El que no sabe Biología Molecular está frito.
Dr. Jaime Villalba Caloca Cirujano de Tórax. Doctor en Ciencias
El Dr. Jaime Villalba Caloca (Figura 1) falleció el 18 de noviembre de 2020 en plena pandemia respiratoria, a la semana se realizó en el Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias Ismael Cosío Villegas un homenaje a este gran maestro de la Neumología y Cirugía de Tórax en el país, fui invitado por parte de la Dirección General para participar en dicho evento, donde expresé el siguiente discurso:
El presente año 2020 será recordado en nuestro Instituto como aquel del impacto de la pandemia del COVID-19 y en el cual el Dr. Jaime Villalba Caloca partió.
Llegué como residente de Neumología a nuestro Instituto a inicio de este siglo, en la Dirección General estaba el Doctor, que además asumía el cargo de Profesor Titular del Curso, se encontraba en la recta final de su responsabilidad administrativa.
Cuando la casualidad nos encontraba, recibíamos su saludo y cortesía, siempre directo, frontal, gozaba del respeto, cariño y admiración de la inmensa mayoría del personal de salud, no importando la jerarquía.
Fue pionero de la Cirugía de Tórax y Trasplante Pulmonar en Latinoamérica, en el último tercio de su vida tuvo un interés particular en la investigación, logrando un Doctorado por el Instituto Politécnico Nacional, además de su incorporación al Sistema Nacional de Investigadores.
Mi relación con él se hizo más estrecha el día que me invitó a dar una plática en el Comité de Bioética Hospitalaria que él mismo presidía, hablé de un tema sensible desde el punto de vista tanatológico como el de la eutanasia, posteriormente me incorporé a dicho comité y por espacio de 10 años teníamos una sesión mensual ordinaria y cuando se necesitó la extraordinaria, formamos un Cineclub con temas de Ética Médica, dimos conferencias sobre este tema en varios lugares del Instituto, siempre tuve su simpatía a pesar que algunas ocasiones había temas que nos obligaba a discutir nuestros puntos de vista personales, al final la concordia y el respeto prevalecía.
Llegó a lo que se denomina la tercera edad y siempre mantuvo una vitalidad envidiable.
Tuvo un cariño superior a nuestro Instituto, el cual nos es difícil inculcar actualmente, pero es muy necesario que así sea.
Fuimos compañeros de lucha cuando los azares del destino nos lo imponían.
Cada fin de año organizaba un desayuno junto con nuestra querida Lulú, su fiel escudera, siempre se mostró alegre, creo que fuimos una extensión de su familia, que orgullosamente aceptábamos.
Era interesante oír sus anécdotas, tenía un sentido del humor inigualable, combinado con seriedad.
Es difícil despedir a un maestro, amigo y compañero, a pesar de tener varias décadas de diferencia de edad con el Doctor, me era muy agradable platicar con él.
Recuerdo cuando me apoyó a rendirle un merecido homenaje al Dr. Ismael Cosío Villegas, fundador de nuestro Instituto, en una sesión general, la forma en que platicaba sus experiencias con el Maestro hizo que la misma fuera una conferencia memorable, al final su humildad se reflejó al acercarse a mí y preguntarme ¿lo hice bien?
Pudimos lograr uno de sus sueños, publicar el libro de Bioética Institucional, el cual le había dedicado muchos años y trabajo, pero las editoriales no cumplían con lo acordado, en forma ágil con el apoyo de la industria cumplimos ese deseo, teniendo el mismo actualmente en versión papel y en forma electrónica, para distribución gratuita desde un año antes de su deceso.
Cuando las preguntas de la vida nos obligan responder a la misma ¿cómo me gustaría envejecer? Sin duda, la respuesta rápida será como el Dr. Villalba; la otra pregunta es ¿tendré el temple, carácter y disposición del Maestro? Espero que el paso del tiempo me aclare la respuesta.
La memoria no se apagará en el recuerdo del Dr. Villalba Caloca, homenajes como éste y los venideros mantendrán la flama de este gran hombre y su luz nos señalará el camino en tiempos de oscuridad.
Hay que recordar que él llegó a nuestro Hospital cuando había otra pandemia: la tuberculosis, la llamada «peste blanca», parecía ser un mal incurable, con el trabajo, entrega y servicio, inclusive arriesgando la vida, pudieron afrontarla saliendo avante.
Este ejemplo debe ser y es la guía actual, haremos lo necesario y si la situación lo exige, más de lo necesario.
¡Por siempre Dr. Jaime Villalba Caloca!
¡Por Siempre INER!
Muchas gracias.
Discurso leído el 25 de noviembre de 2020 en la sesión general del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias Ismael Cosío Villegas en homenaje al Dr. Jaime Villalba Caloca.