Al cumplirse seis decenios de la fundación de Foro Internacional, vale la pena realizar un breve recorrido por su historia, estrechamente vinculada con la del Centro de Estudios Internacionales (CEI) de El Colegio de México. Una fuente invaluable al respecto la constituyen los testimonios tanto de los directores adjuntos (luego llamados directores) como de algunos de sus primeros colaboradores, quienes con entusiasmo y dedicación condujeron una revista pionera en América Latina. Varios distinguidos académicos tuvieron a su cargo los destinos de Foro desde su fundación: Daniel Cosío Villegas, Francisco Cuevas Cancino, Mario Ojeda, Rafael Segovia, Roque González Salazar, Rosario Green, Olga Pellicer, Blanca Torres, Lorenzo Meyer, Esperanza Durán, Bernardo Mabire, Soledad Loaeza, María Celia Toro, Francisco Gil Villegas, María del Carmen Pardo, Carlos Alba, Reynaldo Ortega y Juan Olmeda se encuentran entre ellos. En los siguientes párrafos se reflexiona sobre diversos temas vinculados con el devenir de la revista a partir de los testimonios de algunos de estos directores y colaboradores. En las secciones que siguen se abordan el origen y la evolución de la revista, concentrándonos particularmente en las primeras décadas de su existencia, tanto en lo que se refiere a temas, como a los autores y perspectivas teóricas de los artículos publicados. Se da cuenta también de los cambios introducidos en el propio trabajo editorial, una tarea que en general pasa inadvertida para las y los lectores, pero sin la cual no resulta posible que una publicación vea la luz.
LOS ORÍGENES
Como nos recuerda Olga Pellicer, distinguida integrante del pequeño grupo de profesores-investigadores que guiaron al CEI en su primer decenio, alentados por Daniel Cosío Villegas, todos ellos decidieron emprender dos esfuerzos que figuraron entre “los primeros intentos mexicanos de asomarse al mundo”. La revista Foro Internacional, de acuerdo con la profesora Pellicer, fue uno de los instrumentos más importantes para incursionar decididamente en la disciplina de las relaciones internacionales desde El Colegio de México, ya que al iniciar el decenio de 1960 no había una revista similar en el país. El estudio de asuntos internacionales se llevaba a cabo sólo desde perspectivas históricas o jurídicas, en otras publicaciones, pero poco se conocía de los grandes teóricos que en aquellos años estaban proponiendo nuevas maneras de interpretar el acontecer mundial. México era un país ensimismado en su historia nacional. Asomarse al mundo era (y seguiría siendo) una empresa poco común.
Diversas circunstancias invitaron a cambiar el rumbo y sentaron las bases para que prosperaran esfuerzos como el de fundar Foro. En primer lugar, la creación de instituciones internacionales de gran calado, que proliferaron después de la Segunda Guerra Mundial. En segundo lugar, la fuerza que comenzaron a adquirir, dentro de dichas instituciones, los foros de concertación entre países de menor desarrollo, entre ellos México; fue entonces cuando surgieron el Grupo de los 77, el Movimiento de los No Alineados o la institucionalización de los grupos regionales en la ONU. Finalmente, aunque no de menor importancia, la atención que dio el entonces presidente de la República, Adolfo López Mateos, a la acción internacional como parte destacada de su gobierno.
LOS TEMAS Y LOS AUTORES
De acuerdo con el testimonio de la profesora Pellicer, el primer reto para la revista fue decidir sobre su contenido. Esto se veía condicionado por la masa crítica sobre asuntos internacionales que existía entonces en El Colegio (necesariamente pequeña), así como por las características del programa de estudios de licenciatura que se fundó en el Centro de Estudios Internacionales (CEI) y por la fuerza que adquirían los debates sobre política internacional en un ambiente de Guerra Fría. Una rápida revisión de los temas que se abordaron durante el primer decenio de Foro Internacional permite llegar a conclusiones interesantes. Lo primero en advertirse es la prioridad que adquirieron temas relacionados con los organismos internacionales universales y regionales, así como el papel que allí desempeñaron los países de Latinoamérica. Como lo señalamos en líneas anteriores, fueron las épocas de gestación de las que se llamarían, en términos generales, agrupaciones políticas de los países del “Tercer Mundo”. El proceso que condujo a ellas se analizó bien, desde muchos puntos de vista, en las páginas de Foro Internacional.
Sin embargo, la revista no fue, al menos en sus primeros años, una publicación que examinara la pluralidad del planeta. Priorizó notablemente Latinoamérica y, dentro de esa región, Brasil, Chile y Cuba. Una omisión muy notable fue el caso de Estados Unidos. Aunque para entonces ese país ya era el factotum de las relaciones internacionales de México, su sistema político y el importantísimo lugar que ocupaba en la política internacional se estudió poco. Fue en el siguiente decenio que el análisis de Estados Unidos saliera del ámbito histórico para convertirse en tema prioritario del CEI y, en consecuencia, de su revista.
Como señala Blanca Torres, en los años setenta del siglo XX abundaron en Foro los análisis político-estratégicos, que subrayaban el papel de Estados Unidos. Estos trabajos mostraban cómo, a principios de ese decenio, parecía consolidarse un periodo de distensión internacional e incluso se hablaba de que el mundo se orientaba hacia la multipolaridad. Según lo precisaban algunos artículos publicados en ese entonces, esta distensión resultó impulsada en gran medida por la denominada Doctrina Nixon, sugerida al presidente estadounidense por Henry Kissinger, su asesor de Seguridad Nacional, luego Secretario de Estado. Respondía tanto, la oposición interna, en ascenso, a la guerra de Vietnam, como al aumento de los problemas económicos estadounidenses, entre los que destacaba un creciente déficit público producto de los enormes gastos en materia militar, tanto por la guerra en el sudeste asiático, como por la carrera nuclear entre las dos superpotencias. En la estrategia estadounidense, influida por la visión ki-ssingeriana de que sólo las potencias importan, otros autores resaltan que se incluyó la búsqueda de un acercamiento a la República Popular China, país que crecía rápidamente en el terreno económico y militar; para esa aproximación, Washington aprovechó el conflicto sino-soviético. En lo que atañe a Europa y sus relaciones exteriores, que tomaban en cuenta la actuación de las dos superpotencias, se incluyeron un puñado de artículos, algunos relativos a la voluntad del Reino Unido de adherirse a la Comunidad Económica Europea.
En algunos otros artículos de Foro, continúa Blanca Torres, se subraya que la política exterior estadounidense, profundamente influida por la visión de Kissinger, favoreció el optimismo de numerosos gobernantes de países en desarrollo, varios de ellos latinoamericanos, respecto a márgenes más amplios y mayor capacidad de negociación, si bien otros líderes previeron graves problemas y trataron de actuar en consecuencia. La búsqueda de opciones fue un tema que analizaron varios autores, entre ellos un buen número de exiliados latinoamericanos. El prestigio que había adquirido Foro Internacional, no sólo en México sino en varios otros países, favorecía que aceptaran la invitación a colaborar en ella académicos de muchas nacionalidades y que otros ofrecieran sus aportes, que en más de una ocasión fueron primicias.
En esos años, se menciona en varios artículos, los países en desarrollo -que proliferaron por la descolonización-, hicieron un esfuerzo colectivo para que el sistema de las Naciones Unidas recogiera primordialmente los temas de desarrollo económico y mejores condiciones de intercambio para ellos en su comercio con el mundo desarrollado. Se publicaron en la revista análisis sobre la III UNCTAD, celebrada en Chile, en el segundo año del presidente socialista Salvador Allende; la propuesta del gobierno mexicano de la Carta de Derechos y de Deberes Económicos de los Estados y, en términos más amplios, la exigencia de un nuevo orden internacional, así como la necesidad de revisar las doctrinas de asistencia al desarrollo, incluyendo la demanda de transferencia de tecnología. Igualmente se divulgaron sugerencias para fortalecer o crear instituciones regionales que impulsaran el avance de América Latina. Dio empuje a este esfuerzo, sin duda, “el descuido benevolente” de Washington ante la región.
Oportunidad y temor caracterizaron la visión de los funcionarios y diplomáticos mexicanos quienes, impulsados también por factores internos, llevaron a cabo un profundo cambio en la política exterior del país, el cual analizaron algunos profesores del CEI y más de un académico extranjero. Inició así un fuerte activismo con objetivos diversificadores en lo económico y en lo político, con alcances geográficos y grados de éxito o fracaso variados.
De acuerdo con el testimonio de la profesora Torres, en ese decenio de los setenta, varios artículos de Foro incursionaron también en los profundos cambios en la economía mundial generados, entre otros factores, por las fuertes medidas de Estados Unidos en defensa de su economía. Llegó a su fin el sistema de Bretton Woods, que había contribuido hasta entonces a cierta estabilidad financiera mundial y a un largo periodo de crecimiento económico sostenido. Para complicar esa difícil situación, a partir de 1973, aprovechando las nuevas condiciones internacionales, la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP), creada más de un decenio antes, logró acordar e implementar la reducción de la oferta de petróleo, con el subsecuente aumento en los precios de ese energético. Empezó pronto un periodo de estancamiento internacional con inflación, generado en buena medida por los altos precios de este energético, que se mantuvieron el resto del decenio. Además, el mundo experimentó el “boom de los petrodólares”, impulsado por los depósitos de los países petroleros en los bancos del mundo desarrollado occidental.
Los análisis sobre los avatares del México petrolero en su papel de potencia media, puente entre el Norte y el Sur, que es la manera en que los analistas empezaban a dividir el mundo, se alternaron con un pequeño número de incisivos estudios sobre la vida política de México y de otros países latinoamericanos, incluyendo algunos sobre los gobiernos de origen militar que prevalecieron en la región.
De manera creciente, Foro incorporó también análisis de una amplia gama de fenómenos, algunos muy particulares y llamativos en ese tiempo, que abarcaban desde el papel prominente de las empresas transnacionales hasta los avances en las negociaciones sobre la Convención del Derecho del Mar. Mención especial merece, por último, un asunto que recuperó importancia en las relaciones con Estados Unidos: la migración mexicana, calificada ya fuera como “éxodo” o “invasión silenciosa”, según la idiosincrasia de los analistas.
También los grandes acontecimientos de la década de 1980 encontraron sitio en la revista, nos recuerda Bernardo Mabire, a cargo de ella entre 1984 y 1988. En México corría el sexenio de De la Madrid, quien recibió de sus dos predecesores el legado más desfavorable que pudiera imaginarse, porque Echeverría había entablado pleito con los empresarios al advertir el agotamiento de la sustitución de importaciones asociada con el “desarrollo estabilizador”. Su gestión condujo al cataclismo económico de 1976, en tanto López Portillo, luego de una ilusoria recuperación apoyada en la venta de petróleo, derrochó la riqueza inesperada sin remediar problemas de fondo que estallaron nuevamente en 1982, en medio de una pelea con los banqueros. De la Madrid, a pesar de su vocación conciliatoria, ni siquiera con sus pactos de unidad logró realmente superar el ciclo de devaluaciones monstruosas e inflación desbocada. No obstante, su gobierno aseguró al menos la transición del sistema político hacia un cambio, basado en mutaciones dentro de la clase gobernante que se manifestaron en el ascenso de los economistas a costa de los abogados, con el propósito de afirmar -contra los excesos del poder presidencial- un predominio tecnocrático que se consolidaría en los dos gobiernos posteriores. Aun así, el recuerdo que dejó De la Madrid fue sobre todo de penuria económica. La política exterior de este mandatario no fue menos errática, porque acusaba todavía la influencia de tendencias “activistas”, cuyo desafío simbólico a la hegemonía de Estados Unidos presuntamente afianzaba la soberanía de México, pero a un costo elevado y sin alcanzar éxitos incontrovertibles.
En ese periodo, prosigue el profesor Mabire, la revista dio cuenta de insurrecciones contra dictaduras oligárquicas de Centroamérica. Bajo el estandarte del Grupo Contadora, México brindó a Nicaragua un apoyo que ésta despreció olímpicamente, por tener ofertas de Alemania mucho más atractivas. Las dictaduras imperaban en casi todo el Cono Sur y los países andinos, aunque la de Argentina hubiera recibido ya un golpe de muerte con su derrota militar frente a Inglaterra, culminación de la guerra por las Malvinas. En Estados Unidos, el decenio de 1980 correspondió a las dos presidencias de Reagan, abanderado de un conservadurismo popular que no fue buen augurio para México: en su trato con la potencia, nuestro país encaró conflictos en materias como migración, narcotráfico y deuda; incluso los intercambios comerciales, muy débiles todavía en comparación con los que deparaba el futuro, fueron motivo de controversia. En contraste, Corea del Sur tenía una tasa de crecimiento que rebasó el 12% entre 1986 y 1988, y China pasaba por la primera etapa de una transformación económica cuyos magnos alcances no se adivinaban todavía. El mismo decenio fue de auge material para la Europa desarrollada, en contraste con el anterior, marcado por gran pesimismo. Empero, en el mundo se intuían ya convulsiones por debajo de la calma aparente que resultaba del relajamiento de la Guerra Fría, porque había indicios de cambios profundos asociados con la gestación de un nuevo orden internacional. En resumen, si bien por apego a su línea editorial la revista siguió dando prioridad a lo que ocurría en Latinoamérica, no se olvidó de Norteamérica, Europa y Asia.
Foro continuó publicando no pocos artículos sobre asuntos de política interna de varios países (empezando por México), en especial cuando se articulaban con temas propiamente internacionales. Esta doble vocación, a veces motivo de críticas quizá envidiosas, tal vez refleje un hecho prosaico: que la dualidad en las actividades de investigación -pero también en las docentes, como lo comprueba la coexistencia de nuestros dos programas de licenciatura y el de maestría- se remonta a los primeros años del CEI, concluye Mabire. Otro elemento que caracterizaba a la revista era su disposición a difundir artículos de jóvenes investigadores promisorios al lado de los de autores ya muy acreditados.
En los años que siguieron, según la profesora María del Carmen Pardo, la revista enfrentó el desafío de desarrollar un esfuerzo en dos direcciones: la primera, mantener el interés de los lectores y seguir publicando artículos de calidad en temáticas que en los medios académicos nacionales e internacionales ya estaban acreditadas. En segundo lugar, abrir espacio en la revista para temas novedosos, que no habían formado parte de los temas tradicionales.
El primer conjunto es el de artículos sobre política exterior, relaciones internacionales, política exterior mexicana, comercio, cooperación internacional, papel de los organismos multilaterales, relaciones México-Estados Unidos y el mundo, más temas relacionados con la geopolítica en Europa, Asia, Estados Unidos, Canadá y, destacadamente, América Latina. Se trataron también asuntos que se habían vuelto centrales en la revista: democracia y democratización, partidos políticos, elecciones, procesos políticos en otros países, entre los más destacados. Igualmente encontramos temas que empezaban a tener eco y no habían sido analizados en el largo periodo de existencia de Foro: redes de política, sustentabilidad ambiental, migración y derechos humanos.
Destaca un segundo conjunto de artículos que respondían en buena medida a la especialidad de la licenciatura que se había abierto años atrás en Política y Administración Pública en México, junto con trabajos que hacían comparaciones entre países respecto a ética y legitimidad, participación ciudadana en gobiernos y en las administraciones públicas; elites gobernantes, papel de los Congresos, gobernanza, función pública y servicio civil de carrera; federalismo, políticas públicas (social, ambiental, energética). Finalmente, se publicaron números monográficos que recogieron análisis sobre planes, programas de acciones, decisiones y omisiones de los gobiernos en México durante los periodos sexenales.
Esta combinación de enfoques y temas también suponía variedad respecto de las procedencias de los autores. Como lo señala la profesora Celia Toro, desde sus orígenes, Foro se propuso publicar el trabajo de investigación de los profesores del CEI y traducir artículos útiles tanto para el análisis de la realidad política mexicana e internacional, como para la docencia. De acuerdo con su testimonio, no hubo un solo número de Foro, a fines de los años ochenta y principios de los noventa, que no contara por lo menos con un artículo de alguno de los profesores del Centro y con una traducción al español de distinguidos académicos franceses, alemanes, ingleses y estadounidenses. También fue común en esos años tener “coordinadores o editores de número” (invariablemente, un profesor o profesora del CEI) que se encargaban de organizar un tomo dedicado a algún tema de su interés. Se inauguró también entonces la tradición, que continúa hasta hoy en día, de realizar un número especial de balance de la política exterior de los presidentes mexicanos una vez que concluían su sexenio, impulsado con gran éxito por Humberto Garza, y que tuvo como su primer producto el análisis del gobierno de Miguel de la Madrid, en 1990.
Quizá el mayor reto de Foro Internacional en aquellos años, según lo señala la profesora Toro, “fue la proliferación de libros compilados lo que disminuyó el interés de los profesores del Centro por organizar números monográficos en Foro; la publicación anual de la Colección México-Estados Unidos, que en pocos años se convertiría en el Anuario México-Estados Unidos-Canadá, donde empezaron a aparecer numerosos artículos de los internacionalistas del CEI; y la desafortunada tendencia, impulsada por el Sistema Nacional de Investigadores, a preferir las publicaciones en revistas extranjeras y a considerar que la publicación de las investigaciones de los profesores del CEI en su propia revista terminaría por afectar su calidad”.
Para concluir esta sección, valga destacar que esta combinación de enfoques y temas ha caracterizado el contenido publicado en Foro desde entonces. Al mismo tiempo, se ha consolidado la tradición de publicar dos números que presentan un balance de la política de los presidentes mexicanos, tanto en temáticas de política exterior como en asuntos de política interna. De hecho, los que contienen los artículos correspondientes al sexenio de Peña Nieto han aparecido hace pocos meses. Estos números especiales se han convertido en lectura de referencia para estudiar las diferentes administraciones y son esperados por los lectores de la revista.
EL QUEHACER EDITORIAL
En paralelo a esta evolución en cuanto a enfoques y temas, Foro evolucionó también en lo que respecta a su quehacer editorial. Lograr que se publicase de manera continua desde su fundación hasta la fecha, y que en la actualidad aparezca de manera trimestral, supone un trabajo cotidiano difícil de dimensionar para quienes sólo ven el producto terminado. Al ser una revista académica que se asienta en la revisión por pares para la selección de los artículos que serán publicados, a la recepción y revisión de los manuscritos debe seguir la identificación de evaluadores y la invitación a que dictaminen. Sólo aquellos artículos que reciben aprobación se consideran para su inclusión en la revista, y a partir de éstos se organiza el material que será publicado en cada número. Recién entonces comienza el proceso de revisión de estilo, el proceso de formación editorial y las diferentes revisiones que han de efectuarse antes de que el número sea finalmente publicado. Además, todo esto se trabaja contra reloj, ya que la revista debe aparecer en una fecha determinada. En forma paulatina, a esto se ha sumado la presión de que las publicaciones académicas sean evaluadas por organizaciones externas, lo cual determina que ingresen y se mantengan en diversos índices.
En sus inicios, la mayoría de estas tareas estaban en general concentradas en los directores y secretarios de la revista, y se hacían de manera artesanal. Con el paso del tiempo se incorporaron editores profesionales y se recurrió a diferentes herramientas tecnológicas, hasta llegar a la actualidad, en que la revista se publica también de manera digital. Estas transformaciones han supuesto una redefinición de la relación con los lectores, como se verá en los siguientes párrafos.
Bernardo Mabire, por ejemplo, señala que al llegar a la dirección de la revista carecía de toda experiencia editorial. Se congratula, sin embargo, de haber contado con el generoso apoyo de la profesora Martha Elena Venier, maestra de editores, quien le enseñó el oficio desde cero. Para él era “muy dulce” el sabor del triunfo con cada número nuevo, que se enviaba de inmediato a unos cuantos centenares de suscriptores en todos los continentes, cuando todavía las publicaciones se hacían, todas, por definición, en papel. Según Mabire, “al menos no se había instaurado aún la práctica de que una pequeña mafia ajena al medio académico, incrustada en elevados cargos gubernamentales, decidiera si una revista universitaria merecía o no el honor de subsistir”.
En esa misma línea se expresa Celia Toro, quien dice haberse sentido obligada a mantener los altos estándares de la revista, lo cual fue sin duda un gran reto: “Quizá porque no tenía oficio ni de editora ni de traductora, dedicaba demasiado tiempo a la lectura de manuscritos, a la corrección de textos y al cuidado de las traducciones. Adquirí el vicio de ‘encontrar errores’ (marco hasta el día de hoy, en cualquier texto, todos los que veo); conocí el valor del trabajo que realizan todos aquellos que se dedican a preparar textos para su publicación, y aprendí que no hay texto sin errata. Fue una gran experiencia tener a mi cargo la revista del Centro durante cuatro años. Recuerdo con agradecimiento a los profesionales de la corrección de estilo y de la traducción, que trabajaban con cariño para Foro, como Herzonia Yáñez, Eduardo Martínez y Lorena Murillo. Desde luego, muchas de mis dudas las resolvía con Martha Elena Venier. En los años en que estuve al frente de la revista, se incorporaron plenamente las computadoras a la vida académica y al quehacer editorial. La transición no fue fácil, pero sin duda liberó a Malena Hernández, la querida secretaria de Foro durante años, de tener que teclear manuscritos, una y otra vez, para hacer correcciones”.
Siendo que en ese entonces la revista se publicaba en papel, su difusión sin embargo no se limitaba a México. Como lo señala la profesora Toro, desde sus inicios, con frecuencia mediante convenios de intercambio, los ejemplares llegaban a casi todos los países latinoamericanos y a los centros de estudios sobre América Latina en Europa y Estados Unidos. A su vez, se buscaba que sirviese de material de consulta para los diplomáticos mexicanos, y más de cien ejemplares se enviaban regularmente a la cancillería.
Mantener el ritmo no resultaba sencillo, como lo señala la profesora Pardo: “Durante el lapso en que tuve el privilegio de dirigir la revista, me enfrenté a un tema de carácter administrativo pero que, sin duda, tenía un impacto en el trabajo de fondo: poner al día la revista, que se publicara con la periodicidad trimestral y recuperar, con ello, el registro en los índices nacionales, al menos en los del Conacyt. Para la corrección y edición de una muy buena parte de los números que salieron en ese periodo, conté con el invaluable apoyo de Eduardo Martínez, como editor, y de Patricia Soto, como secretaria de la revista”.
Sin duda, el último gran desafío que Foro debió enfrentar ha sido el del pasaje al mundo digital. Además de continuar publicándose en papel, el material comenzó a estar disponible en internet. Para ello se decidió adoptar el formato de Open Journal System (conocido por sus siglas OJS). Se trata de un tipo de plataforma que, por un lado, permite a las y los lectores tener acceso libre a los artículos, reseñas y novedades que publica la revista y, por el otro, cuenta con un sistema para manejar en forma digital todo el proceso de recepción y evaluación de artículos. Esto último permitió automatizar muchas de las tareas relacionadas con la recepción de manuscritos y contacto con los evaluadores.
Para las revistas académicas, el pasaje al mundo digital ha sido sin duda un desafío que ha supuesto adecuaciones desde el punto de vista técnico y, en algunos casos, cambios radicales en la forma de trabajo y publicación. Por ejemplo, algunas han adoptado el sistema de publicación continua, que supone dejar atrás la lógica de los números. Otras han optado por abandonar completamente las versiones impresas. Foro enfrentó estos dilemas y decidió preservar la lógica de la publicación en números, que permite al lector aproximarse a una serie de artículos de manera conjunta. Por otro lado, también se decidió continuar publicando la versión en papel.
Sin desconocer que la llegada al mundo digital ha generado retos considerables, también ha favorecido importantes avances positivos para Foro. Lo más evidente ha tenido que ver con el crecimiento exponencial de la cantidad de gente que consulta y descarga los artículos que se publican en la revista. El número de visitas al portal y las descargas de los trabajos publicados se han ido duplicando año con año desde 2016. En 2019, por ejemplo, llegaron a ser casi 327 000, y en lo que va del presente año ya se han registrado más de 250 000 (según datos a mayo de 2020). Este efecto no debe medirse sólo en volumen, también en cuanto al alcance geográfico, ya que cada nuevo número puede consultarse al instante desde cualquier lugar del mundo.
A MODO DE CONCLUSIÓN
Este breve ensayo no ha pretendido reconstruir de manera exhaustiva y detallada la historia de Foro Internacional, sino más bien presentar algunas reflexiones para entender las transformaciones que la revista experimentó a través del tiempo.
Un elemento importante que parece surgir de este recorrido es que las páginas de Foro supieron reflejar, a partir de artículos académicos de calidad, los cambios experimentados por el mundo y por México. A su vez, ha servido para acercar a lectores de habla hispana, trabajos de vanguardia de autores de diferentes partes del mundo en su traducción al español.
Por otro lado, los temas emergentes de las disciplinas con las que la revista se vinculó desde sus orígenes encontraron en Foro un espacio en el cual estar presentes, sin que la revista abandonara su identidad y tradición.
En estos días Foro Internacional no sólo conmemora su 60 aniversario. Celebra también haber transitado estas seis décadas publicándose de manera ininterrumpida, algo que pone a la revista en un selecto y reducido grupo de publicaciones académicas de ciencias sociales de México, pero también de América Latina y el mundo.
Los nombres mencionados en estas páginas sólo constituyen una pequeña parte de quienes hicieron posible esta proeza. Es tiempo de celebrar y de seguir trabajando para que Foro mantenga su lugar.