Señor editor: A partir de la reforma en educación superior de 1992 en Colombia, uno de los objetivos de las instituciones educativas es fomentar la investigación científica.1 Dicha responsabilidad recae directamente sobre sus directivas y docentes. El investigador fomenta la creatividad y pensamiento crítico de sus estudiantes, con lo cual el aprendizaje se vitaliza.2 Por ello ha surgido la pregunta de si aquellos que están al frente de las instituciones de educación superior, en particular los decanos, deberían tener o haber tenido participación científica e investigativa lo suficientemente activa como para poseer conciencia de su importancia, así como incentivar y tener políticas al respecto en pregrado, lo cual en ultimas, se convierte en el pilar para evaluar la calidad e impacto de la educación superior en sus egresados.1-3
Por tal razón, evaluamos la producción científica de los actuales decanos de medicina y salud de las facultades colombianas. Realizamos una búsqueda de sus publicaciones científicas en la base de datos de Scopus. Al igual que en estudios similares,3-5 se ingresaron distintas combinaciones de nombres y apellidos; los casos de homonimia se trataron individualmente.3-5 Se evaluó el número de artículos publicados como autor o coautor, número de citas recibidas, índice H, revistas donde ha publicado, y si estaba o no reconocido por el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología e Innovación (SNCTI), en la categoría de investigador (según Colciencias -Departamento Administrativo Nacional en Colombia- frente al tema) y título de grado más alto (reportado en su hoja de vida oficial de Colciencias [CvLAC)].
Al evaluar a los 55 decanos registrados por la Asociación Colombiana de Facultades de Medicina (ASCOFAME), se encontró que sólo 27.3% de ellos había publicado un artículo alguna vez en su vida, y de éstos, solamente tres habían publicado un artículo en el último año (Cuadro I). Del total de las publicaciones, 45.5% fueron en revistas cuartil I (Q1), según SCImago Rank. Solamente un decano estaba clasificado como investigador Senior, y 10 como Junior (ninguno como asociado, el otro de los tres niveles existentes de acuerdo a Colciencias). Los principales resultados se muestran en el Cuadro I y son parcialmente similares a los encontrados en Perú y Centroamérica.4,5 Al revisar el título de grado de cada decano, se constató que, de los registrados por el CvLAC (25 en total), siete tenían doctorado, 12 maestría y ocho no reportaban su grado académico.
La aparente escasez de títulos de grado de alto nivel y la baja producción científica de las máximas autoridades son una realidad común en Latinoamérica, como se evidencia en Centroamérica, Perú y ahora Colombia.4-6 Dado que la actividad médico-científica es una labor de gran importancia, deberían los decanos, en una visión integral, tener experiencia no solo académica y administrativa, sino también investigativa, como ocurre en países del primer mundo, donde es un criterio rígido, exhaustivo y excluyente.4-6
Si a esta realidad no se le presta atención y se regula, podría perpetuarse la baja producción de docentes de investigación, lo que podría ser incluso un mal ejemplo para los alumnos del pregrado.6 No se revisaron otras bases de datos (Medline, Science Citation Index, SciELO). Además, puede que algunos decanos se encuentren en proceso de titulación (a maestrías y doctorados), o que sus artículos se encuentren en revisión por pares. Sin embargo, y en conclusión, la producción científica de los decanos colombianos de facultades de medicina es baja. Es un punto que hay que reforzar en aras de una mayor y mejor gestión de evidencia científica, donde tanto docentes, particularmente los que enseñan investigación, como los decanos, deben ser ejemplo en la materia.6