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Estudios de cultura maya
versión impresa ISSN 0185-2574
Estud. cult. maya vol.39 Ciudad de México ene. 2012
Reseñas
Jürgen Putz, Christian Heck y Gabi Förster, Las iglesias coloniales de Yucatán. 2 tomos.
Antonio Benavides Castillo
Frechen [Alemania]: Summanus, 2009. Tomo I. Mérida y el oeste de la península de Yucatán. Tomo II. Valladolid y el este de la península de Yucatán (ISBN 978-3-941648-02-9).
Centro INAH Campeche
Es una publicación originalmente escrita en alemán y traducida al castellano en la que predomina la documentación gráfica. De su lectura se deduce que también existe una versión en lengua inglesa. Se ilustra con buen número de fachadas, detalles arquitectónicos e imaginería colonial. También contiene algunos mapas de ubicación. Desafortunadamente no hubo una adecuada revisión de los textos y, en consecuencia, la obra muestra muchos errores que fácilmente pudieron evitarse para brindar al lector un mejor producto.
El mapa general (p. 7), por ejemplo, se publicó en inglés y quizá ello no importe mucho, pero anotar Champeche en lugar de Campeche revela el descuidado trabajo de edición. No obstante los fallos, debemos reconocer a esta publicación como un buen muestrario de gran cantidad de inmuebles virreinales peninsulares que por fortuna aún se mantienen en pie. Los autores también pusieron especial atención al interior de los edificios visitados y ello generó más información referente a retablos, pinturas murales, óleos, inscripciones en piedra, pilas bautismales, etc. Tenemos así un registro reciente de 263 ejemplos de arquitectura religiosa, información de gran utilidad para diversos especialistas y el público en general.
La sección "Introducción Yucatán" (p. 11-20) contiene breves notas sobre geografía, geología e historia peninsular que los autores incluyeron porque consideraron importantes como marco para contextualizar las iglesias presentadas. Lamentablemente esas notas no fueron revisadas por especialistas, y por ello existen algunos errores como cuando se describe la península yucateca y generaliza: "por ello no existe prácticamente agua en forma de lagos o ríos, solamente un pequeño lago y una laguna, Yalahu" (p. 11). Corrijamos a Yalahau y recordemos que en la península existen buen número de cuerpos acuosos como Chichankanab, las pequeñas lagunas alrededor de Cobá, la laguna de Bacalar, la laguna Centenario o bien el río Champotón. El plano de la p. 13 también contiene errores como Hococba y Soluta en lugar de Hocabá y Sotuta.
Más adelante, habiéndose referido a pequeños apartados como La Conquista Española, La Epoca Colonial, Rebeliones y La Revolución Mexicana, los autores presentan el apartado de La Cristianización, comenzando con hechos de la primera mitad del siglo XVI para luego saltar abruptamente a 1821, dejando de lado los dos siglos intermedios. Cabe comentar que de la página 6 a 18 son idénticas en ambos volúmenes, triste situación que evitó aportar mayores y mejores informaciones de carácter histórico, arquitectónico o litúrgico.
Con el fin de ordenar el abundante material gráfico reunido, los autores agruparon las imágenes del primer volumen en nueve rutas: 1) Mérida; 2) ruta Conventos; 3) ruta Puuc; 4) ruta Motul; 5) ruta Hunucmá; 6) Camino Real Alto; 7) Camino Real Bajo; 8) Campeche capital; y 9) alrededores de Campeche.
El plano que inicia la primera ruta (p. 23) ubica algunas iglesias emeritenses y contiene dos errores: Itzamná y Santa Isabal (en vez de Itzimná y Santa Isabel). Aquí se incluyen la catedral de Mérida, dedicada a San Ildefonso; San Francisco, que en realidad ya no existe y donde hoy se encuentra un populoso mercado; la Ex Casa Cural, al oriente de Catedral; San Juan de Dios; Santa Ana; Tercera Orden (con varias pinturas modernas); Santa Lucía; San Sebastián; San Juan Bautista; La Candelaria; Monjas; La Mejorada; San Cristóbal; Santiago; Santa Isabel; La Concepción (en Chuburná); La Virgen del Perpetuo Socorro (mal escrito Soccoro) en Itzimná; San José (en el poblado de Kanasín); La Concepción (en Molas); La Santísima Virgen (en la Hacienda Ticopó); y San Diego (en Dzityá).
La segunda ruta es la denominada Conventos. En este apartado se presentan las fotografías de Nuestra Señora de la Natividad, en Acanceh; San Gaspar, en Timucuy; La Asunción, en Tecoh, con óleos de Miguel Cabrera; La Purísima Concepción, con varios sillares de edificios prehispánicos en su fachada, en Telchaquillo; La Santa Cruz (pequeña capilla en la Hacienda Pixyah); la capilla del Niño Dios (en la Hacienda Xcanchakán); San Antonio de Padua en Tekit; La Asunción de Mama o Mamita, como suele decírsele con afecto; La Purísima Concepción, en Chumayel; San Pedro y San Pablo, con un retablo que representa al purgatorio, en Teabo; la iglesia del Santo Cristo de Amor, en la comunidad de Mayapán; San Luis, en Cantamayec; Santa María Magdalena, en Tipikal; el convento de San Miguel Arcángel y la capilla de Santiago, ambos en Maní.
En la tercera ruta el lector es llevado al sur de Yucatán, al Puuc, pero no a las zonas arqueológicas sino a las muchas iglesias de esa región yucateca. Se ilustran entonces San Bartolomé, en Opichén; la Virgen de la Asunción y la capilla de San Andrés Chulub, ambas en Muna; la iglesia de San Juan Bautista y la capilla de su cementerio, en Abalá; San Antonio de Padua, en Sacalum; la iglesia colonial de San Antonio y la capilla decimonónica de San Román, ambas en Ticul; San Mateo, en Santa Elena, donde además se exhiben varias momias infantiles; San Pedro Apóstol, en Chapab; La Asunción, en Pustunich; Santiago Apóstol, en Dzan; San Antonio de Padua, en la exhacienda Xocnaceh; San Buenaventura, en Yotholín; el gran templo de San Francisco de Asís y las capillas de San Esteban y de la Virgen del Pilar, los tres inmuebles en Oxkutzcab; Santa Inés, en Akil; Nuestro Señor de Esquipulas y sus capillas próximas, en Xul; San Bernabé, en Pencuyut; La Candelaria, en Xaya; San Juan Bautista y la ermita de San Diego de Alcalá, ambas en Tekax; San José, en Cepeda Peraza; y San Antonio de Padua, en Ticum.
El siguiente apartado nos conduce al oriente de Mérida, a la ruta Motul. En primer lugar tenemos a San Juan Bautista, en Motul, y le siguen San Mateo, en Kiní; San Antonio, en Ucí; San Bartolomé, en Suma; la Virgen de la Asunción, en Bokobá; San Pedro y San Pablo, en Cacalchén; La Asunción, en Ekmul; San Luis Gonzaga, en Euán; Santiago Apóstol, en Muxupip; San Bernardino de Siena, en Tixcocob (por error mal escrito siempre como Tixcocop); San Bartolomé, en Nolo; San Martín, en Tixpehual; San Miguel Arcángel, en Tixcuncheil; La Candelaria, en Yaxkukul; La Purísima Concepción, en Mocochá; La Virgen de la Asunción, en Baca; San Francisco, en Conkal; San Pedro Apóstol, con buen número de pinturas murales restauradas, en Cholul; y San Juan Bautista, en Sitpach.
La quinta ruta recorre la zona al poniente de Mérida, ahora presentando la iglesia de Belem, en Caucel; La Natividad, en Ucú; San Francisco, en Hunucmá; San Bernardino, en Tetiz; el templo del Señor de las Ampollas, en Kinchil; San Pedro, en Samahil y La Virgen de la Concepción, en Bolón.
La ruta siguiente encamina sus pasos por el antiguo camino real, yendo de Mérida hacia el suroeste. Las páginas de este apartado se refieren al enorme pero inconcluso templo de San Francisco, en Umán; a La Purísima Concepción, en Chocholá; a Nuestra Señora de la Asunción, en Kopomá; a San Miguel Arcángel y varios detalles de sus retablos (en Maxcanú); a la capilla de Santa Bárbara, que luce columnas de palacios mayas con figuras antropomorfas (en la hacienda El Paraíso); al templo de Nuestro Señor del Rosario en la hacienda Granada; a la capilla de Nuestro Señor del Rosario en la hacienda Chunchucmil y a la iglesia de Santiago Apóstol en Halachó.
La séptima ruta es la del Camino Real Bajo, ahora en territorio campechano. En este caso nuevamente vemos un mapa desaseado, con topónimos mal escritos como Besal y Helkachakán, en lugar de Bécal y Hecelchakán. En este apartado las imágenes incluyen la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, en Bécal; San Diego Apóstol, en Nunkiní; San Bartolomé, en Tepakán; San Luis Obispo, en Calkiní; La Asunción, en Dzitbalché; San Miguel Arcángel, en Bacabchén; Los Santos Reyes, en Pocboc; La Purísima Concepción, que perdió el arco de su entrada principal, en Pomuch; la iglesia de la hacienda Blanca Flor (el antiguo Sacnicté, mencionado en el Códice de Calkiní); San Francisco de Asís, en Hecelchakán; y la Virgen de la Asunción, en Tenabo.
La octava ruta está dedicada a recorrer la ciudad de Campeche. Comienza con la catedral, dedicada a la Purísima Concepción, y la capilla adjunta de Jesús Nazareno (mal escrito Nazareño). A continuación se presentan las fotografías de San Juan de Dios; San Francisquito, con poco detalle de sus varios retablos barrocos; el Dulce Nombre de Jesús, en una sola y mala imagen; San José visto de lejos y desaprovechando sus muchos detalles del XVIII; Santa Ana; San Román sin su Cristo Negro; Nuestra Señora de Guadalupe; La Ermita; San Francisco y Santa Lucía. A diferencia de las iglesias de Mérida, la mayoría de las de Campeche son presentadas sin ocuparse mucho de sus interiores.
La última ruta del primer volumen nos lleva a La Costa y a la región de los Chenes. En este apartado se ilustran La Asunción de María, en Seybaplaya; San Miguel, en Haltunchén; Nuestra Señora de las Mercedes, en Champotón; Nuestra Señora de la Asunción, en Bolonchén; San Antonio, en Hopelchén; San José, en Santa Rita Becanchén; el templo de Guadalupe, en Castamay; y la iglesia de Xcupilcacab.
Da la impresión de que Campeche cuenta con poco patrimonio arquitectónico religioso, pero no es así. Muchos caminos asfaltados y de terracería hoy permiten llegar también a iglesias de tiempos virreinales como Bolonchencauich, Cauich, Chiná, Dzibalchén, Hampolol, Hool, Pich, Pocyaxum, Samulá, San Antonio Sahcabchén, San Juan Bautista Sahcabchén, Seyba Cabecera, Tixmucuy y Xcuncheil, entre otras.
El segundo volumen dedica sus páginas a más iglesias yucatecas, ahora ordenadas de acuerdo a siete rutas. Comienza con la parroquia de Valladolid y el ex convento de San Bernardino de Siena. Tras presentar seis templos de la ciudad de Valladolid se muestran después aquellos de poblaciones próximas, como Chemax (San Antonio de Padua), Xcan (Santo Cristo de Amor), Uayma (con la llamativa decoración exterior de Santo Domingo); Cuncunul (San Juan Bautista) y Chichimilá (La Asunción).
La tercera ruta está dedicada a los inmuebles religiosos de Peto, Tzucacab, Ichmul, Ekpedz, Chikindzonot, Tixmehuac y Tixcuytún, entre otras. La cuarta ruta nos lleva a Tizimín, donde se ilustra la iglesia de Los Santos Reyes, así como buen número de templos como los de Panabá, Sucilá, Espita, Calotmul, Nabalam, Hunukú y Yalcobá.
Las páginas siguientes recorren la llamada Ruta Costa, con la capilla temprana inserta en la zona arqueológica de Dzibilchaltún, pero también con la capilla del poblado epónimo. En ese recorrido se incluyen Komchén, Chablekal, Chicxulub, Ixil, Dzemul, el moderno templo de Xcambó en el sitio del mismo nombre, Telchac, Sinanché, Yobain, Dzidzantún, Dzilam González y Buctzotz.
La quinta ruta inicia con Izamal y luego muestra la riqueza arquitectónica de buen número de poblados como Sitilpech, Tunkás, Tixbacab, Cenotillo, Cuauhtémoc, Sudzal, Xanabá, Holcá, Kantunil, Hoctún, Tahmek, Tekal de Venegas, Teya, Tekantó, Dzoncauich, Temax, Cansahcab, Citilcum y Kimbilá.
Un nuevo recorrido fotográfico nos transporta a otra serie de iglesias que se encuentran en las comunidades de Seyé, Cuzamá, Homún (con sus tres campanarios cilíndricos), Hocabá, Xocchel, Sahcabá, Huhí, Sotuta, Tibolón, Tabi, Yaxcabá, Mopilá, Yaxunah y otras. Los viajeros incluso registran la pequeña iglesia de Ucicá, dedicada al Santo Niño de Atocha y hoy en pleno abandono.
Del estado de Quintana Roo se incluyeron doce iglesias; algunas en funciones, otras abandonadas desde tiempo atrás. Los inmuebles fotografiados se encuentran en los poblados siguientes: Tepich, Tihosuco, Xcabil, Xquerol, Huaymax, Sabán, Sacalá Vieja, Sacalá Nueva, Polyuc, Felipe Carrillo Puerto, Chunhuhub y Bacalar. Los grandes ausentes en este recorrido son Ecab y Oxtankah. Varias de las imágenes publicadas presentan detalles de la labor escultórica de Pascual Estrada, artista de la segunda mitad del XVIII cuya obra se conserva en algunas fachadas como las de Ichmul, Chiquindzonot y Sabán.
El glosario (p. 315 del primer tomo o p. 299 del segundo tomo) es escueto, mal ordenado alfabéticamente y con varios errores como aquél de Capilla Rosa en lugar de Capilla Posa. La explicación de este inmueble tampoco indica que se denomina Posa en función de que ahí se posaba o colocaba el Santísimo Sacramento, relevante hierofanía católica. Dado el buen número de ejemplos de pintura mural o de imágenes religiosas, recuérdese Santa Clara, en Dzidzantún, y San Miguel Arcángel, en Maní; quizá hubiera convenido incluir en el glosario algunas entradas al respecto.
Obviamente la temática del libro antes reseñado nos recordó el Catálogo de Construcciones Religiosas del Estado de Yucatán que coordinara Justino Fernández (1945) hace más de medio siglo y que ahora, en cierta manera, viene a complementarse con numerosas fotografías en color, tanto de los inmuebles como de buena cantidad de objetos decorativos y de culto por ellos contenidos. La obra de Putz et al. no incluye planos ni descripciones de los edificios; tampoco su ubicación dentro de cada comunidad, pero en descargo de sus muchos errores ortográficos y desaseo en la edición, debemos reconocer que ahora se cuenta con una gran acervo fotográfico publicado.