INTRODUCCIÓN
Los playeros son un grupo de aves acuáticas predominantemente migratorio, muy abundantes y de amplia distribución en las costas del Pacífico americano (Paulson, 1993). Durante la temporada migratoria e invernal, las aves se concentran en grandes números en diferentes tipos de humedales, que incluyen marismas costeras, estuarios, playas lodosas, salitrales y ambientes artificiales, entre otros (Morrison et al., 1992; Morrison & Ross, 2009; Carmona et al., 2011a).
La región noroeste de México, que incluye los estados de Baja California, Baja California Sur, Sonora, Sinaloa y Nayarit (SEMARNAT, 2008), ofrece una amplia variedad de estos humedales, lo que la convierte en un punto clave para la migración de aves acuáticas que utilizan el corredor del Pacífico e invernan en Centro y Sudamérica (Myers et al., 1987), además de representar el punto final de la migración para numerosas especies e individuos (Carmona et al., 2004). El número de investigaciones científicas, referentes a aves playeras, no ha sido homogéneo para los estados que conforman esta región del país (Carmona et al., 2011b). En este contexto, Sonora es un claro ejemplo de lo anterior, ya que la mayoría de los humedales a lo largo de su amplia costa (1,200 km) no se han estudiado durante las últimas dos décadas. Así, el objetivo del trabajo presente fue determinar las abundancias de las aves playeras invernantes en los humedales costeros sonorenses, mediante conteos aéreos.
MATERIALES Y MÉTODOS
Área de estudio. El estado de Sonora se sitúa en la región costera continental al noroeste de México, cuenta con un litoral de 1,200 km aproximadamente que se ubica dentro del cinturón subtropical de alta presión entre los paralelos 26° 18' 43'' y 31° 48' 56'' de latitud norte, y los meridianos 109° 14'' 50'' y 114° 48' 20'' de longitud oeste, razón por la cual el 95% del territorio sonorense está dominado por climas desérticos, caracterizados por su alta temperatura y escasa precipitación (INEGI, 2000).
El litoral sonorense está conformado principalmente por playas bajas arenosas (72% de su frente costero), pero los ambientes lagunares costeros y sistemas deltaicos sedimentarios se encuentran bien representados (Ortiz Pérez & de la Lanza Espino, 2006). En la región costera del estado el clima es predominantemente seco con precipitaciones anuales que fluctúan entre 1 y 94 mm (Jiménez-Orocio et al., 2014).
La distribución de las lagunas costeras no es homogénea a lo largo del litoral sonorense, la mayoría de éstas, además de ser las más grandes, se localizan al sur del estado, seguidas por aquellas ubicadas en la región norte, mientras que aquellas de la porción central son escasas y de menor tamaño (Fig. 1; Ortiz Pérez & de la Lanza Espino, 2006; Carmona Islas et al., 2013).
Métodos. La selección de las lagunas costeras en el presente estudio se basó en tres criterios: (1) el tamaño de cada sitio (Ortiz Pérez & de la Lanza Espino, 2006); (2) la abundancia de aves playeras por sitio indicada hace más de 25 años (Morrison et al., 1992), y (3) la presencia de zonas húmedas, con sustratos blandos expuestos y con poca vegetación (Carmona-Islas et al., 2013). Así, se eligieron en total 13 humedales costeros, mismos que se sobrevolaron entre el 26 de febrero y el 1 de marzo de 2017 (Cuadro 1).
Zona | Sitio | Fecha vuelo (2017) | Horario | Tiempo vuelo (min) | Temp (°C) | Viento (km/h) | Sup. Total (ha) | Sup. Humedal (ha) |
---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Sur | Agiabampo-Jitzamuri | 26-feb | V | 33 | 27 | 10 | 18,633 | 1,197 |
Yavaros-Moroncárit | 26-feb | V | 23 | 27 | 10 | 7,100 | 1,427 | |
Tóbari | 27-feb | M | 23 | 26 | 4 | 16,700 | 3,645 | |
Bahía Lobos | 27-feb | M | 21 | 26 | 4 | 13,600 | 2,719 | |
Medio | Los Algodones | 27-feb | V | 18 | 25 | 14 | 4,612 | 1,587 |
Guaymas | 27-feb | V | 10 | 25 | 14 | 3,360 | 605 | |
Bahía Kino | 28-feb | M | 13 | 19 | 0 | 6,665 | 1,252 | |
Canal de Infiernillo | 28-feb | M | 37 | 20 | 0 | 29,700 | 216 | |
Norte | Bahía San Jorge | 28-feb | V | 18 | 20 | 12 | 13,000 | 4,041 |
La Pinta | 28-feb | V | 7 | 20 | 12 | 2,357 | 1,171 | |
Bahía Adair | 01-mar | M | 26 | 15 | 22 | 42,430 | 10,282 | |
Santa Clara | 01-mar | M | 17 | 16 | 22 | 5,500 | 183 | |
Delta del Río Colorado (Sonora) | 01-mar | M | 17 | 17 | 22 | 929,256 | 2,454 | |
Totales | 263 | 1,092,913 | 30,779 | |||||
Porcentaje |
Los censos aéreos se realizaron desde una avioneta Cessna 182 Skylane monomotor de cuatro plazas. La altitud de vuelo varió entre 100 y 150 metros y la velocidad entre 100 y150 km/h. Estas variaciones se debieron al número de aves observadas. El equipo de trabajo se integró por dos contadores (con 25 y seis años de experiencia en conteos de aves playeras), ubicados a cada lado de la aeronave; un tercer observador fungió como vigía indicando a los contadores las parvadas que pudieron pasar desapercibidas a cualquiera de ellos y aquellas susceptibles de ser recontadas. Por último, el piloto dirigió la aeronave sobre el borde interno de cada cuerpo de agua para cubrir la mayor parte de los ambientes adecuados para aves playeras (zonas lodosas intermareales). Para evitar los efectos del deslumbramiento la trayectoria de vuelo fue en contra de las manecillas del reloj en todos los casos, por lo que la mayor cantidad de observaciones ocurrieron del lado derecho de la aeronave. Cuando el vigía lo indicó, el piloto realizó un giro de 360° a la izquierda para contabilizar las parvadas no detectadas en el primer sobrevuelo por los contadores.
Los censos se realizaron en dos horarios: matutino (entre las 08:00 y las 11:00 horas) para siete sitios, y vespertino (entre las 14:00 y las 17:00 horas) para los seis restantes (Cuadro 1). Las condiciones meteorológicas fueron favorables para la navegación aérea en todos los casos: cielo despejado en más del 90%, visibilidad superior a 15 km en todos los casos, sin niebla, bruma o partículas suspendidas y vientos leves no superiores a 22 km/h (Cuadro 1; WU, 2019).
Se usaron grabadoras de voz para registrar las observaciones, la ubicación se determinó mediante rutas seguidas con un sistema de posicionamiento global (GPS), mismo que permaneció activo durante todo el recorrido. El número de aves se determinó mediante conteo directo en parvadas pequeñas y se estimó en las mayores (Howes & Bakewell, 1989). Dada la dificultad para identificar desde el aire a nivel específico, las aves playeras se clasificaron por tallas de acuerdo con lo sugerido por Morrison et al. (2009): pequeñas (15-22 cm de longitud total, como el Playerito occidental, Calidris mauri), medianas (23-32 cm, como el Costurero, Limnodromus spp.) y grandes (33 cm o más, como la Avoceta americana, Recurvirostra americana).
Para relacionar la abundancia de aves playeras con el tamaño de los humedales se utilizó un análisis de correlación no paramétrico de Sperman (Zar, 1999; α = 0.05). El tamaño de cada humedal fue estimado con el programa Arc Gis 10 y una cartografía de zonas lodosas del Noroeste de México creada con imágenes Landsat ETM7 a la que se le aplicaron diversas máscaras e índices, según la metodología propuesta por Carmona-Islas et al. (2013).
RESULTADOS
Se obtuvieron 400,716 registros en total, la abundancia de aves pequeñas y grandes fue muy similar 195,263 y 174,353, respectivamente; lo que representó el 48 y 43% del total observado; las aves de talla media fueron notoriamente menos comunes (31,100 registros, 8%). Las mayores abundancias por sitio se observaron en Tóbari (127,570 registros, 32%), Yavaros-Moroncarit (86,469 registros, 21%), Lobos (55,684 registros, 14%) y San Jorge (34,768 registros, 9%); las menores se registraron en el Canal de Infiernillo (1,973 registros, 0.5%) y en La Pinta (1,362 registros, 0.3%; Cuadro 2). Los resultados de la correlación no paramétrica de Sperman indicaron una relación positiva y significativa entre la superficie lodosa potencialmente utilizable por las aves playeras y la abundancia de las mismas (rs = 0.70; n = 13; p < 0.05; Fig. 2).
Zona | Sitio | Abundancia por talla | Total | % | ||
---|---|---|---|---|---|---|
Pequeños | Medianos | Grandes | ||||
Sur | Agiabampo-Jitzamuri | 9,141 | 824 | 3,294 | 13,259 | 3.31 |
Yavaros-Moroncárit | 46,110 | 3,184 | 37,175 | 86,469 | 21.58 | |
Tóbari | 36,850 | 12,605 | 78,115 | 127,570 | 31.84 | |
Bahía Lobos | 30,880 | 4,040 | 20,764 | 55,684 | 13.90 | |
Medio | Los Algodones | 3,063 | 675 | 2,061 | 5,799 | 1.45 |
Guaymas | 9,550 | 712 | 4,443 | 14,705 | 3.67 | |
Bahía Kino | 7,330 | 1,303 | 3,551 | 12,184 | 3.04 | |
Canal de Infiernillo | 251 | 131 | 1,591 | 1,973 | 0.49 | |
Norte | Bahía San Jorge | 19,090 | 2,582 | 13,096 | 34,768 | 8.68 |
La Pinta | 130 | 199 | 1,033 | 1,362 | 0.34 | |
Bahía Adair | 4,753 | 738 | 2,472 | 7,963 | 1.99 | |
Santa Clara | 14,655 | 3,377 | 764 | 18,796 | 4.69 | |
Delta del Río Colorado (Sonora) | 13,460 | 730 | 5,994 | 20,184 | 5.04 | |
Totales | 195,263 | 31,100 | 174,353 | 400,716 | ||
Porcentaje | 48.73 | 7.76 | 43.51 |
Por región fue claro el predominio numérico de la porción sur (282,982 registros, 70% del total de registros), seguida por la región norte (83,073 registros, 21%), la porción central presentó las menores abundancias (34,661 registros, 9%; Cuadro 2).
DISCUSIÓN
Las abundancias totales encontradas, poco más de 400,000 aves, durante los vuelos realizados en 2017 permiten ubicar a Sonora entre los tres estados costeros de la república con mayor abundancia invernal de este grupo taxonómico, junto con Baja California Sur y Sinaloa (Page et al., 1997; Engilis et al., 1998; Morrison & Ross, 2009).
En un trabajo donde se abordó un problema similar (detección de sitios importantes para las aves playeras), pero que utilizó otra herramienta (sistemas de información geográfica), las conclusiones fueron semejantes a las generadas en el presente estudio, señalando como los sitios con mayor potencial para la invernada de las aves playeras los que se ubican en las partes sur y norte de Sonora (Carmona Islas et al., 2013), esto permite proponer que los mayores esfuerzos de monitoreo y conservación deben encauzarse a los humedales Lobos, Tóbari, y Yavaros en el sur y Delta del Río Colorado y San Jorge en el norte.
La selección de los sitios censados en el presente trabajo, más allá de la coincidencia con aquellos de Morrison et al. (1992) parece adecuada, ya que las aves playeras prefieren para alimentarse, los humedales de mayor tamaño (Granadeiro et al., 2007), con sustratos blandos expuestos y con poca vegetación, precisamente los criterios que guiaron nuestra selección. Así se considera que se cubrió la mayoría de los humedales sonorenses potencialmente utilizables por estas aves.
El único trabajo equivalente encontrado es el referente a los conteos aéreos llevados a cabo en 1992 (Morrison et al., 1992) y los compilados de 17 años después (Morrison et al., 2009). De inicio es interesante la similitud entre ambos totales (c.a. 350,000 y 400,000 para Morrison et al., 2009 y el presente trabajo, respectivamente), también coincide en que la zona centro es la que presenta las menores abundancias. Sin embargo, Morrison et al. (1992) encontraron abundancias semejantes para las zonas norte y sur (cercanas a 150,000 aves), mientras que en 2017 fue claro el predominio de las lagunas australes. Las diferencias más evidentes por sitio se dieron para Yavaros y Tóbari en el sur (mayores en el trabajo presente) y para el Delta del Río Colorado en el norte (menores en el trabajo presente). Las diferencias en el delta son atribuibles al área cubierta, pues Morrison et al. (1992) cubrieron un área mayor al incluir los planos lodosos de Baja California, mismos que no se recorrieron en el presente trabajo. Para los sitios restantes, se ha demostrado que las aves playeras son capaces de escoger temporal y espacialmente los humedales costeros con mayor capacidad de carga (Hockey et al., 1992), por lo que existe la posibilidad de que dicha capacidad haya sido diferente entre el momento de los vuelos de Morrison et al. (1992) y los datos presentes.
Otra diferencia ocurrió a nivel de los totales de aves playeras grandes, pues fue cuatro veces mayor en el trabajo presente, con las diferencias más evidentes en los humedales sureños. Es probable que los humedales del sur de Sonora representen sitios de abastecimiento premigratorio, por lo que dadas las fechas de los recorridos (fines de febrero), las abundancias pudieron haber sido causadas, al menos en parte, por aves de paso.
Es necesario indicar que una limitante de los datos generados vía aérea es que éstos se compilan en breves períodos de tiempo y, por tanto, deben considerarse como una fotografía de las zonas censadas, bajo las condiciones ambientales imperantes en ese momento, mismas que podrían eventualmente cambiar. Así, los números observados proporcionan una estimación mínima de los totales en una zona determinada (Morrison et al., 2009). Por otro lado, los censos aéreos son la mejor alternativa para obtener información a corto plazo sobre la distribución de aves playeras en grandes áreas, como las lagunas costeras sonorenses, para así identificar, por comparación, los sitios donde se presentan las mayores abundancias.
En suma, las abundancias de aves playeras encontradas en la costa de Sonora sitúan a esta entidad como una de las tres a nivel nacional con mayor abundancia invernal para este grupo taxonómico (junto con Baja California Sur y Sinaloa). Por región, la parte sur del estado es la que presentó mayores números, seguida de la porción norte, por último, en la zona central se registraron las menores abundancias.