Introducción
Desde el último cuarto del siglo XX, diversos estudiosos han alertado sobre una baja sostenida en los niveles de apoyo a las principales instituciones democráticas. Esto se ha traducido en pérdida de confianza de los ciudadanos hacia los gobiernos centrales y locales, así como hacia los legislativos y los partidos políticos, tanto en democracias consolidadas como en aquellas que se encuentran en ese camino (Pharr, Putnam y Dalton, 2000; Norris, 1999; Catterberg y Moreno, 2006; Dalton, 2008). De igual forma, un amplio número de democracias ha experimentado un declive en los niveles de participación de los ciudadanos mediante mecanismos tales como el voto, la colaboración en campañas o la afiliación a partidos políticos. Paralelamente, esta tendencia ha ido acompañada del surgimiento de nuevas formas de acción política directa en la esfera pública, tales como protestas callejeras, movimientos sociales y boicots, entre otras (Barnes, 1979; Inglehart 1997; Norris, 2002; Inglehart y Catterberg, 2002). En síntesis, las democracias alrededor del mundo han experimentado tanto un declive en los niveles de confianza política, como cambios significativos en las dinámicas de involucramiento y acción política de los ciudadanos.
Por una parte, en los estudios que abordan la crisis de confianza que afecta a las democracias subyace la idea que la confianza en las instituciones políticas constituye una aproximación valiosa del juicio que tienen los individuos sobre éstas en un determinado contexto político. En otras palabras, la confianza constituirá un buen indicador de la valoración que hacen los individuos sobre el funcionamiento de su sistema político. De acuerdo con esta interpretación, la confianza depositada en las instituciones políticas no sólo sería una manifestación importante de las características de una determinada cultura política, sino que además sería indicador del apoyo que los individuos brindan al sistema político (Montero, Zmerli y Newton, 2008; Newton y Norris, 2000; Norris, 1999).
Por otra parte, el grado de apoyo de los ciudadanos al funcionamiento de la democracia repercute en el comportamiento político de los individuos. Diversas investigaciones han intentado registrar de manera empírica las consecuencias del desplome de la confianza en las instituciones, particularmente en relación con el comportamiento y actitudes políticas de los ciudadanos. Por ejemplo, en estas investigaciones se observa que los ciudadanos que muestran menores niveles de confianza son más proclives a votar por partidos populistas o radicales (Belánguer, 2017), tienden a apoyar menos los ideales democráticos (Mishler y Rose; 2005) y son menos proclives a simpatizar con políticas redistributivas (Hetherington, 2005) o al cumplimiento de la ley (Marien y Hooghe, 2011).
En cuanto a las consecuencias de la confianza política sobre el involucramiento de los ciudadanos, la pregunta inmediata es: ¿Tiene sentido para un ciudadano que no confía en el gobierno o en los partidos o en las instituciones políticas, en general, asistir a las urnas o involucrarse en protestas? En otras palabras: ¿Existe alguna razón plausible para que un ciudadano “x” que manifiesta niveles significativos de desconfianza hacia las principales instituciones políticas que conforman su sistema político “y”, se involucre y participe en la vida política de un país? (Hooghe y Marien, 2013). Por tal motivo, ¿puede la confianza ser una variable relevante al momento de explicar la decisión de participar en la vida política de un país?
La relación entre confianza y participación ha sido objeto de un largo debate en la disciplina (Gabriel, 2017; Levi y Stoker, 2000; Seligson, 1980). Sin embargo, sigue siendo un tema debatido. La dificultad de encontrar una respuesta inequívoca a las preguntas formuladas se debe, entre otras razones, al modo de conceptualizar y operacionalizar tanto la confianza política como la participación política. En este trabajo analizo el papel que juega la primera como determinante de la participación política en América Latina, en cuatro modalidades de participación: electoral, en organizaciones políticas, en protestas y en acciones comunitarias usando los datos del Barómetro de las Américas del año 2014 (LAPOP, 2014). Muestro que tanto el impacto como la dirección de la relación dependen del tipo de participación y que para las modalidades más convencionales, como el voto y la participación en organizaciones políticas, la eficacia política cumple un papel importante. El trabajo se estructura de la siguiente manera: en el primer apartado introduzco algunos antecedentes conceptuales sobre la confianza y sus efectos políticos; continúo con una revisión de las investigaciones previas sobre la relación entre confianza y participación política, después explico las hipótesis de trabajo. Posteriormente describo la metodología empleada para luego evaluar empíricamente las hipótesis planteadas. Concluyo con los principales hallazgos de la investigación.
La confianza y sus repercusiones
En la literatura se suele distinguir entre confianza social o interpersonal y confianza política. Como sostienen algunos autores, aunque a veces se les trata indistintamente, ambos tipos de confianza son diferentes (Newton, 2009; Montero, Zmerli y Newton, 2008): mientras la primera está orientada hacia las personas, la segunda -algunas veces denominada confianza en las instituciones o confianza en el gobierno- se orienta hacia las instituciones políticas.1Esta última ha sido entendida como un juicio que realizan los ciudadanos del desempeño de las instituciones fundamentales del sistema político (Montero, Zmerli y Newton, 2008; Levi y Stoker, 2000). En concreto, la confianza política corresponde a la creencia de que el conjunto de las instituciones actuará conforme a las expectativas o parámetros esperados sin recurrir a un escrutinio constante (Easton, 1965; Miller, 1974; Levi y Stoker, 2000). Tan relevante es la confianza política para algunos autores que Newton y Norris la consideran como “el indicador central del sentimiento básico de los ciudadanos sobre su sistema político” (2000: 53).2
Aunque existe una importante cantidad de literatura sobre los determinantes de la confianza y sobre las tendencias en los niveles de confianza a lo largo del tiempo (Hetherington, 2005), las investigaciones relativas a las consecuencias o efectos que tiene la confianza son significativamente menores (Mishler y Rose, 2005). Hetherington (2005: 63) sugiere dos hipótesis para entender esta situación. En primer lugar, afirma que en muchas de las investigaciones sobre el tema, los politólogos han tendido a buscar explicaciones sobre la confianza que son más bien consecuencias de la misma. Por ejemplo, Citrin (1974) concluye que la desafección hacia el Presidente ha causado un descenso en la confianza política. Según Hetherington, existen buenos argumentos teóricos para sostener que dicha relación es inversa y que sería, más bien, el declive en la confianza política el que ha causado la desafección hacia la figura del Presidente. Esta situación se debería, como afirman algunos psicólogos políticos, a que los individuos tienden a hacer juicios políticos yendo de lo general a lo específico. En este sentido, si las personas desconfían de la manera como está funcionando el gobierno y generan sentimientos negativos hacia éste, es altamente probable que ello afecte su evaluación del Presidente. Incluso, de no ser el caso, ambas actitudes debiesen moverse juntas (Hetherington, 2005: 64)
En segundo lugar, el autor indica que muchos investigadores “han estado buscando los efectos [de la confianza] en lugares incorrectos” (Hetherington, 2005: 64). De acuerdo con el autor, la mayoría de las investigaciones previas se ha enfocado en explorar los efectos sobre la participación y/o el involucramiento político de los ciudadanos. Sin embargo, no habría suficiente evidencia empírica para asegurar que el descenso de la confianza en las instituciones políticas pueda explicar las variaciones en los niveles de participación política. Este punto es relevante, ya que va en contra del objetivo de nuestra investigación. El autor sostiene que la confianza política se comporta de manera similar a la publicidad:
[...] los posibles efectos negativos y positivos de la publicidad podrían anularse mutuamente, produciendo una ausencia de relación entre ese tipo de publicidad y la participación política. La relación entre confianza y participación probablemente se comporte de acuerdo con este mismo patrón (Hetherington, 2005: 65).
A pesar de esto, diversas investigaciones han indagado en los efectos conductuales y actitudinales de la confianza política. Mishler y Rose (2005) sostienen que las teorías culturales de la democracia identifican al menos tres ámbitos en donde la confianza tendría efectos políticos significativos. En primer lugar, la confianza en las instituciones incrementaría el apoyo hacia los regímenes democráticos. De este modo la confianza actuaría como una fuente del apoyo difuso hacia la democracia (Easton, 1975). Por tal motivo, la confianza tendría efectos directos tanto en la sobrevivencia como en el funcionamiento de los regímenes democráticos. Además, confianza política y apoyo al régimen actuarían de manera recíproca: la confianza contribuiría a un desempeño eficaz del régimen democrático, el cual a su vez, contribuiría al apoyo popular de la democracia, fomentando aún más la confianza de los ciudadanos en las principales instituciones de los regímenes democráticos (Mishler y Rose, 2005: 1053).
En segundo lugar, los autores señalan que la confianza en las instituciones democráticas facilitaría la aceptación de los ideales y valores democráticos (Norris, 1999) y, por lo tanto, el rechazo a cualquier alternativa no democrática. El argumento sostiene que la promoción y preservación de los valores democráticos en los ciudadanos contribuye generar de manera directa e indirecta apoyo a los regímenes democráticos. Desde esta perspectiva, la presencia de escasos niveles de confianza en las instituciones, especialmente en las representativas, contribuiría a minar los niveles de legitimidad del régimen democrático.
Por último y en oposición al argumento expuesto por Hetherington (2005), Mishler y Rose señalan que la confianza promueve cuantitativa y cualitativamente la participación política de los individuos, afirmación que también es defendida por otros autores (Putnam, 2011; Gabriel, 2017; Hooghe y Marien, 2013). Si bien estos investigadores sugieren que la confianza de los ciudadanos fortalece la percepción de que los gobiernos son responsables y estimulan a los ciudadanos a expresar sus demandas a través de los mecanismos tradicionales de participación -como el voto o la pertenencia a organizaciones-, la relación entre confianza y participación que identifican estos autores es más bien estrecha. Esto se debe no sólo a la manera de conceptualizar la participación -en este caso restringida a formas tradicionales-, sino también a que la dirección de las variables puede tener más de un sentido.
La confianza como determinante de la participación política
Un supuesto ampliamente compartido por los teóricos de la democracia es que todos los sistemas políticos requieren de sus ciudadanos algún grado de involucramiento político (Dalton y Klingemann, 2009; Norris, 2002; Dahl, 1989). Aunque la participación política es un concepto ampliamente disputado (Van Deth, 2014), ésta puede ser entendida como cualquier actividad diseñada para “influir directamente en las agencias gubernamentales así como en el proceso de políticas públicas, o para impactar indirectamente en la sociedad civil, o para alterar patrones sistemáticos de comportamiento social” (Norris, 2002: 16). En las democracias la expectativa de participación se ve acrecentada, al punto de que Dalton (2008) considera a la democracia como una celebración de la “ciudadanía comprometida”. Por tal motivo, ya sea para asegurar un buen funcionamiento, garantizar el cumplimiento de las normas o dotar de legitimidad a dichos sistemas, la participación política constituye uno de los requisitos fundamentales de la democracia. Sin ésta, la democracia pierde tanto su “legitimidad como su fuerza rectora” (Dalton, 2008: 32).
Las investigaciones previas sobre el impacto de la confianza en la participación política no han mostrado resultados concluyentes (Gabriel, 2017). Como argumentan Levi y Stoker (2000) y Citrin y Stoker (2018), estos estudios han encontrado dos respuestas distintas e incompatibles: por una parte, están las investigaciones que establecen la existencia de una relación directa entre confianza y participación; éstas sugieren mayores niveles de participación entre aquellos ciudadanos que expresan niveles más altos de confianza, mientras que los más desconfiados tenderían a involucrarse menos en los asuntos públicos (Almond y Verba, 1965; Norris, 1999; Putnam, 2011). La confianza, de acuerdo con Mishler y Rose (2005), robustecería la percepción de que las autoridades políticas sí responden a las demandas políticas de los individuos. Por esta razón, se fortalecería positivamente la idea de expresar sus preferencias políticas a través de la participación, especialmente mediante formas de participación convencional, como el voto (Hooghe y Marien, 2013; Wang, 2013; Martin, 2010; Grönlund y Setälä 2007; Cox, 2003) o la participación en organizaciones políticas (Mishler y Rose, 2005; Segovia, 2008), como muestran estudios de diversas democracias europeas y asiáticas. Para el caso de América Latina, Del Tronco (2015) concluye que mayores niveles de confianza institucional están relacionados positivamente con niveles más altos de participación política, como el voto y la firma de peticiones. Segovia (2008) muestra que la confianza política incrementa la probabilidad de que los individuos participen en actividades políticas, en especial, que se involucren en organizaciones políticas. Al analizar el efecto de la confianza sobre la participación no convencional, los resultados de los coeficientes de regresión sugieren un resultado un tanto contraintuitivo, en la medida en que “altos niveles de confianza política en América Latina producen un incremento en las formas participación no convencional” (Segovia, 2008: 145).
En segundo lugar, se encuentran las investigaciones que sugieren que quienes tienen un sentimiento de desconfianza más agudo son los más proclives a involucrarse políticamente. Aquí, dos son las interpretaciones posibles. Por un lado, la confianza en las instituciones políticas sería una señal de satisfacción con el funcionamiento del sistema político, lo cual implicaría menor necesidad de monitoreo y fiscalización de la actividad realizada por las instituciones políticas por parte de los ciudadanos. De esta manera, la necesidad de involucrarse en actividades políticas se ve debilitada (Citrin y Stoker, 2018). Por su parte, quienes menos confían serían más proclives a involucrarse en actividades políticas como una manera de ejercer más control y fiscalización sobre el desempeño de las instituciones políticas. Por otro lado, menores niveles de desconfianza motivarían la participación, particularmente entre aquellos que manifiestan interés en la política, que carecen de otras motivaciones para participar o, al menos, que tienen una percepción de la eficacia política (Levi y Stoker, 2000). Este último argumento ha sido formulado por Gamson (1968: 48) de la siguiente manera: “la combinación de una alta eficacia política y una baja confianza política es la óptima para la movilización, la creencia en que la influencia es tan necesaria como posible”. De esta manera, los ciudadanos que son escépticos del funcionamiento de las principales instituciones del sistema político, pero que declaran mayores niveles de comprensión sobre los fenómenos políticos serían los más proclives a participar. No obstante lo interesante de esta hipótesis, Wang (2013) sostiene que este argumento no ha recibido todo el apoyo empírico necesario, mientras que Seligson (1980) argumenta que a pesar de los esfuerzos por probar empíricamente esta hipótesis, los resultados no han sido óptimos debido a errores de diseño, análisis e interpretación.
En la formulación de Gamson (1968) destaca un componente que resulta útil para entender la relación entre confianza y participación: que el efecto de la confianza sobre la participación puede estar relacionado con otras variables. De esta manera, el impacto de la confianza, ya sea interactuando o mediado por otras variables, puede tener efectos significativos sobre la participación política. Por ejemplo, Wang (2013) muestra que la relación entre confianza y participación, si bien es positiva, no es directa, ya que está mediada por el deber cívico. En virtud del fuerte vínculo que existe entre confianza política y deber cívico, la confianza impactaría en el sentimiento de responsabilidad cívica, el cual a su vez incrementa el interés de participar en diversas actividades políticas. La evidencia empírica de siete países de Asia Oriental avala parcialmente este argumento, siendo robusta sólo para explicar la participación electoral, lo cual es coherente con otras investigaciones relativas al papel del deber cívico sobre la participación electoral (Blais y Achen, 2018). Sin embargo, es esperable que la capacidad explicativa del deber cívico sea menor para otras formas de participación, en las que sea menor el sentido del deber con el funcionamiento de la democracia representativa. En otras palabras, si bien el deber cívico es un concepto valioso para explicar la participación electoral, puede ser algo estrecho para comprender otras formas de involucramiento político.
Por último, es posible agregar una tercera respuesta: la ausencia de relación entre confianza y participación (Gabriel, 2017). A pesar de los buenos argumentos teóricos que existirían sobre la relación entre ambas variables, la evidencia empírica no la avalaría, razonamiento que va en la dirección planteada por Hetherington (2005). Por ejemplo, Rosenstone y Hansen, en su estudio sobre la participación en Estados Unidos, señalan que “ni los sentimientos de confianza en el gobierno ni la creencia en la capacidad de respuesta del mismo, produce efecto alguno en la probabilidad de que los ciudadanos concurrieran a votar o se involucraran en cualquier forma de campaña política” (Rosenstone y Hansen, 1993: 150).
Como es posible observar, la evidencia empírica sobre la relación entre confianza política y participación es ambigua. Esto se debe en parte a que tanto la confianza política como la participación se operacionalizan de distintas maneras en cada una de estas investigaciones. Por ejemplo, algunos estudios utilizan la confianza en el gobierno como medida de confianza política, pero otros abarcan un abanico más amplio de instituciones. De igual modo, mientras algunos estudios sólo consideran la participación electoral, otros abordan un espectro más amplio de modalidades de participación. Por último, si bien algunos estudios buscan identificar el efecto de la confianza por sí sola sobre la participación política, otros la analizan en interacción con otras variables, como la eficacia política o el deber cívico.
El punto de encuentro: confianza y partición política
Si la confianza política es entendida como un juicio sobre el funcionamiento de las instituciones políticas, en particular, y sobre el sistema político, en general, es plausible sostener que aquellos ciudadanos que tienen más confianza en las principales instituciones del sistema político se muestran más dispuestos a utilizar las modalidades convencionales de participación. De este modo, es probable que acudan con mayor frecuencia a votar o inviertan más tiempo involucrándose en organizaciones políticas. Esto, por cuanto una mejor valoración del desempeño de las instituciones políticas, aumenta la percepción de que la democracia y sus instituciones, particularmente las relacionadas a los mecanismos de representación, funcionan y son responsivas (Manin, Przeworski y Stokes, 1999). Esta creencia facilita la aceptación de que los mecanismos institucionales de participación son los más efectivos para la canalización de sus intereses políticos. De este modo, nuestra primera hipótesis es:
H1a. A nivel individual, la confianza política impacta de manera positiva en las modalidades convencionales de participación. Es decir, mayores niveles de confianza incrementan la probabilidad de involucrarse en actividades políticas convencionales, como acudir a votar, participar en organizaciones política o involucrarse en actividades comunitarias.
En virtud de lo anterior, existen buenas razones para sugerir que la pérdida de apoyo en las instituciones políticas puede provocar un doble efecto sobre el activismo político de los ciudadanos: por una parte, produce un distanciamiento respecto de las formas de participación más institucionales, pero, por la otra, estimula el involucramiento en actividades de protesta. Por tal motivo, la siguiente hipótesis sostiene que:
H1b. A nivel individual, la confianza política impacta negativamente en la participación en protestas. Es decir, mayores niveles de confianza política disminuyen la probabilidad de participación en acciones de protesta.
A pesar de que una porción significativa de la evidencia disponible muestra que la confianza impacta por sí sola en la participación política, algunos investigadores han advertido la necesidad de evitar estudiar los efectos de la confianza de manera aislada (Hooghe y Marien, 2013; Kriesi y Westholm, 2007). Por tal motivo, planteo dos hipótesis adicionales que buscan relacionar la confianza con otras dos variables.
En primer lugar, sugiero una interacción entre la confianza política con la eficacia política. Ésta ha sido definida como la “sensación de que la acción política de los individuos tiene, o puede tener, un impacto en el proceso político, esto es, que vale la pena cumplir con los deberes cívicos” (Campbell, Gurin y Miller, 1954: 187). Diversos estudios han mostrado la relevancia de la eficacia política para explicar la participación de los ciudadanos (Verba, Schlozman y Brady, 1995; Dalton, 2017). La eficacia política ha sido analizada a partir de dos dimensiones: la interna y la externa. Mientras la primera ha sido ampliamente definida como la creencia en la autocompetencia para entender y participar efectivamente en política, la segunda ha sido conceptualizada como la creencia sobre la capacidad de respuesta (responsiveness) de las autoridades e instituciones frente a las demandas de los ciudadanos (Norris, 2002; Morrel, 2003). Debido a que la eficacia política externa puede estar asociada conceptualmente a la confianza (Dalton, 2017; Gabriel, 1998) en virtud de una positiva y generalizada visión sobre el desempeño de las instituciones, es la eficacia política interna la cual, al interactuar con la confianza, puede operar como un catalizador de la acción política de los individuos. Si bien esta idea considera las variables planteadas en la formulación de Gamson (1968), la dirección de la relación es distinta. Aquí sostengo que confianza política y eficacia política interactúan positivamente. Por tal motivo, el sentido de eficacia política puede actuar como catalizador de la decisión de involucrarse en actividades políticas. Así, la hipótesis sostiene que:
H2. La interacción entre confianza política y eficacia política es positiva. De este modo, el efecto combinado de ambas variables incrementa el impacto que tiene la confianza sobre la participación. Así, es esperable que la interacción entre eficacia y confianza sea significativa en las hipótesis H1a y H1b.
En segundo lugar, sugiero una interacción entre confianza política y confianza interpersonal. Como señalé anteriormente, ambos tipos de confianza están orientados a dos objetivos distintos. La confianza interpersonal tiene un importante valor teórico y empírico en los estudios sobre cultura política y comportamiento político. Putnam (2011) ha enfatizado la relevancia que tienen algunas de las características de la vida social, como las redes sociales o la confianza interpersonal, para que los individuos actúen en conjunto en la prosecución de objetivos comunes. De este modo, la confianza interpersonal puede ser un importante catalizador del desarrollo de acción colectiva (Klesner, 2007), por ejemplo, permitiendo y facilitando la existencia de redes, las cuales pueden ser fundamentales para la organización y éxito de acciones de carácter colectivo. Del mismo modo, la confianza interpersonal puede reducir los costos de involucrarse en actividades políticas colectivas al incrementar la certeza sobre los comportamientos de los otros. En su análisis de los determinantes de la participación en protestas, Benson y Rochon (2004) señalan que la confianza interpersonal “puede promover más optimismo en que otros que comparten su mismo malestar participarán en la protesta” (2004: 437). De esta manera, la confianza interpersonal funcionaría como un dispositivo que contribuye a reducir la incertidumbre que generan los comportamientos de otras personas al momento de involucrarse en la vida política. Por tal motivo, la confianza interpersonal resulta particularmente relevante para las modalidades de participación que requieren de la interacción y/o agregación de voluntades de otros individuos para ser efectivas, pero no para aquellas de naturaleza más individual.
Por lo tanto, la última hipótesis sostiene que:
H3a: En aquellas modalidades de participación que requieran de la acción conjunta de un grupo de individuos para su éxito, es esperable un impacto positivo del efecto combinado de ambos tipos de confianza. Por lo tanto la interacción entre ambos debiese ser significativo para la participación en organizaciones políticas, en protestas y en actividades comunitarias.
H3b: Como consecuencia de lo anterior, en aquellas actividades en las que la acción colaborativa con otros no sea necesaria para su éxito, como acudir a votar, dicha interacción no tendrá efecto.
Datos, variables y método
Para abordar las hipótesis planteadas utilizaré los datos proporcionados por el Barómetro de las Américas publicado en 2014, estudio de opinión pública internacional dependiente del Latin America Public Opinion Project (LAPOP), de la Universidad de Vanderbilt, Estados Unidos, que recoge información sobre las actitudes y opiniones de los individuos en más de 20 democracias de las Américas. El tamaño total de la muestra es de 28 987 casos y corresponde a la información de entrevistados pertenecientes a 18 países.
La variable independiente es la confianza política. Esta variable fue construida a través de un índice simple compuesto por seis instituciones: congreso nacional, partidos políticos, presidente, municipalidad, sistema judicial y policía nacional. Excluí del índice otras instituciones políticas porque, a pesar de ser relevantes, no fueron evaluadas en todos los países.
La construcción de un índice de confianza política como éste, compuesto por la evaluación de diversas instituciones políticas, es común en estudios comparados (Marien, 2017; Wang, 2013; Mishler y Rose, 2005). El índice va desde una puntuación de 1, que representa “nada de confianza”, hasta una puntuación de 7, que corresponde a “mucha confianza”. El test alfa de Cronbach presenta un valor de 0.8 para toda la muestra, lo que permite ratificar la fiabilidad del indicador propuesto.
El Gráfico 1 muestra las medias de confianza política observadas en los 18 países latinoamericanos. La confianza política para toda la muestra es de 3.62, ubicándose 8 países sobre este valor. La lista es encabezada por Ecuador, con 4.17 puntos, seguido por Nicaragua (4.16) y Uruguay (4.07), siendo los únicos tres países en presentar un valor superior a 4 en el índice de confianza política. En la parte baja se ubican Venezuela con 3.25; Brasil, 3.16 y Perú, 3. La diferencia entre el país que muestra el mayor nivel de confianza política y el que muestra el menor, en este caso Ecuador y Perú, es de 1.17 puntos.
En cuanto a la variable dependiente, tal como se sugirió en las hipótesis, se emplearon distintos indicadores a fin de capturar las diversas manifestaciones que tiene la participación política. Aunque hubiese sido plausible construir un índice que incorporara varias modalidades de participación, como ocurre en otros estudios sobre participación política en América Latina (Pachón, Peña y Wills, 2012; Ribeiro y Borba, 2011; Somuano, 2013; Klesner, 2007), opté por trabajar con variables para cada modalidad de participación.3 De este modo, se incluyeron como variables dependientes la participación electoral, en organizaciones políticas y en la comunidad, como tres modalidades de participación convencional, y la concurrencia a protestas como forma no convencional. Para medir la participación electoral se utilizó la pregunta de si acudió a votar en las últimas elecciones presidenciales. Para la participación en protestas se preguntó sobre la presencia en manifestaciones o protestas públicas, mientras que para conocer la participación en organizaciones políticas, se preguntó a los entrevistados si habían asistido a reuniones de organizaciones políticas. Finalmente, para la participación en la comunidad construí un indicador simple que considera el involucramiento en comités de mejoras para la comunidad y el haber contribuido a solucionar problemas que afectan a su comunidad. En relación con el análisis de la participación electoral, sólo se incluyeron las observaciones de los individuos de países donde el voto es voluntario, es decir, Chile, Colombia, El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Venezuela. Esta decisión se tomó por la fuerza que adquiere el voto obligatorio para explicar los niveles de participación electoral (Blais, 2006; Fornos, Power y Garand, 2004). Para el análisis de las demás modalidades de participación se empleó la muestra completa.
El Cuadro 1 presenta los niveles de participación reportados para cada uno de los países que componen la muestra. En términos generales, se logra apreciar que acudir a votar e involucrarse en actividades de la comunidad son los dos mecanismos de participación más ejercidos por los latinoamericanos: mientras 76.5% de los entrevistados señaló haber votado en la última elección presidencial, 47.4% afirmó haberse involucrado en acciones relacionadas con su comunidad. Respecto de la participación en agrupaciones políticas, sólo 16% afirmó haber asistido a reuniones en el último año, mientras que apenas 8.1% reportó haber participado en manifestaciones o protestas públicas.
Países | Participación en elecciones | Participación en protestas | Participación en organizaciones políticas | Participación en la comunidad |
---|---|---|---|---|
Argentina | 77.2 | 8.5 | 7.8 | 27.1 |
Bolivia | 76.9 | 14.1 | 12.8 | 61.4 |
Brasil | 76.9 | 7.7 | 10.1 | 37.6 |
Chile | 72.0 | 3.9 | 2.6 | 50.1 |
Colombia | 60.8 | 10.1 | 23.1 | 39.6 |
Costa Rica | 72.2 | 7.2 | 8.3 | 33.5 |
Ecuador | 92.1 | 6.8 | 18.3 | 56.4 |
El Salvador | 74.6 | 3.5 | 13.4 | 36.4 |
Guatemala | 72.3 | 2.4 | 16.2 | 53.8 |
Honduras | 74.6 | 5.3 | 23.5 | 48.3 |
México | 74.8 | 4.4 | 12.7 | 41.2 |
Nicaragua | 69.6 | 6.5 | 25.6 | 53.6 |
Panamá | 70.1 | 6.7 | 26.3 | 46.3 |
Paraguay | 74.2 | 14.8 | 25.9 | 62.3 |
Perú | 84.9 | 9.4 | 6.4 | 51.9 |
República Dominicana | 78.7 | 8.6 | 34 | 58.9 |
Uruguay | 84.9 | 7.5 | 9.4 | 33.1 |
Venezuela | 91.6 | 11.7 | 15.2 | 47.6 |
Total | 76.5 | 8.1 | 16 | 47.4 |
Fuente: elaboración propia con datos de LAPOP (2014). Las cifras corresponden al porcentaje de los entrevistados que afirmaron haber participado.
Las otras dos variables de interés corresponden a la confianza interpersonal y la eficacia política interna. La primera está medida a través de la pregunta: “Ahora, hablando de la gente de por aquí, ¿diría que las personas de su comunidad son muy confiables, algo confiables, poco confiables o nada confiables?; Las respuestas van en la escala de 1 a 4. Como medida de la eficacia interna, se preguntó: “¿Hasta qué punto está de acuerdo o en desacuerdo con esta frase?: ‘Considero que entiendo bien los asuntos políticos más importantes de mi país’”, cuyos valores de respuesta se distribuyen en una escala de 7 puntos. Estas variables fueron incluidas de dos maneras en los modelos estadísticos: en forma individual y a través de una interacción con la confianza política.
Adicionalmente, el análisis estadístico comprende un conjunto de variables de control que han resultado significativas en estudios previos sobre participación política. Estas variables se incluyen en todos los modelos estadísticos. Si bien es cierto que estudios previos han concluido que diversos modos de participación pueden explicarse a través de distintas variables (Klesner, 2007), utilizar modelos similares permite una mejor comparabilidad del efecto relativo de nuestras variables de interés (Norris, 2002; Salzman, 2015). Por tal motivo, en primer lugar incluí variables sociodemográficas como la edad, el género y la zona de residencia de los entrevistados, lo mismo que socioeconómicas, como el nivel de educación y el ingreso reportado (Dalton, 2017; Verba, Schlozman y Brady, 1995). El signo de la relación dependerá del tipo de participación analizada. Por ejemplo, habrá más participación electoral entre las personas de mayor edad, mientras que la participación en protesta será mayor entre los jóvenes (Hooghe y Marien, 2013; Norris, 2002). Asimismo, se incluyó el interés de las personas en la política. Como muestran diversas investigaciones, el interés en la política está asociado positivamente con el involucramiento en diversas modalidades de participación (Norris, 2002), en particular para la electoral (Carreras y Castañeda-Angarita, 2014; Haime, 2017). De igual modo, el consumo de noticias también ha resultado ser un predictor positivo de la participación política en América Latina (Del Tronco, 2015; Salzman, 2015). Finalmente, como última variable de control incluí la identificación ideológica en el eje izquierda-derecha. La descripción y operacionalización de todas las variables incluidas en los modelos de regresión se encuentra en el anexo 2.
Debido a la estructura jerárquica de los datos (individuos agrupados en países) utilizaré una serie de modelos de regresión logísticas con efectos fijos por país. De este modo, es posible obtener estimaciones no sesgadas de los efectos que operan a nivel individual, asumiendo que en el nivel superior existen procesos “sobre los que no nos pronunciamos, aunque técnicamente son considerados en nuestra ecuación” (Cebolla, 2013: 48).
Resultados
El Cuadro 2 exhibe los resultados de los modelos de regresión que ponen a prueba la hipótesis 1. El primer modelo cuya variable dependiente es la participación electoral muestra que la confianza política es estadísticamente significativa y de signo positivo. Es decir, quienes confían más en las instituciones políticas tienen más probabilidad de concurrir a las urnas. En efecto, la probabilidad de votar aumenta 5.2% para aquellos que tienen mucha confianza en comparación con quienes reportan no tener confianza. Tal como se ha argumentado, mayores niveles de confianza estimulan la decisión individual de involucrarse políticamente a través de mecanismos convencionales de participación, como el voto. Las mujeres, los adultos mayores, las personas con más educación y quienes residen en áreas rurales también tienen más probabilidades de acudir a las urnas, lo mismo que quienes están más interesados en la política y los que consumen más noticias.
Modelo 1: electoral | Modelo 2: protesta | Modelo 3: organizaciones políticas | Modelo 4: actividades comunitarias | |
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b/se | b/se | b/se | b/se | |
Confianza política | 0.051* | -0.153*** | 0.0148*** | 0.030* |
(0.026) | (0.021) | (0.016) | (0.013) | |
Eficacia política | 0.036 | 0.087*** | 0.068*** | 0.078*** |
(0.019) | (0.017) | (0.013) | (0.010) | |
Confianza interpersonal | 0.012 | -0.053 | 0.011 | 0.102*** |
(0.036) | (0.031) | (0.023) | (0.018) | |
Género (mujer) | 0.126 | -0.053 | -0.166*** | -0.130*** |
(0.065) | (0.054) | (0.031) | (0.031) | |
Edad | 0.057*** | -0.008*** | 0.006*** | 0.018*** |
(0.003) | (0.002) | (0.001) | (0.001) | |
Educación | 0.064*** | 0.037*** | 0.011* | 0.030*** |
(0.010) | (0.008) | (0.006) | (0.004) | |
Área (urbana) | -0.457*** | 0.088 | -0.364*** | -0.509*** |
(0.078) | (0.066) | (0.046) | (0.037) | |
Ingresos | 0.011 | -0.019** | -0.047*** | -0.024*** |
(0.008) | (0.007) | (0.005) | (0.004) | |
Interés en política | 0.321*** | 0.459*** | 0.618*** | 0.234*** |
(0.036) | (0.028) | (0.022) | (0.017) | |
Consumo noticias | 0.054* | 0.058 | 0.011 | 0.026 |
(0.032) | (0.032) | (0.022) | (0.017) | |
Ideología política | -0.016( | -0.039*** | -0.025*** | -0.010 |
0.012) | (0.010) | (0.007) | (0.006) | |
Constante | -2.533*** | -3.776*** | -3.521*** | -1.793*** |
(0.233) | (0.259) | (0.182) | (0.135) | |
N individuos | 6212 | 19147 | 19191 | 19113 |
N países | 6 | 18 | 18 | 18 |
Nota: errores estándar en paréntesis. * p<0,05; ** p<0,01; *** p<0,001. Fuente: elaboración propia con datos de LAPOP (2014).
En el modelo 2, el resultado de la regresión también corrobora la expectativa original sobre la participación en protestas: la confianza política es estadísticamente significativa y su coeficiente es negativo. Conforme a esto, la probabilidad de participar en protestas disminuye 5.9% entre aquellos que más confían en las instituciones, en comparación con quienes desconfían más. Además, la eficacia política, la edad, el nivel educativo, el interés en política, declarar menores ingresos y la ideología política resultan ser predictores significativos. Aunque confirman la hipótesis, estos resultados refuerzan parcialmente los hallazgos de otras investigaciones. Por ejemplo, son similares a los de Ribeiro y Borba (2011) para el caso de Brasil, pero contradictorios con el estudio de Segovia (2008).
El modelo 3 corresponde a la participación en organizaciones políticas. Como se observa, los resultados confirman la expectativa inicial del efecto positivo de la confianza política sobre la participación en organizaciones. De acuerdo con estos resultados, la confianza incrementa 11.8% la probabilidad de participar en organizaciones políticas. En relación con el resto de las variables, la eficacia política, el género, mayor nivel de educación formal, el área de residencia, un mayor interés en la política, declarar menores ingresos y la ideología política son variables significativas para explicar el involucramiento de los latinoamericanos en organizaciones políticas.
Por último, el cuarto modelo corresponde a la participación en actividades comunitarias. Los resultados muestran que la confianza política es, al igual que casi todas las variables de control, estadísticamente significativa. La excepción la constituyen el consumo de noticias y la ideología política. Esto último probablemente se explique por el carácter más transversal de la participación en la comunidad. Con todo, mayores niveles de confianza política implican un incremento de 4.5% en la probabilidad de que los latinoamericanos se involucren en la comunidad, en comparación con los que no confían.
Para ilustrar el impacto de la confianza sobre las cuatro modalidades de participación se presenta el Gráfico 2. En éste se logra apreciar el efecto positivo de la confianza política sobre la participación electoral, en organizaciones políticas y en la comunidad. De igual modo se observa cómo aquellos que desconfían más del funcionamiento de las instituciones políticas tienen más probabilidad de involucrarse en acciones de protestas que quienes sí exhiben niveles más altos de confianza.
La segunda hipótesis busca evaluar el impacto de la interacción entre confianza política y eficacia política. El Cuadro 3 muestra los resultados de la incorporación de esta interacción en los modelos de regresión. Para la participación electoral (modelo 5) el resultado muestra que la interacción es estadísticamente significativa y de signo positivo. Esto sugiere que altos niveles de confianza combinados -efecto multiplicador- con altos niveles de eficacia política aumentan la probabilidad de participar en las elecciones. De hecho, la probabilidad aumenta en 18.3% entre quienes registran los valores más altos en la interacción, comparado con aquellos que se ubican en los valores más bajos. Este resultado descarta la hipótesis planteada por Gamsom (1968) y es coherente con los hallazgos de Hooghe y Marien (2013) para el caso de países europeos. Sin embargo, las variables confianza política y eficacia política por sí solas dejan de ser estadísticamente significativas, sugiriendo que el impacto de las variables combinadas es estadísticamente superior al de las variables por sí solas. Al igual que en el modelo 1, las variables de control tienen los mismos efectos. Por otra parte, el modelo 6 muestra que esta interacción no es significativa para la participación en protestas. Las variables de control que resultaron significativas para ese rubro son las mimas que en el modelo 2, con la sola excepción de la eficacia política.
Modelo 1: electoral | Modelo 2: protesta | Modelo 3: organizaciones | Modelo 4: actividades comunitarias | |
---|---|---|---|---|
b/se | b/se | b/se | b/se | |
Confianza política x eficacia política | 0.027* | 0.006 | 0.019* | -0.002 |
(0.013) | (0.011) | (0.008) | (0.006) | |
Confianza política | -0.061 | -0.180*** | 0.063 | 0.039 |
(0.058) | (0.056) | (0.040) | (0.030) | |
Eficacia política | -0.060 | 0.068 | -0.003 | 0.084*** |
(0.049) | (0.040) | (0.033) | (0.024) | |
Confianza interpersonal | 0.013 | -0.053 | -0.011 | 0.102*** |
(0.036) | (0.031) | (0.023) | (0.018) | |
Género (mujer) | 0.128* | -0.052 | -0.165*** | -0.130*** |
(0.065) | (0.054) | (0.041) | (0.031) | |
Edad | 0.057*** | -0.008*** | 0.006*** | 0.018*** |
(0.003) | (0.002) | (0.001) | (0.001) | |
Educación | 0.065*** | 0.037*** | 0.012* | 0.030*** |
(0.010) | (0.008) | (0.006) | (0.004) | |
Área (urbana) | -0.463*** | 0.087 | -0.369*** | -0.509*** |
(0.078) | (0.066) | (0.046) | (0.037) | |
Ingresos | 0.011 | -0.019** | -0.047*** | -0.024*** |
(0.008) | (0.007) | (0.005) | (0.004) | |
Interés en política | 0.332*** | 0.459*** | 0.618*** | 0.234*** |
(0.036) | (0.028) | (0.022) | (0.017) | |
Consumo noticias | 0.054* | 0.057 | 0.011 | 0.026 |
(0.033) | (0.032) | (0.022) | (0.017) | |
Ideología política | -0.016 | -0.039*** | -0.025*** | -0.010 |
(0.012) | (0.009) | (0.007) | (0.006) | |
Constante | -2.159*** | -3.687*** | -3.211*** | -1.822*** |
(0.291) | (0.308) | (0.224) | (0.164) | |
N individuos | 6212 | 19147 | 19191 | 19113 |
N países | 6 | 18 | 18 | 18 |
Nota: errores estándar en paréntesis. * p<0,05; ** p<0,01; *** p<0,001. Fuente: elaboración propia con datos de LAPOP (2014).
En cuanto a la participación en organizaciones políticas, la interacción entre confianza política y eficacia política es significativa y su coeficiente positivo, tal como sugería la hipótesis formulada. Esto implica que en aquellos que tienden a confiar más en las instituciones políticas y a la vez son más conscientes de los asuntos políticos, el efecto combinado de ambas variables incrementa 13.1% la probabilidad de involucrarse en organizaciones políticas. Sin embargo, a diferencia del modelo anterior, la confianza por sí sola deja de ser una variable significativa. De igual modo, el resto de las variables continúa teniendo un impacto sobre la probabilidad de involucrarse en organizaciones política. Por último, el modelo 8 muestra los resultados para la participación en la comunidad. Como se observa, la regresión revela que dicha variable no es significativa. Adicionalmente, la incorporación de esta variable produce que la confianza política también deje de ser significativa. El resto de las variables se comporta de igual manera que en el modelo 4.
Finalmente, la tercera hipótesis busca evaluar el efecto de la interacción entre confianza política y confianza interpersonal. El cuadro 4 contiene los resultados de las regresiones para cada una de las modalidades de participación. Los resultados muestran que para ninguno de los modelos la interacción entre las variables resulta estadísticamente significativa. Este resultado era esperable para la participación electoral, no así para las otras modalidades de participación. Además, la confianza interpersonal sólo resulta ser un predictor estadísticamente relevante para la participación en actividades comunitarias, lo cual es de esperarse dada la naturaleza cooperativa de este tipo de participación (Klesner, 2007).
Modelo 9: electoral | Modelo 10: protesta | Modelo 11: organizaciones | Modelo 12: actividades comunitarias | |
---|---|---|---|---|
b/se | b/se | b/se | b/se | |
Confianza política x confianza interpersonal | 0.040 | -0.032 | -0.004 | -0.017 |
(0.025) | (0.022) | (0.017) | (0.013) | |
Confianza política | -0.060 | -0.090 | 0.159*** | 0.079 * |
(0.075) | (0.066) | (0.047) | (0.038) | |
Eficacia política | 0.036 | 0.087*** | 0.065*** | 0.078*** |
(0.019) | (0.017) | (0.012) | (0.010) | |
Confianza interpersonal | -0.134 | 0.025 | 0.017 | 0.164** |
(0.100) | (0.083) | (0.064) | (0.050) | |
Género (mujer) | 0.129* | -0.054 | 0.134*** | -0.131*** |
(0.065) | (0.054) | (0.038) | (0.031) | |
Edad | 0.057*** | -0.008*** | 0.005*** | 0.019*** |
(0.003) | (0.002) | (0.001) | (0.001) | |
Educación | 0.064*** | 0.037*** | -0.010* | 0.030*** |
(0.010) | (0.008) | (0.005) | (0.004) | |
Área (urbana) | -0.457*** | 0.087 | -0.429*** | -0.510*** |
(0.078) | (0.066) | (0.043) | (0.037) | |
Ingresos | 0.012 | -0.019*** | -0.047*** | -0.024*** |
(0.008) | (0.007) | (0.005) | (0.004) | |
Interés en política | 0.323*** | 0.459*** | 0.598*** | 0.234*** |
(0.037) | (0.028) | (0.021) | (0.017) | |
Consumo noticias | 0.054* | 0.057 | 0.011 | 0.026 |
(0.032) | (0.032) | (0.022) | (0.017) | |
Ideología política | -0.016 | -0.039*** | -0.025*** | -0.010 |
(0.012) | (0.010) | (0.007) | (0.006) | |
Constante | -2.135*** | -3.990*** | -3.568*** | -1.966*** |
(0.344) | (0.335) | (0.256) | (0.188) | |
N individuos | 6212 | 19147 | 19191 | 19113 |
N países | 6 | 18 | 18 | 18 |
Nota: errores estándar en paréntesis. * p<0,05; ** p<0,01; *** p<0,001. Fuente: elaboración propia con datos de LAPOP (2014).
Conclusión
Como he sostenido, a pesar de la relevancia normativa que ha tenido la confianza para analizar diversos problemas políticos, se ha prestado menos atención a las implicancias y consecuencias empíricas de la confianza. El objetivo de esta investigación ha sido estudiar la incidencia de la confianza en uno de los aspectos de mayor preocupación de los teóricos de la democracia: la participación de sus ciudadanos. Los resultados obtenidos muestran que, en términos generales, la confianza contribuye a explicar los niveles de participación reportados por los latinoamericanos, lo cual es consistente con los resultados de otras investigaciones desarrolladas durante los últimos años en otros contextos políticos y geográficos.
Frente a la discusión en torno a si los ciudadanos más confiados o que muestran menores niveles de confianza son los más propensos a involucrarse en actividades políticas, los resultados permiten sostener que para las formas más convencionales de participación, como acudir a votar en las elecciones, asistir a las reuniones de alguna agrupación política o participar en la comunidad, mayores niveles de confianza política explican mejor estos tipos de participación. Los latinoamericanos que más confían en el conjunto de instituciones políticas son, en términos generales, más participativos que aquellos que desconfían, mostrando una mayor inclinación a privilegiar mecanismos convencionales de participación para hacer escuchar su voz a las autoridades políticas. No obstante, esto no significa que quienes desconfían se queden en casa, interpretando la desconfianza como un desmovilizador de la acción política. Como muestran los resultados, cuando se trata de modalidades menos convencionales, como la protesta, los ciudadanos más desconfiados son los que más participan.
Esta investigación tuvo por objetivo poner a prueba dos hipótesis adicionales referidas a los efectos combinados de la confianza política con la eficacia política, así como con la confianza interpersonal. Como señalé antes, una de las hipótesis más discutidas en la literatura sobre los efectos de la confianza en la participación política es la formulada por Gamson (1968). Sin embargo, los resultados obtenidos no permiten dar respaldo a dicha hipótesis para el caso de los latinoamericanos, no sólo porque los análisis muestran que esa interacción no es significativa para la participación en protesta ni para la participación en la comunidad en los diferentes modelos ejecutados, sino porque en los casos de participación electoral y participación en organizaciones, el efecto es incluso opuesto al esperado: la confianza política y la eficacia se refuerzan mutuamente, de manera tal que mayores niveles de confianza y eficacia política, de manera combinada, incrementan la probabilidad de participar políticamente.
Por otro lado, de acuerdo con la literatura revisada y con evidencia empírica proporcionada por investigaciones previas, existían elementos para sostener que la confianza interpersonal pudiese tener cierta capacidad explicativa en aquellas modalidades de participación que requieren de compromisos de otros para asegurar su efectividad. Al interactuar con el otro tipo de confianza identificada, la política, se esperaba encontrar resultados positivos. Sin embargo y a pesar de las expectativas iniciales, el efecto combinado de ambas variables no resultó ser significativo ni para la participación en protestas ni en organizaciones ni en actividades comunitarias. En cuanto a la participación electoral, la expectativa era no encontrar una relación por la naturaleza más individual del acto de votar, lo cual fue respaldado por los datos.
Los resultados de esta investigación tienen repercusiones sobre el análisis de las democracias de la región. En diversos países, la expresión “crisis de confianza” es utilizada de manera cotidiana por los analistas, actores políticos y medios de comunicación para explicar un conjunto de problemas y carencias asociados con el involucramiento político de los ciudadanos. Aunque tal afirmación encuentra sustento empírico, en términos de un descenso sostenido en los niveles de confianza expresados por los latinoamericanos, lo anterior no implica que los ciudadanos más desconfiados no se involucren políticamente o muestren necesariamente mayores niveles de desafección con la democracia. La relación entre confianza y participación es más compleja: si bien es cierto que las modalidades de participación más tradicionales y extendidas se ven beneficiadas por mayores niveles de confianza, los latinoamericanos que desconfían de sus instituciones también participan, aunque lo hacen a través de otras modalidades. Desde esta perspectiva la desconfianza no puede ser asimilada como apatía, sino más bien con el involucramiento en otras -y a menudo, nuevas- modalidades de participación que las democracias latinoamericanas deben saber garantizar adecuadamente. Además, frente a un creciente número de ciudadanos cada vez más desconfiados de sus instituciones políticas, el auge de modalidades de participación no convencional puede adquirir mayor centralidad en las dinámicas democráticas. Lo anterior obliga a las democracias latinoamericanas y, en particular, a las autoridades políticas a asumir nuevas estrategias de relación con sus ciudadanos.
Si bien es cierto que el análisis sólo consideró una modalidad de participación no convencional, futuras investigaciones debiesen analizar el comportamiento de los ciudadanos más desconfiados en un repertorio más amplio de modalidades de participación. De igual modo, estudios por país o el empleo de otras técnicas estadísticas permitirán poner a prueba de manera más fina las hipótesis planteadas en esta investigación, así como proponer explicaciones a las diferencias identificadas entre los países incorporados en el análisis, sobre cómo comprender de mejor manera los efectos de la (des)confianza política expresada por los ciudadanos sobre la participación política.