Introducción
Uno de los eventos geopolíticos que gozarán de considerable atención en los años venideros es la reciente anexión de Crimea por parte de La Federación Rusa. Dicha anexión confirma lo que Timor Oriental (2002), Kosovo (2008), Osetia del Sur (2008), Abjasia (2008) y Sudán del Sur (2011) habían planteado después del fin de la Guerra Fría: los cuestionamientos y cambios fronterizos no habrían de detenerse como resultado del fin de la disputa político-ideológica del siglo xx. Tampoco las olas democratizadoras lograron alterar significativamente las ancestrales disputas geopolíticas.
La anexión de Crimea a inicios de 2014 ha generado una gran variedad de explicaciones, como la personalidad de Putin,1 el intento por restablecer la Unión Soviética, la respuesta al encirclement ruso que la expansión sin fin de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) significa, el intento de atracción de la economía y el mercado ucraniano hacia la órbita de la Unión Europea (UE), la simple culpa de la Federación Rusa,2 entre otras. Sin duda, no existe una explicación monocausal, por lo cual tratar de validar alguna de las aproximaciones descartando las demás resulta incorrecto. Partiendo de una revisión del tratamiento que algunos realistas han dado a la población, el presente artículo ofrece una explicación adicional, desde lo que llamaremos "realismo demográfico", que sin pretender descartar las explicaciones ya mencionadas bien podría dar nueva luz al entendimiento de la anexión, al tiempo que ayudar a entender futuros escenarios bajo los cuales sea posible una ulterior expansión territorial rusa. La bibliografía realista presenta diversas referencias en torno a la importancia de la población como elemento del poder de un Estado; sin embargo, no siempre se ha puesto el énfasis suficiente en el papel de ésta. En ocasiones, el papel de la población queda oculto o subordinado al rol que juega dentro de la economía. Adjetivar el realismo, como lo hacemos al hablar de un realismo demográfico, permite devolver a éste, al menos cualitativamente, parte del poder explicativo que puede haber perdido cuando se usa, lo que es un poderoso enfoque, de manera genérica. Así pues, el uso adjetivado del realismo le brinda nuevas posibilidades. Sin pretender edificar una nueva teoría derivada del realismo, lo que en este artículo se presenta como realismo demográfico ayuda a devolver la centralidad que la cuestión demográfica merece dentro del análisis de la expansión territorial rusa en 2014, y a vaticinar futuros escenarios.
La aproximación de este artículo, para su cabal comprensión, requiere de un análisis de la demografía rusa heredada de la Unión Soviética y de su evolución durante poco más de dos décadas de vida independiente del Estado ruso. Por lo tanto, el estudio explica la crisis poblacional que empezó hacia los últimos años de la era soviética y que se ha profundizado en la era post-soviética. Importante mención merece lo sucedido con la emigración que siguió a la disolución de la URSS, por un lado, y la inmigración hacia la Federación Rusa en años recientes.
La anexión de Crimea es planteada en este trabajo como una solución a varios problemas: a la crisis poblacional, a cuellos de botella militares, a preocupaciones y dilemas en la política migratoria, a los problemas de la ampliación del mercado doméstico y regional, a los problemas fiscales, así como al rol que Osetia del Sur, Abjasia y ahora Crimea juegan como una doble reserva territorial y poblacional para el país.
En el último apartado se analiza el rol que podrían jugar, por un lado, la Unión Económica Euroasiática (UEE), como posible solución no territorial a la crisis demográfica, y, por otro lado el papel que Occidente podría tener al aceptar el "no entorpecimiento" de dicha Unión como solución de corto y mediano plazo a la expansión territorial rusa.
Explicaciones en torno a la anexión rusa de Crimea
Desde la crisis con Georgia en 2008, y quizá antes, con motivo de las guerras del gas, ha sido común el análisis de la geopolítica rusa como resultado de la personalidad de su líder, Vladimir Putin.3 La propensión de Putin a violar el derecho internacional también es frecuentemente invocada por los analistas occidentales. Por ejemplo, Michael Crowley y Simon Shuster4 consideran que Putin de forma unilateral ha reafirmado el derecho ruso de proteger a sus conciudadanos fuera de la Federación Rusa, lo cual es una afrenta al orden de post Guerra Fría. Strobe Talbott, presidente de la Brookings Institution, argumenta que Putin ha hecho del chauvinismo y del irredentismo la base de la política rusa.5 Otra explicación, verbalizada por el primer ministro ucraniano, Arseny Yatseniuk, es la del intento de restauración de la Unión Soviética.6
Una explicación menos enfocada en las personas es la tesis del encirclement. Crowley y Shuster advierten sobre el malestar que la expansión de la OTAN, la cual incluyó a Polonia y los Estados del Báltico, provocó en Putin. Tal sentimiento fue expresado en marzo por Putin a la Duma: "La OTAN sigue siendo una alianza militar y nosotros estamos en contra de tener una alianza militar sintiéndose en casa justo en nuestro patio trasero o en nuestro territorio histórico".7
Por su parte, los editores de The Nation advierten sobre cómo la reciente modificación de fronteras rusas es el fruto amargo de un arreglo profundamente fallido de la post Guerra Fría, que se parece más a Versalles que a Bretton Woods.8 El actual arreglo ha generado inflamación por la decisión miope estadounidense de expandir la OTAN hacia el Este y perseguir otras políticas destinadas a aislar a la Federación Rusa, al tiempo que se han ignorado los intereses de ese país. Mearsheimer también se adhiere a quienes consideran que la expansión de la OTAN por parte de Estados Unidos y de sus aliados europeos carga con la mayor parte de la responsabilidad por la crisis ucraniana-rusa, al tratar de integrar a Ucrania dentro de la órbita occidental.9 Mearsheimer considera legítima la reacción rusa al prevenir que Occidente maniobre en su 'patio trasero' y considera legítima la preocupación rusa por defender sus intereses vitales.
La intervención de la OTAN en Kosovo ha servido a la Federación Rusa como un precedente legal para la toma militar y constitucional de una provincia de un Estado vecino. El National Review destaca que incluso especialistas conservadores en derecho inter nacional,10 como Jeremy Rabkin, advirtieron en ocasión de las acciones en Kosovo sobre la violación legal del principio de la nointervención en los asuntos internos de un Estado soberano, acción que podría tener un efecto búmeran para Estados Unidos.
Stephen Walt también considera que la raíz del conflicto Federación Rusa-Ucrania está en las invasiones históricas sufridas por la primera, lo cual ha causado una alta sensibilidad a las acciones de sus vecinos. Para Walt, es claro que la Federación Rusa ha sentido por un largo tiempo que Estados Unidos promueve el constante movimiento de las instituciones occidentales dentro de su esfera de influencia, en especial desde el colapso de la URSS.11 De hecho, Walt considera que la invasión rusa a Georgia fue una forma de enviar un mensaje a Occidente de que la ulterior expansión de la OTAN hacia el Este sería resistida por la Federación Rusa por cualquier medio necesario.12
No sólo es el crecimiento de la OTAN lo que preocupa a la Federación Rusa, sino también el ensanchamiento de la UE, lo cual es percibido por los líderes rusos como el caballo de Troya para la expansión de la OTAN.13 Tales expansiones también han cuestionado la ingeniería social rusa y de otros Estados del espacio post-soviético, y con esto la autodeterminación de los Estados resultantes. Mearsheimer explica cómo el apoyo de Occidente de las revoluciones de colores, como la Revolución Naranja en Ucrania en 2004 y en 2014, en Maidan, han ocasionado reacciones negativas en la clase política rusa. Por su parte, Carl Gershman escribió en septiembre de 2013 en The Washington Post: "Los rusos también enfrentan una decisión y Putin mismo puede hallarse en el bando perdedor, no sólo en el Cercano Extranjero sino dentro de Rusia misma".14 Mearsheimer también documenta el interés de personajes tan influyentes como John McCain y del embajador estadounidense en Ucrania, Geoffrey Pyatt, y denuncia la participación de éstos en el golpe a Yanukovich. Respecto al embajador, recupera sus palabras el día de la caída de Yanukovich: "fue un día para los libros de historia".15
Entre la miríada de posibles explicaciones que dan cuenta de la anexión rusa de Crimea, la última interpretación común que se maneja en esta sección, antes de abordar la explicación propia, es aquella que señala que la crisis ucraniana fue resultado de la intromisión europea y de decisiones de la derecha ucraniana que ponían en riesgo la formación del principal objetivo de política exterior rusa, es decir, la formación de la Unión Económica Euroasiática.
Los elementos de poder según la Realpolitik
Para Christopher Spencer es claro que la situación en Crimea demuestra que el realismo político sigue siendo la teoría dominante que gobierna las relaciones internacionales en la actualidad.16 Bajo esta lógica, cuando los principios de la negociación, la cooperación, etc., entran en conflicto con conceptos como el interés nacional y la expansión del poder, casi siempre pierden los primeros. Bien reconocen los editores de The Nation que a pesar de que a la prensa occidental le gusta negar los intereses de los adversarios y distorsionar los contextos, con lo cual han convertido a Putin en el villano, la realidad geopolítica indica que Ucrania es central para la seguridad rusa, por lo cual la expansión de la OTAN, así como un potencial desplazamiento de las bases rusas en Ucrania o bien la acogida de la flota estadounidense o de la OTAN en el mar Negro, no pueden ser considerados como miedos irracionales. Al respecto, los editores de The Nation recuerdan que, no obstante las promesas de George H. Bush de no extender la alianza noratlántica, ocho ex miembros del Pacto de Varsovia y los Estados del Báltico han sido incorporados a la OTAN, e incluso se ha utilizado a Georgia como puesto de avanzada militar. Los editores se cuestionan sobre lo que pensaría cualquier administración estadounidense acerca de la decisión de México de entablar una alianza militar con la Federación Rusa.17
Dentro del ajedrez de la geopolítica del siglo XXI, no sólo es la Federación Rusa la que se conduce según los designios del realismo. Crowley y Shuster notan que tanto Alemania, producto de Nordstream,18 como Francia, producto de la venta de un porta-helicópteros a la Federación Rusa, han relejado las sanciones originalmente contempladas o impuestas a dicho país.19
Si se parte de la premisa de que el realismo sigue vigente en el siglo XXI,20 es preciso hacer un breve repaso por algunos de sus postulados. La intención es encontrar dentro de éstos las referencias a la demografía como componente central del poder de los Estados. A mediados del siglo xx, Hans Morgenthau aseguraba que los componentes del poder nacional incluían: la geografía, los recursos naturales, la capacidad industrial, la presteza militar, la población, el carácter nacional, la moral nacional, la calidad de la diplomacia y la calidad del gobierno.21 La población era contabilizada por Morgenthau dentro de los elementos constantes del poder. Morgenthau otorgaba un valor especial a la población, pues advertía que se requiere una gran población para el control efectivo del territorio, para operar la industria, la agricultura y para montar un ejército.
Paul Kennedy también identifica una clara conexión entre el auge y caída económica de una gran potencia y su crecimiento y declive como una potencia militar importante (o como un poder mundial).22 Es claro que, como veremos más adelante con Mearsheimer,23 un gran PIB requiere de una gran población; entonces también el declive de una potencia militar puede ser una consecuencia de una población decreciente.
Kenneth Waltz, al inicio del orden emergente de la post Guerra Fría, también otorgaba un valor importante a la población.24 Por un lado, Waltz consideraba que tanto la URSS como su sucesor, la Federación Rusa, eran importantes actores internacionales, no sólo gracias al formidable poder militar, sino a una combinación de factores, entre los que destacaban: el tamaño de la población, el territorio, la dotación de recursos. El autor listaba otros factores que la Federación Rusa no tuvo en su momento, pero que hoy, bajo Putin, contempla, como la capacidad económica y la estabilidad política; y otro, que aunque debatible no cuenta con él, la competencia (por lo menos comercial). El punto es que para Waltz, al igual que antes para Morgenthau, el tamaño de la población es un punto medular del poderío nacional. Es en parte gracias al tamaño de la población que Waltz incluye a China, Japón o algún Estado de Europa Occidental como Alemania, como candidatos a grandes potencias al finalizar la Guerra Fría, aunque reconocía que no hay un solo elemento que sin la combinación con otros pueda por sí mismo levantar a un Estado hacia el estatus de gran potencia. Waltz alegaba que dada la imposibilidad de convertirse en una gran potencia por el solo hecho de tener armas nucleares, otros elementos, como los que tiene la Federación Rusa, una gran población, un vasto territorio y considerables recursos naturales, pueden compensar ciertas debilidades. La Federación Rusa, con su tamaño, su población y su posición geográfica está llamada a ser una gran potencia defensiva. Años después, en una entrevista, Waltz25 consideraba a China y la India, ambas indiscutibles potencias demográficas, como las grandes potencias en el horizonte. Al igual que Mearsheimer, advertía que la Federación Rusa ha dejado de serlo.
Mearsheimer, como otros realistas que lo precedieron, argumenta que el poder está basado en las capacidades materiales particulares que un Estado posee. El autor divide el poder en dos tipos: el poder latente y el poder militar. El poder latente se refiere a los ingredientes socio-económicos que conlleva la construcción de un poder militar. El poder latente tiene como base la riqueza del Estado y el tamaño de la población. Mearsheimer asegura que el poder latente es muy importante para los Estados ya que una riqueza abundante y una gran población son los prerrequisitos para construir una fuerza militar formidable.26 Para Mearsheimer, el tamaño de la población cuenta y mucho, ya que las grandes potencias requieren de grandes armadas, mismas que sólo pueden formarse en países con grandes poblaciones. El autor advierte que los Estados con pequeñas poblaciones pueden ser ricos, pero no grandes potencias. La importancia de contar con una gran población para Mearsheimer no sólo es militar, sino económica, toda vez que el otro componente del poder latente es la riqueza. Mears heimer sostiene que sólo las grandes poblaciones pueden producir gran riqueza, el otro bloque del poder militar.27
Mearsheimer observa que no toda gran población asegura una gran riqueza, pero una gran riqueza sí requiere invariablemente de una gran población.28 Al analizar la crisis Federación Rusa-Ucrania, Mearsheimer29 advierte que la Federación Rusa no es una potencia en ascenso, sino una potencia en declive, especialmente por dos razones: por su demografía y por su economía unidimensional. Dadas estas realidades, el autor juzga innecesario contener a la Federación Rusa, al tiempo que considera que la postura occidental sólo incentiva a la Federación Rusa a comportarse de forma violenta.
Incluso Fareed Zakaria, con su realismo no estructural sino centrado en el Estado, no niega los componentes materiales del poder, no obstante considerar que el análisis del poder estatal vs. el poder nacional es clave para entender la política internacional.30 Al advertir que el poder del Estado es una función del poder nacional, Zakaria reconoce que el Estado extrae su poder del poder nacional para sus fines. Entonces, aun cuando los hombres de Estado pueden usar de diversas maneras los recursos de poder de los que dispone la nación, se requieren los beneficios que, como los otros realistas reconocen, da el contar con una gran población.
Para concluir el presente apartado, Nicholas Eberstadt advierte que la crisis poblacional es tal que dados los patrones demográficos tan anormales y peligrosos, el Kremlin ha introducido nuevos y ambiciosos programas con el fin de revertir la espiral demográfica descendente. Entre los programas está el otorgar diez mil dólares en créditos y subsidios a las madres que tengan un segundo o un tercer niño. Los resultados han logrado aliviar un poco el colapso poblacional.31 Lo que parece un hecho para Rosstat,32 incluso ante los escenarios más optimistas, es que una mayor caída de la población sólo puede ser detenida por medio de la migración masiva desde el exterior.33 Este artículo plantea que, como resultado de que la migración masiva desde el exterior ha sido inhibida por diversos factores, el Estado ruso impulsó su reemplazo en 2014, por otros medios, es decir en forma de la anexión de Crimea. La desesperada medida del Kremlin, disfrazada en una retórica de reivindicación histórico-nacionalista, puede ser entendida siguiendo la advertencia de María Lodahl, al señalar la doble tendencia demográfica rusa, al declive de la población y al envejecimiento de ésta: "Rusia percibe esto no sólo como una amenaza económica, sino también como una amenaza geopolítica".34 De esto trata principalmente el presente artículo.
Peculiaridades de la demografía rusa
No son sólo los realistas los que hablan de la centralidad de la población; también, y más importante aún, la clase política en la Federación Rusa se ha dado cuenta de la primacía que tiene la situación demográfica del país. Al respecto, Eberstdat considera: "Quizá entre todos los acontecimientos dolorosos de la sociedad rusa, desde el colapso soviético, el más sorprendente de todos -el más desalentador- es el del declive demográfico del país. En las dos décadas pasadas, Rusia ha sido atrapada por una devastadora y altamente anómala crisis poblacional en tiempos de paz".35
Eberstadt añade que esta crisis amenaza la perspectiva económica, las ambiciones de modernización y desarrollo, e incluso la seguridad de la Federación Rusa. De hecho, en 2007, el ex primer ministro ruso, Sergei Stepashin advertía que "la reducción en el tamaño de la población y la reducción de la densidad de población [...] generará el peligro de debilitar la influencia política, económica y militar rusa en el mundo".36
Siete años antes de la declaración de Stepashin, en julio de 2000, el presidente Putin alertaba sobre la amenaza de que la Federación Rusa se convirtiera en un país senil. En el mismo año, en su primer informe a la nación, Putin describió la situación demográfica del país como "alarmante" al tiempo que advertía que "la supervivencia del país estaba en riesgo".37
En enero de 2005, el Consejo de Seguridad de la Federación Rusa consideraba el declive poblacional como "catastrófico" y notaba que podría incluso reducir en una tercera parte la población rusa para mediados del siglo en curso.38 Posteriormente, Putin, en 2006, durante su informe de gobierno identificó la demografía como "el problema más grave que enfrenta el país actualmente".39 Más adelante, en la Estrategia de Seguridad Nacional de 2009, durante la administración de Dmitri Medvédev, la situación demográfica rusa se contemplaba como una de las "nuevas amenazas a la seguridad" del país.40
Lo anterior, por lo que respecta a declaraciones de hombres de Estado. La relevancia de la demografía también ha sido objeto de estudio de los académicos rusos. Por ejemplo, Leonid Rybakovskii observa: "Desde la década de 1990 y hasta mediados de la primera década del siglo XXI, en todos los lugares de Rusia, salvo unas cuantas regiones en el Cáucaso Norte,41 se experimentó un declive poblacional".42 Esto llevó a que para inicios de 2006 la población del país fuera menor en seis millones de habitantes respecto a la población de 1993, lo cual representaba una pérdida poblacional promedio anual de 430 000 personas. Incluso hay estudios serios, como uno de Naciones Unidas43 que plantea escenarios en los cuales, de continuar las tendencias de baja fertilidad y alta mortalidad, la población rusa podría descender a 125-135 millones para 2025 y a 100 millones para 2050.
Rybakovskii considera que la explicación del alza en las tasas de mortalidad en la Federación Rusa y el declive en la expectativa de vida es antes que nada sistémica.44 El empeoramiento en la salud y la tasa creciente de mortalidad han sido causadas por el colapso del sistema de salud y sanidad. Lodahl, por su parte, destaca la diseminación epidémica de las enfermedades de transmisión sexual después del colapso de la URSS.45 Lo que Lodahl concluye es que las discontinuidades en la conducta reproductiva y en otros ámbitos de vida en la Federación Rusa están asociados con los cambios políticos y sociales que implicó la transición de una economía centralmente planificada hacia una de mercado. Tom Parfitt agrega que algunas de las causas de muerte en la Federación Rusa (alcoholismo, tuberculosis, VIH-SIDA, accidentes carreteros, suicidios) no son naturales pero sí erosionan la población a tasas alarmantes.46 Otros factores que dan cuenta de la singular crisis demográfica, según Rybakovskii,47 son la falta de acceso de una porción considerable de la población al descanso apropiado y el ocio, la falta de cuidado en las normas de protección laboral y las regulaciones de seguridad, así como el estrés, el empeoramiento del crimen y un uso creciente de narcóticos, además de un importante crecimiento en la tasa de suicidios.48
Fue apenas en la segunda mitad de la primera década del siglo XXI que se dio una mejoría sistemática en la situación demográfica rusa (aunque este avance es insuficiente afirma Rybakovskii). No obstante presentarse una "mejoría", el mismo autor advierte que todos los indicadores demográficos rusos son significativamente peores que los de la década de 1980.49 La mejoría coincide con la implementación de una política demográfica activa en 2006-2010. No obstante lo anterior, dadas las tasas actuales de mortalidad y nacimiento, los niños sólo pueden reemplazar a sus padres en un 74% (en 2005 la cifra era de 60%).50 En 2009, por primera vez en 17 años, el tamaño de la población del país no declinó, en parte como resultado de que la migración compensó la pérdida natural de población.51 Lo mismo sucedió en 2010.
Hay cuatro problemas demográficos sistémicos para la Federación Rusa: el menor número de mujeres en edad reproductiva, la edad creciente para que la mujer tenga su primer hijo (25.8 años en 2000 y 27.4 años en 2009), el porcentaje creciente de la población anciana52 y el declive en el potencial migratorio de los países en el cercano extranjero. Esto, según Rybakovskii, hará que "Rusia al final encare una situación demográfica extremadamente difícil".53
Con particular importancia dentro de los cuatro problemas sistémicos mencionados en el párrafo anterior, y para los fines de este artículo, está el hecho de que los países que resultaron del espacio postsoviético muestran un declive sustancial en su potencial migratorio hacia la Federación Rusa. Rybakovskii estima que de los 25.3 millones de personas de filiación rusa que habitan allende sus fronteras, el potencial migratorio no excede de los cinco millones. La migración anual debería ser de entre 350 000 y 400 000 personas, comparada con la actual de 250 000.54
Como puede verse, la cuestión migratoria es un punto nodal para la Federación Rusa. Lodahl considera que no es necesariamente la cantidad reducida de migrantes el problema, sino que muchos de los rusos (que habitan en la Federación Rusa) o de los rusos étnicos (que viven más allá de las fronteras de la Federación Rusa) han decidido emigrar al resto del mundo, sobre todo desde 1987, cuando las nuevas leyes lo permitieron.55 Esto representa una sangría de población altamente educada, de trabajadores culificados y en general de capital humano. Lodahl contrasta la calidad de la gente que emigra al resto del mundo con la que entra a la Federación Rusa, y considera que los que entran al país tienen menor calidad. La concepción de política migratoria para 2025 reconoce la reubicación de migrantes permanentes como una de las fuentes de crecimiento del país y como una de las necesidades para el desarrollo continuo del mismo.56
Dos importantes políticas ponen de manifiesto la importancia que el Estado ruso da a la situación demográfica del país: la primera es la Concepción de Política Demográfica, aprobada por decreto presidencial en octubre de 2007. Entre sus objetivos está: a) para 2015, incrementar la población a unos 142-143 millones; b) incrementar la población a 145 millones para 2025; c) aumentar la expectativa de vida a 70 años para 2015; y d) incrementar la expectativa de vida a 75 años para 2025.57 La segunda política que retoma el problema demográfico es el Concept for the Russian Federation's State Policy on Migration up to 2025, aprobada por el presidente en junio de 2012. Dicha política tiene entre otros objetivos: fortalecer la seguridad nacional del país; estabilizar e incrementar el tamaño de la población permanente de la Federación Rusa; y ayudar a su economía en las necesidades actuales y futuras de fuerza laboral, modernización, desarrollo innovador y alta competencia. Entre las tareas estatales, dicho concepto incluye la creación de condiciones e incentivos para la reubicación permanente hacia la Federación Rusa de compatriotas en el extranjero. Llama también a implementar el National Program for Supporting Voluntary Migration of the Compatriots Residing Abroad to the Russian Federation, mismo que fue aprobado en 2006 y lanzado en 2007.
Respecto a la preocupación migratoria, Rybakovskii concluye que la escala de la migración potencial hacia la Federación Rusa será menor cada año que pasa y considera dicha disminución desde los países que alguna vez integraron la URSS, ocurrida en los veinte años posteriores al colapso de la URSS, como un grave problema para la Federación Rusa.58 Rybakovskii estima que la migración potencial de rusos étnicos en el Cercano Extranjero no excede los cinco millones. Por ejemplo, en un comparativo de 2009 y 2010, Katarzyna Jarzynska, basándose en cifras oficiales, ilustra cómo entre los catorce Estados que componen el Cercano Extranjero ruso, sólo dos -Estonia y Letonia- muestran un incremento en la tasa migratoria neta hacia la Federación Rusa.59 Lituania permanece igual, mientras que la tasa de migración neta hacia la Federación Rusa desciende en los otros once Estados.
Rybakosvkii apunta que desde 2007 se tomó una serie de medidas estatales como impulsar el tener un segundo y tercer hijo, reducir la edad del matrimonio, apremiar el nacimiento del primer hijo, beneficios en pensiones, etc.60 Sin embargo, prácticamente cualquier estudio serio en materia demográfica considera que las políticas, que ciertamente han logrado detener la sangría poblacional, resultan insuficientes en el mediano y largo plazo. Por lo anterior, es que en este estudio se considera que la administración de Putin ha visto en la anexión de Crimea una solución más duradera, aunque quizá no excluyente de las políticas convencionales de estimulación demográfica.
Aunque la crisis poblacional tiene efectos en prácticamente cualquier rubro de la economía y la sociedad, Rybakovskii se pregunta, literalmente, si el país (su integridad territorial) podrá sobrevivir sin gente. Y su respuesta es: es poco probable. Dadas las actuales condiciones demográficas, sobre todo en la zona asiática, no puede instalarse un ejército competitivo, no puede florecer industria, ni haber una hacienda fuerte, mucho menos un mercado doméstico que detone futuras actividades económicas si no logra antes revertirse los patrones demográficos adversos, incluso después de la "mejoría" post-2007. Aunque, en los últimos años, la expectativa de vida al nacer ha mejorado, lejos se está de revertir las tendencias decrecientes de la población de las últimas dos décadas; por ejemplo, para el periodo eneroabril de 2014, el número de decesos excedió en 4.6% al número de nacimientos. Sin embargo, después de la anexión de Crimea, la población de la Federación Rusa creció hasta alcanzar 146 millones de personas, gracias a la incorporación de 2.3 millones de habitantes en Crimea.61 Si se observa que los cálculos para 2025, de acuerdo con el Servicio Federal de Migración,62 fluctuaba entre los 142.8 millones y los 145.6 millones de personas, es claro que la anexión de Crimea es consistente con las metas estatales.
El problema migratorio, por su parte, no es meramente un asunto cuantitativo. La cuestión nacional, que empieza, aunque no se limita, en lo lingüístico, plantea el problema adicional de que la Federación Rusa no sólo requiere migrantes, sino que requiere que éstos tengan ciertas competencias lingüísticas para poder integrarse sin mayores dificultades a la sociedad rusa, en la que deben estudiar o trabajar. Adicionalmente, está el problema étnico, aunque no se lo abordará dentro del presente artículo. El análisis se limita al problema lingüístico. En Ucrania, por ejemplo, los líderes ultranacionalistas que depusieron a Viktor Yanukovich, repudiaron la ley de 2012 que permitía que el ruso y otras lenguas minoritarias fueran usadas localmente.63 En un sentido contrario tenemos a Bielorrusia, Estado que no obstante tener una mala reputación internacional, bajo Lukashenko (presumiblemente un dictador), en 2009 prometió mantener la paridad entre las lenguas bielorrusa y la rusa. Lukashenko se apegó a los resultados del referéndum y reconoció que "la discusión sobre la lengua en el país no beneficiaba a nadie".64
El problema de la lengua rusa no debe ser visto como algo menor dentro del enfoque del realismo demográfico.65 Esto es importante sobre todo si se atiende el hecho de que durante los últimos años del imperio soviético, el ruso tenía un papel dominante dentro de la URSS y, como señala William Fierman, "en una amplia gama de dominios, el ruso había desplazado a las lenguas titulares de muchas minorías soviéticas".66 Fierman observa que, quizá con la excepción de Bielorrusia, el perfil del idioma ruso dentro del espacio post-soviético es mucho menor que al momento del colapso de la URSS. El rol del ruso era especialmente importante en el Asia Central a diferencia de lo que pasaba en las repúblicas bálticas y en el sur del Cáucaso. El papel del ruso era tan importante que Fierman destaca que según datos del censo, en 1990, "no obstante más de 98% de la población kazaja y kirguisa consideraban al kazajo y al kirguís como su lengua nativa, muchos de ellos, especialmente en áreas urbanas, tenían un dominio muy limitado de dichas lenguas".67 El estatus oficial del ruso sólo es otorgado en tres de los países de la ex URSS: Bielorrusia, Kazajistán68 y Kirguistán.69 En la actualidad, mientras que el ruso es una lengua oficial a la par del kazajo, ha desaparecido virtualmente como lengua de uso en los órganos legislativos y las oficinas de gobierno en el Báltico y en el sur del Cáucaso.70 Clifford Levy ejemplifica la situación lingüística prevaleciente en el Cáucaso. Levy observa que existe "una brigada de nativos anglófonos reclutados por el gobierno de Georgia para propiciar una revolución lingüística".71 De acuerdo con Levy, "El objetivo es hacer de Georgia un país en el que el inglés sea tan común como lo es en Suecia, y en el proceso, reemplazar al ruso como la segunda lengua dominante".72 Las políticas tienen como objetivo que toda escuela del país tenga por lo menos un anglófono nativo. Para Levy, esta competencia lingüística va más allá de la comunicación, tratándose para los rusos, según su opinión, del estatus de la lengua rusa como una suerte de barómetro de su influencia.
Un dato que alarma a las autoridades migratorias rusas es el reporte del Servicio Federal de Migración, según el cual hasta 80% de los migrantes menores de 30 años no hablan ruso.73 Esto entra en conflicto con una ley que requiere que los trabajadores extranjeros que laboren o planeen desempeñarse en servicios públicos, comercio y servicios deben validar su conocimiento de ruso desde el 1 de diciembre de 2012. Esto incluye a los ciudadanos extranjeros de países que no requieren visado ruso.
En el ciclo escolar 2001-2002, por ejemplo, en el Caúcaso, la situación es muy diferente a la del Asia Central, en donde el ruso es materia obligatoria y las clases en ruso son comunes en Kazajistán y Kirguistán. Aun cuando los niños estudien en su lengua nacional, muchos materiales están disponibles sólo en ruso.74
Algo que debería de preocupar a los líderes rusos, al menos desde el enfoque planteado, de realismo demográfico, es que a la par de la emigración, el cambio en la composición étnica del Asia Central ha sido moldeada por tasas más altas de natalidad entre los miembros nacionales titulares que entre los eslavos.75 Esto es relevante, ya que, como señala Eberstadt, la migración, principalmente la de los Estados anteriormente soviéticos, ha amortiguado la crisis poblacional, pero no la ha solucionado.76 De hecho, la Federación Rusa ocupa el segundo lugar mundial con 11 millones de migrantes que habitan en ella, lo cual ubica al país sólo por debajo de Estados Unidos, como receptor de migrantes.77 El problema con la perspectiva de la migración no es tanto cuantitativa como cualitativa, toda vez que la política educativa en el espacio post-soviético tiende a la des-rusificación, lo cual se traduce en que los inmigrantes del Cáucaso y del Asia Central hablan menos ruso que sus padres, lo cual dificulta su integración a la sociedad rusa. No obstante ocupar el segundo lugar entre los países receptores de migrantes, la Federación Rusa ha tenido un ligero descenso como país captador de migrantes en la primera década del siglo XXI (de 12 millones en 2000 pasó a 11 millones una década después). Otro problema es que, a diferencia de Europa y según reportes del Servicio Migratorio Federal Ruso, sólo un porcentaje menor de los migrantes internacionales se ha establecido temporalmente (como residente temporal) o permanentemente en la Federación Rusa (718 600 personas).78 Al respecto, Olga Kirilova, jefa del Servicio de Migración de Moscú, comenta: "Es muy molesto que los representantes de la región de Asia Central vengan en números crecientes año con año, pero que hablen menos ruso [...] El tiempo cuando todos estábamos en el mismo país y las escuelas enseñaban ruso de manera obligatoria e historia común se está desvaneciendo".79
Paralelo a esta realidad, la actitud de la población rusa es más hostil hacia los recién inmigrados de estas regiones.80
Para concluir el presente apartado, es preciso reconocer que hay realidades que ni la migración ni los cambios fronterizos pueden solucionar, como lo son la mortalidad, la expectativa de vida al nacer. Esto es algo que el Estado ruso, más allá de su realismo demográfico, tendrá que entender y mejorar, si pretende sacar provecho a las medidas derivadas de su actuación en Crimea. Es incuestionable que el Estado ruso, por problemas y limitantes internas, no ha logrado mejorar la calidad de vida de su población en muchos sentidos. Por ejemplo, para 2009, la expectativa de vida a los 15 años era más baja que en países como Bangladesh, Timor Oriental, Eritrea, Madagascar, Níger y Yemen. En el caso de los adultos varones, la expectativa de vida era menor a países como Sudán, Ruanda y Botsuana.81 Sin embargo, si el Estado logra mejorar las condiciones de vida de su población, el recurso a las acciones emprendidas bajo esta visión de realismo demográfico puede ser benéfico para la Federación Rusa.
La anexión de Crimea como solución a los efectos múltiples de la crisis poblacional
A lo largo del presente artículo se argumenta que la explicación demográfica de la anexión de Crimea no debe ser descartada; después de todo, sería difícil de entender al margen de esta explicación por qué el primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, ordenó un censo de población en el Distrito Federal de Crimea y Sevastopol para el cuarto trimestre de 2014.82 Si la anexión fuese una simple estrategia para evitar el encirclement occidental, o para confirmar el rechazo ruso de las pretensiones de un orden internacional monopolar, el censo ordenado, como una de las primeras medidas del Estado ruso sobre el territorio recién anexado, no tendría mayor lógica. En este apartado se explica cómo la lógica demográfica de la anexión de Crimea da respuesta a múltiples cuellos de botella, entre ellos: militares, preocupaciones migratorias, ampliación del mercado doméstico y regional, incremento de la base fiscal, zonas de experimentación para atracción de inversiones, y, al igual que Osetia del Sur y Abjasia, como reserva territorial (que puede ser poco significativa para el gigantesco país), pero sobre todo permite contar con una reserva poblacional.
En cuanto a los cuellos de botella militares, Kathrin Hille destaca la importancia del puerto de Sevastopol para el poderío naval ruso en el Mediterráneo y más allá: "La base es de una importancia crítica en la medida que Rusia busca recuperar algo de su influencia global, que ha sido menguada desde la desintegración del imperio soviético".83 La misma Hille observa: "El significado de la base fue resaltado durante la guerra de 2008 con Georgia, cuando la flota rusa participó en bloqueos en el mar Negro y fue usada para lanzar aterrizajes anfibios. También ha probado su utilidad para Rusia durante la crisis libia, las misiones antipiratería en el Océano Índico y el rol de Moscú en el desmantelamiento de las armas químicas sirias".84
Lo anterior, respecto al valor estratégico per se. Ahora, dentro de las consideraciones del realismo demográfico ruso, una limitante para la Federación Rusa es que bajo un acuerdo con Ucrania, se limitaba a 25 000 el personal estacionado en la región.85 El hecho de que la base esté hoy ya inscrita dentro de la jurisdicción rusa elimina de tajo el problema. Hoy, ya no sólo deja de ser una preocupación el límite de las 25 000 personas, sino que existen más de dos millones de personas potencialmente disponibles, en el presente o en el futuro, para trabajar en el sector militar o en otros sectores de la economía. Incluso, puede haber un excedente poblacional dispuesto a reubicarse a otras regiones rusas, en caso de que existan los incentivos para hacerlo.
Otra limitante era el no poder contar con nuevos barcos ni poder mejorar los ya existentes.86 Orr magnifica la importancia de Sevastopol al observar que la Federación Rusa ya no puede usar la base naval de Tartús en Siria como resultado de la guerra civil. Aunque el arrendamiento de Sevastopol se extendía hasta 2042, los eventos cambiantes en el mundo preocupaban de manera creciente a la Federación Rusa.87 La importancia militar de Crimea se ve en el plan de Moscú de inyectar casi 3 000 millones de dólares en la modernización de la infraestructura militar de la época soviética.88 El ministro de defensa ruso, Sergei Shoigu prometió canalizar 2 800 millones de dólares para mejorar la Flota del Mar Negro y los campos aéreos, los puertos y las barracas militares. La idea es que los campos aéreos en Crimea puedan alojar bombarderos de largo alcance para 2016. También alojará barcos de guerra Mistral comprados a Francia. Crimea es clave para la proyección de poder ruso no sólo en el Mar Negro sino en el Mediterráneo, así como para proteger líneas comerciales vitales y los gasoductos. Andrzej Wilk también habla sobre los cambios militares que traerá la anexión de Crimea:89 además del evidente incremento de las fuerzas armadas rusas y de la modernización de la Flota del Mar Negro, habrá ahorros cuantificables para el Ministerio de Defensa Ruso al no tener que pagar más rentas por la base. Para Ucrania podría representar la eliminación completa de su flota en el Mar Negro, lo cual disminuye su capacidad de resistencia en caso de un futuro conflicto militar entre ambos países. En el ámbito regional, podría significar la superación de la flota turca en el Mar Negro y, más aún, para finales de la década actual la Federación Rusa podría gozar de una ventaja sobre el combinado de maniobra de todos los miembros de la OTAN en el Mar Negro.
En cuanto a los cuellos de botella migratorios, éstos se han abordado con cierto detalle en el apartado anterior. Basta decir ahora que al respecto Crimea tiene una doble función: compensar los déficits migratorios rusos y posibilitar que los "nuevos arribos" a la Federación Rusa tengan las calificaciones lingüísticas que los migrantes de otras regiones del espacio anteriormente soviético han comenzado a perder.
Un cuello de botella adicional que ayuda a superar la anexión de Crimea, por lo menos potencialmente, es el de un mercado nacional que se ha visto reducido por la pérdida de población durante las últimas dos décadas. La incorporación de 2.28 millones de habitantes a la Federación Rusa (tomando en cuenta el censo de finales de 2014) representa un incremento al mercado doméstico cercano a 2%. Desde luego, la potencial ampliación del mercado tiene repercusiones en diversas esferas como la demanda, la extracción, la producción, la distribución y el consumo. Si al mercado doméstico agregamos el mercado regional que pretende significar la Unión Euroasiática, tenemos entonces que no sólo el mercado ruso, sino el de los miembros de dicha unión se ve robustecido.
La base tributaria representa otra preocupación indirecta entre los realistas, ya que, aunque generalmente se habla del crecimiento económico como un resorte clave del poderío estatal, una economía dinámica y productiva es un precondicionamiento para la construcción de un formidable poderío militar, una base tributaria confiable, de la cual el Estado pueda echar mano para la edificación, continuidad o profundización de programas militares, sólo es viable en un escenario de recaudación creciente. Aunque pueda argumentarse que, de inicio, la vinculación de Crimea con el resto de la Federación Rusa pueda representar una sangría de recursos, en el largo plazo es de esperarse que el territorio y la población de Crimea representen un núcleo fiscal adicional para el país. Al momento, dicho futuro parece lejano dadas las condiciones actuales que demandan la solidaridad del resto de la Federación Rusa para con la nueva entidad federativa. Es claro que no sólo en 2014, sino muy probablemente en los años venideros, la nivelación económica de Crimea, así como su integración física (por medio de la construcción de infraestructura que lo vincule al país) abren posibilidades de inversión, pero también de gastos antes de que la región pueda ser competitiva. Bajo esta lógica, en las semanas que siguieron a la anexión, Medvédev anunció planes para desarrollar un servicio de ferry, la construcción de un puente a lo largo del Estrecho de Kerch y quizá uno o dos puentes para trenes y otro para automóviles.90 Los esfuerzos para nivelar los índices de desarrollo de Crimea incluyen propuestas para la introducción de un "impuesto solidario" para que aquellos que ganan más de un millón de rublos (28 700 usd) al mes paguen, ya no 13% de su ingreso, sino 30%, con el fin de apoyar y fortalecer los presupuestos regionales de los nuevos territorios de la Federación Rusa (propuesta del diputado Andrei Krutov).91 También se sugiere un incremento general de 1-2% sobre el isr (Impuesto sobre la Renta).
Las zonas económicas especiales (recordemos el caso de China) han probado ser importantes catalizadores de cambio y modernización económica en economías en transición. Una de las noticias que llama la atención es que Crimea será una zona económica especial, con incentivos fiscales para atraer a los inversionistas, según comentó Dmitri Medvédev. La idea es que Crimea goce de un estatus similar al de otra de las zonas geográficamente separadas de la Federación Rusa -Kaliningrado- como zona económica especial. El problema que algunos ven en la legislación en desarrollo dentro del Ministerio de Desarrollo Económico es que pocos actores serían beneficiados con las condiciones de exención de impuestos sobre la propiedad, tierra, transportes e impuestos federales sobre ganancias, pues para calificar se exigen montos equivalentes a 4.3 millones de dólares, lo que dejaría fuera a los negocios pequeños y medianos.92 Para efectos de este artículo, lo que importa, más allá de las coyunturas específicas del momento, es visualizar los cuellos de botella existentes y las potenciales soluciones a éstos, en este caso, por medio del fortalecimiento demográfico de un Estado.
Es común hallar columnas de opinión y artículos académicos donde los autores cuestionan hasta dónde llegará el neo-expansionismo ruso.93 Es preciso reconocer que para 2014 existen aún otros lugares con importantes diásporas rusas los cuales incluyen a Estados del Báltico, particularmente a Letonia, país que tiene 26% de población étnica rusa. Esta reserva poblacional es sólo parte del problema. En el flanco sur-oriental, el país enfrenta presión en las zonas fronterizas densamente pobladas con China.94 Tom Parfitt observa el miedo que hay en la Federación Rusa de que vecinos muy poblados como China pudieran lentamente engullir el territorio ruso.95 La crisis de 2008 en Osetia del Sur y Abjasia, y el apoyo que el Estado ruso ha dado a su diáspora en el Cercano Extranjero, fortalecen una de las hipótesis que se presenta en este artículo: ambas repúblicas pueden representar una reserva territorial o poblacional en caso de que las circunstancias geoestratégicas o una nueva crisis demográfica se haga presente en la Federación Rusa. Por lo anterior, Occidente debe tomar en cuenta, que el apoyo, hasta el momento de tipo autonómico, que la Federación Rusa ha brindado a ciertas regiones limítrofes puede convertirse, según las necesidades del momento, en una incorporación territorial/poblacional a ésta.
La Unión Euroasiática como solución no-territorial a la crisis demográfica rusa
Un artículo de Stratfor ayuda a entender la baja probabilidad de que la Federación Rusa continúe su expansión sobre el este ucraniano.96 No obstante los movimientos separatistas rusos que existen en ciudades como Donetsk, Khariv y Dnipropetrovsk, el análisis destaca las dificultades lógisticas que enfrentaría una ocupación militar similar a la de Crimea, dado que en el caso del último ya había una presencia militar estratégica en Sevastopol. Pero eso no es todo. Según el reporte, no está dentro del interés ruso separar al este del país del resto de Ucrania, pues se perdería en un futuro una importante palanca de negociación al darse una hipotética independencia o anexión a la Federación Rusa de las regiones ruso-parlantes del este. Bajo esta lógica, Moscú prefiere mantener los ímpetus, sean autonomistas, secesionistas o irredentistas como carta de negociación no sólo vis-à-vis Ucrania, sino vis-à-vis la UE y la OTAN.97 Ben Shapiro, por su parte, argumenta que si bien es difícil creer que Polonia y el resto de Ucrania puedan ser los siguientes puntos de agresión de parte de los rusos, tampoco resulta claro que sus ambiciones se detengan en Sevastopol.98 Shapiro considera cuatro posibilidades de expansión territorial rusa: 1) la región del Trans-Dniester en Moldavia, misma que ha pedido en alguna ocasión a la Duma rusa redactar las leyes que permitan su unión a la Federación Rusa; 2) Georgia; 3) Kazajistán, Estado que tiene una gigantesca población étnica rusa; y 4) Bielorrusia, país que tiene 11% de población rusa y en donde el idioma ruso es lengua oficial a la par del bielorruso. Aunque no incluye como posibilidad real, destaca que Estonia (con 25.5%), Letonia (con 27.6%) y Lituania (con 5.8%) tienen considerables porcentajes de población rusa.
Como bien señala Fierman, "El desarrollo de los futuros vínculos económicos entre el Asia Central y Rusia sin lugar a duda afectarán el lenguaje. En este aspecto, la Unión Económica Euroasiática (UEE) podría jugar un papel clave [...] Dependiendo del nivel real de integración, la UEE podría dar un impulso significativo al ruso en los Estados miembros".99 Esto es particularmente importante si atendemos las conclusiones de Fierman, quien destaca la serie de funciones que la lengua rusa sigue desempeñando en Asia Central a diferencia de las pérdidas de dicho idioma en el Báltico y en el sur del Cáucaso. La amenaza lingüística que representa la sustitución del ruso por el inglés no debe ser vista como asunto menor. Esto se torna especialmente relevante ante las políticas rusofóbicas en ambas regiones. En febrero de 2012, por ejemplo, los votantes en Letonia rechazaron de forma abrumadora una propuesta para adoptar el ruso como segunda lengua oficial, a pesar del porcentaje tan grande de rusos que habitan el país (26%), de donde resulta que una de las minorías lingüísticas más numerosas del mundo (porcentualmente hablando) se vea afectada al ser el letón la única lengua estatal. Esto ha reducido sus derechos políticos, privando a muchos rusos de su derecho a votar en el referéndum en el cual se negó al ruso el estatus de segunda lengua oficial, con lo cual el malestar político puede llegar a gente que ha habitado en Letonia desde antes de que se desintegrara la URSS. Lituania y Estonia también han quitado énfasis al ruso desde 1991.100
Bielorrusia es otro de los Estados que ha sido tratado no sólo por diversos analistas, sino por los propios políticos de la región como un candidato a ser anexionado (incluso en su totalidad) a la Federación Rusa. Como producto del bajo acercamiento de Lukashenko con la UE y la resistencia al cambio y la democratización del dictador bielorruso, Uladzimir Dzenisevich advierte que la posibilidad de un respaldo occidental ante una eventual maniobra militar rusa es baja.101 Desde luego, considera que no se puede descartar más allá de cualquier afinidad de regímenes un apoyo europeo, anclado éste más bien en la lógica de contrabalancear a un "perpetrador". Al mismo tiempo, sostiene que los hechos demuestran una integración de facto de Bielorrusia con la Federación Rusa y no con la UE, lo cual hace vulnerable al país ante las decisiones de Moscú. Dzenisevich considera que la Federación Rusa ha sido clara, "Si la administración pro-rusa cae, Rusia no se apartará".102 La hipótesis de este artículo es que con la decisión de Bielorrusia de mantenerse dentro de la Unión Euroasiática después de la anexión de Crimea, no será necesario para la Federación Rusa la anexión territorial del país, dado que la unión permitirá contar con los beneficios de mercado, fuerza de trabajo y una base fiscal incrementada sin tener que asumir los costos políticos, militares y diplomáticos que la anexión bielorrusa representaría. Desde luego, la insistencia europea o noratlántica de atracción de esta importante parte del Cercano Extranjero ruso podría desembocar en la anexión como forma de evitar la pérdida de mercados, fuerza de trabajo y base fiscal.
Walt sugiere como posible solución a la crisis ruso-ucraniana que Estados Unidos restablezca la neutralidad ucraniana, lo cual en esencia significa que Ucrania sea un Estado amortiguador entre Este y Oeste, sin posibilidad de acceso a la OTAN, con posibilidades de cierta asociación con la UE pero sin ser parte de la esfera de influencia de la Federación Rusa.103 Es difícil evadir la pregunta: ¿hasta qué punto el impedir que Ucrania forme parte de la esfera de influencia rusa logrará dar respuesta a la sensibilidad de seguridad rusa? Mearsheimer también propone como solución el convertir a Ucrania en un Estado amortiguador, fuera de las órbitas de influencia (occidental o rusa).104 Plantea que Occidente debe cesar en sus esfuerzos por occidentalizar al país, de incorporarlo a la OTAN y probablemente a la UE. También debe cesar en su patrocinio de las revoluciones de colores y, de hecho, debe promover los derechos lingüísticos de las minorías, especialmente los derechos lingüísticos de los ruso-parlantes.
El futuro de la Unión Económica Euroasiática, se argumenta en este artículo, será el factor determinante del cual depende la contención o la ulterior expansión territorial rusa. Dicha Unión entró en vigor en enero de 2015 y reducirá barreras comerciales y migratorias a más de 170 millones de personas dentro del espacio post-soviético.105 La Unión garantizará el libre tránsito de bienes, servicios, capital y trabajadores.106 Actualmente, tanto Bielorrusia como Kazajistán están en el tercer puesto como socios comerciales de la Federación Rusa, sólo detrás de la UE y de China. Se especulaba sobre la potencial adhesión de Armenia (hay que hacer notar que desde enero de 2015 ya es miembro de pleno derecho), Tayikistán y Kirguistán. Azerbaiyán se debate entre la Unión Económica Euroasiática y la Unión Europea. En caso de que dicha Unión sea exitosa y que logre cumplir con sus fines, la Federación Rusa habrá de solucionar varias de sus preocupaciones demográficas, directa e indirectamente. Al contrario, si Occidente insiste en hacer "sangrar" a la Federación Rusa como consecuencia de la anexión de Crimea, sobre todo apostando al fracaso de una Unión Económica Euroasiática, entonces se puede vaticinar que Crimea será sólo el primero de una serie de territorios/poblaciones en ser anexionados por una Federación Rusa resurgente.
Conclusiones
El presente artículo, sin descartar las explicaciones convencionales de la anexión de Crimea por parte de la Federación Rusa, ha agregado una nueva explicación, la del "realismo demográfico". Del presente análisis, se puede apreciar la existencia de diversos documentos oficiales, así como pronunciamientos oficiales durante los últimos quince años, mismos que le otorgan a la cuestión demográfica un papel central dentro de la seguridad nacional rusa.
Mientras la gran mayoría de los países europeos se prepara, y de alguna manera conforme aceptan la realidad de que enfrentarán un descenso demográfico (así lo sugieren diversas proyecciones oficiales), para la Federación Rusa, país que busca recuperar o mantener su estatus de gran potencia regional, la pérdida de población parece causar una mayor alarma que entre el resto de los países del continente. Adicionalmente, la enorme frontera de la Federación Rusa con China despierta el temor del desbalance demográfico existente entre ambos países. Otro factor que permite entender la especial preocupación rusa respecto al tamaño de su población es el hecho de que su economía, con menor diversificación y con menor productividad que las economías europeas, aún depende en gran medida de la extracción de los recursos naturales, actividad que requiere del uso extensivo de mano de obra.
Del análisis presentado se puede hipotetizar que Occidente jugará un rol central dentro de las decisiones futuras en la política exterior de la Federación Rusa: si Occidente ve a la Federación Rusa como una potencia par, y logra entender la legitimidad de las preocupaciones rusas, entonces se habrá dado un paso imporante para que la Federación Rusa pueda atender sus intereses vitales por medio de la edificación y fortalecimiento de instituciones comerciales, como la Unión Económica Euroasiática. En caso contrario, si Occidente apuesta al fracaso de dicha Unión, la Federación Rusa habrá de echar mano de la expansión territorial y del engullimiento poblacional. Estas medidas seguramente irritarán a los líderes en Occidente, lo que conducirá a nuevas rondas de sanciones económicas hacia la Federación Rusa. Será entonces difícil poner un fin a la expansión territorial rusa.
Como resultado del análisis aquí presentado, se sugiere una política de "verdadero" reset, anclado en una responsabilidad compartida para atender y dar solución, por un lado, a la crisis demográfica rusa; por otro lado, para frenar el expansionismo ruso. La cooperación, no sólo de Occidente, sino también de China, para generar inversión y desarrollo en las áreas fronterizas rusas con poca población, podría mitigar las preocupaciones legítimas que la Federación Rusa pueda tener respecto a la integridad territorial del Estado. Por otra parte, en la medida en que se ayude a que la Federación Rusa transite hacia una economía con mayor productividad, mayor valor agregado y menor dependencia del sector extractivo, podría promoverse que la Federación Rusa, como sucede con varios países de Europa, perciba "su debilidad" demográfica como un factor positivo (ventajas que ciertamente da el contar con una población limitada) y no como una amenaza para la supervivencia del Estado. Por lo que concierne a la política, es importante que Occidente cese en su patrocinio y respaldo a movimientos nacionalistas en el espacio postsoviético, que tanto daño han ocasionado a los ruso-parlantes y que, en lugar de fomentar una zona creciente de paz, han alimentado, por las razones explicadas, el expansionismo ruso.