Introducción
La papaya (Carica papaya L., 1753) es una fruta cultivada en 411,355 ha en las regiones tropicales del mundo (FAOSTAT, 2014). En México se cosechan 16,828 ha, con un rendimiento nacional de 56.9 t ha-1. El estado de Veracruz es el primero en superficie dedicada al cultivo, con 3,546 ha; sin embargo, su rendimiento promedio no supera 32 t ha-1 (SIAP, 2016). El rango de temperatura para el desarrollo del papayo es de 15 a 35 °C, con un óptimo para fotosíntesis de 25 a 30 °C, mientras que temperaturas inferiores a 15 °C inhiben el desarrollo de las flores (Nakasone & Paull, 1998). La planicie costera del Golfo de México en el estado de Veracruz, con climas Am y Aw (García, 2004), tiene condiciones climáticas que permiten un adecuado crecimiento del cultivo. La cantidad de hojas activas de la planta de papayo está en función de la edad y de las condiciones de manejo en que se desarrolla. Al momento del trasplante cuenta con tres a cinco hojas y en diez meses pueden alcanzar de 68 a 91 hojas, según la variedad (Alonso et al., 2009). Las hojas nuevas de papayo se producen durante todo el año, con las hojas jóvenes localizadas en la punta (Fournier et al., 2004).
Sin embargo, los ácaros fitófagos son un factor limitante del cultivo de papayo, ya que dañan las hojas al alimentarse del contenido celular. Cuando sus poblaciones son altas, pueden disminuir la actividad fotosintética y el área foliar, al ocasionar la caída de las hojas. En los frutos se pueden desarrollar cicatrices, a la par que disminuye su contenido de azúcares (Constantinides & McHugh, 2008; Silva et al., 2007). En el mundo se conocen 32 especies de ácaros de la familia Tetranychidae que afectan la producción de papayo (Bolland et al., 1998), entre las que destacan por su daño al cultivo Eutetranychus orientalis (Klein, 1936), Oligonychus yothersi (McGregor, 1914), Tetranychus evansi Baker y Pritchard, 1960, Tetranychus lambi Pritchard & Baker, 1955, Tetranychus lombardinii Baker & Pritchard, 1960, Tetranychus neocaledonicus André, 1943 y Tetranychus truncatus Ehara, 1956 (Naumann, 2002; de la Torre, 2005). El ácaro blanco Polyphagotarsonemus latus Banks, 1904 (Tarsonemidae) es conocido por ocasionar reducción en el área foliar del papayo (Alcántara et al., 2011). Entre los ácaros de la familia Eriophyidae que atacan papayo están Calacarus brionese Keifer, 1963, que afecta hojas y fruto (Amrine & Stasny, 1994; Pantoja et al., 2002), y Calacarus flagelliseta de Moraes y Barbosa, 2001, que afecta hojas (González et al., 2007). En México los ácaros que se han registrado asociados al papayo son Eutetranychus banksi (Mc Gregor, 1914), Panonychus citri (McGregor, 1916), Tetranychus desertorum Banks, 1900, T. gloveri Banks, 1900, T. kanzawai Kishida, 1927, T. marianae McGregor, 1950, T. urticae Koch, 1836 (García, 1981), Oligonychus yothersi (McGregor, 1914), T. cinnabarinus (Boisduval, 1877), Tetranychus gloveri Banks, 1900, Tetranychus ludeni Zacher, 1913, Tetranychus mexicanus McGregor, 1950 (Estébanes-González & Baker, 1966), Tetranychus merganser Boudreaux, 1950 (Deloya & Valenzuela, 1999) y P. latus (Alcántara et al., 2011). En el estado de Veracruz, México, se ha determinado a las arañas rojas como los principales ácaros nocivos, entre ellas Eotetranychus lewisi (McGregor, 1943), E. banksi y T. merganser, pero también los ácaros depredadores como Euseius hibisci (Chant, 1959) y Galendromus helveolus (Chant, 1959) forman parte de la acarofauna del papayo y pueden regular las poblaciones de los fitófagos y con ello limitan su expresión como plagas (Abato-Zárate et al., 2014). Sin embargo, los enemigos naturales son poco conocidos por productores y técnicos; además se desconocen los mecanismos para su conservación.
La dinámica poblacional es el estudio de los cambios que sufren las comunidades biológicas, así como los factores y los mecanismos que las regulan (Vargas & Rodríguez, 2013); su estudio es importante para el diseño de sistemas de manejo de plagas. El objetivo de esta investigación fue conocer la fluctuación poblacional de las especies de ácaros de las familias Tetranychidae y Phytoseiidae presentes en el cultivo de papayo a través de su ciclo productivo, en el municipio de Manlio Fabio Altamirano, Veracruz, México, y con base en ello proponer un esquema espacio-temporal de muestreo de las poblaciones de estos ácaros en este cultivo, así como proponer acciones que favorezcan el control natural.
Materiales y métodos
Huerta experimental. Se estableció una huerta en el mes de mayo de 2007 con productores cooperantes del municipio de Manlio Fabio Altamirano, Veracruz, México, (19.336471° LN, 96.338111° LO). El clima de la zona es de tipo Aw1 (cálido subhúmedo con temperatura media anual de 27.8 °C, 1600 mm de evaporación media anual, humedad relativa promedio de 82 % y precipitación anual de 1050 a 1200 mm, con 90 % concentrados de mayo a septiembre). El suelo presentó un pH de 6.8, con conductividad eléctrica de 0.61 dS m-1, no salino y apto para el desarrollo del papayo.
Muestreo de ácaros. Previo al establecimiento de la plantación, se realizó un muestreo en dos charolas de 48 orificios con plantas de vivero con la técnica de lavado-tamizado de hojas, aplicando un fuerte chorro de agua sobre las hojas, las que estaban colocadas sobre una columna de tres tamices, de mayor a menor abertura (3 mm, 1.2 mm y 21.8 µm, Southwood & Henderson, 2000), para verificar que las plantas estuvieran libres de ácaros. Una vez establecida la plantación del papayo, se realizaron muestreos aproximadamente cada dos meses durante el ciclo de producción hasta 16 meses después del trasplante. Mediante muestreo sistemático, se contaron las plantas totales presentes en una línea diagonal que atravesaba la parcela, de la cual se tomaron 20 plantas equidistantes y tres hojas por planta de los estratos superior, medio e inferior, una por estrato. Las hojas colectadas se sometieron a lavado y tamizado, con el método descrito. Los ácaros fueron retenidos en el último tamiz y se conservaron en etanol 70%; de ejemplares representativos se realizaron montajes entre porta y cubreobjetos con líquido de Hoyer (Krantz & Walter, 2009). Los ácaros de la muestra compuesta de 20 hojas por estrato y fecha se contaron y revisaron al microscopio de contraste de fases para su determinación a nivel de especie. Se utilizaron claves taxonómicas de Krantz & Walter (2009) para la determinación de las familias Tetranychidae y Phytoseiidae, las de Tuttle et al. (1976) para géneros y especies de Tetranychidae y las de Chant & McMurtry (2007) para los géneros de Phytoseiidae. La determinación de las especies de ácaros fue corroborada por el Dr. Gabriel Otero-Colina, especialista en Acari, por comparación con descripciones originales o redescripciones. Se obtuvo información climática de la estación meteorológica del Campus Veracruz (CPVerAS1) y de las estaciones contiguas de Puente Jula y Manlio Fabio Altamirano, Veracruz, proporcionadas por la Comisión Nacional del Agua. Las poblaciones de ácaros depredadores de la familia Phytoseiidae y las de los ácaros fitófagos de la familia Tetranychidae se analizaron mediante correlación (SAS® 9.1.3), para inferir el efecto que los depredadores están causando a sus presas. Se realizó un análisis de varianza (p≤ 0.05) de los muestreos por estrato, con medidas repetidas en el tiempo, para identificar la preferencia de las especies de ácaros por los estratos y una comparación de medias con diferencia mínima significativa (LSD).
Manejo del cultivo. Para el control de enfermedades durante el periodo vegetativo y productivo del cultivo se utilizaron los fungicidas indicados en el Cuadro 1. Se emplearon los siguientes fertilizantes: Gro green®, Nutriboro®, triple 17, Nitrocel® foliar, Nutricel®, Brexil®, calcio líquido, Agromil-plus®, Humiextra/Brotamin®. Además, como regulador del crecimiento se utilizó Biozyme® (Cuadro 1).
Fecha | Producto | Observaciones |
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06/05/07 y 16/06/07 | Captan®/Gro green | Fungicida/Fertilizante foliar |
29/06/07 | Derosal® | Fungicida para la raíz |
07/07/07 | Amistar® | Fungicida sistémico y de contacto |
21/07/07 | Nutriboro® | |
23/07/07 | Triple 17 | 33 g por planta |
28/07/07 | Nitrocel® 20.30.10 Amino | Nutrimento foliar con aminoácidos y orgánicos |
02/08/07 y 02/09/07 | Captan® | |
10/08/07 y 26/08/07 | Manzate® | Fungicida de contacto preventivo |
26/12/07 | Brexil®, Carbendex® | Microelementos complejos /fungicida sistémico |
07/01/08 | Brexil®, Carbendex® | |
08/02/08 | Benomilo®/Nitrocel® | Fungicida de contacto a la flor |
06/03/08 | Agromil-plus | Sólo al fruto |
13/03/08 | Humiextra/Brotamin | Al cogollo |
20/03/08 | Carbendex-Brexyl/Nutriboro | Al follaje |
27/03/08 y 14/07/08 | Calcio líquido | Al fruto |
08/04/08 | Manzate® | A la flor y fruto |
27/06/08 | Derosal® | Al tallo |
Aplicación comercial de insecticidas y acaricidas. Los productores iniciaron la aplicaciones de insecticidas un mes después del trasplante, con la finalidad de controlar el piojo harinoso (Paracoccus marginatus Williams & Granara de Willink). Además, la huerta fue tratada con cuatro aplicaciones de dicofol (AK-20®) entre diciembre 2007 y abril 2008. Las aplicaciones se iniciaron cuando se observó la presencia de ácaros y fueron dirigidas al cogollo (Cuadro 2).
Fecha | Insecticida/Acaricida | Observaciones |
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16/06/07, 26/07/07 y 18/08/07 | Thiodan® | Acaricida-insecticida organoclorado, i.a. endosulfán, por contacto e ingestión, gasifica a > 22 °C. |
18/07/07 | Malathion 100® | Insecticida-acaricida de contacto, i.a. malatión, aplicado sólo a plantas con piojo harinoso. |
18/12/07, 30/01/08, 12/02/08 y 09/04/08 | Ak-20® | Acaricida organoclorado de contacto, i.a. dicofol, aplicado al cogollo y en manchones. |
Resultados y discusión
Se encontraron cinco especies de ácaros en el cultivo de papayo en Manlio F. Altamirano, Veracruz, México; dos especies fitófagas y tres especies depredadoras (Cua- dro 3).
Ácaros fitófagos. La especie fitófaga E. lewisi fue consistentemente más abundante que E. banksi, tanto en el tiempo como en cada uno de los diferentes estratos (p = 0.02). De forma global, las poblaciones de E. lewisi fueron significativamente mayores (p < 0.05) en el estrato bajo que en los estratos superiores (Cuadro 3, Figs. 1a, b, c).
Estrato | Eotetranychus lewisi | Eutetranychus banksi | Euseius hibisci | Galendromus helveolus | Cydnoseius sp. |
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Alto | 5.0 b * | 0.2 b | 0.5 b | 0.2 b | 0.005 b |
Medio | 8.0 b | 1.4 ab | 0.5 b | 0.3 b | 0.010 ab |
Bajo | 17.0 a | 4.0 a | 1.2 a | 0.9 a | 0.040 a |
*Medias con la misma letra en cada columna no son significativamente diferentes (p > 0.05).
Las cantidades promedio de E. lewisi en el estrato alto (5.0 ácaros por hoja) se pueden considerar con potencial para ejercer un daño, principalmente a los tejidos jóvenes del meristemo apical. Ochoa et al. (1991) mencionan que los daños que ocasiona esta especie son más evidentes en el estrato alto, e incluso pueden causar una deformación y reducción foliar llamada “mano de chango”. Este tipo de daño, aunado a la coloración cristalina de los estados inmaduros de E. lewisi presentes en las hojas del estrato alto, podrían ser la razón por la que ha sido confundido reiteradamente con el daño ocasionado por el “ácaro blanco” (P. latus) (Otero-Colina, 2015), el cual nunca fue detectado por los autores en este estudio e investigaciones previas en la zona Centro de Veracruz (Abato-Zárate et al., 2014).
Las colonias de E. lewisi se encuentran en el envés de las hojas a los lados de las nervaduras centrales y secundarias, pero pueden extenderse hasta cubrir toda la lámina foliar. La telaraña es fina, a veces imperceptible, a la que se adhieren las oviposturas. Su sintomatología también se confunde con el daño por fitotoxicidad ejercido por algún herbicida hormonal (Ochoa et al., 1991). Eotetranychus lewisi es una especie partenogenética, arrenotoca y multivoltina (Jeppson et al., 1975); es un ácaro polífago que afecta a 69 especies de plantas, por lo que es de importancia cuarentenaria en Europa (EFESA, 2014).
Las poblaciones de E. banksi fueron significativamente más altas (p < 0.05) en el estrato bajo. La cantidad de ácaros presentes tanto en el estrato alto como en el medio no se consideran suficientes como para ocasionar daño económico (Cuadro 3). Sólo en el estrato bajo, E. banksi mantuvo poblaciones promedio cercanas a las que podrían considerarse dañinas; postulamos que en condiciones favorables y en ausencia de depredadores, sus poblaciones podrían incrementarse hasta ocasionar caída de las hojas bajas, las cuales ya no son tan importantes para la fotosíntesis, pero por su ausencia los frutos se podrían dañar por quemaduras de sol, lo que demeritaría su calidad (Constantinides & McHugh, 2008; Silva et al., 2007).
Eutetranychus banksi es conocida como la araña Texana, se alimenta principalmente del follaje por el haz y causa amarillamiento, defoliación y pérdida general del vigor, lo que provoca mermas en la producción (Constantinides & McHugh, 2008); es considerada una plaga dañina para varios frutales en México (Landeros et al., 2004). Eotetranychus lewisi y E. banksi coexisten en hojas de papayo sin compartir su nicho ecológico, ya que una especie vive primordialmente en el haz y la otra en el envés (Jeppson et al., 1975; Salas, 1978; Gnanvossou et al., 2003). El alimento de ambas especies nunca estuvo limitado en este estudio; nunca se observaron poblaciones de ácaros que cubrieran un área importante de la gran superficie foliar de las hojas lobuladas, las cuales miden entre 24 y 90 cm de diámetro (Cardona et al., 2009). Solamente llegaron a producir de tres a cuatro colonias en las hojas. Jeppson et al. (1975) indican que para que dos especies de ácaros puedan coexistir, una debería incubar antes que la otra, reducir el número de huevos o incrementar el número de huevos no viables.
Contrario a lo mencionado por De los Santos et al. (2000), quienes mencionan a T. cinnabarinus y P. latus como dos de las principales plagas en papayo en el estado de Veracruz, en este estudio no fueron encontradas dichas especies. Estos autores indican que las mayores infestaciones ocurren en los meses de mayo a julio, en la época de sequía y al inicio del temporal, lo cual coincidió con lo encontrado aquí para E. banksi en los estratos medio y bajo (Fig. 1b, c). Lo anterior puede explicarse debido a la permanente reposición de hojas en verano.
Estrato alto. Eotetranychus lewisi fue la especie fitófaga dominante en el estrato alto (Fig. 1a), su población empezó a incrementarse a partir de julio de 2007, cuando el cultivo tenía dos meses de trasplantado, con la mayor población (16 ácaros promedio por hoja) a los ocho meses, en enero de 2008; posteriormente disminuyó en marzo a dos ácaros promedio por hoja, lo que pudo atribuirse a las aplicaciones continuas de plaguicidas de noviembre a febrero. Las poblaciones volvieron a incrementarse en mayo 2008 (seis ácaros), a los 12 meses del cultivo. A partir de esta fecha decreció una vez más, lo que coincidió con la etapa final de la cosecha y la época de lluvias. En diciembre de 2007 se observaron en el cogollo síntomas similares a los ocasionados por el virus de mancha anular del papayo (PRSV-p), por lo que se decidió realizar el muestreo. Se determinó que la especie asociada y posiblemente responsable de dicho síntoma fue E. lewisi, lo cual coincide con lo indicado por Ochoa et al. (1991). No se presentaron los síntomas de manchas de aceite en los tallos ocasionadas por el virus, lo que sugiere que los aquí descritos fueron causados por el ácaro y no por el virus. Por su parte, E. banksi se presentó en poblaciones escasas en el estrato alto (Fig. 1a).
Estrato medio. Eotetranychus lewisi se presentó como la especie dominante en el estrato medio, con dos incrementos poblacionales, uno a los ocho meses (enero de 2008), alcanzando un promedio de 16 ácaros por hoja, y el otro a partir de los 14 meses de edad de la plantación (julio de 2008), con un promedio de 21 ácaros por hoja. En este estrato E. lewisi aumentó su población de mayo a julio, siendo junio y julio los meses con mayor precipitación acumulada, superiores a 250 mm. Sus poblaciones disminuyeron en septiembre hasta cuatro ácaros promedio por hoja (Fig. 1 b, d).
La segunda especie en abundancia fue E. banksi, con el máximo promedio de ácaros por hoja (nueve) en mayo de 2008, a los 12 meses de edad del cultivo (Fig. 1b). Eotetranychus banksi por el contrario, disminuyó a partir de la época de lluvias.
Estrato bajo. En el estrato bajo la especie dominante también fue E. lewisi, sus poblaciones se incrementaron a partir de noviembre de 2007 (Fig. 1c), y se mantuvieron hasta enero de 2008 (36 ácaros promedio por hoja) a los seis y ocho meses de edad del cultivo. En marzo de 2008 la población disminuyó drásticamente, pero se volvió a incrementar en mayo y alcanzó su máximo (36 ácaros por hoja) en el mes de julio, que junto con junio fueron los meses con mayor precipitación acumulada. El tetraníquido E. banksi también presentó dos picos poblacionales, ambos menores que E. lewisi, durante noviembre 2007 y mayo 2008, con promedio de 10 y 15 ácaros por hoja, respectivamente; a partir de la época de lluvias disminuyó sus poblaciones (Fig. 1c, d). Las hojas de papayo del estrato inferior, al ser de mayor tamaño, albergaban una mayor cantidad de ácaros; como eran atacadas después de haber alcanzado su tamaño definitivo ya no fueron susceptibles de deformarse con el ataque de ácaros. Además, las hojas de este estrato no influyen en el tamaño de los frutos, como lo pueden hacer las del cogollo o las medias.
Ácaros depredadores. Las poblaciones de E. hibisci y G. helveolus fueron significativamente mayores (p = 0.02) que las poblaciones de Cydnoseius sp., pero no fueron diferentes entre sí, y se presentaron como poblaciones mixtas en papayo. Las poblaciones de Cydnoseius sp., fueron demasiado raras como para atribuirles la función de control natural. El incremento poblacional del fitoseido G. helveolus coincidió con el del tetraníquido E. lewisi en el estrato alto, aunque con un ligero desfase, como lo han propuesto por McMurtry & Croft (1997). Además, se observa el incremento poblacional de E. hibisci que coincidió con una baja densidad de E. banksi, una de sus fuentes de alimento (Fig. 1a), lo cual es una característica de los depredadores generalistas (McMurtry, 1992). Euseius hibisci fue más sensible al efecto de los acaricidas aplicados, que redujeron sus poblaciones, a diferencia de G. helveolus.
En los estratos medio y bajo, el incremento de las poblaciones de los fitoseidos E. hibisci y G. helveolus fue más sincronizado al de los tetraníquidos E. banksi y E. lewisi (Figura 1b). Euseius hibisci estaba presente, aun en densidades bajas de E. banksi.
Varias especies de fitoseidos poseen los rasgos de un buen enemigo natural; es decir, respuesta funcional y numérica de tipo denso-dependiente directo, alta especificidad y buena adaptación al medioambiente de la presa. Por lo tanto, desde hace más de dos décadas algunas de ellas se comercializan para el control de las "arañas rojas" (Badii et al., 2010). Las especies encontradas en este estudio ya han sido utilizadas en programas contra ácaros plaga (Chant, 1985; McMurtry, 1985 a , b; McMurtry & Croft, 1997). Por estar adaptadas a las condiciones del clima y manejo de este agroecosistema, E. hibisci y G. helveolus pueden tener potencial para un programa de manejo integrado de tetraníquidos plaga en papayo.
Los depredadores generalistas no siempre tienen una distribución correlacionada con la de la presa (McMurtry, 1992), aunque para este caso la correlación entre E. hibisci y E. banksi fue positiva (r2 = 0.639). Las especies de tetraníquidos y fitoseidos de este estudio mostraron una correlación positiva a través del tiempo. Euseius hibisci no es un depredador especializado sino que aparte de ser depredador se alimenta de polen; esto podría contribuir a que no sea eliminado del agroecosistema si alguna de sus presas está ausente, lo que permite su éxito en programas de manejo integrado (Badii et al., 2004). En zonas aguacateras de California, E. hibisci presenta un pico poblacional en primavera, relacionado con la presencia de polen de aguacate, y uno en el de verano u otoño, relacionado con el incremento de Oligonychus punicae Hirst, 1926; sin embargo, E. hibisci tiene baja efectividad de control porque tiene baja tasa de reproducción, no vive congregada y no es apta para atrapar ácaros formadores de telaraña (McMurtry, 1985a). También se alimenta de P. citri, y se ha encontrado sobre árboles asperjados con acaricidas selectivos (McMurtry, 1985b).
Los ácaros depredadores especialistas como G. helveolus poseen alta tasa intrínseca de crecimiento cuando la población de su presa es alta, además de poseer una alta capacidad de dispersión, ya que cuando eliminan una colonia de la presa necesitan buscar otra, lo cual explica su presencia en los tres estratos (McMurtry & Croft, 1997). Las especies del género Galendromus son depredadoras selectivas a tetraníquidos, frecuentemente asociadas con especies productoras de telaraña, como E. lewisi. Se encuentran comúnmente en agroecosistemas altamente perturbados; son poco comunes en ecosistemas con poca frecuencia de aplicación de plaguicidas (McMurtry & Croft, 1997). Galendromus helveolus está asociada con agroecosistemas alterados, a diferencia de E. hibisci (McMurtry & Croft, 1997). Galendromus helveolus ataca a Oligonychus perseae Tuttle, Baker & Abbatiello, 1976, y está adaptado para invadir los nidos protegidos por telaraña, debido a las sedas con que cuenta en la placa dorsal y en las patas (Takano-Lee & Hoddle, 2002), como los nidos de E. lewisi.
Relación de ácaros plaga y depredadores. Como depredador generalista, E. hibisci no es tan apto para alimentarse de ácaros que producen abundante telaraña, como E. lewisi, pero puede alimentarse bien de E. banksi, que produce escasa telaraña (McMurtry, 1985a). Por otro lado, G. helveolus es considerado un depredador especialista en tetraníquidos telarañeros como E. lewisi, pero tiene la misma capacidad para alimentarse de E. banksi, que no produce abundante telaraña (McMurtry & Croft, 1997).
Carrillo et al. (2014) observaron que al inocular un ejemplar del ácaro depredador Amblyseius largoensis (Muma, 1955) (Phytoseiidae) por cada 10 ejemplares del ácaro fitófago Raoiella indica Hirst, 1924 (Tenuipalpidae) en palma de coco, se consiguió una regulación de las poblaciones de la última especie. Similarmente, Rodríguez et al. (2013), en estudios de control biológico en Cuba con Neoseiuluss longispinosus (Evans, 1952) sobre T. truncatus, encontraron un control satisfactorio con tasas de liberación de 1:20, 1:30 y 1:40 (depredador/presa). Con base en los estudios citados, se postula que la relación 1:10 de E. hibisci con sus principales presas (los ácaros que producen poca telaraña) podría ser apropiada para lograr un balance natural de los más importantes ácaros plaga del papayo, que evitara explosiones demográficas incontroladas. Por su parte, una relación aún menor de depredador a presa sería suficiente en el caso de G. helveolus respecto a los ácaros telarañeros. En el presente estudio las poblaciones de ácaros fitófagos se presentaron en una relación superior a 10 fitófagos por cada depredador, pero lo hicieron por periodos cortos de tiempo (Figs. 1a, b, c). Los promedios de ácaros depredadores por hoja fueron similares o mayores a los encontrados por Fadamiro et al. (2009) en huertos de cítricos, aunque las hojas de papayo son mucho más grandes, por lo que el daño causado por las poblaciones estudiadas aquí pudo ser menor.
Se presentó una correlación positiva (r2 > 0.50) entre las poblaciones de especies fitófagas y las depredadoras. Cuando aumentaron las poblaciones del fitófago E. banksi, también lo hizo el otro fitófago (E. lewisi) (r2 = 0.59). Cuando el fitófago E. banksi aumentó, también lo hicieron los depredadores G. helveolus (0.53) y E. hibisci (0.64). A su vez, cuando E. lewisi incrementó, así mismo lo hicieron G. helveolus (0.62) y E. hibisci (0.57). No se presentó correlación significativa entre las poblaciones del depredador Cydnoseius sp. con los fitófagos o los demás depredadores (r2 ≥ 0.33), posiblemente debido a las bajas poblaciones que siempre mantuvo esta especie.
Efecto del clima en las poblaciones de ácaros. La temperatura media máxima registrada en el ensayo fue de 29 °C durante 2007 y la temperatura media mínima de 22 °C. Se registraron dos períodos de mayor crecimiento poblacional de todos los ácaros en las épocas secas, con temperatura media mensual entre 22 y 30 °C, y con las mayores poblaciones cuando la temperatura fue superior a 27 °C (Fig. 1d). Durante los meses de junio y julio de 2008 la precipitación mensual acumulada fue de 277 mm y 294 mm, respectivamente (Fig. 1d), con 61.4 mm en el mes de agosto y 149 mm en septiembre. Las poblaciones de E. lewisi aumentaron de mayo a julio en los estratos medio y bajo, lo cual posiblemente se deba a que este ácaro vive en el envés de las hojas, lo que lo hace más tolerante a la acción directa de la lluvia. En contraste, las poblaciones de E. banksi, que vive en el haz de las hojas, disminuyeron en este mismo periodo por estar más expuestas a la acción directa de la lluvia. Jeppson et al. (1975) indican que con altas temperaturas asociadas con baja humedad incrementan las poblaciones de tetraníquidos. El rango óptimo de temperatura para el desarrollo de E. banksi es de 28 a 31 °C (Badii et al., 2003); en la zona de estudio únicamente los meses de mayo y junio presentaron temperaturas promedio entre 28 y 29 °C, y es en mayo cuando esta especie presentó su pico poblacional de 15 ácaros en promedio por hoja en el estrato bajo. De acuerdo a lo anterior, pueden generarse al menos nueve generaciones de ácaros fitófagos en los meses de temperaturas frescas (22 a 25 °C promedio) y 12 generaciones en los meses más calurosos (26 a 29 °C). La tasa de crecimiento poblacional determina la importancia de los ácaros plaga (Janssen & Sabelis, 1992), y la temperatura es el factor principal que afecta el crecimiento poblacional (Mori et al., 2005) y la distribución espacial (Laing, 1969; Carey & Bradley, 1982) de ácaros en los agroecosistemas.
Manejo de los ácaros. Las aplicaciones con dicofol redujeron las poblaciones de E. lewisi a los once meses del trasplante, las cuales volvieron a surgir en cuanto se dejó de aplicar este producto. Las poblaciones se abatieron nuevamente hasta el final de la época de lluvias en septiembre de 2008, donde la precipitación pluvial fue de 149 mm. Estos comportamientos poblacionales ya han sido observados por diversos investigadores (Jones & Parella, 1983; Landeros et al., 2004). En el mes de marzo de 2008 las dos especies fitófagas tuvieron promedios muy bajos debido a la aplicación continua de los acaricidas desde enero de dicho año. Si se pudieran incrementar las poblaciones de depredadores al inicio del incremento poblacional de los fitófagos mediante aplicaciones inoculativas, podrían ser suficientes para mantener bajas sus poblaciones, con una necesidad de menos aplicaciones de acaricidas.
Debido a que las condiciones ambientales imperantes en el sitio de estudio casi siempre son adecuadas para el desarrollo de los ácaros fitófagos identificados, se recomienda realizar muestreos continuos en el estrato medio para la detección de los ácaros plaga, excepto quizás después de la época de lluvias. Cuando se detecten poblaciones promedio mayores a cinco ácaros plaga por hoja, se debe cuantificar que haya una relación 10:1 de ácaros fitófagos a depredadores, ya que, si esta relación es más alta, será el momento oportuno de utilizar otro método de control. Es recomendable utilizar plaguicidas selectivos a los enemigos naturales y reducir su uso, si se quieren conservar las poblaciones de especies depredadoras presentes.
Conclusiones
Dos ácaros fitófagos estuvieron presentes a través de las distintas fases de desarrollo del cultivo de papayo en la zona Central de Veracruz. Eotetranychus lewisi fue más abundante y se localizó en los tres estratos de la planta. Eotetranychus banksi fue menos abundante, con mayor presencia en los estratos medio y bajo. Ambas especies fueron más abundantes en el estrato bajo, donde el riesgo más fuerte es la defoliación temprana.
Tres ácaros depredadores estuvieron presentes durante el desarrollo del cultivo, E. hibisci, G. helveolus y Cydnoseius sp. Eotetranychus lewisi presentó dos picos poblacionales en un año en el estrato medio y bajo, mientras que E. banksi presentó dos picos poblacionales sólo en el estrato bajo. Cydnoseius sp. fue poco abundante. Las poblaciones de los ácaros plaga y los principales ácaros depredadores estuvieron positivamente correlacionadas.