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Gaceta médica de México

versión On-line ISSN 2696-1288versión impresa ISSN 0016-3813

Gac. Méd. Méx vol.141 no.4 Ciudad de México jul./ago. 2005

 

In memoriam

 

In Memoriam Doctor Francisco García Valdecasas Santamaría*

 

In Memoriam Doctor Francisco García Valdecasas Santamaría*

 

Víctor M. Espinosa de los Reyes–Sánchezª

 

ª Académico Titular, Academia Nacional de Medicina, México, D. F., México

 

En fecha reciente, me enteré con pena del fallecimiento del doctor Francisco García Valdecasas, ilustre médico español, y unido al pesar vino a mi memoria los recuerdos vividos a partir de noviembre de 1989 hasta finales del año de 1993, lapso en que tuve el gusto de conocer al profesor García Valdecasas y el gran honor de ocupar diferentes cargos en mi muy querida y respetada Academia, corporación que este año, está cumpliendo ciento cuarenta y cinco años de fructífera y trascendente vida, dedicada a difundir los adelantos de la ciencia, albergar a grandes figuras de la medicina nacional e internacional y a continuar con vigor la defensa de los valores éticos de la profesión.

De un suceso luctuoso, mi pensamiento pasó a rememorar una época difícil para nuestra corporación que se inició en septiembre de 1985, como consecuencia del nefasto sismo que asolara a nuestra ciudad y que continuó durante los penosos años de la reconstrucción de los daños y terminó en cierta forma con la entrega del área del bloque B, que desde 1961 el Instituto Mexicano del Seguro Social asignó en gran parte para que fuera sede de la Academia,

Los estragos obligaron a la corporación a solicitar asilo a diferentes instituciones para llevar al cabo sus actividades, especialmente las sesiones reglamentarias, iniciadas de siempre los miércoles cuando el vetusto reloj de magnífico marco tallado en ébano y carátula con incrustaciones de concha nácar, obsequiado a la academia a fines del siglo XIX, hacía sonar ocho discretas campanadas, al término de las cuales el presidente en turno iniciaba las actividades académicas del día.

Gracias al vigor y entusiasmo con la que se emprendió la reconstrucción del Centro Médico Nacional, faltando pocos días para terminar el año de 1989, la Academia recibió sus oficinas, auditorio y otras instalaciones, renovadas y modernizadas.

En 1990 se inició un nuevo período directivo, teniendo el honor de ocupar la secretaría; al recorrer algunos locales, contemplé cientos de cajas que contenían libros y documentos pertenecientes a la biblioteca y archivo, regadas en diferentes niveles del edifico B; así como pinturas y objetos valiosos, muchos de los cuales recordaba su ubicación, como el famoso cuadro hoy colocado arriba de la puerta de entrada, que fue pintado por Don Daniel del Valle y que evoca a los académicos de 1923. Este valioso lienzo cuyo marco, de hechura típica de esos años, se había partido y dañado severamente, como también la pintura, a la cual se le habían borrado algunos rostros de académicos y desgarrado parte de su tela, se pudieran subsanar durante 1991,1992 y 1993 gracias al minucioso trabajo realizado por un magnífico restaurador. ¡Cuántos daños ocasionados y cuántas pérdidas de valiosos objetos, que el sismo y la rapiña provocaron!

Indudable satisfacción me ocasionó el entrar al renovado y magnífico auditorio y contemplar que las pinturas al óleo, que representan a los presidentes fallecidos, se encontraban en magnífico estado de conservación: desde el primero perteneciente al doctor Carlos Alberto Ehrmann, que llegó a México con las fuerzas expedicionarias francesas en calidad de médico de sanidad y que fue nombrado presidente de la "Sección Médica de la Comisión Científica y Literaria de México" en 1864 y por lo tanto se le considera como el primer presidente de la Academia Nacional de Medicina, hasta los últimos que fenecieron entre 1960 y 1990.

Mas la complacencia se tornó en desencanto, cuando la vista no localizaba la estatua de Esclepio, también conocido como Esculapio, hijo de Apolo y dios de la medicina Griega, donada en 1926 por el médico Catalán, Florestán Aguilar y Rodríguez, cuya soberbia imagen, desde antes de mi ingreso a la Academia en 1966, siempre recordaba colocada en el lado izquierdo del presidium. La pregunta surgió de inmediato: ¿en donde está la recordada y admirada escultura, de hermosa testa y reposada y serena majestad, que durante muchos años ha sido símbolo, emblema y ornato de nuestra corporación? La respuesta fue fácil, cayó de su pedestal durante el sismo y su estructura de estuco se partió en mil pedazos.

Conocida su desaparición, directivos y académicos, se preocuparon por investigar los senderos para su recuperación y para quienes tengan el deseo de conocer con mayor amplitud los avatares para la reposición de la estatua, se recomienda la lectura de los discursos pronunciados el día 30 de abril de 1993 por los doctores Francisco García Valdecasas, Vicente Guarner y el que esto escribe, con motivo de la develación de la nueva estatua de Esculapio y la recepción de académicos de la Real Academia de Medicina de Cataluña, y que fueron publicados íntegramente en la Gaceta Médica de México, volumen 129 número 4, páginas 325–335, de julio–agosto de 1993.

La destrucción de la escultura, tuvo dos consecuencias trascendentes, la primera la recuperación de Esculapio, que como dijo el muy distinguido académico doctor Vicente Guarner: "para nosotros los integrantes de la Academia Nacional de Medicina, la figura de Asclepio de Emporion, posee un hondo significado, es símbolo de nuestra corporación". La segunda fue el hermanamiento de las dos academias de medicina: la de México y la de Cataluña.

Las magníficas y productivas relaciones académicas y sociales entre las dos corporaciones se iniciaron por la intervención del doctor José María Valdecasas Rath, quien conocía el gran afecto que su tío, el profesor Francisco García Valdecasas Santamaría, tenía por México y quien durante sus frecuentes viajes a este país había creado relaciones de amistad con médicos y científicos nacionales y expresado sus deseos de establecer un vínculo mayor entre las academias de Barcelona y México.

Enterado el profesor Francisco García Valdecasas de la destrucción de la estatua, se unió con entusiasmo a los esfuerzos que realizaba la academia desde los años noventa para recuperarla; y así, desde mediados de 1991, se iniciaron pláticas más formales con el profesor García Valdecasas y la Academia de Barcelona, cuyo resultado fue la realización de una primera reunión efectuada el 23 de abril de 1992, en el majestuoso recinto de la Real Academia de Medicina de Cataluña, con los académicos mexicanos Francisco Durazo, Adolfo Martínez Palomo y el que escribe. Tuvimos el honor de ser nombrados miembros correspondientes de aquella Academia y tener el gusto de escuchar en voz del Profesor García Valdecasas que era casi segura la elaboración de una copia del Esculapio que se encuentra en Ampurias, gracias a las múltiples y valiosas gestiones de la Mesa Directiva encabezada por el doctor Moisés Broggi i Vallés y del mencionado y recordado profesor, ante la Generalitat de Cataluña, la Diputación y con el profesor Ricar Batista i Noguera, Director del Museo Arqueológico de Barcelona.

Al inicio de 1993, se confirmó la buena noticia de que estaba por terminarse la copia de Esculapio y poco tiempo después, venciendo un buen número de dificultades, la Academia de Barcelona nos comunicó que estaba enviando la estatua como una donación de Academia a Academia y la cual llegó perfectamente embalada, sin ningún costo de material, elaboración y envío para nuestra corporación.

Para expresar su agradecimiento, la Academia realizó el 30 de abril de 1993 una ceremonia solemne para develar la nueva estatua de Esculapio y la recepción de académicos correspondientes de la Real Academia de Medicina de Cataluña.

Todo lo relatado, nació de mi convicción de recodar la importante labor realizada por el profesor Don Francisco García Valdecasas Santamaría, el doctor Moisés Broggi i Vallés y otros académicos, que por el año citado, figuraban como miembros de la mesa directiva de la Academia de Cataluña y quienes no sólo consiguieron la reposición de la venerada estatua, sino lograron que desde 1993 a la fecha se realicen reuniones entre ambas corporaciones, y que un buen número de académicos de México y Barcelona, ostenten la categoría de correspondientes.

Gracias Profesor García Valdecasas Santamaría por su desinteresada y valiosa colaboración, que recordamos con cariño y agradecimiento. Descanse en paz.

Mayo del 2005

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