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Diánoia

versión impresa ISSN 0185-2450

Diánoia vol.60 no.74 Ciudad de México may. 2015

 

Reseñas bibliográficas

 

Giorgio Agamben, Opus Dei. Arqueología del oficio

 

Luciano Andrés Carniglia

 

trad. Mercedes Ruvituso, Adriana Hidalgo, Buenos Aires, 2012, 219 pp.

 

Facultad de Filosofía, Universidad de Buenos Aires, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. lucianocarniglia@hotmail.com

 

Giorgio Agamben (Roma, 1942) es, sin lugar a dudas, uno de los más grandes filósofos contemporáneos activos. Su larga trayectoria se inicia en los años setenta con una serie de publicaciones que se interrogan, desde una clave de fuerte cuño estético, la problemática general del hombre, su lenguaje y su obra en el horizonte postnietzscheano del nihilismo. El hombre sin contenido (1970), Estancias: la palabra y el fantasma en la cultura occidental (1977) o El lenguaje y la muerte (1982) son algunas de las primeras publicaciones del autor en las cuales ya se hacen manifiestas sus inquietudes teóricas, así como las herencias filosóficas de las que es deudor: la filosofía heideggeriana, el pensamiento benjaminiano, las reflexiones nietzscheanas e incluso el psicoanálisis de Freud son algunas de las presencias que encontramos en sus comienzos y que permanecen hasta sus publicaciones en curso.

Tras este primer periodo cuyo énfasis radica en los interrogantes que se atribuyen habitualmente al peculiar cruce entre estética y política, paulatinamente comienza un giro en las investigaciones agambenianas que culmina con la presentación de su gran proyecto, y al cual se aboca hasta nuestros días: la elucidación de la relación entre teología y política en Occidente. Así, mediante la recuperación de la matriz filosófica del jurista alemán Carl Schmitt pero, sobre todo, en la línea de los últimos cursos dictados por Michel Foucault en el College de France, el objetivo filosófico de Agamben se dirigió al desarrollo de una genealogía histórico-conceptual del poder político en Occidente. Toda la saga Homo Sacer es prueba de esto: Homo Sacer I. El poder soberano y la nuda vida (1995), Lo que resta de Auschwitz (1998) o Estado de excepción (2004) son trabajos notables que destacan en esa línea de investigación. No obstante, será apenas con la aparición de El reino y la gloria (2008) que comenzará a vislumbrarse la magnitud real de su gran propósito teórico. Allí el filósofo romano presentará lo que para él constituye la articulación íntima entre la máquina gubernamental y los dispositivos de la gloria. En sus propias palabras, en El Reino y la gloria se trataba de trazar "una genealogía teológica de la economía y del gobierno" por medio de un análisis acerca de cómo los Padres de la Iglesia intentaron conciliar en Dios la unidad de la sustancia con la pluralidad de las personas, lo que dio lugar a la doctrina de la trinidad bajo la forma de una oikonomía, de una actividad de "administración" y de "gestión".1

Si se profundiza en esta última línea de análisis se comprende el lugar específico que ocupa una de sus últimas publicaciones: Opus Dei. Arqueología del oficio (2012). El mismo texto es consciente de su filiación, y prueba de ello es la siguiente afirmación: "si en El Reino y la gloria habíamos indagado el misterio litúrgico sobre todo en la cara que se dirige a Dios, es decir, su aspecto objetivo y glorioso; en este volumen, en cambio, la investigación arqueológica se orienta hacia el aspecto que concierne sobre todo a los sacerdotes, los sujetos a los que les compete, por decir, el 'ministerio del misterio'" (p. 7). En definitiva, de lo que se trata para Agamben en este nuevo volumen de la todavía inconclusa serie Homo Sacer es de "rescatar el misterio litúrgico de la oscuridad y la vaguedad de la literatura moderna" y ponerlo en primer plano (p. 8).

Con un breve prefacio y cuatro capítulos (cada uno de los cuales se cierra con un "Umbral" que lo complementa), el libro, publicado por la editorial argentina Adriana Hidalgo y traducido por Mercedes Ruvituso, acepta que "el misterio de la liturgia" se identifica con el "misterio de la efectualidad". Dicha identificación constituye el punto de partida para rastrear el origen y la formación de lo que Agamben denomina el paradigma de la efectualidad, el cual, según el autor, modeló la manera en "que la modernidad pensó tanto su ontología como su ética, su política como su economía" (p. 8).

El primer capítulo, "Liturgia y política", se propone describir el proceso por el cual la traducción y análisis del concepto "Opus Dei" implica revisitar el concepto de "liturgia". Proveniente del griego leitourgía (servicio u obra pública), esta interpretación de la obra de Dios es relativamente moderna. Tras exponer su sentido etimológico, así como la que ha sido su larga lista de traducciones, este primer capítulo se articula mediante la reconstrucción del proceso por el cual el concepto de "liturgia" se introdujo en el lenguaje y la práctica eclesiástica hasta nuestros días. Cabe mencionar que la reflexión sobre el peculiar rango de la acción sacerdotal, esto es, la liturgia, permite, según Agamben, repensar la naturaleza general de toda acción a partir de la polaridad sobre la cual ésta descansa (por un lado, las disposiciones a través de las cuales el agente, en este caso el sacerdote, lleva adelante su acción y, por otro, los efectos divinos que se derivan de esta realización concreta y material que por su intermedio tuvieron lugar).

El segundo capítulo, "Del misterio al efecto", es un momento argumental de muchísima relevancia para el desarrollo de la tesis del libro. En él se presentan las principales transiciones que han tenido lugar desde una liturgia entendida como misterio hacia otra versión que la concibe a partir de la idea de efectualidad. Retomando la obra del monje benedictino Odo Casel, Agamben afirma que la liturgia no es ya el mero cumplimiento de un rito cuyo sentido estuviese en la fe y en la teología dogmática, sino que consiste en "el locus theologicus por excelencia, sólo a partir del cual la Iglesia puede encontrar su vida y su realidad" (p. 54). De acuerdo con Casel, el cristianismo es esencialmente misterio: "una acción litúrgica que cada vez que se cumple vuelve presente de forma ritual la praxis salvífica de Cristo" (p. 54). Mediante un imponente conjunto de estudios lexicales e histórico-filológicos, Agamben enfatiza la idea de que el misterio debe comprenderse como una "acción cultual". Para ello, el filósofo se aboca a la comprensión de la naturaleza y los modos en que la presencia de la salvación cristiana no sólo se da a través de la palabra, sino a través de las acciones sagradas, lo cual la vuelve una "comunidad política [...] cuya plena realización se da únicamente en el cumplimiento de una acción especial que es la liturgia" (p. 62).

Esta presencia se analiza a través de la noción de effectus, término en el cual Agamben encuentra una oscilación semántica entre la presencia entendida como el efecto (Wirkung) de la gracia producido por el rito sacramental y la presencia como realidad en su plenitud efectual como efectualidad (Wirklichkeit). Pero aquí lo central para el filósofo italiano es cómo, tras resaltar el carácter polisémico del término effectus, se vislumbra una nueva dimensión de su análisis en la que se pone de manifiesto la manera en la que, a partir de estos estudios sobre la liturgia, comienza a entreverse un nuevo paradigma ontológico-práctico, el de la efectualidad, en el que el ser y el obrar entran en una zona de profunda indecidibilidad. Esto se debe a que, mientras que en la ontología clásica el ser y la sustancia se consideraban independientes de los efectos que podían producir, en la efectualidad el ser es inseparable de sus efectos y, además, está determinado por ellos. De origen litúrgico, este nuevo paradigma se habría extendido hasta coincidir en la Modernidad con el ser en cuanto tal dotándolo de una inusitada actualidad, al punto de que "quizás hoy nosotros no [tengamos] otra representación del ser que no sea la efectualidad" (p. 72).

El título del tercer capítulo de la obra es "Genealogía del oficio". Desde Cicerón, en su tratado conocido como De officiis y en el cual ya se percibe un desarrollo de la noción de oficio que lo vincula con algunas de las principales temáticas que aborda la ética, pasando por su seguidor Ambrosio, quien transfiere el officium ciceroniano a la Iglesia católica para fundar la praxis de los sacerdotes, el capítulo profundiza, en consonancia con la presentación de la efectualidad del capítulo anterior, en lo que denomina "la ontología del oficio". Aquí Agamben afirma que a lo que conduce este estudio genealógico es a exponer una coincidencia para el pensamiento de Occidente que ha pasado desapercibida, esto es, la coincidencia entre ser y obrar. Desde esta matriz conceptual, con todas las relecturas de los clásicos que necesariamente implica, el análisis del officium revela que la ontología y la praxis se vuelven indiscernibles: "de lo cual resulta un paradójico dilema ético en el que el nexo entre el sujeto y su acción se rompe y, a su vez, se reconstituye sobre un plano diferente: un obrar que consiste enteramente en su irreductible efectualidad y cuyos efectos, sin embargo, no son imputables al sujeto que los lleva al ser" (p. 128).

El cuarto y último capítulo, "Las dos ontologías o de cómo el deber entró en la ética", es el punto culminante de la obra. Con una altísima calidad literaria y una manera ingeniosa de leer a los autores fundamentales de la historia de la filosofía a la luz de problemas actuales, Agamben contrapone lo que llama "las dos ontologías" sobre las cuales descansaron dos de las tradiciones más influyentes del pensamiento tal como nosotros lo conocemos y que en los capítulos precedentes fueron trabajadas de manera embrionaria: la ontología del mando o el deber ser (propia del ámbito jurídico y religioso y que también se llama "ontología del 'esto' ") y la ontología sustancial del ser (que corresponde al ámbito filosófico-científico y que también se denomina "ontología del 'esti'").

Por medio de una reconstrucción meticulosa de algunos de los pasajes principales de la ética kantiana, la hipótesis de Agamben es que "en los umbrales de la modernidad, cuando teología y metafísica parecían cederle por completo el campo a la racionalidad científica, el pensamiento de Kant representó la reaparición secularizada de la ontología del 'esto' en el seno de la ontología del 'esti " (p. 183). Así, con esta reaparición del modelo del derecho y la religión en el seno del ámbito del discurso filosófico, el libro plantea que fue Kant quien, con sus tratamientos prácticos, llevó a cabo la operación por medio de la cual se dejó de lado la ontología clásica y se hizo lugar a la herencia de la tradición teológico-litúrgica del officium. De esta manera, "la 'revolución copernicana' que Kant llevó a cabo no [consistió] tanto en haber puesto en el centro al sujeto en vez del objeto, sino más bien —aunque en realidad los dos aportes son inseparables— en haber sustituido con una ontología del mandato a la ontología de la sustancia" (p. 187).

Como vemos, el estudio que abarca Opus Dei, si bien se nutre de eruditas discusiones etimológicas, traducciones y herencias conceptuales que nos obligan a viajar centurias en el pasado, es esencialmente contemporáneo. Y ello en la medida en que en la obra se insiste en la pregunta por lo que hoy constituye el ser del hombre pensado desde la praxis y, por lo tanto, como inseparable de sus efectos.

No obstante, esta versión sui generis de una "ontología crítica del presente" parecería proyectarse también hacia la construcción de un horizonte de indagación futura centrado en los desprendimientos radicales a los que lleva esta línea de pensamiento ético-político: "El problema de la filosofía que viene, es pensar una ontología más allá de la operatividad y del mando, y una ética y una política totalmente liberadas de los conceptos de deber y libertad" (p. 196).

Es así que a continuar esta indagación, estimamos, estarán dedicados los siguientes libros de este gran filósofo así como la tarea de todos aquellos que se sientan interpelados por los mismos interrogantes en un tiempo que merece, más que nunca, revisitar de manera crítica los principales conceptos a partir de los cuales se ha forjado tanto la posibilidad de un pensamiento filosófico así como, desde ya, su enfática imposibilidad.

 

Notas

1 Cfr. Agamben, G., 2008, El reino y la gloria. Una genealogía teológica de la economía y del gobierno. Homo Sacer, II, 2, trad. F. Costa, E. Castro y M. Ruvituso, Adriana Hidalgo, Buenos Aires, pp. 31-66.

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