JEL Classification: 033; E24.
Clasificación JEL: E24; O33.
Introducción
En los países desarrollados, durante la década de los ochenta, disminuyó la demanda de trabajadores no calificados y aumentó la de los trabajadores calificados en la mayoría de sus industrias. De acuerdo con la Hipótesis del Cambio Tecnológico Sesgado (HCTS) la apertura comercial explica este hecho, ya que incentivó el empleo de los trabajadores calificados e incrementó la expansión de la oferta de bienes producidos por ellos. Esta situación estimuló el alza de sus salarios relativos y redujo, simultáneamente, los salarios de los trabajadores menos calificados.
Berman, Bound y Machin (1998) estudiaron el comportamiento del mercado laboral de los países en vías de desarrollo, que cuentan con abundancia de mano de obra no calificada, para encontrar evidencia empírica suplementaria sobre la validez de la HCTS. Según estos autores, el teorema Stolper-Samuelson1 y la HCTS llegaron a conclusiones opuestas; puesto que, según el teorema de Stolper-Samuelson el comercio internacional provoca la disminución de los salarios relativos de los trabajadores calificados en un país con abundante mano de obra no calificada; mientras que, de acuerdo con la hcts éstos tendrían que aumentar.
Por su parte, Feliciano (1995), Hanson y Harrison (1995), Robbins (1995) y Feenstra y Hanson (1996a) presentaron evidencia empírica consistente con la hipótesis de la HCTS y aseguraron que durante la década de los ochenta la liberalización comercial trajo consigo el incremento salarial de los trabajadores calificados en los países en vías de desarrollo.
A pesar de lo anterior, hemos observado que en la década de los noventa y la primera del siglo XXI se dio un comportamiento contrario a lo previsto por la HCTS en los países en vías de desarrollo. En México, a raíz de la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), se observó una tendencia hacia el aumento de los salarios de los trabajadores no calificados, ya que la apertura comercial incrementó la demanda de trabajo no calificado y redujo la de los trabajadores calificados. De manera que se redujeron los salarios de los trabajadores calificados y aumentaron los salarios de los no calificados, con lo cual disminuyó la desigualdad salarial entre ambos grupos de trabajadores y se dio la tendencia hacia igualación de sus respectivos salarios.
Autor (2013) desarrolló el “enfoque analítico de tareas”, según el cual los cambios en la asignación de las “tareas” entre el capital y el trabajo, y entre los trabajadores nacionales y extranjeros, alteró la estructura de la demanda laboral en los países industrializados y provocó la polarización de la desigualdad salarial en ellos. Consideramos que este enfoque ofrece un conjunto prometedor de herramientas analíticas para estudiar el comportamiento de los mercados laborales, tanto de los países desarrollados como de los países en vías de desarrollo.
Retomamos este marco analítico para explicar la desigualdad salarial existente entre México y los EE.UU. en el periodo 2005-2012. Y estudiamos el efecto del impacto del progreso técnico sobre la estructura de las ocupaciones, de los salarios y de la desigualdad económica en ambos países. En el primer apartado se hace una revisión de literatura sobre el papel del cambio tecnológico sesgado en el mercado laboral de los países desarrollados. En el segundo apartado, se describe el comportamiento del mercado de trabajo y de la desigualdad salarial en México. Y finalmente, en el tercer apartado, se expone la metodología de la descomposición exacta del índice de Gini y los resultados empíricos de su aplicación al comportamiento del mercado laboral mexicano.
Cambio tecnológico sesgado en los países desarrollados
El progreso técnico, que exige conocimientos y tecnología especializados, fue un elemento importante que impulsó el crecimiento de la economía estadounidense durante el siglo XX. De acuerdo con Katz y Margo (2013), el progreso técnico produjo una abundancia de bienes de capital en ese país y esta acumulación del capital incrementó la demanda de mano calificada en relación con la no calificada. Por lo que este proceso no desplazó al trabajo calificado, sino que gracias a él el capital y el trabajo calificado devinieron factores complementarios.
Esta complementariedad entre la tecnología y las habilidades del trabajo se generalizó durante el siglo pasado, como consecuencia del surgimiento de nuevas técnicas asociadas con la tercera revolución técnico-industrial, con la ola de innovaciones en la industria electrónica y la revolución del microchip de finales del siglo XX. Estas nuevas tecnologías utilizan mano de obra calificada, por lo que la relación entre capital físico y capital humano devino complementaria (Goldin y Katz 1998; Autor, Katz y Krueger, 1998). Este proceso afecto la división técnica internacional del trabajo, en donde los procesos más intensivos en capital tendieron a ubicarse en los países centrales (o desarrollados) y los procesos más intensivos en trabajo no calificado en los países en vías de desarrollo (o periféricos).
En sus trabajos, Goldin y Katz (2008) utilizan el nivel de instrucción, como una proxy del grado de calificación de la mano de obra, para demostrar que durante el siglo XX la demanda de mano de obra calificada creció más rápido que la del trabajo no calificado. Así, esta aparente expansión de la complementariedad entre el capital y el trabajo calificado, a lo largo del siglo pasado, llevó a los economistas e historiadores económicos a preguntarse si este fue un fenómeno propio al progreso técnico asociado al crecimiento económico de los EE.UU. o simplemente es un fenómeno más reciente.
Los estudios recientes demostraron que, en el mercado laboral de los EE.UU., el cambio tecnológico favoreció al trabajo calificado y sustituyó las tareas que realizan los trabajadores no calificados. Acemoglu (2002) demostró que, entre 1979 y 1995, la prima salarial de trabajadores con mayor grado de escolaridad se incrementó un 25%, por lo que la desigualdad salarial entre ambos grupos de asalariados se incrementó. Gracias a esta evidencia, se confirmó que este fenómeno es propio de los EE.UU., en donde la innovación e introducción de nuevas tecnologías generó una demanda extra de trabajadores calificados, cuyas tareas son complementarias a las innovaciones tecnológicas. Por lo que la educación y el grado de escolaridad son un medio que permite a los trabajadores mejorar sus habilidades para el uso de tecnologías cada vez más avanzadas e incrementar también su salario. Lo anterior provocó el aumento de la demanda de trabajo calificado vinculado a la utilización y emergencia de nuevas tecnologías.
Según Acemoglu y Autor (2011), existen dos enfoques para analizar las tesis del cambio tecnológico. El primero, llamado enfoque de complementariedad, afirma que la tasa de crecimiento de los trabajadores no calificados es menor que la de los trabajadores que realizan tareas no rutinarias. El segundo, presupone que la demanda de los trabajadores calificados se incrementa, junto con sus salarios; mientras que la demanda de los no calificados, que desarrolla actividades rutinarias, disminuye a un ritmo por debajo del promedio.
Sin duda, esto explica el comportamiento del mercado laboral en los países desarrollados, en donde el progreso técnico es endógeno (producto del flujo interno de nuevas tecnologías). Y las condiciones del mercado permiten que se genere un cambio tecnológico con un sesgo a favor de los trabajadores calificados. Katz y Margo (2013) estudiaron la evolución histórica de estas tendencias y llegaron a la conclusión de que éstas han tenido un peso mayor en los años recientes, y uno menor en los siglos XIX y XX.
En las últimas décadas, en los EE.UU. se ha incrementado la tasa de desempleo de los trabajadores con menos escolaridad; mientras que en México el desempleo se concentró en los grupos de los trabajadores más calificados. Esto se explica por el sesgo que prevalece en el mercado de trabajo estadounidense a favor del trabajo calificado. En la Gráfica 1 se muestran las tasas de desocupación por nivel de instrucción en el mercado de trabajo de los EE.UU. durante el periodo 2008-2014.
Fuente: elaboración propia con datos de U.S. Bureau of Labor Statistics, disponible en: <http://www.bls.gov/opub/ted/2014/ted_20141112.htm>.
El mercado laboral mexicano
Después de la firma del TLCAN, el mercado laboral mexicano ha sufrido una serie de cambios estructurales, consecuencia de la insuficiencia dinámica de los sectores manufactureros de ese país. Durante este periodo, los indicadores del empleo cayeron como resultado de la baja tasa de acumulación del capital y de la incapacidad del mercado laboral por absorber el exceso de trabajo. Así, las características principales del mercado laboral mexicano han sido el desempleo, el subempleo, el empleo precario y la migración hacia los EE.UU.
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en su Panorama Laboral 2013, en América Latina la tasa de desempleo fue, en promedio, del 6.4% en 2013 y estimó que a finales del 2014 el desempleo promedio sería del 6.3%. La pérdida del dinamismo de las economías, durante la gran recesión, provocó fuertes estragos en el mercado laboral que no le permitieron recuperarse del todo al nivel precedente. Ahora bien, si esta situación prevalece es posible que el desempleo se incremente y se profundice la brecha entre el trabajo decente2 y el informal. De acuerdo con González Chávez (2010), la crisis económica del 2008 empeoró las condiciones del mercado laboral mexicano, principalmente entre los jóvenes y las mujeres, y en 2009, este país tuvo el peor desempeño de la región de América Latina (el producto interno bruto, PIB, cayó un 6.5%). También en ese año la tasa de desocupación abierta fue del 6.3%, el nivel más alto de las últimas décadas, y el desempleo se incrementó en términos absolutos de un millón de desempleados, en el 2000, a tres millones en 2009. Recientemente, la tasa de desocupación3 varió entre el 5.5% (en 2010) al 4.6% (2013).
La Gráfica 2 muestra el comportamiento, entre 2005 y 2015, de la tasa de desocupación por nivel de instrucción de la población económicamente activa (PEA) con primaria completa e incompleta, con secundaria completa y educación medio superior y superior. La gráfica muestra que las tasas más altas de desocupación se concentran en el grupo de los trabajadores con mayores niveles de escolaridad, con estudios de secundaria completa, medio superior y superior, por lo que este es el problema central del desempleo en México.
Fuente: elaboración propia con datos del Instituto Nacional de Estadística e Información (INEGI), disponible en: <http://www.inegi.org.mx/>.
De esta forma, el panorama del mercado laboral mexicano es complejo en el sentido de que los trabajadores con un mayor nivel educativo tienden a ser desempleados o, en el mejor de los casos, tener empleos precarios con bajos salarios, con baja especialización y reducida coincidencia con sus habilidades adquiridas durante su formación. Esta distorsión del mercado de los profesionistas es el resultado del aumento desmedido de la matrícula de los estudiantes y la falta de empleo para estos jóvenes.
Históricamente, los trabajadores de los países desarrollados, por medio de sus luchas reinvidicativas, han mejorado sus niveles de vida y han logrado importantes conquistas políticas, sociales y económicas. Esta lucha, que busca mejorar su participación en la distribución del ingreso, les ha permitido construir fuerzas sindicales e instituciones político-sociales-económicas que han hecho contrapeso a los intereses de los propietarios del capital. Estos avances se han mantenido en la actualidad, a pesar de las medidas de sus respectivos Estados para anularlos. En este contexto, los trabajadores más desfavorecidos, de estos países, son los que cuentan con un nivel de educación más bajo, que han inmigrado de los países en vías de desarrollo y que tienen condiciones laborales más precarias, como es el caso de los EE.UU.
Por su parte, el Estado mexicano revirtió todos los derechos laborales y sociales alcanzados por la clase trabajadora después de la revolución mexicana y que fueron plasmados en la Carta Magna, en el artículo 123. Las reformas laborales liberales realizadas, en las últimas décadas por este Estado, borraron todos los vestigios del Constitucionalismo, y su filosofía social, y lo sustituyeron por una filosofía laboral individualista que favorece a los propietarios del capital y que fortalece la desigualdad social de México. Por lo que el contexto económico y social actual es absolutamente adverso a los intereses de los trabajadores mexicanos (calificados y no calificados) que se enfrentan a un régimen laboral y social que beneficia únicamente a las empresas extranjeras y nacionales.
Tendencias de la desigualdad salarial en México
En las últimas décadas el mercado laboral mexicano sufrió cambios estructurales importantes. En promedio los niveles de escolaridad de la mano de obra calificada aumentaron (de 3.4 años en 1970, a 7.5 años en 2000 y 8.8 años en 2010) (Benita, 2014).
Esquivel, Lustig y Scott (2010) consideran que en México, entre 1984 y 1994, se incrementó la desigualdad salarial al interior del grupo de los trabajadores calificados (con más grados de escolaridad). Para Legovini, Bouillon y Lustig (2005) en este mismo periodo se dio una mayor integración de la mano de trabajo femenina en el mercado laboral y al mismo tiempo aumentó la brecha salarial al interior del grupo de las trabajadoras calificadas. Posteriormente, entre 2000 y 2006, se incrementó el salario de los trabajadores no calificados y disminuyó la brecha salarial entre los trabajadores calificados y no calificados (Esquivel, Lustig y Scott, 2010).
Según Campos-Vázquez, Esquivel y Lustig (2014), entre 1989 y 2010, la brecha salarial mantuvo dos comportamientos distintos, aumentó (entre 1980 y 1995), y disminuyó (entre 1995 y 2010). La disminución se explica por la existencia de una sobreoferta de mano de obra calificada en este periodo.
De acuerdo con Lustig, López-Calva y Ortiz-Juarez (2011) la disminución de la brecha salarial en México, entre el trabajo calificado y no calificado, resultó de la expansión de la educación a principios de la década de los ochenta. Concluyen que el cambio tecnológico sesgado favoreció en los años noventa al trabajo calificado, mientras que en el siglo XXI dejó de favorecerlo.
Finalmente, de acuerdo con la evidencia aquí mostrada, la desigualdad salarial (entre el trabajo calificado y no calificado) en México sufrió cambios importantes en las últimas décadas y, de manera particular, tendió a reducirse en los últimos años.
Metodología de la descomposición exacta de salarios con el índice de Gini
En este artículo recurrimos a la metodología expuesta por Shorrocks (2013), basada en la teoría original de los juegos cooperativos de Shapley (1953), que permite descomponer los índices de Gini de manera exacta a fin de evitar los problemas derivados de los cruces y mezclas de los ingresos que existen al inte- rior y entre los subgrupos y que impiden una interpretación correcta de la descomposición (Bhattacharaya y Mahalanobis, 1967; Pyatt, 1976, Silber, 1989; Lambert y Aronson, 1993). Dicha metodología ha sido empleada por autores como Kolenikov y Shorrocks (2005), Wan (2002), Morduch y Sicular (2002), Wan y Zhou (2005), Abdelkrim (2006) y Wan, Lu y Chen (2007), en diversos análisis empíricos para estudiar la desigualdad y la pobreza.
Para México, dicha técnica fue utilizada por Rodríguez, Huesca y Camberos (2011) en un artículo que estudia la desigualdad salarial entre subgrupos de trabajadores calificados y no calificados y aquellos empleados en áreas tecnológicas y no tecnológicas. También Ochoa, Huesca y Calderón (2015) la utilizaron para estudiar la desigualdad entre grupos de trabajadores calificados y no calificados en los estados de la frontera norte de México.
Esta metodología descompone al índice de Gini utilizando la solución de Shapley de la teoría de juegos cooperativos, que permite calcular la participación exacta de cada trabajador al interior de los grupos participantes y calcula su contribución marginal promedio al conjunto. Posteriormente, se computan los n factores que determinan de manera sintética al índice de Gini, a partir de todas sus n! combinaciones posibles, y se determina de esta manera un nivel promedio determinado de la desigualdad. En seguida, los n factores son removidos secuencialmente y se determina así su contribución marginal promedio al conjunto (Ochoa, Huesca y Calderón, 2015).
En este trabajo, utilizamos seis grupos laborales para descomponer al índice de Gini de la siguiente manera:
Estas ecuaciones agrupan a la población de acuerdo con sus medias salariales [
y sus respectivos componentes son los siguientes:
Datos utilizados para realizar la descomposición el Gini salarial
Para realizar los cálculos, utilizamos para el caso de México los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) y para los EE.UU. la Current Population Survey (CPS), y el periodo de estudio fue de 2005 a 2012. Seleccionamos al grupo de trabajadores (hombres y mujeres) en edad de trabajar (16 a 65 años). Además, aplicamos los criterios de clasificación de las tareas de los trabajadores desarrollado por Acemoglu y Autor (2011), según los cuales éstas se dividen en abstractas, rutinarias y manuales. Las tareas abstractas resuelven problemas complejos y requieren intuición, persuasión y creatividad. Los trabajadores que las realizan tienen altos niveles de educación y sus tareas se complementan con la alta tecnología. Las tareas rutinarias son las que también pueden realizar las máquinas y que siguen reglas de la programación, por tal motivo pueden ser fácilmente desplazadas por las máquinas. Y, finalmente, las tareas manuales son actividades simples que requieren de adaptación, reconocimiento visual y la interacción entre personas, por lo que las pueden realizar los trabajadores de baja calificación (estas tareas son difíciles de automatizar).
Esta clasificación tiene las siguientes ventajas: 1) facilita la agrupación de las ocupaciones a partir de las tareas (abstractas, rutinarias y manuales) de los trabajadores y 2) permite conocer, de manera sencilla y rápida, la dinámica de las diferentes ocupaciones. Además, a partir de este criterio, unificamos la Clasificación Mexicana de Ocupaciones (CMO) y la Clasificación Ocupacional Uniforme (SOC por sus siglas en inglés). A partir del tercer trimestre de 2012, ambas clasificaciones tienen códigos equivalentes al Sistema Nacional de Clasificaciones (SINCO) utilizado por el INEGI. Posteriormente, uniformamos los códigos y clasificamos las ocupaciones de ambos países para ordenar las tareas de manera homogénea. Los salarios por hora, de ambos países, están medidos en dólares internacionales, cuya equivalencia está medida por la paridad del poder de compra (PPA).
Finalmente, realizamos el estudio a nivel agregado (México y EE.UU.) y al nivel de los seis estados de la frontera norte de México (Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas) y los cuatro estados de la frontera sur de los EE.UU. (Arizona, California, Nuevo México y Texas).
Descomposición de la desigualdad salarial
El Cuadro 1 presenta el comportamiento del salario por hora (medido en dólares internacionales, cuya equivalencia está dada por la ppa), de los trabajadores de ambos países. Se utilizó el criterio de Acemoglu y Autor (2011) para clasificar la estructura salarial de acuerdo con las tres tareas (abstractas, rutinarias y manuales) y analizar el efecto que tiene el cambio tecnológico sobre el mercado laboral de cada país.
Sin duda, la diferencia salarial entre estos países es muy marcada pero la que existe, en ambos países, entre los trabajadores que realizan tareas abstractas con respecto a los que efectúan tareas rutinarias es más importante. En los EE.UU. las tareas abstractas son realizadas por trabajadores que cuentan con un nivel de escolaridad mayor y desempeñan tareas que se complementan con las nuevas tecnologías (de acuerdo con la clasificación utilizada). Este tipo de trabajo recibe una remuneración mucho mayor que la de otros grupos de trabajadores. Por otra parte, en México las diferencias salariales entre los grupos no fueron muy marcadas y se observa una tendencia hacia la reducción de la desigualdad salarial entre estos.
Análisis de la descomposición exacta del Gini: las tareas en el sector formal e informal
Para realizar el cálculo de la descomposición se tomó una muestra de trabajadores agrupada de acuerdo con sus tareas, y añadimos el tipo del sector en el que labora (formal o informal), así controlamos al sector informal, problema estructural de la economía laboral de México, y lo comparamos con los EE.UU. Además, consideramos que un trabajador informal (en México y los EE.UU.) es aquel que no recibe servicio médico por parte del empleador.
En la Gráfica 3 se hace un análisis comparativo de la evolución del coeficiente de Gini de México y de los EE.UU. En el caso de este último país, a partir de 2008 aumentó la desigualdad salarial, gracias al incremento de los salarios de los trabajadores calificados en detrimento de los no calificados; lo que confirma la validez de la hipótesis del cambio tecnológico sesgado para ese país.
Sin embargo, esta hipótesis no se verifica en el caso de México, país en vías de desarrollo, pues se advierte que la desigualdad salarial se redujo durante el periodo de estudio, como resultado de la disminución del salario de los trabajadores más calificados (véase la Gráfica 3). Entre los factores que explican este fenómeno están el incremento de la oferta de trabajo calificado, la inexistencia de un desarrollo tecnológico endógeno y la precariedad laboral.
En los Cuadros 2 y 3 se hace el análisis de la descomposición del índice de Gini para México y sus estados de la frontera norte. Se observa que el índice global de desigualdad salarial pasó de 0.406 en 2005 a 0.369 en 2012 en los estados de la frontera, mientras que para México en conjunto pasó de 0.435 en 2005 a 0.400 en 2012. De modo que se advierte una ligera disminución en la desigualdad en el país y sus estados del norte, hallazgo que está en línea con el trabajo reciente de Campos-Vázquez, Esquivel y Lustig (2014).
A partir de esta descomposición se infiere que con un 95% de confianza estadística, el componente interior o intra de los grupos laborales explica la mayor parte de la desigualdad (el 74% en 2005 y el 71% en 2012). De acuerdo con el análisis del componente intra, los trabajadores manuales del sector informal son los que más contribuyeron a mantener la desigualdad (25% en 2005 y 26.92% en 2012).
En la Gráfica 4 de México y la Gráfica 5 de los estados de la frontera norte se advierte que el principal incremento de la desigualdad salarial proviene del grupo que realizó tareas informales en 2012. Y que la proporción entre trabajo rutinario formal e informal es más equilibrada a nivel país.
Los Cuadros 4 y 5 muestran los resultados de la descomposición del índice de Gini a nivel de los EE.UU. y sus estados de la frontera sur. Y se muestra que la desigualdad salarial aumentó en vista que el índice de Gini de los estados de la frontera pasó de 0.406 en 2005 a 0.428 en 2012, y el de los EE.UU. pasó de 0.414 a 0.422. También se destaca que el componente interno o intra de los grupos la explica (71% en 2005 y 76% en 2012). A nivel del componente intra, el grupo de trabajadores que realizan tareas abstractas en el sector formal contribuyó en mayor medida a la desigualdad salarial (36.18% en 2005 y 29.4% en 2012 en la frontera). Mientras que, a nivel EE.UU., las variaciones intra del grupo de trabajadores que realizan tareas rutinarias en el sector formal son las que más contribuyeron a mantener esta desigualdad salarial (con un 29.89% en 2012).
De acuerdo con la Gráfica 6, en los EE.UU., a diferencia de lo que sucede en México, el trabajo que efectúa tareas rutinarias explica en mayor medida la desigualdad salarial. Mientras que en la región fronteriza sur de ese país (véase la Gráfica 7) la explica el grupo de trabajadores que realiza tareas abstracto formales.
Conclusiones
De acuerdo con los resultados de esta investigación, la desigualdad salarial en México disminuyó y la de los EE.UU. aumentó con lo cual se demostró, a partir de un análisis comparativo entre países con niveles distintos de desarrollo, que la Hipótesis del Cambio Tecnológico Sesgado (HCTS) únicamente es válida para explicar el comportamiento del mercado laboral estadounidense
De acuerdo con la HCTS, las nuevas tecnologías tienen un sesgo a favor de los trabajadores calificados e incrementan la demanda y los salarios de éstos; lo cual causa el incremento de la desigualdad salarial entre trabajadores calificados y no calificados. Esta hipótesis, que atribuye el incremento de la desigualdad salarial a las diferencias de ingreso entre los trabajadores calificados y los no calificados, se comprobó para los EE.UU., Canadá e Inglaterra (Acemoglu, 2002), y nosotros reiteramos su validez, en este trabajo, para los EE.UU. y los estados de su frontera sur. Por otra parte, el análisis de la descomposición del índice de Gini en los EE.UU. por grupos de tareas en el sector formal e informal, muestra que el grupo de trabajadores que realiza tareas rutinarias es el que en mayor medida contribuye a mantener la desigualdad.
Este hallazgo está en línea con la hipótesis de Acemoglu y Autor (2011) y Autor y Dorn (2010), que explica el comportamiento del mercado de trabajo estadounidense a partir de la existencia de una mayor proporción de trabajadores que realizan tareas rutinarias; con lo cual el comportamiento de los salarios adopta la forma de U, donde en la parte superior de la distribución están los salarios de los trabajadores que realizan tareas abstractas y manuales y en la parte inferior aquéllos que desempeñan tareas rutinarias.
Sin embargo, dicha hipótesis no es válida para el caso de México, ya que, de acuerdo con nuestros hallazgos, en este país la desigualdad salarial se redujo. Y la descomposición de la desigualdad salarial que realizamos demuestra que los grupos de trabajadores que desempeñan tareas manuales en el sector informal, seguidos del grupo que realiza tareas rutinarias informales, son los que más contribuyen a mantener este comportamiento.
Los resultados de nuestro artículo demuestran que la hipótesis HTCS es válida únicamente para los EE.UU., y que dadas las diferencias estructurales que existen en ambos países no explica el comportamiento del mercado laboral mexicano (existencia de un mercado laboral dual y la ausencia de un progreso técnico endógeno).