Nuevamente llega marzo, y el papel de la mujer en todos los ámbitos aparece como si surgiera de un volcán que entra en erupción cada año, cercano al 8 de marzo. Sale lava por todos lados, la fuerza con la que se eleva el material incandescente sube cientos de kilómetros y esta reactivación de la actividad “proféminas” resuena en todo el planeta. Dichas erupciones, que son consecuencia del aumento de la temperatura en el magma que se encuentra en el interior del manto terrestre, que ocasiona una expulsión violenta de lava hirviendo y genera el derretimiento de hielos y glaciares, derrumbes, aluviones, etc., son un símil de las crecientes y cada vez más frecuentes manifestaciones contra las violaciones a los derechos de la mujer.
Ya pasamos por el #MeToo, los discursos en los foros relacionados con el Showbiz (de donde se inició una actividad fuera de temporada, que no era cercana a la fecha 8 de marzo) siguen comentando la importancia de impulsar y proteger a las mujeres y a otros grupos minoritarios, todos aplauden, para que el siguiente año, por las mismas fechas, con el mismo problema, se retomen los discursos con temas trillados y promesas no cumplidas. Es más, el Premio Nobel de la Paz 2018 se les dio a dos individuos de alguna manera relacionados con la mujer como víctima, uno de ellos, mujer1.
¿Cuántas mujeres han recibido o se les ha permitido recibir esta distinción? En la página de Premio Nobel se indica que se ha otorgado entre 1901 y 2018 en 52 ocasiones a mujeres; solo en un caso dos premios en diferentes disciplinas a la misma mujer, Marie Curie. Así serían 51 mujeres. El primer lugar se ha otorgado el premio por la paz (17 ocasiones), 14 en literatura, 12 en fisiología y medicina, 5 en química, 3 en física y uno en economía1.
En relación con el Premio Nacional de Ciencia y Tecnología, de 1945 a 2018, en nuestro país, la cuenta es menor; aunque igual que en el Nobel, hay un ligero in cremento en el número de mujeres que aparecen galardonadas con esta distinción2.
¿Es relevante que estos datos se conozcan? Habrá quien piense que no, igual que otros reportes sobre minorías y grupos vulnerables. Lo interesante del caso es que las mujeres NO somos minoría, que sí marginadas, y aun así nuestra presencia en diversas posiciones de poder o toma de decisiones o son pocas o mejor aún no son suficientes.
Todo un número de la revista Lancet se ocupa de estas diferencias. Uno de los artículos hace un estudio sobre si el género de quien aplica para solicitar apoyo para un proyecto influye en la decisión de aceptar o no el proyecto. Sus conclusiones son interesantes, así como las explicaciones que dan sus resultados: sí hay un sesgo para otorgar los apoyos3. Una carta al editor revisa la influencia que el ambiente familiar tiene en la decisión de las niñas para decidir dedicarse a una carrera en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. La influencia de la madre es menos positiva en aquellos países con estereotipos negativos establecidos para las mujeres, y mucho más relevante en los países desarrollados. También menciona como el ejemplo materno es muy importante para que las niñas se interesen en carreras ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, más si trabajan en el campo de las ciencias4.
De acuerdo con una nota del Boletín UNAM-DGCS, sólo el 28 por ciento de los investigadores en el mundo son mujeres. Para la Organización de las Naciones Unidas, el 11 de febrero es el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. En el Sistema Nacional de Investigadores, de 1984 a 2016 aproximadamente, el 18.1% de la distinción la tienen mujeres, aunque del inicio del programa a la fecha, sí se observa un incremento en la presencia femenina. En esta nota se hace referencia a un programa para estimular la participación de las niñas en la ciencia, el proyecto se llama PAUTA. Se propone organizar talleres, curiosear, visitas guiadas a laboratorio entre otras actividades. Buen intento que debe prosperar, pero no es suficiente, ya que quienes deben de impulsar la participación de las niñas en ciencia son sus padres. Es ahí en donde inicia el problema, como de alguna manera presenta el artículo de Guo4,5.
Las hijas tienen que atender a sus hermanos, no importa que ellos estén en las mismas condiciones académicas, esto es: ambos están en educación media superior o superior. Esto es una calca de lo que ocurre con la relación entre los padres. Ahí hay que incidir, en esa relación, en ese momento. Desde la casa y en la educación básica, ahí es en donde se forman las futuras académicas o mujeres emprendedoras.
Una considerable cantidad de las mujeres que se han desarrollado en la ciencia, tiene como antecedente el apoyo familiar, en especial de la figura paterna. Éste mira a hijos e hijas como iguales y les da la oportunidad de una educación semejante; o si la hija quiere incorporar otras alternativas que no son las que genéricamente se le asignan, busca la manera de allegarle las opciones para que siga el camino que ella, libremente, eligió. Ejemplos de esto son Rosalind Franklin, Juana Inés de Asbaje y Ramírez Santillana, Gerty Cori, Irène Joliot-Curie, por mencionar algunas.
Todas estas líderes precursoras han abierto el camino para reivindicar a las mujeres, quienes con paso firme están logrando la igualdad de género en todos los ámbitos de la vida. Nos congratulamos de que por primera vez la Presidencia de la Academia Nacional de Medicina de México (ANMM) la ocupe una mujer, desde que se fundó en 1864. Felicidades a la doctora Teresita Corona Vázquez. También ha marcado precedente la doctora Guadalupe Mercedes Lucía Guerrero Avendaño, quien se convirtió en la primera mujer en ocupar el cargo de directora del Hospital General de México Dr. Eduardo Liceaga, en sus 114 años de existencia.
Son pasos históricos, y permitiéndome una licencia literaria: “un gran paso para las mujeres, aunque un pequeño paso para la humanidad”.
Aquellos que tenemos la oportunidad de compartir con los estudiantes, el día a día, vemos en las aulas las dificultades que algunas de nuestras estudiantes presentan. Lo que la literatura menciona es constatable en nuestras aulas y mientras no demos un giro en la manera que nuestra sociedad apoya a las niñas para que consideren el estudio como una prioridad y no un pasatiempo, el año que entra el 8 de marzo o el 11 de febrero, seguiremos esperando una nueva erupción de notas en apoyo a las mujeres, que en el papel lucen muy adecuadas, pero en la realidad, no tanto.
Por mi raza hablará el espíritu