“Todo lo que el hombre puede ganar al juego de la peste y de la vida es el conocimiento y el recuerdo”.
-Albert Camus, La peste
Sra. Editora:
Sigo con interés sus editoriales y desde luego llama la atención las referentes al tema de todos los días desde hace ya un año: Las pandemias.
En su editorial “¿Qué camino seguir?” pone las cartas sobre la mesa y nos hace reflexionar en que justo porque las pandemias son eventos impredecibles y recurrentes “Por el momento no hay respuestas correctas o incorrectas. Lo que es un hecho es que a partir de esta pandemia, las cosas serán diferentes y, como siempre, activaremos un mecanismo adaptativo a los nuevos tiempos”1.
Otra verdad es que “el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla” por lo que hago un breve recorrido de otra enfermedad de dimensiones pandémicas y su intrusión a nuestro país en 1918.
1918 PANDEMIA DE INFLUENZA EN MÉXICO
La gran pandemia del siglo XX
Hace un siglo ocurrió la primera pandemia del siglo XX, llamada originalmente la gripe española, la cual provocó la muerte de 50 millones de personas (2.5-5% de la población mundial) superando en letalidad al conflicto bélico presente en esa década2.
El número de doctores y enfermeras fue insuficiente, ya que los mismos se encontraban prestando sus servicios en la Primera Guerra Mundial, a diferencia de los pasados brotes que afectaban los polos de la vida, infantes y adultos ancianos, en esta ocasión la prevalencia se situaba en los adultos jóvenes, aparentemente sanos3.
La epidemia se originó en los Estados Unidos de América, principalmente en el fuerte Riley, el 11 de marzo de 1918, cuando el soldado Albert Gitchell4, cocinero, mostró signos de fiebre, tos y dolor de cabeza, lo que parecía una simple gripe. Esa misma noche se registraron 107 enfermos en el fuerte y al final de la semana 522 presentaban los mismos síntomas.
En Europa la diseminación de la influenza se ha atribuido a las tropas enviadas desde Kansas a Francia para participar en la Gran Guerra.
Muchos soldados enfermos abordaron los barcos y se considera que 20% de ellos murió durante el viaje. Para el mes de mayo, la enfermedad se había esparcido entre las tropas inglesas y alemanas a través de toda Europa.
Situación nacional
En nuestro país los primeros casos se empezaron a reportar en octubre, atacando los estados del norte, para el día 08 del mencionado mes, en el área de Laredo, Texas y Tamaulipas se calculaban 12,000 enfermos (figura 1).
Al igual que en Estados Unidos, en México las primeras víctimas fueron soldados.
En La Villa de Guadalupe, Hidalgo, donde había un cuartel militar apareció el primer soldado enfermo el 10 de octubre, a la semana ya había 200 enfermos.
La prensa nacional daba reportes en ocasiones alarmantes de la situación, siendo crítica con el gobierno en turno, descalificando las pocas medidas tempranas para el cierre oportuno de escuelas (medida posteriormente criticada en 2009) y la necesidad de la vigilancia sanitaria correspondiente.
En esa década no existía la Secretaría de Salud, los asuntos de sanidad eran responsabilidad de las autoridades locales5.
Se ordenaba fumigar con ácido sulfuroso o vapores de formalina las habitaciones en donde hubieran estado los enfermos. Los pañuelos usados por estos debían sumergirse en soluciones de creolina o ácido fénico, y si no con agua hirviendo.
Conforme avanzó el contagio, el acceso a las medicinas empeoró. A mediados de octubre las droguerías de la capital dejaron de vender medicamentos al por mayor; solo se vendían cantidades pequeñas y a precios elevados, aunque desde el inicio de la epidemia se señaló que habían aumentado los precios de los medicamentos.
Algunas casas comerciales y despachos comenzaron a colgar letreros que decían: “No dé, usted, la mano”.
En los diarios se daba la siguiente información6:
La Influenza es un mal que se propaga en las aglomeraciones, por lo que evite estar en cines, teatros y lugares de reunión mal ventilados.
Sofoque sus estornudos y su tos con un pañuelo
Todas las naciones civilizadas tienen leyes que prohíben escupir en el suelo. Obsérvelas, por algo han sido promulgadas.
El saludo, entre hombres, dando la mano y entre mujeres con el beso, es un modo muy eficaz de transmitir el microbio. Adopte un saludo higiénico.
Su nariz, no su boca, sirve para respirar ¡Úsela! Veinte inspiraciones profundas al día le darán salud.
Ventile las habitaciones, evite excesos y haga ejercicio tres horas a la semana para destruir los gérmenes.
Se insistía por la prensa que había que cerrar colegios, se enviaron brigadas de sanitización a diferentes partes del país, los trenes debían desinfectarse.
Oficialmente se declaró 7,375 muertes relacionadas con este problema en la ciudad de México (población total de 906,063 habitantes en 1918), pero los diarios reportaban de 150 a 200 muertes/día, lo que daría un estimado de 6,000 muertes al mes.
Cabe mencionar que en esa década nuestro país, debido a conflictos armados, tenía una inestabilidad política, a tal grado que los servicios de salud estaban comprometidos, estimándose al menos 300,000 muertos por este virus7. La Dra. Gazarian8 hace la siguiente pregunta: ¿Habrá en el futuro cercano una epidemia de influenza como la ocurrida en 1918?
Considero que lo mostrado desde el 2019 responde a la misma, pero como lo pregunta la Dra. Fortoul van der Goes al final de su artículo: ¿Qué esperamos que ocurra con el coronavirus?9