La estética del cuerpo humano ha variado de acuerdo con la época, ya que lo que era considerado hermoso en la antigüedad, ahora ya no lo es. Encontraremos ejemplos de este cambio en el tema que revisaremos en este número: la obesidad.
De acuerdo con la organización mundial de la salud (OMS), el sobrepeso y la obesidad se definen como la “acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud”, y nos refiere al índice de masa corporal (IMC) para establecerlos. Además nos indica las consecuencias que estas alteraciones pueden ocasionar: una de ellas es la diabetes, algunos cánceres y las enfermedades cardiovasculares1.
Aunque parece que esta enfermedad apareció en el siglo XX, resulta que el arte recoge su existencia desde tiempo atrás.
Una revisión de Francisco J. Puerto-Sarmiento2 para explicar la aparición de la obesidad hace énfasis en como se establece un equilibrio entre el ambiente y las especies que habitan el planeta, ya que éstas, a través de los cambios en el ambiente, y otros como mutaciones y algunos más que no se han identificado han permitido la evolución para la supervivencia2. Ya Hipócrates en sus Aforismos, menciona los problemas que la obesidad puede tener en la salud2. La revisión que hace Puerto-Sarmiento recuerda algunos de los métodos que, aún ahora, se sugieren para el tratamiento de la obesidad.
En la Edad Media y el Renacimiento la obesidad se consideraba un signo de riqueza, y muchas obras de esa época nos lo muestran. En los óleos que dejó Peter Paul Rubens (1577-1640), la obesidad es evidente -Venus frente al espejo, Las tres Gracias, El ermitaño y Angélica dormida-. Lucian Freud (1922-2011), no solo famoso por haber sido nieto de Sigmund Freud, dejó entre sus obras a la Gran Sue plasmada en un eterno sueño que hace evidente lo desproporcionado de su masa corporal3.
El artista Ted Lawson (1970) realizó una serie de esculturas que muestran a una misma mujer en diferentes estados fisiológicos, desde la anoréxica hasta la obesa y, como refiere Megan Young, que cuando la mujer comió del fruto prohibido tomó decisiones que la llevaron a diferentes versiones de sí misma4. Esta escultura tiene el sugestivo nombre de Eva y nos insinúa la posibilidad de elegir…
No podíamos dejar esta revisión sin hablar de Fernando Botero, un artista plástico reconocido por su estilo muy particular de “crear campos de color”5. Refiere que su fijación por la forma, la llenura y los volúmenes son una obsesión a la que se ha entregado desde que se dio cuenta de ello. Aunque para su volumetría, los personajes que aparecen en sus pinturas son normales6.
Botero, nació en Medellín en 1932, y muy temprano en su transitar por la escuela para toreros en la plaza de La Macarena de Medellín, un tropiezo con los toros lo hizo repensar su caminar por esa vía. Por ese tiempo realizó sus primeros trabajos. Recibió influencia de varios artistas, entre ellos Rufino Tamayo -pintor mexicano que lo inundó de color- y otro pintor colombiano, Alejandro Obregón. Fue profesor en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia en 1958. No sólo se ha dedicado a la pintura, también su escultura es reconocida por su estilo tan “volumétrico”. Sus sugestivas pinturas y esculturas llenan los espacios de volumen, que “sin ser por obesidad” sí lo son de una manera artística de reflejar una realidad7.