Introducción
La historia de los museos comunitarios en México se remonta a los años ochenta (INAH, 2015) y está íntimamente relacionada con la nueva museología, cuya concepción es presentar los objetos en su contexto recreado, bajo una doble función: patrimonial y socio-educativa acorde con las necesidades de las comunidades (Mostny, 1973; De Carli, 2004; Aguilar, 2008; Vázquez, 2008; Burón, 2012). Dicha concepción fomenta la investigación, la preservación y la comunicación tanto del patrimonio natural como cultural de las comunidades, fortaleciendo los procesos de identidad.
Las primeras iniciativas para la creación de este tipo de museos por parte del Instituto Nacional de Antropología e Historia,1 fue la Casa del Museo -extensión del Museo Nacional de Antropología-2 y el Museo Escolar, uniéndose ambos proyectos en el año de 1983 bajo el “Programa para el Desarrollo de la Función Educativa de los Museos”. Éste se consolidó en los años noventa en el “Programa Nacional de Museos Comunitarios”, con el apoyo de la Dirección General de Culturas Populares.3 Para principios de siglo XXI el proyecto se descentralizó en las Unidades Estatales de Culturas Populares, dependientes de los estados, generándose nuevas propuestas museísticas (De Carli, 2004: 63-64, 67; Vázquez, 2008: 8; Burón, 2012; 199-200).
De acuerdo con Camarena et al. (2009: 15), los objetivos de los museos comunitarios son la auto-organización comunitaria, el fortalecimiento de la apropiación comunitaria del patrimonio cultural, la identidad cultural, la mejora de la calidad de vida y generar puentes de comunicación entre las localidades. Por ejemplo, uniones y redes de museos comunitarios fueron creados a partir de los museos comunitarios desarrollados en Oaxaca De Carli, 2004: 67 ; Vázquez, 2008). En México existen alrededor de medio centenar de museos comunitarios distribuidos en Oaxaca, Yucatán, Veracruz, Morelos, Tlaxcala, Hidalgo, Guerrero, Querétaro y Puebla, siendo Oaxaca el estado que cuenta con el mayor número a nivel nacional (18 museos en los valles centrales, la Mixteca, la costa, el Istmo y la Sierra Norte) (INAH, 2015). De Carli (2004: 66) hizo un conteo del número de museos comunitarios y sus características para México a inicios del siglo XXI, siendo un total de 269 museos, de los cuales el 74% estaba en comunidades mestizas (sic) y el 24% en comunidades indígenas, de éstos sólo 163 recintos estaban abiertos al público en esas fechas. De acuerdo con este autor, el 94% de ellos presentaba como tema la historia de su comunidad y hacían referencia a lo prehispánico (58%) y lo etnográfico (57%).
En Quintana Roo existen pocos museos en comparación con otros estados de la república (CONACULTA, 2003; 2010b), y los comunitarios están en menor proporción, siendo que de hecho el mismo inah no los ha contabilizado en sus registros (INAH, 2015). Es importante señalar que museos comunitarios han existido en diferentes localidades, como Felipe Carrillo Puerto, Uh May, Chunhuhub (todos al centro del estado) y en Juan Sarabia (al sur del estado); otros están en proceso de creación, como el de Chiquilá, en el municipio de Lázaro Cárdenas. Sin embargo, la mayoría de ellos han cerrado sus puertas, otros no han tenido apoyo del inah, a pesar de que se les ha visitado y se han hecho solicitudes formales a la institución, como el de Chunhuhub, y otros han tenido problemas de concreción debido a desavenencias con las autoridades municipales, como es el caso mencionado de Chiquilá.4
No obstante, las autoridades del inah consideran que se debe primar la creación y desarrollo de los museos comunitarios, como lo destacan en el Boletín No. 183 de 2019 (INAH, 2019), en concurrencia con el proyecto federal de desarrollo y comunicación conocido como Tren Maya, promovido por el Fondo Nacional de Fomento al Turismo5 (Tourliere, 2020). Consecuentemente es necesario evaluar el impacto que ha tenido este tipo de museos en las localidades donde están asentados, con la finalidad de poner en contexto su importancia y el apoyo institucional que reciben.
Para este ejercicio se ha tomado el análisis de la bitácora de visitantes del Museo Comunitario de Morocoy,6 que abrió sus puertas al público en el año 2015, donde se registró tanto a los visitantes de la misma localidad de Morocoy como a los que transitan por la región en dirección a la zona arqueológica de Dzibanché-Kinichná, ubicada al norte (Figura 1). El objetivo consiste en realizar un estudio de visitantes analizando las características sociodemográficas (sexo y lugar de procedencia) de los visitantes al museo, así como de las opiniones que han generado a partir de su visita con la finalidad de evaluar, indirecta y parcialmente, el impacto en lo social y educativo tanto para locales como foráneos y, sobre todo, en la generación de identidad y cohesión social de los visitantes de la comunidad de Morocoy.
Morocoy
La localidad rural de Morocoy está ubicada en el municipio de Othón P. Blanco, Quintana Roo, México, en longitud 88º48’39’’, latitud 18º36’09’’ y a una altitud de 70 msnm (ver Figura 1). Fue fundada el 20 de mayo de 1970 por 22 familias repobladoras de Tabasco, Veracruz y Yucatán; posteriormente, a lo largo del tiempo, llegaron diferentes oleadas migratorias de personas de Coahuila, Michoacán y Sinaloa. La toponimia de Morocoy viene del nombre que se le da a una especie de tortuga terrestre de la zona sur de Quintana Roo.
Según el último censo de población (2010), en el poblado había 1,293 habitantes (662 hombres y 631 mujeres) en 332 viviendas (INEGI, 2010). Los jóvenes tradicionalmente migraban hacia los Estados Unidos de América en busca de trabajo, pero hoy en día ello ha cambiado, además de haberse registrado el retorno de muchos de ellos en los últimos años al poblado. Ahora la emigración es hacia el norte del estado, en busca de trabajo en el sector turismo, de acuerdo con la observación realizada a lo largo del trabajo de campo en la localidad durante los años 2009 a 2016.
Los servicios con los que cuenta incluyen el agua entubada con cobertura del 100%, con una fuente de abastecimiento por medio de tanque elevado. No cuenta con planta de tratamiento de agua. Tiene una cobertura del 100% de electricidad y alumbrado público; algunas casas cuentan con servicio de teléfono fijo y la señal de telefonía celular es regular. El sistema de educación consta de primaria, secundaria y bachillerato. Cuenta con un centro de salud y una farmacia. La clínica más cercana se encuentra en el poblado de Ucum, a 46.6 km de Morocoy.
Hay pocas personas que hablan alguna lengua indígena, y de las pocas que lo hacen, es en maya yucateco. Existen por lo menos cinco grupos religiosos, entre ellos, la iglesia católica, testigos de Jehová, pentecostales, adventistas del séptimo día y cristianos bautistas. La fiesta tradicional se relaciona con el aniversario del pueblo.
Las actividades económicas a las que se dedica la gente son tanto la agricultura como la ganadería (bovinos, porcinos y aves de corral). Los tipos de cultivos presentes son maíz elotero, frijol, chile, chigua y sorgo; el principal problema al que se enfrentan los campesinos en los últimos años es la presencia de plagas. El comercio desarrollado en la comunidad es de menor escala (tiendas de abarrotes, papelerías, estéticas, tortillería y panaderías). El trabajo asalariado se da por labores en el campo, ocupando hasta un 5% de la población en edad laboral, y en la zona arqueológica de Dzibanché como trabajadores de base y temporales, cuando hay proyectos de mantenimiento y exploración en la zona.
Dzibanché es un sitio arqueológico extenso e integra espacios cívico- ceremoniales y áreas residenciales (Nalda, 2000). Fue un importante asentamiento donde residió el linaje de los Kan o Kanul (Martin y Beliaev, 2017; Velásquez, 2008). Para Nalda (2000: 39) era un centro de población donde se combinaban diferentes actividades económicas, agrícolas, sociales, políticas y religiosas, donde cada conjunto arquitectónico estaba especializado en cierta área del desarrollo social y económico de los habitantes de la localidad.
El Museo Comunitario de Morocoy, un punto de sociabilidad de la comunidad
El Museo Comunitario de Morocoy es un edificio de concreto de 40 m2, ubicado casi a la salida del pueblo en dirección a la zona arqueológica de Dzibanché-Kinichná. Contiene una sala de exposición semipermanente, ordenada en 11 paneles: i) bienvenida y explicación del topónimo de Morocoy, relacionándolo con la tortuga endémica de la zona; ii) la ubicación de la comunidad; iii) el entorno natural; iv) la biodiversidad; v) la historia prehispánica del sur de Quintana Roo; iv) la micro-historia de Morocoy; vii) la etnografía de las actividades económicas; viii) la opinión de los primeros pobladores al inmigrar y crear la localidad; ix) la danza de los matachines como elemento cultural reconocido al interior y exterior de la comunidad; x) la relación de la gente de Morocoy con la zona arqueológica de Dzibanché, así como la importancia del apoyo y participación de los pobladores en los proyectos arqueológicos, y xi) la importancia de la emigración de los jóvenes hacia Estados Unidos, además de dibujos que representan “qué es ser de Morocoy” como expresión de la identidad de los niños de la localidad. Una de las últimas adendas que se hizo en el museo fue la creación de un mural realizado durante un taller, dirigido por el Centro inah Quintana Roo, por jóvenes locales con el apoyo de alumnos de servicio social de la Universidad de Quintana Roo, en donde se representa a Morocoy.
Es de suma importancia recalcar que el mayor peso del guion museográfico está en la historia de la localidad y su vida cotidiana en ámbitos de cultura, economía y sociedad actual. No es un museo arqueológico, por lo que esta sección del museo está limitada a las piezas que encuentra la gente en sus parcelas (piezas de lítica y cerámica), y su relación laboral con Dzibanché. En un trabajo previo (Ortega y Puc, 2017), dimos a conocer ampliamente la historia y desarrollo del museo, así como sus vicisitudes, por lo que se sugiere su revisión para obtener un panorama más amplio de este museo.
La sociabilidad ha sido abordada en diferentes aspectos, tales como la familia, la comunidad, el estado (Díaz-Albertini, 2003; Altarejos, Bernal y Rodríguez, 2005) y hasta en el espacio virtual (Uría, 2003). La sociabilidad, para Díaz-Albertini (2003: 251), es entendida como la capacidad para realizar trabajo conjunto, colaborar y llevar a cabo la acción colectiva. Sin embargo, esta capacidad no se genera en un espacio vacío; tiene continente y en éste es donde se recrea el contenido (el hogar, la taberna, las escuelas, la red). En el caso que nos ocupa es el museo comunitario. Esta sociabilidad es medible, de acuerdo con Díaz-Albertini (2003), a partir de la generación de capital social (entendido como la confianza mutua, las normas efectivas y las redes sociales) y los aspectos en que prospere la colaboración y el uso. El capital social se traduce en oportunidades para la acción colectiva y el bienestar del grupo (Díaz-Albertini, 2003: 251).
Por otro lado, es importante el concepto de la socialización, en este caso del patrimonio cultural, el cual es un tema cada vez más relevante en los contextos rurales. Entendemos aquí por socialización del patrimonio el conjunto de procesos de apropiación social para garantizar la conciencia, la valoración y la conservación adecuada de las expresiones y significados de aquellos elementos de importancia patrimonial (Bonfil, 2010; Cottom, 2010); sobre todo porque éstos constituyen potenciales fundamentos y recursos para el desarrollo económico y social (Walid y Pulido, 2014: 330).
Las demandas de socialización raramente provienen de una exigencia social, o cuando provienen de ella, generalmente la sociedad no está integrada en la creación del discurso ni en el posterior diálogo (Walid y Pulido, 2014: 326-327). Se tiene un ideal de que la socialización del patrimonio debe generarse bajo una “nueva gestión patrimonial”, la cual busca democratizar la cultura para lograr el diálogo entre los agentes culturales (creadores, investigadores, académicos) y el público; sin embargo, como señalan Walid y Pulido (2014: 329), la construcción colectiva de los discursos patrimoniales se enfrenta a dificultades para pasar del fomento de la proactividad ciudadana a la praxis debido a problemas económicos, legales, políticos y científicos.
Los museos creados bajo la concepción de museos comunitarios pueden ser estos espacios de sociabilidad de la cultura y de la educación, así como de la socialización del patrimonio, y así lo expusimos en un trabajo previo (Ortega y Puc, 2017), por lo que no ahondaré profusamente en tal tenor en el presente artículo. Lo que interesa en este trabajo es la evaluación de manera indirecta, quizás imperfecta o parcial, ya que por el momento no contamos con otra fuente de información para generar un estudio de visitantes a exhaustividad, a través del análisis de la bitácora de visitantes, de esta función que preveíamos que podría tener.
Material y métodos
La bitácora de visitantes se colocó a la entrada del mcm, tanto para los visitantes locales de Morocoy como foráneos (turistas del país y extranjeros, que llegan solos o en tours contratados en los cruceros que arriban al muelle de Mahahual, llamado Puerto Costa Maya) que pasan a través del pueblo para llegar a la zona arqueológica de Dzibanché-Kinichná. Los registros abarcan del 17 de enero de 2019 al 31 de enero de 2020, por lo que podemos considerar que se evalúa todo un año de servicio, con lo que se elimina el sesgo temporal (Asensio, 2000: 95). El número total de registros fue de 306. De éstos sólo tres fueron plasmados a nivel grupal, como familiares (i.e. familia Suárez), provenientes de Quintana Roo. Además, en dos registros solamente se imprimió una firma sin dato alguno. Estos cinco registros no expusieron comentario alguno acerca del museo.
El análisis de la bitácora puede considerarse como un elemento más en el estudio de los visitantes a los museos (entre los cuales están: observación directa del comportamiento de visitante, entrevistas previas y a posteriori, cuestionarios auto-administrados, reuniones de paneles de visitantes), que tiene por objetivo conocer el vínculo entre lo museístico y el público. A partir de estos estudios se conocen las características de quienes los visitan (sexo, edad o alguna otra característica socio-cultural), lo que piensan, quieren, valoran, así como su predisposición ante las experiencias museográficas. Aunado a ello, permite la búsqueda de nuevas opciones en dichos recintos por parte del visitante. La finalidad última es construir nuevos mensajes a partir de la museografía, el mejoramiento de servicios, el diseño de políticas de acción o planificación de actividades específicas (Asensio, 2000; Pérez Santos, 2008; Pérez Castellano, 2016; Panozzo, 2018: 317). El uso de libros de visitantes es un tema aplicado en la evaluación, sobre todo de exposiciones (Fritz, 2017). El esquema que se propone en el presente artículo es ir más allá del número de visitantes promedio (crítica principal de Asensio, 2000: 77), y conocer en forma cualitativa lo que piensan, al menos de forma tangencial a través de las expresiones plasmadas en la bitácora de visitantes, lo que nos permitirá generar líneas de intervención a futuro, junto con la comunidad, en el Museo Comunitario de Morocoy.
Los rubros que el visitante plasmó en la bitácora son la fecha de la visita, ciudad, estado y país de origen, nombre y sexo del visitante, y opinión o sugerencia abierta sobre el museo. Como las sugerencias eran de tipo abierto se decidió categorizarlas en cinco temas: positivas, mejora de infraestructura, mejora de museografía, mejora de documentación y mejora de servicio.
Para poder realizar el análisis, estas opiniones fueron contrastadas entre los visitantes locales (de Morocoy) versus los foráneos, ya sea de otros estados de la república o extranjeros, bajo las variables: fecha de visita, sexo y opinión categorizada que presentan sobre el museo. Para analizar el volumen aproximado de visitantes, ya que no se tiene el número total, se usó el número de registros por mes para observar la posible tendencia de asistencia al mcm. A partir de las opiniones categorizadas, señaladas arriba, se realizaron tablas de contingencia con prueba de hipótesis de x2 para analizar las diferencias significativas entre tipos de visitante. Aunado a este análisis no paramétrico, se realizó un análisis de regresión logística tomando como referencia a los locales; las co-variables dependientes fueron las opiniones dicotomizadas en presencia y ausencia para cada una de ellas, además de cinco co-variables más, extraídas de las opiniones positivas: bueno y agradable el museo, bastante información, generación de conocimiento histórico-cultural de Morocoy, importante para el turismo y guianza. Estos dos estadísticos permitirán analizar, al menos tangencialmente, hasta que no tengamos otra fuente de información, el impacto que ha tenido la puesta en marcha del museo, así como las fortalezas y debilidades del mismo.
Resultados
De los 301 registros analizables, identificando personas, el 42% fueron mujeres (127) y el 58% hombres (174) (F = 0.658 α= 0.418). Ello no implica que durante el año sea solamente este número de personas las que visitaron el mcm, ya que algunos de ellos habrían venido con familia, pero fueron los que expresaron alguna opinión sobre el museo, además de que hubo visitantes que no plasmaron comentarios en el libro de visitas.7 En la Figura 2 se puede observar el número de registros por sexo y tipo de visitante que entraron al mcm y dejaron alguna opinión. Cabe señalar que no hay registro de visitantes para el mes de abril de 2019. El número de registro, tanto de visitantes locales como foráneos, se muestra a la baja a lo largo del año, pero con repuntes, sobre todo de foráneos (hombres y mujeres), para el mes de mayo, y la visita de éstos a partir de dicho mes es superior a la de los locales, siguiendo la misma tendencia hasta agosto-septiembre; es a partir de estos meses que ya no hay casi registros de visita ni de locales ni foráneos. Es notable que la visita por parte de hombres locales casi todo el año está por encima de las mujeres de la misma localidad, pero a partir del mes de julio la relación se invierte y ellas van en mayor número con referencia a los hombres, sobre todo en el mes de octubre.
De acuerdo con el listado de personas que se registraron en la bitácora, el 96.7% viajaron de algún lugar de la República mexicana. El 2.3% de los visitantes fueron extranjeros, principalmente de Italia, Estados Unidos y Bélgica (Cuadro 1). En lo que respecta a los visitantes mexicanos, o que dijeron que radican o se trasladaron de algún sitio del interior de México, se observa que arribaron de 13 estados de la República, proviniendo de 22 municipios identificados (quitando tres que no especificaron) y representando 35 localidades a nivel nacional (eliminando tres registros donde no se especificó la localidad) (Cuadro 2). El mayor porcentaje de visitantes está entre la gente de Quintana Roo, ya que concentra el 82.9% de los registros, de seis diferentes municipios (24% de los municipios visitantes)8 y de 18 localidades diferentes (47% de las localidades registradas). Los que provienen de otros estados suman el 16.1% de los registros y los no especificados el 1%.
País | Porcentaje (n) |
---|---|
México | 96.7% (296) |
Italia | 1.3% (4) |
Estados Unidos | 0.7% (2) |
Bélgica | 0.3 %(1) |
Sin especificar | 1.0% (3) |
Total | 100% (306) |
Estado | Municipios Porcentaje (n) | Localidades Porcentaje (n) | Registros Porcentaje (n) |
---|---|---|---|
Baja California | 4% (1) | 3% (1) | 0.3% (1) |
Campeche | 12% (3) | 8% (3) | 2.7% (8) |
Chiapas | 12% (3) | 8% (3) | 1.7% (5) |
Ciudad de México | No se identificó* | 3% (1) | 2.3% (7) |
Guanajuato | 4% (1) | 3% (1) | 0.3% (1) |
Jalisco | 4% (1) | 3% (1) | 0.3% (1) |
México | 4% (1) | 3% (1) | 0.3% (1) |
Puebla | 4% (1) | 3% (1) | 0.3% (1) |
Quintana Roo | 24% (6) | 47% (18) | 82.9% (248) |
Sinaloa | 4% (1) | 3% (1) | 0.7% (2) |
Tabasco | 4% (1) | 3% (1) | 0.3% (1) |
Veracruz | 8% (2) | 5% (2) | 6.0% (18) |
Yucatán | 4% (1) | 3% (1) | 0.7% (2) |
No específicó | 12% (3) | 8% (3) | 1.0% (3) |
Total | 100% (25) | 100% (38) | 100 % (299) |
*Fueron 7 registros, pero no especificaron la alcaldía de la cual provenía los visitantes.
De los estados de Campeche y Yucatán, que son los que comparten junto con Quintana Roo la península de Yucatán, se esperaría una mayor presencia de visitantes. La gente que proviene de Campeche ocupa el tercer registro en importancia con ocho personas (2.7%), de tres municipios (12%, Campeche, Escárcega y Xpujil) y localidades diferentes (8%). De Yucatán sólo se tienen dos registros procedentes de la ciudad de Mérida. El número de visitantes proveniente del estado de Veracruz fue importante, pues ocupa el segundo lugar en importancia (6.0%), de dos municipios y dos localidades diferentes (Huatusco, 15 registros, y Veracruz, 3 registros).
De los datos resalta que 44.4% (136 personas) de visitantes registrados en el mcm fue local, es decir, de Morocoy, y el 55.6% (170 personas) fue foráneo, es decir, de alguna otra parte de la República mexicana o del extranjero. Eliminando del Cuadro 3 a las personas que no emitieron ningún comentario u opinión observamos que las opiniones positivas son la que más destacan, con el 82.7%. Las opiniones de mejoras en algún rubro del museo se presentaron en baja frecuencia (total y relativa), en comparación con las de índole positiva. La opinión de necesidad de mejora de documentación ocupa el primer lugar con el 7.1%, la mejora de infraestructura es el segundo con 6.1% y por último, la referente a la museografía. Las diferencias de opinión no son significativamente diferentes entre los visitantes locales y foráneos.
Opinión | Tipo de visitante | ||
---|---|---|---|
Local | Foráneo | Total | |
Positivas | 84.6% (44) | 80.4% (37) | 82.7% (81) |
Mejora de infraestructura | 1.9% (1) | 10.9% (5) | 6.1% (6) |
Mejora de museografía | 5.8% (3) | 2.2% (1) | 4.1% (4) |
Mejora de documentación | 7.7% (4) | 6.5% (3) | 7.1% (7) |
Total | 100% (52) | 100% (46) | 100% (98) |
Valor 4.062 α=0.255.
Al analizar las opiniones positivas (más algunas otras extraídas de las que estaban mezcladas en las opiniones de mejoras, por ello la suma rebasa las 81 opiniones positivas reportadas en el Cuadro 3), éstas se desglosaron en cinco rubros (Cuadro 4). Por encima de todas las opiniones, los visitantes consideraron al museo como agradable y bonito con el 55% de los registros, siendo que a los locales les agradó sobremanera. Le sigue en importancia la opinión positiva de que se muestra información sustantiva e importante con el 29% de las opiniones. La generación de conocimiento histórico y cultural de Morocoy es la tercera en importancia, con el 10% de los registros, y tanto locales como foráneos lo ven de esta manera. La explicación que da el personal encargado, el señor Carmelino Pérez Díaz, contratado por el inah, ha sido un factor importante en la visita al museo, ya que el 4% de los registros han mencionado que las explicaciones o guianza en el museo brindadas por él han sido muy buenas y satisfactorias al momento de la visita. Por último, hay un magro margen de opinión positiva (2%) de que el museo es importante para el turismo. Cabe señalar que las diferencias entre los grupos no son significativas.
Opiniones positivas | Local | Foráneo | Total |
---|---|---|---|
Bueno y agradable el museo | 65% (39) | 44% (24) | 55% (63) |
Bastante información | 20% (12) | 38% (21) | 29% (33) |
Generación de conocimiento histórico-cultural de Morocoy | 8% (5) | 13% (7) | 10% (12) |
Guianza | 5% (3) | 4% (2) | 4% (5) |
Importante para el turismo | 2% (1) | 2% (1) | 2% (2) |
Total | 100% (60) | 100% (55) | 100% (115) |
Valor 6.354 α= 0.092.
El modelo de regresión implementado es significativo (valor 18.029, α= 0.035). Sin embargo, de las covariables implementadas, en la única que es significativa (bueno y agradable el museo) observamos una relación negativa de los foráneos respecto a los locales. Es decir, los locales consideran al museo como más placentero en cuanto al edificio y a su contenido que los foráneos. La otra covariable que, si bien no es significativa al 0.05 pero sí se acerca, es la de “bastante información”, y en este caso la relación es positiva de los foráneos respecto a los locales, pues los foráneos han sido más analíticos y observadores de la información museográfica que la gente local.
Las otras covariables, aunque no son significativas, nos hablan de un patrón con respecto a los locales, pues sus opiniones se han centrado en la importancia de “mejorar la museografía y la documentación”, mientras que para los foráneos lo importante es “mejorar la infraestructura”. En cuanto a la importancia, los locales se centran más en la “generación de conocimiento histórico-cultural de Morocoy”, la “guianza” y la importancia del museo para el turismo, en comparación de los foráneos (Cuadro 5).
Intervalo de confianza al 95% para Exp(B) | ||||||
---|---|---|---|---|---|---|
B | Error típ. | Sig. | Exp(B) | Límite inferior | Límite superior | |
Foráneo (Intersección*) | .404 | .138 | .003 | |||
Mejora de infraestructura | .867 | .904 | .338 | 2.380 | .404 | 14.007 |
Mejora de museografía | -1.503 | 1.163 | .196 | .223 | .023 | 2.174 |
Mejora de documentación | -.728 | .811 | .370 | .483 | .098 | 2.368 |
Mejora de servicio | .275 | 1.536 | .858 | 1.317 | .065 | 26.749 |
Bueno y agradable el museo | -1.113 | .314 | .000 | .329 | .178 | .608 |
Bastante información | .836 | .492 | .089 | 2.308 | .881 | 6.048 |
Generación de conocimiento histórico-cultural de Morocoy | -.133 | .768 | .863 | .876 | .194 | 3.945 |
Importante para el turismo | -.458 | 1.493 | .759 | .632 | .034 | 11.795 |
Guianza | -.827 | .977 | .397 | .437 | .065 | 2.966 |
* La categoría de referencia es: local.
Discusión
El número de visitantes totales al Museo Comunitario de Morocoy, desde su apertura en 2015 y hasta el año 2020, no se tiene con precisión, por lo que el lector debe de tener en mente que los resultados son tan sólo un pequeño reflejo de la opinión de algunos de los que decidieron dejar un comentario alusivo al museo. La bitácora se implementó a partir del año 2019. Esto se debió a una serie de vicisitudes surgidas al interior de la comisión encargada del manejo del museo que se desarrolló desde el inicio del planteamiento de su creación (véanse mayores detalles en Ortega y Puc, 2017), por lo que el levantamiento de la bitácora se llevó a cabo a iniciativa del Centro INAH Quintana Roo, dejando su supervisión al señor Carmelino Pérez, contratado como custodio del museo.
El número de habitantes de Morocoy estimado para el año de 2019 (datos calculados a partir de un crecimiento geométrico para este artículo, a partir de la población del 2010), es de 1,758 personas (900 hombres y 858 mujeres). Por lo que entre el 8% de hombres y el 7% de mujeres locales, respectivamente, ingresaron y dejaron algún registro de su visita al museo durante el año 2019. Es perentorio señalar que cuando se inauguró, en el 2015, se invitó a toda la comunidad y se estima que más de la mitad de la población asistió a él; podemos estar casi seguros que entre el 80% y el 90% de la población de Morocoy ha visitado el museo a lo largo de los años hasta el 2019, sobre todo los niños y jóvenes que asisten a las escuelas de nivel básico y medio superior, ya que se realizaron pláticas y talleres en este museo de 2015 a 2018.
Sin embargo, es notorio que el número de visitantes registrados se va reduciendo a lo largo de año, y desconocemos si se debe a que no se registraron algunos de ellos y por ello se ve la disminución, o simplemente ha decaído el interés de los locales, lo cual será un tema de interés de investigación en los años venideros. La ausencia de registros durante el mes de abril se debe a que se mantuvo cerrado, ya que el custodio del museo estuvo apoyando en ese tiempo de vacaciones de Semana Santa a la zona arqueológica de Dzibanché, debido a la falta de personal de base para esas labores.9 Lo que sí se observa es que en mayo y agosto hay un repunte de visitas, lo cual puede estar ligado al final de los cursos escolares y a las vacaciones de los educandos. Desconocemos la edad de los visitantes, por lo que es un rubro importante a considerar como un elemento más del registro para la bitácora y tener con ello un dato más preciso de las características de quienes visitan el museo. Otro punto importante a desarrollar en el futuro es el relativo al número total de visitantes. Es imperioso llevar a cabo una contabilidad del número de visitantes en los siguientes años para evaluar el impacto en referencia a la población total, y más aún la aplicación de una serie de evaluaciones del impacto del museo como medio de sociabilidad tanto a visitantes locales como foráneos, aplicando metodologías como las señaladas en la sección correspondiente del presente artículo, con lo cual tendremos una mejor forma de valorar cambios y adecuaciones al museo.
De acuerdo con la Encuesta nacional de hábitos, prácticas y consumo culturales, de las 855,796 personas encuestadas en Quintana Roo, el 55% de ellas dijeron que no habían asistido a algún museo durante el año (CONACULTA, 2010a). Como se puede observar, el hábito de la asistencia a museos en el estado no está diseminado entre la población. Sin embargo, se considera que la no asistencia a museos o recintos culturales, como las zonas arqueológicas, se debe principalmente a la falta de tiempo o a la carencia del recurso económico para viajar a la localidad donde existe este tipo de servicios (Ortega et al., 2010; 2011). No obstante, el que se haya visto una asistencia masiva al museo durante su inauguración nos demuestra otra cosa, ya que podemos ver el íntegro interés que suscita este tipo de recintos en las comunidades, sobre todo cuando se reporta que en más de una comunidad de Quintana Roo hay deseos e interés por generar estos espacios (Ortega y Sánchez, 2012). En cuanto al sexo de los visitantes se observa que hay más hombres registrándose que mujeres, aunque no hay diferencias significativas entre el número de visitantes globales ni entre el tipo de visitante por sexo, a pesar de que hay meses en que se registran más hombres que mujeres y viceversa. En México la mayor asistencia por sexo a sitios y eventos culturales, dentro de los cuales están los museos, se da entre las mujeres, con el 53.2% de la gente encuestada en la Encuesta nacional de consumo cultural 2012 (INEGI, 2014: 77). El INEGI (2019) precisa que para el mes de mayo de 2019 hubo una tendencia diferente por sexo a la asistencia a exposiciones (museos, entre otros espacios culturales; véase INEGI, 2017) pues el 50.1% eran hombres. La relación de hombres y mujeres en los registros del mcm no discrepa mucho de la tendencia nacional, por lo que no podemos observar necesariamente una preferencia por sexo en el gusto, disfrute y adquisición de conocimiento y de cultura, así por como conocer su historia en la localidad de Morocoy a través del museo.
Los lugares de donde provienen los visitantes foráneos (fuera de la localidad) son muy diversos, pero sobresale la gente que vive en las zonas cercanas a Morocoy, como Bacalar, Chetumal, Divorciados, Francisco Villa, Huay-Pix, Libertad, Miguel Alemán, Nicolás Bravo, Reforma, San Pedro Peralta, todos ubicados al sur de Quintana Roo. Igualmente hubo gente que tuvo que viajar desde mayor distancia, pues encontramos visitantes del centro (Felipe Carillo Puerto y Tihosuco) y del norte del estado (Cancún, Cozumel, Playa del Carmen y Puerto Aventuras). Por ello se puede ver que el museo cobra gran importancia como una ventana a una comunidad modelo, cuya historia se replica una y otra vez en las diferentes localidades del sur de Quintana Roo que vivieron el proceso de colonización de los años setenta (Fort, 1979). De la gente visitante más allá de la frontera quintarroense, se observa una alta frecuencia entre campechanos y veracruzanos. Muchos de ellos, sobre todo los de Veracruz, pueden ser familiares de la gente que radica en la localidad y que viene a visitarlos, por lo que al existir un museo dentro de la comunidad, éste se vuelve un punto de interés y orgullo para mostrar su historia a familiares y amigos que los vistan, generándose de esta forma un punto de socialización para los habitantes de Morocoy. El estar cerca de la zona arqueológica de Dzibanché también genera una ventana de oportunidad para la visita al museo. Ello es muestra de que hay gente procedente de sitios no ligados a la migración de los habitantes de Morocoy, como Baja California, Ciudad de México o Guanajuato, además de gente del extranjero como Bélgica, Italia o los Estados Unidos. Esto genera para la gente de la comunidad dos aspectos fundamentales: mostrar su cultura y su historia a los visitantes, y no solamente la historia maya que el turista quiere ver al venir a Quintana Roo, sino una muy diferente de lucha y de tesón por generar nuevas comunidades en estos entornos selváticos. Además, se ilustra cómo se han ligado a la historia regional, a la maya, al generar lazos, no sólo económicos sino de identidad, al trabajar en la zona arqueológica de Dzibanché, al crear un bricolaje de su cultura con la cultura maya, por ejemplo, mediante la danza de los matlachines, traída de Sinaloa, y enseñada y practicada en la comunidad. De acuerdo con Catherine Héau (2014: 93), quien estudió el caso, “les ayuda a forjarse una nueva dimensión identitaria que involucra a todos mediante una tradición inventada […] una filiación inventada […], ya que se baila al pie de las pirámides mayas, como si fuera un rito maya”. Este aspecto cultural se plasma en el museo y fue uno de los aspectos que pidió la comunidad que se expusiera en el museo al momento de la creación del diseño museográfico (Figura 3).
(Fotografía de Wesley Puc, integrante del proyecto “Etnografía de las localidades aledañas a las zonas arqueológicas abiertas al público del INAH”).
Las opiniones que expresa la gente acerca del museo se centran, sobre todo, en temas del orgullo de la gente local de contar con un espacio bonito y bien hecho en cuanto a la exposición museográfica. Las opiniones positivas que observamos subrayan que el museo les recuerda a los forjadores de Morocoy y les enseña a las nuevas generaciones sus raíces, su identidad, su entorno. El museo no les permite el olvido. Las opiniones de mejora giran en torno a la colocación de otras fotos que pueden ser donadas por miembros de la comunidad, de más gente forjadora de Morocoy, de piezas arqueológicas encontradas en sus terrenos de cultivo, de las relaciones culturales entre los diversos grupos sociales. El plan original por parte del inah era generar cada año una exposición museográfica diferente, poniendo en valor cada grupo social existente en Morocoy, y exponer así junto con la gente nuevos derroteros museográficos que les significara su identidad o que mostrara diversas problemáticas, como la violencia de género e intrafamiliar que se ha reportado para otras localidades (Rosales, 2014) y que el poblado no está exento de esta situación. Además de ello, se considera generar cursos, talleres, pláticas culturales y educativos en torno al patrimonio cultural en su amplia acepción y que éste sea un espacio de sociabilidad cultural, uno más de los existentes en la comunidad, como sería el campo de juego o los espacios de la misión cultural que el municipio ha implementado.
Conclusiones
El Museo Comunitario de Morocoy se ha convertido a lo largo del tiempo en un espacio de importancia para la localidad, visitado por familiares y amigos de la gente de la comunidad, pero también por personas de casi todo el estado de Quintana Roo y más allá de sus fronteras, lo cual se ha analizado de manera indirecta a partir de su libro de visitas o bitácora. Si bien es un medio que puede juzgarse como limitado para conocer la percepción del visitante, es el único hasta ahora disponible. Futuros trabajos de entrevistas a profundidad en la comunidad develarán otros patrones y pensamientos no registrados hasta el momento y que se añadirán a los presentes. A pesar de ello, me atrevería a decir que el lugar es un referente para varias localidades que les gustaría desarrollar un museo, ya que a través de encuestas aplicadas durante 2009 a 2012 el tema de los museos comunitarios fue recurrente y se planteaba como una necesidad. Este espacio de sociabilidad debe de ser reforzado con una política institucional centrada en la generación, junto con la comunidad, de nuevos discursos museográficos que refuercen la identidad, la equidad de género, la eliminación de la violencia intrafamiliar, el alcoholismo y drogadicción entre los jóvenes, así como la defensa del patrimonio cultural tangible e intangible, el cual se ve cada vez más amenazado por el desarrollo de toda índole.
El que el INAH, a partir de la creación del Tren Maya, mencione que se debe privilegiar la creación de museos comunitarios, me parece que no es una percepción completamente errónea a primera vista y, a la luz de estos resultados, refuerza esta idea primigenia. Sin embargo, se requiere un fuerte apoyo de recursos económicos y personal especializado, no sólo para su creación, sino para el seguimiento y acompañamiento de las comunidades para que tales proyectos generen los dividendos como espacios de sociabilidad cultural y educativa. Porque la evidencia empírica nos ha mostrado que, si no hay un acompañamiento desde su creación y consolidación, estos espacios estarán destinados al fracaso y a su cierre completo. Es de esperar que, a pesar de lo controversial del proyecto del Tren Maya, se promueva, tanto en medios económicos como de personal, la creación de este tipo de recintos culturales en las comunidades rurales que así lo requieran.