Revisamos el artículo de López Hernández1 y la carta de Finesterer2 y consideramos necesario realizar algunas observaciones respecto a la asociación entre la vacunación contra SARS-CoV-2 y síndrome de Guillain-Barré. La conclusión del estudio causa confusión y desconfianza en las vacunas, lo que motiva preocupación en la salud pública.
La comparación de pacientes con síndrome de Guillain-Barré durante el periodo de la pandemia de COVID-19 (2020-2021) versus periodo no-COVID-19 (2018-2019) es inapropiada, ya que son diferentes las exposiciones temporales a SARS-CoV-2 y sus variantes, las vacunas COVID-19 utilizadas, las vacunas contra otros patógenos, así como las enfermedades que pudieran relacionarse con el síndrome.
El diseño del estudio combina elementos de series de tiempo y de cohortes incompatibles metodológicamente, lo que ocasiona una interpretación incorrecta de los resultados. El análisis con series de tiempo sería más adecuado, centrándose en los cambios en las exposiciones y desenlaces en un periodo determinado. En tanto, los estudios de cohorte se enfocan en la asociación entre exposiciones pasadas con desenlaces en un grupo específico. Adicionalmente, la falta de un denominador preciso (por ejemplo, número de egresos/hospitalizaciones) y el hecho de que se tratara de un hospital de referencia de síndrome de Guillain-Barré implican limitaciones y sesgos.
La comparación trimestral de los casos en dos periodos distintos provoca un problema de multiplicidad, ya que existieron diferencias importantes entre los años en cuanto a la incidencia de COVID-19, las variantes circulantes de SARS-CoV-2 y la vacunación contra esa enfermedad durante 2021, factor ausente durante 2020. Un análisis de la tendencia general en lugar de múltiples comparaciones estadísticas aportaría más información.
El artículo concluye que 16 % de los casos de síndrome de Guillain-Barré estuvieron asociados a la vacuna contra SARS-CoV-2. Para determinar si un evento supuestamente atribuible a una vacuna tiene realmente asociación causal con esta, se deben considerar criterios clínico-epidemiológicos establecidos en la normatividad nacional e internacional. En los pacientes del periodo COVID-19, el estudio no incluyó información detallada sobre el antecedente de haber padecido tal enfermedad, ya que en esos casos existe un incremento del riesgo de desarrollar procesos neuroinflamatorios, los cuales tienen un papel preponderante en el síndrome de Guillain-Barré.3 Tampoco se especifican antecedentes de vacunación contra influenza u otros agentes biológicos, tiempo entre la vacunación e inicio de los síntomas del síndrome, ni el número de dosis de vacunas contra COVID-19 recibidas. Estas limitaciones no se abordan en la discusión.
El artículo aporta información sobre síndrome de Guillain-Barré en el contexto de la pandemia de COVID-19 en México, pero no permite evaluar la seguridad de las vacunas. En el proceso de arbitraje de Gaceta Médica de México se deberá ser más estricto para evitar conclusiones incorrectas y desorientadoras, que pueden servir de evidencia incorrecta en contra de las vacunas.