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Salud Pública de México
versión impresa ISSN 0036-3634
Salud pública Méx vol.44 no.6 Cuernavaca nov. 2002
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Estadísticas de mortalidad en México: muertes registradas en el año 2001
De acuerdo con las cifras del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), en 2001 se registraron en México 443 127 defunciones, de las cuales 2 123 corresponden a mexicanos que residían en el extranjero y las que se excluyen del total para fines del análisis que a continuación se presenta.
De las 441 004 defunciones registradas en las 32 entidades federativas (5 521 defunciones más que el año anterior), 44.5% correspondieron a mujeres y 55.5% a hombres. Se mantiene la tendencia decreciente de las muertes en los niños menores de cinco años de edad: en 2001, 96 de cada 1 000 muertes ocurrieron en esa edad, aunque conviene observar que la variación estatal va desde 150 a 60, si no se consideran aquellas entidades en donde es alto el subregistro de muertes infantiles. Por otro lado, más de la mitad de las defunciones suceden después de los 68 años de edad en las mujeres y, después de los 60, en los hombres. En los cuadros II y III se presentan las variaciones de la edad de muerte entre las entidades federativas. Es importante mencionar que en algunos cuadros, además de la tasa cruda de mortalidad, se incluye la tasa estandarizada por edad. La razón es que esta última permite hacer comparaciones entre entidades federativas a pesar de que presentan diferente estructura de edades en la población. Para facilitar las comparaciones internacionales se decidió usar como población estándar la que recomienda la Organización Mundial de la Salud.1 (Ver nota metodológica).
En los cuadros V y VI se muestran las principales causas de mortalidad registradas en 2001 para mujeres y hombres a escala nacional. Se repite el mismo formato que se usó para el año 2000, es decir, las principales causas se presentan en un nivel de desagregación que incluso permite asociarlas con intervenciones en salud específicas, evitando las agrupaciones en la medida de lo posible. En este sentido, destaca la diabetes mellitus que ocupa la primera causa de muerte en las mujeres (14%) y la segunda en los hombres (11%), seguida de la cardiopatía isquémica y de las enfermedades cerebrovasculares, que en números absolutos y en tasa todas aumentan. Además, llama la atención que el orden se modificó ligeramente en los hombres (cuadro VI) por la disminución de las defunciones por accidentes de tráfico y por agresiones (homicidios).
Los cuadros VIII al XII incluyen las defunciones y las tasas estandarizadas, para mujeres y hombres por entidad federativa, de algunas causas de muerte seleccionadas por su importante magnitud.
En los cuadros XIII y XIV se presentan indicadores seleccionados sobre la calidad de la información de la mortalidad. En la primera columna del cuadro XIII se muestra el porcentaje de muertes que ocurrieron antes del año 2000, pero que fueron registradas ese año y el INEGI las reporta en su estadística. En el ámbito nacional se registran alrededor de 7 500 defunciones que ocurrieron en años anteriores, observándose que en algunas entidades el registro extemporáneo asciende hasta 11%.2
Tradicionalmente se ha considerado que el certificado de defunción debe ser llenado por el médico y en México 98% de ellos cumplen con este requisito. Lo más recomendable es que sea el médico que trató al paciente el que extienda el certificado de defunción, sin embargo, eso no sucede con la frecuencia esperada en nuestro país. Si se descuentan las defunciones que por ley deben ser certificadas por los médicos legistas (defunciones por causas externas que son aproximadamente 52 mil) sólo 32% de las defunciones son certificadas por el médico tratante y el resto las certifica otro médico que no conocía a la persona que falleció. Cabe destacar que en el año 2000 las defunciones certificadas por el médico tratante ascendían a 34% (de 131 mil bajó a 126 mil). De la misma manera se utiliza el indicador de las defunciones que sucedieron en las unidades médicas, en las que se presupone que los certificados llenados en dichos lugares son de mejor calidad (cuadro XIII).
Otro criterio de calidad es la identificación de las variables de la persona que falleció, por ejemplo, la edad o la condición de derechohabiencia. En México, en 2 156 defunciones de mayores de un año de edad no se especifica la edad, ni tampoco en 530 que sucedieron antes de cumplir el año de edad. Actualmente uno de cada 11 certificados no especifica la variable derechohabiencia, sin embargo, en algunas entidades la relación asciende a uno de cada cinco.
La sección médica del certificado de defunción, y la correcta definición de la causa de muerte son fundamentales. Conviene insistir en la importancia que tiene el médico al momento de escribir en el certificado de defunción la secuencia de los padecimientos que antecedieron a la muerte, con el fin de que el codificador pueda aplicar las reglas de codificación y el principio general que aparece en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE).
Desafortunadamente en nuestro país todavía existen problemas en el llenado del certificado y sus repercusiones van en detrimento de la calidad de las estadísticas de mortalidad.
En el cuadro XIV se presentan cinco indicadores que permiten evaluar la calidad de los certificados de defunción, en relación con la causa básica de muerte.
Del total de defunciones 2.1% son clasificadas como Signos y Síntomas Mal Definidos (CIE 10 R00-99), aunque en algunas entidades ascienden a 5%. Llama la atención que, en términos absolutos, las defunciones cuya causa estuvo mal definida ascendió de 8 551 a 9 195. Otro criterio para medir la calidad de la causa de muerte se refiere a la precisión con la que una defunción por causa externa puede ser clasificada como intencional o accidental. La CIE-10 previene esta situación y establece un grupo de códigos para "eventos de intención no determinada" (Y10-Y34). En 2001 en México casi 4.5% de las 52 mil muertes por causas externas no pueden ser clasificadas como accidentales o intencionales, y caen en este rubro. Lo mismo sucede con las defunciones por tumores malignos de sitio no especificado.
Uno de los problemas típicos en la certificación de la muerte consiste en referir el mecanismo de la muerte y no la causa o enfermedad que la desencadenó. Los mejores ejemplos en este sentido son las muertes por insuficiencia cardiaca (CIE-10 I50) que pueden tener un origen isquémico, reumático, asociarse a una cardiopatía hipertensiva o con una cardiopatía por enfermedad de Chagas; o la insuficiencia hepática (CIE 10 K72) que, en su caso, puede estar relacionada con cirrosis hepática, hepatitis crónica o, incluso, hepatoma. Las últimas dos columnas del cuadro XIV dan cuenta de este problema al cual se podrían sumar la insuficiencia renal, la insuficiencia respiratoria y la ateroesclerosis inespecífica, entre otras. Lo paradójico del caso es que en aquellas entidades federativas en donde la proporción de insuficiencia cardiaca es alta (Tlaxcala, Oaxaca, Puebla) la mortalidad por cardiopatía isquémica es baja, quedando la duda acerca de si la baja mortalidad es real o se asocia con la mala clasificación de las defunciones.
En comparación con las defunciones registradas en el año 2000 se observan cambios en la estructura de causas y por edades, en la calidad y en la integralidad de los datos. Aún se detectan problemas de subregistro en algunas entidades federativas, así como problemas en el manejo de causas de muerte, lo que exige mantener los programas de capacitación para los médicos respecto al llenado del certificado defunción, y con los codificadores, para aplicar las actualizaciones de la Clasificación Internacional de Enfermedades.
Referencias
1. World Health Organization. Age standarization of rates: A new WHO standard. Ginebra: WHO, 2000; GPE Discusion Paper Series No.31.
2. Para más detalle de las implicaciones que tiene el registro extemporáneo de las defunciones cf. Secretaría de Salud. Dirección General de Información y Evaluación del Desempeño. Tendencia de la mortalidad en México 1990-2000. Muertes ocurridas vs muertes registradas. En prensa.
Nota metodológica
Uno de los procedimientos utilizados en el cálculo y presentación de tasas es el de estandarización. Con ello se controla el efecto de la variación en la estructura de edades de una población, y tiene la finalidad de elaborar indicadores resumen, comparables en diferentes contextos o para analizar su evolución en el tiempo.
El procedimiento de estandarización consiste en calcular una tasa resumen a partir de la suma ponderada de las tasas observadas por grupo de edad de la población de estudio.
Los ponderadores utilizados se corresponden con los valores derivados de la distribución porcentual por grupos de edad de la población tipo. Dado que la selección de la población tipo es arbitraria, en el caso que nos ocupa se consideró utilizar, para efectos de comparación internacional, la estructura reportada por la Organización Mundial de la Salud, que es el resultado de promediar las estructuras por edad de la población mundial esperadas para los años 2000 y 2025.
* Sección preparada por la Dirección General de Información y Evaluación del Desempeño. Secretaría de Salud. México.