“Si descubres algo que es inesperado y va a tener importancia social, es tu responsabilidad confirmar que tienes razón antes de que des a conocer tus resultados al resto del mundo”
Richard Doll, 1954
Después de la hipertensión arterial sistémica, el tabaquismo es el factor de riesgo que más contribuye a la mortalidad total, tanto en hombres como en mujeres, a nivel mundial.1,2 Se estima que en el siglo XX, cien millones de personas fallecieron por causas relacionadas al consumo de tabaco y se espera que ese número se incremente a mil millones en el siglo XXI.3 Sólo en 2015, 6 millones de personas fallecieron a causa del tabaquismo, adicción que reduce en promedio 10 años de vida.4,5 En México, en el año 2010 se atribuyeron al menos 60,000 muertes al consumo de tabaco.6
En el momento actual, uno de cada cuatro hombres en el mundo fuma, lo que equivale a 933 millones de fumadores; el 80% de ellos viven en países en desarrollo.1 Cada día, los segmentos más vulnerables de nuestra sociedad, que incluyen a niños, jóvenes, estratos socioeconómicos bajos, grupos minoritarios étnicos y pacientes con enfermedades psiquiátricas, se ven expuestos a la epidemia del tabaquismo.
El cáncer pulmonar (CP) es uno de los principales daños a la salud asociados al consumo del tabaco. Debido al incremento abrupto en las muertes por CP, hacia el año 1900 inició el estudio de la posible relación causal entre tabaquismo y cáncer del sistema respiratorio;7-9 no obstante, en la primera mitad del siglo XX, las herramientas epidemiológicas para estudiar dicha asociación eran limitadas. La posibilidad de que el tabaquismo fuera causa de CP tenía grandes implicaciones para el sistema de salud, así como peligrosas consecuencias comerciales y hasta políticas. Lo anterior fue un impulso (una presión, quizá) para el desarrollo de nuevas estrategias metodológicas más robustas que las hasta entonces disponibles, para esclarecer el problema de la causalidad epidemiológica.7,10
En Inglaterra, en 1922, se habían reportado 612 muertes por CP; sin embargo, para 1947 éstas ascendieron a 9,287.7 Esa información sentó la base para el inicio de estudios sobre el tabaquismo como factor de riesgo para CP, así como de enfermedades respiratorias como bronquitis crónica, enfisema y enfermedades cardiovasculares.9,11 En 1948, a través de un cuestionario aplicado a hombres hospitalizados en centros londinenses,7 Sir William Richard Shaboe Doll junto con Sir Austin Bradford Hill propusieron que el incremento de muertes por CP podía estar asociado a fumar tabaco. Para confirmar los resultados, se extendió el estudio a otras ciudades de Inglaterra, obteniendo resultados semejantes, los cuales fueron publicados en 1950, en el British Medical Journal (BMJ).7 En 1951 se registró el hábito tabáquico de 24,389 médicos británicos,12 quienes fueron seguidos inicialmente durante un poco más de 2 años.12 Los resultados apoyaron la relación causal entre tabaquismo y CP. Mientras que no hubo mortalidad en el grupo de no fumadores, ésta fue de 1.14 por mil entre los fumadores pesados. Después de un poco más de 50 años de seguimiento, el riesgo de muerte por tabaquismo se incrementó a 2.61 por mil.5,9,12 A pesar de la evidencia científica, no se emprendió acción pública alguna hasta el año de 1954, cuando el ministro de salud de Inglaterra anunció que el gobierno aceptaba el vínculo entre el tabaco y el CP; pero hasta la década de los setenta, casi 20 años después, se ejecutó la primera medida política eficaz para combatir el tabaquismo: el incremento del impuesto al tabaco.3,12,13
De forma paralela, en los Estados Unidos de Norteamérica, por petición del presidente John F. Kennedy,4 se llevaron a cabo, a través de la Sociedad Americana del Cáncer, investigaciones acerca de posibles factores de riesgo para el desarrollo de cáncer. En 1954 se describió la asociación entre tabaquismo y mortalidad por CP a través del estudio de una cohorte de 188,000 hombres dirigido por E. Cuyler Hammond.8,14 Ese estudio demostró que existía un riesgo 3 veces mayor de morir por cualquier causa entre hombres fumadores que en no fumadores y de hasta 5 veces mayor en fumadores pesados.8 En 1964 se publicó el primer informe de las consecuencias en la salud por fumar: «Smoking and Health: Report of the Advisory Committee of the Surgeon General of the Public Health Service», una masiva compilación de toda la información disponible hasta ese momento.4,11 En ese documento se concluía que el tabaco no sólo estaba asociado con el incremento hasta del 70% de todas las muertes en hombres, sino que era la principal causa del incremento del CP.8,15 Además de la asociación causal entre el consumo de tabaco y el CP, se demostró que el riesgo de cáncer es proporcional a los cigarrillos fumados al día. Por el contrario, la suspensión del tabaquismo disminuye el riesgo de CP.
El Instituto Nacional del Cáncer, el Instituto Nacional del Corazón, la Sociedad Americana del Cáncer y la Asociación Americana del Corazón, todas en los Estados Unidos de Norteamérica, fueron algunas de las primeras instituciones en demostrar la asociación causal entre el tabaquismo y CP.11 La evidencia de los daños a la salud debidos al tabaquismo era, a mediados de la década de 1960, sin lugar a dudas, contundente y no sólo para los fumadores activos, sino también para aquellos expuestos de manera pasiva o involuntaria.4,13 A partir de esas evidencias, las grandes instituciones de salud en todo el mundo reconocieron la asociación causal entre tabaquismo y CP, incluyendo a la Organización Mundial de la Salud (OMS).9
A partir del primer informe del estudio del Cirujano General, se han publicado otros 33,4,15,16 que han demostrado la relación entre el tabaquismo y otras enfermedades como la bronquitis crónica, el enfisema, la disminución acelerada de la función pulmonar, la tuberculosis y la enfermedad arterial coronaria, entre otras.4,11,16 Hoy sabemos que existen más de 15 cánceres relacionados y más de 32 enfermedades crónicas asociadas causalmente con el humo de tabaco.4,17
El Convenio Marco, iniciativa de la OMS desde 2003, es un avance significativo en la cooperación internacional en la lucha contra el tabaquismo.18,19 Ese tratado fue firmado por 180 países, incluyendo México, con el propósito de proteger a las generaciones presentes y futuras contra las devastadoras consecuencias sanitarias, sociales, ambientales y económicas del consumo de tabaco y de la exposición al humo de tabaco, proporcionando un marco para las medidas de control que habrán de aplicarse a nivel nacional, regional e internacional, con el fin de reducir de manera continua y sustancial la prevalencia del consumo de tabaco.
Las líneas de acción implementadas a partir del Convenio Marco incluyen: 1) informar a la población sobre las consecuencias sanitarias, la naturaleza adictiva y la mortalidad asociada al consumo de tabaco; 2) tener un compromiso político firme para adoptar medidas para la protección a todas las personas de la exposición al humo de tabaco, y 3) prevenir el inicio de fumar y reducir el consumo del mismo.18-20 En la actualidad, muchos organismos como la Asamblea Mundial de la Salud,6,21 en relación con la prevención y el control de las Enfermedades Crónicas No Transmisibles (ECNT), tienen como primer objetivo el control del consumo de tabaco.6 Las principales medidas contra el tabaquismo se describen con detalle en el programa MPOWER de la OMS (por las palabras en inglés: M, monitorizar el consumo de tabaco; P, proteger a las personas de la exposición al humo de tabaco ajeno, espacios libres de humo; O, ofrecer ayuda para dejar el consumo de tabaco; W, warn, advertir sobre los peligros del tabaco, las llamadas advertencias sanitarias en las cajetillas, de un tamaño cada vez mayor; E, enforce, hacer cumplir las prohibiciones sobre publicidad, promoción y patrocinio; R, raise, aumentar impuestos sobre el tabaco).6,19,22
En los Estados Unidos de Norteamérica la prevalencia en el consumo de tabaco ha disminuido de 20.9% en 2005 a 16.8% en 2014;23 no obstante, ese no es el caso en países en desarrollo. La prevalencia actual de tabaquismo en México según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012 y la Encuesta Nacional de Adicciones 2011, informaron que 9% de los adolescentes han consumido más de 100 cigarros en su vida y que 19.9% de los adultos, en 2012, eran fumadores (Figura 1).24,25
El tabaquismo es una enfermedad que se comporta como una epidemia. Representa un problema mundial con graves consecuencias para la salud pública, sobre todo debido al aumento en el consumo y producción en países en desarrollo, así como un incremento en el consumo en niños y adolescentes, lo que conlleva un incremento en la carga en los sistemas nacionales de salud.19 La persistencia de esta epidemia es un reflejo de las fallas durante seis décadas para reconocerlo como un problema de salud y tomar medidas en materia de salud pública.1 Lo anterior se suma a los esfuerzos perversos de la industria del tabaco en no sólo seguir comercializando, sino incrementar sus ventas, enfocándose en los grupos más vulnerables; así también el ingreso al mercado de los llamados cigarros electrónicos o cigarros sin combustión, con lo que inicia un nuevo campo de estudio sobre los efectos de estos dispositivos en la salud individual y colectiva.16,26
Por iniciativa de la OMS, desde 1987, el día 31 de mayo se celebra el Día Mundial contra el Tabaquismo. El principal objetivo es demostrar que la industria del tabaco compromete el desarrollo sostenible de todos los países y proponer medidas de lucha contra la crisis mundial causada por el tabaquismo.27 Dentro de los logros alcanzados gracias al Día Mundial Contra el Tabaquismo, cerca de dos terceras partes de los países inscritos (121 de 194) se han comprometido con al menos una de las medidas contra el tabaco. Esto significa que por lo menos 4,700 millones de personas tienen al menos un tipo de protección contra esta epidemia.22,27-29
Existe también el Día Mundial Contra el Cáncer Pulmonar, que se celebra el primero de agosto de cada año, participando, por el área respiratoria, el Foro Internacional de Sociedades Respiratorias (FIRS, del inglés Forum of International Respiratory Societies). La FIRS es una organización mundial que trabaja para mejorar la salud respiratoria y en la que se encuentran agregadas varias de las sociedades neumológicas más importantes del mundo, incluyendo la Sociedad Mexicana de Neumología y Cirugía de Tórax, con el fin de conocer los factores de riesgo, detectar oportunamente el CP y desarrollar nuevas terapias que mejoren la supervivencia de estos pacientes.29,30
En conclusión, 50 años han transcurrido desde que, mediante la investigación epidemiológica, se demostró que fumar tabaco es causa de CP. Es claro que las estrategias implementadas para controlar este enorme problema de salud pública han sido insuficientes. Es menester de los gobiernos adherirse al Convenio Marco y hacer cumplir cada una de las líneas de acción; sin embargo, es responsabilidad de cada uno de los prestadores de servicios de salud, especialmente del área respiratoria, que en el ámbito individual llevemos a cabo de forma cotidiana medidas antitabaco. Lo más sencillo es proveer de consejo a los jóvenes para que no se acerquen al tabaco, y a quienes son fumadores hacerles saber las enormes ventajas que obtendrán al suspender el consumo del mismo; el llamado consejo breve. Los esfuerzos integrados de gobiernos, sociedades científicas, organizaciones no gubernamentales y prestadores de servicios de salud deben ser más eficientes para hacer frente a la lacerante epidemia mundial del tabaquismo.