¿Cómo incorporamos o aumentamos el uso de «cosas» que sabemos funcionan para la prevención y el control de cáncer? Esta es una pregunta que nos hacemos en México a menudo y que no logramos responder con la frecuencia que desearíamos. Las ciencias de la implementación nos pueden ayudar.
Necesitamos investigación en oncología que sea oportuna, pragmática y de relevancia local. Estamos tardando mucho tiempo en traducir los resultados de investigación en salud y beneficiar a nuestros pacientes y comunidades. En el mundo existe una brecha de casi 20 años entre la investigación y la práctica clínica1. Y en países de ingresos medios, como México, la distancia es probablemente mucho mayor. Así mismo hay muchas intervenciones efectivas para la prevención y control de cáncer que usamos poco y otras cuya implementación deficiente ha disminuido su efectividad. Por ejemplo, en México persisten importantes retos en la detección oportuna de cáncer de mama, lo cual ha afectado el desempeño del sistema de salud en el control de esta enfermedad2. Y finalmente, existe una creciente preocupación sobre la relevancia de la investigación médica. Agencias financiadoras como el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (CONAHCYT) han generado programas de investigación que buscan «…incrementar la incidencia del conocimiento…»3. No hacemos suficiente investigación en contextos de «vida real» cuyos resultados pueden tener un mayor impacto para la salud pública. Es muy importante dar respuestas a la necesidad urgente de disminuir la carga de cáncer en nuestro país.
Las ciencias de la implementación estudian métodos para aumentar la adopción de intervenciones basadas en evidencia en la práctica clínica y de salud pública diaria4. Las ciencias de la implementación asumen la efectividad de una práctica o intervención, el «qué», y se concentran en el «cómo». La disciplina busca entender el funcionamiento de las «cosas» en el «mundo real» e identificar estrategias para aumentar la adopción y uso de estas «cosas». Las ciencias de la implementación complementan a la investigación clínica. Tienen un abordaje distinto en términos de objetivo de evaluación, intervención, unidad de análisis y desenlaces. En estas el enfoque no es sobre una intervención clínica, es sobre las cosas que hacemos para «mejorar la adopción, implementación y sostenibilidad de programas o prácticas clínicas»5, es decir, las estrategias de implementación. En contraste con la investigación clínica, en las ciencias de la implementación la unidad de análisis son grupos de personas y no individuos, evaluamos intervenciones en clínicas u hospitales. Pero quizá la característica que distingue con mayor claridad a las ciencias de la implementación es su enfoque en desenlaces de implementación como aceptabilidad, adopción y sostenibilidad. Los desenlaces clínicos como síntomas y enfermedades suelen ser de interés secundario o no evaluados, porque se asume que si una intervención o práctica con reconocida efectividad es correctamente implementada, esta tendrá un impacto en salud, síntomas y satisfacción del paciente. Las ciencias de la implementación se concentran en desenlaces inmediatos. Es aquí donde pueden acelerar la traducción de la evidencia a la práctica habitual.
En México tenemos importantes retos en el continuum del cáncer que van de la correcta evaluación de riesgo al acceso efectivo a cuidados paliativos pasando por la detección y el diagnóstico oportuno. Las ciencias de la implementación son reconocidas globalmente como una prioridad en investigación en cáncer en países de ingresos bajos y medios6. Si bien la comunidad oncológica en nuestro país ha generado importante evidencia para la acción, tenemos que acelerar la traducción y adaptación de intervenciones basadas en evidencia a nuestro contexto. Las ciencias de la implementación pueden fomentar el desarrollo estructurado de programas de prevención y control de cáncer que funcionen en México con una visión de escalamiento y sostenibilidad. Responder al «cómo» es el camino para mejorar el bienestar de nuestros pacientes con cáncer y de sus comunidades.