades económicas viables a largo plazo (Vargas et al., 2011; Pérez de las Heras, 2012). Según la OMT, el concepto de sostenibilidad o sustentabilidad está ligado a tres razones importantes: calidad, continuidad y equilibrio. Por tanto, se asume que el turismo sustentable debería funcionar como un modelo de desarrollo diseñado para mejorar la calidad de vida de la población local y no desvinculado de ésta y su territorio (Crosby, 2015), a la vez que promueve mayor calidad a la experiencia del visitante, mantiene la calidad del medio ambiente del que dependen la población local y los visitantes, se obtienen mayores niveles de rentabilidad económica turística para los residentes locales y asegura la obtención de beneficios para los empresarios turísticos (OMT, 2005).
Este enfoque es coincidente con los Criterios Globales de Turismo Sostenible para Hoteles y Tour Operadores (Global Sustainable Tourism Council, 2012). Como parte de estos, en el punto A se solicita a los destinos demostrar una gestión sostenible eficaz, suponiendo que los derechos sobre terreno y agua, así como la adquisición de la propiedad son legales, cumplen con los derechos comunitarios e indígenas, incluyendo consentimiento previo, libre e informado, y no requieren desplazamiento involuntario, al tiempo que a los clientes se les brinda información e interpretación sobre los alrededores naturales, la cultura local y el patrimonio cultural, además de explicarles el comportamiento adecuado cuando visitan áreas naturales, culturas vivas y sitios de patrimonio cultural. A este reto se integran los enunciados de los puntos B y C, en los que se incita a maximizar los beneficios sociales y económicos para la comunidad local y minimizar los impactos negativos, así como potencializar los beneficios para el patrimonio cultural y disminuir los impactos negativos (Global Sustainable Tourism Council, 2012).
Esto significa que la dimensión socio-cultural del turismo debe focalizar atención en la comunidad receptora a nivel local y da por hecho que la actividad turística pudiera beneficiar equitativamente a los anfitriones (OMT, 2005). Pérez de las Heras (2012), alerta que esta dimensión suele ser la más olvidada en el desarrollo turístico; desconociendo que el turismo puede considerarse un instrumento adecuado para mejorar la calidad de vida local (Pérez de las Heras, 2012). Uno de sus objetivos más importantes en el orden social es luchar contra la pobreza, por lo que una adecuada estrategia para llevarlo a cabo es la promoción del turismo auto gestionado desde la comunidad, lo cual implica que los residentes lo lleven a cabo desde la etapa de planificación, la acción, la dirección y el cuidado del patrimonio (Pérez de las Heras, 2012).
En correspondencia con las experiencias desarrolladas por E. Ruiz-Ballesteros a través de diversos estudios etnográficos realizados en A. Latina y España, se afirma que el turismo de base local (TBL) “surge como una estrategia para propiciar el desarrollo y la conservación ambiental en aras de una actividad turística sustentable; implica un modelo organizativo de la actividad turística centrado en el control local sobre la planificación, la gestión y los beneficios del turismo… Asociado a ese control local se hacen implícitas diferentes nociones de comunidad que pasan a formar parte del TBL” (Ruiz-Ballesteros, 2015:19). Este autor recomienda que diversos conceptos “como turismo comunitario, community-based tourism, ecoturismo comunitario, turismo rural comunitario… podrían encuadrarse en el concepto más amplio de TBL” (Ruiz-Ballesteros, 2015:20), ya que “toma a la comunidad como principal agente” (Ruiz-Ballesteros, 2015:21), enfoque asumido y defendido en la presente investigación.
Para comprender el papel que juega la comunidad receptora en su desarrollo turístico (Agüera et al., 2016) se consideró necesario en esta investigación analizar el concepto de turismo comunitario, ya que éste se acerca en gran medida a la participación que dicha comunidad debe ejercer en el lugar en que residen. Según Ascanio Guevara & Vinicius Campos (2009), el turismo comunitario asume que las comunidades de manera conjunta puedan ejercer el control de sus actividades económicas asociadas con las turísticas de un modo efectivo y con el fin de mejorar su economía. Pero, es oportuno al mismo tiempo cuestionarse como criterio de partida en esta investigación ¿hasta qué punto están preparadas y dispuestas las comunidades para realizar este ejercicio, y si existen las condiciones reales para la práctica de esta pertinente actuación, sin que entren en contradicción con otros intereses?
Desde esta perspectiva, el turismo comunitario (TBC) resultaría válido, ya que “es un modelo de acción colectiva en un territorio comunitario para dejar de ser objetos pasivos de un modelo fordista del turismo y convertirse en actores activos de un modelo posfordista de desarrollo territorial... podría ser un elemento clave para lograr indicadores de desarrollo, por ejemplo, los Objetivos del Milenio de Naciones Unidas… un aporte fundamental es la posibilidad de fortalecer la cadena local con otras actividades productivas de las comunidades, como por ejemplo, la agricultura y la ganadería” (Cabanilla et al., 2015:77), entre otras actividades de base local tradicional. Relacionado a este enfoque conceptual, se identificaron en la investigación buenas prácticas de emprendimientos turísticos en familias agricultoras, las que corroboran la factibilidad del mismo, ya que han permitido en la práctica establecer núcleos de TBC atendiendo a los principales atractivos turísticos que contienen y a otras actividades productivas (De Moraes et al., 2013).
De tal forma, se reconoce que la “principal particularidad del modelo de TBL es su contribución al desarrollo local”, el cual apuesta al desarrollo alternativo del turismo y persigue la emergencia de sociedades locales (Ruiz-Ballesteros, 2015:40-41), por lo que “una localidad que lo implementa debe estar al mismo tiempo desarrollándose como comunidad, y en la medida en que consiga lo uno alcanzará lo otro. Este modelo parece estar articulado al desarrollo como comunidad y si esta ya se conformara de alguna manera como comunidad, deberá comprobarse en qué medida su desarrollo turístico bloquea o cataliza esa expresión comunitaria de la sociedad local” (Ruiz-Ballesteros, 2015:40-41), en la que son de gran importancia las iniciativas locales promovidas por la propia población anfitriona.
Agrega B. Palomino que el turismo comunitario “plantea un uso diferente del territorio y sus recursos, tanto por quienes proporcionan el servicio, como por parte de los usuarios, pues implica prácticas de valoración ambiental in situ, el reconocimiento del patrimonio cultural de las comunidades y su interacción con las mismas” (Palomino et al., 2016:8). Coincidiendo con las ideas de otros autores, afirma de manera ilustrativa que en México “el turismo comunitario ha proliferado en contextos de poblaciones indígenas con regímenes de tenencia social de la tierra. Son comunidades que, dentro de distintas formas de aprovechamiento colectivo de sus recursos naturales, han generado emprendimientos manejados por los propios actores y contribuyen, junto a otras actividades, a su reproducción social y económica” (Palomino et al., 2016:8).
Al mismo tiempo, señala la existencia en México de aproximadamente “un millar de casos en donde se desarrolla alguna forma de turismo, cuya gestión recae en los actores de la comunidad principalmente bajo las modalidades del Turismo Alternativo (TA), unos derivados de iniciativas propias de las comunidades, otros acompañados por ONG y varios impulsados por las estrategias federales de diversificación productiva, conservación ecológica y combate a la pobreza” (Palomino et al., 2016: 9). El citado autor reconoce la existencia de “998 empresas con participación indígena dedicadas a ofrecer servicios y actividades turísticas en algunos segmentos que conforman el turismo alternativo en México, asentadas en 729 localidades de 27 entidades federativas y que involucran a 414 municipios, los que representan el 16.82% de los 2 461 que da cuenta el catastro municipal nacional” (Palomino et al., 2016:15). Dicha investigación aporta un importante referente que permite valorar los antecedentes y experiencias prácticas relativas al TBL en México, lo cual es coincidente con las metas y objetivos de este estudio en Barrancas del Cobre.
Retomando las ideas de Ruiz-Ballesteros “el TBL como forma particular de organizar la actividad turística, y la comunidad como potencial tendencia organizativa de la sociedad local, son fenómenos estrechamente vinculados de manera recursiva” (Ruiz-Ballesteros, 2015:40). No obstante, se asevera que la definición concreta de comunidad es muy debatida; este concepto no implica la sola pertenencia a un espacio geográfico de residencia, sino que involucra además aspectos políticos, culturales, idiomáticos, de participación, costumbres, tradiciones, y otros representativos de la misma. A propósito, se coincide en esta investigación con J. C. Monterrubio (2009) al plantear que “la comunidad receptora como parte del sistema turístico mantiene un papel muy importante con todos y cada uno de los elementos que constituyen el sistema. La comunidad local es simple y complejamente un elemento imprescindible en la existencia del turismo”.
Al mismo tiempo se coincide con J. San Martín (2003: 9) al afirmar que “la interacción social entre turistas y residentes es una de las formas de contacto intercultural más importantes, ya que los viajes turísticos son cada vez más frecuentes y cotidianos”. En estas interacciones la comunidad receptora tiene gran impacto sobre la experiencia del turista; tanto que algunas veces la decisión de volver o no al destino, es dependiente de la actitud de los anfitriones. A pesar de ello, en muchos casos el turismo es percibido como un escenario lejano por parte de lo locales, lo cual provoca actitudes negativas. No obstante, “el contacto entre turistas y residentes se produce, en la mayoría de las ocasiones con personas que pertenecen, directa o indirectamente, a la industria turística, siendo dicho contacto de naturaleza ocasional y fugaz; en otros casos, como aquellos turistas más motivados por la búsqueda de la autenticidad, el contacto puede, incluso, llegar a convertirse en la base de la experiencia turística” (San Martín, 2003: 9).
Monterrubio (2009) introduce un aspecto importante al sistematizar cuatro tradiciones en la planificación del turismo, las cuales son de tipo promocional, económica, espacial y comunitaria; a las anteriores este autor ha agregado una quinta tradición, la sustentable, haciendo ver de esta manera la relación entre el desarrollo turístico y la dimensión comunitaria para la sustentabilidad. La tradición comunitaria está referida al grado de participación que ejerce la comunidad al llevar a cabo una planificación (Grybovych, 2012) y consecuentemente la gestión turística. Dicha tradición sugiere que los beneficios aportados por el desarrollo turístico favorezcan a la comunidad; claro está, que estas comunidades serán también las responsables de la planificación del turismo y el seguimiento de dichos proyectos, programas o planes (Monterrubio, 2009).
De tal forma, la comunidad que habita el destino turístico siempre debería ser la primera interesada en obtener conocimiento sobre la situación que genera el desarrollo turístico en su espacio de convivencia cotidiana y además adentrarse a la toma de decisiones, asumiendo los beneficios y perjuicios que de ellas deriven (Waligo & Hawkins, 2015; Lin & Filieri, 2017). Si la mayoría de la comunidad no se encuentra de acuerdo con la actividad turística, el desarrollo del sector será conflictivo y disfuncional en algún punto del tiempo (Valls, 2004) o de las etapas del ciclo de vida del destino; razón por la cual la percepción que tienen respecto al modelo de desarrollo turístico es de gran valor para la gestión sustentable del destino.
Justifica Otero (2007) que un modelo de desarrollo regional debe suponer la unión de todos los componentes del destino: empresas, instituciones educativas, de investigación y otras. Este requiere un trabajo colaborativo y coordinado, por lo que el liderazgo debe ser comprometido; esto implica que la participación no resulte sólo de los residentes, estos cuentan con la esencia del destino, pero deben ser apoyados por ejecutivos, la academia y el gobierno local. Su fin es construir un capital social; una vez unidas las fuerzas se unirán conocimientos y se logrará una visión compartida, por lo que cada actor realizará el trabajo en congruencia con su visión, la cual al ser compartida con el estado involucrará y beneficiará a este (Otero, 2007). Tal argumento, deja clara la necesidad de garantizar una gestión integrada del destino con enfoque holístico o totalizador, evitando la parcialización con alguna de las dimensiones del modelo turístico.
Con base en los elementos teóricos consultados y sistematizados anteriormente, se comprobó la favorable contribución de la literatura científica revisada a la comprensión del objeto de estudio, ya que revela resultados que han permitido reconocer coincidencias y/o divergencias entre autores; a pesar de ello, se advierte que aún existen limitaciones en la producción científica relativa al tema en el ámbito internacional, por lo que es factible generar investigación en esta línea para enriquecer la teoría básica y fortalecer la práctica turística. En tal sentido, se asume el turismo sustentable de base local como principal línea de argumentación y problemática social objeto de trasformación en el caso de estudio presentado.
Atendiendo a la recuperación del marco teórico conceptual se construyó un modelo teórico orientativo para esta investigación (Figura 1), el cual rescata y sistematiza aportaciones conceptuales, metodológicas, y la solución de problemas prácticos relativos al turismo sustentable de base local, suponiendo la conveniencia del desarrollo autogestionado desde la comunidad (TBL) como premisa para la gestión turística centrada en los propios actores locales. La construcción teórica supone dos escenarios temporales, a cada uno de los cuales corresponde una tipología representativa de dos modelos de desarrollo turístico en diferentes horizontes temporales, en función de las cuales debe mediar una estrategia que permita transitar desde el escenario actual caracterizado por falta de sustentabilidad al escenario deseado de sustentabilidad, meta que se recomienda alcanzar a partir de un incremento en el grado de participación efectiva que ejerce la comunidad a nivel del destino turístico local.
Fuente: Elaboración propia basada en (Valls, 2004; Otero, 2007; Monterrubio, 2009; Pérez de las Heras, 2012; Ruiz-Ballesteros, 2015:19; Palomino et al., 2016: 9).
Marco metodológico
La investigación desarrollada es de tipo aplicada, cualitativa y transdisciplinar, esto último, debido a la diversidad de temáticas que se integran a la línea de argumentación teórica y metodológica correspondiente al objeto de estudio. Se utilizó un enfoque deductivo (Sampieri, Collado y Lucio, 2010) orientado desde la teoría general del turismo sustentable de base local hacia el estudio de un caso particular con carácter explicativo-propositivo. La alineación metodológica de la investigación se sustentó en la integración de las percepciones de los residentes locales respecto a la sustentabilidad turística de base local, centrando atención en el análisis de las coherencias y divergencias entre el turismo y las comunidades anfitrionas. A propósito, diferentes autores han hecho uso de este enfoque; así, por ejemplo, Luna y Rodríguez (2018) han utilizado las percepciones como indicadores de análisis para el turismo alternativo en Veracruz, México, corroborando así los méritos metodológicos y prácticos, además de las posibles contribuciones de esta técnica de investigación cualitativa.
Atendiendo al paradigma cualitativo implementado, las estrategias para determinar la composición y el tamaño de la muestra se centraron en obtener datos cualitativos válidos, tales como palabras y textos (Luborsky y Rubinstein, 1995) basados en opiniones personales de los anfitriones. La muestra seleccionada estuvo compuesta por grupos de residentes locales que fueron elegidos al azar, sin ser necesariamente representativos del universo o la población. Se utilizó la estrategia de muestreo no probabilística por conveniencia o intencional (Sampieri, Collado y Lucio, 2010), en la cual los sujetos fueron seleccionados en función de su accesibilidad y proximidad a los investigadores, y el propósito del estudio.
A los fines de la investigación se implementó el Enfoque de Análisis Fenomenológico Interpretativo (IPA) (Finlay, Peacock y Elander, 2018; Sutton y Austin, 2015) con el propósito de comprender las actitudes, opiniones, hábitos y motivaciones de los interesados en el turismo; este enfoque “brinda a los investigadores la oportunidad de comprender la deliberación más profunda de las 'experiencias vividas' por los participantes y les permite expresarse y exponer sus 'experiencias vividas' de la forma que mejor les parezca” (Alase, 2017: 1). Para ello, la operacionalización de la investigación se basó en la determinación de la dimensión social del turismo sustentable; con base en esta se identificó como variable de investigación el turismo sustentable de base local, y en correspondencia con la misma se establecieron tres indicadores de sustentabilidad turística local, que son la integración, participación y decisión de las comunidades anfitrionas (Global Sustainable Tourism Council, 2012).
El examen del problema de investigación se basó en la revisión de la literatura y los documentos publicados, el uso de datos secundarios, grupos de discusión, la consulta con informantes clave y el análisis de casos similares, lo que permitió comprender los vacíos teóricos e identificar los métodos y procedimientos apropiados. Mediante la utilización de los modelos teóricos revisados se procedió a la construcción y desarrollo de la teoría científica que sirvió como base para la determinación de regularidades y características esenciales del problema estudiado (ver Figura 1).
Durante el proceso de investigación se implementaron varios métodos y técnicas cualitativas para la recopilación, medición, análisis e interpretación de información sobre la participación y experiencias de las partes implicadas, tales como observación participante, análisis de documentos, encuestas con preguntas abiertas, entrevistas semiestructuradas, entrevistas grupales, estudios de caso y grupos de discusión. Para la implementación de los instrumentos de recolección de información se desarrollaron tres semanas de trabajo de campo durante los meses de marzo, mayo y julio de 2017, con estadía promedio semanal de tres días en Creel y Urique respectivamente. La información cualitativa obtenida a través de estas fuentes de datos permitió a los investigadores obtener los principales hallazgos aquí presentados; con el fin de precisar el valor utilitario de la información esta se contrastó y depuró de acuerdo con su credibilidad, confirmabilidad y transferibilidad (Kumar, 2011).
La valoración de las percepciones sobre el desarrollo del turismo se realizó mediante entrevistas semiestructuradas y la administración de encuestas abiertas. Los datos se obtuvieron a través del levantamiento de 66 encuestas con lugareños de ambos destinos, así como consultas informales (WHO, 2007) con residentes en diferentes espacios públicos de sus comunidades. También se recopiló información a través de seis pequeños grupos de debate con la participación de tres a cinco personas en cada uno; esta técnica grupal de investigación social permitió una comprensión más profunda de diversos fenómenos sociales, lo que hizo posible sumergirse en el mundo subjetivo de los participantes para interpretar y comprender la realidad, a partir de las creencias y significados proporcionados (Castro et al., 2010). El perfil básico de los participantes estuvo conformado por hombres y mujeres, de entre 17 y 62 años de edad, con formación educacional que abarca del nivel primario al universitario, el 20% no trabaja, 12% son estudiantes y el resto son trabajadores por cuenta propia o empleados de diferentes sectores locales.
El análisis e interpretación de los datos cualitativos se basó en el establecimiento de diferentes categorías (variables conceptuales) para la sistematización de los puntos de vista de los participantes. Esta etapa incluyó la transcripción y verificación de datos, lectura entre líneas, codificación, tematización y síntesis de datos (Sutton y Austin, 2015). Con el fin de facilitar el análisis y la síntesis de la información obtenida se creó una base de datos (Excel Matrix) para su uso posterior. A los efectos del análisis cualitativo, se siguió el proceso analítico paso a paso desarrollado por Pineda y Moya (2011:1). Las entrevistas semiestructuradas se grabaron en audio y las encuestas se completaron con el consentimiento de los encuestados; de acuerdo con estas se hicieron transcripciones de los textos y finalmente se realizó la interpretación de cada una. La interpretación de los datos se orientó hacia la búsqueda de significados y relaciones entre las variables; con este propósito, el proceso de atribuir significado a los datos tuvo en cuenta la importancia y limitaciones de los hallazgos, la identificación de tendencias y regularidades, y el examen de la relación entre las preguntas de investigación y los datos obtenidos (Bengtsson, 2016).
El procedimiento metodológico implementado se desarrolló atendiendo a 1) diseño y validación de la entrevista y encuesta con el fin de comprender la participación y experiencias de los residentes, 2) recopilación de datos a través de la implementación de los instrumentos diseñados, 3) generación de bases de datos para tratamiento manual, 4) codificación de datos para examinar patrones emergentes (categorías, agrupaciones, variables), 5) análisis de la información recopilada, y 6) interpretación según el objetivo planteado. Para el diseño de las encuestas y entrevistas se identificaron cinco variables principales que permitieron conocer las experiencias y percepciones de la población anfitriona con relación al desarrollo del turismo local, tomando en cuenta los siguientes criterios:
Tipo de proyecto: percepciones de las comunidades anfitrionas sobre el proyecto de desarrollo turístico implementado (opiniones, sugerencias, mejoras).
Necesidades y deseos de la comunidad: mejoras en la infraestructura urbana y turística del destino.
Implicación de la comunidad: recopilación de las percepciones de las comunidades con respecto a su rol y participación en las actividades turísticas locales.
Aspiraciones de la comunidad con relación al desarrollo del turismo: deseo de la comunidad de aprender qué tan importantes son para el desarrollo del turismo local.
Valoración e importancia del desarrollo turístico local: percepciones de la comunidad local con respecto a los impactos del turismo.
El desarrollo de la investigación se fundamentó en las etapas siguientes, para cada una de las cuales se utilizaron diferentes métodos, técnicas e instrumentos de investigación:
Etapa 1. Estudio documental y trabajo de campo para la construcción de los fundamentos teóricos de la investigación y contextualización del estudio.
Etapa 2. Recopilación de información y trabajo de campo para la caracterización del escenario objeto de estudio, focalizando en el rol de las comunidades locales en el turismo. Comprendió el análisis de los antecedentes y problemática del destino turístico Barrancas del Cobre, la caracterización del destino, y el inventario de los atractivos/productos turísticos, así como de la planta turística (hoteles, restaurantes, centros de información turística y bares), según información contenida en las páginas web de la Secretaría de Economía, Dirección de Turismo (SECTUR); Visitehoteles.com; y ChihuahuaMexico.com.
Etapa 3. Estudio piloto para la identificación de la percepción de los residentes locales respecto al desarrollo turístico. El estudio se concentró en Creel y Urique (Divisadero), ya que son los asentamientos de mayor representatividad y desarrollo de la planta turística; en estos se realizó el levantamiento de encuestas con habitantes locales en diferentes espacios públicos de ambas comunidades. Con base en el análisis de las repuestas recopiladas se sistematizaron los resultados, los cuales expresan como regularidad una alta similitud en las percepciones atendiendo a su contenido y alcance.
Etapa 4. Diagnóstico participativo y propositivo basado en los desafíos para el desarrollo turístico sustentable de la región. Se realizó mediante el trabajo con los grupos de las comunidades seleccionadas, para ello se aplicó un Procedimiento de Evaluación Rápida utilizando técnicas de participación. Con los resultados obtenidos se realizó una síntesis e integración cualitativa de las percepciones, la cual fue validada en sesiones posteriores por cada uno de los grupos participantes.
Etapa 5. Identificación de desafíos y proyecciones para la sustentabilidad local del destino. Se realizó mediante talleres formativos y técnicas proyectivas que permitieron realizar una reconstrucción del escenario actual y la proyección del escenario deseado, así como la valoración del estado actual de desarrollo de los indicadores básicos de sustentabilidad. De igual forma, se procedió a la construcción de un modelo eneágonal para la conformación del desarrollo sustentable con la participación de los grupos de residentes locales.
Antecedentes y problemática del destino turístico Barrancas del Cobre
Atendiendo a la revisión de los documentos disponibles, el trabajo de campo realizado y la consulta con residentes locales se conoció que aproximadamente desde 1997 entró en funcionamiento el Fideicomiso Barrancas del Cobre, el cual propuso entre sus metas principales lograr la construcción de un parque de atractivos con alta jerarquía; el mismo pretendía comenzar en la Barranca de Urique para terminar en la Barranca del Cobre. Este nuevo desarrollo introdujo la actividad turística en un espacio local de la sierra habitado por poblaciones mestizas e indígenas con tradiciones ancestrales; dichas comunidades no habían asumido anteriormente el rol de comunidad anfitriona en el turismo, ni estaban preparadas para ello, por lo que han tenido que convertirse de forma espontánea en un núcleo receptivo de visitantes procedentes de diversos mercados nacionales e internacionales.
Con base en la proyección estratégica descrita anteriormente, uno de los principales conflictos experimentados estuvo relacionado con el proyecto del Parque de Aventura Barrancas del Cobre. La implantación territorial del parque ocupó un terreno de 2.7 has, el cual fue adquirido por el Gobierno Federal a través del Fondo Nacional de Fomento al Turismo, la adquisición se basó en la modalidad de contrato de arrendamiento por 30 años (2009-2039) con el Ejido San Alonso. Desde el 2005 se inició el desarrollo con inversiones de tipo eco-turísticas, pero no fue hasta el 2009 que comenzó el proyecto con Doppel-Mayer, por lo que finalmente el parque inició integralmente sus operaciones en septiembre de 2010.
El desarrollo turístico actual del parque corresponde a instalaciones deportivas para el segmento de aventura al aire libre. Cuenta con un teleférico de 3 000 m de largo sin torres intermedias (tercero más largo del mundo de acuerdo a su tipo); circuito de 7 tirolesas y dos puentes colgantes de 5 km en toda su extensión, lo que lo hace uno de los más grandes en América Latina; un Zip Rider de 2550 m de longitud (arnés tipo silla, con un sobre vuelo por la barranca de hasta 135 km por hora); vía ferrata (Rappel, semi escalada, salto de Tarzán); ruta en bicicletas (proyecto de los indígenas subsidiado por Gobierno del Estado); paseos en cuatrimotos; y caminatas guiadas a la comunidad de Bacajipare.
Este proyecto de desarrollo turístico impactó zonas habitadas por la población Rarámuri, lo cual introdujo de forma desigual el contacto directo de la comunidad autóctona con turistas de procedencia diversa, al tiempo que ha inducido el despojo de tierras pertenecientes a la comunidad (Almanza et al., 2015). A pesar del beneficio generado por la actividad turística que se desarrolla en la región, este no es para nada equitativo, ya que se ve mayormente asignado a las actividades turísticas que tienen lugar en este espacio, promoviendo el posible descuido de otras actividades tradicionales y la exclusión social. Tal es el caso de los pocos hoteles, restaurantes y atracciones a los que se encuentran integrados lugareños, tanto como empleados de estos pequeños negocios o como gestores en algunos casos (Almanza et al., 2015), lo cual por una parte es bueno, pero por otra los va separando poco a poco de su propia comunidad debido a las diferencias que comienzan a evidenciarse entre los que trabajan y los que no trabajan en el turismo.
La solución preventiva de dicha problemática habría requerido de una participación más activa de la comunidad en los procesos de planificación y toma de decisiones, pero la práctica del desarrollo no se correspondió con la voluntad proyectada, por lo que deberán diseñarse nuevas estrategias para alcanzar este fin, en correspondencia con las necesidades e intereses de la población local. Hasta el presente la participación mayoritaria de esta comunidad en la actividad turística es baja y en muchos casos nula, su dedicación se encuentra principalmente asociada a la creación y venta de artesanías, de la cual no obtienen un beneficio económico suficiente para subsistir; es decir, dichas poblaciones viven con carencias, lo cual causa poco interés y falta de compromiso con el turismo, debido a que no se sienten parte de este proyecto.
La realidad a la que se enfrentan las comunidades Rarámuri está compartida con diversas poblaciones mestizas de la región, quienes narran el descuido hacia sus necesidades. De acuerdo con la literatura revisada, uno de los autores consultados afirma críticamente que con el fin de aumentar el turismo y la demanda hacia este destino, los planificadores turísticos se olvidaron de hacer partícipe a la comunidad receptora residente en el lugar desde las etapas más tempranas de la planificación y ejecución de obras, por lo cual dicha comunidad deambula sin rumbo, al tiempo que realizan las actividades que se creen correctas para gestionar el turismo, derivándose efectos negativos de la modernización para la zona (Quiroz, 2008). Tal situación ejerce un fuerte control sobre la gestión del destino, debido al desconocimiento por parte de la comunidad local de sus roles y funciones dentro del sistema de turismo regional.
En cuanto a los impactos positivos sobre el desarrollo local y regional se registra una controversial derrama económica hacia las comunidades, incremento de los negocios por motivo de la llegada de los visitantes, y el uso del teleférico para traslado de los pobladores hacia la meseta con el fin de comercializar sus artesanías, lo cual está exento de costo para los lugareños; tal valoración de impactos para ser efectiva debería contratarse de forma participativa con las necesidades reales y expectativas de estas poblaciones, estudio que deberá proyectarse en próximas etapas de investigación. Al mismo tiempo, algunos Rarámuri trabajan en el parque; además, este se encuentra abierto a los indígenas que deseen ingresar y comercializar sus productos artesanales, aunque se constata hasta el presente una participación limitada y no auto-gestionada. Se reporta también que en la etapa de construcción iniciada en el 2009 se contrataron aproximadamente 150 pobladores de la región.
Caracterización de la región Barrancas del Cobre como destino turístico
La región objeto de estudio (ver Figura 2) corresponde a los municipios que abarcan geográficamente el atractivo turístico integrado en el circuito de Barrancas del Cobre, es decir, las siete barrancas principales contenidas en él. Este espacio natural es conocido en su conjunto como Barrancas del Cobre, geoforma que cubre 6 municipios ubicados en la Sierra Tarahumara, perteneciente al estado de Chihuahua (Ocampo, Bocoyna, Uruachi, Urique, Batopilas y Guachochi). Colinda con los estados de Sinaloa y Sonora, e integra un conjunto espectacular de barrancas de gran atractivo geólogo geomorfológico; las principales por su atractivo turístico corresponden a Urique, Sinforosa, Batopilas, Candameña, Chínipas, Oteros y Barranca del Cobre. Presenta en general un clima subtropical influido por la altitud y disposición exposicional de las pendientes, el que está caracterizado por temperaturas más elevadas de mayo a julio (verano), y lluvias de junio a septiembre; la flora se constituye por bosques, en los cuales dominan árboles y arbustos (Lebgue, Sosa & Soto, 2005).
Se trata de un destino de importancia nacional e internacional. Contiene las dos cascadas más grandes de México y una gran cantidad de atractivos, entre los cuales destacan los poblados de Batopilas y Creel, incluidos en el programa de Pueblos Mágicos de la Secretaría de Turismo; a la vez que concentra la mayor cantidad de poblaciones indígenas de México, las cuales conservan su cultura, costumbres y tradiciones. Se desarrolla una cantidad importante de actividades turísticas, desde modalidades de montaña hasta ecoturismo, ya que integra el Parque Nacional Cascada de Basaseachic (área natural protegida por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas desde 1981) y el Parque de Aventura Barrancas del Cobre anteriormente caracterizado.
La población está constituida por grupos de composición mestiza y Tarahumaras; este último grupo dividido en tres etnias (Rarámuri, Tepehuan y Pima); sus actividades económicas fundamentales son la agricultura y ganadería. El turismo es una actividad secundaria o irrelevante para los grupos de población autóctona, ya que éste es mayormente aprovechado por las poblaciones mestizas del lugar y foráneos, por lo que se genera un desarrollo más exógeno que endógeno, en algunos lugares espontáneo, abierto y poco especializado.
Atractivos y producto turístico de Barrancas del Cobre
Con el propósito de obtener una caracterización del producto turístico que ofrece el destino, fue realizado el levantamiento de los principales atractivos y planta turística instalada a través de trabajo de terreno y consulta en fuentes secundarias. El mismo se basó en la conceptualización del producto turístico sustentable con enfoque territorial o de destino, tal como se indica en la Figura 3, donde se representa la triada que integra los atractivos, las facilidades y accesibilidad en vínculo a las dimensiones económica, ambiental y social de su desarrollo. Esta etapa del estudio incorporó la información recopilada y sistematizada en diversos sitios web oficiales, el primero de estos pertenece a la SECTUR; fueron utilizados además los sitios web recomendados por la Dirección de Turismo de la Secretaría de Economía del Estado: Secretaría de Economía, Dirección de Turismo; Visite hoteles de México; y ChihuahuaMexico.com.
Se presenta seguidamente la información sintetizada del inventario de atractivos de sitio, tanto naturales como construidos, así como una breve descripción del análisis situacional que se obtuvo según evaluación realizada (ver Tabla 1). Con base en el inventario y valoración de los atractivos turísticos identificados para la región Barrancas del Cobre (según información de las barrancas y los municipios en que se insertan), se identificó el valor de uso actual y las oportunidades de desarrollo turístico asociadas a cada uno de ellos.
Barranca | Municipio | Planta Turística Instalada | |
Atractivo turístico | Análisis situacional | ||
Barranca de Urique | Urique | 1. Templo de Santa María Montserrat | La barranca cuenta con diversos miradores, por lo cual la contemplación paisajística y el ecoturismo son las actividades turísticas idóneas para potencializar el desarrollo. |
2. Mirador Cerro del Gallego | |||
3. Mirador Mesa de Arturo | |||
4. Mirador Divisadero | |||
Barranca de Sinforosa | Guachochi | 5. Mirador de Picacho | En esta barranca se logra una combinación de modalidades turísticas y los atractivos aumentan, así como las actividades que se pueden llevar a cabo, desde la simple observación del espacio hasta el nado en cascadas. |
6. Mirador Cumbre de Huérachi | |||
7. Mirador Cumbres de Sinforosa | |||
8. Misión de San Juan Bautista | |||
9. Cascada del Salto Chico | |||
10. Cascada del Salto Grande | |||
11. Cascada de Rosalinda | |||
12. Cascada de San Ignacio | |||
Barranca de Batopilas | Batopilas | 13. Mirador La Bufa | Los atractivos turísticos siguen en aumento, los más relevantes son dos cascadas con la mayor altura del país -453 y 246 metros respectivamente-, además de contar con un Parque Nacional, el cual está categorizado como Área Natural Protegida por la CONANP. Los atractivos turísticos que contiene son únicos en el país. |
Barranca de Candameña | Ocampo | 14. Mirador Huajumar | |
15. Mirador Piedra Bolada | |||
16. Mirador El Gigante | |||
17. Mansión de Alexander R. Sheperd | |||
18. Misión de Satevo | |||
19. Parque Nacional Cascada de Basaseachic | |||
20. Cascada Piedra Bolada | |||
21. Cascada de Basaseachic | |||
22. Peña del Gigante | |||
Barranca de Chínipas | Chínipas | 23. Pueblo Nacional de Chínipas | Los atractivos turísticos registrados para esta barranca son limitados, sin embargo son descritos como pintorescos y engloban parte de la cultura de la región. |
Barranca de Oteros | Maguarichi Uruachi | 24. Rancho El Rincón | Aunque son pocos los atractivos turísticos y también poco conocidos, ponen de manifiesto la esencia y cultura de la región, además son representativos de un destino turístico de naturaleza. |
25. Cerro Blanco | |||
26. Cueva del Rincón del Oso | |||
27. Cueva de las Momias | |||
28. Valle de Otachique | |||
29. Mirador de la Barranca del río Choruyvo | |||
30. Mirador del Cerro Colorado | |||
Barranca del Cobre | Bocoyna | 31. Museo de las artesanías (de la cultura Tarahumara) | La barranca del Cobre y Urique son confundibles entre sí, y están cercanas a los atractivos turísticos mencionados, los cuales son los más reconocidos, mencionados y promovidos en la región. Las barrancas con mayor desarrollo en cuanto a atractivos turísticos corresponden a la del Cobre, Urique y la Sinforosa; esta última tiene un gran valor de uso turístico. |
32. Presa Sitiriachi | |||
33. Misión de San Ignacio. | |||
34. Valle de los Hongos y Ranas | |||
35. Valle de los Monjes | |||
36. Lago de Arareco | |||
37. Cascada de Cusárare | |||
38. Templo de los Santos Cinco Señores de Cusárare | |||
39. Museo San Ignacio de Loyola | |||
40.Aguas Termales Recowata |
Fuente: Elaboración propia basada en http://www.chihuahua.gob.mx/turismoweb
El inventario de atractivos de sitio del destino refleja una marcada diversidad de recursos con un elevado potencial de uso, esto debido a la gran biodiversidad, geodiversidad y sociodiversidad de la región, lo cual dista mucho de una óptima puesta en valor turístico. La base de atractivos está asociada a las espectaculares vistas panorámicas que ofrece el profundo sistema de cañones, las montañas, cascadas, ríos, lagos, aguas termales, y bosques montanos, así como los poblados mestizos -pueblos mágicos- y las comunidades indígenas cuyos orígenes son datados en el siglo XVII. Cabe destacar que la valorización turística de estas últimas no se ha constituido hasta el presente en motivo central de la atracción y mantenimiento de los flujos turísticos.
La planta turística está integrada por 118 establecimientos de alojamiento con diferentes tipología y categoría. Estos se auto denominan hotel, hotel boutique, hostal, rancho, hacienda, cabaña, posada, mansión, villa, motel, resort, parador, casa, mesón, ecohotel, lodge, entre otros; lo cual denota falta de estandarización para distinguir un alojamiento de otro, sobre todo en términos de calidad. Los hoteles 4 y 5 estrellas son escasos, predominando las categorías inferiores, los establecimientos no clasificados o los auto clasificados sin cumplir los requerimientos establecidos. Integran el sistema de turismo 57 restaurantes y 8 módulos de información turística. El núcleo de mayor desarrollo es Creel con 38 alojamientos, siguen Divisadero con 14;1 Guachochi con 11; Batopilas con 9; Cerocahui con 7 y Basaseachic con 5.2 De estos, 18 han sido reconocidos con el Distintivo M,3 y 1 con reconocimiento ambiental, lo cual representa el 22.4% del total.
En su estructura territorial las principales zonas de concentración gravitacional turística y orientación de los flujos son Divisadero, Creel, Parque de Aventuras Barrancas del Cobre, Basaseachic, Arareco, Cusárare, Batopilas, Guachochi, y Cerocahui; aunque el eje articulador del destino lo constituye el corredor que forma el Ferrocarril Chihuahua-Pacífico (CHEPE), y una red de carreteras pavimentadas de montaña que une diferentes puntos de interés social, económico y turístico. El espacio regional registra como actividades principales la forestal, agricultura, minería y turismo; las cuales en no pocos espacios entran en conflictos de tipo funcional, generando incompatibilidades de uso que condicionan impactos ambientales, sociales y económicos.
Se comprueba que la diferencia entre las barrancas y los municipios en que se inserta el turismo es notable y la disparidad en infraestructura resulta contrastante. Las más desarrolladas turísticamente son las barrancas del Cobre y Urique; éstas cuentan con una mayor cantidad de infraestructura y de atractivos turísticos; parte de sus hoteles y restaurantes se encuentran reconocidos con estándares de calidad y son más responsables con la naturaleza. Continúa en orden de significación turística la Sinforosa. Las Barrancas de Candameña, Batopilas, Chínipas y Oteros tienen menor desarrollo turístico, su infraestructura es más sencilla y no cuentan con estándares de calidad que certifiquen su proyección social o ambiental (al menos publicado).
Como parte de los atractivos principales de la región en la Tabla 2 se muestra la localización, tipología, y valor real que las comunidades locales suponen para el desarrollo turístico de cada barranca. Destacan los cultivos y la venta de artesanías en su potencial turístico, aunque se refleja un bajo nivel de participación en estas actividades. En términos generales estas comunidades no tienen inclusión en el turismo, con excepción de los Rarámuri, quienes realizan artesanías para la venta. Sin embargo; realmente las actividades que ellos llevan a cabo como sustento para su hogar son básicamente campesinas, ya que el apoyo a los hogares se basa en la agricultura, y ésta no tiene relación con el desarrollo turístico de ninguna barranca en particular.
Municipio | Localidad objeto de estudio | Barranca cercana al municipio | Etnias tarahumaras ubicadas dentro de la localidad | Tipología | Actividad Socioeconómica realizada |
Ocampo | Basaseachic | Barranca de Candameña | Rarámuri Pima | Poblado tarahumara | Cultivo de maíz y venta de artesanías Cultivo de maíz, trigo, papa, tomate, chícharo, chiles, cebolla, ajo, manzana y pera |
Bocoyna | Creel | Barranca del Cobre | Rarámuri | Poblado tarahumara | Cultivo de maíz y venta de artesanías |
Uruachi | Uruachi | Barranca de Chínipas | Rarámuri | Poblado tarahumara | Cultivo de maíz y venta de artesanías |
Urique | Urique | Barranca de Urique | Rarámuri | Poblado tarahumara | Cultivo de maíz y venta de artesanías |
Batopilas | Batopilas | Barranca de Batopilas | Rarámuri | Poblado tarahumara | Cultivo de maíz y venta de artesanías |
Guachochi | Guachochi | Barranca de Sinforosa | Rarámuri Tepehuán | Poblado tarahumara | Cultivo de maíz y venta de artesanías Cultivo de maíz, frijol, calabaza y papa. |
Fuente: Elaboración propia basada en el Programa Sectorial de Atención a Pueblos y Comunidades Indígenas, 2004-2010. Recuperado de: www.chihuahua.gob.mx
Percepción de la comunidad de Creel y Urique respecto al desarrollo turístico local
Como resultado del estudio piloto realizado en el Pueblo Mágico de Creel y en Urique se percibe un rechazo al modelo de desarrollo turístico conformado hasta el presente en la región. Esto se manifiesta en la síntesis de opiniones relativas a cada uno indicadores en que metodológicamente fue agrupada y valorada la información, según fuente de datos recopilados mediante el trabajo en grupos de discusión, encuestas y entrevistas.
1. Tipo de proyecto. Los integrantes de la comunidad mencionaron que existe una total deforestación en la región, hay poco control de las aguas residuales que terminan en arroyos (sobre todo en la zona de Divisadero), y que se necesita una nueva infraestructura para la localidad, servicios médicos, tanto para los turistas como para ellos, y actividades culturales para ambas partes. En opinión de un participante se afirmó que “es importante preservar el medio ambiente, teniendo en cuenta que la deforestación es mucha, no hay respeto por el medio ambiente... es necesario contar con normas estrictas de tarifas de entrada a los parques y a las comunidades rurales”. Otro participante agregó “... se necesitan más eventos culturales para la población, no tenemos mucho que hacer u ofrecer a los visitantes, necesitamos transporte más eficiente para los turistas, áreas de estacionamiento, mantenimiento y mejora de todas las áreas turísticas y espacios públicos; y, por supuesto, es necesario contar con capacitación bilingüe para los proveedores de servicios y mejorar la disponibilidad de los servicios de emergencia en los sitios turísticos”.
2. Necesidades y deseos de la comunidad. Los servicios de agua potable en épocas de alta demanda turística son escasos y además la población sugiere una mejor infraestructura, no sólo turística, sino también local, demandan nuevos restaurantes, personal calificado, etc. La canasta básica no puede ser adquirida por algunos pobladores y la afluencia turística ha generado que se adquieran mercancías extranjeras para cubrir las demandas, en lugar de las elaboradas en la región. Los lugareños mencionaron que los precios de la estación Divisadero-Barrancas (parada del tren CHEPE) son muy elevados, por lo que, los turistas pueden costearlos, pero la comunidad residente del lugar no. Desean además que se mejore el servicio de limpieza, ya que los avergüenza que los turistas observen tanta basura en el destino.
Mencionó un participante “…apenas tenemos agua potable durante la temporada turística, cuando sólo se le da a los hoteles y negocios turísticos. Considero que es necesario prestar atención a las aguas residuales, ya que éstas terminan en arroyos cercanos y las contaminan ...el Departamento de Medio Ambiente y Ecología debe prestar más atención a los problemas ambientales para evitar impactos negativos”, otro participante agregó “... existe una regulación efectiva y constante del precio de los bienes y servicios, especialmente los artículos básicos que a veces aumentan un 40% más que en otras comunidades vecinas como San Juanito... el salario promedio es de 300 pesos y en casos raros de 400 pesos por semana ... y una mejora también de la relación calidad/precio de los alimentos, ya que algunos turistas se quejan de pagar 25 pesos por un “burrito” de mala calidad o las famosas “gorditas” también de mala calidad por 40 pesos”.
3. Implicación de la comunidad. Se manifestó que la comunidad no obtiene un beneficio económico del turismo, la misma comunidad mestiza reconoce que las etnias de la región no reciben ningún tipo de bienestar; además, comentan que el sentimiento hacia el turismo es en general de rechazo. Los pobladores locales no conocen algunas atracciones del destino, y mencionan sólo saber que estas tienen precios muy elevados. Un participante alegó que “la comunidad no recibe beneficios directos del turismo, ya que muy pocos de nosotros somos proveedores de servicios, la mayoría de la comunidad indígena no se beneficia directamente del turismo, por lo que el consenso general de la clase pobre es que rechazan el turismo… Un alto porcentaje de la población local nunca ha estado en las atracciones turísticas. Por ejemplo, 'El Divisadero de Barrancas' que es relativamente caro para nosotros visitar, y mucho menos disfrutar de atracciones como el teleférico. Otro participante mencionó” Sin embargo, los tarahumaras locales pueden usar el teleférico como medio de transporte de forma gratuita… yo creo que hay limitaciones salariales que impiden la integración y la participación de la gente local en el turismo”.
4. Aspiraciones de la comunidad. La comunidad tiene interés de participar en la actividad turística, desean capacitarse para desempeñar diferentes actividades que pudieran ser necesarias en el destino (guía de turistas, cocinero, artesano, entre otras). Un lugareño expresó: “Necesitamos ser entrenados, por ejemplo, los indígenas como guías locales, ya que conocen la región mejor que nadie, esto podría mejorar su trabajo, los salarios, y el acceso a todos los beneficios... refuerzan las habilidades laborales en diferentes actividades, como la gastronomía, esto daría oportunidades de empleo, por ejemplo, es posible establecer un programa de preparación de alimentos con los locales promovido por el Departamento de Salud o realizar actividades locales de música nuestra y de folklore nativo, juegos, bailes, y más cosas”.
5. Valor e importancia del desarrollo turístico local. La comunidad reportó que la generación de ingresos y los salarios justos son de gran importancia para ellos, también declararon que con la construcción del aeropuerto se han generado diversos problemas, mayormente ambientales y cuestionaron cómo fue que no se contrató a la población local para ocupar puestos de trabajo, y que en cambio se contrató a personas foráneas. Aquí se advierte un contraste de información entre los empleadores y los lugareños que aportan criterios diferenciados.
Un participante reconoció que “como el turismo es un factor importante para nuestro ingreso económico, es necesario enfocarse en el problema de la deforestación y reforestar porque la construcción del aeropuerto local llevó a la destrucción de varias hectáreas de bosques y varios componentes de flora y fauna, y recuerden que los contratistas eran extranjeros... La construcción de un gasoducto que atraviesa la ciudad de Creel generó muchos daños ambientales y sociales y la explotación de las minas cercanas ha provocado la extinción de especies enteras de flora y fauna”. Otra lugareña señaló “hasta ahora, he visto pocas fuentes de empleo valiosas... poco o ningún beneficio económico reflejado de manera tangible en el bienestar de mi familia, mi comunidad, yo sé que el turismo es una importante fuente de crecimiento ¿pero cuando vamos a ver los beneficios...?”
Desafíos y proyecciones para la sustentabilidad local del destino
A los fines de la investigación, el desafío es considerado en la acepción de retar, competir, incitar, provocar al destino hacia la gestión sustentable del turismo de base local como una estrategia compleja a la que deben enfrentarse en el mediano y largo plazo. Por tal razón, se realizó un escenario comparado entre el modelo turístico actual y el modelo turístico deseado, el cual representa la síntesis del diagnóstico participativo propositivo realizado y puede servir de base a la proyección de nuevas estrategias de desarrollo turístico local. El análisis reflejó un amplio abismo de contradicciones y desafíos para poder transitar desde el escenario actual hacia un escenario deseado caracterizado por un turismo endógeno y participativo. Los rasgos que caracterizan tales escenarios se enumeran seguidamente; los mismos fueron elaborados como ejercicio de planificación participativa y presentados a partir de una lista de exclusión y ponderación según niveles importancia percibidos.
Escenario A. Escenario de desarrollo turístico exógeno y no participativo (ACTUAL), el cual refleja las singularidades percibidas del modelo de desarrollo turístico local:
El ordenamiento territorial del turismo no ha logrado una evaluación objetiva del impacto sobre estos ambientes tan frágiles, en los cuales residen poblaciones muy vulnerables.
La comunidad, su convivencialidad y cotidianidad no han alcanzado un favorable posicionamiento como como parte del modelo de desarrollo turístico.
Los residentes locales no participan activamente en la actividad turística desde la etapa de planificación, lo que debilita la acción, la dirección y el cuidado del patrimonio natural y cultural del destino.
La comunidad no se ha constituido en el principal agente de la actividad y desarrollo del turismo, y este no ha contribuido al desarrollo de pautas comunitarias.
La comunidad no ha sido preparada e incentivada para insertarse al desarrollo turístico, y no existen las condiciones reales para la práctica del TBL, lo cual entra en contradicción con los propios intereses de la comunidad, ya que no se ha alcanzado la integración eficiente, la participación activa a nivel local y su implicación al proceso de toma de decisiones.
Existe pobre integración de actividades de base local tradicional, y no se advierte fortalecimiento de la cadena productiva con otras actividades de valor territorial.
Existe una insuficiente valoración ambiental in situ, y de reconocimiento al patrimonio cultural de las comunidades.
La gestión turística no se ha centrado en los actores y líderes locales de la comunidad.
No hay reconocimiento por parte de la comunidad autóctona al valor del turismo como actividad primaria y relevante, por lo que los pobladores muestran poco interés y falta de compromiso con el turismo.
Las experiencias turísticas de los visitantes son valoradas como memorables, pero la experiencia para las comunidades receptoras no es satisfactoria, lo cual pone de manifiesto una contradicción antagónica.
Escenario B. Escenario de desarrollo turismo endógeno y participativo (DESEADO), el cual refleja las singularidades percibidas del modelo de desarrollo turístico a proyectar para este destino en particular:
Se auto reconoce la capacidad de carga y las condiciones de respuesta del ambiente y de las comunidades ante los efectos del turismo; se dispone de un plan integrado de manejo de riesgos, crisis e impactos.
Se implementa el turismo en las localidades que están desarrollándose como comunidad, y al mismo tiempo el desarrollo turístico cataliza el mejoramiento de la sociedad local.
Los residentes locales se incorporan a los procesos de planificación participativa desde la etapa inicial de los nuevos desarrollos turísticos y se incentivan los emprendimientos locales.
Se fortalece el protagonismo de la comunidad como principal agente de desarrollo de la actividad turística local, con derecho a la inclusión plena.
Se capacita a la comunidad con base en sus atractivos y productos turísticos, la comunidad conoce el valor con el que cuenta el destino, se crea conciencia y aumenta su perspectiva hacia su propio valor cultural, a la vez que se mejora el sentido de relevancia del habitante local.
Se fortalecen las actividades culturales para el disfrute de los turistas y la población anfitriona con la participación activa de la comunidad.
Se promueve la interpretación ambiental y revalorización del patrimonio cultural como base del producto turístico sustentable y la inteligencia turística.
La comunidad se identifica con el turismo y lo reconoce como actividad principal por los beneficios que le aporta y la forma en que se manejan los recursos ambientales.
Se integran iniciativas de turismo propias de las comunidades, promovidas por ONG y entidades de gobierno, las que mejoran el ambiente y calidad de vida; a la vez, la comunidad da seguimiento a proyectos, programas y planes de TBL con los que se compromete.
Se establecen negociaciones entre la comunidad y los hoteleros-restauranteros mediante los que se promueve la utilización de materias primas, las producciones locales, y la fuerza de trabajo local.
El tránsito de un escenario a otra tomará tiempo y recursos, los que deberán se cuidadosamente estudiados y gestionados, de igual forma este proceso deberá incorporar las brechas que separan una situación de la otra. Para tal fin, la Tabla 4 refleja la percepción de los integrantes de la comunidad que participaron en el estudio con respecto al estado actual de desarrollo de indicadores básicos de sustentabilidad (OMT, 2005) local; para esta valoración fueron seleccionados los 5 indicadores considerados como más relevantes para el desarrollo turístico en Creel y Urique. Esta primera aproximación al conocimiento del problema se realizó mediante una evaluación grupal y en sesión plenaria, utilizando una escala en la que 01 representa la más baja relación entre el estado actual de impacto del modelo de desarrollo turístico de Barrancas del Cobre y los indicadores de sustentabilidad local que deberán alcanzarse, y 10 la más alta puntuación a la relación percibida.
Indicadores | Escala de valoración | |||||||||
Mejoramiento de la calidad de vida de la población local | 01 | 02 | 03 | 04 | 05 | 06 | 07 | 08 | 09 | 10 |
Mejoramiento de la calidad a la experiencia del visitante | 01 | 02 | 03 | 04 | 05 | 06 | 07 | 08 | 09 | 10 |
Mantenimiento de la calidad del medio ambiente del que dependen la población local y los visitantes | 01 | 02 | 03 | 04 | 05 | 06 | 07 | 08 | 09 | 10 |
Obtención de mayores niveles de rentabilidad económica turística para los residentes locales | 01 | 02 | 03 | 04 | 05 | 06 | 07 | 08 | 09 | 10 |
Aseguramiento de beneficios a los empresarios turísticos autóctonos de la comunidad. | 01 | 02 | 03 | 04 | 05 | 06 | 07 | 08 | 09 | 10 |
Fuente: Elaboración propia: basada en resultados de trabajo con grupos de la comunidad.
Derivado de la valoración participativa realizada, se comprobaron muy bajos niveles de desarrollo en los indicadores de sustentabilidad local para el destino Barrancas del Cobre. Los indicadores con menores valores percibidos son la calidad de vida de la población local, la calidad del medio ambiente y los niveles de rentabilidad económica turística para los residentes locales. A pesar de saber que la satisfacción de los visitantes es alta, consideran que la experiencia del visitante no es total, ya que se les ofrecen sólo los atractivos naturales, sin comprender que estos contienen un mundo cultural tan valioso como la propia naturaleza del lugar. De igual forma, reconocen los beneficios a los empresarios turísticos, pero aseguran pudieran ser superiores si se optimizara el desarrollo de una manera integrada y colaborativa.
Como criterio para la proyección estratégica del destino con enfoque holístico o totalizador, se construyó de forma participativa un eneágono que contiene los componentes percibidos como necesarios para la conformación de un desarrollo sustentable de base local en Barrancas del Cobre (ver Figura 3). Cada uno de los nueve ejes representa las variables que deben ser desarrolladas para promover un turismo alternativo en la región. El modelo eneágonal integra la superposición de tres triángulos, los cuales corresponden a las dimensiones territorial-ambiental (protección ambiental/patrimonial, mejoramiento ambiental/patrimonial y conservación ambiental/patrimonial); socio-cultural (comunidad, visitantes/turistas, gestores turísticos); y económico-mercadológica (producto/destino, competitividad/posicionamiento, beneficio económico).
La operacionalización del modelo deberá basarse en la identificación de indicadores para cada una de las variables que lo integran, así como la elaboración con la participación de la comunidad local de los criterios e instrumentos de medición. De esta manera, se podrá proyectar el modelo de desarrollo sustentable de base local que visualiza la comunidad e integrarlo con la percepción del resto de los actores sociales y económicos, resultado este que servirá como instrumento para reorientar el turismo hacia el desarrollo comunitario local, todo lo cual propiciará las condiciones para un nuevo modelo de turismo endógeno y participativo en las Barrancas del Cobre.
Conclusiones
El modelo conceptual desarrollado para este estudio (ver Figura 1), ha sido validado en la práctica como una herramienta valiosa para la aproximación al TBL en el destino seleccionado y ofrece oportunidades para que los tomadores de decisión alcancen una mejor comprensión de las percepciones de la comunidad con relación al desarrollo del turismo territorial en Barrancas del Cobre. La nueva base de conocimiento turístico proporcionada por el estudio, refleja valiosa información sobre las percepciones de los anfitriones respecto al modelo de desarrollo turístico (Byrd, 2007; Clausen y Gyimóthy, 2016) en términos de sustentabilidad (Cárdenas, Byrd y Duffy, 2015), así como las preocupaciones de la comunidad hacia los impactos del turismo (Cárdenas, Byrd y Duffy, 2015). Este instrumento integra variables que podrían aplicarse a futuro en este emergente destino de montaña para facilitar un mejor proceso de gestión local, orientado a la construcción de un modelo de desarrollo turístico sustentable (GSTC, 2012; Peric & Djurkin, 2014).
Desde una perspectiva metodológica, la información proporcionada por la comunidad local fue de alto valor utilitario para comprender los problemas asociados a la valoración de las dimensiones sociales de desarrollo del turismo sustentable con enfoque de destino, lo cual es coincidente con resultados obtenidos en investigaciones anteriores (Joo et al., 2018; Lekaota, 2015; Montaño, Núñez, y Pérez, 2016; Wang et al., 2014; Woosnam, 2012). El estudio de las comunidades locales brindó la oportunidad de escuchar, observar y comprender las percepciones de la población anfitriona, demostrando el alto valor contributivo de los actores sociales a la gestión integrada de modelos de desarrollo turístico local.
El estudio permitió reconocer que Barrancas del Cobre aún se encuentra en la etapa formativa de su ciclo de vida, lo cual implica atender a los numerosos retos que debe asumir para convertirse en un destino turístico de nivel internacional. En la actualidad, las percepciones de la comunidad local hacia el desarrollo del turismo y su contexto natural/cultural no son convergentes en términos de sustentabilidad, lo cual ha sido comprobado también en otros destinos (Palafox-Muñoz, Sánchez y Ortiz, 2013; Peric y Djurkin, 2014; Postma, Cavagnaro y Spruyt, 2017; Villavicencio, Zamora y Pardo, 2016). Por tanto, es necesario desarrollar estrategias de gestión desde el nivel local como otros autores ya han demostrado (Ali & Frew, 2014; Bhat & Gaur, 2012; Bimonte & Punzo, 2016; Pulido-Fernández & Pulido-Fernández, 2017), con el fin de garantizar un nexo satisfactorio con los intereses y expectativas de la comunidad. Mediante este enfoque, se pudiera avanzar hacia el desarrollo de un sistema de gestión turística eficiente e integrada que consolide la inteligencia de mercado, la sustentabilidad, la participación de las partes interesadas, la competitividad empresarial y la rentabilidad del destino turístico, fortaleciendo así las incompatibilidades que caracterizan el escenario actual.
Basado en la afiliación de este estudio a la perspectiva de la sustentabilidad social, se comprobó que es esencial integrar las opiniones de los residentes a la planificación turística de una manera más compatible (Clausen y Gyimóthy, 2016; Guccio et al., 2017; Oz et al., 2015), evitando la multiplicación de modelos de turismo masivo, que excluyen los intereses de la comunidad. La compatibilidad con la sustentabilidad podría evitar una sobre comercialización del destino e impedir una transformación del ambiente natural y de la cultura al estilo de los parques de aventura más convencionales. Desde una perspectiva comercial, tales medidas podrían crear una identidad única para el destino y favorecer ajustes orientados a satisfacer las demandas de un creciente segmento de mercado de viajes sustentables, los cuales reclaman nuevos productos turísticos con alto valor añadido.
Hasta el presente, el destino Barrancas del Cobre ha promovido un modelo de desarrollo turístico tradicional alejado de los principios de la sustentabilidad local, en el cual el rol de las comunidades autóctonas no es auto gestionado ni participativo; este modelo es carente de una legítima inclusión y falta de valorización del atractivo por parte de las comunidades locales y de otros actores. Las percepciones de la comunidad sobre el desarrollo turístico son mayormente negativas, relacionándolas con la deforestación, otros problemas ambientales y conflictos con las comunidades autóctonas a causa del uso del territorio. Para la comunidad, la actividad turística que vivencian es ajena a su cotidianidad y convivencialidad, y no se auto reconocen beneficiarios de los programas de desarrollo turístico.
Las principales modalidades de turismo que se practican en Barrancas del Cobre no se basan en una gestión promovida por los actores de la comunidad local como estrategia de turismo alternativo. No son frecuentes los emprendimientos turísticos sustentables derivados de iniciativas propias de las comunidades, o bajo el acompañamiento de ONGs; en tanto, el núcleo principal de desarrollo correspondiente al Parque de Aventuras Barrancas del Cobre, es más un resultado de estrategias estatales y federales que de las comunidades locales, especialmente las indígenas. Tampoco se dispone de suficiente información publicada sobre políticas, programas, planes y proyectos de desarrollo turístico del destino, por lo que se hace necesario disponer de un observatorio turístico y de base de datos para consulta pública, garantizando así el derecho a la información y a los aprendizajes que sirven de base a una participación consciente.
Como resultado del estudio se revela un favorable apego de los residentes locales hacia su comunidad, al tiempo que la participación en la gestión del destino se convierte en un factor negativo que afecta los niveles de apoyo necesarios para el desarrollo turístico de base local (GSTC, 2012), contrastando de esta forma con otros destinos donde las preocupaciones de las partes interesadas se toman en consideración a lo largo del proceso de planificación y gestión (Tuohino y Konu, 2014). Cuando el modelo de turismo local no es endógeno, participativo y autogestionado, los habitantes no perciben los beneficios; por tanto, se generan incompatibilidades que afectan negativamente la sustentabilidad. Tal problema se ha evidenciado a través de los impactos ambientales y socioculturales adversos del desarrollo del turismo en las Barrancas del Cobre, por lo cual deberán corregirse para promover un modelo alternativo de turismo local.
Son grandes los desafíos para la sustentabilidad local del destino dada su concentración en la dimensión económico-comercial del desarrollo y el desbalance territorial que se ha generado; pero es factible repensar el concepto de modelo de desarrollo turístico regional y recomendable realizar proyecciones a medio y largo plazo que permitan transitar desde el escenario actual a un escenario deseado de turismo endógeno y participativo. La continuidad de la investigación a futuro deberá proyectarse a la operacionalización del modelo eneágonal para la conformación del desarrollo sustentable, en función de lo cual es recomendable la identificación de indicadores para la medición de cada una de las variables que lo integran. De igual forma, deberán elaborarse los criterios e instrumentos de medición y su posterior validación, así como el desarrollo de una prueba piloto y evaluación con vista a realizar los ajustes pertinentes. Para la transferencia de los conocimientos derivados del estudio, se proyectaron talleres formativos con actores locales de Creel y Urique, así como la adecuación tentativa a otros contextos regionales con problemáticas similares.