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Salud Pública de México
versión impresa ISSN 0036-3634
Salud pública Méx vol.45 no.5 Cuernavaca sep./oct. 2003
PÁGINAS DE SALUD PÚBLICA
Manuel Alberto Santillana-Macedo, Dr en C
Instituto Mexicano del Seguro Social. Hermosillo, Sonora
García-Guzmán B, coord. Población y sociedad al inicio del siglo XXI. México, DF: El Colegio de México, 426 pp.
En 1976, mientras estudiaba medicina en la Universidad Nacional Autónoma de México, se desarrolló un debate entre neomalthusianos y marxistas tradicionales. El tema de tal debate era el futuro poblacional y social de México ante la explosión demográfica, de esa década y la anterior. El punto básico que argumentaban los neomalthusianos era que la explosión demográfica, de no controlarse, iba a provocar pobreza; por lo tanto urgía aplicar acciones de control natal. Mientras que los marxistas de vieja ultranza postulaban que lo que se requería era una transformación de la sociedad, distribución de la riqueza social y, adicionalmente, políticas de control natal. Hoy, a un cuarto de siglo de tal debate, y gracias a la corroboración dada, entre otros por varios autores de este libro, se resolvió el asunto. La pobreza persiste, o incluso en ciertas regiones se ha incrementado, con todo y una exitosa política de control de la natalidad, eufemísticamente llamada planificación familiar, implantada precisamente en la década de los setenta del siglo pasado.
Este libro reúne una selección de trabajos presentados en el Foro Población y Sociedad en el México del Siglo XXI, los cuales se agrupan en cuatro grandes temas. El primero, Población futura y envejecimiento demográfico, el segundo; Fecundidad, salud reproductiva y bienestar social; el tercero, Flujos migratorios, intercambios comerciales y redes sociales, y el cuarto, Población, empleo y restructuración económica.
Al inicio del texto, la coordinadora, Brígida García, hace una brillante introducción, tanto del foro como de cada uno de los trabajos presentados, en la cual, además, muestra con claridad su posición y discrepancia académica con alguno de ellos. Así por ejemplo, la autora muestra su coincidencia respecto de los tópicos de migración y desarrollo económico-social estudiados en la década de los noventa en México, con el trabajo de Francisco Alba, donde señala que los aportes académicos actuales han "permitido cuestionar la idea de que la política de libre comercio y la promoción de la inversión internacional llevarían directamente a la desincentivación de los flujos migratorios" (p.18).
El breve espacio de este comentario resulta insuficiente para resumir, comentar y criticar los 15 trabajos que se encuentran en el texto de marras. Por este motivo he considerado apuntar algunas direcciones críticas de seis trabajos. En resumen, porque estos trabajos reúnen, en mi opinión, el tono académico y la esencia del foro realizado. Es decir, que la generación de políticas de población exclusivas, o aun elusivas, de políticas de desarrollo económico y social, es un error histórico que ha generado pobreza e incremento de la desigualdad.
En primer lugar, el trabajo Domesticar la incertidumbre: análisis de insumos y resultados de las proyecciones nacionales de México, de José Miguel Guzmán y Ralph Hakeert, sintetiza varios aspectos metodológicos y analíticos de las proyecciones que se han hecho sobre el futuro poblacional en México hasta el año 2050. Los autores comparan las proyecciones del Consejo Nacional de Población (Conapo), el Banco Mundial, las Naciones Unidas y de la Oficina del Censo de los Estados Unidos de América, en sus proyecciones del futuro de la población mexicana. En suma, postulan que las cuatro proyecciones son relativamente homogéneas hasta 2010, pero que a partir de ahí difieren considerablemente. Así, en 2050, desde un catastrófico futuro de 165 millones de habitantes que propone la oficina del censo norteamericano, hasta una conservadora perspectiva de 131 millones de Conapo existen 34 millones de habitantes proyectados virtuales literalmente de diferencia, es decir, un país entero de diferencias. La situación no es trivial, señalan los autores, y no sólo lo es por razones metodológicas, actuariales, o de fórmulas matemáticas, sino que de ello depende la formulación de políticas públicas, económicas, de bienestar social, o incluso de mercado. Aunque los autores finalmente se inclinan, y con sólidas bases metodológicas sostienen las proyecciones de Conapo, resulta sorprendente la ingenuidad con la que suponen se controlará la mortalidad de la población mayor de 65 años de edad para 2010 en adelante. Así, los autores refieren que un escenario "más realista, sería suponer que, dados los avances médicos que se están produciendo en el control de algunos tipos de cáncer, las tasas por cáncer no seguirán aumentando, como lo hicieron entre 1980 y 1995" (p.92). Afirmar esto implicaría la transformación de todo el sistema nacional de salud actual de un modelo curativo a un modelo preventivo del cáncer, lo que no se mira por ningún lado en el vigente sistema nacional de salud, ni se vislumbra por lo menos en los próximos 10 años en la administración pública.
Los tres trabajos que se refieren a la salud reproductiva, englobados en el tema de fecundidad, salud reproductiva y bienestar social, coinciden en cinco aspectos cardinales: primero, que en los últimos 25 años ha habido una transformación del léxico, que va desde el control de la natalidad, hasta el de salud y defensa de los derechos reproductivos. Segundo, que este cambio de léxico no ha sido gratuito, sino que se ha debido a una creciente participación y presión de grupos feministas, de organizaciones no gubernamentales, de organismos internacionales de financiamiento y de instituciones académicas. Tercero, que, en efecto, ha habido una mayor participación y compromiso de acciones, políticas y programas de salud reproductiva y defensa de los derechos reproductivos en los sistemas de salud de México y Latinoamérica, pero no siempre de una forma completa, homogénea, ni accesible. Cuarto, que el éxito del descenso de la tasa de fecundad y natalidad de los últimos 25 años, de ninguna manera se convirtió en mejores condiciones de calidad de vida de la población. Y quinto, que no basta con aplicar planes y programas de salud reproductiva, sino que es fundamental evaluar éstos, lo cual implica dificultades metodológicas y teóricas, muchas de ellas aún no resueltas.
Ahora bien, el trabajo de Ivonne Szasz y Susana Lerner sobre el Enfoque de la salud reproductiva es un magnífico ejemplo de la transición del léxico, la evolución de éste con la presión de grupos, y la documentación de su escasa aplicación dentro de las políticas públicas de salud y bienestar. Es importante destacar un aspecto de este trabajo, y es que las autoras llegan a la conclusión de que "sin políticas de desarrollo social y económico adecuadas, las medidas exitosas aplicadas sobre la dinámica demográfica no resultaron en mayor beneficio para la población" (p.167). Pero que, pese a esto, el discurso actual de algunos organismos internacionales de financiamiento y otros nacionales sigue siendo el de que es necesario el control de la fecundidad y natalidad para evitar el caos social; es decir, el mantenimiento del discurso neomalthusiano pese a las evidencias en contra no sólo de México, sino de toda Latinoamérica.
El trabajo de Alfonso Sandoval Arriaga, Población y salud reproductiva, a pesar de su barroca sintaxis, nos permite acercarnos con mayor profundidad a los cuatro primeros de los cinco puntos señalados previamente. En particular resaltan en este trabajo dos aspectos, uno de ellos el que los financiamientos hacia los programas de "salud y control poblacional-salud reproductiva" tuvieron un cambio radical durante la década de los noventa. De tal manera que el financiamiento, antes reservado a la administración pública, se trasladó a los organismos no gubernamentales quienes, en efecto, habían demostrado su peso y compromiso social o político. Lo que no señala Sandoval es que también obró, para este cambio de asignación de financiamiento, el descubrir en las instituciones públicas la falta de evaluación de políticas y programas y, desde luego, la corrupción. En esta lógica cabe el otro punto a subrayar de este trabajo, el de proponer necesaria y pública "cabal rendición de cuentas hacia la sociedad de todos los ejecutores (ya sean organizaciones gubernamentales, ONG, organismos internacionales, de asistencia bilateral, etc) " (p.193).
El tercer trabajo de este tema, Políticas de población y salud, de Marta Coleta Oliveira, documenta críticamente la experiencia brasileña en la construcción de una política nacional de salud reproductiva. Es decir, va explicando no sólo el cambio de léxico en las políticas y programas desde la planificación familiar hasta la defensa de los derechos reproductivos, sino su aplicación e implantación en los programas de población y salud brasileños, así como las dificultades de esta aplicación, y además su capacidad de innovación y fortaleza. Tal vez uno de los aspectos más valiosos de este trabajo es exponer que este cambio de léxico, cambio de acciones, y transformación de los programas se debió a una organizada y altamente politizada participación de las mujeres en contra de grupos de médicos y de las instituciones del sector salud brasileño. Algo que se ha minimizado en nuestro país es que la aplicación de programas de salud reproductiva que van desde la salud sexual de adolescentes, hasta la mejora de la calidad de la atención en los programas de cáncer cervicouterino y mamario y no sólo los de control del embarazo y puerperio han sido dificultados particularmente por la burocracia o el control del poder político en las instituciones del sector salud mexicano.
Por último, conviene comentar dos trabajos. Uno de ellos, el de Teresa Rendón, sobre La división del trabajo por sexos en México, y el otro, el trabajo de Enrique de la Garza, sobre la Flexibilidad laboral.
El trabajo de la maestra Rendón se centra en un amplio análisis de la Encuesta Nacional de Trabajo, Aportaciones y uso del tiempo, levantada por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática en México en 1996. La disección hecha por la autora de esta encuesta corrobora lo que varias investigadoras y grupos feministas habían señalado anteriormente. Es decir, el que hay un ocultamiento del trabajo femenino, especialmente en el ámbito doméstico, además de que las actividades extradomésticas laborales productivas femeninas se centran más en actividades y puestos de bajos salarios. Rendón confirma ambos aspectos, dice: "apenas 6% de los varones mayores de 15 años realiza jornadas domésticas mayores de 35 horas a la semana" (p. 325). Y que esta participación se centra en la "reparación y funcionamiento del hogar". Por otro lado, al desagregar el trabajo asalariado encuentra que, en efecto, las mujeres no sólo trabajan menos y con menores salarios, sino que además esto sucede no sólo en el trabajo formal asalariado como sería la industria maquiladora, sino que también sucede en el trabajo informal asalariado como es por ejemplo la venta de comida en la calle, y en el trabajo autónomo, como el servicio doméstico. O sea que, en pocas palabras, cuantifica, apoya y demuestra lo que el discurso feminista que analiza las políticas poblacionales y laborales, ha postulado previamente con firmeza y seguridad durante casi dos décadas.
Al final el trabajo de Enrique de la Garza, con la densidad y a la vez inteligencia de sus textos, expone cómo es que ha ido obrando la transición de unas relaciones obrero-patronales de aparente rigidez productiva, a una flexibilidad en los últimos 20 años. De la Garza utiliza varios elementos para este análisis, entre ellos el de la revisión histórica de las propuestas a la modificación de la normatividad laboral mexicana y, por otro lado, el de la revisión de los contratos laborales entre empresas y sindicatos. En el primer caso, De la Garza señala que si bien ha habido intentos y discursos, durante las últimas dos décadas, solicitando una amplia modificación de la legislación por parte de las centrales empresariales como Coparmex y Concamin, en la práctica, esto no ha pasado del discurso porque se han enfrentado con el corporativismo obrero-gubernamental priísta. Además, parece ser que en la actual administración federal, esa solicitud empresarial no podrá realizarse de no contar con la mayoría del PAN en el Congreso y la Cámara Alta. En el caso de la revisión de los contratos laborales sí documenta cómo se han ido incorporando elementos de flexibilidad laboral, si bien a un ritmo más lento que lo propuesto por toda una ideología de la productividad a ultranza. Pero tal vez lo más interesante es que, señala el autor, las empresas han emprendido estos cambios en función de su competitividad por dos formas: "a) por un lado, tratando de ganar competitividad y productividad valiéndose de nuevas formas de organización del trabajo que implican de alguna manera flexibilidad y cambio cultural, pero que se han visto limitadas por la escasa capacitación, baja delegación de poder de decisiones a los obreros y bajos salarios, y b) asimilar la idea de flexibilidad como desregulación unilateral a favor de la empresa, también con bajos salarios".
Lo que lleva, para terminar, a ironizar con lo siguiente en una idea sintética final de todo el libro, muy al estilo de un buen Julio Cortázar: "Lo que la realidad muestra para la población y sociedad al inicio del siglo XIX, es que políticas de población sin desarrollo económico y social son un error; así como políticas de salud reproductiva y bienestar social sin respeto a los derechos humanos y en particular de género, son también un error; así como la implantación de políticas migratorias sin el respeto de las decisiones individuales y de fomento al crecimiento económico en las localidades de origen y expulsión son un error; y la aplicación de políticas laborales de mayor competitividad y productividad, sin mejorar los salarios ni la capacitación y aumento del poder de decisiones de los trabajadores, es un error". Pareciera que a los grandes inversionistas e ideólogos mundiales no les interesa, para nada, salir de ese magnífico error.