Introducción
Como ha sido ampliamente difundido, durante la segunda mitad de diciembre del 2019, la provincia de Hubei en la zona central de la República Popular China y su capital Wuhan registran un brote de neumonía de etiología desconocida. Menos de un mes después, el 7 de enero, las autoridades chinas anuncian a la comunidad internacional la identificación de un tipo de coronavirus hasta entonces desconocido, nombrado SARS-CoV-2, que provoca una nueva enfermedad a la que se le denomina Covid-19 (Koury y Hirschaut, 2020). La rápida expansión geográfica de la enfermedad y el elevado número de contagios llevan a que el 11 de marzo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) la declare pandemia (OMS, 2020).
De cara a este escenario, las directrices de la OMS se centran en evitar la extensión del virus. En la mayoría de los países del mundo se decreta el cierre de colegios, institutos y universidades, así como de comercios, establecimientos y oficinas públicas; se prohíben todas las actividades no esenciales y se limita al mínimo el contacto social; algunos gobiernos declaran incluso el estado de alarma e imponen cuarentenas nacionales (Tiramillas, 2020). Además, se aplica por primera vez la distancia mínima de un metro de separación entre personas y se impone el uso de cubrebocas en los espacios públicos. En Asia, las autoridades recurren a la vigilancia digital para rastrear y contener los contagios (Han, 2020).
En sintonía con dichas medidas, a finales de marzo del 2020 la Secretaría de Salud de México anuncia la Jornada Nacional de Sana Distancia,1 y el titular de la Secretaría de Educación Pública comunica la suspensión de clases presenciales. Conforme pasan los meses, y a fin de volver gradualmente a la “normalidad”, se implementan nuevas estrategias. El primero de junio del 2020 se pone en marcha un semáforo epidemiológico que indica el nivel de contagio en un municipio o localidad determinada. Basados en el color del semáforo - una estrategia de señalización de la permisividad o no de tránsito en el país por zonas o municipios- se determina la reapertura de centros comerciales, restaurantes, oficinas, gimnasios, cines, museos y demás actividades económicas y sociales.
Sin embargo, la suspensión de clases presenciales y la implementación de la educación a distancia en todos los niveles y modalidades que inició el lunes 23 de marzo del 2020 se mantiene vigente hasta el momento de la publicación de este artículo. Por ello, son las y los estudiantes un grupo importante, si bien no el único, que experimenta de manera muy temprana, directa y sostenida los efectos de las medidas gubernamentales para enfrentar la pandemia.
Desde la segunda quincena de enero, cuando empezaban a llegar a México las primeras noticias sobre el coronavirus, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) anuncia la suspensión paulatina y ordenada de las clases en sus diferentes campus, con vistas a la suspensión total a partir del día 23 de marzo (DGCS UNAM, 2020). De tal suerte que las y los jóvenes universitarios del sistema escolarizado se han visto obligadas y obligados a permanecer en sus casas y a asistir a la universidad de manera virtual.
Consideramos junto con Quéré (2006), que al entender el acontecimiento bajo la categoría de hecho y explicarlo dentro de la lógica causal -al poner el acento en los sujetos y sus motivaciones para la acción y al hacer del sujeto la fuente de sentido y la medida de los acontecimientos- las ciencias sociales no han evaluado suficientemente el lugar que los sujetos tienen en la estructuración de la experiencia tanto individual como colectiva. Por ello, en este trabajo adoptamos una perspectiva acontecial (Tavera, en prensa), construida a partir de las reflexiones en torno al acontecimiento que desde la filosofía y la sociología francesas contemporáneas han formulado, entre otros, el filósofo Claude Romano y el sociólogo Louis Quéré.
Uno de los rasgos distintivos del acontecimiento, como categoría analítica tal y como ha sido trabajada en tiempos recientes en el pensamiento francés, es que retoma como antecedente la noción griega de Kairós (Dosse, 2013). En la tradición griega, esta noción conjuga Aion y Cronos, por lo que una de las características del acontecimiento es su dualidad. Con base en el origen etimológico del concepto y siguiendo las reflexiones contemporáneas en Francia, en este trabajo entendemos al acontecimiento como una ruptura/apertura en tres ámbitos principales: a) la temporalidad, b) la inteligibilidad y c) la experiencia.
El objetivo de este trabajo es dar cuenta de cómo han vivido la pandemia los estudiantes universitarios de la UNAM, en particular de aquellos inscritos a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPYS), a nueve meses de que se declarara la emergencia sanitaria. Nos interesa, en particular, adentrarnos en la experiencia -entendida desde la dimensión subjetiva como vivencia reflexiva- de la pandemia de las y los universitarios a fin de conocer las rupturas y aperturas que han experimentado en su cotidianeidad, así como las posibles huellas que, en su opinión, les dejará la pandemia. Nos interesa, asimismo, conocer su posicionamiento frente a las disposiciones gubernamentales, así como en relación con algunas narrativas en torno a la Covid-19 que han circulado en las redes sociales.
Abordamos la actual como un acontecimiento, en su sentido analítico y conceptual, y la definimos como un suceso inesperado e impredecible que: a) marca un quiebre en la temporalidad; b) introduce una ruptura en la cotidianidad; a la vez que c) abre nuevas posibilidades en el ámbito de la inteligibilidad y d) provoca una experiencia cargada de emoción. Al definir el acontecimiento en términos analíticos es posible comprender a los universitarios en tanto sujetos del acontecimiento, y de esta forma explorar los sentidos que le otorgan a la pandemia, las emociones que suscita así como las reflexiones con respecto a su futuro, pero también a su pasado, a partir de la experiencia vivida.2
Seguimos a Weiss (2015) en conjuntar la condición de joven y de estudiante y entendemos a las instituciones de educación media y superior como “espacios de vida juvenil” (Weiss, 2015), en los que se viven procesos de: socialización intra e inter generacional, sociabilidad, socialidad, y subjetivación. Retomando a dicho autor, consideramos a la Universidad como un espacio en el que las y los estudiantes interactúan con compañeras y amigos (sociabilidad) y se divierten juntos (socialidad); establecen sus propias normas y valores (socialización intrageneracional) y siguen ciertas pautas de la institución educativa y de la sociedad (socialización intergeneracional), pero también “se emancipan de valores y normas hegemónicos y desarrollan normas, gustos e intereses propios al reflexionar y conversar con sus pares (subjetivación) (Weiss, 2015: 1260, 1269).3
Junto con Coulon (1977), consideramos que el pasaje o tránsito de bachiller a estudiante universitario se caracteriza por a) un tiempo de extrañeza, b) otro de aprendizaje y, un tercero, c) de afiliación; en ese proceso convertirse en universitario es un oficio que se aprende y no un estatus que se adquiere de manera automática al ingresar a la universidad. Desde este planteamiento, nos parece importante centrar la investigación en las y los estudiantes de nuevo ingreso, que entraron a la Universidad en tiempos de la Covid-19 y que, por lo tanto, se sitúan en el cruce de un evento importante en su trayectoria de vida, como lo es iniciar su vida universitaria y la pandemia-acontecimiento.
El trabajo se basa en un estudio de carácter mixto, con datos cuantitativos y cualitativos obtenidos por medio de una encuesta aplicada a una muestra representativa y de las observaciones provenientes de un grupo focal. En ambos casos se contó con la participación de estudiantes de los primeros semestres de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPYS) de la UNAM.
La perspectiva acontecial
En los últimos veinte años, las nociones de evento, acontecimiento, turning point, bifurcación, discontinuidad, contingencia, ruptura, etcétera, han sido motivo de amplias reflexiones en aquellas tradiciones sociológicas afines a ellas y han irrumpido con fuerza en otras que las rechazaban, no se interesaban en ellas o las habían tematizado de manera insuficiente. El “retorno” o “renacimiento” del acontecimiento ha sido particularmente intenso en Francia en donde se han desarrollado las propuestas y los debates más interesantes en torno a este concepto y a su importancia para las ciencias sociales (Tavera, 2020).
¿Qué es un acontecimiento?
En su sentido más laxo, un acontecimiento es un “hecho diverso”, es todo aquello que de una manera u otra “tiene lugar” o “llega”. Puede ser un fenómeno natural, sociohistórico, político o cultural, situarse en el plano individual y biográfico o en el colectivo, y puede ser un suceso ínfimo o transcendental (Greisch, 2014: 41). Sin embargo, como veremos en esta sección, los acontecimientos no son sucesos cualesquiera.
El acontecimiento parece suceder de repente e interrumpir el curso normal de las cosas. Posee un carácter inesperado o extraordinario en comparación con la experiencia diaria y el horizonte cotidiano. Es algo que viene de afuera, que acontece. Por lo tanto, un rasgo importante de los acontecimientos es que no se encuentran bajo el control de un agente o de un actor, “ocurren sin intencionalidad ni preparación: no los causamos, sino que nos acaecen” (Jay, 2012: 152).
El acontecimiento como ruptura/apertura en la temporalidad
El acontecimiento introduce una ruptura en la temporalidad, marca un antes y un después y constituye un parteaguas en el tiempo. A diferencia de un hecho histórico, los acontecimientos no se reducen a una fecha ubicada en una línea de tiempo y en ese sentido no están inscritos en el tiempo. Por el contrario, los acontecimientos “inauguran el tiempo y lo temporalizan” (Romano, 2008, citado en Jay, 2012: 152).
Para sus contemporáneos el acontecimiento “marca siempre el inicio de una nueva era” (Bensa y Fassin, 2002: 5). Esta nueva temporalidad altera las relaciones tanto con el pasado como con el futuro. El acontecimiento reabre el campo de la memoria (el pasado) y el campo de lo posible (futuro). Con respecto al pasado, los acontecimientos tal y como señala Žižek, cambian “el valor de las proposiciones modales acerca del pasado”. Con respecto al futuro, los acontecimientos deben entenderse “como inauguradores de su propia historia, como advenimientos que abren la puerta a aventuras posibles en un futuro que aún no está determinado por completo” (Jay, 2012: 152).
El acontecimiento como ruptura/apertura en la inteligibilidad
Otro rasgo importante de la noción de acontecimiento es, tal y como lo enuncian Bensa y Fassin (2002), la incertidumbre en cuanto al significado de la ruptura que introduce. Por lo que, además de ser una ruptura en la temporalidad, el acontecimiento introduce una ruptura en la inteligibilidad.
Louis Quéré (2006) considera al acontecimiento como “fuente de sentido” (source de sens), y enfatiza lo que él denomina su “poder hermenéutico”. Desde la perspectiva del sociólogo francés, el acontecimiento posee un poder de revelación o de develación que da lugar a un nuevo tipo de comprensión, una comprensión a partir del acontecimiento: “Abriendo un horizonte de sentido y aportando con él posibilidades interpretativas, el acontecimiento permite a quien se encuentra expuesto a él, descubrir algo de sí mismo y de su situación y profundizar en la comprensión de sí mismo y del mundo” (Quéré, 2006: 202).
El acontecimiento como experiencia
De acuerdo con Quéré (2006), las ciencias sociales no han evaluado con seriedad el lugar de los acontecimientos en la estructuración de la experiencia tanto individual como colectiva. Partiendo de los planteamientos de John Dewey sobre la experiencia, Quéré (2006: 202) sostiene que sujeto y mundo se constituyen a través de la experiencia del acontecimiento, en una articulación más o menos equilibrada entre actuar (agir) y sufrir (pâtir).
Para Dewey (2002, 2004), la experiencia constituye la totalidad de las relaciones del individuo con su entorno físico y social, posee un carácter transaccional -individuo y entorno se determinan mutuamente- y tiene una dimensión activa (experimentar) y otra pasiva (sufrir las consecuencias de lo experimentado).
Referido a lo anterior, Quéré sostiene que el acontecimiento provoca una experiencia, a tal punto que puede convertirse en referente dentro de una trayectoria de vida. Esto es así debido a que los sujetos no son únicamente agentes actuantes, ni individuos impasibles, sino son también seres susceptibles de ser afectados por lo que acontece a su alrededor. Para Quéré, es la condición de pasibilidad de los sujetos, entendida como su susceptibilidad a ser tocados, perturbados o conmovidos por lo que sucede en su entorno físico y social, la que hace de la confrontación con el acontecimiento una experiencia (Quéré, 2006: 199).
Siguiendo a Dewey, Quéré sostiene que el acontecimiento penetra al ámbito de la experiencia desde una perspectiva transaccional y, en su opinión, es precisamente debido a esta transacción que el acontecimiento tiene un poder hermenéutico. Al decir de Quéré, si hay transacción y experiencia, entonces el sujeto no puede ser ni la medida del acontecimiento ni la fuente de su sentido. El sujeto “adviene” a sí mismo a partir de lo que le acontece, a través del trabajo de apropiación e incorporación del acontecimiento a su historia y su proyecto de vida (Quéré, 2006: 202).
La ruptura del acontecimiento crea una resonancia afectiva que resulta del contraste entre lo acontecido y la continuación normal y, por lo tanto, preferida de la cotidianidad (Quéré, 2006: 200). Por lo tanto, la experiencia del acontecimiento está cargada de emoción. La singularidad y originalidad de los hechos y situaciones vividos impregna la emoción que se evoca, por lo que tal y como lo enuncia Dewey, las emociones que suscita el acontecimiento deben ser entendidas como “una parte de una situación cuyo resultado se desconoce y en la que el ego emocionalmente sensible está vitalmente involucrado” (Dewey citado en Quéré, 2006: 200).
Estrategia metodológica
Para este artículo, la población de estudio consiste en los estudiantes universitarios de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPYS) de la UNAM. El componente cuantitativo del estudio está conformado por 140 estudiantes, mientras que el cualitativo consta de la colaboración de seis universitarios. Todos los participantes forman parte de los primeros semestres de las seis carreras4 que se imparten en la facultad. Se decidió estudiar este segmento poblacional dado que son jóvenes que están al inicio de su vida universitaria bajo las condiciones y restricciones sanitarias impuestas por la pandemia.
Método cuantitativo
Se aplicó un cuestionario a universitarios de primer ingreso a ocho meses de la declaratoria gubernamental de la pandemia en México. Estos estudiantes realizaron los trámites de proceso de ingreso en el formato tradicional; sin embargo, hasta el momento no han pisado aun las aulas ni las instalaciones de su facultad. Estudiar a este grupo de jóvenes en su proceso de transición ante lo que ya de por sí es novedoso (el ingreso a la universidad) plantea un contexto interesante para comprender la forma en la que viven la pandemia.
La información recopilada por el instrumento parte de una base de estudiantes de primer ingreso que consiste en 3 355 alumnos de los 12 221 de la población total de la FCPYS en 2020 (UNAM, 2020). La muestra considera alumnos de las seis diferentes carreras que imparte la facultad, así como alumnos del sistema a distancia y escolarizado. Se recurrió a un muestreo estadístico representativo, en total 140 estudiantes con un margen de error de 8 % (e= 0.8) y un nivel de confianza de 95 por ciento.
Para formular las preguntas del instrumento, además de la discusión teórica anteriormente expuesta, se utilizaron como guías temáticas los planteamientos de pensadores icónicos congregados en Sopa de Wuhan (Amadeo, 2020), así como el análisis acontencial de sus ideas (Tavera, en prensa). Asimismo, nos apoyamos en notas periodísticas nacionales e internacionales sobre la pandemia filtrando las diferentes interpretaciones sociales que se realizaban sobre el evento.5 De tal modo, se aplicó un cuestionario estructurado que incluyó los siguientes ejes temáticos: 1) datos básicos de los participantes, 2) seguimiento de las medidas sanitarias, 3) estado anímico frente a la pandemia, 4) reconocimiento e identificación de lo que ha cambiado, así como 5) gama de posibilidades que se presentan dado el evento.
El cuestionario fue aplicado por medio de la plataforma de internet Google Forms, se enviaron invitaciones a cinco grupos de distintas asignaturas de la FCPYS, los estudiantes de dichos grupos respondieron el instrumento durante los días que estuvo disponible en la red, entre el 10 y el 14 de diciembre de 2020. El instrumento constó de 26 preguntas, tanto cerradas como abiertas. Las primeras fueron analizadas con Google Forms, mientras que para las segundas se recurrió al programa Atlas-ti 8.0.
Método cualitativo
Siguiendo los primeros resultados se buscó conocer y describir el carácter de las rupturas y las posibilidades que los estudiantes universitarios interpretan ante la experiencia de la pandemia de la Covid-19 tanto en lo personal como en lo colectivo. Los datos cualitativos se recolectaron por medio de un grupo focal en donde participaron seis estudiantes -dos hombres y cuatro mujeres- que cursaban los primeros semestres en la FCPYS-UNAM.
Dadas las circunstancias de la emergencia sanitaria, el grupo focal fue realizado el día 12 de diciembre de 2020 mediante una sesión en la plataforma de Zoom. Los comentarios recabados se codificaron mediante el programa Atlas-ti 8.0 con base en categorías predefinidas, así como en las emergidas a partir de lo indicado, narrado y expresado por los mismos estudiantes.
Limitaciones
Desde el punto de vista metodológico cabe hacer notar una cuestión que ayudará a redirigir los esfuerzos de investigaciones futuras sobre el tema: tanto en nuestro estudio cualitativo como cuantitativo, participaron únicamente jóvenes quienes estaban activos y dados de alta como estudiantes al momento de realizar la encuesta y el grupo focal. Datos recientes revelan que un número importante de alumnas y alumnos inscritos a la FCPYS se han dado de baja temporal.6
Sobre los métodos en el confinamiento
Los tiempos del confinamiento, que se han aplazado a más de un año, obligaron a buscar estrategias de investigación y trabajo de campo por medios electrónicos. Dos ventajas adquiridas fueron la comunicación flexible y la interacción a distancia con los sujetos de la investigación. La comunicación flexible, a partir de pedir que contestaran el cuestionario enviado correo electrónico bajo una plataforma conocida (Google Forms), lo mismo que para organizar el encuentro para la realización del grupo focal vía Zoom en donde los alumnos destacaron sentirse con una mayor apertura para expresar sus emociones e impresiones a la distancia.
Resultados y discusión
Datos básicos
De los 140 estudiantes que contestaron el cuestionario 53.2 % fueron mujeres y 46.8 % hombres. La distribución de los participantes por carrera fue el siguiente: 25.7 % estudia Relaciones Internacionales, el 24.3 % Ciencias de la Comunicación, 45.7 % Ciencia Política y Administración Pública -22.1 % y 23.6 %, respectivamente, para cada una de las opciones terminales de esta carrera-, mientras que sólo 2.8 % estudia sociología y 1.4 % antropología.7
Al ser alumnas y alumnos de primer ingreso, la edad de los estudiantes universitarios oscila entre los 16 y 21 años. 57.14 % tiene entre 16 y 18 años, y 36.7 % entre 19 y 21 años. Únicamente 6.4 % de los estudiantes es mayor de 22 años. La mayoría de los universitarios viven con su familia nuclear (83.6 %) y sólo un pequeño porcentaje vive con su familia extensa (11.4 %). Un grupo muy reducido de encuestados vive solo, con amigos o en pareja (5 %). En cuanto a su lugar de residencia, casi la mitad de los estudiantes vive en alguna de las alcaldías con mayor número de casos acumulados de la Covid-19. En Iztapalapa, la alcaldía más afectada por el coronavirus,8 reside 13.6 % de los participantes, seguida de las alcaldías de Coyoacán (8.57 %); Tlalpan (8.57 %); Álvaro Obregón (7.86 %) y Xochimilco (7.14 %). Éstas ocupan los lugares tercero al sexto en la distribución de casos confirmados acumulados por alcaldía de la Ciudad de México.9 Casi una tercera parte de los universitarios de primer semestre viven en el resto de las alcaldías (29.2 %), mientras que cerca de una cuarta parte reside en los municipios de la zona metropolitana. De ellos sólo 7.14 % vive en los municipios con mayor número de casos de personas infectadas (Ecatepec y Nezahualcóyotl).10
De manera consistente con la distribución de casos de la Covid-19 por alcaldía y municipio del Estado de México, y el lugar de residencia de los jóvenes estudiantes, encontramos que un porcentaje bajo, aunque significativo, de los alumnos participantes reportó haberse contagiado esta enfermedad (n=18, 12.9 %).11 Lamentablemente, dos terceras partes de ellos no sólo señaló conocer a amigos y tener familiares que enfermaron de la Covid-19 (66.4 %), sino también a quienes han perdido la vida (23.6 %). Sólo 10 % indicó no haber conocido directa o indirectamente a personas que hubieran contraído la enfermedad.
Seguimiento de las medidas de sana distancia
Al solicitar a los estudiantes elegir la opción que los describiera mejor, encontramos que la gran mayoría de las y los encuestados (85 %) se identificó con la frase “Tengo claro que vivo una situación de emergencia y actúo en consecuencia”, en contraste con quienes optaron por la opción “Reconozco que hay una pandemia, pero prefiero ignorarla” (7.9 %) y de quienes, por su parte, eligieron la alternativa “Trato de comportarme como si la pandemia no existiera” (2.1 %).
Con respecto a las recomendaciones de sana distancia encontramos que casi nueve de cada diez estudiantes reportaron usar siempre el cubrebocas al salir de casa (87.7 %); ocho de cada diez dicen lavarse las manos o usar gel antibacterial frecuentemente (82.1 %) y desinfectarse al volver a casa cuando han tenido que salir a la calle (80 %).12 Los universitarios nunca o casi nunca acuden a eventos sociales o familiares (79.2 %); regularmente se comunican por medio digitales (94.2 %), y no acuden al gimnasio (72.1 %). En suma, se quedan en casa siempre (36.4 %) o casi siempre (53.5 %).
Por otra parte, encontramos que 86.4 % de las y los jóvenes estudiantes se identificó con el enunciado “siempre trato de seguir las medidas sanitarias”; mientras que únicamente el 10% seleccionó la frase “sigo las medidas sanitarias por obligación más que por convicción” y sólo un porcentaje insignificante (2.4 %) optó por la alternativa “si puedo evitar las medidas sanitarias, lo hago”. Al conversar durante el grupo focal sobre las medidas de sana distancia, los participantes expresaron una conciencia clara sobre la seriedad de la situación y la posibilidad de contraer o contagiar la Covid-19, así como un fuerte sentido del cuidado y responsabilidad mutuas:
Nosotros lo hacemos por seguridad nuestra, y también es mi forma de pensar yo uso cubrebocas y quiero que los demás lo usen, no solo por mi salud sino por la de los demás. (Grupo focal, Eduardo)
[…] el uso del cubrebocas es para proteger a los demás de ti, si es que estás contagiado. (Grupo focal, Kathy)
Yo no he visto a nadie que no sea mi núcleo familiar. Ellos (mi familia) si se tomaron muy en serio todo, esto a diferencia de todo el resto de mi familia. (Grupo focal, Kathy)
Diferencias con respecto a la familia e interpelación en el espacio público
Uno de los hallazgos más importantes del análisis cualitativo fueron las diferencias en el seguimiento de las medidas entre los jóvenes estudiantes y sus familiares, y su posicionamiento crítico frente a quienes no acatan las disposiciones. Mientras que las y los participantes manifiestan seguir las normas de la Jornada de Sana Distancia, sus familias no siempre lo hacen, lo que les genera crítica y vergüenza:
Mis familiares, debo de aceptar, fueron muy irresponsables al principio, fueron muy irresponsables. Creo ésa es la principal razón por la que más de la mitad de mi familia se contagió, porque se fueron de vacaciones. Ellos sí eran los llamados “covidiotas”. (Grupo focal, Kathy)
Tengo familia que salía por motivos que no eran importantes, como ir a tomar, ir a una fiesta, o simplemente porque los invitaron a pasar el rato, y a pesar de que les dio Covid no entienden, por decirlo así. Aquí está mi familia nuclear y ahorita están haciendo una fiesta en la casa grande, les han enviado la patrulla y todo, pero no. ¡Qué pena la verdad! (Grupo focal, Dulce)
El posicionamiento crítico con respecto a quienes no se adhieren a las disposiciones gubernamentales se extiende, del ámbito familiar, al espacio público. En la conversación del grupo focal, Eduardo y Mónica compartieron lo siguiente:
En el transporte público, hace como mes y medio, se subió una persona que no traía cubrebocas. El chofer del transporte le pidió que se lo colocara, porque pues era parte de las reglas que se tienen para subir a estas unidades. Pues la persona muy grosera le dijo que no, entonces los que íbamos dentro del transporte público sí nos molestamos. La verdad es que más de uno lo queríamos bajar a golpes. Sintió la presión de algunos que íbamos ahí arriba y pues tuvo que sacar de la mochila su cubrebocas y ponérselo. (Grupo focal, Eduardo)
Me siento como una señora bien argüendera. La otra vez que iba al súper en la combi, cuando me subí el señor tenía puesto el cubrebocas y de repente que le entra una llamada, entonces el señor se bajó el cubrebocas y comenzó a hablar así como si nada y yo nada más volteé y le dije: “¿Cree que se pueda volver a poner el cubrebocas por favor?, diciéndole así, como haciéndome un favor”. Luego hay personas que no traen cubrebocas. Yo sí soy de quienes las voltean a ver bien feo. (Grupo focal, Mónica)
Información, egoísmo y seguimiento de las normas
Otro resultado significativo del análisis cualitativo fue la relación entre egoísmo, desinformación y seguimiento de las normas. Esta relación fue motivo de reflexión durante el grupo focal y emergió como un elemento central que, desde el punto de vista de las y los jóvenes estudiantes, explicaría que las personas no sigan las normas para disminuir los contagios, al mismo tiempo que apunta, indirectamente, a una de las razones por las que ellos sí lo hacen.
Me he dado cuenta de que la forma de pensar es muy egoísta, pensamos que mientras esté bien yo, simplemente lo demás no me importa. Y creo que esta fue la mentalidad de la persona que se subió al transporte público. Simplemente él, de manera personal, no cree en eso, pero los demás, que sí estamos presenciando la situación, que vemos los números, que nos estamos informando, pues sabemos que es tan real como el número de muertes que se ha presentado. (Grupo focal, Eduardo)
Mi mamá forma parte de un grupo cristiano y ella decía: “es que Dios me va a proteger”. La sede de mi mamá sigue realizando reuniones porque, según ellos, la fe mueve al mundo. Mi mamá iba al principio, pero ya no está yendo. Yo no le echaría la culpa a la sociedad sino es más que nada, es a la ignorancia, a la desinformación, porque al menos yo he visto que mi familia no pasó de la primaria o de la prepa cuando ellos estudiaron. (Grupo focal, Kathy)
Creo que lo vital y lo que más a mí me interesa, es la información. Porque la falta de la misma hace que la gente no crea en el virus, que la gente se atasque de papel de baño. Siento que es bastante importante la conversación y la información. (Grupo focal, Brenda)
En grupos de Facebook te encuentras a señoras y señores que dicen que es un invento del gobierno, que la culpa la tiene AMLO, que tenemos tantos contagiados por culpa de Hugo López-Gatell, cosa que ya de por si es invidualista porque le echas la culpa a una persona de algo que es colectivo. Por ahí se podría empezar muy bien informando de la situación, si se hace un trabajo continuo de información se pueden hacer más cosas. Es lo que yo más haría, informar de la manera más dulce posible para que la gente pueda aprender pasito a pasito como todos hemos tenido que aprender que está pasando y por qué debemos pensar en los otros y no sólo en uno mismo. (Grupo focal, Brenda)
Por otra parte, durante el grupo focal, también se destacaron algunos límites a la relación entre desinformación, egoísmo y el acatamiento de las indicaciones para prevenir los contagios:
Tuvimos la oportunidad de que nos lo contaran, entonces es literal, lo que piensan es que, primero decían como que no existía, hasta que no le pase a alguien yo creo, y ya después de que les pasó “a mí ya me dio”, como la varicela, “entonces ya me dio y no me puede volver a dar”. O sea, a pesar de que hay muchísima información en los medios, no se ponen a pensar más allá de ello. Se limitan mucho a sus intereses personales y de ahí no salen. (Grupo focal, Dulce)
No todos podemos tener acceso a la información, no todos podemos tener acceso a las noticias, compartir noticias reales es bastante importante porque es esa falsa sensación de que sale la vacuna y ya todo va a estar bien. Pues sí, es necesario tener ese hilo de información, que no saben estructurar porque vivimos en un país donde la educación no es algo vital para el gobierno no es algo que sea tan fácil de obtener.
Sinceramente es un privilegio estar en este grupo hablando acerca de la información y la desinformación. Muchísimos no tienen esa oportunidad de saber cómo llevar un hilo acerca de la pandemia, que sea un hilo seguro, sea información segura y verídica pero a la vez tener esa salud mental, que tampoco han tenido información sobre ese tema. Entonces hay muchas cosas que hay que puntualizar, se necesita mucho trabajo y creo que para eso estamos en la universidad. (Grupo focal, Belén)
Posicionamiento frente a las narrativas en redes sociales y medios de comunicación digitales
Hacia finales de septiembre del 2020, la OMS, conjuntamente con varios organismos internacionales, advirtió que la pandemia de la Covid-19 estaba siendo acompañada por una infodemia masiva, es decir, por un aumento exponencial en el volumen de información relacionada con la emergencia sanitaria. En ella advertía que mucha de la información sobre todos los aspectos de la enfermedad era inexacta y falsa y que gran parte de esta desinformación se basaba en teorías de la conspiración, que se introducían en el discurso predominante.
La gran mayoría de las y los jóvenes estudiantes se posicionan críticamente frente a algunas de las principales narrativas sobre el origen y la causa del SARS-Cov2 que circularon en la Internet y en las redes sociales entre enero y noviembre del 2020. Así, por ejemplo, en términos generales, los universitarios estuvieron en desacuerdo con las siguientes aseveraciones en torno a la pandemia difundidas en redes sociales: “La pandemia forma parte de un plan mundial de control a través de la 5G” (90 %), “La Covid-19 es un castigo a la humanidad” (79 %), “La pandemia es una invención política” (74 %), “Hay mucha gente vinculada con la industria farmacéutica, el pánico fue planificado y no hay nada que justifique la alarma” (73.5%). Los estudiantes rechazaron que “la Covid-19 sea el nombre del plan internacional para el control y reducción de poblaciones con el objetivo de reducir la población mundial en 80 %” (69 %). Sin embargo, los universitarios se mostraron relativamente desinformados cuando se preguntó si el “SARS-CoV-2 es un virus creado artificialmente”, pues 50 % estuvo en desacuerdo con tal aseveración, 35 % de los estudiantes dijeron no saber, y 15 % indicó estar de acuerdo.
Además del cúmulo de interpretaciones acerca del origen de la pandemia, las medidas adoptadas para frenar la propagación del virus han generado en numerosos países manifestaciones públicas de rechazo y oposición. El posicionamiento de los estudiantes en relación con las consignas y frases relacionadas con las protestas en torno a la Covid-19 ocurridas alrededor del mundo fue el siguiente: 88 % estuvo en desacuerdo con la frase “los cubrebocas ahogan a la gente y son un medio de control social”, en tanto que 76 % rechazó la idea de que “la alarma es injustificada, por lo tanto las protestas están justificadas” y 69.29 % dijo estar en desacuerdo con que “las medidas decretadas para enfrentar la pandemia son limitaciones a nuestras libertades básicas”. Un porcentaje similar (69 %) estuvo de acuerdo con que “las manifestaciones en contra de las medidas sanitarias atentan contra el bien común: la salud de toda una comunidad”. No obstante, el mismo porcentaje señaló no estar de acuerdo con que “las movilizaciones son una expresión de imbecilidad colectiva amparada por la libertad de expresión”. Estos resultados sugieren que la fidelidad de los estudiantes se extiende del ámbito individual al colectivo.
La pandemia: una ruptura en la experiencia, la inteligibilidad y la temporalidad
A diferencia del hecho o suceso, el acontecimiento marca una ruptura en la temporalidad, la inteligibilidad y la experiencia. Al indagar sobre este punto, encontramos que 73.6 % de los universitarios encuestados está de acuerdo con que “la pandemia marcará el inicio de una nueva era”, en contraste con 17.1 % que considera que “la pandemia pasará y volveremos a lo de siempre”. Cabe resaltar que, a pesar de no ser la primera pandemia en la historia de la humanidad y de que 48 % de los jóvenes manifestó estar de acuerdo con que las pandemias son fenómenos regulares que siempre han existido, ninguno de los estudiantes expresó estar de acuerdo con el enunciado “la pandemia actual no tiene nada de excepcional” (Gráfica 1).
La perspectiva acontecial permite recuperar dentro del análisis sociológico la condición de pasibilidad de los sujetos, entendida como se señalaba en el apartado teórico, como la suceptibilidad del sujeto social de ser tocado, afectado, perturbado o conmovido por lo que sucede en el mundo que le rodea. La gran mayoría de los jóvenes que colaboraron con este estudio (85.7 %), experimentan la pandemia como un acontecimiento inesperado, algo que nunca pensaron o imaginaron vivir, no obstante que casi la mitad de ellos dijo estar de acuerdo con la idea de que la pandemia es un fenómeno regular que siempre ha existido. Al ser directamente cuestionados sobre si se han sentido “tocados” o “afectados” por la pandemia de una manera profunda, cuatro de cada diez contestó afirmativamente, mientras que sólo 20 % reconoció que la pandemia ha sido “incómoda” o “molesta” pero que “lo ha dejado indiferente”. Una quinta parte de los estudiantes considera que después de la pandemia “nada volverá a ser igual” (22.9 %), y únicamente 12 % dijo estar de acuerdo con que los cambios experimentados no serán duraderos (Gráfica 2).
La ruptura en la temporalidad es una de las vivencias más claras con respecto a la pandemia. 80.9 % de los universitarios afirma que la pandemia es una ruptura importante en la temporalidad, que es vivida como un punto de inflexión que marca un antes y un después en algún aspecto de su vida. Los cuatro principales ámbitos en los que se manifiesta son: el personal (78.8 %), educativo (69.7 %), psicológico (67.2 %), y familiar (63.1 %). En cuanto a la dimensión económica, el 45.1% manifestó haber experimentado un quiebre importante, de manera consistente con la percepción de la reducción del ingreso a nivel nacional.13 (Gráfica 3).
Sin embargo, el futuro postcoronavirus es todavía incierto y poco fueron los jóvenes que expresaron de manera explícita cómo se imaginan esta “nueva era”, más allá de las reconfiguraciones a nivel personal, señaladas líneas arriba. Sólo Fabiola apuntó brevemente algo al respecto:
De ninguna manera yo creo que va a ser lo mismo en ningún ámbito, por ejemplo en los hospitales, se va dar más el hecho de prevenir con equipos y medicamentos. La economía va a decaer muchísimo, entonces recuperarla nos va a costar a nivel mundial. De ninguna manera yo creo que va a ser lo mismo.
El acontecimiento, como lo mencionamos en la sección teórica, posee un poder de revelación que lo distingue de los hechos o sucesos. Esta revelación consiste en una nueva comprensión del mundo a partir del acontecimiento. Esta nueva comprensión opera tanto hacia el pasado como hacia el futuro. Hacia el pasado, la pandemia reveló a los jóvenes que, tal y como lo señaló Mónica:
Estábamos muy acostumbrados a vivir muy rápido, de manera muy acelerada y no valorábamos cada minuto ni cada segundo que teníamos con nuestro familiar, con tus amigos, con tus compañeros. No sabíamos apreciar lo que teníamos con ellos […], un abrazo o un beso.
Hacia el futuro, la pandemia parece haber replanteado para algunos estudiantes, las relaciones familiares, como en el caso de Fabiola quien comentó:
[…] desde antes de entrar a la universidad ya tenía mi plan de irme a vivir por cu y ahorita si lo estoy pensando un poco, porque como ya me llevo mejor con ellos [los papás], si me dolería dejarlos por la escuela.
En tanto que el acontecimiento y a quien acontece son ambas circunstancias que “devienen” en el marco de una transacción, la experiencia del acontecimiento está marcada por su individualidad. Sujeto y mundo se constituyen a través de la experiencia del acontecimiento. En tanto que el propio destino del sujeto está en juego en aquello que le acontece, éste tiene que apropiarse del acontecimiento e incorporarlo a su historia y su proyecto de vida. Con respecto a este punto encontramos que, en el contexto de la pandemia, 91.4 % de los jóvenes reporta haber reflexionado sobre su futuro, “lo que van a hacer”, pero también sobre su pasado “lo que han hecho” (80.7 %). Un porcentaje elevado de estudiantes señala haber tenido que “modificar algunos planes de su vida” (87 %), e incluso coincide en “replantearse el sentido de planear” (81 %), así como “reflexionar sobre su futuro” (91.4 %).
Rupturas a nivel psicológico/emocional
Como señalábamos en el apartado teórico, la experiencia del acontecimiento está cargada de emoción. Al solicitar a los estudiantes la descripción por medio de tres palabras acerca de su estado de ánimo al inicio de la pandemia, expresaron sentir, por orden de relevancia: sorpresa, miedo, incertidumbre, preocupación, confusión y angustia (Figura 4). Actualmente, los universitarios cohabitan principalmente con emociones como tristeza, estrés, ansiedad, cansancio, desesperación y enojo (figura 5).14 En términos generales, la pandemia ha hecho sentir a las y los estudiantes universitarios: frustradas(os) (84.3 %); angustiados(das) (74.3 %); y vulnerables (70.7 %), pero también solidarias(os) (49.3 %). Tan sólo el 22.9 % dijo sentirse indiferente (22.9 %), o incrédulo (20.7 %) frente al acontecimiento.
Cabe destacar que de acuerdo con lo reportado por los estudiantes, ha habido un viraje en las emociones experimentadas. El miedo y la sorpresa han dado paso a la tristeza y a la preocupación, mientras que los niveles de incertidumbre se mantienen más o menos constantes, esto es así aun cuando se ha realizado la presentación de las vacunas contra el SARS-CoV-2 (Pulido, 2020) y Presidencia anunció la formalización de su aplicación (Presidencia de la República, 2020). Además, después de ocho meses de contingencia sanitaria, ésta ha tenido efectos en su valoración emocional, a tal grado que una quinta parte de ellos (20.7 %) buscó ayuda profesional y 18.6 % reportaron haber recibido o estar recibiendo terapia psicológica al momento de la encuesta.
El ámbito de la salud mental fue uno de los que, de manera reiterada, salió a la conversación durante el grupo focal, particularmente entre las mujeres. Para muchas de ellas, por ejemplo, la pandemia ha significado el retorno a situaciones ya superadas:
Soy una persona que sufre ansiedad, cuando entré a la universidad recién me habían dejado de medicar. Empezó lo de la Covid y ahí fue donde me agarró nuevamente la depresión. Tuve que tomar incluso sesiones con mi psicólogo de cabecera en línea, obviamente. (Grupo focal, Kathy)
Yo antes de la pandemia ya había logrado una estabilidad emocional bastante fuerte, pero justo hace dos semanas tuve que volver con mi psicóloga porque yo ya no podía más. (Grupo focal, Brenda)
[…] yo antes tenía problemas de ansiedad, ataques de ansiedad, depresión. Entonces a principios de agosto me volvieron y tuve que ir al psicólogo y me recetaron otra vez antidepresivos para tratar ese tipo de cosas. (Grupo focal, Fernanda)
En tanto que el propio destino del sujeto está en juego en aquello que le acontece, éste tiene que apropiarse del acontecimiento e incorporarlo tanto a su historia como a su proyecto de vida. Para Brenda,
[h]ay que aprender a vivir con esto. Hay que aprender. Lo más probable es que vayamos a seguir así todo el próximo año; con las caretas, cubrebocas, gel, guantes. Hay que aprender a que hay un riesgo a contraer la Covid, así como está el riesgo de contraer salmonela, influenza. No hay que vivir con el miedo. Tal vez porque tengo 18 años y veo la vida más relajada.
Sin embargo, la incorporación de la pandemia en el futuro inmediato de los estudiantes está, en general, saturada emocionalmente por el miedo, incluso pánico, lo que impacta de manera directa en su sociabilidad. Las experiencias de Kathy y Fabiola hablan por sí solas:
El hecho de pensar en un lugar donde ya hubo muchas personas, por ejemplo, ir al gimnasio o a un lugar así, me causa demasiada ansiedad, se me hace como imposible hacerlo ya ahorita. Hasta me empezaron a sudar las manos tan sólo de pensarlo.
Siento que ni siquiera sé hablar con alguien en persona, no sabría cómo verlo, qué hacer mientras habla. Hacerlo frente a una computadora es muy fácil. (Grupo focal, Kathy)
Todos vamos a vivir con el miedo de que nos contagiemos de algo, tal vez no de Covid pero sí de otra cosa. El salir a fiestas, como yo, y a otros lados, sí estaría con mucha precaución. Para mí sí sería el estar pensando en “yo no sé lo que tenga la persona al lado de mí y está aquí conviviendo conmigo”. (Grupo focal, Fabiola)
A mí sí me va a dar mucho miedo convivir con otras personas, tal vez con mi familia no, porque conozco todas sus medidas de seguridad, pero yo creo que con otras personas sí.
Antes mi medio de transporte era mi metro y una combi. Para mí el subirme a una, -desde marzo creo que tiene que no me subo a uno de esos transportes-, creo que sí va a ser como muy difícil, por el hecho de agarrar tubos. Voy a tener muchísimo miedo de relacionarme con terceras personas. (Grupo focal, Fabiola)
El temor de interactuar y convivir con otras personas no parece disminuir con las jornadas de vacunación, anunciadas un poco antes de la realización del grupo focal, como lo indican los siguientes comentarios:
Aunque uno se vacune y uno esté bien, siempre hay que tomar en cuenta que probablemente por ti 10 personas van a estar mal porque no decidieron vacunarse. (Brenda)
“Ya no va a volver a ser lo mismo hasta que no haya una vacuna 100% confiable” Esta noticia ha creado una falsa ilusión con la vacuna de la Covid, pues que yo leí una noticia de Forbes de esta falsa ilusión, lo que hace más rápido que las personas tiren la toalla. (Mónica)
No creo que tome la decisión de, “ya me vacunaron, pues todo normal”. Va a ser como poco a poco, porque en sí la vacuna no es como 100% efectiva, o sea no hay ninguna vacuna que te diga ya no te va a volver a dar. Ya estoy vacunada, pero sigo tomando mis precauciones. (Kathy)
El futuro lo veo muy borroso. No sé si con la vacuna sea seguro regresar y retomar la vida como la teníamos o como en un algún momento la conocimos. Eso me pone triste, me pone triste pensar en futuro como va a ser. (Grupo focal, Eduardo)
Aperturas
Como señalamos en el apartado teórico, la noción de acontecimiento es una noción dual que refiere tanto a las discontinuidades que introduce como a las posibilidades que abre. En el marco de la pandemia los universitarios encuestados destacaron que la pandemia les ha permitido reflexionar sobre su futuro (91.4 %), lo cual va tomado de la mano de reflexionar sobre su propio pasado y, por ende, de las posibilidades que el acontecimiento ha abierto ante sí. La “nueva normalidad” o deberíamos decir la “normalidad irrumpida” conduce a un nuevo mundo de posibilidades propias de su quiebre.
La pandemia ha abierto posibilidades para aprender (74.2 %) y explorar nuevas cosas (97.1 %), mejorar la convivencia familiar (63.5 %), así como incrementar su dedicación al estudio (61.4%). A diferencia del cierre de posibilidades como conocer nuevos lugares (2.1 %), entablar nuevas (32.1 %) o recuperar viejas amistades (27.1 %), hacer más deporte (35.7 %). La Figura 6 da cuenta de algunas de las posibilidades sugeridas a los estudiantes, se evidencia una clara contención a sus proyectos personales, aunque consideran que la pandemia abre la posibilidad de aprender nuevas cosas.
Cuando se le preguntó a los 140 universitarios encuestados acerca de “lo que la pandemia les había permitido aprender” destacando tres aspectos, de los 360 temas analizados, fue posible develar cuatro grandes categorías ancladas en los ámbitos de las habilidades, la reflexividad, lo psicoemocional y los valores (Cuadro 1).
Tipos de aprendizaje | Número de temas | Desglose de los subtemas relacionados con los tipos de aprendizaje |
---|---|---|
Habilidades | 147 | |
Ambito reflexivo | 106 | |
Psicoemocional | 67 | |
Valores | 40 |
Fuente: elaboración propia a partir del ejercicio aplicado.
En cuanto a las habilidades, los universitarios escolarizados aprendieron a llevar las medidas sanitarias, conocieron nuevos métodos de estudio como el uso de las plataformas digitales o a ser autodidactas, nuevos oficios como cocinar o carpintería, así como iniciar un pasatiempo que incluye desde aprender a patinar o tocar un instrumento musical hasta pintar o editar; además han aprendido a mejorar (o sobrellevar, al menos) las relaciones interpersonales y familiares, y a utilizar las tecnologías como principal vía de comunicación con amigos y/o pareja. En esta tónica, los universitarios encuestados señalaron que la pandemia les había dado la oportunidad de explorar nuevas cosas (97.1 %).
En el mundo del sujeto interpretante, la apertura o el mundo de posibilidades “provoca configuraciones cada vez más inéditas” acerca del significado de las cosas. En este sentido, siguiendo el análisis del aprendizaje ante la pandemia (Cuadro 1), en el ámbito reflexivo, los estudiantes destacaron la importancia de valorar la vida, la familia, las relaciones interpersonales. Ello es consistente con lo señalado en otras preguntas realizadas a los universitarios encuestados al estar de acuerdo con “reexaminar” sus relaciones familiares (86.4 %) e interpersonales (85 %).
Por otra parte, los estudiantes establecieron como aprendizajes que se acotan al ámbito reflexivo, valorar la situación sanitaria que conduce a pensar sobre la salud física y mental, así como el papel del personal médico frente a la pandemia. Como lo señaló Beto en el grupo focal:
No tenemos la cultura de hacernos estudios o irnos a checar continuamente. A veces no es tanto porque no tengamos una cultura de prevención sino porque no se tiene recursos, sin embargo, no sé si cambie.
Las expresiones de los universitarios adscritas a los ámbitos de lo emocional y los valores en el terreno de lo aprendido dan cuenta de las posibilidades que el acontecimiento ofrece en términos de la experiencia, esto es, cómo los “sujetos afectados por lo que ocurre a su alrededor”. En este sentido, los universitarios declararon que, a partir de la pandemia, han tenido que aprender a manejar sus emociones, ser pacientes ante el confinamiento, y estar alejados de sus compañeros y amigos, vivir en soledad, asimismo han revalorado su aceptación o autoreconocimiento. Además señalaron que han aprendido a disfrutar y amar. Al respecto Katy señaló:
La pandemia me ayudó a conocer ciertas partes de mí, aprendí a meditar, mi vida era fuera de casa, jamás había tenido para mí, conocer mis emociones y pues creo que extraño la vida fuera.
Finalmente, frente a la pandemia, los estudiantes han tenido que desplegar valores como empatía, solidaridad, tolerancia y agradecimiento. Los participantes del grupo focal señalaron en sucesivas ocasiones el valor de la solidaridad como un factor clave para afrontar la actual, y las futuras pandemias, así lo destacó Dulce:
Creo que todavía no hay una reflexión sobre este tema [solidaridad], y sin una reflexión para con los demás no vamos a entender las realidades de otros y pues creo que está un poquito complicado.
En el mismo sentido, Beto hizo un llamado al “uso solidario del cubrebocas” y a cuidarse como una “preocupación solidaria”, es decir, a resignificar el uso del cubrebocas más allá de un cuidado personal de salubridad, reconociendo sus implicaciones a nivel colectivo, además de lo dicho por Mónica en el sentido de que “Necesitamos el ambiente de solidaridad para atender la pandemia”.
En el nivel colectivo, los universitarios noveles estuvieron de acuerdo, contundentemente, con que la pandemia puede abrir nuevas oportunidades en cuanto a la revalorar el conocimiento médico y científico (93.5 %), los sistemas de salud (92.8 %), reflexionar sobre las relaciones familiares (86.4 %), reconsiderar la manera de relacionarnos (85 %), reimaginar el mundo (82.1 %), replantear el modelo económico (79.2 %), reformar el sistema educativo (78.5 %), reconsiderar el valor de la participación política (78.5 %), y hasta repensar el tipo de gobierno que tenemos (77.8 %).
Finalmente, los estudiantes estuvieron de acuerdo en que la pandemia abre la posibilidad para la aparición de una nueva conciencia de obligación mutua, de apertura al otro, a la otra (59.3 %); en contraste, con que la pandemia rompe el sentido de comunidad al centrar la atención en la propia protección y no en la protección del otro y la otra (12.9 %) (Figura 7).
Conclusiones
Independientemente de si los cambios provocados por la crisis sanitaria en casi todos los ámbitos de la vida sean permanentes, o de que las nuevas prácticas asociadas a las medidas de control y gestión de la pandemia se normalicen, ya que no podemos saberlo todavía, lo que esta investigación devela es el sentido acontecial de la Covid-19, que ha marcado un quiebre importante en la temporalidad, la inteligibilidad y la experiencia cotidiana de los jóvenes estudiantes de la FCPYS de la UNAM.
El objetivo de este artículo consistió en dar cuenta de las experiencias de los jóvenes universitarios frente a la pandemia desde la perspectiva de acontecimiento. Nuestra aproximación cualitativa y cuantitativa ha permitido identificar que las rupturas y aperturas se suscitan en los planos personal- psicológico, educativo-cognitivo y familiar.
En el plano personal-psicológico identificamos que los jóvenes universitarios ante sus posicionamientos sobre “que algo realmente está pasando” y “que la pandemia es un evento que les cambió la vida” manifiestan autopercepciones de ansiedad e incertidumbre ante el porvenir. Llama la atención que, tal y como lo muestran los resultados de otros estudios (Cobo-Rendón, Vega-Valenzuela y García-Álvarez, 2020), las estudiantes mujeres parecen haberse visto más afectadas negativamente por la pandemia en su bienestar emocional que los hombres, pero también reportaron con más frecuencia padecer de ansiedad y depresión con anterioridad a la pandemia.
En el plano educativo-cognitivo reconocemos a “la escuela como espacio de vida juvenil”, como indica Weiss (2015), donde se despliega no solamente el carácter curricular establecido por los planes y programas de estudio sino también por otro tipo de aprendizajes fuertemente articulados con la sociabilidad. En el estudio cualitativo los estudiantes externaron “dedicar más tiempo a las clases y aprender menos”, lo que hace de la práctica escolar a distancia un proceso al que se han ido adaptando los estudiantes, pero el que pareciera ir perdiendo cierto valor previamente adscrito. Por otro lado, las rupturas más importantes se ha dado en las relaciones sociales que se suscitan en el espacio educativo que van desde lo profesional: profesor-alumnos, hasta las relaciones emocionales amistosas y de pareja o amorosas.
Los resultados del análisis cualitativo, obtenidos durante el grupo focal, muestran una enorme preocupación en las y los jóvenes estudiantes con respecto a la convivencia e interacción con otras personas, dentro y fuera del espacio universitario, lo que sugiere que será en los ámbitos de la socialidad y la sociabilidad juvenil en donde la pandemia imprimirá algunas de sus huellas más importantes, aún después de implementarse la campaña de vacunación. Ello confirma lo que algunos sujetos interpretantes icónicos han señalado como el principal rastro que dejará la pandemia; la “ruptura del tejido social”; la “desafección” e incluso una “parálisis relacional” (Tavera, 2020).
Por otra parte, la relación familiar ha estado sujeta a una revaloración por parte de los universitarios. Por un lado, el confinamiento ha resignificado la experiencia de la convivencia familiar. Las relaciones han trascendido hacia una mejor relación con su familia nuclear, cabe destacar que los universitarios también manifestaron no estar cercanos a su familia extensa, y marcar ese distanciamiento a causa de la pandemia.
De acuerdo con los resultados cualitativos, para muchos jóvenes el inicio de los estudios universitarios supone dejar la casa familiar para ir a vivir cerca de la universidad, la pandemia retrasó este paso hacia lo que imprime un sentido de independencia, lo que en algunos casos no ha sido experimentado como necesariamente negativo. Además, cabe destacar el papel de los universitarios en el núcleo familia en la difusión de la información y la interpelación al manejo de informaciones falsas.
La educación, el manejo crítico de la información y la adquisición de conocimiento, son elementos estrechamente vinculados con el momento de tránsito en el que se ubican los jóvenes estudiantes: el ingreso a la Universidad. Lo que, en nuestra opinión, sugiere que al no encontrarse con “el espacio de vida universitario”, tal vez, las y los jóvenes que están iniciando sus estudios universitarios en tiempos de la Covid-19, han saltado, en términos de Coulon (1977), de la extrañeza a la afiliación. Es decir, la experiencia de la pandemia ha hecho que, en cierto sentido, el proceso gradual y por etapas de convertirse en universitario se haya acelerado.
Tanto los resultados cuantitativos como los cualitativos indican que las y los jóvenes recientemente egresados del bachillerato que iniciaron su vida universitaria durante la pandemia, han mostrado seguir las normas dispuestas por el gobierno mexicano para contener los contagios. Este resultado es consistente con el análisis cuantitativo de su posicionamiento con respecto a las consignas en contra del uso del tapabocas, las medidas de aislamiento y distanciamiento social expresadas en el contexto de marchas y movilizaciones en distintos países.
Este resultado, si bien se limita al grupo estudiado, se contrapone con algunos discursos adultocéntricos relativos a las juventudes, en los que se culpabiliza a las y los jóvenes por la expansión de los contagios. Discursos que inclusive han sido el centro de campañas públicas en torno al coronavirus en varios países de América Latina, como es el caso de la República Dominicana y la campaña “El Precio más Alto” lanzada por el gobierno, UNICEF y USAID. Esta campaña criminaliza a las juventudes en afiches en los que junto a la foto de una persona joven se colocan frases como: “Se te dio bien el corito en la playa, pero contagiaste a tu papá” o “Ganaste esa partida de dominó, pero contagiaste a tu mamá”.
Esta investigación muestra una historia diferente, una en la que son las y los jóvenes los que acatan las normas, en oposición a sus familiares, a los que califican de irresponsables y por quienes experimentan incluso vergüenza. Son también ellos, quienes, además, se atreven a interpelar en el espacio público a quienes no siguen las disposiciones gubernamentales.
Nos interesa destacar aquí el poder hermenéutico de la pandemia. Es decir cómo, a partir de la experiencia vivida, los universitarios han descubierto diversos aspectos de sí mismos, de los otros y del mundo. Los resultados muestran como la pandemia ha significado para muchos jóvenes universitarios la oportunidad de conocerse mejor, obtener nuevas conocimientos, y desarrollar habilidades nuevas.
En particular, nuestros hallazgos y análisis nos llevan a pensar que, en tanto acontecimiento, la pandemia ha permitido a las y los jóvenes profundizar en la comprensión de quienes, a diferencia de ellos, no reconocen que viven una situación de emergencia y por lo tanto no acatan las medidas de sana distancia. La manera en que vinculan su disposición a seguir las normas de la Jornada de Sana Distancia con la información, sugiere que la experiencia de la pandemia, entendida como vivencia reflexiva, les ha hecho comprender la importancia de la información y de la educación, pues en sus reflexiones, son justamente la desinformación y la ignorancia lo que, a sus ojos, explica el comportamiento, al que califican de egoísta, de quienes -familiares o extraños- no usan cubrebocas, salen a la calle por motivos que no son importantes, se van de vacaciones o asisten a fiestas.
Es relevante para las autoridades educativas identificar y conocer la manera en la que los jóvenes universitarios dan sentido y respuesta a la pandemia, buscan atenuar sus efectos negativos, potenciar los positivos, resignificando y adaptando tanto aquello que les acaece para incorporarlo a su nueva realidad. De igual manera, esta investigación ha de ser de interés para las instituciones gubernamentales que pueden reconocer aquello que es posible aprender de este segmento de la población particularmente para el despliegue de políticas públicas en el llamado tiempo postpandemia.
Las universidades no están blindadas con respecto a las huellas que la pandemia-acontecimiento parece estar imprimiendo en la socialidad y la sociabilidad de los jóvenes estudiantes. ¿Cómo las afectará esto en tanto espacios de vida juvenil? ¿El inicio de la vida universitaria en tiempos de pandemia, dejará en las y los estudiantes una impronta permanente que modifique para bien o para mal, su paso por la universidad? ¿Será la generación de la Covid-19, una generación diferente, abriendo posibilidades diferentes a las conocidas en cuanto al manejo de sus emociones, a la interacción social con sus pares y sus familiares, así como en sus habilidades didácticas y de aprendizaje? Esta investigación ha dado cuenta sobre las pistas por seguir sobre estas temáticas, dejando abiertas las puertas a futuras y necesarias investigaciones.