Señor editor: Las enfermedades bucales más comunes, a pesar de ser altamente prevenibles, son un problema de salud pública.1 En los últimos 25 años, en todo el mundo la salud bucal no ha mejorado.1 Es innegable que, para revertir esta situación, la base es la prevención. Para ello es importante que los odontólogos cuenten con adecuados conocimientos y desempañen frecuentemente prácticas preventivas.
A continuación, de manera general, se presentan los resultados de una investigación realizada en 721 odontólogos en México: 59% mujeres, con edad media de 36 (±11.5) años, 11.9 (+10.9) años de práctica clínica, 51.4% dentistas generales y 64.1% trabaja en sector privado. El objetivo fue identificar en ellos los conocimientos y prácticas sobre odontología preventiva. Se observó que la gran mayoría considera que los esfuerzos en odontología deben estar enfocados en la prevención. Sin embargo, los conocimientos y prácticas reportados no son congruentes con ello. Por ejemplo, 37.2% considera contraindicado colocar selladores de fosetas-fisuras en lesiones cariosas no cavitadas y más de la mitad no identifica todas las recomendaciones actuales sobre el uso de la pasta dental, como el no enjuague después de su uso, la concentración de flúor indicada y la edad en que debe iniciarse su uso.2 En cuanto a las prácticas, menos de un tercio evalúa siempre los hábitos dietéticos, la calidad salival, promueve y enseña el uso de soluciones reveladoras de biofilm y da recomendaciones para el abandono del hábito de tabaquismo.3 Los especialistas en odontopediatría mostraron mejores conocimientos, mientras que quienes no toman cursos de actualización por lo menos una vez al año tienen menor conocimiento. Asimismo, se observó que los profesionales hombres realizan menos prácticas preventivas. Además, los conocimientos estuvieron correlacionados con las prácticas.
El conocimiento más adecuado en prevención permitirá que los odontólogos realicen prácticas más apropiadas, con las que lograrán el tratamiento integral de sus pacientes. Por ello, se requiere tener mayor énfasis en la actualización y educación continua, así como en la implementación de intervenciones o políticas adecuadas que promuevan, faciliten y refuercen la práctica de la prevención como lo refiere la NOM-013-SSA2-2015,3 priorizando el entrenamiento de recursos humanos, para que sean capaces de participar activamente y desempeñar acciones preventivas dirigidas a evitar y disminuir la mayor gama posible de enfermedades bucales.