“My art is an expression of my life, particularly of my mental disease”.
Yayoi Kusama
Un lunar se parece al Sol o a la Luna, detrás del cual se puede esconder una nota artística que la Naturaleza regala, o una marca mortífera que esconde un agresivo tumor maligno. Para Yayoi Kusama, un lunar fue su salvación, un pequeño anclaje a la vida1.
De origen japonés, desde pequeña Yayoi Kusama manifestó una gran creatividad, y buscó en las antiguas escuelas opciones para continuar su camino artístico, pero no encontró la solución que esperaba. Así, buscó otros estilos que la impulsaron a viajar a otros países y buscar nuevos horizontes. Se estableció en New York, USA, en los años 50. Su producción se vio influida por el expresionismo abstracto. Empleó otros medios de expresión como la escultura y la escritura, logró exponer junto a Andy Warhol y se unió a la corriente del arte pop, y a la corriente hippie de los años sesenta. En ese tiempo realizó reuniones en las que -previo desnudo- pintaba a sus invitados con lunares de colores diversos y brillantes.
Incursionó en la venta de arte sin conseguir el éxito que esperaba, pero siguió con su actividad creadora.
En 1977 decidió internarse voluntariamente en un hospital psiquiátrico, de donde sale y entra voluntariamente. Su estudio está cercano al hospital, así ha logrado seguir con su actividad creativa.
En 2014 se presentó su exposición Obsesión Infinita en el Museo Tamayo de Arte Contemporáneo de la Ciudad de México, cuyas salas se llenaron con sus manchas, redes, flores y de ella fotografiada entre sus obras2.
La artista (1929-) sigue activa. Sus obras continúan impactando a quien las admira y se inserta en ellas, desdibujándose entre los espejos y lunares que fondean las replicativas imágenes que ella produce. Logra compartir su obsesiva representación de lunares y redes. Sus alucinaciones se transforman en obras que le permiten sacar el dolor que la ha acompañado desde la temprana edad de 10 años.
Como la misma autora lo dice: “Un día estaba mirando los patrones de flores rojas del mantel sobre una mesa, y cuando miré hacia arriba vi el mismo patrón que cubría el techo, las ventanas y las paredes, y finalmente toda la habitación, mi cuerpo, y el universo. Sentí como si hubiera empezado a borrarme, a girar en la infinitud de un tiempo interminable y en la absolución del espacio”2),(3.
Un lunar que salvó una vida y que además liberó la creatividad de una artista que, como camaleón, se inserta en su obra, se fusiona con ella y sigue en la búsqueda de ese espacio que la salva de sus alucinaciones obsesivas que no ha podido dejar atrás.