Sra. Editora:
Después de leer con mucho interés el trabajo de Montaño y Flores Soto1, relacionado con el papel relevante que tienen los receptores de la enzima convertidora de angiotensina (ECA), la infección y complicaciones asociadas al SARS-CoV-2; queremos realizar algunas observaciones en relación con lo que se sugiere, durante la pandemia por SARS-CoV-2. Particularmente para los pacientes de edad avanzada, con hipertensión arterial sistémica (HAS) y otros factores de riesgo cardiovascular, para que modifiquen su tratamiento antihipertensivo, si éste fuera con inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) o con antagonistas del receptor tipo 1 para la angiotensina II (ARA-II).
Esta sugerencia cita a las primeras observaciones realizadas en el país de origen de la pandemia e interpretan que aquellos pacientes tratados con IECA o ARA-II, presentaron síntomas más severos y la mortalidad fue mayor, comparado con aquellos que no fueron tratados con estos medicamentos. El primero de ellos describe las características clínicas de los pacientes con coronavirus2, teniendo como objetivo principal valorar a quienes ingresaban a una unidad de cuidados intensivos, requerían ventilación mecánica o morían. En ese primer estudio, 165 pacientes (15%) del total de la población reportada tenían hipertensión, de los cuales, 124 (75%) cursaron con una infección grave y 41 (25%) con una infección no grave; 24 (14%) de los hipertensos, requirieron de cuidados intensivos, ventilación mecánica o murieron. Sin embargo, no se especifica el tipo de tratamiento antihipertensivo que los pacientes consumían o si éste se modificó durante su hospitalización.
El segundo artículo de referencia valoró la mortalidad a los 28 días en quienes requirieron ingreso a cuidados intensivos. Particularmente en esta publicación no se especifica a los hipertensos, sino que se clasifican como los que padecen alguna enfermedad cardiaca crónica; de los 52 pacientes considerados 5 (10%) tuvieron esta condición. En esta publicación tampoco se puntualiza sobre el tratamiento de quienes tuvieran enfermedades cardiacas.
El tercer artículo citado4, donde se evaluaron las características clínicas de 140 pacientes infectados con el SARS-CoV-2, también en China, 42 de ellos (30%) eran hipertensos, también consideraron algunos con arritmias (3.6%). En esta subpoblación de hipertensos, 20 (48%) no cumplieron criterios de severidad y 22 (52%) sí los tuvieron. Se obtuvieron diferencias estadísticas en los rubros de edad, tener más comorbilidades, valores altos de leucocitos, dímero-D, proteína C reactiva y linfopenia entre los casos graves y no graves. Sin embargo, tampoco se especifica sobre las características de los antihipertensivos en esta población.
Ante esta duda tan razonable, con un potencial mayor riesgo de infección y complicaciones por COVID-19, asociado a los medicamentos que actúan en el sistema renina-angiotensina-aldosterona; se realizó un estudio enfocado a evaluar la relación entre el tratamiento previo con IECA, ARAII, beta-bloqueadores, inhibidores de los canales de calcio y tiazidas, y la probabilidad de un resultado positivo o negativo a la prueba de COVID-19, así como la probabilidad de enfermedad grave entre los pacientes que dieron positivo5. De los 12,594 participantes evaluados para COVID-19, 5,894 (46%) fueron positivos, 1,002 (17%) tuvieron una enfermedad grave. Se encontró que 4,357 (34.6%) tenían antecedente de hipertensión, de los cuales, 2,573 (59%) tuvieron una prueba positiva; 634 de estos pacientes (24%) cursaron con una enfermedad grave. Con este estudio se determinó que no hubo asociación entre alguna clase de antihipertensivo y una mayor probabilidad de una prueba positiva. Tampoco ninguno de los medicamentos antihipertensivos evaluados se asoció con un aumento sustancial en el riesgo de enfermedad grave entre los pacientes que dieron positivo.
En resumen, es claro que las personas mayores de 65 años y quienes padezcan HAS u otras comorbilidades, tienen mayor riesgo de complicaciones asociadas a la COVID-19. Coincidimos en que el tratamiento antihipertensivo debe ser revisado, principalmente para la toma de decisiones en una valoración integral, aunque no necesariamente cambiarlo, quizá la meta estaría enfocada en un control óptimo de la hipertensión arterial antes y después de la infección por SARS-CoV-2. También apareció una duda similar respecto de los antiinflamatorios no esteroideos, pero esa, es otra historia.