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Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas
versión impresa ISSN 0185-1276
An. Inst. Investig. Estét vol.25 no.82 Ciudad de México mar./may. 2003
Obras, documentos, noticias
50 años de Ciudad Universitaria
Peter Krieger
Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM
Algunas publicaciones1 y exposiciones fotográficas conmemoran la fundación de Ciudad Universitaria hace medio siglo. Estas investigaciones y documentaciones comprueban el enorme esfuerzo de otorgar a la educación superior del país pública, laica y gratuita un valor simbólico que se materializa en un destacado concepto arquitectónico-espacial. La modernidad conceptual y la generosidad espacial del campus universitario incluso se perfilan con mayor claridad cuando se les compara con otro megaproyecto universitario, inaugurado casi al mismo tiempo: el de la Universidad Estatal Lomonosov de Moscú, diseñado en 1949 por los arquitectos Lev Rudnev y Sergei Chernyshev.
El complejo de la universidad estatal se levanta sobre las colinas Lenin, dominando el panorama de Moscú. Una torre central, flanqueada por dos alas en forma de cour d'honneur, alberga las facultades de la universidad. Dos anexos laterales, residencias para alumnos y maestros, completan la composición piramidal del conjunto. La axialidad del diseño y la aplicación de ornamentos históricos (debajo de la estructura moderna de hormigón) producen la impresión de monumentalidad ecléctica, deseada y decretada por Stalin, el entonces jefe del gobierno soviético. Los trabajos de la Universidad Lomonosov concluyen en el año de la muerte de Stalin; así este complejo documenta el último reflejo de una ideología arquitectónica antes de su sustitución por la doctrina funcionalista respaldada por Chruchtchov, sucesor de Stalin.
En su contexto urbano, la torre de la universidad se relaciona con cinco rascacielos,2 que se agrupan como anillo alrededor de un terreno vacío donde demolieron una iglesia para erigir el Palacio Soviético. Por falta de recursos nunca se construyó este megaproyecto del stalinismo, pero los cinco rascacielos, más la universidad, dejan constancia de las pretensiones arquitectónicas del dictador. Su gusto por los estilos históricos se convirtió en doctrina estética, aplicada a cada uno de estos proyectos representativos. No deja de ser irónico que la combinación de técnicas modernas de construcción y diseños retrospectivos haya caracterizado ya la estética de los primeros rascacielos en Nueva York y Chicago.
Sin embargo, la teoría arquitectónica stalinista distinguió la torre socialista de la torre capitalista. Con referencias a Alberti, quien definió la belleza de las torres según su ubicación topográfica,3 y también a las pintorescas escenografías urbanas de Camillo Sitte,4 los arquitectos soviéticos en 1947 lograron convencer al consejo de ministros de realizar esta corona soviética de la ciudad. Mientras que en las metrópolis norteamericanas, argumentaron, el rascacielos es consecuencia de la especulación inmobiliaria, de la acumulación de capital y de una expresión ilimitada de poder empresarial, el rascacielos soviético expresaría funciones sociales, tales como la educación superior. Además, contrasta la densidad de rascacielos en Manhattan con la abierta escenografía urbana de la Universidad Lomonosov y sus cinco complementarios en Moscú. En esta visión la silueta urbana cobra un simbolismo político.
Empero, en estos años de la guerra fría, hubo alternativas. Los gobiernos de Iraq, Venezuela y México comisionaron la planeación de nuevos campus universitarios, lejos del conflicto simbólico entre el primer y segundo mundo. Mientras un proyecto de TAC/Walter Gropius para la nueva Universidad de Bagdad no se concretó por la inestabilidad de la monarquía iraquí en los años cincuenta, el gobierno de Venezuela se presentó ante el público mundial con una nueva Ciudad Universitaria en Caracas, planeada por el arquitecto Raúl Villanueva. Es un campus abierto, conectado a la red vial suburbana, con algunos edificios espectaculares que integran obras plásticas de Alexander Calder y Victor Vasarely; pero, en comparación con la Ciudad Universitaria mexicana, tiene mayor densidad de construcciones, con menor grandeza espacial.
Lo que distingue a nuestra Ciudad Universitaria en el Pedregal de San Ángel es la generosidad de los amplios espacios naturales cuyo diseño paisajista escenifica la sucesión libre de los edificios universitarios. Es el contramodelo de la concentración de las masas de estudiantes y maestros en un solo mega-edificio. Cada uno de los elementos sueltos de Ciudad Universitaria genera metabolismos ambientales favorables para el trabajo académico.5 Es más, en el contexto de la hiperurbanización actual, Ciudad Universitaria es uno de los pocos, y por ello muy valiosos espacios de compensación. Su reserva ecológica invita a la contemplación, es una isla que brinda refugio del ambiente estresante de la megalópolis.
Tanto la Universidad Lomonosov como Ciudad Universitaria son documentos clave de la historia cultural del siglo XX y por eso merecen su preservación como patrimonio de la humanidad. En ambos casos, las formas arquitectónicas son anacrónicas: la crítica de arquitectura condenó el eclecticismo stalinista y también el modernismo occidental. Pero los gustos cambian, y lo que permanece son los valores en la memoria colectiva. La Universidad Lomonosov no sólo atrae a los estudiantes rusos, también sirve, desde hace décadas, como el fondo más atractivo para la fotografía oficial de las bodas en Moscú; y Ciudad Universitaria, para todos los habitantes, sigue siendo uno de los elementos clave en el paisaje urbano de México, un punto esencial de referencia en un ambiente visual contaminado por los anuncios y edificios banales (de la Avenida de los Insurgentes Sur).6
La comparación internacional de dos conceptos arquitectónicos de la educación no sirve para reclamar superioridad cultural de una ciudad frente a otra. No obstante, creo que la utilidad social y la calidad estética de Ciudad Universitaria es extraordinaria, porque ofrece una adecuada metáfora espacial a la libertad del pensamiento.
Notas
1. Enrique X. de Anda Alanís, Ciudad Universitaria. Cincuenta años: 1952-2002 (coordinador general Felipe Leal), México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2002; [ Links ] Universidad de México, núms. 618-619 (diciembre 2002-enero 2003); mensaje del rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, doctor Juan Ramón de la Fuente, véase http://www.dgi.unam.mx/rector/mensaje/2002/20nov2002.htm.
2. Los cinco rascacielos construidos en esta fase son: Secretaría de Relaciones Exteriores, de los arquitectos Vladimir Gelfreich y Mikhail Minkus, 1952; el complejo habitacional en la ribera Kotelnichelska de los arquitectos Dimitri Chechulin y A.K. Rostovsky, 1948-1952; Secretaría de Transporte, de los arquitectos Alexei Dushkin y Boris Mezentsev, 1949-1953; el hotel Leningrad de los arquitectos Leonid Poliakov y Andrei Boretsky, 1950-1954; el hotel y complejo habitacional Ukraina de los arquitectos Arkadi Mordvinov, Viacheslav Oltarzhevsky y V.G. Kalisch, 1950-1954; el complejo habitacional plaza Vosstania de los arquitectos Mikhail Posokhin y Ashot Mndoiants, 1949-1954. Véase Catherine Cooke, "Manhattan sulla Moscova", en Domus, núm. 840, p. 88. [ Links ]
3. Nikolai Nikolajewitsch Baranow, Die Silhouette der Stadt. Städtebau und Denkmalpflege, Berlín/ddr, 1985 (1a. ed. Leningrado, 1980), p. 52. [ Links ]
4. En 1940, el arquitecto A.V. Bunin publicó un libro influyente sobre la composición arquitectónica de ciudades; véase Domus, núm. 840, pp. 88 y ss. [ Links ]
5. Sobre una nueva comprensión de la organización espacial de Ciudad Universitaria, véase Peter Krieger, "Cerebro nacional autónomo de México", en Universidad de México, núms. 618-619 (diciembre 2002-enero 2003), pp. 126-129. [ Links ]
6. Peter Krieger (ed.), Aprendiendo de Insurgentes-Contextos de la arquitectura, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Arquitectura, 2003. [ Links ]