Hemos revisado el artículo “Evaluación de la utilidad de la vitamina D como predictor de mortalidad en pacientes con COVID-19”, en el cual se hace referencia a la capacidad inmunomoduladora de ese micronutriente y su repercusión en el curso de la enfermedad.1 Se presentará una perspectiva concisa sobre su aplicación clínica.
El tema de si la vitamina D es un factor protector o no sigue siendo evaluado por diferentes estudios. La vitamina D participa en diversos procesos metabólicos, entre ellos la estimulación de la inmunidad innata, que produce la liberación de catelicidina (con efecto antimicrobiano y antiviral). Incrementar las concentraciones de 25-OH-vitamina D a valores entre 40 y 60 ng/mL ha brindado un efecto protector; sin embargo, se requieren dosis altas para su mantenimiento.2
La evidencia actual no termina de confirmar si el manejo de los niveles de vitamina D tiene un efecto significativo sobre la gravedad y desenlace de la enfermedad o si su papel no es significativo en el curso de COVID-19. Tampoco se ha esclarecido si existe algún punto de corte en las concentraciones que determine un incremento en la mortalidad.3 En conclusión, se pudo establecer que existen valores altamente significativos para definir la influencia del uso de la vitamina D para el pronóstico de COVID-19.
Al igual que los autores del artículo referido, creemos que se requieren estudios adicionales para incrementar la información y establecer nuevos ensayos clínicos que confirmen datos adecuados para impulsar el empleo de la vitamina D en el manejo de pacientes con estadio moderado y severo de COVID-19.