Ante la necesidad de dar respuesta a las crecientes críticas que las teorías tradicionales de relaciones internacionales (RI) han despertado entre especialistas tanto en el Sur global como desde el propio Norte dominante,1 por considerarlas sesgadas y ajenas a las realidades y los aportes del Sur global, dos trabajos colectivos publicados en 2021 buscan, de forma complementaria, contribuir al proceso de construcción de un campo de estudio realmente global e inclusivo, y resaltan la importancia de América Latina y el Caribe en los fundamentos mundiales del mismo. Ambas obras destacan, mediante el conocimiento situado, un elemento clave para superar el limitante centrismo occidental de las RI: visibilizar las aportaciones y contribuciones intelectuales latinoamericanas y el contexto en el que surgieron.
En este orden de ideas, La disciplina de las Relaciones Internacionales en América Latina. Contribuciones, límites y particularidades, editada por Gonzalo Álvarez,2 Melisa Deciancio,3 Giovanni Molano Cruz4 y Cristian Ovando,5 tiene el propósito de relevar los aportes y las contribuciones de las RI latinoamericanas mediante una revisión de la construcción teórica y conceptual de la disciplina en nuestra región. Por su parte, Latin America and the Caribbean in Global International Relations, editada por Amitav Acharya,6 Melisa Deciancio y Diana Tussie,7 ilustra cómo, en un intento de redefinir y ampliar las teorías de RI, el pensamiento y la práctica de América Latina y el Caribe (ALC) desempeñan un papel clave en el proyecto de Relaciones Internacionales Globales (RIG).
Las RIG son el resultado de un llamado de Amitav Acharya para fomentar un movimiento más allá del centrismo occidental en el estudio de las RI y contribuir a la creación de una disciplina que incorpore al resto del mundo. En pocas palabras, las RIG ambicionan cambiar el panorama disciplinario a través de la superación del etnocentrismo estadounidense y europeo, incluyendo sus teorías, métodos y base empírica. Si bien el impulso por reconocer los fundamentos mundiales de las RI no es nuevo,8 la contribución de ambos libros al proyecto de aplicación y profundización disciplinaria es notable. En este sentido, las dos publicaciones forman parte de un mismo proyecto de reflexión, dirigido a audiencias diferentes. Ambas obras, cada una a su manera, buscan revisar las contribuciones latinoamericanas a las RI, señalar sus aplicaciones contemporáneas y determinar la particularidad de lo latinoamericano en el amplio espectro del proyecto de RIG.
La estructura de los dos libros es diferente. La organización del volumen editado por Gonzalo Álvarez, Melisa Deciancio, Giovanni Molano Cruz y Cristian Ovando permite al lector, sea profesor o estudiante, sumergirse poco a poco en la configuración de la disciplina de RI en América Latina durante el periodo que abarca la segunda mitad del siglo XX, sobre todo entre las décadas de 1950 y 1970, hasta nuestros días. La división del libro en cuatro secciones propicia encontrar relaciones lógicas entre las proposiciones que se expresan en el texto, además de seguir un hilo conductor coherente. Esta organización, y el orden de los capítulos, es sin lugar a dudas uno de los grandes aciertos del libro. Sin embargo, considero que hace falta una última sección conclusiva dedicada a un balance comparado y la propuesta de futuras líneas de investigación.
Por su parte, el libro editado por Amitav Acharya, Melisa Deciancio y Diana Tussie se divide en 12 capítulos, sin contar la introducción y la conclusión. Si bien la piedra angular de esta obra es el proyecto de las RIG en general, y la contribución latinoamericana a dicho proyecto en particular, una división en secciones hubiera fortalecido el argumento central de la obra. Pese a ello, un gran acierto del libro es su conclusión concisa que recuerda la meta del proyecto de RIG de aportar una agenda de RI más inclusiva y universal, reconociendo los múltiples fundamentos de la disciplina.
En ambas obras hay varios temas que resaltan por tratarse de aportes latinoamericanos que han sido especialmente visibles y relevantes, entre los que sobresalen el concepto de autonomía y las teorías de la dependencia. Asimismo, vale la pena destacar las contribuciones emergentes de la región y su importancia teórica y epistemológica para la disciplina, como son el feminismo y las representaciones andinas y caribeñas. A continuación, se mencionarán los capítulos que se repiten en ambas obras, y donde se abordan temáticas tradicionales o más recientes.
El primer capítulo que encontramos en los dos libros es el que firma María Cecilia Míguez, quien aborda el concepto de autonomía y señala su validez y alcance como instrumento analítico para estudiar, ente otros temas, la desigualdad y las asimetrías en las RI a partir de la particularidad histórica y el diagnóstico situado de la política internacional. En ambos trabajos, Míguez hace un recorrido por el concepto de autonomía en las RI en América Latina realizando un doble ejercicio. En primera instancia, la autora pretende dar un carácter histórico a los debates al respecto para reflexionar sobre el contenido del concepto. En segundo lugar, Míguez recupera la validez y alcance del mismo para interpretar conflictos actuales. La autonomía, en este sentido, tiene un alcance mundial, al constituirse en una herramienta para pensar las relaciones entre los países periféricos y los países centrales en una situación política, económica y cultural global que continúa vigente: la desigualdad.
El segundo capítulo que se repite es de Stefano Palestini, quien se enfoca en las teorías latinoamericanas de la dependencia, así como sus variedades, límites y aplicaciones contemporáneas. En ambos casos el autor defiende la vigencia de estas propuestas y propone pistas de reflexión para superar algunas de las limitaciones teóricas. De acuerdo con Palestini, los análisis de la dependencia ofrecen herramientas útiles para abordar el capitalismo global contemporáneo, a condición de adaptarlos a la epistemología neopositivista dominante en las RI. Para ello, el autor propone la introducción del concepto de mecanismo de dependencia, el cual define como “aquellos procesos físicos, psicológicos o sociales a través de los cuales ciertos agentes económicos son condicionados por la acción y expansión de otros agentes económicos” (p. 82).9 El autor concluye afirmando que observar estos mecanismos en situaciones de dependencia actuales como las que presentan las relaciones entre China y América Latina mantendrá vigente la contribución de los dependentistas latinoamericanos en el marco de la construcción de una disciplina de RI genuinamente global.
El tercer y último capítulo que encontramos en ambas obras forma parte de las contribuciones emergentes, por tratarse de una temática de la teoría crítica de las RI tal y como la define Robert W. Cox, para quien esta “se aparta del orden imperante en el mundo y se pregunta cómo se produjo ese orden”,10 un objetivo similar al de las perspectivas feministas.11 En este tenor, las contribuciones de Jorgelina Loza abordan el tema de los feminismos latinoamericanos como contribución a una agenda global de las RI desde el Sur global. Loza apunta que las teorías feministas latinoamericanas de RI llaman a escuchar a las mujeres de la región y dar espacio a la perspectiva de género en el análisis de los procesos globales, además de proponer herramientas para reconocer temas, actores y acciones que suceden en espacios fuera de Occidente. En este sentido, las contribuciones feministas latinoamericanas dentro de las RI, que no pueden entenderse por separado de las teorías decoloniales, a menudo funcionan como una crítica del feminismo occidental o hegemónico.
Los enfoques teóricos latinoamericanos son críticos; su potencialidad argumentativa y su capacidad explicativa se basan no solamente en interpretar el mundo y estudiar el lugar que ocupa la región en él, sino también en vehicular el cuestionamiento de las teorías hegemónicas desde el Sur global. En este orden de ideas, es necesario mencionar dos capítulos sumamente relevantes para el proyecto de ampliación y profundización de las RI.
En primer lugar, “Las relaciones internacionales desde el pensamiento político andino”,12 escrito por Amaya Querejazu, presenta la cosmovisión andina y los aportes conceptuales que permiten comprender las realidades regionales de forma diferente, así como repensar las RI para y desde América Latina. Este capítulo es particularmente interesante porque explora la manera en que la cosmovisión indígena de la región de los Andes enriquece la disciplina “a partir de resaltar la importancia de la coexistencia de distintos mundos, de otras ontologías” (p. 142), un aspecto que apunta a unas RI más globales y plurales.
En segundo lugar, la contribución de Kristina Hinds en el capítulo titulado “Big Ideas from Small Places: Caribbean Thought for International Relations”,13 invita a pensar de forma más plural al apuntar que la construcción de unas RI realmente globales exige que se preste atención a las “grandes ideas de pequeños lugares”, como lo anuncia ya desde el título de su capítulo. Hinds subraya la riqueza que el Caribe y la postura analítica de su pensamiento ofrecen a la teorización de las RIG al sostener que el mundo se ha estructurado sobre la base de líneas explotadoras, racializadas y de género que pueden comprenderse desde una perspectiva caribeña. Los estudios feministas caribeños, por ejemplo, contribuyen a reforzar la comprensión de la vida de las mujeres y su situación en los asuntos mundiales, al situar sus experiencias dentro del contexto global. En este sentido, se reconoce la forma en que las mujeres caribeñas han formado parte importante de la mano de obra mundial desde la colonización del Caribe, en especial a través de la esclavitud.
Un aspecto revelador de este capítulo es la crítica de la autora a los académicos que tratan de remodelar las RI para que sean más globales, pero que ignoran las ideas de lugares muy pequeños como los situados en el Caribe. En estos términos, Hinds señala que, para que las RI sean realmente globales, su agenda de investigación debe estar en sintonía con las historias, culturas e ideas menos escuchadas, como las que emanan del Caribe.
Melisa Deciancio y Diana Tussie, en la conclusión de Latin America and the Caribbean in Global International Relations, apuntan que, al igual que la propia globalización se convirtió en una forma de homogeneización y occidentalización del resto del mundo desde la academia,14 impulsar que las disciplinas sean más globales también puede conllevar efectos no deseados, como el reconocimiento de su existencia sin proceder a un diálogo efectivo con estos aportes. Bajo esta lógica, las conceptualizaciones producidas en el Sur global suelen asumirse, representarse y analizarse como periféricas, en un sentido de subordinación intelectual ante el centro de la disciplina, que estaría situado en Europa y Estados Unidos.
No obstante, como se demuestra en ambas obras, las interpretaciones teóricas desde y para América Latina sobre las RI cuestionan las interpretaciones dominantes en nombre del posicionamiento activo de los intereses de la región en la política global. Al respecto, Gonzalo Álvarez, Melisa Deciancio y Giovanni Molano Cruz señalan que el pensamiento internacional latinoamericano contiene un carácter universal poco explorado y una capacidad epistémica innovadora que pone en evidencia los límites de las pretensiones de universalidad que contienen los tipos dominantes de saber en las RI.
Como afirman Deciancio y Tussie, la inclusión de nuevos cánones sólo puede asegurarse si se está dispuesto a tener en cuenta las voces excluidas, del mismo modo en que el pluralismo será posible sólo si estamos dispuestos a reconocer ideas, teorías e incluso prácticas alternativas. Por ende, esfuerzos académicos colectivos como el que ofrecen ambos volúmenes son tan relevantes como necesarios para reivindicar el carácter inclusivo de las RI y transitar hacia las RIG.