Introducción

La evaluación del crecimiento es esencial en la práctica pediátrica, pues es un buen indicador del estado de salud del niño. Las variables antropométricas más empleadas para su valoración son peso y talla. El índice de masa corporal (IMC) es el indicador nutricional más aceptado internacionalmente.¹ Prestigiosos economistas incluyen la talla y el IMC entre los indicadores biomédicos del estado de bienestar de un país.²

Existe gran diversidad de patrones mundiales de crecimiento, dada la enorme variedad de razas y situaciones sociosanitarias. La aceleración secular acaecida en algunas poblaciones demuestra que el crecimiento es un fenómeno dinámico y que las curvas de peso y talla cambian con el tiempo.³,⁴ Por ello, se recomienda utilizar curvas de crecimiento del propio país.⁵

En España, desde la década de 1970 se han realizado diferentes estudios transversales y longitudinales de peso y talla,⁶-⁸ que han servido como patrón. Actualmente, las curvas del Estudio Transversal Español de Crecimiento 2010 (ETEC-2010)⁹ son las más utilizadas como referencia para valorar el crecimiento. Fueron confeccionadas en 2010 tras fusionar los datos de peso, talla e IMC del País Vasco, Cataluña, Aragón, Andalucía y Madrid, tras no encontrar diferencias significativas entre ellas. Posterior a estos hallazgos, se asumió que la población española era antropométricamente homogénea en conjunto y se extendió la aplicabilidad de sus curvas en el ámbito nacional.

Métodos

Resultados

El 53.5 % (510/954) de los escolares era varón. En la Tabla 1 se describen las variables antropométricas de niñas y niños desagregados semestralmente por grupos de edad.

Se observó una tendencia incremental del IMC con la edad, que resultó significativa en las niñas ≥ 9 años, con una media de 2.38 ± 0.24 kg/m² superior al de las niñas < 9 años: IMC en niñas de 6 a 8.5 años, 17.18 ± 0.70; niñas de 9 a 12.5 años, 19.5 ± 1.00 (p < 0.0001). El incremento del IMC de los niños fue significativo a los 8.5 años y aumentó aún más a los 11 años: IMC en niños de seis a 8 años, 16.95 ± 0.58; niños de 8.5 a 10.5 años, 18.6 ± 0.74; niños de 11 a 13 años, 20.12 ± 0.79 (p < 0.0001).

A los 9.5 años, los niños tenían una talla media de 3.29 ± 1.5 cm más que las niñas (p = 0.032, IC 95 % = 0.29-6.28). Desde los 11 años, el IMC de los niños superó al de las niñas, con diferencia significativa a los 12 años, edad en la que el IMC de los niños fue 2 ± 0.98 kg/m² mayor que el de las niñas (p = 0.042, IC 95 % = 0.08-4.00). Globalmente, el IMC de los niños y niñas > 10 años resultó 2.3 kg/m² superior al de los menores de esa edad (p < 0.001).

Las distribuciones percentilares de peso, talla e IMC de ambos sexos se muestran en las Tablas 2, 3 y 4, respectivamente.

En las Tablas 5 y 6 se comparan las medidas antropométricas de los escolares de La Mancha-Centro con las del ETEC-2010. Globalmente no se hallaron diferencias significativas entre los valores de peso, talla e IMC de ambos estudios, con excepciones puntuales. Así, las niñas presentaron de forma aislada y significativa mayor peso e IMC a los 6.5 y 10 años (Tabla 5). En cambio, los varones de entre 8.5 y 11.5 años pesaron una media de 3.9 kg más que los del ETEC-2010, lo cual, unido a las escasas diferencias en la talla en dicho rango de edad, se tradujo en un IMC significativamente superior en los escolares manchegos (Tabla 6).

Discusión

Este estudio describe la antropometría de los escolares de La Mancha-Centro y aporta unas curvas de crecimiento similares a las nacionales de referencia,⁹ sin diferencias globales significativas en las mediciones de peso, talla e IMC, excepto un mayor peso e IMC en los varones preadolescentes manchegos.

Tras publicarse las curvas del ETEC-2010 como estándares de crecimiento,⁵,⁹ no hay estudios posteriores en poblaciones españolas específicas no incluidas en dicho análisis. Por ello, pretendimos conocer si los escolares de La Mancha-Centro son antropométricamente similares a los incluidos en el ETEC-2010, sin representatividad de “las dos Castillas”, áreas geográficas extensas que podrían presentar peculiaridades.

Identificamos diferencias significativas puntuales de mayor IMC en las escolares manchegas respecto a las niñas españolas. El mayor aumento de talla de las niñas españolas se produce entre los 10 y 10.5 años (4.1 cm), con el inicio del “estirón puberal”; y en las manchegas, medio año antes (5.3 cm). Más destacable es que el peso e IMC promedio de los varones manchegos entre 6 y 12 años superan a los de sus homólogos españoles, especialmente entre los 8.5 y 11.5 años, edades en las que hay significación estadística. La diferencia máxima de peso e IMC de los manchegos en comparación con los españoles es de 7.7 kg y 2.2 kg/m², respectivamente, a los 11.5 años. En cuanto a la talla, hubo un repunte de casi 8.7 cm en los chicos manchegos entre los 10.5 y 11.5 años, mientras que los niños españoles crecen más un año después (6.8 cm).

Entre los estudios de crecimiento en CLM, destaca el de Sáez Crespo¹² en el año 2000. Comparativamente, apenas hay variaciones de las tallas medias respecto al estudio de La Mancha-Centro, pero los pesos medios de prácticamente todas los grupos etarios de nuestro estudio son mayores. La diferencia de peso es mayor en preadolescentes (8 a 11 años), sobre todo en varones.

Más numerosas son las investigaciones relativas a la sobrecarga ponderal infantil en CLM, bien como parte de estudios nacionales (enKid¹³ o ALADINO¹⁴) o circunscritas a alguna zona.¹⁵ Entre las últimas destaca el Estudio Cuenca,¹⁶,¹⁷ que desde hace 20 años investiga la prevalencia del sobrepeso y los factores de riesgo cardiovascular asociados. Algunos estudios han encontrado que la prevalencia de exceso ponderal (sobrepeso-obesidad) en los niños castellanomanchegos está entre las más altas de España¹⁷,¹⁸ e, incluso, de Europa,¹⁹ especialmente en los varones.¹³,¹⁶,¹⁹ Estos datos están en consonancia con los resultados presentados en nuestro estudio. Algunos autores señalan a la preadolescencia como de especial riesgo para la sobrecarga ponderal infantil,²⁰ hecho que, además de en nuestra área, ocurre en Galicia²¹ y Canarias.²²

Una de las fortalezas del presente trabajo es su representatividad, pues la muestra incluyó a 6.9 % de todos los escolares entre 6 y 12 años. El sesgo de selección fue mínimo, dada la obligatoriedad de la escolarización; además, la selección de los centros y de los niños fue aleatoria. Únicamente la información de los niños sin consentimiento paterno (3.8 %) podría inducir a error si la negativa a participar se debiera a tener valores extremos de las variables analizadas, sobre todo del peso. Además, los niños de la muestra final eran españoles, caucásicos y sanos, como en el ETEC-2010, para que ambas poblaciones pudieran ser comparables.

Asimismo, siguiendo las recomendaciones de Sánchez,⁵ se cumplieron todos los criterios de selección muestral: abarcar todos los estratos socioeconómicos, representación de las distintas edades y de ambos sexos, exclusión de los individuos con patologías que pudieran afectar el crecimiento y reflejar las variaciones del crecimiento normal. Respecto a las mediciones de las variables, su fiabilidad fue máxima, ya que fueron obtenidas directamente y con precisión por un único observador, con los mismos instrumentos, los cuales fueron calibrados diariamente. Los datos que presentamos no fueron referidos por los propios sujetos ni por los padres, quienes suelen subestimar el exceso ponderal o sobreestimar la altura,²³ ni fueron obtenidos de las historias clínicas (distintos observadores, diferentes aparatos de medida).

Como limitaciones, destacamos el pequeño tamaño muestral en las franjas etarias de los extremos, por lo que los resultados obtenidos en estas fueron poco valorables. Igualmente, el número de escolares manchegos estudiados por rangos de edad es mucho menor que en el ETEC-2010. Aunque las diferencias de IMC entre niños manchegos y españoles resultan evidentes, no podemos concluir nada sobre las diferencias puntuales de IMC halladas entre las niñas. Quizás un mayor tamaño muestral en los rangos de edad de las niñas habría permitido analizar mejor si esas diferencias se deben a un fenómeno de dientes de sierra y, por tanto, si son aisladas y no determinantes.

Conclusiones

Globalmente, la población escolar manchega es antropométricamente similar a la española. Esto refuerza la hipótesis de homogeneidad antropométrica de la población española actual y justifica el uso de las curvas del ETEC-2010 como referencia; no obstante, los varones preadolescentes manchegos pesan más que sus homólogos españoles.

Es necesario seguir confeccionando periódicamente curvas de crecimiento e investigar sobre el exceso ponderal de nuestros niños, para conocer las edades con más prevalencia y promover campañas que fomenten hábitos de vida saludable.