Thamnophis pulchrilatus es una culebra listada endémica de México, con hábitos acuáticos para la búsqueda de alimento, conocida como culebra de agua en la región, de tamaño moderado con una LT de 772 mm. Su distribución es irregular ocupando zonas montañosas de la Sierra Madre Occidental y Sierra Madre Oriental de 1,372 a 2,804 msnm, entre 18 y 24 grados de latitud norte (Dixon & Lemos-Espinal, 2010). Lazcano-Villarreal et al., (2010) mencionaron que se distribuye en poblaciones disyuntas en Durango, Zacatecas, Nayarit, Nuevo León, Tamaulipas, Aguascalientes, Jalisco, Guanajuato, Querétaro, Hidalgo, Estado de México, Distrito Federal, Tlaxcala, Puebla, Veracruz y Oaxaca, mientras que Ramírez-Bautista et al., (2009) incluyeron además a los estados de Michoacán, Morelos y San Luis Potosí. Para el estado de Puebla sólo se reporta en la Faja Volcánica Transmexicana (García-Vázquez et al., 2009). Habita bosques de Oyamel, pino, pino-encino y roble (Lizárraga, 2006; Dixon & Lemos-Espinal, 2010). Se conoce muy poco sobre la historia natural de T. pulchrilatus, Carbajal-Márquez et al., (2014) documentaron el comportamiento defensivo de la especie, pero aún no se conocen datos sobre su reproducción, cortejo o depredadores. En cuanto a su dieta Dixon & Lemos-Espinal (2010) mencionaron que se desconoce, pero creen que es similar a otras culebras de agua que viven en montañas, las cuales se alimentan principalmente de peces, larvas y adultos de anuros, sanguijuelas, lombrices de tierra, cangrejos y acociles. Ramírez-Bautista et al., (2014) mencionaron que también se alimenta de renacuajos y de algunos ejemplares adultos de Dryophytes eximius e Dryophytes plicatus. Habita en áreas elevadas, se cree que es mayormente diurna o crepuscular y está más adaptada al ambiente terrestre, es vivípara y está asociada a cuerpos de agua y sus secreciones orales tiene toxinas que paralizan a sus presas (Lazcano-Villareal et al., 2010).
Durante un muestreo de herpetofauna en el municipio de Chignahuapan, Puebla (19°49'30.35'' N - 97°59'25'' O; WGS84). Se registraron dos ejemplares de Thamnophis pulchrilatus sobre árboles de encino (Quercus crassifolia) a una altura de 2.10 m y 4.96 m (Fig. 1). Los organismos se encontraban posando en las bifurcaciones de los árboles, un ejemplar en la bifurcación primaria y el otro en una bifurcación secundaria, ambos organismos se encontraban perchados sin actividad alguna y comenzaron a huir al acercarse a observarlas. El comportamiento arborícola podría estar asociado a la alimentación de anfibios y reptiles como lo sugiere Lizárraga (2006), en la zona se han observado como especies arborícolas a las lagartijas Abronia graminea (escorpión arborícola), Sceloporus microlepidotus (lagartija de mezquite) y Lepidophyma sylvaticum (lagartija nocturna de montaña), en la zona también se observaron los anuros Dryophytes eximius (ranita de montaña) y Rheohyla (Calate arborícola) que podrían formar parte del alimento de T. pulchrilatus.
El registro de esta especie es el primero para el municipio de Chignahuapan, Puebla, a 37 km en línea aérea de Mimiahuapan, Tlaxco, en el estado de Tlaxcala (19° 37' N y 98° 02' W, 3,054 msnm), el sitio más cercano con la presencia de Thamnophis pulchrilatus (Fig. 2) y es el segundo reporte de la especie para el estado de Puebla. Además, es el primer reporte de hábitos arborícolas para T. pulchrilatus en México, contrario a lo mencionado por Lazcano et al., (2010) quienes indicaron que es una especie más adaptada al ambiente terrestre que otros miembros del género. Se registra la máxima altura (4.96 m) sobre un árbol, a la que se ha encontrado un ejemplar del género Thamnophis reportada en la literatura, difiriendo de los 1.5 m y 1 m de altura sobre el nivel del suelo que se ha reportado para T. sirtalis (Galbraith, 2001; Gilhen & Strum, 2007). Actualmente, sólo se conoce este comportamiento arborícola dentro del género para T. sirtalis, en Canadá (Gregory, 1975; Galbraith, 2001; Shine et al., 2005; Gilhen & Strum, 2007). El que una serpiente de agua del género Thamnophis presente un comportamiento arborícola se ha atribuido a comportamientos de cortejo (Galbraith, 2001; Gilhen & Strum, 2007), como parte de la actividad de la crías durante la primavera (Gregory, 1975) o como un comportamiento termorregulador (Shine et al., 2005).