La distribución original de la cotorra argentina (Myiopsitta monachus) comprende países como Bolivia, Brasil, Paraguay y Argentina (Collar 1997). Es una especie considerada cosmopolita ya que fácilmente se aclimata a cualquier ambiente y tolera las variaciones climáticas (Bucher et al. 1990). En la última década en México, la ampliación en el área de distribución de esta especie invasora ha sido muy notable y hoy se sabe de su presencia en al menos 19 estados del país (Pablo-López 2009, MacGregor-Fors et al. 2011, Pineda-López & Malagamba-Rubio 2011, Guerrero-Cárdenas et al. 2012, Soto-Cruz et al. 2014, aVerAves 2015, Almazan-Núñez et al. 2015). La causa principal de su presencia en el medio silvestre obedece a escapes accidentales o intencionales por parte del hombre de individuos cautivos (Álvarez-Romero et al. 2008, MacGregor-Fors et al. 2011).
Recientemente se documentó la presencia de M. monachus en la ciudad de Chilpancingo, en el estado de Guerrero (Almazán-Núñez et al. 2015). Sin embargo, no se obtuvieron datos reproductivos de la especie, ni de los sitios de anidación. Las implicaciones de la reproducción de este psitácido; y en consecuencia de su expansión demográfica, ya han sido previamente descritas (MacGregor-Fors et al. 2011), por lo que para evitar daños en los ecosistemas y particularmente en la avifauna nativa, es prioritario impulsar estrategias de control hacia sus poblaciones (Álvarez-Romero et al. 2008). En esta nota se documenta el primer registro de anidación de M. monachus en la entidad y se discute sobre lo que podría representar su rápida y eventual expansión en Guerrero.
El 6 de agosto del 2015 a las 14:30 h al sur de la ciudad de Chilpancingo del estado de Guerrero (99°29’38.97” O, 17°31’57.22” N; 1220 msnm; Fig. 1), se encontró un nido de M. monachus sobre una palma de abanico (Washingtonia robusta) de aproximadamente 20 m de altura (Fig. 2). Se observó en el nido la presencia de dos individuos de esta especie invasora. Durante los 30 min que duró la observación, ambos individuos asomaban con frecuencia parte del cuerpo y emitían vocalizaciones compuestas por una sola sílaba y que sonaban como kriii, de forma ligeramente ascendente. Después de este tiempo, un individuo voló con dirección al oeste de la ciudad y el otro se quedó vocalizando dentro del nido. El 21 de febrero del 2016 a las 10:20 h al suroeste de la ciudad de Chilpancingo (99°28’51.59” O, 17°30’58.93” N; 1210 msnm; Fig. 1), se ubicó un segundo nido de M. monachus sobre un árbol de eucalipto (Eucalyptus spp.) de aproximadamente 25 m de altura. En este nido se encontraron cuatro individuos de M. monachus. La observación duró cerca de 18 min, tiempo en el que dos individuos estaban ubicados en la entrada del nido y dos más realizaban vuelos cortos y vocalizaban de forma frecuente fuera del nido. No fue posible documentar el éxito reproductivo en los nidos o si en los individuos observados había juveniles; aunque por la fecha de los registros y el comportamiento observado en el vuelo, se pudiera tratar de la presencia de algunos individuos jóvenes. Ambos nidos tenían forma de cámara con una entrada, compuestos por ramas vegetales en su totalidad. Se logró identificar que algunas de las ramas con las que estaban construidos los nidos provenían de huizaches (Acacia spp.) y guamúchiles (Pithecellobium dulce). Además, en la base de las plantas donde estaban colocados los nidos se encontraron restos de estas plantas.
Aunque previamente se había registrado a M. monachus en la entidad (Almazan-Núñez et al. 2015), en esta nota se evidencian por primera vez los sitios de anidación de esta especie en el estado de Guerrero. El registro de anidación efectuado en agosto coincide con la época reproductiva de la especie en algunas zonas de invasión (Tinajero & Rodríguez-Estrella 2015), así como en su área de distribución nativa (Navarro et al. 1992). La observación de febrero no coincide con la mayoría de los registros de anidación en las zonas de invasión, aunque los datos reproductivos existentes para la cotorra argentina en México indican una variación importante en sus fechas de nidada (meses de abril a octubre; Pablo-López 2009, Guerrero-Cárdenas et al. 2012, Tinajero & Rodríguez-Estrella 2015). No obstante, en su área de distribución original existen reportes de que la especie presenta actividades de anidación hasta principios del mes de febrero (Navarro et al. 1992), lo que coincide con lo observado en el sitio de estudio. Aunado a ello, en zonas urbanas de EUA se ha observado que a principios de marzo las cotorras argentinas suelen comenzar con la reparación de sus nidos (Hyman & Pruett-Jones 1995), algo que también pudo ocurrir con el registro obtenido de febrero.
Los sitios de anidación se registraron en un área urbana con árboles nativos y exóticos. El primer y segundo nido se encontraron a 1 y 1.40 km de distancia respectivamente del avistamiento previamente efectuado por Almazán-Núñez et al. (2015). Debido a que M. monachus se reproduce con éxito y de manera relativamente rápida (Van Bael & Pruett-Jones 1996), no se descarta la presencia de más nidos de esta especie en la ciudad de Chilpancingo y áreas circunvecinas. Las características reproductivas y de los nidos descritos en esta nota, coinciden con lo encontrado por otros autores (Aramburú et al. 2002, Pablo-López 2009, Tinajero & Rodríguez-Estrella 2015). En general, los nidos de la cotorra argentina se componen por cámaras de material vegetal construidos en árboles de gran tamaño, infraestructura urbana, torres y postes eléctricos, lo que ocasiona incluso averías a los sistemas de energía (Avery et al. 2006, Pruett-Jones et al. 2007).
El seguimiento de los nidos y de los individuos que allí se reproducen debe ser una acción prioritaria para evaluar el éxito reproductivo y la dinámica de los individuos de esta especie exótica, con potencial invasor, por lo que se espera dar continuidad a las observaciones de esta especie en la ciudad de Chilpancingo. De esta manera, se podrán contar con herramientas de control y/o erradicación de los individuos de M. monachus en los sitios de avistamiento, de lo contrario, su expansión será inminente en la región lo que afectaría a diferentes cultivos de grano (maíz, arroz y sorgo) y frutales debido a sus hábitos de alimento, toda vez que en estas áreas existen las condiciones adecuadas (i.e., alimento, sitios de anidación) para el establecimiento de la especie. Las consecuencias de su establecimiento son en general bien conocidas, ya que este psitácido es territorial y suele desplazar a otras especies de aves por la competencia de alimento, además de transmitir algunos virus que ocasionan la enfermedad de Newcastle como ha sucedido en Estados Unidos (Ehrlich et al. 1988). Es difícil precisar de dónde arribaron las cotorras argentinas a Guerrero; sin embargo, dado que la mayoría de psitácidos nativos del país se encuentran en alguna categoría de riesgo (SEMARNAT 2010), la consecuente prohibición de su comercialización originó una mayor demanda de M. monachus, lo que ha llevado a escapes más frecuentes de esta especie como ha ocurrido en otras partes del país (Soto-Cruz et al. 2014). Las acciones de control pueden incluir diversos métodos de captura (Conroy & Senar 2009), entre los que se encuentran el derribe de nidos y poda de árboles, prohibición de su venta e incluso esterilización química (Caballero 2000), lo que seguramente reducirá costos ambientales a futuro.