Señor editor: Los efectos de la pandemia en los hábitos de salud son relevantes en contextos como el nuestro, dado que en gran parte de la población existe un alto nivel de inseguridad alimentaria,1 un gran problema de sobrepeso y obesidad, bajos niveles de actividad física2 y altos índices de población con enfermedades como diabetes e hipertensión. A continuación se presentan los resultados de un estudio que forma parte de un proyecto internacional denominado PSY-COVID-19, enfocado en abordar esta cuestión.
El PSY-COVID-19 fue coordinado por la Universidad Autónoma de Barcelona y se realizó en junio y julio de 2020 a 7 439 personas de diversas regiones del país, con edades entre los 18 y 80 años y con una media de 36.99 (DE=14.00): 69.9% mujeres y 30.1% hombres. Se empleó un instrumento que contempla indicadores de hábitos de salud, alimentación, ejercicio y sueño, además del de adaptación a los cambios a partir del confinamiento. El estudio fue desarrollado para ser completado en línea en Google Forms y se rigió por la legislación de protección de datos de la Unión Europea, en específico por la Declaración de Helsinki.
El estudio mostró que alrededor de la mitad de los participantes reportó desmejorar su actividad física, más los hombres que las mujeres. Asimismo, un porcentaje considerable de personas también reportó cambios negativos en su alimentación, más las mujeres que los hombres. Las dificultades asociadas con el sueño en el periodo de la pandemia fueron las más reportadas, más en las mujeres que en los hombres. El estudio también mostró cómo los cambios en los hábitos estudiados son un predictor de la adaptación a situaciones como el confinamiento, más en los cambios en los hábitos alimentarios y de sueño que en la actividad física.
La importancia del mantenimiento de los hábitos saludables radica en que son factores que protegen ante las situaciones de enfermedad,3 evitan complicaciones, ayudan en el restablecimiento, así como también evitan las recaídas.4 Se recomienda trabajar en intervenciones para resolver problemas inmediatos como la falta de apetito, de sueño o de motivación para hacer cosas, o bien tratar de evitar esos aspectos negativos y así preservar o incrementar la adaptación al confinamiento y la calidad de vida de las personas.