Señor editor: Enviamos los resultados de un estudio realizado en un hospital de referencia del área occidente del país concerniente a la prevalencia y justificación del uso de antimicrobianos.
La incorporación de nuevos fármacos antimicrobianos constituyó uno de los avances médicos más importantes del siglo pasado, y es esencial en la disminución de la mortalidad y morbilidad del paciente gravemente enfermo e infectado.1 Sin embargo, su uso puede ser inapropiado por falta de indicación, elección inadecuada, o bien, dosificación y duración incorrectas.2 En efecto, la exposición a antimicrobianos es un factor de riesgo para el surgimiento y adquisición de patógenos resistentes y representa una de las principales causas de eventos adversos asociados con medicamentos.3
Se realizó un estudio de prevalencia entre agosto y septiembre de 2016. Los datos se recabaron de forma retrospectiva sobre los antimicrobianos administrados en la fecha de la encuesta y el día previo, incluyendo las razones, sitios de infección tratados y entorno de adquisición de las infecciones. La categorización de antimicrobianos se realizó con base en la clasificación anatómica, química y terapéutica de cuarto y quinto nivel de la Organización Mundial de la Salud (OMS).4
De 260 pacientes, a 51.53% (n=134) se les administró al menos un antimicrobiano. De los pacientes, 28.07% se encontraba hospitalizado en el servicio de medicina interna, 26.53% en el servicio de cirugía, 25% en traumatología y ortopedia, y 20.38% en neurocirugía. En general, sobre la justificación del uso de antimicrobianos, 35.56% fue por profilaxis quirúrgica, 25.93% para el tratamiento de infección y 20.74% sin justificación documentada. El rango de días fue de 1 a 10 de curso de antibiótico, con una media de 2.89 días (DE 1.28).
De los fármacos antimicrobianos usados para el tratamiento de infecciones, 44.11% correspondió a meropenem, 23.52% piperacilina-tazobactam, 17.64% ceftriaxona, y 8.82% linezolid. El principal sitio tratado fue tracto respiratorio bajo (26.47%), y 76.47% de las infecciones tratadas fueron adquiridas en el entorno de la comunidad.
La prevalencia en este estudio (51.53%) es similar a la reportada en un estudio de mayor escala en EUA, que incluyó 138 hospitales en 2011 (49.9%).3 Ese mismo estudio documentó que 45% de los pacientes se encontró usando un antimicrobiano de amplio espectro (vancomicina parenteral, piperacilina-tazobactam, ceftriaxona) para el tratamiento de infecciones tanto adquiridas en la comunidad como asociadas con cuidados de la salud.3
La prescripción de antimicrobianos fuera de las unidades de cuidados críticos representa un área para posterior evaluación y valoración de necesidad de intervención. Un creciente cuerpo de evidencia demuestra que los programas basados en los hospitales dedicados a mejorar el uso de antibióticos, conocidos como programas para la administración de antibióticos (ASP), pueden reducir los eventos adversos asociados, el uso incorrecto de antimicrobianos, los fracasos al tratamiento, las tasas hospitalarias de infección por C. difficile y la resistencia a los antibióticos; además conllevan mayores tasas de curación de la infección y un ahorro económico para el hospital.5 En efecto, en 2014, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) recomienda que todos los hospitales generales de EUA implementen los ASP.6
En este análisis se establece la prescripción de manera rutinaria de fármacos de amplio espectro y dirigidos para patógenos resistentes. Se necesitan más estudios en otros centros hospitalarios para comprender la configuración y las indicaciones de uso de antimicrobianos y así lograr una reducción más eficaz y segura.