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Estudios de cultura maya

versión impresa ISSN 0185-2574

Estud. cult. maya vol.25  Ciudad de México  2004

 

Artículos

 

La personificación del tiempo entre los mayas

 

María Eugenia Gutiérrez González

 

Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. eugeniagutierrez@hotmail.com

 

Resumen

La sistematización del transcurrir del tiempo desempeña un papel fundamental en la filosofía maya. A partir de las inscripciones en las grandes ciudades del Clásico es posible identificar una concepción donde el tiempo se halla personificado en figuras antropomorfas y zoomorfas que representan lapsos o periodos y que son deidades. En la combinación de escritura y matemática que caracteriza los textos mayas es posible "ver" el tiempo.

Esta personificación de los años, los meses y los días es un rasgo cultural que se conserva en periodos posteriores al Clásico. Un acercamiento a esta concepción puede contribuir a profundizar el estudio de las formas de gobierno o de lo sagrado como ámbito de convivencia entre dioses y hombres, además de otros aspectos.

 

Abstract

The intention of systematize the passing of time represented an important role in maya philosophy. The analysis of Maya Classic inscriptions makes it possible to identify a conception where time has been personified in anthropomorphic and zoomorphic figures that represent periods and deities. In the scriptural and mathematical combination characteristic of ancient maya texts it is possible "to see" the time. The Classic personification of days, months and years is a cultural feature that was preserved in later periods. An approach to this conception may contribute to understand the government or sacred ways as places of tics and men coexistence, among other aspects.

 

He aquí el Uno Ahau Katun,
presente dentro de la casa del Tres Ahau Katun,
para visitarlo.

Chilam Balam de Chumayel

El nombre, el número

En 1943 el investigador Paul Kirchhoff publicó los resultados de los estudios que lo llevaron a proponer una definición de Mesoamérica. Dicha definición planteaba una macroárea con límites geográficos, composición étnica y caracteres culturales específicos. Entre los caracteres culturales que Kirchhoff llamó "característicamente mesoamericanos", algunos estaban vinculados con la cuenta del paso del tiempo: "año de 18 meses de 20 días, más 5 días adicionales; combinación de 20 signos y 13 números para formar un período de 260 días; combinación de los 2 períodos anteriores para formar un ciclo de 52 años; fiestas al final de ciertos períodos; días de buen o mal agüero; personas llamadas según el día de su nacimiento".1

Para mediados del siglo XX, el británico Eric Thompson había observado que el profundo interés de los mayas por el transcurrir temporal era un elemento básico para el estudio de esa cultura mesoamericana en particular. En sus obras publicadas durante los años cincuenta,2 Thompson fue insistente en la necesidad de profundizar en el estudio de la concepción del tiempo en aras de poder sentar las bases para una mejor comprensión de la filosofía maya. Unos años después, 1968, Miguel León-Portilla publicó su ensayo titulado Tiempo y realidad en el pensamiento maya, donde habló de una "cronovisión" y señaló que "en las diversas etapas de la secuencia cultural maya, el pensamiento mitológico y las prácticas religiosas aparecen siempre en relación directa con el calendario y la preocupación cronológica".3 En años recientes, los epigrafistas han coincidido en la importancia que tienen las formas personificadas para la escritura maya. Respecto a las deidades vinculadas al tiempo, John Montgomery señala que los dioses del tiempo eran "the true essence of the calendars, the physical agents of the cosmos and the movers of time".4

A partir de estos y otros muchos estudios me parece pertinente estudiar la personificación del tiempo como uno de los rasgos culturales que caracterizan a los mayas a lo largo de los siglos. La personificación es un rasgo que se distingue claramente en la escritura de ciudades como Palenque, Quiriguá, Copán, Yaxchilán y Tikal durante los primeros siglos de nuestra era, pero que también se conserva como proceso de larga duración, pues podemos encontrar ejemplos en períodos posteriores al Clásico. Ahora bien, ¿qué debemos entender como personificación del tiempo? Como ya he señalado, hay muchos estudios que coinciden en la preponderancia que tiene el cómputo del tiempo para los mayas. Esta preeminencia, este profundo interés por el transcurrir temporal, no sólo cristaliza en la creación de los distintos calendarios sino que también es fácilmente perceptible en las grandes inscripciones glíficas del Clásico. En ellas se da una combinación de escritura y matemática en la que es posible "ver" el tiempo, pues éste se encuentra personificado en una representación visual de seres antropomorfos y zoomorfos que llamaré señores-tiempo. Se trata de períodos personificados que realizan actividades concretas como caminar, pelear, sonreír o tomarse de las manos. Muchos investigadores han señalado que esos períodos personificados son dioses o deidades del tiempo. En la escritura maya, los seres divinos se vuelven visibles en una multiplicidad de representaciones. De la Garza nos dice: "Y el tiempo, que fue ordenado y sistematizado (gracias al desarrollo de la matemática) en un conjunto de lapsos que se repiten cíclicamente, también fue divinizado".5 Y agrega: "Los dioses que aparecen representados en las artes plásticas y mencionados en los textos se caracterizan, en general, por reunir atributos humanos, animales y vegetales, pero sobre todo, son seres híbridos de hombre y animal, o una combinación de varios animales".6 Ejemplos de esto los podemos encontrar en las formidables estelas esculpidas en ciudades como Quiriguá y Copán, o en el tablero del Palacio de Palenque (figura 1).

En los textos mayas del Clásico, la riqueza visual hace que el método de escritura sea pletórico en imágenes: rostros y cuerpos zoomorfos y antropomorfos que devienen una especie de umbral entre lo abstracto y lo concreto. Eso es el lenguaje de las piedras mayas prehispánicas, una conjunción de imágenes e ideas. Las ideas tienen forma, presencia física. Cabe suponer que los escribas mayas podían visualizar un verbo o el nombre de algún gobernante. A partir de su representación visual, podían verlo como algo existente, con forma y cuerpo. Esta riqueza de imágenes se traduce en un tipo de escritura eminentemente gráfica. Del mismo modo, no parece que los números entre los mayas hayan sido del todo abstracciones. Si en su escritura es posible "ver" lo supuestamente invisible, porque tiene cuerpo y rostro; también es factible ver un 2, un 3. un 4, un 5, un año, o bien, alguna fecha precisa, ya que tienen cuerpo y rostro (figura 2).

En la escritura maya del Clásico, nombre y minero conviven en una armonia muy particular —tan característica de las culturas mesoamericanas en sus distintos períodos—. De hecho, en muchas lenguas mayas actuales se sigue utilizando un mismo término para definir lo que en nuestra percepción parecerían dos verbos distintos: leer palabras y contar números. En ti maya yucateco, por ejemplo, la oración kin xok significa "leo" (palabras) y "cuento" (números). En el Clásico, muchas veces la palabra sirve para expresar nombres que son secuencias numéricas. Y tratándose del paso del tiempo ocurre el mismo fenómeno. Los períodos y las fechas se vuelven visibles, palpables, tangibles y juegan un papel central dentro del orden discursivo. De hecho, los epigrafistas han señalado en repetidas ocasiones la importancia que tienen las fechas en la gramática de las inscripciones mayas, pues desempeñan un papel clave en la estructura de las oraciones que, en su mayoría, presentan el siguiente formato: fecha-verbo-sujeto, en el caso de verbos intransitivos, y fecha-verbo-objeto directo-sujeto, en el caso de verbos transitivos. Es decir que la fecha está perfectamente integrada en la estructura gramatical y actúa como signo de puntuación. Esto puede observarse desde las primeras inscripciones del Clásico, como la estela 29 de Tikal (figura 3) o la Placa de Leiden (figura 4).

Cabe asimismo recordar que la construcción de estelas durante el período Clásico estaba directamente vinculada al paso del tiempo. En muchas ocasiones, la construcción de esas estelas no respondía a la necesidad de registrar la conmemoración de un acontecimiento determinado, sino que el cierre de un ciclo temporal o la culminación de un período eran el evento mismo. Además, los hechos registrados en las estelas solían ser ajustados para hacerlos coincidir con una fecha precisa, sobre todo en el caso de las entronizaciones de gobernantes.

Al igual que ocurre con los números, en la escritura maya es posible visualizar períodos. Durante los años del Clásico y el Posclásico, los ciclos, deidades del tiempo, tienen representaciones gráficas e iconográficas trazadas en formas geométricas, variantes de cabeza y variantes de cuerpo completo (figura 5). En las inscripciones mayas clásicas, los días representados se ubican en cartuchos que los contienen. Estos cartuchos cuentan con pedestales que les permiten asentarse. Las fechas se hacen visibles y se acomodan en el espacio (figuras 6 y 7).

 

Los primeros habitantes

De acuerdo con algunos textos mayas del siglo XVI, escritos ya en caracteres latinos, los señores-tiempo fueron los primeros habitantes de la Tierra. No había nadie antes que ellos. Veamos qué nos dice al respecto el Chilam Balam de Chumayel:

Así explicó el antiguo sabio Mexchise, el antiguo Gran Profeta, Napuc Tun, Gran Sacerdote, y así cantó que, cuando no había despertado el mundo antiguamente, nació el Mes y empezó a caminar solo.

Y dijo su abuela, y dijo su tía, y dijo la madre de su padre, y dijo su cuñada:

—¿Por qué se dijo que íbamos a ver gente en el camino? Así decían mientras caminaban. Era que no había gente antiguamente.7

En esta lógica de períodos personificados, los uinales o meses mayas (veintenas) actúan como creadores y tienen, junto con sus parientes, un lugar en el espacio. El mismo texto describe la forma en que los meses, después de medir su pie, recorren caminos acompañados por varios integrantes de su familia:

Y partieron del oriente. Y se dijo el nombre de los días, que todavía no tenían nombre, antiguamente. / Y caminó con la madre de su padre, y con su tía y con la madre de su madre, y con su cuñada. / Nacido el Mes, creó el que se llama Día y creó el cielo y la tierra, por escala: agua, tierra, piedras y árboles./ Y creó las cosas del mar y de la tierra. / En el Uno Chúen sacó de sí mismo su divinidad e hizo el cielo y la tierra.8

También los días se hacen presentes con atributos humanos. Cuando nacen, lo hacen inmersos en una conversación y adquieren un orden que habrán de respetar en adelante. Apunta el Chilam Balam de Chumayel:

Y entonces fueron a probarse unos a otros (los días). Y dijeron así:

"Trece... Y siete en un grupo".

Esto dijeron para que saliera su voz al que no la tuviera, cuando el Primer Dios, el Sol, les preguntara su origen. No se les había abierto el instrumento de su voz para que pudieran hablarse unos a otros. Y se fueron en medio del cielo y se tomaron de las manos para unirse unos con otros. Y entonces se dijo en medio de la tierra: "¡Sean abiertos!" Y se abrieron los cuatro Ah-Toc, que son cuatro.9

Por otro lado, en el Popol Vuh encontramos también ejemplos de la personificación del tiempo. Uno de los acontecimientos más esperados por los primeros habitantes quichés es el amanecer, la aurora, la llegada del sol. Y el sol se presenta como un hombre. Tras un largo peregrinar, los progenitores y todas las especies primeras observan, atentos, el nacimiento de la luz:

A un mismo tiempo alumbró la aurora a todas las tribus. Enseguida se secó la superficie de la tierra a causa del sol. Semejante a un hombre era el sol cuando se manifestó, y su faz ardía cuando secó la superficie de la tierra. Antes que saliera el sol estaba húmeda y fangosa la superficie de la tierra, antes que saliera el sol; pero el sol se levantó y subió como un hombre.10

Dentro de esta concepción en la que el tiempo ocupa un lugar en el espacio, también pareciera que el espacio ocupa su lugar en el tiempo. A lo largo de la historia de la escritura maya destaca la insistencia en que el tiempo puede llevarnos a un rumbo determinado y en que este rumbo tiene un color específico (figura 8). Los rumbos y sus colores respectivos responden siempre a un estricto orden que asocia el Oriente con el rojo, el Norte con el blanco, el Poniente con el negro y el Sur con el amarillo. En este orden, todo nace y se origina en el punto donde surge el sol cada mañana: "La relación de los días, día por día debe leerse empezando por el oriente, según el orden en que está".11 En la Rueda de los Katunes. que Diego de Landa registra como Guerra de los Katunes ya se observa esa particularidad, pero existen ejemplos anteriores. En las páginas 75 y 76 del Códice Madrid se observa una representación en la que es posible contabilizar los 365 días del año solar. El calendario está dividido en cuatro segmentos, cada uno de ellos señalado claramente con cada uno de los glifos de los cuatro rumbos del universo (figura 9). Es decir que en la cuenta del transcurrir temporal hay una señalización espacial y direccional. Una fecha nos conduce a un lugar. Lo mismo ocurre, con mucha mayor claridad, en la Rueda de los Katunes del Chdam Balam de Chumayel, donde incluso se especifíca que determinados katunes o períodos de 256 años (260 tunes) conducen a un rumbo o una dirección (figura 10). De este modo, al igual que ocurre con la llamada Serie Inicial que abre los textos en piedra y madera del Clásico y que cumple una función especifíca dentro de un espacio textual, los ciclos de trece katunes ocupan un lugar en la geografía durante el Posclásico y los siglos posteriores a la Conquista.

Esta concepción del tiempo es muy elaborada. Los Chilames repiten constantemente la idea de que un katún determinado se asienta sobre una ciudad específica: "El Tres Ahau Katún es el quinto Katún. Ichcaansihó es el asiento de este Katún". O "el Uno Ahau Katún es el séptimo Katún. Emal es el asiento del Katún". O bien "el Doce Ahau Katún es el octavo Katún. Se cuenta en Saclahtún |piedras blancas] que es el asiento del Katún".12 Escudriñar el significado de frases como las anteriores es una tarea compleja que nos invita a acercarnos al corazón mismo del pensamiento maya. Una Rueda de Katunes no puede ser vista como un instrumento para el cómputo de los días ni como una herramienta para la medición del tiempo, sino como un documento que rige todos y cada uno de los actos de la vida diaria, grandes y pequeños. En otras palabras, como un texto que proyecta la filosofía de un pueblo.

 

Cuando los dioses mueren

El historiador Miguel León-Portilla ha analizado una de las peculiaridades de la medición calendárica maya: "Sus medidas de tiempo, a diferencia de nuestros computos, se referían no al inicio de un nuevo ciclo —día, mes, año, etcétera-, sino a su realidad total ya transcurrida y completa".13 En las inscripciones mayas del Clásico esta peculiaridad es evidente. He mencionado ya que los mayas antiguos solían erigir estelas a partir de la conclusión de un período En la mayoría de los casos se trataba de períodos de veinte tunes, pero también se conmemoraban sus submúltiplos 5. 10 y 15. En fechas recientes, los epigrafistas han detectado incluso la conmemoración de 1/8 de katún. es decir de períodos de dos tunes y medio. Esta práctica, que llevaba a registrar sistemáticamente los finales de períodos, es perceptible también en el Posclásico. En la foja 4 del Chilam Balan, de Kaua se pueden apreciar los rostros de trece katunes señores-tiempo, ubicados espacialmente en los cuatro rumbos del universo (figura 11) Asimismo en el grabado número 3 de la Historia de Yucatán de Diego López Cogolludo es posible reconocer a los trece ahaues o días finales de trece períodos circundando una ceiba sagrada (figura 12).14 Cabe señalar que los trece señores-tiempo se hallan ostensiblemente muertos, pues tienen los ojos cerrados. Entre todos destaca el señor ubicado en la parte superior derecha, el cual muestra el cráneo atravesado por una flecha que lo hace sangrar. Se trata de una personificación muy compleja del tiempo. De hecho. López Cogolludo interpretó ese grabado como la narración de los fallecimientos de trece señores mayas; interpretación que después fue modificada por especialistas como Daniel Brinton y Eric Thompson, quienes apuntaron se trataba de deidades del tiempo. Aunque los rostros de estos finales de período están españolizados, no ocultan una clara influencia del Clásico maya.

Si la llamada Cuenta Larga (que marca baktunes, katunes, tunes, uinales y k'ines) tiene un gran peso en la geometría y la narrativa de las inscripciones del Clásico, el katún es el gran protagonista de los chilames. Por ello, a partir de una lectura de los textos recopilados por Alfredo Barrera Vásquez y Silvia Rendón en el Libro de los libros de Chilam Balam, he elaborado una lista que enumera muchas de las actividades realizadas por el personaje deidad katún, y he podido encontrar, al menos, 72. He dividido esas actividades o verbos en cuatro grupos, de acuerdo con la familiaridad que tenemos con ellos desde nuestra perspectiva occidental. Así, he colocado en un primer grupo las actividades que solemos asociar fácilmente con el transcurrir temporal. Sólo son cinco. En este primer grupo de actividades no hay gran diferencia entre la concepción del tiempo maya y la concepción occidental. Sin embargo, al revisar los otros 67 verbos es posible observar los matices que hacen la gran diferencia entre ambas concepciones. Los katunes mayas se nos revelan como personajes palpables, corpóreos, capaces de realizar un gran número de actividades que solemos atribuir solamente a los seres humanos, así como otras actividades que sólo se pueden atribuir a ellos mismos, a los katunes, a los dioses. Estas actividades no pueden listarse ya en un solo grupo afín y por tanto me pareció pertinente dividirlas en tres grupos más. Por ello, en el segundo grupo o columna decidí colocar todos aquellos verbos que solemos asociar con personas comunes, es decir actividades que puede realizar cualquier ser humano (hablar, caminar, jugar, morir). En el tercer grupo o columna coloqué las actividades que suelen estar asociadas con los poderosos o los mandatarios, actividades vinculadas directamente con los sistemas de poder (reinar, ser cargado, ser rico). Y en el cuarto grupo o columna coloqué las actividades que sólo realiza un katún, actividades que no suele llevar a cabo ningún ser humano (acompañar a otros katunes, pisar los días, levantarse hacia otro mundo). Tras esta división, las 72 actividades quedan agrupadas como se muestra en el siguiente cuadro.

Algunas actividades de la segunda columna, como caer, agonizar, ser traicionado, podrían aparecer tanto en la columna de las personas comunes como en la de los mandatarios. Sin embargo, las actividades realizadas por los mandatarios no pueden ser llevadas a cabo por la gente común. De ahí que la tercera columna sea más excluyente que la segunda. Finalmente, en la cuarta columna vemos actividades que no puede realizar alguien que no sea un katún, como residir en el interior de la casa de otro katún. Esta columna podría ser un espacio donde los katunes comparten las cualidades propias de seres humanos que se mueven en las esferas del poder y las cualidades de los dioses del tiempo, como si hubiera un espacio sagrado donde conviven lo divino y lo humano a partir del tiempo personificado. Estas actividades características o exclusivas del katún denotan la cercanía con lo divino, nos acercan al carácter divino de los señores-tiempo además de que nos explican una idea lineal y cíclica del transcurrir temporal en el espacio: "Termina el 2 Ahau Katún para que se asiente el 13 Ahau Katún En el sexto ano tun del 9 Ahau termina el 13 Ahau, que acompañará al 11 Ahau en el conjunto de los Ahaues hasta la sexta unidad de tiempo, el sexto año del 9 Esta es su palabra".15

 

El paso del katún

En la Relación de las Cosas de Yucatán, fray Diego de Landa describe la forma en que los mayas yucatecos rendían culto a los que él llama "ídolos" de los katunes, es decir, a los katunes personificados y representados como señores regentes de períodos de veinte años.16 Landa explica que los mayas tenían estatuas y representaciones de los katunes colocadas en sus lugares de oración, y que dichas estatuas regían durante períodos determinados y luego eran sustituidas por otros katunes: "Y entonces, quitáranla del templo y pusieran a Uuc-Ahau |al ídolo del Katun 7 Ahau| y siguiéranse por los pronósticos de Bolon-Ahau otros X años, y así daban a todos vuelta...".17 Esto nos permite estudiar una concepción no sólo lineal sino también cíclica del tiempo entre los mayas.18 Por otro lado, en El libro de los libros... encontramos descripciones de la personificación de las veintenas o uinales. En esta compilación de Barrera Vásquez y Rendón se nos habla de una deidad de los días aciagos, del mes uayeb. Sobre esa deidad, se dice: "Pero al cuarto día ya no era cara su presencia, ni se le daba la importancia del primer día a su imagen, era ya otro al tercer día y no el centro de la casa; al cuarto día se le colocaba en las afueras de la casa para que allí le amaneciera; al quinto día se le echaba para que se fuese".19 Entender el tiempo como parte del espacio mismo pudo haberles permitido a los mayas moverse en un lugar sagrado de convivencia ritual con los dioses. Las actividades que realiza un katún pueden acercar dos ámbitos que nos parecen muy lejanos: los ámbitos de lo humano y lo divino. El katún personificado como señor-tiempo en los chilames se mueve, muchas veces, en un espacio sagrado en el que es posible que cohabiten los hombres y los dioses.

Entre los mayas del Clásico, el conocimiento del tiempo pudo haber sido una posibilidad transformadora. Esta manera de entender el mundo como una serie de ciclos concatenados donde los acontecimientos se repiten en katunes del mismo nombre, esta utilización de un calendario concebido como almanaque adivinatorio que se compagina con otro calendario de lo no divino, esta obsesión por imaginar el futuro desde el pasado, refleja una intencionalidad activa frente a lo que parece inminente. Es decir que los mayas tendrían que haber estado listos para modificar su destino, ajustándose al porvenir y preparándose para enfrentarlo porque, en su manera de entender el mundo, nada era fortuito. Acaso la calendarización y la visibilidad de las deidades del tiempo les permitiese a los mayas convivir con sus dioses en un espacio sagrado, como si la personificación de los katunes, los tunes, los uinales o los k'ines posibilitara una convivencia directa, en un mundo ritual donde los señores-tiempo se vuelven cercanos y palpables; como si las actitudes humanas y los rasgos mortales de estos dioses abriesen un lugar de encuentro con los seres terrenales.

Esta estricta contabilidad del paso del tiempo conlleva una forma de vida que se rige por reglas también estrictas de medición y contabilidad de todos los sucesos cotidianos, desde el caminar de los astros por el firmamento hasta el recuento de hechos históricos y míticos, con una notable precisión temporal (calendario tzolk'in, calendario haab y cuenta de la Luna).

El estudio de la personificación del tiempo entre los mayas permite un acercamiento a la filosofía maya desde distintas perspectivas. La sistematización del transcurrir temporal se ve reflejada en todos los actos de una comunidad. Hay un orden en la urbanización y en todas las manifestaciones de la vida: el comercio, la guerra, las ceremonias y los rituales, el juego de pelota, la educación o el trazo de las ciudades (geometría que se refleja en el lenguaje). Existe siempre una fuerte asociación con lo calendárico. En el caso de los textos históricos, desde el Clásico hasta la literatura colonial, se manifiesta un gran respeto por la palabra de los antepasados.

En consecuencia, la exploración del tiempo personificado nos invita a realizar estudios interdisciplinarios para:

a) analizar qué tanta influencia podría haber tenido esta concepción en las formas de gobierno,

b) pensar en un posible abandono voluntario de algunas ciudades mayas, vinculado con conflictos bélicos,

c) profundizar en el estudio de las deidades del tiempo para encontrar matices humanos y mortales en los dioses-períodos mayas,

d) ampliar los estudios sobre la materialización del tiempo en la arquitectura mesoamericana, y

e) buscar una visión multidisciplinaria en el estudio de la filosofía maya.

Este acercamiento a distintas expresiones de la escritura maya invita a pensar que. más allá de períodos o regiones, la personificación del tiempo es un rasgo que permea las fronteras temporales y prevalece.

 

BIBLIOGRAFÍA

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Notas

1 Kirchhoff, "Mesoamérica". p. 37.

2 Me refiero, específicamente, a The Rise and Fall of Maya Civilization y a Maya Hieroglyphic Writing: An Introduction.

3 León-Portilla. Tiempo y realidad en el pensamiento maya. Ensayo de acercamiento, pp. 14-15

4 Montgomery. How to Read Maya Hierogplyphs, p. 60.

5 De la Garza, en Libro de Chilam Balam de Chumayel, prologo, introducción y notas de.... p. 20.

6 Ibid., p. 21.

7 "Libro del Mes". Chilam Balam de Chumayel, prólogo, introducción y notas M. de la Garza, traducción A. Mediz Bolio. p. 117.

8 Idem.

9 "Libro del Mes". Chilam Balam de Chumayel. p. 119.

10 Popol Vuh. Las antiguas historias del Quiché, p. 122.

11 De la Garza, en Libro de Chilam Balam de Chumayel, p. 120.

12 Ibid., pp. 166, 167 y 171.

13 León-Portilla. Tiempo y realidad en el pensamiento maya, p. 23.

14 Tanto la foja 4 del Chilam Balam de Kaua como el grabado número 3 de la Historia de Yucatán están tomados de Lucila Díaz Solis. La flor calendárica, de los mayas.

15 Barrera Vásquez y Rendón (comps.). El libro de los libros de Chilam Balam, p. 65.

16 Landa, Relación de las cosas de Yucatán, p. 47.

17 Idem.

18 Hay muchos estudios sobre esta concepción lineal y cíclica. Véase, por ejemplo, el interesante artículo de Nancy Farriss. "Recordando el futuro, anticipando el pasado: tiempo histórico y tiempo cósmico entre los mayas de Yucatán". 1985.

19 Barrera Vásquez y Rendón, op. cit., p. 151.

 

Información sobre la autora

María Eugenia Gutiérrez González. Mexicana. Egresada de la carrera de Lengua y Literatura Modernas (Letras Inglesas), de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Actualmente cursa la maestría en Estudios Mesoamericanos, para la cual desarrolla el proyecto: "El paso del katún. La personificación del tiempo entre los mayas del Clásico."

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