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Estudios de cultura náhuatl

versión impresa ISSN 0071-1675

Estud. cult. náhuatl vol.41  Ciudad de México nov. 2010

 

Artículos

 

Nahuatlahto: vida e historia de un nahuatlisimo

 

Ascensión Hernández de León-Portilla*

 

* Mexicana. Doctora por la Universidad Complutense de Madrid. Investigadora del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM. Entre sus obras pueden citarse: "De la palabra hablada a la palabra escrita. Las primeras gramáticas del náhuatl"; "Jornadas Antonio del Rincón, en el IV Centenario de la aparición de su Arte Mexicana"; Bibliografía lingüística nahua y estudios de lingüística y filología nahuas; Tepuztlahcuilolli: impresos nahuas, historia y bibliografía.

 

El título de este breve escrito nos lleva a un punto de partida en el que surge una pregunta: ¿tienen vida las palabras? Y si tienen vida, ¿tienen historia que se pueda contar? Pero, dado que la palabra existe dentro de la lengua, la pregunta nos lleva a otra pregunta: ¿tiene vida una lengua? Desde que los lingüista y filólogos dejaron de creer que el lenguaje es de origen divino, puede decirse que sí, que las lenguas tienen un principio que les ha dado el hombre; son una creación humana. en el siglo XIX y como consecuencia de los postulados del evolucionismo, la lengua, al igual que la cultura en la que surge, fue concebida como una entidad con vida propia que nace, crece, vive, se transforma y a veces muere, dando o no lugar a una lengua hija. Hoy pensamos que la lengua tiene vida regida por un constante cambio, el cambio lingüístico, uno de los pilares de estudio de los estudiosos de la gramática histórica.

Con esta premisa podemos pensar que si las lenguas tienen vida, sus elementos constitutivos también la tienen y podemos aceptar que la palabra, considerada como "la parte más pequeña de la oración desde los griegos",1 tiene vida propia: nace, crece, alcanza su plenitud, y si la lengua es compañera de un imperio, se introduce en otras lenguas y toma vida en nuevas moradas. Creo que cualquiera que se haya asomado a diccionarios de una misma lengua elaborados a través de un tiempo largo, percibirá que hay palabras que cambian en su significado o que al menos adquieren matices que las enriquecen o las limitan. Algunas disminuyen su campo de uso, mientras otras adquieren nuevas connotaciones que las hacen muy productivas.

En este ensayo trataré de contar la vida de una palabra de la lengua náhuatl, nahuatlahto, que se introdujo en el español tan pronto como estas dos lenguas entraron en contacto. En el español hizo nueva casa y con él recorrió tierras lejanas y mares extensos; llegó hasta nuestros días, la seguimos usando y ojalá sepamos conservarla. Y cabe pensar que su vida se remonta al posclásico, cuando el náhuatl era la lengua del imperio de los mexicas. Hoy podemos revitalizarla aplicándola al significado tradicional de intérprete y también al de estudioso de la lengua. Porque ahora como nunca, el estudio de la lengua mexicana está presente en muchas universidades y tenemos en nuestras manos, o mejor en nuestros labios, la posibilidad de usarla con frecuencia y darle nueva vida y, de esta manera, salvar no sólo el signo lingüístico sino el referente cultural que nos remite a un espacio y un tiempo determinados.

 

El nacimiento de la palabra

La palabra nace en el seno de la propia lengua como nombre compuesto del sustantivo náhuatl, "cosa que suena bien" según fray Alonso de Molina (1510-1579), nombre dado a su lengua por los pueblos hoy llamados nahuas y del verbo tlahtoa, hablar, "el que habla náhuatl".2 concretamente se deriva del pretérito de indicativo del citado verbo, otlahto (él habló). Pero, ya hecha nombre, pierde la marca de pretérito o porque al componerse nombre y verbo hay pérdida de letras, o dicho con lenguaje actual, hay cambios morfofonémicos, siguiendo en esto el proceso de composición característico del náhuatl. En suma, el vocablo nahuatlahto se inscribe dentro de los nombres derivados verbales con sentido de agente.

Tal es el significado que tiene en los vocabularios de Molina, el de 1555 y el de 1571, en los que se guardan los primeros registros de la palabra con el significado de intérprete, faraute.3 En el primer Vocabulario, que es sólo de castellano-mexicano, la palabra nauatlato aparece como traducción de los vocablos "faraute" e "intérprete", seguida del verbo "ynterpretar", ni. nauatlatoa y de una entrada más que es la del substantivo "interpretación", nauatlatoliztli, nombre deverbal con la terminación -liztli para marcar el resultado de la acción del verbo. Es decir, aparece un pequeño campo semántico formado por tres lemas; un substantivo compuesto, un verbo y un derivado deverbal.

En el segundo vocabulario, el de 1571, que es bidireccional, aparece igual en la parte castellana con un añadido, la entrada correspondiente a "Ynterprete, ser de otro", nauatlatalhuia. nite. Es decir, se amplía el campo de la palabra con un verbo aplicativo. En la parte mexicana aparece el mismo número de vocablos: nauatlatalhuia. nauatlato, nauatlatoa y nauatlatoliztli. Cabe añadir que el verbo nauatlatalhuia, "ser intérprete de otro", se forma con verbo nauatlatoa y el sufijo -huia correspondiente los verbos aplicativos. En estos verbos, a veces la desinencia oa, en composición, se muda en al o il. En este caso el sufijo se mudó en -al y el verbo quedó como naua-tlat-al-huia. Importante es también recordar que la palabra aparece sin la /h/ habitual de la palabra náhuatl porque como ya se dijo, Molina no registra los saltillos ni en sus vocabularios ni en su Arte.

La palabra pasó a otras lenguas como el zapoteco y el otomí, tal y como puede verse en los vocabularios de fray Iuan de Cordoua, Vocabvlario en lengva çapoteca, 1587, y de fray Alonso Urbano, Arte breue de la lengua otomi y vocabulario trilingüe, c. 1605.4 Este hecho no es extraño, ya que los pueblos otomíes estaban entreverados con los nahuas en muchas regiones de México mientras que los zapotecos habitaban un territorio que era paso obligado para las diversas emigraciones nahuas en su camino hacia el sur. Aunque no aparece en otros vocabularios, consta que se usaba en otras lenguas como lo muestra el hecho de que fray Maturino Gilberti (1498-1585) la use en el prólogo de su Arte de la lengua de Michoacán, 1558, cuando justifica la elaboración de su obra:

Y porque me parece que si hasta agora los nauatlatos no han salido con la lengua con tanta perfection como sería menester y lo que han alcançado della ha sido con muy gran afan, todo ha sido por falta de no auer arte por donde pudiesen aprender la dicha lengua. He acordado de hazer y ordenar lo mejor que me ha sido posible esta artezica [...]

Gilberti la usa como palabra que no necesita explicación, lo cual nos hace pensar que era entendida entre los hablantes de tarasco. En realidad, son muchas las fuentes que tenemos para reconstruir la vida de la palabra desde sus primeros pasos en la escritura: además de los diccionarios aparece en códices, relatos históricos, documentos jurídicos, cartas y escritos de la vida cotidiana de los siglos XVI, XVII y XVIII. Tiene también gran presencia en los diccionarios modernos y no es raro oírla entre los estudiosos mexicanistas. En este ensayo la vamos a ver sólo en las crónicas, donde alcanzó vida de plenitud, actuando en escenarios concretos y en momentos en que las culturas entran en contacto. El hecho de que fuera aceptada como préstamo en otras lenguas explica el que aparezca escrita de diversas formas, como se verá a lo largo de este ensayo.

 

Los escenarios históricos: la Nueva España

Podemos reconstruir la vida de la palabra a través de varios escenarios históricos en los que aparece un nahuatlahto en momentos importantes en que las culturas entran en contacto, bien sea con fines de expansión y conquista, bien con otros fines, especialmente el de evangelización. En ellos se puede constatar una realidad: que el uso de la palabra nahuatlahto se impone sobre la de intérprete, a pesar de que las crónicas están en español. Tal hecho quizá es indicio de que en aquellos primeros contactos del español con lenguas americanas, la palabra mexicana creaba un mejor contexto histórico-lingüístico que la castellana de intérprete, proveniente del latín. Es decir, que detrás de la nueva palabra estaba el referente específico del mundo mesoamericano, el de hablar náhuatl, la lengua compañera del imperio mexica que en el siglo XVI era lengua franca en un inmenso espacio, lengua general entre las generales.

Cabe pensar que la palabra entra en el español cuando Jerónimo de Aguilar, hablante de español y maya, se encuentra con Hernán Cortés en las costas de Yucatán a principios de 1519 y poco después, cuando éste, tras la batalla de Centla, recibe como obsequio a Malintzin, hablante de náhuatl y maya. A partir de aquel momento esta palabra empieza a ser escuchada por Cortés y sus hombres para nombrar al intérprete. Así, los tres actores principales de esta primera fase de la conquista pueden comunicarse a través de tres lenguas y dos nahuatlahtos en un triple sistema de traducción que fue fundamental para el desarrollo de los acontecimientos históricos que todos conocemos.

Poco después, en abril de este mismo año, los españoles con sus nahuatlahtos llegan a las playas de Chalchihuecan, hoy ciudad de Veracruz. Entra en el escenario una nueva lengua, el totonaco. Es entonces cuando la palabra se instala en el español como un nahuatlismo. El escenario son las playas del Golfo y la escena está narrada en la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo. Cortés y sus hombres acaban de desembarcar en 1519 y han construido un real, es decir un centro de operaciones:

Estando yo y otro soldado en unos arenales vimos venir por la playa cinco indios y con alegres rostros nos hicieron reverencia y dijeron lope lucio, lope lucio, que quiere decir en lengua totonaque señor y gran señor [...] Y como doña Marina y Aguilar, las lenguas, oyeron aquello de lope luze, no lo entendían, dixo la doña Marina en la lengua de México que si havia alli entre ellos nahuatatos que son ynterpretes de la lengua mexicana y respondieron dos de aquellos cinco que sí, que ellos la entendían y dixeron que fuesen bienvenidos.5

Inmediatamente se establece un sistema de traducción en cuatro lenguas —totonaco, mexicano, maya y español— y en esta cadena multilingüe se da a conocer una información preciosa para los recién llegados: Cortés vislumbra un primer panorama del imperio de Moctezuma en el que había "enemigos y contrarios, de lo cual se holgó", dice Bernal. La información fue de tal valor que le proporcionó argumentos para acallar al grupo de soldados que se querían regresar a Cuba, que no eran pocos, y de esta manera, proseguir su empresa de conquista.

Es evidente que los españoles no sabían que habían llegado a una nueva Babel en la que existía un universo lingüístico insospechado. Pero en este primer encuentro de lenguas y gracias a los nahuatlahtos, podían tener conversación y trato, podían conocer la nueva cultura y, sobre todo, tenían la llave para abrir el mapa de la situación geopolítica del imperio mexica y de sus aliados y enemigos; tenían un instrumento eficaz para ubicarse en el nuevo espacio.

La palabra estaba dotada de vida propia en el siglo XVI y una vez consumada la conquista, la encontramos muy pronto en un escenario lejano a Veracruz, el del reino de Michoacán. En 1529, el presidente de la Primera Audiencia, Nuño Beltrán de Guzmán, aprovechando la ausencia de Cortés, emprende la conquista de Michoacán, reino que pacíficamente había reconocido la autoridad de Carlos I. Con él iba García del Pilar, amigo, compañero e intérprete, quien dejó escrita una Relación de la entrada de Nuño de Guzmán que dio García del Pilar, su intérprete. 6 El escenario es dramático, la prisión y muerte del rey Calzonci, bautizado como don Francisco en la ciudad de Tzintzuntzan, la capital del reino.7 Se le acusaba de haber muerto a muchos españoles y en el juicio declaran varios nabatatos mediante un sistema en tres lenguas: tarasco, mexicano, castellano: "E allí mandó llevar a un nabatato de la dicha cibdad de Mechuacan que se dice Ávalos e otro con él que se dice Juárez e les dio tormento de cordeles e agua preguntándoles que qué cristianos habían muerto en la cibdad de Mechuacan e que el tesoro de Calzonci dónde estaba".8

Como es bien sabido, el rey michoacano fue atormentado y muerto y Nuño siguió su camino hacia el norte, hacia las tierras que hoy conforman el estado de Jalisco. Con él van los "nabatatos don Alonso (casado con una hija de Calzontzi) y don Pedro, ambos alguaciles y otros nahuatatos presos e atormentados que no podían ir sino en hamacas" a quienes Nuño no respetó y trató como enemigos. En suma, en este triste episodio del paso de Nuño de Guzmán por Michoacán y parte de lo que hoy es Jalisco se comprueba la importancia del préstamo náhuatl entre los tarascos y la existencia de algunos nahuatlahtos pertenecientes a la nobleza tarasca que no eran intérpretes profesionales sino gente que estudiaron el náhuatl por su prestigio geopolítico. En este escenario se estableció un sistema trilingüe en el cual García del Pilar se entendía con los nahuatlatos tarascos en particular con Juan Pascual.9

El papel del nahuatlahto cobra nueva vida en el proceso de evangelización. Bien sabido es que desde la llegada de los doce, la política de la orden franciscana, y de las dominica y agustina fue la de aprender lenguas; en primer lugar el náhuatl, que les abrió la puerta de otras lenguas y de la evangelización, el destino de su vida. Los franciscanos muy pronto tuvieron buenos conocedores del náhuatl que sirvieron a la orden como predicadores, escritores y nahuatlahtos de otras lenguas. Recordaré dos nombres muy conocidos: fray Gerónimo de Mendieta (1524-1604) y fray Alonso Urbano (1522-1608). El primero sirvió de intérprete de mexicano en varias ocasiones; Urbano lo hizo de mexicano y de otomí que llegó a conocer muy bien.

Tenemos una crónica de un valor extraordinario en la que aparecen varios escenarios en los que vemos que la palabra extiende su campo de acción entre pueblos de diferente habla. Me refiro al Tratado curioso y docto de las grandezas de la Nueva España, escrito por otro franciscano fray Antonio de Ciudad Real (1551-1617).10 En él se registra la visita que hizo el comisario general de la orden seráfica, fray Alonso Ponce, acompañado de su secretario, el citado Ciudad Real, entre los años de 1584 y 1589. En la visita se ofrece un panorama extenso del palpitar de la Orden, de los conventos que tenía y, desde luego, de la situación socio cultural y lingüística de gran parte de la Nueva España. Fray Alonso y su secretario recorrieron una gran parte del país, de Nayarit a Nicaragua, gracias a los nahuatlahtos que tenía la propia orden seráfica. En estos viajes encontramos varios escenarios en los que se vive el contacto de lenguas, de interculturalidad y el papel importante del nahuatlahto en todos ellos.

Los primeros viajes de Ponce fueron a conventos cercanos de la ciudad de México: San Cristóbal Ecatepec, Tezcuco, Tepeapulco, Otumba, san Juan Teotihuacan, Appa, región habitada por nahuas y otomíes. El primero, en marzo de 1585, dice así: "Otro día siguiente, miércoles de ceniza, se determinó a salir de México y hacer aquel camino en el cual llevó por naguatato o intérprete a un fraile viejo y honrado, lengua mexicana y otomí, fray Sebastián Ribero" (cap. I, p. 43). Poco duró el pobre pues unos días después fue sustituido por fray Pedro de Trueba, que moraba en Tepeapulco. Fray Alonso tuvo que regresar a México por enfermedad y después emprendió de nuevo la visita inacabada a los mismos conventos. En este segundo viaje, mayo de 1585, le acompañó fray Alonso Urbano, gran conocedor del mexicano y otomí y autor de un Vocabulario trilingüe en castellano, mexicano y otomí:

Y muy temprano llegó (fray Alonso Ponce) a decir misa a la ciudad y convento de Tezcuco. En este tiempo se visitó aquel convento, en el cual había estudio de artes, y se hizo elección de guardián [...]. Salió electo por guardián el sobredicho fray Alonso Urbano, que como queda dicho, iba por nahuatlato (cap. X, p. 69).

En agosto de aquel mismo año, el comisario emprende una nueva visita por los conventos de Tlaxcalla. El relato de Ciudad Real está lleno de información, tanto del pasado de estas tierras como del presente que visualiza y registra. Inclusive relata los problemas de la orden. En este viaje tiene que intervenir en la designación de nuevo guardián en el convento de Tlaxcalla porque había salido electo el lector de artes, de 28 años:

No le quiso confirmar el padre comisario, antes anuló y cesó la elección [.] finalmente, el lector y dos estudiantes se descomidieron y el padre comisario los castigó [.] y puso por presidente a Hierónimo de Mendieta, fraile viejo, honrado y principal, y buena lengua mexicana (cap. X, p. 74).

Ponce tiene que regresar unos días a México por otro problema de este tipo y prosigue su viaje al mes siguiente, septiembre.11 Va a recibir al virrey y "lleva a su nahuatlato, Hieronimo de Mendieta, y a fray Francisco Salcedo, también nahuatlato, quienes le acompañan hasta Guamantla. Desde allí, se fue fray Hieronimo de Mendieta, el nauatlato, a su presidencia de Tlaxcala y en su lugar llevó el padre comisario a fray Pedro Meléndez, fraile viejo y honrado".

A fines de 1585, el comisario visita la región de Cuernavaca con su secretario, el lego Juan Cano y Francisco de Salcedo, nahuatlahto. Visitó varios conventos y cerca de Ayotzingo "se quedó la bestia del nauatlato, que no hobo remedio de hacerla pasar adelante" (cap. XVII, p. 122). Llega a Cuernavaca y manda decir a fray Alonso Urbano que le espere en Zacatlán, pues "pensaba llevarle de nauatlato de la lengua otomí y mexicana que, como dicho es, las sabe entrambas" (cap. XVII, p. 124). La descripción de la visita a Zacatlán y su región es muy grata y en ella pondera Ciudad Real las bellezas naturales de la Sierra Madre y su clima húmedo y tibio. Ya se daban muy buenas manzanas en Zacatlán.

Después de ésta y de otras visitas a conventos de la Provincia del Santo Evangelio, Ponce regresa a México a principios de 1586 y se entrevista con el virrey, quien le dice que acelere su visita y se vaya. Ponce marchó a Guatemala vía Soconusco y visitó aquella provincia, más las de Nicaragua y Honduras y regresó al centro de la Nueva España por Chiapas y Oaxaca camino de Michoacán. En este largo recorrido por Guatemala, por la zona del lago Atitlán, llevó nahuatlahtos entre ellos fray Juan Martínez, "maravillosa lengua achí del convento de Almolonga o ciudad vieja de Guatemala" (cap. LIII, p. 6 y cap. LV, p. 18).

Una de las visitas más importantes del comisario Ponce fue la de la Provincia de San Pedro y San Pablo en Michoacán, muy extensa, pues comprendía gran parte de lo que hoy es Jalisco y Nayarit. En ella se hablaban varias lenguas además de la tarasca: otomí, matlaltzinca, mazahua y mexicano teca. El comisario llevaba nahuatlahtos del mexicano y del tarasco (cap. LXXXII, p. 111). En todas ellas la palabra nahuatlahto estaba presente y además había muchos conocedores del náhuatl, al grado que dice el texto, "muchos entienden la mexicana". En todos los pueblos "tienen señalado viejo y vieja, hombres de buen vivir", para ser intérpretes de confesión (cap. LXIX, p. 66). La visita finalizó en Acaponeta y el último tramo fue difícil pues encontraron indígenas pinome y chichimecas con los que no era fácil comunicarse.

"Para entender a estos indios, que eran de diferente lengua y no sabían la mexicana, decían sus razones a un indio principal de aquel pueblo que los entendía y él las decía en lengua mexicana al nauatlato, y el nauatlato al padre comisario, y por estos atenores se negociaba, que no era pequeño trabajo" (cap. XVII, p. 119).

De los escenarios anteriores podemos colegir que los franciscanos y por analogía las demás órdenes, pronto lograron formar un cuerpo de nahuatlahtos, absolutamente indispensable para comunicarse no sólo con los hablantes de mexicano sino con los nahuatlahtos de comunidades de otras muchas lenguas. En realidad la palabra se llegó a usar como intérprete de cualquier lengua, incluso de castellano. Así se puede leer en la crónica de Ciudad Real cuando cuenta cómo en Maní, Yucatán, donde estaba "la mejor escuela de indios de la provincia [...] un lego llamado fray Juan de Herrera, muy hábil y de muy buenas trazas y gobierno, enseñó muchos nauatlatos de nuestra lengua castellana" (cap. CLIV, p. 369). En suma, todos ellos, frailes y no frailes integraron una red de comunicación que hizo posible la evangelización y la cohesión del tejido social novohispano. En la crónica de fray Alonso Ponce se percibe esta red, sustentada en la figura del nahuatlahto.

Como vemos, de Nayarit a Guatemala, la palabra tenía vida en un universo de lenguas pertenecientes a varios troncos lingüísticos, introducida quizá con las conquistas del imperio mexica no sólo por los guerreros sino también por los comerciantes pochtecas que llegaban muy lejos, más allá del rico Soconusco. Más tarde, a fines del siglo XVI, cuando la Nueva España se dilató hacia el norte, encontramos un nuevo escenario donde la palabra es de nuevo protagonista de los hechos históricos.

En 1590 un capitán de Luis de Carvajal, gobernador de Nuevo León, hace una entrada para reconocer las márgenes del Río Bravo, rumbo al norte. El capitán era Gaspar Castaño de Sosa, quien salió de la Villa de Almadén en julio de 1590 con un grupo de gente, hombres mujeres y niños, con carretas, bueyes y ganado, para poblar aquellos territorios.12 Llevaba su nahuatlahto, el indio Miguel, lengua de los cacuares.13 El relato de Castaño es detallado como corresponde al de un explorador y en él se deja ver la dificultad para comunicarse a medida que avanzaban hacia el norte. En situaciones difíciles enviaba "a varios de los suyos con el naguatato a traer algún indio para tomar lengua de la tierra".14 No era fácil moverse y a veces se les acababa la comida. En tales casos, el nahuatlahto resolvía la situación; así fue cuando pasaron por la nación despeguan, "quienes les dieron carne, maíz, gamuza, zapatos y cueros de Cíbola" (p. 208).

Pero a medida que avanzaban al norte, el camino se hacía más difícil, el clima más frío y la lengua imposible de entender. Y así, un día de noviembre, divisaron humo en una sierra y quisieron ir a él pero Castaño de Sosa no dio su consentimiento porque "no había para qué pues no había naguatatos para ellos y que aquella gente no sabría dar razón de cosa alguna". A pesar de las dificultades, el grupo exploró la región en la que la gente vivía en casas de varios pisos excavadas en las rocas a las que sólo se podía entrar con escaleras, con puertas angostísimas, con azoteas. Estaban en el territorio de los que hoy llamamos indios pueblos, dueños de una buena organización social con los que no pudieron llegar a pactos ni a entendimiento por falta de nahuatlahtos. Y curiosamente, la palabra nahuatlahto resonaba por primera vez en aquellas tierras y extendía sus dominios entre los hablantes de una lengua llamada tewa, de la familia tanoa, hoy considerada del mismo philum que el náhuatl, el llamado philum tanoa-azteca.15 No puede decirse que la palabra volviera a su lengua matriz pero, por azares de la historia, se extendía a tierras donde habitaban gentes que tal vez la hubieran podido medio entender si hubieran sido lingüistas.

 

La palabra en el Pacífico

La vida de la palabra estaba consolidada en la naciente Nueva España, en muchas lenguas de Mesoamérica, pero los acontecimientos históricos la llevaron mucho más allá. Al comenzar su reinado, Felipe II puso en marcha un nuevo plan para la conquista de Filipinas y, en 1564, una pequeña flota sale del Puerto de Navidad camino de las Islas. Al mando de ella va Miguel López de Legazpi (c. 1503-1572), escribano residente en México y, como jefe de navegación, el agustino Andrés de Urdaneta (1508-1568). Ambos llegan al archipiélago en febrero de 1565 y comienzan el reconocimiento de las islas con objeto de incorporarlas a la corona española. Tras varios intentos de fundar ciudades, en 1571, Legazpi se acerca a Manila, ciudad musulmana muy próspera, en la isla de Luzón. Ayudado por indígenas, entabla conversaciones con los rajás que gobernaban la isla, en especial con el rajá Solimán, para que pacíficamente aceptaran ser vasallos de su majestad.16 La empresa no era fácil: se trataba de convencer a los rajás y a sus súbditos de que los españoles venían en son de paz y Legazpi tuvo que dar muchas muestras de buena voluntad. En una situación así, fueron los nahuatlahtos los que abrieron camino entre los españoles y los filipinos. Así cuenta Legazpi el encuentro: "Y el maestre de campo les habló en la rivera con un nagualato y luego determinaron los dos principales llamados Rajá el Viejo y la Candola de venirme a recibir [...] a los quales recibí con alegre cara".17

A pesar de que este encuentro con los de Manila fue pacífico, dos mil moros de la cercana región de Macabebe 18 llegaron en son de guerra y de nuevo Legazpi se sirvió de un nahuatlahto para disuadirlos de pelear: "Y así el tercero día que fue el postrero inviandolos con un naguacato español a requerirles que viniesen de paz respondieron que no venían a eso sino a pelear [...]"

Esta vez la fortuna favoreció a los españoles. Finalmente los rajás aceptaron a los recién llegados y se fundó la ciudad española de Manila en este mismo año de 1571. Podemos ver estos testimonios como una muestra de los muchos episodios en los que los nahuatlahtos cumplieron una misión cardinal en el entendimiento entre los españoles y naturales y la vigencia de un término que venía de tierras lejanas y que se asentaba en Filipinas. Las islas eran su nueva tierra, y en ellas la palabra tomó de nuevo vida en el lejano oriente aplicada a lenguas desconocidas como el tagalo, el pampango y hasta el chino y el japonés.

Una vez establecido en el archipiélago un gobierno y un centro de comercio marítimo intercontinental, surgió un comercio próspero de productos exóticos muy atractivo para españoles, portugueses, chinos y japoneses.19 En realidad, la presencia del imperio español, como años antes la del imperio portugués, dio lugar a un reacomodo en la geopolítica del lejano oriente y a nuevas relaciones internacionales entre tres potencias ahora cercanas, Japón, China y la corona española. En este nuevo espacio de encuentro de lenguas y culturas hasta entonces desconocidas para los españoles, se necesitaban intérpretes en varias lenguas. En este contexto, la palabra nahuatlahto tomó nueva vida aunque con el mismo significado, el de intérprete. Veamos dos escenarios entre los muchos que se dieron a partir de los años finales del siglo XVI.

En 1592, el emperador de Japón, Taycozama, escribió al gobernador de Filipinas, Gómez Pérez das Mariñas, pidiéndole sumisión y tributos. Fray Juan de Torquemada (c. 1557- 1624) recoge este hecho en su Monarquía indiana, en el que la orden franciscana juega un papel importante (libro IV, cap. XVIII). El asunto era delicado y el gobernador le respondió diciendo que no entendía bien la carta por no tener intérpretes. La respuesta fue llevada por fray Juan Cobo, dominico que entendía la lengua sangleya y con él iban sangleyes cristianos y ladinos que sabían algo de japonés.20 Al siguiente año, llega a Manila otra embajada de Japón sin cartas ni credenciales. El embajador se excusó diciendo que los documentos los traía Juan Cobo y que su navío probablemente se había perdido en el mar. El gobernador de Manila, que percibía las intenciones del emperador de Japón, atendió muy bien a los llegaron, que convivieron mucho con los principales de Manila y con los franciscanos; tanto que el embajador invitó a uno de ellos, fray Pedro Bautista, a su tierra. Poco después el franciscano con varios hermanos, entre ellos fray Gonzalo, que era nahuatlahto, se embarcaron con la embajada japonesa en un navío portugués. Desde Japón, Bautista escribió a su provincial una interesante carta en la que le da muchos datos sobre la diplomacia y las costumbres japonesas. En ella se dice que los franciscanos no fueron a visitar al emperador hasta que llegó el navío de fray Gonzalo, para no hablar por intérprete:

Llegado pues el hermano fray Gonzalo, se negoció que él hablase, y al cabo pusieron nahuatlato, que nos pusiera bien de lodo, si yo no pusiera diligencia en que hablara el hermano fray Gonzalo, según las razones que el emperador había dicho como adelante diré (libro cuarto, cap. XXX).21

Finalmente, el emperador los recibió en la corte de Nangoya donde hizo alarde de su poderío y les dijo que los de Filipinas habían de hacer su voluntad. Se produjo una situación tensa y es aquí donde fray Pedro Bautista relata cómo fray Gonzalo, fue ablandando el corazón del emperador con buenas razones y le recuerda que los de Manila le habían prometido amistad, más no obediencia. El emperador cambió y los invitó a su corte de Meaco, y allí permanecieron ayudando a las comunidades cristianas. Vale la pena reproducir el comentario de fray Pedro Bautista ponderando el oficio de nahuatlahto español-japonés:

De todo lo dicho se colige de cuanta importancia había sido nuestra venida y haber traído la lengua que traíamos que fue el hermano Gonzalo, el cual habló con el rey medio cuarto de hora, con tan lindo aire y tan sin turbarse que todo aquel auditorio quedó espantado de ver el atrevimiento con que habló.

En la carta, fray Pedro se muestra optimista respecto de las posibilidades de la evangelización y recomienda como prioridad que se aprenda el portugués y el japonés y que él ya lo está haciendo. En este episodio, el nahuatlahto cambió la historia, al menos momentáneamente, e hizo posible una comunicación fácil y recta entre españoles y japoneses. Además, gracias a los encantos de fray Gonzalo y a la sagacidad de los franciscanos, éstos pudieron quedarse en Japón y revitalizar las comunidades cristianas de Meaco y Amacusa si bien finalmente fueron perseguidos y martirizados en 1597.22

Indudablemente este episodio vivido por los franciscanos y registrado por Torquemada nos acerca a una zona que entraba en el escenario histórico de los europeos desde tierras americanas, concretamente desde la Nueva España. Y entre las cosas que llegaban en la nao de Acapulco estaba la lengua castellana con bastantes nahuatlismos entre ellos el de nahuatlahto, acuñado ya para intérprete en cualquier lengua.

Otro escenario importante en la vida de la palabra es el que se registra en la crónica de Antonio de Morga (1559-1636), teniente general del gobernador de las Islas Filipinas entre 1594 y 1603, año en que vuelve a la Nueva España con el nombramiento de Alcalde del Crimen.23 En su obra Sucesos de las Islas Filipinas recrea la llegada a Manila de una embajada del rey de China a principios de 1603, para tomar posesión de una isla que se percibía era toda de oro:

Por el mes de março de 1603 entro en la bahia de Manila un navio de la gran China [...] Venían tres mandarines grandes con su acompañamiento [...] en sillas de hombro, de marfil y maderas finas y doradas [...] El governador los recibió haciendoles muchas humillaciones y cortesías. Dijeronles por los nahuatatos que el rey los enviaba con un china que consigo traian en cadenas para ver por sus ojos una isla de oro llamada Cabit, que avia junto a Manila, que nadie la poseia (cap. séptimo).24

De nuevo el gobernador y autoridades los recibieron muy bien y los alojaron en buenos aposentos, aunque pensaron que la visita era sospechosa y que los chinos venían a observar la tierra. Pero el propio gobernador les dijo que se volviesen a China, "que se espantaba de que el rey creyese lo que decía aquel china y que si hubiese tal oro, sería de su majestad". Finalmente envió a los mandarines y su séquito a Cabit, el puerto cercano a Manila. Preguntaron al prisionero si veía oro y dijo que sí que todo en ella era oro "y que él lo haría bueno a su rey":

Hicieronle mas preguntas y todo se escrevia en presencia de algunos capitanes españoles y con naguatatos confidentes [...] Dijeron los naguatatos que este prisionero, aviendole apretado mucho los mandarines para que respondiese a proposito que lo que el avia oido decir al rey de China era que en manos de los españoles y naturales de Filipinas havia mucho oro y riquezas y que si le daban una armada, el se ofrecía como hombre que habia estado en Luzón a tomarla y llevar cargados los navios de oro y riquezas.25

Importante es destacar que no se dice qué lengua hablaban los nahuatlahtos; es de suponer que tagalo, español y quizá el sangleyés. De nuevo los nahuatlahtos salvan la situación y descubren que la isla de oro era una fantasía para esconder una realidad: la de apoderarse de las riquezas que se habían generado en las Islas con el comercio con la Nueva España. Entre paréntesis cabe recordar que el sangleyés es una de las lenguas orientales más estudiadas desde el siglo XVI precisamente por la presencia de sus hablantes en las Islas Filipinas. Gracias a los estudios de lingüística misionera conocemos varios tratados sobre esta lengua, de la familia chino-tibetana, hablada en el sureste de China y conocida como hakka o chino quejiá. Destaca el investigador Henning Klötter que, gracias al trabajo de misioneros de diversas órdenes, "la lengua hakka alcanzó dimensiones sin precedentes en la lexicografía durante los siglos XVI y XVII".26 Puede considerarse que este trabajo era paralelo al que los jesuitas realizaban en China, centrado en las figuras de Matteo Ricci (1522-1610) y Michele Ruggieri (1543-1607).

En realidad, la palabra se embarcaba en cada viaje del Galeón de Manila en labios de intérpretes de lenguas de las dos orillas del Pacífico, en particular de español, tagalo, chino y japonés y muy pronto, también de inglés, ya que desde el viaje de Drake, no era imposible toparse con algún pirata de la Gran Bretaña. Y así sucedió en 1587 cuando Thomás Cavendish esperó en Cabo San Lucas al Galeón Santa Ana, que hacía su tornaviaje lleno de productos de oriente, esperados con ansiedad en Acapulco para ser distribuidos en América y Europa. El galeón salió del puerto de Cavite el 2 de julio de 1587 y después de cuatro meses, el 14 de noviembre fue avistado en Cabo San Lucas por dos barcos ligeros y muy bien armados del inglés. Después de cuatro intentos de abordaje, el capitán que venía al mando de la nave, Tomás de Alzola, se rindió bajo promesa de que las vidas serían respetadas: entregó las llaves de todas las cajas y baja a tierra con toda su tripulación. Cavendish "mandó luego ahorcar a don Juan de Almendariz, canónigo de las Filipinas sin haber para ello ocasión". Después el galeón fue saqueado, el botín repartido y la "nave quemada hasta los postreros baos". El final de la escena, ya en la playa, es el siguiente:

Y el dicho yngles, a prima noche, mando echar en tierra al dicho capitan Tomas de Alzola y le entrego el registro de la dicha nao que siempre lo tuvo el dicho yngles en su poder y al final en lengua inglesa escrivio ciertos renglones y lo firmo de su nombre y que le dixo por un naguatato que la dicha escriptura en lengua inglesa era carta de pago y satisfacción de todo el registro.27

El relato sigue y termina con la construcción de un navío con los restos del galeón y su milagrosa llegada a Acapulco, mientras Cavendish se hace a la vela llevándose a dos españoles. Desembarcó después el inglés en Filipinas, en Panai y de allí siguió su derrota hacia el Maluco, Java y el cabo de Buena Esperanza. El suceso conmovió a las Filipinas y a la Nueva España y quedan testimonios de ello.28 Aquí nos interesa destacar que la palabra amplió su significado con un nuevo significante, el de hablante de inglés, una lengua europea, lejana y extraña, llevada por boca de marineros mexicanos que estaban presentes en un nuevo escenario geopolítico creado por las potencias europeas en aguas del Pacífico, en una guerra sin fin por el control de la riqueza.

 

La historia de la palabra en los diccionarios

La presencia de la palabra en las crónicas y relatos históricos nos muestra que se usó en un espacio muy extenso y en un tiempo muy largo, es decir que se consolidó en el español de México con proyección más allá de la Nueva España. Quizá por eso pervivió en los diccionarios de náhuatl como los de Clavijero y Remi Siméon 29 y pasó a los diccionarios modernos, tanto los de mexicanismos como los de la lengua española. En el "Apéndice" puede verse la presencia de la palabra a partir de la obra de Cecilio Agustín Robelo, Diccionario de aztequismos, México, 1904. Augusto Malaret, Francisco Santamaría, Martín Alonso, Georg Friedrici, Guido Gómez de Silva, Paul de Wolf y Carlos Montemayor, entre otros, acogen la palabra y sus variantes, la definen, la corrigen, a veces amplían su significado. En algunos casos tocan su etimología y llegan a explicarla como compuesta de dos nombres náhuatl y tlatoani; en unos se la equipara solamente al intérprete indio; en muchos casos añaden citas de cronistas y literatos lo cual nos muestra que su uso fue mucho mayor de lo que aquí se ha podido documentar.

El hecho es que los lexicógrafos del español se preocuparon y preocupan por conservarla, por incluirla en sus obras, por definirla y comprenderla. Como puede verse, a veces se inspiran unos en otros aunque se critiquen; añaden o quitan, pero siempre con la idea de perfilar mejor el significado de un significante que se usó para muchas lenguas lejanas incluso a Mesoamérica.

 

Consideraciónes finales

Hace algunos años, en septiembre de 1964, se reunió en Madrid un grupo de investigadores con motivo de la celebración en aquella ciudad del XXXVI Congreso Internacional de Americanistas. Procedían ellos de diversos países: México, España, Holanda, Suecia, Dinamarca, Alemania y los Estados Unidos. Decidieron por unanimidad constituir la Asociación Internacional de Nahuatlatos bajo el alto patrocinio de fray Bernardino de Sahagún. Como presidente honorario eligieron a Ángel María Garibay y como presidente al profesor Wigberto Jiménez Moreno. Manuel Ballesteros y Miguel León Portilla fueron nombrados secretarios. Tomaron importantes decisiones acerca de las tareas a realizar y prometieron reunirse en ocasión de los Congresos de Americanistas. Dudaron ellos en nombrarse Academia, Instituto o Sociedad Científica. Se decidieron por el de Asociación Internacional de Nahuatlatos porque:

En México se llamó a los entendidos en la lengua náhuatl nahuatlahtos (así figura la leyenda del retrato de don Fernando Alvarado Tezozómoc), que significa tanto traductores, intérpretes, como conocedores de la cultura y tradiciones de los antiguos méxico-aztecas y pueblos del mismo origen.30

La Asociación editó un "Informe" dando cuenta del hecho y de la aprobación internacional de la recién creada sociedad. En ella se dan a conocer las primeras tareas realizadas por algunos miembros entre las cuales está el estudio del náhuatl como prioridad y el intercambio entre los centros de investigación. El hecho de escoger la palabra nahuatlahto para la Asociación revela que los allí reunidos conocían la importancia de la palabra en el mundo de habla náhuatl y su uso en documentos escritos a partir del siglo XVI. Conocían la vida de la palabra aunque quizá no la historia que aquí tratamos de reconstruir.

En estas páginas nos esforzamos por seguir la vida de una palabra que nace entre los pueblos nahuas para designar al que "habla náhuatl" y que extiende su significado al de interpretar en otras lenguas cuando los mexicas consolidan su imperio en el posclásico y tienen que servirse de gente que sepa traducir la lengua de sus vecinos o de sus vasallos. Con la conquista, toma nueva vida en el español y con él llega lejos. La palabra crece, alcanza su plenitud y pervive en un tiempo largo, de tal forma que hoy su vida es historia. Pero la historia es también presente y futuro y está en nuestras manos hacer que la palabra no muera, que resuene en la lengua hablada, que siga en los diccionarios, en los libros de historia, de literatura, de derecho, de antropología, de lingüística y hasta en los textos escolares; y desde luego, en nuevas asociaciones e instituciones que se preocupan por la lengua náhuatl y por la vida de los elementos que la forman, las palabras, en este caso el vocablo nahuatlahto.

 

APÉNDICE: LA PALABRA EN LOS DICCIONARIOS 31

MOLINA, fray Alonso de o.F.M., Aquí comiença un vocabulario en la lengua mexicana y castellana, Mexico, en casa de Iuan Pablos, 1555.
Faraute de lenguas. Nauatlato

Ynterprete. Nauatlato.
Ynterpretar en otra lengua. Ni, nahuatlatoa.
Ynterpretación tal. Nauatlatoliztli.
MOLINA, fray Alonso de O.F.M., Vocabulario en lengua castellana y mexicana
[...] Vocabulario en lengua mexicana y castellana, en Mexico, en casa de Antonio de Spinosa, 1571.

1a parte castellana-mexicana:
Faraute de lenguas. nahuatlato.
Ynterprete o faraute. nahuatlato.
Ynterprete ser de otro. nite, nauatlatalhuia.
Ynterpretar en otra lengua. ni, nauatlatoa.
Interpretacion tal. nauatlatoliztli.

 

2a parte mexicana-castellana:

Nahuatlatalhuia. nite. ser nauatlato o interprete de otro.
Nauatlato.
faraute o interprete.
Nauatlatoa, ni. tener officio de faraute.
Nauatlatoliztli.
interpretación de faraute.

 

CORDOUA, fray Iuan, o.P., Vocabvlario en lengva çapoteca hecho y recopilado por..., Impresso en Mexico por Pedro Ocharte y Antonio Ricardo, 1578.

Interprete o naguatlato. Péniconήij, huéteteticha, huecuèchitícha.
Interprete mexicano. Conήijhuijchi. [ve]l cuijchi.
Interprete misteca. Conήijnóhui, quelayóhui.
Interprete zapoteca. Conήr¡ijzáa, conrήijquelazáa.
Interprete castellano o español. Conήij Castilla, conήijquela Castilla.

 

URBANO, fray Alonso, o.F.M., Arte breve de la lengua otomí y vocabulario trilingüe. Español-náhuatl-otomí, edición de René Acuña, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Filológicas, 1990 [manuscrito de 1605)]

Ynterprete, nahuatlato, angāyācqueyā. antipuancahiā.
Ynterpretar en otra lengua. ni nahuatlato. -tana yācqueyā, etcetera.
Interpretación tal, nahuatlatoliztli. nātiacqueyā, ecetera.32

 

ROBELO, Cecilio A., Diccionario de aztequismos ó sea catálogo de las palabras del idioma náhuatl, azteca ó mexicano introducidas al idioma castellano bajo diversas formas (contribución al idioma nacional), Cuernavaca, Imprenta del autor, 1904.

Nahuatlato.
Naguatato.
Nahua-tlato: nahuatl, el idioma de los Naoas ó Nahuas, hoy Aztecas o Mexicanos; tlatoani, el que habla: "El que habla el idioma nahuatl". "Faraute ó intérprete" dice Molina. Este aztequismo sólo se uso en los primeros años de la Conquista con la significación de "intérprete", refiriéndose a los indios que hablaban el castellano, ó á los españoles que hablaban el mexicano. —Bernal Díaz, en su Historia, estropeando la palabra, dice: naguatoto y Nacyavate. A la calle de México, llamada de Nahuatlato, tal vez se le dio este nombre porque en los primeros años después de la Conquista, viviera en ella algún intérprete.

 

MALARET, Augusto, Diccionario de americanismos, San Juan de Puerto Rico, 1925.

Naguatato. m. Méx. Intérprete indio que conoce la lengua náhuatl o mexicana. (Ac. Recoge el vocablo naguatlato que nadie usa. Rubio). El aztequismo nahuatlato sólo se usó en los primeros tiempos de la Conquista. Robelo).

 

SANTAMARÍA, Francisco J., Diccionario general de americanismos, México, Editorial Pedro Robredo, 1942, v. II.

Naguatate, com. naguatlato.
Naguatato, ta. m y f. Naguatlato.
Naguatlato, ta. (Del azt. náhuatl, el idioma de los nahoas y tlatoani, el que habla.) m y f. En tiempo de la conquista se llamó así en Méjico el indio que, sabiendo azteca, hablaba también el castellano y servía de intérprete. Tiene las variantes naguatate, naguatato, naguatlate; nahuatate, nahuatato, nahuatlate y nahuatlato.

 

ALONSO, Martín, Enciclopedia del lenguaje, Madrid, Aguilar, 1958, 3 v.

naguatlato, -ta (mej. náhuatl, el indígena de este nombre o mejicano, y tlatoa, hablar o abogar por otros). m. y f. Méj. Dic. del que sabe la lengua náhuatl. Es término de cultistas.

 

SANTAMARÍA, Francisco J. Diccionario de mejicanismos, México, Editorial Porrúa, 1959.

Naguatate. com. NAGUATLATO.
Naguatato, naguatata.
m y f. NAGUATLATO.
"Hizo intimidar al principal cacique, que, por medio de los naguatatos, o farautes (que son los intérpretes, que de no rendir la obediencia al gran emperador, Don Carlos rey de Castilla, haría lo mismo de ellos". (Recordación florida, t. II, p. 73).
Naguatlaca. com. NAHUATLATO.
Naguatlato, ta. m y f. NAHUATLATo. (La Academia se hace un lío: define esta variante y no define la voz originaria y propia: nahuatlato. Debió definir como en nahuatle y remitir como en nahuatle). Nahuatle. com. Nahuatle.
Nahuatlato, ta. Repite la misma definición de naguatlato y añade una cita de Artemio de Valle Arizpe sobre el topónimo Iztapalapan, sacada de la Historia de la ciudad de México, p. 203: "Debe ser ateniéndose a su etimología Iztapalapan de itztapalli, losa o piedra de las llamadas de rostro para pavimentar y apan que significa a la orilla del agua. Esta es la opinión del nahuatlato Alcocer.

 

FRIEDERICI, Georg, Amerikanisches Worterbuch und Hilfsworterbuch. Hamburg, Gram, de Gruyter & Co. 1960.

Nagualato, nahualato, naguatlato, naguatato, nahatato, aguatato, nagatate, naguacuato, naguacato. Dolmetscher, ein besonders in Neu-Spanien und auf den Philippinen geláufiges Wort; interprete, lengua o faraute; interpreter. (Intérprete, una palabra frecuente especialmente en la Nueva España y en las Filipinas).
Además de la definición, Friederici ofrece referencias de la palabra en Alonso de Molina, García del Pilar, Bernal Díaz del Castillo, Miguel López de Legazpi, Castaño de Sosa, Antonio de Morga y Manuel Orozco y Berra.

 

Diccionario de la lengua española, vigésima segunda edición, Madrid, Real Academia Española, 2001.

Naguatato, ta. ad. Se decía del indio mexicano que sabía hablar la lengua náhuatl y servía de intérprete entre españoles e indígenas.
Nahuatlato, ta. adj. En México se decía de quien sabía hablar la lengua náhuatl y servía de intérprete. // 2 . Versado en la cultura y lengua náhuatl.

 

GÓMZ DE SILVA, Guido, Diccionario breve de mexicanismos, México, Academia Mexicana, Fondo de Cultura Económica, 2001.

Nahuatlato, nahuatlata. (Del náhuatl nahuatlato, literalmente = persona que habla náhuatl, de náhuatl, nahuatl (lengua) + tlatoani, el que habla, de tlatoa, hablar.) adj., y m. y f. Versado en la lengua y cultura nahuas.

 

WOLF, Paul P. de, Diccionario español náhuatl, prólogo de Miguel León-Portilla, México, Universidad Nacional Autónoma de México/Universidad de Baja California Sur/Fideicomiso Teixidor, 2003.

Nahuatlato, m. ser —o intérprete naahuatlahtalhuiaa (C. M.).33

 

Montemayor, Carlos, coordinador, Diccionario del náhuatl en el español de México, México, Gobierno del Distrito Federal y Universidad Nacional Autónoma de México, 2007.

Nahuatlahto o nahuatlato. m. hablante, estudioso o traductor de la lengua náhuatl. De nahuatlahtoa, el que habla náhuatl.

 

BIBLIOGRAFÍA

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Notas

1 La definición de palabra, λέξις, es de Dionisio de Tracia según la traducción de Vicente Bécares Botas. Dionisio Tracio, Gramática, 2002, p. 50. En la lingüística actual la palabra es la "unidad léxica compuesta de uno o más morfemas, a la que corresponde un significado", en Elizabeth Luna et al., Diccionario básico de lingüística, 2005.

2 Cosa que suena bien así como campana, dice Molina en su Vocabulario de 1571. En la palabra tlatoa, Molina no marca la /h/ del saltillo, aunque en realidad lo lleva, ya que el verbo tlahtoa se compone a su vez de la partícula tla, marcadora de transitividad, algo, e itoa, decir, "decir alguna cosa". En este caso el saltillo indica la pérdida de la vocal i. En realidad Molina no registra los saltillos en sus vocabularios ni en su Arte. Cabe añadir que, al pasar al español, la palabra se escribió de muchas formas, como se verá a lo largo del trabajo. Ello se explica por ser préstamo de otra lengua y por la grafía vacilante del español hasta el siglo XVIII, cuando la Real Academia Española fijó la ortografía del castellano.

3 En el "Apéndice" final se describen los vocablos en estos dos vocabularios.

4 De ambos vocabularios se da la referencia en el Apéndice final.

5 Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España. La publica Genaro García, México, Oficina Tipográfica de la Secretaría de Fomento, 1904, cap. XLI.

6 Esta relación fue publicada por Joaquín García Icazbalceta en su Colección de documentos para la historia de México, t. II, p. 248-261. En el mismo volumen se publican cuatro "Relaciones anónimas" que corroboran los mismos hechos, es decir, la entrada de Nuño de Guzmán en tierras de Michoacán y Nueva Galicia.

7 Aparece en la crónica con el nombre de Uchichila (Huitzitzilan, lugar de colibríes).

8 "Relación de la entrada de Nuño de Guzmán que dio García del Pilar, su intérprete", p. 250.

9 El relato de estos hechos en la relación citada, p. 250.

10 Ciudad Real es autor también del Diccionario de motul maya español, publicado por primera vez por Juan Martínez Hernández en 1930.

11 El problema era que una noche en San Francisco de México hirieron en la cabeza al procurador general de todas las provincias y comisario de aquella corte, fray Pedro de Zárate, y estaba el convento "inquieto y alborotado" (cap. X, p. 74).

12 En 1582 otro capitán, Antonio de Espejo, había hecho una entrada a los territorios cercanos al río Bravo. No fue sino hasta 1595 cuando Juan de Oñate fundó ciudades cercanas a este río y reconoció parte de los actuales estados de Texas, Colorado y Arizona. La relación de Antonio de Espejo se titula "Expediente y relación del viaje que hizo Antonio de Espejo con catorce soldados y un religiosos de la Orden de San Francisco, llamado fray Agustín Rodríguez; el cual había de entender en la predicación de aquella gente," Está publicada en la Colección de documentos inéditos del Archivo de Indias, Madrid, 1871, t. XV, p. 151- 191.

13 Posiblemente esta lengua era una de las muchas del tronco hokano-coahuilteca que se hablaban en lo que hoy es Coahuila y Nuevo León.

14 Gaspar Castaño de Sosa, "Memoria del descubrimiento que Gaspar Castaño de Sosa hizo en el Nuevo México, siendo teniente de gobernador y capitán general del Nuevo Reino de León (27 de julio de 1590)," en Colección de documentos inéditos del Archivo de Indias, Madrid, 1871, t. XV, p. 191-261.

15 Para la relación de las familias yutonahua y kiowa-tanoa, vid. Kenneth Hale and David Harris, "Historical Linguistics and Archeology" en Handbook of Norh American Indians, Southwest, Alfonso Ortiz, volume editor, Washington, 1971, p. 170- 177.

16 Una narración de estos sucesos es la contenida en la obra de Antonio M. Molina, Historia de Filipinas, 1984, v. I, p. 57-68.

17 "Carta de Miguel López de Legazpi al virrey de Nueva España", en Archivo del bibliófilo filipino, 1905, t. V, p. 462.

18 La región de Macabebe es la actual provincia de Pampanga.

19 La importancia de este comercio con la Nueva España puede verse en Carmen Yuste, Emporios transpacíficos. Comerciantes mexicanos en Manila, 1710-1815, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2007, p. 21-31.

20 Los sangleyes eran comerciantes chinos asentados en Manila, muchos de ellos en forma ilegal. Sobre ellos puede verse Antonio de Morga, Sucesos de las Islas Filipinas, Madrid, 1997.

21 Fray Juan de Torquemada, Monarquía indiana, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1975.

22 En aquel año fueron martirizados un grupo de franciscanos, entre ellos San Felipe de Jesús (1572-1597).

23 Antonio de Morga, doctor en derecho en Salamanca fue alcalde de Baracaldo. Fue destinado a Filipinas en 1593 y vivió en Manila de 1595 a 1603. Después de ejercer el cargo de Alcalde del crimen en la Nueva España, fue nombrado en 1613 presidente de la Audiencia de Quito hasta su muerte.

24 Antonio de Morga, Sucesos de las Islas Filipinas, prólogo de Patricio Hidalgo Nuchera. Madrid, 1997, p. 208-209. En esta obra narra la historia de las Islas desde la llegada de Urdaneta y Legazpi hasta el año de 1606. Se publicó por vez primera en México, en 1609. Está traducida al inglés, francés, japonés y tagalo.

25 Ibid, p. 209.

26 Henning Klötter, "The Earliest Hokkien Dictionaries", Missionary Linguistics IV Lingüística misionera, IV, p. 321. En este artículo, el autor analiza varios vocabulario y dos artes cuyos títulos se dan a continuación: Arte y vocabulario de la lengua china, del agustino Matín de Rada, anterior a 1580; Dictionarium sino-hispanicum del jesuíta Pedro Chirinos, 1604, manuscrito de 83 fojas conservado en la Biblioteca Angelica de Roma; Vocabulario de la lengua sangleyapor las letras A. B. C, anónimo compilado entre 1609 y 1648, manuscrito de la British Library; Dictionario hispanico-sinicum, manuscrito conservado en el Archivo de la Universidad de Santo Tomás de Manila; Vocabulario hispanico y chinico, conservado en el Archivo de la Universidad de Santo Tomás de Manila. A esta lista hay que añadir el Diccionario de la lengua chincheo, muy extenso, hoy perdido, del cual hizo una descripción Jean Pierre de Remusat (1788-1832), el Arte de la lengua chiochiu, conservado en la British Library y el Arte de la lengua chio chiu de Melcior de Mançano, 1620, manuscrito de la Universidad de Barcelona.

27 "Declaración que hizo Tomas de Alzola maestre de la nao nombrada Santa Ana que robaron los yngleses..." en Californiana I. p. 72- 79, edición estudio y notas por W. Michael Mathes

28 La historia de lo que siguió se puede ver en Californiana I, p. 66-90. En realidad, según me informa por carta Michael Mathes, la palabra aparece en muchos documentos relativos a la historia del Pacífico contenidos en la serie editada por él bajo el título de Californiana, como la embajada de Sebastián Vizcaino al Japón. Inclusive aparece en documentos de Drake publicados por Zelia Nutall en la Hakluyt Society, New Light on Drake. De manera que la información aquí presentada es sólo una muestra de la mucha que existe.

29 Francisco Xavier Clavijero, Reglas de la lengua mexicana con un vocabulario, edición, introducción, paleografía y notas de Arthur J. O. Anderson, prefacio de Miguel León-Portilla, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1974.
Rémi Siméon, Dictionaire de la langue nahuatl ou mexicaine, París, Imprimerie Nacional, 1885. Hay traducción al español de Josefina Oliva de Coll. México, Siglo XXI editores, 1977.

30 El Informe fue editado en 1967 en papel Biblia, con muy bonito formato y una ilustración de un nahuatlato tomada del Códice Osuna.

31 El orden es puramente cronológico según la fecha de aparición de los diccionarios para que el lector pueda reconstruir el proceso histórico de la vida de la palabra. La palabra se presenta con la grafía con la que aparece en cada diccionario.

32 El signo diacrítico encima de la a corresponde a un fonema nasal según explica el primer gramático del otomí, fray Pedro de Cáceres en su Arte de la lengua othomí publicado en 1907 por Nicolás León, p. 40. En este autor y en Urbano el signo aparece como una omega extendida.

33 Abreviaturas de Carochi y Molina.

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