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Revista mexicana de sociología

versão On-line ISSN 2594-0651versão impressa ISSN 0188-2503

Rev. Mex. Sociol vol.68 no.1 Ciudad de México Jan./Mar. 2006

 

Memoria

 

André Gunder Frank (1929-2005): pionero de la teoría de la dependencia y mundialización

 

André Gunder Frank (1929-2005): Pioneer of Dependency and Globalization Theory

 

Cristóbal Kay*

 

* Profesor de posgrado en estudios del desarrollo y desarrollo rural, Instituto de Estudios Sociales, La Haya, Holanda. Líneas de investigación: pensamiento latinoamericano, desarrollo desigual y excluyente, pobreza rural. Correo-e: <kay@iss.nl>

 

André Gunder Frank era una persona extraordinaria y poseía una mente crítica, incisiva y fértil. Era un científico social suma. mente polémico y prolífico, como lo muestra su producción total de más de 1 000 publicaciones en 30 idiomas, incluidas varias docenas de libros, más de 160 capítulos en libros y cientos de artículos. Quizá heredó el don de la escritura de su padre, conocido escritor de novelas, socialista y pacifista, quien escapó con su familia de Alemania en 1933 cuando los nazis consolidaron su poder. Frank nunca vaciló en su compromiso ético y político con la justicia social y los derechos humanos; siempre decía lo que pensaba y tenía una manera directa y honesta de tratar a la gente, lo cual no lo hacía muy popular; sin embargo, eso mismo le ganó el respeto de muchos. Tenía un conocimiento enciclopédico y escribió sobre una enorme variedad de temas, desde la agricultura mexicana en la época colonial hasta los nuevos movimientos sociales, cuestiones sobre América Latina hasta asuntos de Asia y de Europa oriental, temas históricos, asuntos contemporáneos de política y economía, y muchos temas más. No obstante, su contribución más importante consiste en su análisis del "desarrollo del subdesarrollo", la dependencia y el sistema mundial.

Frank destacaba de manera especial al criticar conocimientos ya establecidos y teorías ortodoxas. Sus ideas críticas resultaban atractivas sobre todo a estudiantes radicales y a quienes se veían inspirados por la Revolución cubana y por los movimientos de liberación en el Tercer Mundo, por lo que sus textos se volvieron sumamente famosos en la cúspide del movimiento estudiantil a finales de la década de 1960 y durante la década de 1970. Parecía muy satisfecho de la influencia que ejercía su obra, pues llevaba un cuidadoso registro de las referencias que se hacían a él, incluidas las críticas.1 Frank no estaba de acuerdo con algunas de las etiquetas que le asignaban, y en más de una ocasión afirmó que nunca había afirmado ser ortodoxo, neomarxista ni ningún otro tipo de marxista. No obstante, sí había recibido gran influencia de las ideas marxistas y su negación era en parte una reacción a los críticos marxistas que lo habían culpado por algunas debilidades en lo que interpretaban como el análisis marxista de Frank.2 Dedicó su primer libro (1967a), con el cual se inició su reputación como pensador heterodoxo y radical, a Paul Baran y Paul Sweezy, quizá los dos pensadores y economistas marxistas estadounidenses más destacados. No cabe duda de que sus viajes a América Latina a principios de la década de 1960 y su matrimonio con Marta Fuentes, comprometida feminista chilena de izquierda, lo radicalizaron mucho más. En el prefacio de uno de sus libros (1967a: xiii) ya menciona que:

incluso antes de ir a los países subdesarrollados siempre había sostenido cierto tipo de posición política y perspectiva progresistas [...] estaba, como dice el título de la autobiografía de mi padre, "en la izquierda, donde se encuentra el corazón".

Frank delimitó su posición radical y teórica en la primera oración de su libro pionero (1967a: vii): "Al igual que Paul Baran, creo que el capitalismo, tanto mundial como nacional, es lo que en el pasado produjo el subdesarrollo y lo que sigue generándolo en el presente". Es evidente que Baran ejerció una influencia preeminente en sus ideas, pero sus viajes a América Latina y su relación estrecha con los intelectuales latinoamericanos, desde su primera visita a México en 1959 y a Cuba en 1960, tuvieron un impacto determinante en sus escritos y en su política. Se mudó a Brasil en 1963 para dar clases en la recién creada Universidad de Brasilia, donde tuvo como estudiantes, entre otros, a Ruy Mauro Marini, Theotonio Dos Santos y Vania Bambirra, quienes después serían sus colegas en Chile. Asimismo, trabajó durante un periodo corto en el Centro de Investigación en Ciencias Sociales de Río de Janeiro, financiado por la UNESCO, tras ser invitado por el destacado antropólogo mexicano Rodolfo Stavenhagen, quien dirigía el Centro en ese entonces. Cuando estuvo en Brasil también conoció a Fernando Henrique Cardoso quien, al igual que él mismo, se convertiría en uno de los creadores más influyentes de la teoría de la dependencia. Frank también escribió una crítica de Celso Furtado, entonces Ministro de Planificación, pues, en su opinión, las políticas de Furtado en relación con las reformas estructurales no eran suficientes para generar el desarrollo. Cardoso y Frank volverían a encontrarse en Chile cuando el golpe militar de 1964 en Brasil obligó a muchos intelectuales y políticos a exiliarse. Frank se mudó a México en 1965, tras una breve estancia en Chile, y fue profesor de la Escuela Nacional de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Estableció vínculos estrechos con importantes científicos sociales de México, como Pablo González Casanova, y se familiarizó con la riqueza de los textos que escribían sobre el colonialismo interno, los indígenas y la historia agraria, entre otros temas. Luego fue a Canadá y permaneció allí durante un par de años.

En 1968 Frank se incorporó al equipo de investigadores del Centro de Estudios Socioeconómicos (ceso) de la Universidad de Chile, donde nos volvimos colegas. No es ninguna coincidencia que se estableciera en este centro, semillero del marxismo y la teoría de la dependencia en América Latina. El ceso atrajo a prominentes exiliados latinoamericanos como Vania Bambirra, Marco Aurelio García, Ruy Mauro Marini, Emir Sader, Theotonio dos Santos, Tomás Vasconi, al igual que a académicos chilenos como el teólogo de la liberación Gonzalo Arroyo S. J., José Bengoa, Orlando Caputo, Marta Harnecker, Julio López, Jaime Osorio, Roberto Pizarro, Jaime Torres y José Valenzuela Feijóo, entre otros. En esa época, Marta Fuentes era la bibliotecaria del ceso. Varios prominentes académicos y activistas de izquierda, como Lelio Basso, Eric Hobsbawm, Rossana Rossanda, Paul Sweezy, Alain Touraine, Fernando Henrique Cardoso, Aníbal Quijano y Edelberto Torres Rivas visitaron el ceso. Debido al feroz golpe militar que derrocó al gobierno socialista de Allende el 11 de septiembre de 1973, prácticamente todo el equipo fue despedido, y muchos que temían por su vida tuvieron que buscar asilo en las embajadas. La mayor parte del equipo se exilió, algunos por segunda o incluso tercera vez en la vida. Fue en este momento que, tras 40 años de ausencia, Frank volvió a Alemania, donde primero fue profesor visitante en la Universidad Libre de Berlín y poco después investigador en el prestigioso Instituto Max-Planck en Starnberg, cerca de Munich. En 1978 ocupó una plaza de profesor en la Escuela de Estudios del Desarrollo en la Universidad de East Anglia.

En sus viajes por América Latina y en su trabajo en distintas universidades y centros de investigación de la región conoció a varios personajes de la política y a científicos sociales importantes, con quienes interactuó. Considero que Frank tiende a subestimar la influencia que los pensadores latinoamericanos tuvieron en su propio desarrollo intelectual, y en este sentido creo que era un tanto egocéntrico. Cuando yo lo cuestionaba al respecto, Frank afirmaba que él había tenido más influencia sobre los pensadores latinoamericanos de lo que ellos habían llegado a influir sobre él. Sea como fuere, no hay duda de que los movimientos revolucionarios que ocurrieron en esa época en América Latina sí lo influyeron. Así, por ejemplo, Frank (1969: ix) escribió en un prefacio que: "Estos ensayos fueron escritos para contribuir a la revolución en América Latina y en el mundo, y se encuentran compilados aquí con la esperanza de que ayuden a otros a contribuir a la revolución más de lo que lo ha podido hacer el autor. Los ensayos surgen del intento del autor, al igual que de millones de otras personas, de asimilar la revolución latinoamericana y la inspiración que ésta encuentra en la Revolución cubana, cuyo décimo aniversario glorioso celebramos al momento de escribir estas líneas". ¡No hay duda de que las cosas han cambiado desde que escribió estas líneas!

Bajo Pinochet, Chile se convirtió en el primer laboratorio de la economía neoliberal, cuando las políticas económicas se pusieron en manos de un cerrado grupo de tecnócratas chilenos llamados los "Chicago boys", pues la mayor parte de ellos había realizado estudios de postgrado en la Universidad de Chicago. Milton Friedman y Arnold Harberger, figuras clave del monetarismo y del neoliberalismo, se encontraban en la Universidad de Chicago y ayudaron a moldear sus ideas y a sustentar sus políticas en Chile. Está de más decir que Frank, que había obtenido su Doctorado en Economía en la Universidad de Chicago en 1957, no había sido infectado con el virus neoliberal. Desde el principio mostró la independencia intelectual que fue una constante en toda su vida; sin embargo, por haber estado en Chicago y habe r conocido a las figuras clave, Frank estaba en posición de escribir una apasionada y severa crítica de la participación que habían tenido en el experimento neoliberal de Chile (Frank, 1976).

La reputación de Frank como pensador crítico y progresista se inició con su artículo seminal "El desarrollo del subdesarrollo", publicado en la revista socialista e independiente Monthly Review, que editaban Paul Baran y Paul Sweezy. Frank (1966: 18) escribió:

Los países que ahora son desarrollados nunca fueron subdesarrollados, aunque bien pudieron ser no desarrollados. El subdesarrollo contemporáneo es en gran medida el producto histórico de relaciones económicas y de otras relaciones pasadas y que continúan, entre los satélites subdesarrollados y los ahora países metropolitanos desarrollados.

La frase "el desarrollo del subdesarrollo", que él acuñó, es ahora un concepto clave en la teoría del desarrollo y en cierto modo puede considerársele como el punto de partida de la teoría de la dependencia.

Su reputación como pensador progresista aumentó mucho más, sobre todo entre jóvenes sociólogos y antropólogos, por su devastadora crítica a la teoría de la modernización, que en esa época era la perspectiva dominante en el campo de la sociología del desarrollo. En su extenso artículo (Frank, 1967b), que fue rechazado por muchas revistas académicas de renombre, y al final fue publicado en la poco conocida revista de la Universidad de Buffalo, critica de manera sistemática las premisas principales de la teoría de la modernización planteada por figuras tan prominentes como Talcott Parsons, Bert Hoselitz, Wilbert Moore, Everret Hagen, Daniel Lerner, David McClelland y Walt Whitman Rostow, entre otros. Frank los reprobaba por su dualismo y ponía en duda su tesis de que las sociedades que ahora están desarrolladas en algún momento fueron subdesarrolladas, y que el subdesarrollo es la etapa original de las supuestas sociedades tradicionales. También criticó la tesis difusionista, según la cual los países subdesarrollados y sus sociedades tradicionales gradualmente se vuelven países modernos y desarrollados al relacionarse con las sociedades modernas y las economías capitalistas desarrolladas. Para Frank, esos vínculos entre los países desarrollados y los subdesarrollados no eran la solución sino el problema, pues perpetuaban el subdesarrollo de estos últimos países; de este modo, puso de cabeza la teoría de la modernización y abrió el camino para nuevos análisis de las relaciones entre países desarrollados y subdesarrollados.

Aunque es claro que reconozco la contribución de Frank a la teoría de la dependencia, no dejo de tener una postura crítica ante la forma en que la teoría anglosajona del desarrollo se centra casi exclusivamente sobre él e ignora la rica vena de reflexiones en torno a de la dependencia que hay en el Sur, sobre todo los planteamientos que surgieron en América Latina. A Frank no le agradaba en absoluto que yo lo describiera como un "dependentista renuente y de corta vida", que se encuentra mejor ubicado en la teoría de los sistemas mundiales (Kay, 1989: 155), aunque admite que su esposa está de acuerdo conmigo (Frank, 1991b: 139). Mi intención era hacerle un cumplido, pues considero que una de las limitaciones de muchos analistas de la dependencia, al igual que de muchos teóricos del imperialismo, es que tienden a ser fragmentarios, porque analizan principalmente ya sea a los países imperialistas o a los países del Sur, pero no a ambos simultáneamente en su totalidad. Por el contrario, al dedicarse a la teoría de los sistemas mundiales y adoptar el sistema global como unidad de análisis, Frank evitó el peligro de la fragmentación y la problemática de la determinación interna o externa en los estudios de la dependencia. Marta Fuentes, su compañera de toda la vida hasta su prematura muerte en 1993, estaba muy familiarizada con los escritos de su esposo, quien valoraba mucho su opinión, y es por ello que su gesto de reconocer que ella concordaba conmigo asume cierta significación. Desde mediados de la década de 1960, Frank se interesó por los procesos históricos de acumulación del capital, primero en América Latina y después en otras regiones, sobre todo Asia, los cuales siempre ubicó en el contexto global. Junto con Immanuel Wallerstein, Samir Amin y Giovanni Arrighi, Frank fue uno de los principales fundadores de la teoría de los sistemas mundiales; no cabe duda de que puede considerársele el teórico de los sistemas mundiales por excelencia, como lo muestran sus numerosos textos sobre la acumulación mundial.3

Mientras que muchos escritores de la dependencia permanecieron encerrados en los confines de su visión desde el Sur, Frank vio antes que la mayoría de ellos la importancia de la economía mundial; por ende, su punto de vista en torno a la posibilidad del desarrollo autónomo en el Sur cambió de acuerdo con eso y, muchos años después, lo llevó a reflexionar que:

La importancia del tema central de la economía mundial y su interdependencia [...] se ha vuelto más fuerte. Lo que ha cambiado es mi creencia, en gran medida implícita en la idea de dependencia, de que puede lograrse un estado de independencia, o al menos de no dependencia, al desvincularse de la economía mundial a través de acciones políticas concertadas en los países o regiones del Tercer Mundo. En lo que respecta a este punto, supongo que es en lo que más he cambiado, sobre todo desde el golpe militar en Chile. La experiencia ha mostrado que es sumamente difícil, cuando no imposible, que la acción política voluntarista desvincule a países específicos de la economía mundial (cita reproducida en Simmons, 2001: 2).

Su periodo académico más largo fue en la Universidad de Amsterdam, a la que se incorporó en 1981 y donde permaneció hasta que se "jubiló" en 1994 al cumplir 65 años. Cuando estuvo en Amsterdam lo invitaron en más de una ocasión para que impartiera un seminario en el Instituto de Estudios Sociales de La Haya, y recuerdo que en una de esas pláticas escuché a Marta Fuentes y a Frank presentar sus opiniones críticas sobre los textos de los "nuevos movimientos sociales" (Fuentes y Frank, 1989). Ya en 2001 las opiniones de Frank sobre los "nuevos movimientos sociales" mostraban un mayor aprecio, aunque seguía señalando sus limitaciones. Por otra parte, seguía teniendo una actitud ambivalente hacia el marxismo:

No quiero decir que soy marxista o que no lo soy. Quiero ser práctico y, para serlo, debemos buscar dónde está la acción. ¿Dónde está la acción hoy en día? En todo el mundo se ha dado un crecimiento rápido en lo que se ha llamado "los nuevos movimientos sociales" y que se ha convertido hoy en la fuerza motora dominante en la sociedad. Hay una enorme actividad en estos movimientos sociales, que algunas personas han comparado con las termitas: ninguna tiene poder por ella misma, pero a menudo un ejército entero de ellas puede devorar por completo la estructura esencial de un edificio o, en este caso, de una sociedad. Lo que resalta en estos movimientos sociales es que muy pocos de ellos [...] buscan obtener el poder del Estado; en vez de eso, procuran presentar a sus miembros un tipo de existencia social distinta dentro de las posibilidades que se les ofrecen. Muchos de estos movimientos sociales son más defensivos que ofensivos [...] (Simmons, 2001: 5-6).

El último libro importante de Frank fue ReOrient: Global Economy in the Asian Age, publicado en 1998, 30 años después de un libro que abrió brecha, su Capitalism and Underdevelopment in Latin America. Su marco era el mundo entero y su análisis abarcaba un periodo largo, pues se remontaba hasta 1400 o incluso más atrás. En ReOrient, Frank, muy en su estilo, pone de cabeza la visión eurocéntrica de la economía mundial al afirmar que Asia estaba en el centro de la economía mundial siglos antes de la revolución industrial y del surgimiento de Occidente, con lo que desafiaba las propuestas de Marx, Weber, Polanyi, Rostow, Braudel y Wallerstein, entre otros. Está de más decir que ReOrient, al igual que su primer libro y el resto de su obra, desató muchas controversias entre marxistas y no marxistas o antimarxistas. Frank era un hombre con muchas virtudes quien, indudablemente, tenía sus defectos, pero sus virtudes eran del tipo que escasea cada vez más en el mundo académico de hoy, un mundo más estrecho y especializado, pues combinaba el trabajo académico con un compromiso profundo y permanente con la emancipación de la gente en un mundo cada vez más desigual. Sus textos alentaron a todos aquellos que deseaban transformar el mundo, y su obra seguirá inspirando a muchas generaciones futuras.

 

Referencias

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NOTAS

Traducción de Julia Constantino

1 A menudo actualizaba la lista (cada vez más larga) de sus escritos y la de los textos de otras personas que hacían referencia a su obra; véase, por ejemplo, Frank (1991a). Su relación con los críticos puede verse, por ejemplo, en Frank (1984).

2 Véanse, por ejemplo, Laclau (1969) y Marini (1972).

3 Para algunos de sus textos sobre la acumulación del capital a nivel mundial, véase Frank (1978, 1980, 1981, 1998) y Frank y Gills (1993).

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