Señor editor: El intento de suicidio (IS) por adolescentes es una realidad1 que requiere atención médica urgente porque ocasiona daños a la salud y la sociedad.
La OMS alerta sobre el incremento en las tasas, y México es el país con el mayor crecimiento.2 El suicidio es la segunda causa de muerte en adolescentes de 15 a 19 años a nivel mundial y de las tres principales causas en México en este mismo grupo. Estos fallecimientos prematuros prevenibles evidencian la necesidad de tomar medidas para evitarlos.3 El conocimiento de las características personales y familiares de los menores que intentan suicidarse aporta elementos importantes para el análisis de los mecanismos involucrados en este problema.4
En el Hospital General Regional No. 1, de Chihuahua realizamos un estudio sobre IS en pacientes de urgencias pediátricas y su relación con disfunción familiar. Esta última está presente en problemas socioculturales y de salud,5,6 y es detectable y tratable. El estudio (observacional, comparativo, de casos y controles, con muestreo determinístico consecutivo), consideró como casos a pacientes que refirieran lesión autoinfligida o con el objetivo de acabar con su vida. Se evaluó el funcionamiento familiar del paciente en diferentes áreas y de algún familiar, mediante el instrumento FF-SIL.7
En seis meses se excedió el tama ño mínimo de muestra (14), lo que superó los registros del año anterior. Se excluyeron cinco casos, con lo cual se obtuvo un total de 20 casos y 40 controles de la misma edad y sexo. Los pacientes con IS tenían una edad media de 13.35 años, 95% cursaba la secundaria, 85% eran mujeres, 50% contaba con familiares con desórdenes psiquiátricos, 60% había estado en contacto con alcohol, tabaco o drogas. El principal desencadenante del IS (25%) fue la discusión o pelea con los padres y el método de realización más socorrido fue la ingesta de medicamentos tipo benzodiacepinas; 35% de éstos llegó a intoxicación medicamentosa.
La tipología familiar es similar entre casos y controles, descartando la asociación de IS con familias monoparentales, reconstruidas o modernas,4 características posiblemente originadas por la alta incidencia de divorcios y por la existencia de madres trabajadoras en el estado de Chihuahua.
De los pacientes con IS, 35% refiere que su familia es disfuncional, contra 10% en las familias de los pacientes control ( χ 2 =5.56, p=0.018). Sólo 5% de los familiares de pacientes con IS percibió disfunción familiar. Tanto pacientes con IS como sus familiares denotan deficiencia de afecto en su sistema familiar, no así los pacientes control o familiares de éstos, por lo que se puede considerar el afecto como un factor familiar protector contra IS en adolescentes (figuras 1 y 2).
Es importante mencionar que se observó subregistro del IS; predominio de horario nocturno; manejo heterogéneo del paciente, críticas y castigos por parte del personal de salud; ausencia de un área adecuada para la atención del IS; una vez dados de alta no se da seguimiento, lo que da pie a la recurrencia.
Sugerimos estudios de incidencia y prevalencia del IS en el nosocomio. Es preciso elaborar estrategias preventivas en torno al perfil del paciente en riesgo, trabajando como factor protector el afecto familiar; asimismo, es importante desarrollar la sensibilización del personal de salud sobre la patología, así como hacer énfasis en el manejo integral, valoración y seguimiento por el médico familiar.