Introducción
Según datos de la OMS, las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) representan el 71% de las muertes anuales que se producen en el mundo, las cuáles en su mayoría son “prematuras”, ya que ocurren entre los 30 y 69 años de edad. Dentro de este panorama las principales causas de muerte son las enfermedades cardiovasculares (17.9 millones anuales), cáncer (9 millones), enfermedades respiratorias crónicas (3.9 millones) y diabetes (1.6 millones), etc. Las cifras indican una prevalencia de 80% de las defunciones en el ámbito internacional y el 43% de la carga mundial de morbilidad. En este contexto, las enfermedades crónicas no transmisibles afectaron en 54% las estimaciones de años de vida ajustados en función de la discapacidad en 2010; además, la probabilidad de morir es del 15% en personas de entre 30 y 70 años (OMS, 2019; OPS-OMS, 2017).
La presencia de las enfermedades crónicas no transmisibles ocasiona deterioro en el funcionamiento de las personas, inclusive en grados avanzados puede limitar su independencia. La Clasificación Internacional de Funcionalidad (CIF) define la dependencia como la situación en la que una persona con discapacidad precisa de ayuda técnica o personal para realizar actividades de la vida diaria, las cuales incluyen las de autocuidado básicas como alimentación, baño, vestido, traslado, etc., ya que generan un grado de dependencia alto (Querejeta, 2004). Las personas que se dedican a prestar estos cuidados son llamados cuidadores.
Los cuidadores pueden brindar el cuidado de manera profesional y demandar un pago por el servicio prestado, por lo que se les denominará cuidadores formales; en cambio, aquellos que ofrecen el cuidado sin preparación sin pago y de manera altruista serán los cuidadores informales y/o primarios (T oronjo Gómez, 2001). El cuidador primario mantiene relación estrecha con el paciente no solamente física, sino que tiene capacidad de decisión sobre sus tratamientos; también participa de manera activa al satisfacer las necesidades básicas y económicas, lo que lo convierte en elemento indispensable para el enfermo (Ostiguín-Meléndez et al., 2012). Asimismo, se le ha considerado como la persona de la cual depende el enfermo crónico, ya que el afecto y atención proporcionados son imprescindibles para garantizar la calidad de vida al brindar no sólo su tiempo y esfuerzo sino sus capacidades intelectuales, físicas, emociones y hasta su salud para poder llevar a cabo el nuevo rol (Ferré-Grau et al., 2014). En México tales personas se cifran en más de 18 por cada 100 posibles cuidadores, y se espera que incrementen en los próximos 15 años (Huenchuan y Rodríguez Velázquez, 2015).
Cuando las funciones rebasan al cuidador suele presentarse la sobrecarga, que se define como un estado de agotamiento físico y emocional debido al cuidado que brinda. Se caracteriza por cansancio, irritabilidad, malestares físicos y psicológicos que deterioran la calidad de vida de quien en un inicio estaba sano y al hacerse cargo del enfermo poco a poco ve mermada su salud; además, se ha reportado que convivir con una persona dependiente aumenta hasta cinco veces más el riesgo de enfermar, así como tener un inadecuado estilo de vida derivado de sus actividades (Estrada Fernández et al., 2018). Por otro lado, cuidar de otros tiene repercusiones importantes no nada más en la salud física, sino que también da lugar al aislamiento social, falta de tiempo libre, disminución de calidad de vida o deterioro de la situación económica (Aguilera et al., 2016). Los cuidadores primarios suelen presentar mayores niveles de sobrecarga que los cuidadores formales, incluso menor calidad de vida y peor estado de salud debido a su falta de habilidad para el cuidado, resistencia al estrés y el vínculo emocional que tienen con el paciente (Flores et al., 2014).
En cuanto a la calidad de vida –percepción del individuo de su posición en la vida considerando su contexto, sus objetivos, estándares y preocupaciones que se ven afectados por su salud física, estado psicológico, relaciones interpersonales, espiritualidad, etc. (Whoqol Group, 1997)–, los estudios sobre cuidadores señalan que en cuidadores ésta es más baja que la de los enfermos a quienes cuidan (Moreno et al., 2019). Entre las principales manifestaciones se encuentra la depresión/angustia y el dolor/malestar (López-Espuela et al., 2015). A partir de lo anterior, la hipótesis señala que a mayor sobrecarga se presentará menor calidad de vida en los cuidadores primarios, principalmente en quienes cuidan enfermos dependientes.
Por ello, el objetivo del artículo es analizar la relación de la sobrecarga y la calidad de vida de los cuidadores primarios considerando el índice de independencia del enfermo crónico
1. Diseño de investigación
Se presenta un estudio no experimental, con enfoque cuantitativo, corte trasversal con alcance descriptivo-correlacional. El artículo parte de una muestra intencional de 351 cuidadores primarios informales de entre 15 y 89 años, ambos sexos, de enfermos crónicos (76.2% mujeres y 23.8% hombres). Los participantes cumplieron los criterios de inclusión: cuidadores primarios informales, mayores de 15 años, tres meses mínimo en el ejercicio del cuidado, no recibe salario o compensación económica por el cuidado brindado, habitantes de Zumpango, Estado de México, y participación voluntaria en el estudio. Se dividen en tres subgrupos de acuerdo con el grado de independencia del enfermo que atiende el cuidador: a) dependiente (n = 60), b) independencia media (n = 53) y c) independiente (n = 238).
1. 1. Instrumentos
Cédula de datos sociodemográficos y cuidado: Índice de Katz (Gobierno de Aragón, 2004), escala de sobrecarga de Zarit (Martín Carrasco et al., 1996; Alpuche Ramírez et al., 2008) y cuestionario de calidad de vida (WHOQOL-BREF) (González-Celis y Gómez-Benito, 2013; Hernández-Navor et al., 2015).
1. 2. Procedimiento
La muestra se recolectó a partir de los registros de enfermos crónicos de los centros de salud de Zumpango con un muestreo de bola de nieve por medio de visitas domiciliarias en las que se solicitó consentimiento bajo información basado en la Declaración de Helsinki (CONBIOÉTICA, 2015) y se aplicaron los instrumentos de medición. El personal de enfermería (autoras del estudio y estudiantes en prácticas profesionales) recabó la información en el periodo 2017-2018.
2. Análisis de datos
Se lleva a cabo el análisis descriptivo de las características sociodemográficas, el nivel de independencia del enfermo y la sobrecarga y la calidad de vida del cuidador primario. De acuerdo con los resultados de las pruebas de normalidad, los datos sociodemográficos se ajustan a la normalidad, pero la sobrecarga y la calidad de vida no cumplen con el supuesto de normalidad a través de la prueba Kolmogorov-Smirnov con corrección Lilliefors (sig. = 0.000). En consecuencia, se utilizan pruebas paramétricas para variables de intervalo, con normalidad, y pruebas no paramétricas en el caso de variables nominales. El análisis multivariado se ejecuta a través de una regresión logística binaria de las covariantes sobre la calidad de vida total, con el método introducir, utilizando SPSS 20. En todos los casos se respeta el nivel de significancia de 0.05.
3. Resultados
3. 1. Perfil del enfermo y el cuidador
Las principales características en los pacientes se mencionan a continuación: edad promedio 64 años, mayor frecuencia de adultos mayores, mujeres (63%), casadas (42.6%) y viudas (32.6%), con estudios básicos (68.8%), dedicadas al hogar (53.7%), desempleados (53%), ingresos indefinidos, católicos (87.8%), que dependen de los hijos (36.7%) y de sí mismo (24.3%). En cuanto a las características familiares, ya no tienen convivencia de pareja (51.1%), aunque algunos siguen teniendo menores a su cargo (11.1%). En la salud presentan diabetes e hipertensión, separadas o combinadas (85.7%); en promedio llevan con la enfermedad de 11.49 años (DE = 8.85); sí reciben tratamiento médico (94.5%) (cuadro 1).
Por su parte, las características de los cuidadores: mujeres (76.2%), edad de 43.5 años, van desde adolescentes hasta adultos mayores, educación media (57.2%), ocupación ama de casa (50.4%), casadas (53.9%), católicas (88.5%), dependen económicamente de sí mismas (40.2%) y del esposo (39.6%). En el aspecto familiar, la mayoría no convive con su pareja (67.4%), tienen entre 1-2 menores a su cargo (48.9%) y cohabitan con el enfermo (81.4%); en cuanto al parentesco con el enfermo, se trata de las hijas o las esposas. En los datos de salud, algunos cuidadores están enfermos (30.6 %), sobre todo aquellos que están a cargo de los enfermos dependientes (46.6%). En cuanto al cuidado: único cuidador (62.6%), por iniciativa propia (75.4%), los cuidan desde el momento del diagnóstico (72.1%), durante los siete días de la semana (74.3%) y con predominio de los que destinan de 21 a 24 horas de cuidado diario (cuadro 1).
Variable | Subgrupos | Estadístico | ||
Dependiente | Independencia media | Independiente | ||
Enfermo | ||||
Sexo: mujer | 68.33% | 49.06% | 65.96% | X2 = 6.01* |
Edad | X = 70.03a DE = 18.63 | X = 67.98 DE = 17.50 | X = 61.77b DE = 13.58 | F = 9.11*** |
Estado civil: viudez | 46.67% | 43.40% | 26.58% | X2 = 16.74* |
Ocupación: ama de casa | 58.33% | 54.84% | 52.52% | X2 = 24.20* |
Dejar de trabajar | 74.00% | 56.60% | 46.00% | X2 = 14.68*** |
Depende de sus hijos | 59.24% | 41.18% | 31.14% | X2 = 28.40* |
Cuidador | ||||
Número de horas de cuidado | X = 18.84 DE = 7.68 | X = 18.90a DE = 8.01 | X = 16.39b DE = 8.44 | F = 3.37*** |
Ocupación: ama de casa | 68.33% | 43.39% | 47.48% | X2 = 21.00* |
Cuidador enfermo | 46.66% | 24.53% | 27.84% | X2 = 9.06** |
Nota:% = porcentaje, X = media, DE = desviación estándar, F = ANOVA de una vía, X 2 = chi cuadrada, *p < 0.05, ** p < 0.01, ***p < 0.001
Fuente: elaboración propia.
3. 2. Nivel de independencia
Referente al nivel de independencia del enfermo a su cargo, el 67.8% es independiente (n = 238), 15.1% presenta independencia intermedia (n = 53) y 17.0% es enfermo dependiente (n = 60). Los promedios obtenidos señalan que la habilidad de alimentarse es la menos afectada (X = 0.87, DE = 0.34), mientras que la habilidad de movilizarse es la que presenta menores puntuaciones de independencia (X = 0.78, DE = 0.41).
Los resultados muestran que los enfermos con independencia intermedia son más dependientes en la movilidad y más independientes en la alimentación, en tanto que los enfermos dependientes están afectados en la mayoría de estas habilidades, incluso 33.3% (n = 20) no puede realizar ninguno de los elementos evaluados; en este subgrupo la mayor afectación se encuentra en movilidad, baño y vestido y nuevamente la alimentación es la más conservada. Se utilizó la prueba Kruskal Wallis cuyos resultados señalan diferencias significativas en las habilidades y funciones que pueden realizar los integrantes de los tres subgrupos (X2 = 346.43, gl = 2, sig. = 0.05) y se corrobora la clasificación de los subgrupos por nivel de independencia (cuadro 2).
Subgrupos % de enfermos que requieren de apoyo a | |||||
Variable | Media (DE) | % dependencia | % independencia | Enfermos dependientes (n = 60) | Enfermos con independencia media (n = 53) |
Alimentación | 0.87 (0.34) | 13.4 | 86.6 | 65.0 | 15.1 |
Uso de W. C. | 0.85 (0.35) | 14.5 | 85.5 | 78.3 | 7.5 |
Continencia | 0.85 (0.36) | 15.4 | 84.6 | 73.3 | 18.9 |
Baño | 0.83 (0.38) | 17.4 | 82.6 | 83.3 | 20.0 |
Vestido | 0.82 (0.38) | 17.7 | 82.3 | 80.0 | 26.6 |
Movilidad | 0.78 (0.41) | 21.4 | 78.6 | 83.3 | 47.2 |
Total índice independencia | 5.0 (1.8) | 17.1 | 67.8 | -- | -- |
Nota: ael subgrupo de cuidadores de enfermos independientes (n = 238) requiere el 0% ayuda para realizar las funciones evaluadas; por ello, se omiten en la tabla. DE = desviación estándar, % = porcentaje.
Fuente: elaboración propia
3. 3. Sobrecarga
En cuanto a la sobrecarga de los cuidadores, el 67.5% no perciben sobrecarga, el 17.7% con nivel leve y el 14.8% con nivel intenso. Los datos descriptivos de los subgrupos formados de acuerdo con el nivel de dependencia del enfermo muestran que los cuidadores de enfermos dependientes presentan mayor sobrecarga, seguidos por los cuidadores de enfermos independientes y los enfermos con independencia media (cuadro 3). Las correlaciones (Rho) con la muestra total indicaron que no existe una relación significativa entre la dependencia del enfermo y las puntuaciones de sobrecarga de sus cuidadores (rs = 0.07, sig. = 0.19). De la misma manera, los resultados de la chi cuadrada corroboran que el nivel de sobrecarga de los cuidadores no depende del nivel de dependencia del enfermo que cuidan X2 = 6.1, gl = 4, sig. = 0.19.
Muestra total N = 351 Media = DE = | Enfermos dependientes (n = 60) Media = DE= | Enfermos dependencia media (n = 53) Media = DE = | Enfermos independientes (n = 238) Media = DE = | |
Sobrecarga total | 40.74 13.01 | 44.21 13.63 | 38.17 10.93 | 40.42 13.15 |
Nivel de sobrecarga | % | % | % | % |
Sin sobrecarga (n = 237) | 67.5 | 60 | 73.6 | 68.1 |
Sobrecarga leve (n = 62) | 17.7 | 18.3 | 20.8 | 16.8 |
Sobrecarga intensa (n = 52) | 14.8 | 21.7 | 5.7 | 15.1 |
Fuente: elaboración propia.
3. 4. Calidad de vida
Referente a la percepción que tienen los cuidadores sobre su calidad de vida, en la muestra total se obtuvo una media de 3.34 en calidad de vida y 3.27 en estado de salud; predominan calidad de vida y estado de salud regulares. Los dominios presentan una tendencia de regular a buena y las mayores puntuaciones se encuentran en salud psicológica, seguida de salud física, relaciones sociales y medioambiente. En los subgrupos de acuerdo con el nivel de dependencia, los cuidadores de enfermos dependientes tienen menor calidad de vida y estado de salud, mientras que los cuidadores de enfermos intermedios son los que presentan mejores promedios en estas dos variables, incluso mejor que los cuidadores de enfermos independientes; en cuanto a los dominios se sigue la misma tendencia: la salud psicológica es la más alta y el medioambiente es el menor (cuadro 4). En las correlaciones no se encontraron relaciones significativas entre la dependencia de los enfermos y las dimensiones de la calidad de vida de los cuidadores (p > 0.05), con excepción de la salud física que mostró una relación mínima, pero significativa (rs = 0.11, sig.= 0.03). De igual manera, los resultados de la chi cuadrada, corroboran que el nivel de calidad de vida (X2 = 8.01, gl = 8, sig.= 0.43) y del estado de salud de los cuidadores no depende del nivel de dependencia del enfermo que cuidan (X2 = 9.43, gl = 8, sig. = 0.31).
Muestra total | Subgrupos | |||
WHOQOL-BREF | Descriptivos | Dependiente | Dependencia media | Independiente |
Nivel | % | % | % | % |
Calidad de vida | ||||
Muy mala | 1.1 | 0 | 1.9 | 1.3 |
Mala | 6.8 | 13.3 | 1.9 | 6.3 |
Regular | 53.0 | 53.3 | 52.8 | 52.9 |
Buena | 35.3 | 31.3 | 39.6 | 35.3 |
Muy buena | 3.7 | 1.7 | 3.8 | 4.2 |
Estado de salud | ||||
Muy insatisfecho | 4.0 | 6.7 | 1.9 | 3.8 |
Insatisfecho | 8.5 | 15.0 | 1.9 | 8.4 |
Ni satisfecho ni insatisfecho | 47.0 | 43.3 | 49.1 | 47.5 |
Satisfecho | 37.0 | 33.3 | 41.5 | 37.0 |
Muy satisfecho | 3.4 | 1.7 | 5.7 | 3.4 |
Media DE Mín.-Máx. | Media DE Mín.-Máx. | Media DE Mín.-Máx. | Media DE Mín.-Máx. | |
Calidad de vida general | 3.34 0.71 1-5 | 3.22 0.69 2-5 | 3.42 0.69 1-5 | 3.35 0.71 1-5 |
Estado de salud general | 3.27 0.82 1-5 | 3.08 0.91 1-5 | 3.47 0.72 1-5 | 3.28 0.82 1-5 |
Salud física | 56.15 16.46 0-93 | 50.06 17.98 0-89 | 57.28 16.68 21-93 | 57.43 15.73 |
Salud psicológica | 59.39 15.36 13-96 | 56.60 17.45 17-88 | 62.26 15.73 29-96 | 59.45 14.65 13-96 |
Relaciones sociales | 56.10 19.85 0-100 | 54.58 21.94 0-100 | 54.56 19.72 8-100 | 56.83 19.38 0-100 |
Medioambiente | 51.05 15.13 9-100 | 49.53 17.03 9-100 | 52.36 15.67 22-94 | 51.14 14.53 9-100 |
Fuente: elaboración propia. Importar tabla
3. 5. Sobrecarga y calidad de vida
Se analizaron las correlaciones entre la sobrecarga y la calidad de vida de los cuidadores en la muestra total; de acuerdo con los resultados, se encontraron relaciones negativas significativas. El análisis por subgrupos mostró que esta relación se acentuó en aquellos cuidadores de enfermos dependientes, donde existe una relación negativa moderada y significativa; en cambio, en el subgrupo de independencia media la relación no fue significativa y en el de independientes la relación es débil y significativa (cuadro 5).
Los resultados de la chi cuadrada indican que tanto la calidad de vida (X2 = 27.90, gl = 8, sig. = 0.000), como el estado de salud (X2 = 24.30, gl = 8, sig. = 0.002) dependen del nivel de sobrecarga. Asimismo, en el subgrupo de dependientes la calidad de vida (X2 = 15.73, gl = 6, sig. = 0.02), así como el estado de salud (X2 = 20.27, gl = 8, sig. = 0.009), sí dependen de la sobrecarga; esta misma situación ocurre en la calidad de vida (X2 = 21.66, gl = 8, sig. = 0.006) y el estado de salud (X2 = 20.17, gl = 8, sig. = 0.01) del subgrupo de independientes. Sin embargo, esto no ocurre en el grupo de independencia media, donde no se encontraron relaciones significativas.
Calidad de vida | Sobrecarga | |||
Muestra total N = 351 | Dependiente n = 60 | Dependencia intermedia n = 53 | Independiente n = 238 | |
CV total | -0.24** | -0.39** | -0.08 | -0.24** |
Salud física | -0.21** | -0.38** | -0.22 | -0.17** |
Salud psicológica | -0.21** | -0.42** | -0.10 | -0.21** |
Relaciones sociales | -0.11* | -0.08 | 0.11 | -0.14* |
Medioambiente | -0.25** | -0.38** | -0.12 | -0.21** |
Nota:Rho de Spearman, *p < 0.05, **p < 0.01, ***p < 0.001
Fuente: elaboración propia
Por último, se realizó la regresión logística binaria incluyendo como covariables a la sobrecarga, el índice de independencia, la edad del enfermo y sí el cuidador padecía alguna enfermedad, para predecir la calidad de vida (baja = 1, alta = 0). El modelo resultante indica que estas variables incrementan el riesgo de presentar una calidad de vida baja (cuadro 6); el modelo resultó significativo, aunque con baja calidad de ajuste (R2 = 0 .095, X2 = 25.922, sig. = 0.000, Hosmer & Lemeshow X2 = 11.726, sig. = 0.164).
Variable | B | EE | Wald | Sig. | Exp (B) | I-C |
Sobrecarga del cuidador | 0.038 | 0.009 | 17.84 | 0.000 | 1.039 | 1.021-1.058 |
Independencia del enfermo | 0.051 | 0.064 | 0.62 | 0.431 | 1.052 | 0.927-0.1193 |
Edad enfermo | 0.002 | 0.007 | 0.08 | 0.765 | 1.002 | 0.988-1.017 |
Cuidador enfermo | 0.564 | 0.246 | 5.25 | 0.022 | 1.759 | 1.085-2.851 |
N = 531, B = beta, EE = error estándar, Sig = significancia, Exp (B) = excipiente B/Odds ratio, I-C = intervalo de confianza.
Fuente: elaboración propia.
4. Discusión
Los resultados del artículo confirman la presencia de las enfermedades crónico-degenerativas en población mexicana, entre las que destacan la diabetes y la hipertensión, en mujeres, adultas mayores, con educación básica, que cohabitan con su familia y cuentan con seguridad social y tratamiento médico. Se corrobora así que la presencia de las enfermedades crónicas no transmisibles contribuye a los índices de morbilidad, mortalidad y años de vida ajustados a la discapacidad (OMS, 2019; OPS-OMS, 2017). De este modo, se recalca la necesidad de contar con políticas públicas que den continuidad a la atención de salud universal (Tobar y Buss, 2018).
Ante la presencia de estas enfermedades, se requiere de la participación de los cuidadores para atender a los pacientes con distintos grados de independencia. En este estudio realizado en México con cuidadores primarios informales se reafirma que el cuidado del enfermo es un encargo informal desempeñado aún por las mujeres, única cuidadora, ama de casa; en relación con el parentesco, cohabitan con el enfermo, dependen económicamente de sí mismas y de su esposo, cuidan por iniciativa propia desde el momento del diagnóstico durante prácticamente todo el día en casa, que coincide con el perfil de la cuidadora en el contexto nacional e internacional actual (Aguilera et al., 2016). Este artículo permite observar que las características negativas se acentúan en algunos binomios enfermo-cuidador, donde el enfermo es mayor edad, desempleado, dependiente económicamente de los hijos, y donde el cuidador tiene que brindar más horas de cuidado, inclusive aunque esté enfermo. Es importante señalar que en el subgrupo de quienes cuidan a personas dependientes, la mitad de los cuidadores se encuentran enfermos, algunos de ellos ya han comenzado a presentar las mismas dolencias que sus familiares, lo que puede relacionarse con el componente heredo-familiar que acompaña a la diabetes y la hipertensión, las cuales predominan en este estudio, con estilos de vida no saludables compartidos o bien con el desgaste del cuidador (Estrada Fernández et al., 2018).
En el marco de este artículo casi la tercera parte de los cuidadores presenta sobrecarga que va de leve a intensa, y los cuidadores de enfermos dependientes son quienes tienden a presentar más sobrecarga, lo cual coincide con otros estudios (Aguilera et al., 2016; Pinzón y Carrillo, 2016).
Asimismo, se considera que el estado de salud y la calidad de vida de los cuidadores se encuentran deteriorada. En esta línea se encontró que el estado de salud percibido es regular y que algunos cuidadores se encuentran enfermos. Al respecto, los estudios previos señalan que las esferas más afectadas son las físicas, psicológicas y sociales, que son expresadas por la somatización de síntomas como dolor, bajo nivel de energía, angustia, estrés, depresión, ansiedad y malestar general independientemente de las enfermedades que presentan (Fhon et al., 2017; Pinzón y Carrillo, 2016; López-Espuela et al., 2015; Flores et al., 2014).
En cuanto a la relación entre la sobrecarga y la calidad de vida, la literatura apunta a este vínculo de manera reiterada; aunque en los resultados esta relación negativa es débil, se engloba a los cuidadores de manera general. Lo que parece matizar esta conexión es el grado de independencia del entorno que cuidan, porque la relación no se da igual para todos los subgrupos: en los de independencia media no hay una relación significativa, en los que cuidan enfermos independientes la relación es débil y en los cuidadores de enfermos dependientes es donde se encuentran relaciones negativas significativas y moderadas, con excepción de las relaciones sociales.
Conclusiones
Se corrobora que a mayor sobrecarga menor es la calidad de vida, sobretodo en el grupo de los cuidadores de enfermos dependientes, y en menor grado en los enfermos independientes. Además, el análisis multivariado muestra que al conjuntar la sobrecarga al índice de dependencia, la edad del enfermo y si el cuidador también está enfermo contribuye a una baja calidad de vida.
Prospectiva
El artículo pretende que la valoración del nivel de dependencia de pacientes que son cuidados por familiares y/o cuidadores principales sea considerada como un factor predictor de daño en los cuidadores. Es necesario seguir investigando al respecto otras características del enfermo como el tipo de enfermedad, tiempo de evolución, adherencia al tratamiento, acceso a servicios de salud, así como características del cuidador tales como su estado de salud integral antes y después de brindar el cuidado. Estas variables de interés podrían actuar como factores explicativos y predictivos de elevados niveles de desgaste en los cuidadores, lo cual resultaría relevante para comprender cuáles son los elementos que deberían contemplarse en intervenciones de mayor complejidad.
En cuanto a las limitaciones del estudio, destaca el tamaño diferente de los subgrupos, la falta de normalidad de los datos, otros tipos de enfermedades, así como los diferentes instrumentos de medición, en el caso de calidad de vida y estado de salud.