Esa era la visión cotidiana; después de mirarla tanto, ya ni siquiera se hacía visible. En la escuela, al consultar los libros de texto gratuitos, era la primera imagen que durante muchos años acompañó a los estudiantes de primaria. La mujer que sostenía la bandera, vestida de blanco con su tez morena, era Victoria Dorantes Sosa.
En 1961, el entonces secretario de Educación Pública, Jaime Torres Bodet, y la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos Conaliteg, presidida por Martín Luis Guzmán, lanzaron una convocatoria con el objetivo de unificar la imagen en las portadas de los libros de texto de los seis años de primaria. Victoria se presenta como la encarnación de la Patria, representando el momento que vivía la nación mexicana con el impulso hacia la cultura, la agricultura y la industria1.
Jorge González Camarena 1908-1980 era oriundo de Jalisco, donde nació un 24 de marzo. Como otros artistas, su vocación surgió desde la infancia, cuando creaba pequeñas figuras con guijarros que luego vendía a sus compañeros. A estas piedras talladas las llamó “chiquinitos”. Tuvo siete hermanos; él fue el cuarto, y si le suenan los apellidos, efectivamente, Guillermo, su hermano, fue el inventor de la televisión en color.
Su familia se trasladó a la Ciudad de México, y uno de sus maestros le sugirió que se inscribiera en la Academia de San Carlos, donde ingresó a los 14 años y fue ayudante del Dr. Atl. En 1932, se le comisionó para restaurar frescos del siglo XVI en el convento de Huejotzingo, Puebla, y como resultado de esa experiencia, publicó un estudio en el que destacó que en esos mismos muros trabajó el último pintor indígena, Marcos Cipatli, quien, según Camarena, realizó el lienzo original de la Virgen de Guadalupe2.
Su obra es extensa e incluye pinturas, esculturas, ensayos, además de sus murales. A lo largo de su carrera, González Camarena se sumergió constantemente en el mundo del arte. No se limitó a un solo estilo o técnica, sino que exploró diferentes corrientes artísticas, dejando su huella en cada una de ellas. En sus inicios, el movimiento muralista mexicano estaba en pleno auge, lo que le abrió la oportunidad de trabajar en grandes dimensiones y experimentar con la técnica del muralismo, creando obras que se convirtieron en auténticos símbolos de la identidad y la cultura mexicana3.
Entre estas se encuentra un mural que pintó en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Monterrey, y que es ahora el símbolo de esa institución. Ubicado en la Rectoría, el mural representa el triunfo diario de la civilización y la cultura sobre las fuerzas oscuras del estancamiento y la apatía, utilizando la victoria de Quetzalcóatl sobre Tezcatlipoca como símbolo. Se develó en 19544.
En la fachada del edificio que era Televicentro, Friso de la Televisión, decoró una extensión de 900 metros cuadrados, la cual desapareció cuando el edificio fue remodelado.
En 1950, pintó el mural México en el edificio del Instituto Mexicano del Seguro Social, sobre Paseo de la Reforma, en el que representa la construcción de nuestra Nación.
La obra que pintó en el Museo Nacional de Antropología fue la imagen de un timbre postal para conmemorar los 500 años del descubrimiento de América.
Su nieto, Marcel, en una entrevista para un periódico, dijo de su abuelo: “Jorge González Camarena fue, antes que un gran artista, un hombre sencillo. Nunca buscó la fama, aunque mantuvo relación con todos los políticos de la época, siempre pensó que sólo le quitaban el tiempo y que eran unos hipócritas. Por eso decía que toda la historia estaba manipulada y quería plasmar en sus murales lo que consideraba la verdad”2.
Su obra La Patria es la más reproducida, ya que apareció en los libros de texto gratuitos, pero también tiene un mural titulado La humanidad se libera de la miseria, ubicado en el Museo del Palacio de Bellas Artes, que es interesante analizar. Este mural se divide en tres secciones: en la primera se observa un campesino con sombrero y huaraches atado a un ataúd, junto a una mujer pálida de espaldas, con tatuajes que simbolizan los prejuicios y prohibiciones sociales de la época5,6. Juntas, estas imágenes representan la muerte y la esclavitud. La segunda sección, separada por una columna, presenta tres personajes: el primero intenta liberarse de sus ataduras; el segundo, el más grande de todas las figuras, mueve su mano izquierda para quitarse cuerdas y madera y tiene tres brazos izquierdos; detrás de este gigante, otro personaje del que solo se mira el tronco y una mano intenta quitarse una tela de la cabeza y dejar salir la inteligencia que estaba oculta. Pasamos a tercera sección, separada por unos bloques de mármol, y en uno de ellos aparece un símbolo prehispánico de fertilidad5.
En esta sección aparece nuevamente una mujer más iluminada que la de la primera sección. Se le nota segura, con una semilla de maíz en la mano izquierda que ofrece a todos porque ya es libre5.
Uno de los artículos que publicamos en este número trata precisamente sobre esa libertad que aún no ha llegado, ya que todavía sigue habiendo niños que viven en la pobreza y tienen hambre.
Esa liberación no ha llegado y, si se sigue haciendo lo mismo que en décadas anteriores, es muy probable que ciertas zonas del país sigan esclavizadas por la pobreza extrema, la desnutrición, y sus nefastas consecuencias.
Mientras preparaba una exposición personal para Bulgaria, González Camarena falleció de un evento vascular cerebral2. Durante el último año de su vida, a marchas forzadas produjo cerca de 80 cuadros, considerados por él mismo como lo más representativo de su obra. Lamentablemente, la exposición itinerante nunca se realizó: murió el 24 de mayo de 1980.