Debido al impacto por la pandemia de la COVID-19, la Organización Mundial de la Salud (OMS), predice un aumento global, en 2022-2023, de medio millón de casos anualmente de tuberculosis resistente a rifampicina (TBRR/MDR).1 Agregado a lo anterior, aún antes de la pandemia, sólo uno de cada tres pacientes ha recibido tratamiento,2 además, de muy baja tasa de curación. Los esquemas utilizados para tratar a la TBRR/MDR, tradicionalmente se componían de muchos medicamentos orales, caros, tóxicos y de poca actividad, lo que motivaba implementar un esquema de varios medicamentos; a éstos se agregaba un agente inyectable, al menos por seis meses, los cuales producían efectos secundarios muy graves, tales como pérdida irreversible de la audición o insuficiencia renal, produciendo muchos abandonos.
Con el metaanálisis publicado por el grupo colaborativo en análisis de TB-MDR, encabezado por el Dr. Menzies, en donde reportaron que los agentes inyectables demostraron no tener la eficacia que se creía. En contraste, en el estudio, tanto las quinolonas de tercera generación, linezolid, clofazimina y los carbapenémicos mostraron tener mayor efectividad en los tratamientos;3 esto ya había sido reportado también por Palomino y Martín.4 Existen tres nuevos medicamentos orales con alta efectividad para el tratamiento de la TBRR/MDR: bedaquilina,5 delamanid6 y pretomanid.7 Con el advenimiento de estos nuevos medicamentos, se han implementado diferentes ensayos de tratamientos cortos, seguros y eficaces. Estos regímenes incluyen un nuevo tratamiento de seis meses basado en la combinación de bedaquilina, pretomanid y linezolida, en combinación con moxifloxacino (BPaLM), o sin esta última (BPaL), que fueron altamente recomendados por la OMS8 y que aparecieron en publicaciones importantes.9-11
Laniado-Laborín et al.12 publican en este número los resultados del tratamiento para TBRR/MDR con esquema acortado en 26 pacientes consecutivos con medicamentos sugeridos por la OMS13 de los grupos A y B para demostrar su eficacia y seguridad; la conversión al cultivo fue de 1.42 ± 0.82 meses (seis semanas) y el tiempo de conversión de la baciloscopia fue de 1.75 ± 0.95 meses (siete semanas), muy superior a los esquemas anteriormente utilizados en donde se integraba un inyectable y fármacos de mala actividad, y que se prolongaban hasta más de 18 meses. La actividad de los nuevos fármacos, con actividad bactericida y esterilizante importante, han venido a dar una esperanza de curar al mayor número de pacientes con TBRR/MDR. Un inconveniente de consideración son las reacciones adversas, pero pueden ser manejadas sin que el esquema pierda su efectividad. Sin embargo, el seguimiento debe de ser muy puntual para poder identificar; y el médico debe tener experiencia para identificarlas. Lastimosamente, no hay muchos especialistas que se interesen en tratar esta situación, por lo que será muy importante capacitar a los médicos de primer contacto para que estos esquemas, seguros y eficaces, ofrezcan una curación de esta enfermedad y evitar que los casos sigan aumentando.