SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.30 número60Construcción de privilegios y actitudes hacia la riqueza: percepciones y creencias de madres y padres de colegios de élite en Chile índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Perfiles latinoamericanos

versión impresa ISSN 0188-7653

Perf. latinoam. vol.30 no.60 México jul./dic. 2022  Epub 31-Mayo-2024

https://doi.org/10.18504/pl3060-001-2022 

Artículos

¿Movilización de recursos o radicalismo desafecto? El apoyo a la protesta en Argentina

Resource mobilization or disaffected radicalism? Support for protest in Argentina

*Doctor en Ciencia Política por la Universidad de Salamanca. Profesor del Departamento de Derecho Constitucional, Ciencia Política y de la Administración, Universidad de Valencia (España) | asbel.bohigues@uv.es

** Investigadora predoctoral del Área de Ciencia Política y de la Administración, Universidad de Salamanca (España) | msendra@usal.es


Resumen:

Este artículo tiene como objetivo analizar los motivos detrás del apoyo a la protesta, diferenciando entre dos tipos: manifestaciones legales, y bloqueos de carreteras. Para ello se contrastan dos teorías: movilización de recursos, y radicalismo desafecto, tomando como referencia el caso de Argentina. Se utilizan datos del Barómetro de las Américas para el periodo 2008-2017. Controlando la temporalidad a través de un modelo logístico ordenado de efectos fijos, los resultados muestran que la teoría de la movilización de recursos tiene mayores sustentos empíricos, aun con la excepción del apoyo a la democracia en los bloqueos. Además, el análisis muestra que los principales determinantes, el apoyo a la democracia e interés en la política, se mantienen en el tiempo, aunque se refuerza el rechazo a las manifestaciones legales por los no demócratas y los desinteresados en política.

Palabras clave: protesta; bloqueos; manifestaciones; apoyo a la democracia; interés en la política; Argentina

Abstract:

This article aims to analyze the reasons behind support for protest, differentiating between two types: legal demonstrations, and road blockades. To do so, we contrast two theories: resource mobilization, and disaffected radicalism, taking the case of Argentina as a reference. We use data from the Americas Barometer for the period 2008-2017. Controlling for temporality through a fixed-effects ordered logistic model, the results show that the resource mobilization theory has greater empirical support, even with the exception of support for democracy in blockades. Moreover, the analysis shows that the main determinants, support for democracy and interest in politics, are maintained over time, although the rejection of legal demonstrations by non-democrats and those disinterested in politics is reinforced.

Keywords: protest; blockades; demonstrations; support for democracy; interest in politics; Argentina

Introducción

Este artículo tiene como objetivo principal identificar los factores determinantes que explican la actitud de la opinión pública respecto a la aceptación de una forma particular de movilización social: la participación en protestas, específicamente de las manifestaciones legales y bloqueos de carreteras. Para abordar esta pregunta se contraponen dos teorías: la de la movilización de recursos, y la del radicalismo desafecto, al tiempo que se opta por un análisis comparado temporal de una sola unidad (cross-time comparison within a single unit), tomando como referencia a Argentina y las mediciones del apoyo a la protesta en este país en los últimos años (2008-2017).

Argentina es el caso idóneo para un estudio de este tipo por su singularidad en lo que se refiere al comportamiento político en clave de protesta (Mosely, 2018). Una de las especificidades de la democracia argentina es la relevancia de la movilización callejera, lo que hace a Argentina un país en particular movilizado (Atzeni, 2010; Gamallo, 2020). Según Moseley (2018, p. 110), Argentina puede caracterizarse como un “Estado de protesta”, donde pareciera que prácticamente cualquier conflicto político puede abrirse camino en las calles, independientemente del reclamante o del objetivo de esa reclamación.

En América Latina hay países con una fuerte y activa presencia de movilización social, como Ecuador, Venezuela o Bolivia, y otros en los que en la última década se ha incrementado exponencialmente la protesta en las calles, como Chile (Medel & Somma, 2016; Disi Pavlic & Mardones Arévalo, 2019) y Colombia (Barrera & Hoyos, 2020; Hylton, 2020). Estos casos reflejan, o bien expresiones de lucha y movilización frente a los costos sociales generados por el modelo neoliberal, o, como en Chile, son en gran parte una expresión de la política de indignación, más que un esfuerzo por definir marcos colectivos que den continuidad a demandas, y que se exhiben principalmente a partir de tácticas disruptivas no convencionales (Medel & Somma, 2016).

Argentina reviste una combinación ideal de formas convencionales y no convencionales de movilización política, con una larga trayectoria: los argentinos, independientemente del contexto, siempre han estado movilizados (Atzeni, 2010, p. 136). El protagonismo fundamental e históricamente constante en la movilización de la sociedad civil en este país ha girado en torno al conflicto social dentro del ámbito laboral, el cual se remonta a las décadas de 1930 y 1940 (Auyero, 2002), y se mantiene vigente.

Asimismo, desde los noventa, la conflictividad social se diversificó profundamente a partir de la movilización de sectores que estaban por fuera del sistema formal de trabajo (Vilas, 2006). Movimientos de desocupados como el piquetero, cortes de rutas, cacerolazos, ocupaciones de fábricas por sus trabajadores, etcétera, son algunos de los nuevos repertorios de protesta que surgieron en esta época (Auyero, 2002). De esta manera, la acción colectiva y la alta capacidad de movilización social han formado tradicionalmente parte de la vida político-institucional del país, habida cuenta de la fortaleza que tiene la movilización obrera organizada a través de grandes marchas en los centros urbanos. También debido a nuevos tipos de expresión ciudadana no convencionales que surgieron fundamentalmente a partir del ciclo de protestas que terminó con el modelo neoliberal a comienzos del siglo XXI (Gamallo, 2020).

En resumen, la aportación del caso argentino a la funcionalidad de las teorías que se contrastan para explicar los determinantes del apoyo a la protesta radica en que, siendo la misma considerada allí como una forma de voz política potencialmente normalizada (Scribano & Schuster, 2001; Atzeni, 2010; Natalucci, 2011; Arce & Mangonnet, 2013; Mosely, 2018; Gamallo, 2020), y al controlar la dimensión temporal mediante un modelo de efectos fijos, puede esperarse que los hallazgos obedezcan menos a humores sociales contextuales, que podrían estar sesgando en alguna u otra dirección los efectos encontrados.

Numerosos estudios ya han dado cuenta de la historia y los rasgos específicos de la movilización popular en Argentina (Eckstein, 2001; Auyero, 2002, 2006; Svampa & Pereyra, 2003; Dinerstein, 2003; Vilas, 2006; Arce & Mangonnet, 2013). Asimismo, se han investigado las causas o factores que llevan a que los argentinos participen en protestas o en manifestaciones (Mosely & Moreno, 2010; Lodola & Seligson, 2011, 2013; Pereyra, 2017). No obstante, son más bien escasas las investigaciones que ponen el foco de atención en el grado de apoyo que las protestas reciben por parte de la sociedad, aunque con notables excepciones de estudios regionales como el de Mourão et al. (2016), o el de Cuevas Ossandon & Villalobos Dintrans (2017) que se enfoca en la disposición a protestar. Tanto académica como convencionalmente, se ha asumido que Argentina es un país de protesta (Mosely, 2018; Arce & Mangonnet, 2013), pero ¿cuál es el grado de apoyo del que goza ese comportamiento político y sus variantes en el repertorio de acción colectiva entre la opinión pública argentina? En términos generales, ¿por qué los ciudadanos apoyan la protesta social independientemente de que no formen parte de ella?

Para responder estas preguntas, se identifican los determinantes que explicarían el apoyo a dicha participación en sus diferentes modalidades con base en la contraposición de dos teorías sobre las protestas: la movilización de recursos, y el radicalismo desafecto. Para ello se utilizan datos de encuestas públicas del Barómetro de las Américas (Latin American Public Opinion Project, LAPOP) para los años 2008, 2010, 2012, 2014 y 2017.

Los resultados muestran que las manifestaciones permitidas por ley gozan de amplio apoyo en Argentina a lo largo de los años. No ocurre así con los bloqueos de calles y cierres de carreteras, con apoyos más modestos, si bien con un ligero repunte en 2017. Sobre los determinantes del apoyo a la protesta, los modelos de regresiones logísticas ordenadas muestran que, para el caso argentino, la teoría de la movilización de recursos tiene mayores sustentos empíricos, mientras que el radicalismo desafecto se circunscribe a dos variables sociodemográficas: edad y estudios, y el apoyo a la democracia únicamente para los bloqueos y cierres.

Esta última variable, apoyo a la democracia, junto con el interés en la política, aparecen como los principales determinantes actitudinales para respaldar las manifestaciones legales o los bloqueos y cierres de carreteras. No obstante, el análisis de sus efectos a lo largo de los años muestra que, para el apoyo a la democracia, y en menor medida para el interés en la política, se ha reforzado este efecto en la desaprobación, y debilitado en la aprobación de manifestaciones legales. Esto es, entre los no demócratas ha aumentado significativamente la oposición a las manifestaciones legales, y entre los demócratas ha disminuido significativamente la aprobación.

El artículo se estructura como sigue. Luego de esta introducción, las siguientes dos secciones revisan la literatura sobre los determinantes de la participación y el apoyo de la protesta a nivel individual. A continuación, se presentan los datos, preguntas e hipótesis de trabajo. Seguidamente se exponen los modelos estadísticos con regresiones logísticas ordenadas para identificar los determinantes de los apoyos a los dos tipos de protestas, así como los efectos marginales para observar la consistencia de los hallazgos a lo largo del tiempo. Finalmente, con las conclusiones se cierra el artículo.

¿Por qué protesta la gente?

Este trabajo se enmarca en una perspectiva micro sobre la acción colectiva y la protesta, es decir, en una explicación centrada en el comportamiento político a nivel individual con base en la psicología social, el comportamiento político y la sociología. Aquí se destacan dos principales teorías: la del radicalismo desafecto, y la de recursos estratégicos convencionales o movilización de recursos (Norris et al., 2005).

Según la teoría del radicalismo desafecto, o simplemente descontento, la explicación más común de la protesta es el creciente descontento político. Desde este punto de vista, la protesta representa una vía para canalizar y expresar sentimientos profundamente arraigados de frustración, enojo y alienación, tanto en relación con líderes políticos particulares o asuntos de políticas públicas, como con el sistema y el proceso político. La falta de confianza en las instituciones y la desafección con el sistema político motivan el activismo de protesta (Gamson, 1992). Para América Latina se podrían incluir en esta línea las movilizaciones contrarias a los planes de ajuste económico de la etapa neoliberal (Almeida, 2007; Arce & Mangonnet, 2013, p. 896; Bellinger & Arce, 2011).

La teoría de la desafección postula que quienes aceptan la protesta mostrarán bajos niveles de apoyo al sistema, medidos por la satisfacción con el desempeño de la democracia, la confianza en el gobierno y la eficacia política externa; esto es, la creencia en la capacidad de respuesta del sistema político (Norris et al., 2005). Además, los manifestantes generalmente provienen de entornos socioeconómicos desfavorecidos y no participan en el proceso político usando canales convencionales como la votación, la afiliación a partidos y las asociaciones cívicas. También podrían ser más jóvenes y menos educados en promedio que los que no protestan (Moseley & Moreno, 2010).

Por otro lado, para la teoría de recursos estratégicos convencionales, las protestas y manifestaciones se han normalizado gradualmente a lo largo de los años para convertirse en una corriente dominante, heterogénea y convencional, tanto en las actitudes como en las características sociales. Esta explicación se basa en las teorías de la modernización social desarrolladas por Inglehart (1997), Inglehart & Welzer (2005) y Dalton & Sickle (2005). De acuerdo a esta corriente, la modernización ha impactado en la participación política a través de la secularización de la educación secundaria y superior, y de las comunicaciones masivas, generando así ciudadanos más capacitados, informados y exigentes cognitivamente. Estos ciudadanos utilizan la protesta política como otro recurso estratégico para la expresión ciudadana, porque están preocupados por los temas de protección ambiental, empleo y bienestar.

En otras palabras, para esta teoría la protesta es un recurso estratégico racional para la participación política. En esta visión, la queja no es tan importante para el surgimiento de una manifestación, sino que defiende que las protestas se han normalizado como otra forma de participación política en las democracias, especialmente cuando se trata de protestas estandarizadas, como peticiones o manifestaciones legales en las calles.

Para los teóricos de la movilización de recursos, las variables que afectan el apoyo y la participación de la protesta son similares a las que conducen a otras formas de compromiso político institucionalizado: mayor estatus socioeconómico -calificaciones educativas y nivel socioeconómico ocupacional más alto que el promedio-, interés político y eficacia interna, esto es, la creencia de que las personas pueden afectar a la política y el proceso de formulación de políticas (Tarrow, 1994) y, finalmente, no necesariamente mostrarán preferencias políticas extremistas (Norris et al., 2005). Además, serán más propensos a protestar aquellos que sean activos en las formas tradicionales de participación política, como ser miembros de asociaciones cívicas y partidos políticos (McAdam, 1999; McCarthy & Zald, 1973). El asociacionismo es un recurso clave para la movilización porque aumenta la “disponibilidad estructural” de las personas (Schussman & Soule, 2005), y determina el tipo de protesta en el que ellas se involucran. Mientras las protestas protagonizadas por trabajadores tienden a ser disruptivas, pero no violentas (Medel & Somma, 2016; Schwartz, 1988), los eventos de protesta sin coordinación de distintos actores tienden a ser más coercitivos (Disi Pavlic, 2020; Freyre, 2014, p. 43).

Ahora bien, la evidencia empírica existente no siempre encuentra dentro de la literatura un consenso para todas las variables identificadas en ambas teorías. Por ejemplo, hay estudios que matizan la relación positiva que existiría entre acción política y la desafección política, dentro del enfoque del radicalismo desafecto. En este sentido, Disi & Mardones (2019) han encontrado que en Chile las personas más desafectas participan menos políticamente, sobre todo cuando se considera la participación no convencional. Debemos asimismo introducir un matiz importante respecto de la edad en la teoría del radicalismo desafecto. Es cierto que con el aumento de la edad, las personas se muestran más predispuestas a votar y menos a involucrarse en actividades de protesta (Bernhagen & Marsh, 2007). Al mismo tiempo, Brady et al. (1995) señalan que el tiempo libre es un recurso fundamental para la participación política, y que son los jóvenes los que en general poseen en mayor cantidad este recurso en relación con los adultos. Sin embargo, el trabajo de Disi Pavlic (2021) remarca que la edad avanzada también se asocia positivamente con la eficacia interna y externa, el apoyo y la percepción de la democracia, el orgullo nacional, el respeto por las instituciones políticas, y el apoyo al sistema político. Variables que, según la teoría de movilización de recursos, conducirían a apoyar la protesta. Además, el supuesto de que las nuevas generaciones de jóvenes se involucran menos en los asuntos públicos que los de las anteriores ha sido avalado por estudios como los de Norris (2003) y Soule (2001).

Distinguiendo entre tipos de protestas y factores que pueden explicar su apoyo

Crozat (1998) afirma que la protesta puede ser una forma de hablar sin elecciones; no obstante, lo que escuchará el resto de la sociedad depende en gran medida de cómo se transmita el mensaje. El grado de aceptación del mensaje dependerá de dos elementos fundamentales: las metas u objetivos a los que la acción aspire, y las tácticas o estrategias de protesta que el movimiento utilice (Boyle & Armstrong, 2009).

Las tácticas pueden variar desde básicas y no amenazantes ―vigilias con velas, marchas pacíficas, sentadas, etcétera― hasta situaciones más extremas ―desobediencia civil, actos de violencia, etcétera― (Boyle et al., 2005). Basados en la conceptualización del nivel de disrupción que esencialmente combina objetivos y tácticas, las protestas más “disruptivas” serían aquellas cuyos objetivos se oponen al sistema actual y emplean tácticas extremas (Boyle & Armstrong, 2009). Como lo expresa Crozat (1998, p. 59): “Las diferencias entre las formas de protesta que podrían emplearse son importantes por la forma en que el público las recibe. Las formas de protesta socialmente inaceptables ganarán atención precisamente porque son socialmente inaceptables”.

Asimismo, la efectividad y el impacto de las formas de protesta cambian con el tiempo junto con las percepciones de la sociedad sobre ellas, si vivimos en una sociedad de protestas, esperaríamos que la protesta en sí se haya vuelto más aceptable (Marsh, 1974). Esta visión considera la protesta como una mera extensión del repertorio político de los ciudadanos.

En efecto, la diferencia en la táctica o método utilizado está en el grado de disrupción de estos actos. Este grado es importante para comprender la relación entre la protesta y la sociedad. En general, estudios previos han demostrado que los actos altamente contenciosos se han vuelto menos tolerables (Marsh, 1974; Crozat, 1998; Mourão et al., 2016), y que son las tácticas de protesta, en lugar de sus objetivos, las que determinan la variación de su aceptación y cobertura (Boyle & Armstrong, 2009; Boyle et al., 2005). A diferencia de las manifestaciones más pacíficas, las acciones disruptivas comúnmente se consideran fuera de los límites de los modos de expresión democráticamente legítimos (Cornell & Grimes, 2015).

En un estudio sobre las actitudes de protesta en Europa, Crozat (1998) apunta que es más probable que los grupos cuyas metas y tácticas amenazan el statu quo reciban atención negativa de los medios, lo que a su vez podría desviar la opinión pública acerca del movimiento de protesta.

Ahora bien, la pregunta sobre qué determina, desde el punto de vista actitudinal, las variaciones en el grado de acuerdo con la protesta, puede encontrar respuesta en los propios enfoques teóricos que explican la protesta como comportamiento. De esta manera, para la teoría de la movilización de recursos, las variables que afectan la aceptación son las mismas que influyen en la participación en protestas, que, a su vez, son similares a las que conducen a otras formas de compromiso político institucionalizado: mayor estatus socioeconómico, interés político y eficacia interna (Mourão et al., 2016).

Dentro de la teoría de movilización de recursos, el interés en la política y el apoyo a la democracia son dos de los componentes clave en la aceptación de la protesta. En primer lugar, los individuos que presentan algún nivel de interés en la política conocen las cuestiones políticas, y es más probable que sean conscientes de las deficiencias de las vías formales de representación en sus regímenes, y las debilidades institucionales para canalizar adecuadamente la participación (Mosely, 2018). Por estas razones los ciudadanos se inclinan por utilizar otras formas de participación política no convencional, como salir a las calles para hacer escuchar sus voces y expresar sus reclamos. Específicamente, Argentina ha sido caracterizada históricamente como un país con altos niveles de compromiso político, al menos según los estándares regionales. Pero este interés en la política ha alcanzado su techo, lo mismo que la desconfianza hacia las instituciones formales ha llegado a su punto máximo (Mosely, 2018). En efecto, Pereyra (2017) señala que la participación y el interés por la política son bastante bajos en Argentina, lo que podría interpretarse como un importante indicador de desafección. Al mismo tiempo, sin embargo, ambos tienden a ser más altos entre quienes participaron en una acción de protesta.

Desde esta perspectiva, Mourão et al. (2016) analizan cómo las sociedades latinoamericanas apoyan o rechazan el “derecho a protestar” utilizando diferentes tácticas. Sus resultados sugieren que las variables asociadas con la teoría de la movilización de recursos estratégicos ―mayores niveles de ingresos, estudios, conocimiento político e interés― tienen un mayor impacto en el apoyo a las protestas moderadas, como las manifestaciones legales y la organización de grupos, mientras que variables asociadas con el radicalismo descontento ―insatisfacción con el gobierno y los servicios, menor edad, ingresos y estudios― se asocian con el apoyo a las modalidades radicales de protestas, tales como bloqueo de calles, confiscación de propiedades o, incluso, intentos de derrocamiento del gobierno. El trabajo concluye que los latinoamericanos tienden a apoyar solo el derecho a protestar pacíficamente, y que rechazan las protestas que amenazan el orden público (Mourão et al., 2016).

En segundo lugar, este sentimiento de amenaza al orden público se relaciona íntimamente con las actitudes democráticas y el tolerar la protesta social. Quienes apoyan menos la democracia, es decir, que tienen mayores preferencias por un régimen autoritario o presentan un perfil de personalidad autoritaria, se caracterizan sobre todo por la intolerancia (Bohigues, 2018) y tienden a mostrar rasgos de inseguridad o ansiedad de sentirse amenazados (Rokeach, 1960; Wilson, 1973; Feldman, 2003). En tanto que los individuos con actitudes más autoritarias son menos tolerantes a la incertidumbre, la ambigüedad y a los cambios sociales abruptos, prefiriendo un mundo social estructurado, estable y predecible (Jost et al., 2009; Rottenbacher, 2012). Es lógico esperar que estas personas muestren mayor rechazo frente a las protestas. Aunque no sean necesariamente violentas, su manifestación pública, de alguna u otra forma, busca generar un cambio en la organización social o en uno de sus aspectos específicos. Esto se acentúa más frente a las protestas que utilizan como táctica el corte de rutas y/o carreteras, puesto que estas estrategias tienen una clara intervención en el espacio público alterando el orden y la movilidad ciudadana. En un estudio sobre los determinantes de la criminalización social de la protesta en Perú, Rottenbacher & Schmitz (2013) corroboraron una relación negativa entre el apoyo al sistema democrático y el apoyo a la protesta. Ello es congruente con la idea de que la intolerancia hacia la protesta social se percibe como un atentado contra los derechos de expresión, reunión y participación política sobre los cuales se funda la democracia. En esta misma línea, el estudio de Cuevas Ossandon & Villalobos Dintrans (2017) sobre los determinantes de la disposición a protestar en América Latina, arroja que una mejor valoración de la democracia implica una mayor disposición a involucrarse en alguna de estas acciones, lo que puede ser interpretado como que la protesta es entendida por los sujetos como un elemento profundizador, más que debilitador, de la democracia.

Concretamente, aunque se presume que en Argentina la protesta social está ampliamente aceptada por la ciudadanía, esta idea parece ser más una presunción generalizada derivada de sus rasgos idiosincráticos, más que una conclusión basada en suficiente evidencia empírica. El informe del Barómetro de las Américas 2012 analiza de manera descriptiva la batería de preguntas que capturan la percepción ciudadana sobre diferentes modalidades de acción política contenciosa que eventualmente pueden afectar a derechos de terceros. Los resultados a nivel regional comparado muestran que los argentinos otorgan un nivel relativamente alto de apoyo a la participación en manifestaciones pacíficas ―el país se ubica en el décimo lugar entre las naciones del hemisferio donde las personas aprueban más firmemente este tipo de acción como instrumento de protesta―. Sin embargo, los niveles promedio de aprobación del corte de rutas y la invasión de la propiedad privada solo superan a los reportados en El Salvador, Nicaragua y Jamaica (Lodola & Seligson, 2013).

Datos y método

Para abordar el apoyo a las protestas en Argentina recurrimos al Barómetro de las Américas (LAPOP) de la Universidad de Vanderbilt, que recoge dos preguntas sobre el grado de aceptación de manifestaciones o protestas, presentadas en la Tabla 1.

Tabla 1 Preguntas de LAPOP sobre protestas y manifestaciones (2008-2017) 

Preguntas Escala de respuesta
¿Hasta qué punto aprueba o desaprueba que las personas participen en manifestaciones permitidas por la ley? (1) Desaprueba firmemente a
(10) Aprueba firmemente
¿Hasta qué punto aprueba o desaprueba que las personas participen en un cierre o bloqueo de calles o carreteras como forma de protesta?

Nota: Aunque en Argentina el término ruta es de uso más común frente a carretera, para este artículo utilizamos el segundo porque, junto con el de calle, es el incluido en los cuestionarios de LAPOP.

Fuente: LAPOP, 2008-2017.

Aunque referidas a un mismo fenómeno, en la redacción de las preguntas pueden verse claras diferencias. La primera menciona explícitamente un permiso legal para manifestarse, mientras que la segunda apunta a capturar la percepción sobre una vía de protesta más conflictiva que la anterior, que podría potencialmente afectar derechos de terceros. Como bien señalan Carrera & Cotarelo (2003, p. 206), los medios de protesta en Argentina cuentan con un amplio abanico de posibilidades. De entre ellas, el cierre y bloqueo de carreteras es el medio más nuevo, usado (Arce & Mangonnet, 2013, p. 899), y probablemente polémico. Con estas dos preguntas, teniendo en cuenta las divergencias en el tipo de protesta a que se refieren, es posible contrastar el grado de apoyo de la ciudadanía argentina a las manifestaciones y protestas como forma de acción colectiva. Y tratarlas por separado permitirá matizar los determinantes de cada una, dadas las diferencias significativas entre una manifestación permitida por la ley (sic) o un bloqueo de carreteras.

Estas preguntas se realizan desde la primera ola de encuestas llevadas a cabo por LAPOP en 2008. En total, las mismas están disponibles en cinco puntos en el tiempo; en aras de una comprensión completa del fenómeno, tomamos todos los años con datos disponibles: 2008, 2010, 2012, 2014 y 2017, para así también comprobar la consistencia de los hallazgos a lo largo del tiempo. En el Gráfico 1 se recoge la evolución de los niveles de apoyo a cada uno de los tipos de protesta/manifestación mencionados en la Tabla 1.

Fuente: Elaboración propia a partir de LAPOP, 2008-2017.

Gráfico 1 Apoyo medio por tipo de protesta en Argentina (2008-2017) 

A partir de una primera aproximación a los datos, se observa la tendencia a la baja en los niveles de apoyo desde 2008, con un ligero repunte del apoyo al cierre de calles en 2017. Este incremento podría obedecer a la situación de crisis económica como la que irrumpió a partir de 2016 con la devaluación de la moneda y las políticas de ajuste implementadas por el gobierno.

Para explicar el apoyo a la protesta como forma de participación política, se han identificado dos teorías contrapuestas en la literatura: el descontento, y la movilización de recursos. Para dilucidar cuál teoría funciona, y si lo hacen igual para cada tipo de protesta, optamos por regresiones logísticas ordenadas que incluyen las siguientes variables independientes de interés: edad, nivel de estudios, respeto por las instituciones, apoyo a la democracia y al sistema político, orgullo de vivir en ese mismo sistema, e interés en la política. Adicionalmente, incluimos la frecuencia en la participación en organizaciones políticas (1 = una vez a la semana a 4 = nunca) para evaluar la teoría de movilización de recursos.

Según qué teoría se escoja, el perfil de los ciudadanos es muy diferente. Así lo demuestran Somma et al. (2020) en relación con el perfil de los manifestantes en marchas LGBTIQ en Argentina y Chile. Estos autores encuentran que, en comparación con los chilenos, los argentinos tienen mayores niveles de eficacia política y están más satisfechos con la democracia, entre otros. Por consiguiente, Somma et al. (2020) corroboran, en el ámbito LGBTIQ, la teoría de movilización de los recursos para Argentina, y la del radicalismo desafecto para Chile.

Si bien la evidencia empírica existente advierte que no todas las variables pueden servir para evaluar el poder explicativo de los dos enfoques teóricos considerados, en el presente artículo, estableceremos expectativas teóricas para las mismas variables, con el propósito de poder comparar sistemática y simultáneamente el efecto de ambas teorías. De este modo, para la teoría del radicalismo desafecto, quienes están del lado de las protestas son jóvenes, con un menor nivel de estudios, con poco respeto por las instituciones políticas, que participan poco o nada en organizaciones políticas, que no tienen orgullo por vivir en un sistema político con el que no están de acuerdo, que no apoyan la democracia y que no tienen interés en la política. Este sería el sector de la sociedad frustrado, descontento, los desafectos del sistema.

Por el contrario, para la teoría de la movilización de recursos, quienes están del lado de la protesta no son tan jóvenes, tienen un mayor nivel de estudios, respetan las instituciones políticas, participan en organizaciones políticas, sienten orgullo de vivir en un sistema que apoyan, al igual que la democracia, y muestran elevados niveles de interés en política. Este sería el sector de la población movilizado.

Además de estas variables, los modelos incluyen otras a modo de control: mujer, urbano, ideología (escala izquierda-derecha), valoración del trabajo de la presidencia, y valoración egotrópica y sociotrópica de la economía (-1: peor, 0: igual, 1: mejor, que hace 12 meses). La Tabla 2 recoge los estadísticos descriptivos de las variables incluidas en los modelos.

Tabla 2 Estadísticos descriptivos 

Variable Observaciones Media Desv. típica Min. Max.
Manifestación permitida por ley 7331 7.14 2.87 1 10
Cierre/Bloqueo de calles/carreteras 7350 3.59 2.92 1 10
Edad 7405 39.67 16.57 16 90
Estudios 7424 10.54 3.93 0 18
Respeto por las instituciones políticas 7228 4.52 1.90 1 7
Participación en organizaciones políticas 7382 1.16 0.54 1 4
Orgullo de vivir bajo el sistema político argentino 7203 4.01 1.94 1 7
Apoyo al sistema político 7114 4.50 1.97 1 7
Apoyo a la democracia* 7196 5.91 1.55 1 7
Interés en la política 7364 2.19 1.00 1 4
Mujer 7447 0.51 0.50 0 1
Urbano 7448 0.89 0.32 0 1
Ideología 6030 5.45 2.03 1 10
Aprobación presidencial 7185 3.00 1.06 1 5
Evaluación sociotrópica 7250 -0.37 0.71 -1 1
Evaluación egotrópica 7359 -0.17 0.70 -1 1

*Redacción de la pregunta: “Puede que la democracia tenga problemas, pero es mejor que cualquier otra forma de gobierno”.

Fuente: LAPOP 2008-2017, Argentina.

Aunque se trate de variables de control, en tanto no hacen parte formalmente de las dos teorías contrapuestas sobre el radicalismo desafecto y la movilización de recursos, sí tenemos expectativas teóricas para estas seis variables. Así, en vista del carácter de las protestas en los últimos años en América Latina, y en Argentina especialmente, contra los ajustes económicos (Arce & Rice, 2009; Almeida, 2007), puede esperarse un efecto negativo de la escala izquierda-derecha, puesto que la evidencia ha señalado que existe una asociación positiva entre la ideología de izquierda y la participación en protestas a nivel individual (Dalton et al., 2009, p. 60).

De acuerdo con la literatura, las reformas económicas neoliberales tienen un efecto desmovilizador. Sin embargo, esas mismas reformas económicas implementadas desde los gobiernos tienen un efecto paradójico en América Latina (Arce & Rice, 2009, p. 89), en vista de la revigorización de las protestas y los movimientos sociales, y la repolitización de la acción colectiva durante las pasadas décadas. Esto enlaza de manera directa con la teoría del radicalismo desafecto, por lo cual puede esperarse que una valoración negativa de la economía y/o el trabajo de la presidencia funcionen como catalizadores de las protestas, y de sus niveles de aceptación.

En cuanto al género, diversos estudios han demostrado que, en décadas anteriores, el potencial de protesta era más común entre los hombres que entre las mujeres, así como entre los más educados, ambas características de las formas tradicionales de participación (Marsh & Kaase, 1979). Pero otros coinciden en que actualmente el género ya no es importante para determinar la participación en protesta y, por consiguiente, en su aceptación (Norris et al., 2005). Particularmente en Argentina, Alvarez et al. (2017) encontraron que las mujeres tienen más probabilidades de involucrarse más activamente en actividades convencionales en relación con el tipo de protesta y participación política; no obstante, la brecha de género en la participación en sí misma es estadísticamente indistinguible de cero. Por tanto, la expectativa teórica para este caso es que la variable género no sea significativa para explicar el grado de apoyo de las manifestaciones pacíficas y permitidas por ley, aunque sí podría esperarse que ser mujer tenga un efecto negativo en el apoyo de cierre de calles y bloqueo de carreteras.

En relación a la variable urbano-rural, basada en la teoría de la modernización social de Inglehart (1997), Inglehart & Welzer (2005) y Dalton & Sickle (2005), podría esperarse que quienes viven en contextos urbanos tiendan a expresar una mayor aceptación de los diferentes tipos de protesta en general que los que viven en contextos rurales.

También consideramos el haber participado en una protesta en el último año, en tanto debemos tener en cuenta que variables de comportamiento pueden afectar actitudes hacia la protesta, diferenciando entre quienes participan y los que no. La proximidad a las protestas puede tener un efecto significativo positivo en las opiniones sobre las manifestaciones pacíficas (Disi Pavlic, 2021), así como en otro tipo de actitudes políticas como la eficacia y el interés en política (Galais, 2014; Wallace et al., 2014). En este sentido, podría esperarse que, quienes han participado en una manifestación pública en los últimos 12 meses, tiendan a un mayor grado de acuerdo con que la gente proteste.

No obstante, decidimos no incluir esta variable en los modelos presentados en el artículo debido a que la pregunta no se encuentra disponible para el año 2008. Sin embargo, sí probamos modelos alternativos que incluyeron esta pregunta sobre la participación en una protesta en el último año -por tanto, sin los datos de 2008- y encontramos, en consonancia con la literatura, que quienes lo han hecho tienen mayor probabilidad de apoyar ambos tipos de protestas (Anexo II). Por lo demás, los resultados no difieren significativamente de los presentados en este artículo.

Dado que se toman todos los años con datos disponibles, se opta por un modelo de regresión logística ordenada de efectos fijos controlando por año. Se probaron modelos alternativos con regresiones lineales y logísticas dicotomizando en el 1-5 y 6-10. Los resultados no difieren significativamente de los de las regresiones logísticas ordenadas, que se adecuan mejor a la estructura de la pregunta, con respuesta en escala de diez puntos (Tabla 1). Finalmente, se aborda la consistencia temporal de los efectos sobre el apoyo a ambos tipos de protestas en los dos determinantes actitudinales claves identificados: apoyo a la democracia, e interés en la política.

Resultados

En la Figura 1 se recogen los modelos de regresión logística ordenada con efectos fijos.1 Los coeficientes están representados con los intervalos de confianza al 95%. Si el coeficiente o los intervalos se sobreponen al 0, el efecto no es significativo. Si se ubican a un lado u otro de dicha línea es un efecto estadísticamente significativo, bien positivo (derecha), bien negativo (izquierda).

Nota: Los modelos de regresión incluyen efectos fijos por año, pero no son mostrados en la figura.

Fuente: Elaboración propia. Comando ologit en Stata.

Figura 1 Determinantes del apoyo a la protesta. 

Respecto a las variables directamente vinculadas con las teorías contrapuestas de descontento y movilización de recursos, los hallazgos son reveladores. La edad tiene un efecto negativo pero débil. Por consiguiente, la variable se comporta según lo estipulado en la teoría del descontento: los jóvenes muestran mayores simpatías por ambos tipos de protestas frente a las cohortes más viejas.

Los niveles de estudios son significativos, con diferentes direcciones, y tal como se delineó en las expectativas teóricas. Cuando se trata de manifestaciones legales se cumple la teoría de movilización de recursos: a mayor nivel de estudios, mayores niveles de aceptación; y para los bloqueos y cierres, la teoría del descontento encuentra sustento empírico, ya que el coeficiente es negativo.

Aunque el respeto hacia las instituciones no presenta efectos significativos en ninguna de las dos protestas, la movilización de recursos, en las variables “Orgullo de vivir en el sistema político argentino” y “Participación en organizaciones políticas”, muestra otro punto a favor. Quienes sienten orgullo apoyan más los bloqueos y cierres, y un tipo de participación tan polémico y criticado como los cierres de carreteras en Argentina genera simpatías entre quienes, precisamente, se sienten orgullosos de ese sistema político. Podría decirse en este punto que, para este segmento de la población, ambas protestas forman parte del propio sistema político. Y que quienes participan con mayor frecuencia en organizaciones políticas apoyan más ambos tipos de protestas. El contrapunto de este hallazgo es la ausencia de significancia por parte del apoyo al sistema político sobre los cierres y bloqueos. No obstante, encontramos efectos positivos, si bien menos sustantivos, del apoyo al sistema político, y por tanto en la línea de la movilización de recursos, en las manifestaciones permitidas por la ley.

Pasando a la democracia como forma de gobierno, encontramos unos efectos similares a los del nivel de estudios. Los sectores más demócratas de Argentina están más de acuerdo con las manifestaciones permitidas con la ley, pero no apoyan, sino todo lo contrario, los bloqueos y cierres de carreteras. En el plano del apoyo a la democracia, la teoría del descontento funciona para bloqueos y cierres, y la movilización de recursos para las manifestaciones permitidas por ley. Finalmente, el interés en la política cumple también con esta última teoría, pues encontramos efectos significativos y positivos para las dos protestas.

Por último, en cuanto a los controles, llama la atención la ausencia de significancia de la variable urbano/rural, así como el género, aunque es positivo y significativo al 10% para los cierres/bloqueos. La ideología se comporta de la manera esperada: los ciudadanos más ubicados a la derecha tienden a presentar menores niveles de aceptación en los dos tipos de protestas.

Por su parte, la valoración del trabajo de la presidencia muestra los efectos esperados. Este hallazgo va un paso más allá de la línea señalada por Arce & Mangonnet (2013, p. 907) cuando constatan que a nivel subnacional con el peronismo en la oposición aumenta el número de protestas. Los resultados aquí apuntan que quienes aprueban el trabajo de la presidencia registran menores niveles de apoyo a los dos tipos de protesta. En otras palabras, no solo es que quienes están con el gobierno protesten menos, algo ya corroborado por la literatura, sino que quienes están a favor del gobierno aceptan menos la protesta como forma de acción colectiva.

La valoración sociotrópica tiene los efectos esperados: una mejor evaluación de la economía conlleva un mayor rechazo a las protestas, en cualquiera de sus formas. Ahora bien, la valoración egotrópica, pensando en la situación personal de uno mismo, no tiene efectos significativos; a la hora de aceptar las protestas importa más lo que se piensa de la economía a nivel nacional que a nivel individual.

Recapitulando, la teoría del descontento encuentra poco sustento en los grados de apoyo a las protestas en Argentina. Solo en tres aspectos -edad para los dos tipos de protestas, estudios, y apoyo a la democracia para los bloqueos y cierres- funciona esta teoría. Por lo tanto, Argentina no es solo uno de los países latinoamericanos donde más se protesta, sino que este tipo de comportamiento político es aceptado o tolerado por un perfil de ciudadano que va más allá de la simple desafección proveniente de sectores radicales y descontentos. Ciertamente, los bloqueos de calles y cierres son apoyados por ciudadanos más jóvenes, con menos estudios y menos demócratas, pero también por quienes se sienten orgullosos de vivir en el sistema político argentino y tienen interés en la política.

Apoyo a la democracia e interés en la política en perspectiva temporal

Revisados los efectos generales de las variables en cada tipo de protestas, el análisis ahora se centra en testear si esos determinantes identificados han sufrido modificaciones a lo largo de los años. Para ello nos centramos en las dos variables que han mostrado mayor importancia teórica y empírica en el modelo de la Figura 1: el apoyo a la democracia y el interés en la política. La Figura 2 presenta los efectos marginales (comando margins de Stata) del apoyo a la democracia para las posiciones extremas de apoyo a las dos protestas, aprueba (10) y desaprueba (1) firmemente, diferenciados por año. Esto permite estudiar los efectos sobre la aprobación y desaprobación diferenciadas para cada tipo de protesta, más allá de los efectos generales identificados en la anterior sección. Para una mejor interpretación de los datos, las figuras solo presentan el primer y último año de la muestra, 2008 y 2017, respectivamente.

Fuente: Elaboración propia.

Figura 2 Apoyo a la democracia y protestas 

Como se desprende de la Figura 2, no hay efecto temporal en la relación apoyo a la democracia y los bloqueos y cierres (cuadrantes derechos). El efecto de la democracia sobre el apoyo a este tipo de protesta es constante a lo largo del tiempo, pues no hay cambios importantes en la pendiente entre 2008 y 2017. La clasificación de este tipo de protesta como más apegada a la teoría del descontento es constante en el tiempo.

Por el contrario, sí hay efectos temporales en el efecto que el apoyo a la democracia ejerce en la aceptación y la oposición total a las manifestaciones legales (cuadrantes izquierdos). La diferencia en la aceptación total (10) entre quienes están plenamente comprometidos con la democracia (7) se agranda con el paso del tiempo (cuadrante superior izquierdo). Aunque parten de unas diferencias mucho menores entre quienes no creen en la democracia (1), la pendiente es menos pronunciada año tras año hasta 2017. Luego de nueve años la democracia ha perdido poder explicativo a la hora de entender por qué los ciudadanos apoyarían las manifestaciones legales: si en 2008 la diferencia entre un no demócrata y un incondicional de la democracia era de 32 puntos, en 2017 es solo de 18.

El hallazgo se replica de forma opuesta en las posiciones de total rechazo a las manifestaciones legales (cuadrante inferior izquierdo): aquí la pendiente del efecto de la democracia se vuelve más pronunciada, fundamentalmente debido a los mayores valores de probabilidad de apoyar el total rechazo (1) entre quienes no apoyan la democracia: si los demócratas mantienen valores equiparables a lo largo de los años, entre los no demócratas aumentan con más intensidad los porcentajes de probabilidad de oponerse a las manifestaciones. Así, frente a una menor diferencia entre los extremos del apoyo a la democracia en 2008 (7 puntos), en 2017 la diferencia se agranda (18 puntos), nuevamente debido a la mayor oposición de los no demócratas.

En cuanto al interés en la política (Figura 3), los datos muestran mayor consistencia, aunque sí puede identificarse un cambio en la desaprobación firme de las manifestaciones legales (cuadrante inferior izquierdo): quienes no muestran ningún interés en la política se han vuelto, al igual que los no demócratas, mucho más intolerantes con este tipo de protesta. De nuevo, de una pendiente más bien plana en 2008, con la diferencia entre “mucho” y “nada” de 2 puntos (4 a 2), se ha pasado a una pendiente mucho más pronunciada entre mucho y nada en 2017 de 7 puntos (13 a 6).

Fuente: Elaboración propia.

Figura 3 Interés en la política y protestas 

Con los resultados mostrados en las Figuras 2 y 3, es posible afirmar que en 2017 los demócratas apoyan menos las manifestaciones legales, y los no demócratas las rechazan más. Del mismo modo, quienes manifiestan tener ningún interés en la política se han vuelto más intolerantes con las manifestaciones legales. No hay diferencias en los efectos a lo largo del tiempo para los bloqueos y cierres de calles.

Así, los efectos de la democracia, y el interés en la política en menor medida se han reforzado con el tiempo para la oposición a las manifestaciones legales, al mostrar pendientes más pronunciadas. Esto se debe sobre todo a esa mayor desaprobación de la protesta como comportamiento por parte de quienes no creen en la democracia y no están interesados en política. Por el contrario, el apoyo a la democracia se vuelve importante a la hora de explicar la aprobación máxima de este tipo de protestas

Conclusiones

El objetivo de este trabajo ha sido analizar los motivos del apoyo a la protesta. Para ello, se ha tomado como variable dependiente el apoyo a dos tipos de protesta: las manifestaciones permitidas por ley, y los bloqueos o cierres de carreteras y calles. Argentina ha servido como caso de análisis por su idoneidad para un estudio de opinión pública sobre actitudes hacia la protesta.

Para establecer de qué forma se comportan los posibles factores explicativos, se han testeado dos enfoques teóricos que sobresalen dentro de la perspectiva que se interesa por el plano microindividual de la acción colectiva: la movilización de recursos y el radicalismo desafecto.

Antes de inferir conclusiones para cada tipo de protesta, la primera apreciación que puede extraerse de los resultados del análisis de regresión es que, para Argentina, la teoría de la movilización de recursos encuentra más sustento empírico para explicar el apoyo a la protesta como forma general de expresión política, puesto que, a excepción de la edad, estudios y apoyo a la democracia únicamente en bloqueos y cierres, el resto de las variables se comportan de la manera prevista por esa teoría. Es decir, el perfil de quien acepta la protesta en Argentina es, en líneas generales, un ciudadano con mayor nivel de estudios, que se siente orgulloso de vivir en el sistema político argentino, que apoya el sistema político y a la forma de gobierno democrática, y que tiene interés en la política.

Pero al analizar por separado a cada uno de los tipos de protesta, observamos que hay algunas diferencias entre las protestas pacíficas y los cierres y bloqueos de calles y carreteras. En esta diferenciación, sobresale el perfil delineado por la teoría de movilización de recursos. A diferencia de los hallazgos de Mourão et al. (2016) para América Latina, donde esta teoría solo funciona para las protestas moderadas, en el caso argentino los resultados muestran que muchas de las variables postuladas por la teoría de recursos estratégicos aplican a las bloqueos o cierres de carreteras. Para este último tipo, las variables de estudios y edad, al igual que para Mourão et al. (2016), sí se ajustan al perfil del manifestante descontento. Y lo hacen también para las manifestaciones permitidas por ley.

Por tanto, la contraposición de los dos enfoques teóricos arroja que, para Argentina, la teoría que más funciona es la de la movilización de recursos, aun con la importante excepción del efecto negativo del apoyo a la democracia sobre el que se da a los bloqueos y cierres de carreteras. En síntesis, puede afirmarse que, en este país, incluso un tipo de protesta con tácticas más disruptivas como el bloquear una calle o carretera, se percibe como una forma convencional o un recurso más de expresión de la sociedad.

No obstante, debe hacerse una salvedad a partir de lo que revela la comparación de los efectos del apoyo a la democracia y el interés en la política a través del tiempo. Los datos muestran que la consistencia al explicar el apoyo a los bloqueos y cierres de calles es constante en el tiempo, pero no el que se da a las manifestaciones legales. Para este último, los más demócratas manifiestan año tras año menores niveles de aprobación, con una caída mucho más pronunciada que entre los no demócratas. Por el contrario, los no demócratas han aumentado en mucha mayor medida el nivel de desaprobación, al igual que los desinteresados en la política.

Si los ciudadanos menos demócratas y menos interesados se han vuelto con los años más intolerantes con una acción normalizada como son las manifestaciones permitidas por la ley, significa que se ha intensificado en este caso el perfil del manifestante delineado por la teoría de movilización de recursos. Sin embargo, es necesario matizar esta afirmación: el reforzamiento del hallazgo se ha dado sobre todo por cuenta de las posiciones negativas, no por las positivas. Los ciudadanos demócratas y/o interesados en la política siguen apoyando más estas manifestaciones que sus contrapartes no demócratas y/o desinteresadas en política, pero mientras los primeros a cada año disminuyen su aprobación, los últimos presentan mucha mayor oposición.

En conclusión, la teoría que mejor explica la aceptación de la protesta, diferenciando entre manifestaciones permitidas por ley y bloqueo de carreteras y calles, es la teoría de recursos estratégicos convencionales o movilización de recursos en la que el apoyo a la democracia y el interés en política aparecen como las variables claves y más significativas. Al mismo tiempo, la perspectiva temporal permite examinar cómo se comportan los extremos de estos dos factores, reforzando la preeminencia de esta teoría para los no demócratas y menos interesados en política, aunque advirtiendo sobre una gradual pérdida de poder explicativo del apoyo a la democracia para la aceptación de manifestaciones legales. Esto es una llamada de atención a la funcionalidad de este enfoque sobre el caso argentino, y posiblemente para otros de la región. De continuar esta tendencia continua en el futuro, los efectos positivos del apoyo a la democracia y del interés en política podrían llegar a revertirse en dirección hacia el radicalismo descontento.

Referencias

Almeida, P. D. (2007). Defensive mobilization: Popular movements against economic adjustment policies in Latin America. Latin American Perspectives, 34(3), 123-139. https://doi.org/10.1177/0094582X07300942 [ Links ]

Alvarez, R. M., Levin, I., & Núñez, L. (2017). The four faces of political participation in Argentina: Using latent class analysis to study political behavior. The Journal of Politics, 79(4), 1386-1402. https://doi.org/10.1086/692786 [ Links ]

Arce, M., & Mangonnet, J. (2013). Competitiveness, partisanship, and subnational protest in Argentina. Comparative Political Studies, 46(8), 895-919. https://doi.org/10.1177/0010414012463888 [ Links ]

Arce, M., & Rice, R. (2009). Societal protest in post-stabilization Bolivia. Latin American Research Review, 44(1), 88-101. https://doi.org/10.1353/lar.0.0071 [ Links ]

Atzeni, M. (2010). Workplace conflict: Mobilization and solidarity in Argentina. Londres: Palgrave Macmillan. https://doi.org/10.1057/9780230281622 [ Links ]

Auyero, J. (2006). Protest in contemporary Argentina: a contentious repertoire in the making. En P. Fernández-Kelly & J. Shefner (Eds.), Out of the shadows: political action and the informal economy in Latin America (pp. 156-194). Pennsylvania: Penn State Press. [ Links ]

Auyero, J. (2002). Los cambios en el repertorio de la protesta social en la Argentina. Desarrollo Económico, 42(166), 187-210. https://doi.org/10.2307/3455940 [ Links ]

Barrera, V., & Hoyos, C. (2020). Violent and disorderly? Analysis of the repertoires of social protest in Colombia. Análisis Político, 33(98), 167-190. https://doi.org/10.15446/ANPOL.V33N98.89416 [ Links ]

Bellinger, P. T., & Arce, M. (2011). Protest and democracy in Latin America’s market era. Political Research Quarterly, 64(3), 688-704. https://doi.org/10.1177/1065912910373557 [ Links ]

Bernhagen, P., & Marsh, M. (2007). Voting and protesting: explaining citizen participation in old and new European democracies. Democratization, 14(1), 44-72. https://doi.org/10.1080/13510340601024298 [ Links ]

Bohigues, A. (2018). El apoyo a la democracia en los parlamentos latinoamericanos. Análisis del demócrata ambivalente. Revista de Ciencia Política, 38(1), 51-82. https://doi.org/10.4067/s0718-090x2018000100051 [ Links ]

Boyle, M. P., & Armstrong, C. (2009). Measuring level of deviance: Considering the distinct influence of goals and tactics on news treatment of abortion protests, Atlantic Journal of Communication, 17(4), 166-183. https://doi.org/10.1080/15456870903156134 [ Links ]

Boyle, M. P., McCluskey, M. R., McLeod, D. M., & Stein, S. E. (2005). Newspapers and protest: An examination of protest coverage from 1960 to 1999. Journalism & Mass Communication Quarterly, 82(3), 638-653. https://doi.org/10.1177/107769900508200310 [ Links ]

Brady, H. E., Verba, S., & Schlozman, K. L. (1995). Beyond SES: A resource model of political participation. American Political Science Review, 89(2), 271-294. https://doi.org/10.2307/2082425 [ Links ]

Carrera, N. I., & Cotarelo, M. C. (2003). Social struggles in present day Argentina. Bulletin of Latin American Research, 22(2), 201-213. https://doi.org/10.1111/1470-9856.00073 [ Links ]

Cornell, A., & Grimes, M. (2015). Institutions as incentives for civic action: Bureaucratic structures, civil society, and disruptive protests. The Journal of Politics, 77(3), 664-678. https://doi.org/10.1086/681058 [ Links ]

Crozat, M. (1998). Are the times a-changing’? Assessing the acceptance of protest in western democracies. En D. S. Meyer & S. G. Tarrow (Eds.), The social movement society: Contentious politics for the new century (pp. 59-82). Lanham: Rowman y Littlefield. [ Links ]

Cuevas Ossandon, R., & Villalobos Dintrans, C. (2017). Disposición de los latinoamericanos hacia la protesta. Un análisis exploratorio a partir de Latinobarómetro 2015. Revista Chilena de Derecho y Ciencia Política, 8, 187-211. https://doi.org/10.7770/rchdcp-v8n2-art1297 [ Links ]

Dalton, R. J., Van Sickle, A., & Weldon, S. (2009). The individual-institutional nexus of protest behaviour. British Journal of Political Science, 40(1), 51-73. https://doi.org/10.1017/S000712340999038X [ Links ]

Dalton, R., & Sickle, A. V. (2005). The resource, structural, and cultural bases of protest. Irvine: Center for the Study of Democracy, University of California. [ Links ]

Dinerstein, A. (2003). Power or counter power? The dilemma of the piquetero movement in Argentina post-crisis. Capital & Class, (81), 1-8. https://doi.org/10.1177/030981680308100101 [ Links ]

Disi Pavlic, R. (2021). The nearness of youth: Spatial and temporal effects of protests on political attitudes in Chile. Latin American Politics and Society, 63(1), 72-94. https://doi.org/10.1017/LAP.2020.33 [ Links ]

Disi Pavlic, R. (2020). Choosing from the repertoire of contention: Evidence from student protests in Latin America. Revista de Sociologia e Política, 28(76), 1-18. https://doi.org/10.1590/1678-987320287611 [ Links ]

Disi Pavlic, R., & Mardones Arévalo, R. (2019). Chile 2010: la desafección política y su impacto en la participación política convencional y no convencional. Reforma y Democracia, (73), 189-226. [ Links ]

Eckstein, S. (2001). Power and popular protest in Latin America. En S. E. Merino, Power and popular protest: Latin American social movements. Berkeley: University of California Press. [ Links ]

Feldman, S. (2003). Enforcing social conformity: A theory of authoritarianism. Political Psychology, 24(1), 41-74. https://doi.org/10.1111/0162-895X.00316 [ Links ]

Freyre, M. L. (2014). El problema del desempleo en Argentina y el surgimiento de los Planes de Empleo y sostenimiento de ingresos en la agenda pública. Revista de Sociologia e Política, 22(51), 35-54. https://doi.org/10.1590/1678-987314225103 [ Links ]

Galais, C. (2014). Don’t vote for them: The effects of the Spanish indignant movement on attitudes about voting. Journal of Elections, Public Opinion and Parties, 24(3), 334-350. https://doi.org/10.1080/17457289.2014.887089 [ Links ]

Gamallo, L. (2020). La acción colectiva en Argentina: actores, demandas y formas de lucha desde el retorno democrático. Perfiles Latinoamericanos, 28(55), 83-108. https://doi.org/10.18504/pl2855-004-2020 [ Links ]

Gamson, W. A. (1992). The social psychology of collective action. En A. D. Morris (Ed.), Frontiers in social movement theory (pp. 53-76). New Haven: Yale University Press. [ Links ]

Hylton, F. (2020). Algo está pasando en Colombia. Nueva Sociedad. https://www.nuso.org/articulo/algo-esta-pasando-en-colombia/Links ]

Inglehart, R. (1997). Modernization and postmodernization: Cultural, economic, and political change in 43 societies. Princeton: Princeton University Press. https://doi.org/10.1515/9780691214429 [ Links ]

Inglehart, R., & Welzer, C. (2005). Modernization, cultural change, and democracy. The human development sequence. Cambridge: Cambridge University Press. [ Links ]

Jost, J., Federico, C., & Napier, J. (2009). Political ideology: Its structure, functions, and elective affinities. Annual Review of Psychology, (60), 307-337. [ Links ]

Lodola, G. J., & Seligson, M. (2013). Cultura política de la democracia en Argentina y en las Américas, 2012. Hacia la igualdad de oportunidades. Buenos Aires: LAPOP/Universidad Torcuato Di Tella. [ Links ]

Lodola, G., & Seligson, M. A. (2011). Cultura política de la democracia en Argentina, 2010. Consolidación democrática en las Américas en tiempos difíciles. Buenos Aires: LAPOP /Universidad Torcuato Di Tella. [ Links ]

Marsh, A. (1974). Explorations in unorthodox political behavior: A scale to measure 'protest potential. European Journal of Political Research, 2(2), 107-129. https://doi.org/10.1111/j.1475-6765.1974.tb01233.x [ Links ]

Marsh, A., & Kaase, M. (1979). Background of Political Action. En S. Barnes & M. Kaase (Eds.), Political action: Mass participation in five western democracies. Beverley Hills: Sage. [ Links ]

McAdam, D. (1999). Political process and the development of Black insurgency, 1930-1970 (2nd ed.). University of Chicago Press. https://doi.org/10.7208/chicago/9780226555553.001.0001 [ Links ]

McCarthy, J. D., & Zald, M. N. (1973). The trend of social movements in America: Professionalization and resource mobilization. (CRSO Working Paper, no. 164). [ Links ]

Medel Sierralta, R. M., & Somma González, N. M. (2016). ¿Marchas, ocupaciones o barricadas? Explorando los determinantes de las tácticas de la protesta en Chile. Política y Gobierno, 23(1), 163-199. [ Links ]

Moseley, M. W. (2018). Protest state: The rise of everyday contention in Latin America. Nueva York: Oxford University Press. https://doi.org/10.1093/oso/9780190694005.003.0002 [ Links ]

Moseley, M., & Moreno, D. (2010). The normalization of protest in Latin America. Americas Barometer Insights, (42), 1-7. [ Links ]

Mourão, R. R., Saldaña, M., McGregor, S. C., & Zeh, A. D. (2016). Support for protests in Latin America: Classifications and the role of online networking. Social Sciences, 5(4), 1-19. https://doi.org/10.3390/socsci5040058 [ Links ]

Natalucci, A. (2011). Entre la movilización y la institucionalización: Los dilemas de los movimientos sociales (Argentina, 2001-2010). Polis, (28), 193-219. https://doi.org/10.4067/S0718-65682011000100012 [ Links ]

Norris, P. (2003). Young people y political activism: From the politics of loyalties to the politics of choice. Paper presentado en el Council of Europe Symposium “Young people and democratic institutions: From disillusionment to participation”, Strasbourg, France, noviembre. [ Links ]

Norris, P., Walgrave, S., & Aelst, P. V. (2005). Who demonstrates? Disaffected rebels, conventional participants, or everyone? Comparative Politics, 2(37), 251-275. https://doi.org/10.2307/20072882 [ Links ]

Pereyra, S. (2017). Protest, social movements, and malaise in political representation in Argentina. En A. Joignant, M. Morales & C. Fuentes (Eds.), Malaise in representation in Latin American countries: Chile, Argentina, and Uruguay (pp. 235-256). Nueva York: Palgrave Macmillan. https://doi.org/10.1057/978-1-137-59955-1_10 [ Links ]

Rokeach, M. (1960). The open and closed mind: Investigations Into the nature of belief systems and personality systems. Nueva York: Basic Books. [ Links ]

Rottenbacher, J. M. (2012). Conservadurismo político y rigidez cognitiva en una muestra de estudiantes y egresados universitarios de la ciudad de Lima. Avances en Psicología Latinoamericana, 30(2), 257-271. [ Links ]

Rottenbacher, M. J., & Schmitz, M. (2013). Condicionantes ideológicos de la criminalización de la protesta social y el apoyo a la democracia en una muestra limeña. Revista de Psicología, 31(2), 371-394. https://doi.org/10.18800/psico.201302.008 [ Links ]

Schussman, A., & Soule, S. A. (2005). Process and protest: Accounting for individual protest participation. Social Forces, 84(2), 1083-1108. https://doi.org/10.1353/SOF.2006.0034 [ Links ]

Schwartz, M. (1988). Radical protest and social structure: The Southern Farmers’ Alliance and cotton tenancy, 1880-1890. University of Chicago Press. [ Links ]

Scribano, A., & Schuster, F. (2001). Protesta social en la Argentina de 2001: Entre la normalidad y la ruptura.Observatorio Social de América Latina, (5). [ Links ]

Somma, N. M., Rossi, F. M., & Donoso, S. (2020). The attachment of demonstrators to institutional politics: Comparing LGBTIQ pride marches in Argentina and Chile. Bulletin of Latin American Research, 39(3), 380-397. https://doi.org/10.1111/blar.12956 [ Links ]

Soule, S. (2001). Will they engage? Political knowledge, participation and attitudes of Generations X and Y. Paper presentado en el Active Participation or a Retreat to Privacy, Potsdam, Alemania. [ Links ]

Svampa, M., & Pereyra, S. (2003). Entre la ruta y el barrio: La experiencia de las organizaciones piqueteras. Buenos Aires: Biblos. [ Links ]

Tarrow, S. G. (1994). Power in movement: Social movements, collective action and politics. Cambridge: Cambridge University Press. [ Links ]

Vilas, C. (2006). Neoliberal meltdown and social protest: Argentina 2001- 2002. Critical Sociology, 32(1), 163-186. https://doi.org/10.1163/156916306776150331 [ Links ]

Wallace, S. J., Zepeda-Millán, C., & Jones-Correa, M. (2014). Spatial and temporal proximity: Examining the effects of protests on political attitudes. American Journal of Political Science, 58(2), 433-448. https://doi.org/10.1111/AJPS.12060 [ Links ]

Wilson, G. (1973). The Psychology of Conservatism. Nueva York: Academic Press. [ Links ]

Anexo I. Determinantes del apoyo a la protesta (modelos completos)

Protestas permitidas por ley Bloqueo de calles o carreteras
Edad -0.01 (0.00)*** -0.02 (0.00)v***
Estudios 0.03 (0.01)*** -0.02 (0.01)***
Respeto por las instituciones políticas 0.01 (0.02) 0.00 (0.02)
Participación en organizaciones políticas 0.14 (0.05)*** 0.23 (0.05)***
Orgullo de vivir bajo el sistema político argentino 0.02 (0.02) 0.11 (0.02)***
Apoyo al sistema político 0.03 (0.02)* 0.00 (0.02)
Apoyo a la democracia 0.24 (0.02)*** -0.07 (0.02)***
Interés en la política 0.28 (0.03)*** 0.14 (0.03)***
Mujer -0.07 (0.05) 0.09 (0.05)*
Urbano 0.08 (0.08) -0.09 (0.08)
Ideología -0.11 (0.01)*** -0.11 (0.01)***
Aprobación presidencia -0.13 (0.03)*** -0.09 (0.03)***
Evaluación sociotrópica -0.10 (0.04)** -0.10 (0.04)**
Evaluación egotrópica 0.02 (0.04) -0.04 (0.04)
2008 (ref)
2010 -0.36 (0.09)*** 0.19 (0.08)**
2012 -0.68 (0.08)*** -0.08 (0.08)
2014 -0.89 (0.09)*** -0.21 (0.08)**
2017 -1.19 (0.08)*** -0.06 (0.08)
/cut1 -1.78 (0.21) -1.58 (0.21)
/cut2 -1.39 (0.21) -1.15 (0.21)
/cut3 -1.08 (0.21) -0.80 (0.21)
/cut4 -0.69 (0.21) -0.48 (0.21)
/cut5 0.00 (0.21) 0.04 (0.21)
/cut6 0.42 (0.21) 0.38 (0.21)
/cut7 0.92 (0.21) 0.86 (0.21)
/cut8 1.47 (0.21) 1.35 (0.21)
/cut9 1.83 (0.21) 1.60 (0.21)
N 5.231 5.230
Pseudo R2 0.04 0.02

***p<0.01; **p<0.05. *p<0.1. Errores estándar entre paréntesis. Comando ologit de Stata.

Fuente: Elaboración propia.

Anexo II. Determinantes del apoyo a la protesta (incluye participación en protestas)

Protestas permitidas por ley Bloqueo de calles o carreteras
Edad 0.00 (0.00)** -0.02 (0.00)***
Estudios 0.03 (0.01)*** -0.03 (0.01)***
Respeto por las instituciones políticas 0.01 (0.02) 0.02 (0.02)
Participación en organizaciones políticas 0.03 (0.05) 0.11 (0.05)**
Orgullo de vivir bajo el sistema político argentino 0.04 (0.02)** 0.13 (0.02)***
Apoyo al sistema político 0.03 (0.02) 0.00 (0.02)
Apoyo a la democracia 0.23 (0.02)*** -0.10 (0.02)***
Interés en la política 0.25 (0.03)*** 0.09 (0.03)***
Mujer -0.06 (0.06) 0.16 (0.06)***
Urbano 0.07 (0.09) -0.08 (0.09)
Ideología -0.08 (0.01)*** -0.07 (0.01)***
Aprobación presidencia -0.15 (0.03)*** -0.11 (0.03)***
Evaluación sociotrópica -0.09 (0.05)* -0.11 (0.05)**
Evaluación egotrópica 0.01 (0.05) -0.02 (0.05)
Participación en protestas 0.97 (0.09)*** 1.18 (0.09)***
2010 (ref)
2012 -0.29 (0.09) -0.25 (0.09)***
2014 -0.53 (0.09) -0.42 (0.09)***
2017 -0.84 (0.08) -0.28 (0.08)***
/cut1 -1.30 (0.22) -1.78 (0.22)
/cut2 -0.92 (0.22) -1.33 (0.22)
/cut3 -0.61 (0.22) -0.98 (0.22)
/cut4 -0.23 (0.22) -0.66 (0.22)
/cut5 0.47 (0.22) -0.12 (0.22)
/cut6 0.90 (0.22) 0.22 (0.22)
/cut7 1.41 (0.22) 0.72 (0.22)
/cut8 1.97 (0.22) 1.27 (0.23)
/cut9 2.32 (0.22) 1.51 (0.23)
N 4.230 4.224
Pseudo R2 0.04 0.03

***p<0.01; **p<0.05. *p<0.1. Errores estándar entre paréntesis. Comando ologit de Stata.

Fuente: Elaboración propia.

1Las regresiones completas pueden consultarse en el Anexo I.

Recibido: 21 de Febrero de 2021; Aprobado: 18 de Febrero de 2022

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons