1. Introducción
Tanto desde la República Popular China (China) como desde América Latina se proyectan discursos respecto de la relación entre ambas regiones. Esto se presenta en diferentes contextos y por interlocutores distintos, y adquiere sentido a partir de los mismos. El discurso social se constituye como creador de sentido y representación del mundo (Angenot, 2010) y articula, por tanto, realidades. Desde esta perspectiva, el discurso se transforma en un hecho social y por tanto “histórico” (Angenot, 2010: 23).Empero, para que este discurso tenga legitimidad, debe desarrillarse en contextos institucionales (Van Dijk, 1999). Basados en estas premisas y centrados en los actores claves de la relación bilateral sino-chilena, consideramos fundamental analizar el rol que dichos actores juegan en un marco mayor, creciente y dinámico, de las relaciones económicas, políticas y culturales entre Asia y América Latina. Si se considera que para América Latina existen discursos fragmentados en su relación con China, tomaremos a Chile como caso de estudio.
Mediante una reflexión sobre las relaciones entre China y Chile, aquí se busca analizar discursos, tanto de Chile como de China, que permiten observar cómo, a través de la propia representación que tanto emisor como receptor de la comunicación realizan de sí mismos y del otro (en este caso, como Chile se representa frente a China y viceversa) se crea el sentido en el cual se enmarcan las relaciones bilaterales o, en palabras de Angenot, el “hecho social” que la sustenta.
Para el análisis se considerarán los textos “La República Popular China y América Latina y el Caribe. Hacia una nueva fase en el vínculo económico y comercial”, publicado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (2011); recortes de prensa; comunicados del gobierno chino incluyendo el documento “Política China hacia América Latina y el Caribe” (2004 a la fecha); comunicados y documentos del gobierno chileno (Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, principalmente Pro Chile); el Comunicado Conjunto de Chile y China de 2008; y algunos ejemplos a partir del desarrollo de la enseñanza de chino mandarín y cultura china en los últimos años, así como también entrevistas a personas y autoridades relacionadas al tema en cuestión llevadas a cabo en los años 2008-2009 1. Para el análisis de los datos, se realizó una codificación simple, abierta y amplia, basándose en la primera etapa de codificación cualitativa descrita por Silverman (1993, 2005). Desde el punto de vista epistemológico, predomina una mirada interpretativa, ya que se entiende a la realidad como teniendo “un significado inherente” (Schwandt, 2000: 189) y comprendida desde un marco determinado (Williams, 2000).
El presente artículo tiene como objetivo mostrar el rol decisivo que ambos Estados, tanto chino como chileno, han tenido en la creación de una relación bilateral -basada en sus propias representaciones-centrada en la cooperación económica y carente de la ideología Sur-Sur que caracterizó las relaciones entre China y América Latina desde la época de Mao Zedong.2
Por tanto, y desde el punto de vista conceptual, proponemos, siguiendo a Wendt y el construccionismo y a los teóricos del discurso, que la construcción de la relación bilateral se ha basado tanto en la representación propia como en la del otro y se ha materializado en la construcción de discursos emitidos por sus actores relevantes (se analizan aquí los discursos emitidos por los respectivos Estados). Si entendemos, con Hall (2003), que la representación se construye a través del lenguaje y, por ende, del discurso en tanto portador de significados, entendemos la importancia de analizar los discursos en relaciones internacionales. En el caso sino-chileno proponemos la existencia de tres discursos relevantes que devienen -y a la vez construyen- desde la perspectiva del discurso la relación bilateral:
La “narrativa de los primeros”, en donde tanto China como Chile se configuran en una relación especial y única dentro del contexto latinoamericano.
La narrativa económica, en la que Chile se presenta como país plataforma y China se establece como mercado.
Una tercera narrativa alojada en la cooperación cultural, basada en el establecimiento de formaciones discursivas en instituciones académicas que interactúan con estos discursos previos y promueven el intercambio cultural entre ambas regiones.
Sin desmerecer otros factores que deben ser considerados para el análisis global de la relación sino-chilena -complementariedad económica, apertura económica de ambos países como sustento de desarrollo económico, creciente importancia de China a América Latina e importancia de Chile a la relación con Asia, entre otros- se sostiene aquí que estos tres discursos han servido de base constitutiva para el creciente intercambio económico bilateral. Asimismo, este artículo desea mostrar la importancia del rol del Estado - en este caso a través de la construcción de un discurso que sustenta y enmarca la relación entre ambas naciones - en la era de la globalización económica y el advenimiento del mundo privado en las relaciones entre naciones.
2. Globalización y rol del Estado
Invariablemente, las distintas definiciones de globalización describen un mundo hiperconectado por medios tecnológicos y comunicacionales (Dunkerley y Beynon, 2000). Como Roland Robertson explica:
lo que hace que la globalización contemporánea sea única es que (…) cada día más, las naciones ahora se involucran en una amplia gama de contactos de tipo económico, militar, político y cultural y que crecientemente, la gente en todo el mundo entiende al mundo como “un solo lugar” y en consecuencia piensa y actúa globalmente (Dunkerley y Beynon, 2000: 9).
De este modo, la globalización se entiende como un fenómeno con dimensiones sociales, políticas, culturales y económicas. La dimensión económica de la globalización incluye fenómenos simultáneos como integración de mercados, cadenas de producción global y extensivo movimiento de capitales. Así, la globalización económica implica “diversas formas de integración internacionales incluyendo comercio exterior e inversión extranjera” (Bhagwati,2004: ix). Esta definición subraya la creciente importancia de las multinacionales - el mundo privado- como motores de la globalización económica (Rodrik, 1997; McMichael, 2000, Bhagwati, 2004; Held, 1999; Nye, 1990), las cuales actúan según los intereses corporativos y no necesariamente según el interés nacional de su país de origen (Ohmae, 1996). Frente a este nuevo poder, el rol del Estado tradicional estaría siendo redefinido. Dicken lo configura como un actor relevante en tanto contiene las estructuras institucionales y culturales (Dicken, 2003) en las cuales se llevan a cabo los intercambios globales y, por tanto, con un rol aún fundamental frente a la creciente importancia de los actores privados (Dicken, 2003).
Como afirma Labarca (2008), los procesos de globalización han determinado que las naciones -y con ella sus empresas- se encuentren en una constante competencia en el mercado global. Desde el punto de vista del Estado, Dicken lo describe de la siguiente manera:
La perspectiva (de la competencia entre los estados) entre Policy makers y académicos ha sido fuertemente aceptada. Libros, informes gubernamentales, artículos de prensa, programas de televisión en virtualmente todos los países se adhieren al lenguaje y a la imaginería de la lucha competitiva entre los estados por una tajada mayor de la torta global (2003: 140).
Más aún, Kotler y Gertner (2002) postulan que la imagen que los países construyen determinan las actitudes hacia los mismos - con consecuencias políticas, económicas y culturales-, lo que ha sido también puesto en evidencia por otros autores (Dinnie, 2008; Anholt, 2007, 2008). La construcción de esta imagen se sostiene, en parte, por las representaciones existentes; en tanto, como explica Hall (2003), portadoras de significado y base para la construcción de la identidad. En este sentido, se rescata la idea construccionista de cómo la intersubjetividad determina la construcción de la realidad. Más aún, la aproximación discursiva que aquí proponemos se enmarca en los “efectos y las consecuencias de la representación”, teniendo por tanto efectos políticos (Hall, 2003: 6) para el caso de estudio.
Si consideramos, junto con Ohmae (1996), que las multinacionales resguardan los intereses corporativos y, en cambio, el rol del Estado es resguardar el interés nacional, surge la pregunta: ¿cómo y en qué medida tanto el Estado de Chile como el Estado de la República Popular China han contribuido -mediante las representaciones que configuran en sus discursos- a construir una imagen que favorezca las relaciones mutuas, y por ende, su interés nacional? ¿Cuáles son los procesos que llevaron a crear estas representaciones con el fin de apoyar las relaciones económicas? Postulamos que la construcción de imagen se realiza a través de la creación de narrativas cuyo fin es el de fomentar la cooperación y el intercambio. Entonces surgen las preguntas que motivan este artículo: ¿cuáles son los elementos y características principales de estas narrativas? ¿Cómo se canalizan?
A través del análisis del discurso de documentos diplomáticos oficiales y con base en entrevistas realizadas a personeros del gobierno chileno, se intenta ofrecer una noción de cómo la imagen de China es construida en América Latina y en particular Chile; y cómo Chile construye una imagen en el país asiático.3 Asimismo, se analiza la construcción de una identidad común, tomando en consideración el contexto actual de las relaciones bilaterales.
3. Relaciones entre Chile y China
La República Popular China es el primer destino de las exportaciones chilenas con alrededor de un 20% del total en los últimos años (Dirección Económica de Relaciones Internacionales, 2012,2013), lo que convierte a ese país en un actor vital para el desarrollo económico chileno, basado en un modelo abierto al comercio exterior e institucionalizado en una red de intercambios comerciales (Rosales, 2004). La puesta en marcha del Tratado de Libre Comercio entre la República Popular China y Chile el 2006, sumado a la atención de China hacia América Latina, aceleró la creciente influencia económica china en el país. Esto se tradujo en el aumento del intercambio comercial (Dirección Económica de Relaciones Internacionales, 2010, 2011, 2012, 2013), trayendo consigo además una mayor interacción entre ambas partes. Esta interacción no sólo se presenta en el ámbito “real” (aumento del comercio entre las partes, aumento de visitas oficiales y delegaciones comerciales, turismo etcétera), sino que también extiende la interacción en el plano discursivo.
Según la teoría de construccionismo social, la gente se relaciona con otras entidades (objetos y personas) según el significado que éstos representen para ellas. Estos significados, a su vez, dependen de las expectativas y la comprensión intersubjetiva que se tenga del objeto, lo que determina entonces significados colectivos que constituyen las estructuras que organizan nuestras acciones. Así, según el constructivismo, la realidad se entiende desde estos significados intersubjetivos, por lo que la identidad resulta vital para la acción entre las partes, ya que construye la realidad (Wendt, 1992).
Desde una perspectiva constructivista en donde la realidad es una construcción humana:
no hay base para sostener la existencia de una verdad idéntica para todos, inmutable y eterna, y sólo podemos tratar con el mundo de la experiencia como la única realidad efectivamente accesible. (…) El constructivismo niega la existencia de una mirada privilegiada, con autoridad para cerrar el paso a posturas alternativas, y establece una carta de ciudadanía para el desacuerdo (López Pérez, 2010: 26).
Y en ello aparece el peligro de la validación de criterios únicos:
Una explicación siempre es una proposición que reformula o recrea las observaciones de un fenómeno en un sistema de conceptos aceptables para un grupo de personas que comparten un criterio de validación (Maturana y Varela, 1994: 14). Es esta construcción de “criterios” la que es posible de observar en los documentos que aquí se presentan.
4. Metodología de análisis: Los marcos de sentido
La metodología empleada para la presente investigación se enmarca dentro de lo que se entiende como análisis del discurso. Este apunta a identificar las representaciones que los discursos transmiten tanto respecto del propio enunciador y del objeto al que los textos hacen referencia, así como de los destinatarios a los cuales ellos se dirigen. Como indica Gómez (2009), para analizar los discursos es necesario atender a los lineamientos básicos de la teoría de la enunciación (Bajtin, 1989; Benveniste, 1977; Maingueneau, 1980; Peñamarín, 1997 en Gómez, 2009), en la cual es posible concebir los discursos como espacios de intersubjetividad. Es decir, los discursos se admiten como espacios (intradiscursivos) de diálogo que postulan determinadas relaciones interlocutivas enunciador (quien habla) y enunciatario (a quien se habla). De esta forma, y aplicado a tal investigación, al determinar la naturaleza de los discursos emitidos por ambos Estados (China y Chile) seremos capaces de distinguir el proceso relacional que los dos países sostienen en su relación bilateral y vislumbrar los procesos de construcción de identidad. Gómez señala que en la medida en que la instalación de un “yo-locutor” acarrea la instalación delante de sí de un tú-alocucionario que es su destino, el texto sale del mero campo de la subjetividad para implantarse en el de la intersubjetividad (Gómez, 2009), fundamental para apuntar a la creación de una identidad común. La exploración permite conocer cómo el enunciador se (re)presenta y la identidad de sí, ya que construir un texto es producir “un conjunto articulado de enunciados que postula un universo de sentido revelador de su concepción y relación con el mundo” (Gómez, 2009).
Así, se identifica la imagen del destinatario (de sus intereses, para efectos de este estudio) que el enunciador ha instalado como horizonte de su habla, la cual establece el tipo de relación que sobre sí mismo ha establecido el locutor con los supuestos, y a partir de los cuales, diseña y desarrolla su comunicación. Analizar, entonces, los discursos implica “enfocar todo ese ámbito de lenguajes, normas y significaciones (que se estiman) compartidos” (Peñamarín, 1997: 146-147). Sin embargo, debido a que este artículo se enmarca en relaciones interculturales, donde no necesariamente las normas y significaciones son compartidas (Rodrigo, 1999), es necesario realizar un análisis no sólo desde el enunciador, sino también desde la audiencia. Para ello, se identifican los frames o marcos de sentido (Lakoff, 2004) que entiende estos marcos como “estructuras mentales que moldean la forma en que vemos el mundo” (Lakoff, 2004: xv) y que están determinados desde el lenguaje, pero también desde el entorno que los rodea, tal como lo plantean Taylor y Bogdan desde el interaccionismo simbólico:
todas las organizaciones, culturas y grupos están constituidos por actores envueltos en un proceso constante de interpretación del mundo que los rodea. Aunque estas personas pueden actuar dentro del marco de una organización, cultura o grupo, son sus interpretaciones y definiciones de la situación lo que determina la acción, y no normas, valores roles o metas (Taylor y Bogdan, 1987:25).
En la identificación de Chile hacia China y de China hacia Chile nos encontramos con hitos en las menciones de discursos oficiales y plataformas de difusión de información, y es posible observar que existen ciertos discursos y planteamientos que se mantienen en el tiempo.
4.1 El discurso o “narrativa de los primeros” 4
Dentro de esto nos encontramos con narrativas con un enfoque económico o cultural. No obstante, el que aparece con mayor recurrencia en el análisis de los textos y enunciado por un amplio grupo de interlocutores, es lo aquí llamamos “narrativa de los primeros”. Este discurso, como se observará, está construido por ambas naciones (tanto como emisor y como receptor del discurso) y nace como consecuencia de un discurso diplomático que se plasma en diversos documentos, análisis académicos y también permea la narrativa presente en el cuerpo diplomático y comercial chino y chileno. Se enfoca principalmente en destacar que Chile ha sido el primero en una serie eventos simbólicos para las relaciones bilaterales, otorgándole a Chile un lugar “privilegiado” en el discurso chino hacia América Latina. Esta misma narrativa aparece también llamada como las cinco “pionerías de Chile”, lo que constituye “prueba del incesante desarrollo de las relaciones amistosas de Chile y China” (Ministerio de RREE de la República Popular China, 2005); y sostiene lo siguiente:
Chile fue el primer país sudamericano en establecer relaciones diplomáticas con China y en apoyar la restitución a China de su legítimo puesto en las Naciones Unidas así como el primer país latinoamericano en firmar el acuerdo bilateral con la parte china sobre el ingreso de China en la OMC, en reconocer el status de completa economía de mercado de China e iniciar las negociaciones bilaterales sobre el TLC (Ministerio de RREE de la República Popular China, 2005).
En diciembre de 1970, Chile se convirtió en el primer país de Sudamérica en establecer relaciones diplomáticas con la República Popular China. De acuerdo a investigadores chinos, esto constituyó un primer paso significativo en la relación de China con América Latina: “a big step forward”, como lo propone uno de los investigadores de la Academia China de Ciencias Sociales con mayor relevancia dentro de la investigación bilateral (Jiang, 2006: 202). Desde ese momento, consigna un ex embajador, China ha sido un elemento clave en la política exterior chilena (Poklepovic, 2006:56).
El análisis efectuado muestra que además de éste, la idea de “primeros” se ensalza en la retórica de la documentación chilena cuando presenta a China. Este informe de la Dirección Económica de Relaciones Internacionales a tres años del acuerdo con China lo ejemplifica:
La interrelación entre Chile y China ha sido creciente históricamente. Se pueden distinguir cinco hitos fundamentales en esta relación: Chile fue el primer país de Sudamérica en establecer relaciones diplomáticas con China. Chile fue el primer país que reconoció a China como economía de mercado. Chile fue el primer país que respaldó el ingreso de China a la OMC. Chile fue el primer país individual que suscribió un Tratado de Libre Comercio(TLC) con China. China se convierte en el primer socio comercial de Chile luego del TLC (Dirección Económica de Relaciones Internacionales, 2009:4).
Lo mismo se repite en la evaluación del año siguiente (2010), en donde se profundiza en la retórica de los primeros:
En 1970, Chile fue el primer país sudamericano en establecer relaciones diplomáticas y asumir la política de "Una Sola China” en nuestro subcontinente. Esto fue determinante en el establecimiento y consolidación de una fructífera relación bilateral entre ambos países [primer hito]. Con los años, se gestaron otra serie de hitos, entre los cuales figura el ser el primer país latinoamericano en apoyar el ingreso de China a la OMC, el primero en reconocer a China como economía de mercado y el primer país en el mundo en concluir la negociación bilateral de un TLC con la República Popular [segundo, tercer y cuarto hitos]. Chile fue el primer país del mundo que suscribió un Tratado de Libre Comercio (TLC) con China de manera individual (Dirección Económica de Relaciones Internacionales: 2010).
Este último texto demuestra cómo Chile se configura a sí mismo como un interlocutor “privilegiado” y “especial” dentro de la relación de China con América Latina y, por lo tanto, un socio confiable dado su comportamiento histórico. Como lo expresa un ex embajador chileno: “El desarrollo de China en los próximos decenios requerirá de socios confiables que puedan proveerle de recursos naturales (…) la historia demuestra que Chile ha sido un socio confiable de China y por lo mismo lo será en el futuro” (Cabrera, 2006: 2). Actualmente, aparece también en el portal web de la Embajada de Chile en China:
Chile es el país más lejano de China en todo el planeta. Sin embargo, esa determinante geográfica no ha sido impedimento para avanzar y dar pasos importantes de cercanía. Habitualmente escuchamos de nuestras contrapartes chinas los “cuatro primeros lugares de Chile”. En 1970, Chile fue el primer país de América del Sur en establecer relaciones diplomáticas con China; en 1999, el primer país latinoamericano en apoyar el ingreso de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC);en 2004, el primer país latinoamericano en reconocer a China como economía de mercado; y en 2005, el primero en suscribir un Tratado de Libre Comercio con China. A esto deben sumarse otros hechos, como ser el primer país de América Latina en albergar un Instituto Cultural Chino (en 1952) y el primer país de América Latina en acordar unjoint venturecon China en 1982 (Beijing Copper Company). (Ver “Relaciones Bilaterales”)
Asimismo, se menciona que el Presidente Sebastián Piñera en una entrevista con Xi Jinping; manifestó que en 1970, Chile fue el primer país en Sudamérica en establecer relaciones diplomáticas con China.”5
Este discurso de los primeros debe enmarcarse en la perspectiva del esfuerzo diplomático de crear una narrativa conjunta sobre la cual pueda basarse la cooperación económica. Esta narrativa tiene un valor práctico en la relación bilateral, como lo expresa el ex agregado comercial en China, crear un hecho social como lo resalta Angenot y constituir entonces un marco de sentido, tal como lo señala Lakoff (2004):
A nivel de discurso si, indudable que sirve [de marco referencial] es nuestro caballito de batalla, lo sacamos a la mesa cuando tenemos un problema y funciona. Nos tenemos que mostrar como un socio estratégico de china. Como aliados de china, que por lo demás lo somos. Tenemos que sacar ventaja. [es como decir]: “Oye, pero nos hemos apoyado desde chicos, que nos vaya bien juntos. Es muy importante la relación, muy importante. (Entrevista 34).
No obstante, esta construcción de realidades no se limita al ámbito estatal, sino que se deriva a la retórica de los empresarios a un nivel micro económico. Por tanto, puede afirmarse que ha traspasado la frontera del discurso diplomático moldeando el discurso de las élites económicas y sociales. Esto ha permitido, a su vez, lograr la diferenciación con alguno de los pares latinoamericanos. Así lo expresa un diplomático chileno:
Las relaciones de gobierno [entre China y Chile] han sido esenciales en el desarrollo de los negocios. Dada la cultura económica y política de China, las buenas relaciones diplomáticas han sido muy bienvenidas. El hecho de que Chile fuera el primer país en Sudamérica en establecer relaciones diplomáticas con Chile, rompiendo lo que era la norma internacional de esa época, generó una confianza ideológica que desde ese momento le abrió las puertas a Chile. Entonces, la secuencia de los primeros ha actuado como una puerta abierta [a Chile] y esto es eminentemente político. (Entrevista 58)
Muchos empresarios entrevistados para esta investigación señalaron la importancia de la retórica de los primeros en un primer momento de negociaciones. Así lo entiende este empresario chino, gerente general de una compañía importadora de vino en Shanghai, que explica:
Por supuesto que una buena relación entre nuestros países hace que nuestro comercio sea más fácil. Es bien simple. Cada uno de nosotros ama su propio país (por lo tanto) una buena relación entre dos países sería una ventaja a la hora de comerciar entre ellos. ¿A quién le gusta hacer negocios que alguien que no tenga buenas relaciones con su propio país? Esto no es sólo política […] somos hombres de negocios, los negocios son importantes pero por supuesto que hay otras cosas importantes también como es el amor a nuestro país.Eso es más importante. (Entrevista 80)
Desde la perspectiva estatal china, por ejemplo, la narrativa de los primeros es también mencionada por ministros de Estados chinos en reuniones con autoridades chilenas, como es posible advertir en el siguiente comunicado del gobierno chino:
[Wen Jiabao] Manifestó que Chile fue el primer país sudamericano en establecer relaciones diplomáticas con China, y que el Congreso de Chile fue el primer parlamento latinoamericano en establecer el mecanismo de diálogo político con la APN de China.6
Asimismo, la narrativa de los primeros también ha permeado el discurso de los medios hacia China. Un ejemplo está determinado por esta noticia cuyo titular es “China no olvida”, que destaca los numerosos gestos que Chile ha tenido con China:
Diversas fuentes de la Cancillería repiten con orgullo que China “no olvida” los numerosos gestos que Chile ha tenido con la nación más poblada del mundo en diversas instancias internacionales, lo que apunta a que la visita oficial que inició este jueves el presidente Hu Jintao puede potenciar aún más la relación entre ambos Estados.
Además del tema económico -la nación de Asia es el tercer destino de las exportaciones nacionales-, el gobierno comunista recuerda con especial agrado que Chile fue, en 1971, el primer país de América del Sur en reconocer a la República Popular China.7
Consecuentemente, el discurso de los primeros ha sido entendido como el pilar más importante en las relaciones diplomáticas. Por ejemplo, a raíz del encuentro de la Presidenta Michelle Bachelet con el Primer Ministro del Consejo de Estado chino, Li Keqiang, en noviembre de 2014, el comunicado oficial del gobierno chino destaca que “Chile es el primer país de América Latina en firmar el Tratado de Libre Comercio con China (sic).”8 Como lo explica un ex agregado comercial en China:
El apoyo histórico es fundamental. Tú no eres un recién llegado [refiriéndose a Chile]Tú eres el primero en muchos hitos que son importantes para China (…) Nosotros fuimos capaces de sentarnos y negociar con un gigante como China (refiriéndose al Tratado de Libre Comercio). No es tan simple. ¿Y cómo lo conseguimos? Porque había voluntad política de cerrar negociaciones con nosotros. (Entrevista 1)
4.2 Narrativa Económica, China como mercado
Junto a esta narrativa de los primeros, nos encontramos también con una narrativa económica. Una primera perspectiva de análisis es a partir de la presentación de Chile como país plataforma para empresas extranjeras que desean “entrar” en América Latina. Una segunda mirada se puede desarrollar a partir de la presentación de China como el mercado que se quiere conquistar y a partir del cual se establece un discurso comenzando con la relación sur-sur. Como ha sido señalado por Rehner y Quiroz, China se ha vuelto el segundo mayor interlocutor de América Latina, no solamente debido a la exportación de materias primas, sino también a la importación de productos chinos (Rehner y Quiroz, 2010: 23). Asimismo, plantean en el 2010 que desde América Latina no existe una estrategia que reflexione posibilidades a partir del flujo comercial, no existiendo una instancia multilateral que posicione los intereses de América Latina respecto de China (Rehner y Quiroz, 2010: 43-44).
Como posible explicación a esta situación, Rehner y Quiroz sostienen que “existen diferentes posturas políticas y económicas en la región que difieren de una proyección comercial única con la RP China”, lo que se da por medio de tratados de libre comercio y acuerdos de cooperación tecnológica, y se ve complementado en su participación en rol de observador en instituciones regionales -como Grupo de Río u Organización de los Estados Americanos- y su participación en instituciones de nivel global tales como el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial de Comercio (Rehner y Quiroz, 2010:44). Sin embargo, y como plantean Rehner y Quiroz, “China establece su agenda latinoamericana principalmente definida por la posición estratégica sobre recursos energéticos y el aprovisionamiento de una importante dotación de otras materias primas funcionales para consolidar su crecimiento” (Rehner y Quiroz, 2010: 45).
En este contexto, China aparece ante los ojos de Chile como un mercado que hay que explorar (una conquista), una tierra de oportunidades, delimitando su identidad a su condición de mercado y por tanto reduciéndola a una dimensión económica (Labarca, 2013). En tanto, China ha considerado a América Latina en general, y a Chile en particular, como un socio en su desarrollo económico, desvinculándose así del acento ideológico que mantuvo hacia el continente en décadas pasadas (Labarca, 2012, 2013), en el marco de un contexto de amistad de países en vías de desarrollo (Altemani de Oliveira, 2006).
Sin embargo, es posible de debatir, este último punto ya que Chile es parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, lo que implica una propuesta e interés de querer avanzar hacia el desarrollo, lo que entra en oposición con el verse identificado como parte del sur. Chile ha construido la imagen de un país eficiente, con instituciones sólidas y gobiernos estables, elemento que ha utilizado como clave diferenciadora con el resto de los países de América Latina. Esto último ha sido explícitamente planteado por ProChile -organismo dependiente de la Dirección General de Relaciones Económicas del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile cuya misión consiste en contribuir al desarrollo económico del país a través de su promoción en el exterior. Esta se puede observar, por ejemplo, en un aviso publicitario de ProChile (Revista In, 2008: 17). En ese aviso publicitario, publicado en una revista asociada a una línea aérea, se exaltan elementos fundamentales de la identidad chilena: apertura comercial y capacidad de inserción global, competitividad y desarrollo económico, así como también estabilidad política e institucional. Es posible inferir que Chile se representa como emisor con estas características que, a su vez, considera como fundamentales para la atracción de capitales y apoyo extranjero. Al entenderse Chile como un mercado seguro y eficiente, es posible inferir que entrega al otro (socio) similares características, que es lo que ocurriría en su representación de China como mercado.
4.3 Amistad, cooperación, cultura y becas
Una tercera narrativa surge a partir de un discurso que emerge destacando una relación de amistad, de vínculos, de cooperación cultural, y se materializa por medio de la relación directa entre líderes e intercambio cultural y académico. En este espacio aparece la difusión del idioma, vínculos entre Universidades y giras de grupos artísticos, entre otros.
En el año 2004, Hu Jintao presentó como objetivo principal para la relación con América Latina, entre otros, el desarrollo del intercambio cultural con el objetivo de profundizar el entendimiento mutuo. Asimismo, la cooperación cultural aparece en la conversación que sostiene con el Presidente Ricardo Lagos en su visita a Chile en 2004.9 Sin embargo, Jiang Jixue (2008) ha argumentado que el énfasis se encuentra siempre en el aspecto económico. No obstante, es posible advertir que el intercambio cultural se mantiene como área de desarrollo para las relaciones entre China y América Latina y el Caribe; por ejemplo, en el discurso de Xi Jinping en la reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños en julio de 2014:
Tercero, adherirse al intercambio y el aprendizaje mutuos para consolidar la amistad de generaciones y generaciones. China esta dispuesta a fortalecer el intercambio con los gobiernos, los órganos legislativos, los partidos políticos y las localidades con los países latinoamericanos y caribeños y reforzar el intercambio y la cooperación en los terrenos como la educación, la cultura, el deporte, la prensa y el turismo. En los próximos cinco años, China proporcionará a los países de América Latina y el Caribe 6.000 becas del gobierno, 6.000 plazas para recibir capacitación en China así como 400 cupos de maestría a tiempo parcial. China invitará a 1.000 líderes de partidos políticos de los países latinoamericanos y caribeños para hacer visitas e intercambios en China, iniciará en el 2015 el programa “Puente hacia Futuro” destinado a la formación de mil líderes jóvenes chinos y latinoamericanos. China propone la celebración del “Año de Intercambio Cultural China-América Latina y el Caribe” en 2016.10
Históricamente, no obstante, y a partir de una revisión de las notas de prensa publicadas por el Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Popular China, solamente desde el 2008 comienza a aparecer la mención sobre educación y cultura como espacios de colaboración necesarios, a partir de la reunión de Hu Jintao con la Presidenta Michelle Bachelet:
En tercer lugar, ampliar el intercambio humanístico para aumentar la comprensión mutua. Fortalecer el intercambio y cooperación en áreas de cultura, educación, deporte, sanidad, ciencias y tecnologías, turismo, judicatura, seguro social, superación de pobreza y protección de medio ambiente. Apoyar el intercambio y cooperación entre provincias y municipios, organizaciones populares y círculos académicos de los dos países para incrementar la comprensión mutua y amistad entre los dos pueblos.11
Asimismo, La parte chilena anunció el otorgamiento de becas de postgrado a estudiantes chinos y la exhibición de la muestra "Mapuches: Semillas de Chile" en Beijing a fin de fomentar el entendimiento entre sus respectivas sociedades, impulsando para ello en todo su alcance los mecanismos de cooperación existentes entre ambos países.12
Durante el año 2009, en una entrevista de Hu Jintao con la Presidenta Michelle Bachelet, aparece nuevamente la importancia de la cooperación cultural, lo que se manifiesta en la promesa de una exposición de “Guerreros de Terracota” en Chile.13 Asimismo, en junio de 2012, en una entrevista sostenida por Wen Jiabao con el Presidente Sebastián Piñera, surge como punto a desarrollar el “estrechar el intercambio en las áreas cultural, turística y juvenil, para incrementar la comprensión mutua y la amistad entre los pueblos14 .”
El texto “Política China hacia América Latina y el Caribe”, publicado por el Gobierno Chino (2008), puso en evidencia que la importancia que China otorga a la región enfatiza el intercambio bilateral y las relaciones económicas. Un segundo documento publicado en 2016, reitera una vez más ese interés. Sin embargo, en ambos documentos también se confirma el interés de China por el desarrollo de la cooperación en temas ampliados, en donde destacamos, con motivo de esta sección, la educación -que en 2008 plantea como objetivo el establecimiento de un tratado sobre el reconocimiento mutuo de títulos académicos y diplomas, y el aumento de becas del Gobierno Chino para América Latina-, el intercambio de gobiernos locales, partidos políticos y oficiales de alto nivel. A partir de esto, es posible señalar que desde el 2008 comienza a configurarse esta narrativa basada en la amistad y cooperación, algo que se confirma en el documento del 2016.
En este aspecto se muestra relevante el cuadro que presenta la Comisión Económica para América Latina y el Caribe en su documento “La República Popular China y América Latina y el Caribe. Hacia una nueva fase en el vínculo económico y comercial”, del año 2011. En esa gráfica se presentan las visitas presidenciales de China a América Latina y de América Latina a China, y se plantea que son reflejo de una agenda de intereses mutuos “que parece ir progresando.” En el mismo documento se destaca la invitación al foro de intercambios entre think tanks de China y América Latina, convocado por el Chinese People’s Institute of Foreign Affairs en noviembre del año 2010, y en el cual Comisión Económica para América Latina y el Caribe participó. Es decir, el documento contribuye a visualizar la formación de este discurso a partir de intercambio de líderes políticos y entre think tanks.
Esta narrativa, que enfatiza la cooperación cultural, se caracteriza por la participación de Universidades y centros de estudio. Esto es un asunto evidente en los mundos académicos chileno y chino. El establecimiento de observatorios locales sobre China y el aumento de convenios de cooperación entre instituciones de educación superior, ilustra este hecho, así como el trabajo de colaboración conjunta de investigadores en temas sustanciales. No obstante algunas excepciones, como se ha visto a partir de las sinergias generadas en el área de la astronomía, el intercambio académico ha estado enfocado en las principales universidades chinas ubicadas en las principales ciudades y en la zona costera. El intercambio académico ha comenzado a integrar nuevas variables, no solamente ha estado en el intercambio de alumnos y establecimiento de relaciones bilaterales entre Universidades, sino también por medio de cotutelas y promoción de becas para el desarrollo de investigación conjunta de académicos y departamentos de estudio, lo que diversifica los espacios sobre los cuales se construye esta narrativa.
En este contexto, se hace necesario mencionar el establecimiento de los Institutos Confucio15 cuya continua fundación en América Latina ha contribuido al establecimiento de redes de información y colaboración con distintas universidades chinas, además de coadyuvar a la formación de redes dentro de América Latina que facilitan el contacto entre académicos de distintos países hispanohablantes dedicados a los estudios chinos y/o en China. La puesta en marcha de programas especiales para el desarrollo de Universidades en China, como el programa 211 iniciado en 1995, que buscaba el desarrollo de cien instituciones de educación superior y el desarrollo de áreas claves para el siglo XXI; o el programa 985 anunciado en 1998 (treinta y nueve universidades participan en 2013), cuya inversión ha significado que las universidades alcancen estándares internacionales de excelencia,16 también facilitan el intercambio de China con el extranjero en términos de intercambio académico. Asimismo, se ha convertido en una actividad regular las visitas de grupos artísticos chinos que se presentan en el extranjero. En el contexto del festival “Teatro a Mil” que se llevó a cabo en 2013 en Chile, una muestra de la Ópera de Beijing tuvo más de diez presentaciones en menos de quince días. Asimismo, la gestión y distribución de becas por parte del gobierno chino a través del “Instituto Confucio” 17 y “Beca del Gobierno Chino,” sumado a diversas ayudas para estudios en el extranjero del gobierno chileno son otras instancias que sirven de base para un discurso basado en la cooperación cultural.
Así, se puede plantear que esta narrativa ha ido adquiriendo cada vez mayor relevancia en el reforzamiento de discursos que buscan el acercamiento entre regiones, que tiene incentivos y resultados específicos y medibles por medio del aumento de becarios, giras culturales o publicaciones (Rehner y Montt, 2013). Por medio de este discurso se exaltan los espacios que reducen la distancia y elementos que buscan una mayor comprensión entre países, así como promover y facilitar el intercambio cultural. Asimismo, la aparición de cursos sobre “Cultura China” o “Negocios y Cultura China” hace evidente que, en el discurso, aparece como imposible desvincular este espacio que apela a lo cultural de las implicancias que tiene para el resultado exitoso de negociaciones e inversiones en China por parte de Chile. El discurso, entonces, se basa en el hecho de que el conocimiento real sobre América Latina en China es aún limitado, y en que el desarrollo de los vínculos culturales entre ambos será de fundamental importancia en el futuro (Jiang, 2008).
Conclusiones
Hemos analizado tres elementos claves del discurso entre China y Chile a nivel bilateral. A través de ellos, es posible observar cómo, desde Chile y retroalimentado por China, se ha establecido una narrativa que busca situar a Chile en una posición “especial” dentro de América Latina respecto de la relación con China, lo que contribuye también a fomentar la idea de China como mercado y Chile como un socio confiable. El discurso se amplía cuando se establece también una dimensión cultural en la relación entre ambas naciones. Con ello, la relación bilateral se enmarca en un ámbito desideologizado, alejado del tradicional e histórico espacio discursivo en que las relaciones entre China y los países latinoamericanos se enmarcaba. Desde el punto de vista de los marcos discursivos o frames -base del análisis que aquí se expone-, se sugiere entonces que existe una resignificación en la relación bilateral con Chile, proceso que puede llegar a repetirse con otros países del continente. La prevalencia de las relaciones económicas y de la “amistad cultural” apunta, entonces, a un intento de ambos estados de crear un ámbito discursivo que sustente y promueva la relación bilateral desde esta perspectiva. La idea del Estado como creador de espacios discursivos revela, tal como propusieran Dicken y otros autores, que la globalización no ha ido en detrimento de la importancia del Estado en las relaciones internacionales; probablemente ha redefinido su significado.