Señor editor: Se presenta el caso de una mujer de 61 años, con antecedente de infección crónica por virus de hepatitis B, quien ingresa al Hospital de Especialidades “Dr. Bernardo Sepúlveda” luego de someterse a un procedimiento referido por la paciente y sus familiares como “ozonoterapia para prevenir la infección por SARS-CoV-2”, el cual consistió en administrar por vía intravenosa una cantidad no especificada de ozono.
Luego de la administración, la paciente presentó deterioro hemodinámico súbito y posteriormente paro cardiorrespiratorio; se le dio reanimación cardiopulmonar e ingresó al hospital en estado post-paro inmediato. En los exámenes de laboratorio no se encontraron datos relevantes, y en la resonancia magnética se identificaron cambios compatibles con encefalopatía anoxo-isquémica. Tras dos semanas de estancia intrahospitalaria, la paciente ha sido diagnosticada con estado vegetativo persistente.
Si bien es cierto que el ozono puede ejercer un efecto viricida por oxidación directa del virus, el efectoin vivoen fluidos o el espacio intracelular son inciertos, ya que el organismo tiene sus propios sistemas antioxidantes que protegerían también al virus de este efecto oxidativo.1
Previamente, se han reportado casos de muerte súbita con clínica de embolismo pulmonar asociados con la administración parenteral de ozono.2,3Más que reportar el caso por la relevancia clínica del mismo, se considera importante comunicarlo para crear conciencia sobre la emergencia de intervenciones potencialmente lesivas como la ya mencionada -que en este caso resultó en secuelas neurológicas graves e irreversibles-, y reafirmar la responsabilidad que tenemos como educadores con nuestros pacientes.