Bajo el título Imaginarios de la naturaleza. Hermenéutica simbólica y crisis ecológica, la profesora Blanca Solares ha reunido una serie de estudios de profesoras, investigadoras y profesionales de campos muy diferentes de la cultura que convergen en la reflexión sobre los múltiples modos en que se concibe (e interpreta) la naturaleza en diferentes actividades, experiencias, culturas y épocas históricas. Se plantea así la relación de los seres humanos entre ellos y con el lugar en que habitan, en que están, en que son; pues (la cuestión de) la naturaleza incluye también al ser humano. La pregunta por la naturaleza viene a interrogar también al ser humano sobre su propio modo de ser (y de no ser).
El factor común en todos estos trabajos es que la naturaleza, aunque puede ser tratada y manipulada como un instrumento, como un objeto separado del ser humano -que sirve para incrementar el beneficio de las empresas y la acumulación del capital-, no se reduce a ser un instrumento del ser humano. Esta interpretación instrumental se ha impuesto completamente en la modernidad, sin apenas cuestionamiento, ocultando que la naturaleza es al mismo tiempo el Médium que envuelve y hace posible la vida -y las interpretaciones- del ser humano y el surgimiento de las diversas modalidades de la conciencia. Lo que pretenden todos estos estudios es asomarse, más allá y más acá de esta visión instrumental, a otras maneras de imaginar la naturaleza, y de imaginarnos en ella. Se engarzan así en este hilo, a modo de cuentas reunidas en un collar, una serie muy potente e interesante de consideraciones que pasan por culturas mesoamericanas, como la maya, la zapoteca, la nahua, la yaqui y la olmeca, entre otras; la Edad Media europea, poniendo en escena a Francisco de Asís, Hildegarda y El libro de la rosa; el mazdeísmo; la tragedia griega; distintos aspectos de la tradición judeocristiana; por obras de arte, como las de Cesare Pavesse, Jacob Taubes, o Leonora Carrington, que abordan cuestiones teóricas sobre la historia de las religiones, el arte, la música, la imaginación de la materia, etcétera.
El estudio de los imaginarios de la naturaleza nos remite al trasfondo mitosimbólico en el que se plantea la tensión y la polaridad entre las concepciones que se articulan en torno a una figuración matricial-femenina del cosmos como fuerza divina creadora que habita en cada una de sus partes y las visiones en las que un dios lo gobierna patriarcalmente de un modo más o menos trascendente. Este libro da buena cuenta de esa tensión y viene a constatar que la historia de la humanidad no se limita a ser un proceso lineal que va superando fases, condenadas por ello a perder su eficacia y a desaparecer, sino que, para bien y para mal, hay una pervivencia y coexistencia de los diversos estadios por los que atraviesa el desarrollo de la conciencia. La pujanza que en nuestro presente -marcado por la agudización y aceleración de la crisis de nuestra cultura patriarcal- están adquiriendo las figuraciones matriciales de la naturaleza parece ser indicio de un reencantamiento del mundo que podría apuntar hacia la articulación de nuevas figuraciones mediadoras, de signo fraterno o fratriarcal, con las que repoblar esa “tierra baldía” (T. S. Eliot) en que se ha ido convirtiendo la mayor parte de nuestra cultura oficial. Las investigaciones que se reúnen en este importante libro pueden ser vistas como apuntando y trabajando sinérgicamente en esa dirección.