Difícil es encontrar un trabajo de historia que prescinda por completo del dato demográfico, si bien existen ciertas regiones y temporalidades cuya dinámica poblacional ha recibido poca atención. Tal parecía ser el caso del Chiapas colonial, puesto que, además de la información hallada de manera dispersa en su historiografía, existían sólo unas cuantas páginas destinadas a su desarrollo demográfico1 y, más recientemente, un primer estudio integral de una de sus regiones, si bien delimitado a medio siglo.2 Por fortuna, el librorealizado por Tadashi Obara-Saeki -profesor asistente en la Universidad de Keio, Japón- en coautoría de “estricta igualdad” con quien años antes fuera su maestro, Juan Pedro Viqueira Alban -profesor-investigador de El Colegio de México-, atiende dicho problema. El arte de contar tributarios ofrece un amplio panorama de la dinámica de la población de la provincia colonial de Chiapas en aras de sentar parámetros generales que permitan realizar estudios más puntuales.
Como sugiere el título, el estudio centra su atención en la población indígena de dicha provincia dada su condición tributaria, de gran valor para la Corona y los beneficiarios particulares, los encomenderos. Ello legó una diversidad de documentos que, por haber tenido como fin común la exacción, resultan suceptibles de ser convertidos en fuentes homogéneas de información, aspecto fundamental para realizar la investigación emprendida por los autores. Por ello, el estudio se ha basado en documentos tributarios antes que en fuentes más locales y diversas en contenido -como los registros parroquiales-, lo que también repercutió en su delimitación temporal.
Ahora bien, la necesaria homogeneización de datos para elaborar series de información útiles para el estudio diacrónico y espacial de la población precisa recurrir críticamente a las fuentes tributarias, sin ignorar los cambios que existieron en materia de tributos o sin olvidar la subjetividad implícita en la creación de fuentes -algo sumamente casuístico-. Por ello, los autores no sólo capturaron el número de tributarios de los padrones o el monto de tributo impuesto según las tasaciones (para determinar la cifra de tributarios a partir de algún coeficiente de conversión), sino que dedicaron varios años a una rigurosa crítica de fuentes -en algunos casos una historia de la documentación- que les permitió valorar la información: el dato generalmente apreciado como cuantitativo adquirió, pues, un sentido cualitativo. Esto fue posible principalmente por dos vías, hechas a detalle, con exhaustividad y de manera explícita: un análisis contextual de lo relacionado directa e indirectamente con la producción y la función de tales documentos, y otro ya propiamente centrado en su contenido.
En concreto, el primer capítulo presenta las cuentas y los padrones de tributarios identificados en distintos acervos documentales -principalmente en Chiapas, Guatemala y España- a partir de sus creadores, fueran funcionarios locales u oficiales vinculados con la Audiencia de Guatemala. Se expone en la medida de lo posible qué cuentas realizó cada uno de ellos, en quiénes se apoyaron, cómo las efectuaron y qué poblaciones o zonas atendieron. Un elemento clave derivado de este acercamiento reside en detectar la temporalidad del conteo como distinta de la tasación, lo que permite mayor precisión al ubicar los datos y una mejor comprensión del contexto.
En el segundo capítulo se estudia la concepción que hubo del “tributario” durante dos siglos y medio. Esto implica entender la cambiante relación entre éstos y las comunidades con las que se les vinculó, fueran de las que emanaban o dónde residían. El lector, especialista o no del Chiapas colonial, podrá encontrar información valiosa sobre las distintas calidades de tributarios y de aquellos grupos que se distinguieron del resto -como los indios conquistadores-. Sólo conscientes de la diversidad de tributarios y su maleabilidad conceptual a lo largo del tiempo y el espacio, Obara-Saeki y Viqueira Alban pudieron uniformar sus datos.
Igualmente importante resulta atender el dinámico funcionamiento administrativo relacionado con el tributo, tal como se desarrolla en el capítulo tercero, pues así puede determinarse la fiabilidad de las fuentes para el estudio de la demografía y descartar, consecuentemente, su utilidad para investigaciones de otra índole, como, por ejemplo, los “informes de carga y data” de la Real Hacienda, cuya relevancia para el estudio económico sólo es aparente. Además, comprender lo netamente administrativo permite detectar documentación quizás hasta entonces ignorada o considerar otras cargas útiles -como los servicos del tostón y almud- para la construcción de series de datos.
Los autores dedican el cuarto capítulo al análisis de los datos de los documentos consultados. Aquí ya incorporan todos los elementos previamente estudiados y elaboran un riguroso análisis “filológico”, cuyo objetivo consiste en “distinguir las distintas capas arqueológicas que fueron sedimentándose poco a poco en los textos”, así como “comprender mejor las intenciones originales de sus autores, ubicándolos en sus diversos contextos” (pp. 387-388). Esto permite, ahora sí, discriminar qué documentos -o qué de los documentos- serán considerados para el estudio de demografía histórica. Ahora, son muchos los casos y las advertencias señaladas por los autores, mas vale anticipar como relevante la detección que hacen de los errores que pudo tener algún expediente en relación con otro o de algún dato particular en determinada fuente -por lo demás confiable-, sea por algún lapsus de su creador, por la labor de algún copista u otro motivo. Gracias al análisis aquí hecho también se develan elementos no errados de origen que, de otra manera, difícilmente se hubieran detectado, como la lógica subyacente al redondeo de cifras de algunos documentos. Huelga indicar el impacto de estos aciertos para la investigación.
Finalmente, como conclusión se presenta un panorama demográfico de los tributarios del Chiapas colonial y sus regiones. Al igual que los capítulos previos, la información se expone cronológicamente y en apartados de bloques temporales que muestran elementos compartidos, sean tendencias o momentos de ruptura.
Es de notar que la minuciosidad con la que se atendió cada fuente, una y otra vez, en relación con los objetivos particulares hace de cada capítulo un texto en sí. No se trata, de ninguna manera, de un error de los autores; todo lo contrario: los capítulos están dispuestos con cierta lógica, pero fueron escritos pensando que el lector difícilmente leería el texto en su totalidad, para mejor dedicar su tiempo a cierto capítulo que sea de su interés. La repetición de ciertos contenidos en distintas partes del libro, antes de tratarse de un intento por abrumar al lector, se presenta a manera de no obviar información imprescindible para comprender algún aspecto específico. Esto, no obstante, puede resultar cansado para quien lea el texto en su totalidad y de manera continua.
El libro, adicionalmente, va acompañado de dos secciones sobre las fuentes. Por un lado, se puede encontrar la transcripción de algunos documentos oficiales hallados en el Archivo General de Indias, en España. Por el otro, está consignada una lista de todos los documentos utilizados por los autores en su investigación, con su respectiva referencia, título o descripción, así como la fecha de creación -cuando la hay- y la fecha a la que los autores atribuyen los datos en ellos contenidos. Gran parte de estos documentos está digitalizada y al acceso del lector en un repositorio que también acompaña el libro, aunque por separado.
En efecto, existe un sitio de internet desde el cual pueden descargarse tales imágenes, todos los cuadros y mapas del libro y una base de datos.3 Puesto que la suma de estos archivos rebasa los catorce gigabytes, es posible que se haya descartado la inclusión en el libro de algún disco, por lo que tal información queda al vaivén del servidor que la alberga o de la conectividad a internet. Ahora, a decir de la base de datos, se compone de tres archivos, cada cual con valiosa información capturada en múltiples hojas de cálculo con criterios derivados de los datos hallados en las fuentes y de distintas categorías de análisis, todo ordenado cronológicamente y con tablas dinámicas abiertas a la manipulación; la explicación de su uso y lectura se encuentra en el libro.
Vale añadir que toda esta información -la impresa y la digital- resulta muy valiosa para quien desee emprender estudios demográficos más focalizados en tiempo y espacio, pero también para aquellos estudiosos de Chiapas interesados en otros temas, como el género, la composición de pueblos, las relaciones entre comunidades o grupos étnicos, la interacción con las autoridades en sus distintos niveles e incluso sobre las instituciones. Desde luego, este trabajo también nos invita a asomarnos a una ventana -abierta por los autores- asociada al tributo, elemento ocasionalmente más cualitativo que cuantitativo, más social que económico, que no obstante está presente en sus fuentes y a partir del cual se abren múltiples vetas historiográficas.4
El arte de contar tributarios, por último, es un texto abierto y de gran valor para colonialistas interesados en otras latitudes o temáticas, sea por el acercamiento metodológico, el análisis que se hace de las fuentes, la información monográfica contenida en el libro o para realizar estudios comparativos.